Capítulo 4

Y es aquí donde te das cuenta de que te amé

Igual como había sido aquel verano, su madre se encontraba preparando todo para irse aquel fin de semana a la hacienda de los Higurashi.

Kanna estaba arriba del coche de sus abuelos, mirando como acomodaban todo, Inuyasha había llegado temprano y solo faltaba Kagome.

― ¿Pasa algo señora Higurashi? – preguntó él al ver que se detenía y buscaba algo en el bolsillo de su pantalón

―Sí, creo que se me olvida mi teléfono móvil –miró al joven – Hijo ¿Me harías el favor de ir por él mientras terminamos de subir las cosas al auto?

―Claro – Inuyasha asintió ― ¿Dónde está?

―Creo que lo dejé en la habitación de Kagome – dijo mientras hacía un reencuentro de lo que había hecho en el día – Si, hay lo dejé, es que había entrado para buscar una cosa y Kagome me llamó diciendo que iba a demorar un poco en llegar, seguramente lo dejé por descuido

Inuyasha subió hasta el cuarto de Kagome, conocía muy bien esa habitación, ya que cuando a veces se quedaba a dormir con ellos, él se despertaba a media hora, esperaba a que todos se durmieran para ir a verla, no recordaba cuantas veces lo había hecho, pero verla a ella dormir era una de las cosas que más extrañaba, incluso se ponía feliz cuando escuchaba a la joven hablar dormida y repetir su nombre en sueños.

Entró a la habitación, aún estaba igual, era el cuarto de una adolescente, seguramente ella no había querido cambiar nada y dejarlo tal y como estaba, miró el teléfono móvil de la señora Higurashi, estaba en la cama, avanzó a él pero cuando dio un paso, escuchó la madera rechinar, agachó la cabeza para ver que no había dañado el piso, pero se sorprendió al ver un pedazo de madera salido, se arrodilló para acomodarla en su lugar, pero algo le llamó la atención, era como si ya estuviera así en años, así que retiró el pedazo dañado del piso y se encontró con un compartimiento secreto, había cosas de Kagome que ella misma había guardado ahí, pero lo que más le llamó la atención fue un cofre de plata, frunció el cejo y lo sacó.

Se sentó en la cama, llevaba el nombre grabado de Kagome con piedras de cristal, estaba entreabrirla o no, no es que fuera un ladrón, simplemente tenía curiosidad por lo que su joven dama escondía en ese cofrecito, pero por lo que veía llevaba años abandonado, pues el paso del tiempo había hecho estragos en él, aunque estaba bien conservado.

Miró a la puerta para ver que nadie se acercaba y con el corazón latente abrió el cofre, lo primero que saltaron fueron fotos de… ¿De él y ella? Después una cajita que era muy conocida para él, la tomó y la abrió y se llevó una decepción al ver la esclava que él mismo le había regalado ¿Tanto daño le había hecho en el pasado para que lo dejara en el completo abandono? y por último un diario escrito de principio a fin por ella, era evidente que no iba a terminarlo de leer en ese momento y para que volviera a tener una segunda oportunidad de entrar a su cuarto iba a ser complicado así qué ¿Qué le quedaba? Seguramente Kagome lo iba a odiar por interrumpir su espacio personal, pero deseaba saber lo que pensaba el corazón de Kagome, cuando aún era una adolescente.

Así que lo tomó y se lo guardo por debajo de su camisa junto con la cajita que contenía la esclava, se la echó al bolsillo del pantalón y el resto lo volvió a guardarlo en el cofre y lo dejo donde mismo, tapo ese hueco con el pedazo de madera, después salió de la habitación y bajó las escaleras.

Kagome ya había llegado pues estaba conversando alegremente con su cuñada y cuando lo vio se puso seria de inmediato, se iban a saludar, pero la madre de ella los interrumpió.

―Muy bien – dijo ella – Ya estamos todos ― la madre volteó a ver a su hija – Kagome tú iras con Inuyasha

― ¿Por qué? – preguntó alarmada, no le agradaba para nada pasar una o dos horas con él

―Porque no cabes en la camioneta – respondió su madre –Koga, Ayame y Kanna van a ir con nosotros ya que él no quiere llevar su coche – volteó a ver a Inuyasha ― ¿No hay inconveniente de que Kagome se vaya contigo, Inuyasha?

