Dulce duque
"Me sobrepasa", pensó, "¿Quién se ha creído que es? Y sin embargo... desde que lo viera entre la niebla, no puedo dejar de pensar en él... ¡Oh, Thomas! ¿Qué me está pasando?". Era tan frustrante no poder acabar de entender sus emociones.
Odiaba aquel lugar. Aún no comprendía la razón para que su tío se empeñara en que hacerlos atravesar el océano, como si aquello pudiera borrar su recuerdo... Archie y Stair parecían llevarlo mejor, pero eso, no resultaba de consuelo alguno. Al contrario. Sentía que si trataba de hacer como ellos, lo olvidaría y si le olvidaba, en cierto modo, sería como si nunca hubiera existido. "¡No, jamás te olvidaré, Thomas!", se prometió con amargura.
Eliza y Neal, seguían incordiando, como siempre. Cada vez que se tropezaba con ellos se le revolvía el estómago. Las clases tampoco resultaban mucho mejor. Había perdido todo el interés en cualquier materia y las pocas que le despertaban algo, eran instruidas del modo más aburrido imaginable...
—Dime, Stair, ¿De qué nos va a servir recitar poemas en francés? —Miró a su amigo que solo alcanzó a encogerse de hombros—, ¿Qué se supone que hagamos si alguna vez tenemos que mantener una conversación? ¿Recordar y soltar estrofas? —Los tres se habían reunido en una pequeña colina, un tanto apartada, a la que habían visto que no solían ir el resto de los alumnos. La mayoría de los chicos eran unos estirados que no sabían más que presumir entre ellos, a ver quien tenía el padre más destacable. Y las chicas no eran mucho mejores, especialmente el grupito de Eliza. Era de lo peor.
—Bueno, pero a las chicas suelen gustarles este tipo de cosas, ¿no es así? —le preguntó Archie.
—¿Chicas? —intervino su hermano—, pero, ¿no recuerdas que Annie va a venir? Creí que te gustaba...
Archie se revolvió incómodo. No le gustaba que Stair sugiriera tan abiertamente aquellas cosas— Annie es solo una buena amiga. La aprecio, es buena chica... no es como Eliza, pero ya está. Por favor, hermanito, deja de inventarte cosas.
—¿Annie va a venir? —No pudo evitar preguntar—, creía que sus padres no podrían permitírselo...
—Bueno, ya sabes. La Sra. Brighton debe haber presionado bastante a su marido. Se la ve muy... —Stair hizo una pausa, tratando de encontrar la palabra adecuada—, persistente... y Annie también —golpeó con el codo al menor.
—¡Stair! —lo empujó Archie, medio molesto.
El espectáculo entre hermanos logró arrancarle una de sus contadas risas desde la muerte de Thomas.
—Ya, chicos —Trató de poner paz—, sea como sea, creo que será bueno para ella y tengo muchas ganas de verla...
Antes de la muerte de Thomas, los tres juntos, habían pasado muy buenos momentos. Con ella había podido hablar abiertamente de sus sentimientos hacia Thomas. Annie era adoptada, pero era una chica muy dulce y gentil, sin maldad alguna y le había sido de gran apoyo. Enseguida le agradó al conocerla. Los Brigthon habían tratado de congeniarse con los Lagan durante el pasado verano. Pero al final, la pobre muchacha, acabó buscando refugio entre ellos. No entendía que andaba mal con Eliza y Neal, con su retorcida maldad.
En Lakewood no les quedaba más remedio que aguantarles, por deferencia a la tía abuela. Y aquella había sido la salvación de Annie. Coincidir, en su visita a los Lagan, con el periodo de retiro de las dos dos familias con las fincas colindantes.
Si Annie ingresaba en el Saint-Paul, quizás, aquel lugar, no resultaría tan lúgubre y frío. En ella podía tener una aliada con la que poder hablar de todo lo que estaba experimentando de nuevo.
Continuará...