―Desde luego que no señora Higurashi – dijo mientras le entregaba su teléfono móvil

―Bien – asintió la madre de Kagome – Es hora de partir

Kagome se quedó mirando como sus padres, su hermano, cuñada y sobrina subían a la camioneta, quería ir con ellos, pero una vez que a su madre da una orden, no hay quien la pueda contradecir.

Koga subió en el asiento del conductor, encendió la camioneta y arrancó.

― ¿Nos vamos? – preguntó Inuyasha al ver que ella se quedaba ahí de pie sin hacer nada

Ella volteó a vero asintió – Vámonos

Kagome se quedó mirando al coche de Inuyasha, la noche anterior no pudo verlo bien.

― ¿Cambiaste el Mustang por un BMW?

Ambos subieron al coche y él esbozó una sonrisa.

―No iba a durar con el mismo coche toda la vida – comentó el encendiendo el motor – Aunque si te soy sincero, ese Mustang era especial, tenía recuerdos hermosos que este coche no tiene

Kagome no dijo más y en cuestión de segundo ya habían alcanzado al resto del grupo quienes se habían detenido en un semáforo que estaba en luz roja, Inuyasha tocó el claxon del auto y Koga bajó la ventanilla.

― ¿Una carrera? – dijo él.

Koga negó con la cabeza.

―En otro tiempo habría aceptado, pero como veras, tengo una gran responsabilidad – después miró a Kagome – Y tú también la tienes.

―Es verdad – dijo él – Bien, nos vemos allá.

El semáforo cambio de color rojo a verde y ambos arrancaron al mismo tiempo, pero Inuyasha disminuyó la velocidad del auto y logró perder cierta distancia entre ambos coches.

Y de pronto se orilló en la carretera, bajó de su auto, abrió el cofre y comenzó a inspeccionar la máquina, Kagome también bajó y se encontró con él.

― ¿Qué pasa? – preguntó ella.

―No sé – Inuyasha se encogió de hombros – De pronto se apagó.

―Ah – respondió ella, ya que no sabía de coches, muy apenas podía cambiar una llanta – Podemos hablarle a Koga, tal vez aun este cerca.

―No – él negó – Nos llevan media hora de camino.

De pronto Kagome lo escuchó reír y adivinó sus pensamientos en esos ojos dorados.

―Inuyasha Taisho eres un maldito mentiroso – dijo ella enfadada – Todo esto lo planeaste para estar a solas ¿Verdad?

―Inteligente niña.

Ella frunció el cejo, observó que sus manos estaban apoyadas en la maquina y sin ninguna contemplación, jaló la palanca y el cofre fue a dar directo en sus manos. Eso le pasaba por mentiroso.

―Ay – gruñó Inuyasha sacando sus manos de entre el cofre y la máquina – No era para que reaccionaras así, cero y van dos, la primera cuando dejaste caer el arreglo de rosas que te di y ahora esto. Si sigues así te quedaras sin pretendiente.

Ella se sintió culpable, esa reacción había sido de una niña estúpida, pero es que estaba muerta del coraje, no soportaba que él jugara así de esa manera con ella, hacer que su coche se averiaba solo para estar con ella.

―Lo siento – se encogió de hombros – Pero esta vez si te lo merecías.

― ¿Por qué? – preguntó él mientras tomaba asiento arriba del cofre e inspeccionaba sus manos, no había daño, no había sangre, estaban en perfectas condiciones, pero el dolor aún seguía latente.

Ella se acercó a él, extendió una mano para que ella misma se cerciorara de que no había sufrido daño.

―Por mentirme – respondió ella dejando libres sus manos.

―Déjalas – rogó él.

― ¿Disculpa?

―Sí, deja tus manos.

Ella negó, giró sobre sus talones dispuesta a subirse al auto para ordenarle que siguiera con su camino, pero Inuyasha se encontraba rodeándole por la cintura, atrayéndola hacia él y apoyándola contra la puerta del coche.

― ¿Qué haces? – preguntó al sentir el suave aliento de Inuyasha cerca de ella.

―Es fácil de adivinar Kagome – se acercó a sus labios – Pienso besarte, he estado pensando en eso durante toda la semana.

―No lo hagas – rogó ella con un susurro.

―Si lo voy a hacer – asintió él imitando su voz – Es más, quiero hacerlo.

Acercó sus labios a los de ella y la besó, la besó apasionadamente mientras atraía su cuerpo más hacia él, Kagome se dejó llevar y enredó sus brazos alrededor su cuello, si Inuyasha no interrumpía ese momento iba a pasar algo que no quería y esta vez ni dios lo iba a salvar.

―No – él interrumpió el mágico momento – Si seguimos así voy a cometer una locura y es probable que tu hermano quiera mi cabeza – apoyó su cabeza en los hombros de Kagome – Aunque me estoy muriendo porque eso suceda.

Kagome abrió los ojos ante esas declaraciones, estaba dándole a entender que quería hacerle el amor, ella se apartó un poco de él, no debía permitir que eso pasara ya que ella, bueno, ella seguía siendo virgen, a nadie se había entregado, aunque hubiera sido por despecho, no, ella se entregaría al único hombre que sería el compañero para toda la vida.

―Lo mejor será que retomemos el camino, seguramente los demás ya llegaron y están preocupados por nosotros.

Inuyasha asintió, subieron al coche y continuaron con su camino, y si, efectivamente, la madre de Kagome estaba preocupada por ellos ya que había pasado una hora desde que ellos habían llegado, mientras que Kagome e Inuyasha no lo hacían, en un principio ella pensó que les había pasado un accidente, pero Inuyasha aclaró todo, les había dicho que tuvo problemas con una llanta del coche lo que ocasionó la demora, aunque Kagome y él conocían muy bien los verdaderos detalles.

Ese día solo se dedicaron a bajar las cosas de la camioneta, Kagome jugaba con su sobrina mientras que su padre y Koga juagaban cartas, como siempre, y por último la señora Higurashi y Ayame preparaban la cena.

Inuyasha se encontraba en su habitación descansando, a un lado de él estaba el diario que le había robado a Kagome, estaba entreabrir o no el diario, por un lado, quería leer lo que su amado cariño había escrito y en segundo porque era algo personal, era algo de ella y se sentiría como un maldito invasor, pero al final la curiosidad ganó y abrió el diario en la primera página.

"enero, 2001

Querido diario, hoy es un día normal, estoy aquí en el receso y solo aguardo a que suene el timbre para entrar a clases, lo que hace mi día ideal es que hoy él va a venir a visitarnos, Koga dice que no quiere que los estorbe, pero Inuyasha siempre me deja estar al lado de ellos.

Ah el timbre sonó, bueno diario, después te sigo contando.

PD: Amo sus ojos dorados, deberías de verlos un día, son preciosos y más cuando los rayos del sol iluminan su rostro."

Inuyasha esbozó una sonrisa y cambió de página, así que le parecía que sus ojos eran bellos.

"febrero, 2001

Querido diario, sé que te había prometido hablar contigo, pero es que me dejaron mucha tarea, el martes Inuyasha me invitó a salir al cine, ¡solos! ¿Puedes creer eso? Bueno lo hizo más por compromiso, pero para mí fue como si hubiera sido mi primera cita, claro que algunas chicas no dejaban de verlo, y quien no lo va a ver, si es tremendamente atractivo y sexy y claro, ¡iba conmigo! Solo conmigo, eso las hacia arder de la envidia y por más que habían tratado de llamar su atención nunca lo consiguieron, porque él solo tenía sus ojos fijos en los míos.

Debo irme diario, tengo mucha tarea.

PD: Amo sus ojos dorados, son preciosos y más cuando los rayos del sol iluminan su hermoso rostro"

Inuyasha se acordaba de ese día en particular, había buscado a Koga, pero él había salido sin avisar, así que al ver a Kagome sola, la invitó al cine y si, se había dado cuenta que un par de chicas mayores que ella no dejaban de mirarlo, trataban de llamar su atención, pero él siempre había tenido ojos para esa pequeña y no lo hacía por cortesía, sino porque le nacía porque esa niña era la razón de su existir.

"abril, 2001

Querido diario, estoy emocionada, feliz, no paró de felicidad, mi fiesta de quince años fue la más hermosa, mi madre no paraba de llorar diciéndome que ya era toda una mujercita, reconozco el sacrificio que hicieron por llevar a flote mi fiesta, Sango fue una de mis damas ¿A quién más elegiría? Si ella ha sido mi mejor amiga, mi confidente en cada momento.

Pero eso no fue todo, ahí estaba mi principito azul de ojos dorados, quien había sido mi chamelan (NA: bueno al menos aquí en México así se le llama cuando un chico baila con la festejada después del padre), lucía atractivo con ese traje negro, en cada momento no desaprovechaba la oportunidad de decirme lo linda que me veía.

Ay diario, estoy profundamente enamorada de Inuyasha y la verdad estoy casi segura de que él siente lo mismo que yo, solo que no se atreve a confesármelo.

Me despido querido diario, son las cinco de la mañana y estoy muy cansada, ayer fue un día largo para mí.

Pd: sus ojos, seguramente ya estas cansado de eso, pero en serio, los rayos del sol se iluminan más en su bello rostro."

Quiso cerrar el diario, pero siguió con su lectura hasta querer llegar a los últimas diez páginas que ella había escrito.

"marzo, 2001

Querido diario, hoy inician las vacaciones de verano y estoy emocionada, pues mis padres me confirmaron que él, si él, vendrá con nosotros a pasar las vacaciones en nuestra hacienda.

¿Puedes creer eso? Estaré con él una temporada completa, si sintieras lo que siento, siento maripositas en el estómago al ver esos ojos tan incomparables, esa sonrisa sensual que me roba el aliento, siento cómo mi corazón late con fuerza cuando lo veo, estoy enamorada de él, enamorada de Inuyasha…

Lamento no poderte haber escribido, lo que pasa es que cuando sonó el timbre no pude continuar.

Hoy me hizo el regalo más hermoso que te pudieras imaginar, me regaló una hermosa esclava de plata con un diamante en forma de corazón, no sé creo que me quiso dar a entender algo con eso.

¿Tú qué piensas? Tanto mamá como Sango me dicen que me olvide por completo de él, que jamás se fijara en una niña como yo, pero a estas alturas, es difícil hacerlo, estoy perdida de amor por él.

Hoy he llegado a la conclusión de declararle mi amor.

Deséame suerte, la necesitaré.

PD: Diario…sus ojos, recuérdalo, él, su rostro y los rayos del sol"

Sus lágrimas comenzaban a brotar en con cada letra escrita por ella se había dado cuenta lo estúpido que había sido al destrozar un corazón que lo amaba sinceramente".

"diciembre, 2003

Querido diario, te he tenido en el completo abandono de mi soledad, seguramente estás enfadado conmigo, pero debes saber que mi declaración de amor resultó ser un completo fracaso, pues él me rechazó, diciéndome que solo me quería como una hermana.

Que estúpida había sido, fue una ingenua, había desnudado mi alama, mis sentimientos hacia él y simplemente los pisoteó, hizo garras mi corazón, ese corazón que aún sigue destrozado después de dos años.

Ya no me importa lo que haga en el futuro, de hecho, supe que se había casado, pero no quise ir a su boda, simplemente fingí que iba hacer una tarea con Sango y que no me podía dar el lujo de faltar.

Pero la verdadera razón era que no quería verlo del brazo de otra mujer, de una mujer que no era yo ¿A quién vamos a engañar? Nuca fui especial para él, solo me veía como la hermana de su mejor amigo.

Diario, esta será la última vez que tú y yo nos veamos, pues a partir de estos momentos me despido de ti, pero no te preocupes, te guardaré bien, junto con sus recuerdos, porque, aunque me duela reconocerlo, tú mi querido amigo, eres parte de esos recuerdos, y lo que quiero hacer es olvidarlo por completo.

Nos volveremos a ver cuándo las heridas de mi corazón se cierren por completo, hasta entonces.

Cuídate mucho

PD: Estaré en proceso de olvidar esos hermosos ojos que alguna vez amé"

Inuyasha hojeó el diario buscando más de ella, pero había cumplido su promesa, nunca más volvió a escribir en él y por consiguiente lo dejó en un completo olvido junto con aquellos recuerdos.

¿Qué había hecho? Había sido un completo estúpido por haberle reto el corazón de esa manera, la destrozó con sus frías palabras, nunca se imaginaba que dentro de ella existía un amor incondicional dispuesto a amarlo toda la vida.

Ella lo había amado y él la había destrozado.

Tenía que solucionar esto cuanto antes, si por su cobardía había actuado de esa manera, hoy las cosas serían distintas, esta vez lucharía por lo que en realidad ama y lo que amaba era a ella, nadie ni incluyendo Koga se interpondría en su camino.

Estaba dispuesto a recuperar la confianza de Kagome, pero sobre todo su amor, no se casaría hasta que el amor que ella había sentido alguna vez floreciera de nuevo.

Ese iba ser su reto y no sería nada fácil, aun no sabía si las heridas de su corazón estaban cerradas por completo y si aún no lo estaban, él mismo se encargaría de curarlas una por una, porque la amaba.

Porque amaba a Kagome Higurashi.