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SUEÑO;
con la realidad

O3

"I had a dream, I got everything I wanted.
But when I wake up I see you with me.

And you say: As long as I'm here, no one can hurt you.
Don't want to lie here, but you can learn to.
If I could change the way that you see yourself,
you wouldn't wonder why you're here.
They don't deserve you"

Esa mañana, al despertar, tuvo un objetivo en mente, uno más importante que aplicar doble capa de base: ver a Butch y comprobar si estaba usando los dos brazaletes que ella le había pedido. Esa sería la prueba de fuego. Ayer estaba usando una violeta, una sola, hoy debía usar dos, y de los colores que ella le pidió. Como nunca, ansiaba llegar rápido a la escuela, de hecho, estuvo lista antes que sus hermanas. De camino, no prestó mucha atención a las conversaciones, tampoco es como si la fueran a obligar a compartir, sabían que existían días en donde no tenía muchas ganas de hablar y eso debían respetarlo.

Cuando estuvieron en la escuela, Buttercup estuvo mirando por los pasillos, quería ver a Butch, pero parecía que se le perdió el maldito rastro: no lo veía por ninguna parte. Sí, podía encontrárselo en el salón, después de todo, eran compañeros, pero se sentaba muy lejos de ella, y así no sería capaz de ver si de verdad estaba usando los brazaletes. Cerró la puerta de su casillero y suspiró pesadamente, era posible que ahora mismo se estuviera viendo como una desesperada, y eso era precisamente lo que menos quería. Incluso, pensó en que tal vez podría preguntarle a Robin si su novio había logrado cambiar sus brazaletes, pero no se iba a arriesgar. Robin parecía estar sospechando algo, las miradas que le dedicaban daban para que se entendiera eso.

Al final, decidió seguir con su día como si nada, después de todo, estaba segura de que Butch le haría saber el color de su brazalete. Todo debía ser a su debido tiempo. Fue hasta su salón, sus hermanas estaban ya ahí en compañía de Robin, de todos modos, miró al pupitre de Butch y se dio cuenta de que estaba vacío, todavía no llegaba. Se encaminó hasta sus hermanas, cuando escuchó la conversación que estaban manteniendo las chicas. No pudo evitar detener el paso.

—¿Hoy cumples meses con Butch? —preguntó Bubbles.

—Sí —sonrió Robin—, seis meses oficialmente.

A Buttercup se le erizó la piel, ¿no es ese el tiempo que lleva Butch metiéndose por su ventana? ¿O era más? ¿O menos? Mordió su labio inferior y trató de acercarse con una sonrisa tranquila en su rostro para tomar asiento en su pupitre. Qué alegría... la desgracia de una, la felicidad para la otra, no importa a cuál te refieras. Ya recordó, hace cinco meses que Butch se colaba por su ventana, sí, no había duda. Tampoco había duda con respecto a que se sentía la peor amiga del mundo. Desde el día en que Butch se coló por su ventana por primera vez y quiso lanzarlo fuera ya que se rehusaba a irse, pensó que la presencia de él no iba a hacerle bien para su amistad, pero...

—¿Tienen planes? —quiso saber Blossom, se notaba que su pregunta traía consigo cierta insinuación.

—Irá a mi casa —Robin relamió sus labios, parecía dudar si decir algo más—. Hoy..., hoy no hay nadie.

Reprimió absolutamente todas sus expresiones, si se delataba, sería el fin de su amistad con Robin... Bueno, sería algo precipitado, porque Buttercup bien sabía que, tarde o temprano, la chica se terminaría enterando y por supuesto que dejaría de ser su amiga. Cubrió su boca con su mano, justo como lo hacían sus hermanas, en tanto Robin frotaba sus manos con nerviosismo y miraba hacia la ventana, con una tonta sonrisa en el rostro. Esa expresión fue la causa de una tremenda envidia dentro de Buttercup..., además de celos. Dios, ¡sí que estaba celosa! Tragó saliva y sintió que ella ya no formaba parte del cuadro. Admiró a Robin con tristeza camuflada de preocupación, no podía evitar sentirse de esa manera. También, el pensamiento de que Robin era una traidora parecía querer quedarse dentro de su cabeza, sin embargo, ella misma sabía que esa idea era complementa ridícula, porque la traidora era ella misma. Buttercup era consciente de que no tenía ningún jodido derecho para poder quejarse, enojarse o algo así, puesto que ella no era nada de Butch, en cambio Robin sí lo era, precisamente era su novia.

Robin y Butch se besaban, Buttercup no hacía eso con él. Robin y Butch iban a citas, Buttercup pasaba las tardes en su casa. Robin y Butch tenían una relación pública, Buttercup se conformaba con tenerlo a su lado para dormir... Le dolía esa realidad, es verdad, pero tenía cierta fantasía infantil que la motivaba a seguir admitiendo al chico en su cama, y es que pensaba que esa fantasía podría convertirse en esperanza para que, algún día, ella pudiera hacer todo eso con Butch.

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Luego del examen que tuvo en la mañana, se fue a pasar el tiempo en la biblioteca. Disponía de dos horas para rendir el examen, al cabo de una hora ya había terminado así que le pidieron que dejara la sala, así era con todos aquellos que estaban en su misma situación. De camino a su casillero, para recoger algunos útiles, escuchaba algunas conversaciones de los estudiantes que ya estaban afuera de sus salones. Pero luego, cuando estuvo apunto de doblar en el pasillo para ir hasta la escalera que llevaba a la biblioteca, reparó en que una de esas voces era la de Butch.

—Sí, viejo —decía Butch a Mitch—, no la encontré tan difícil. Después de todo, invertí mucho tiempo de estudio.

Butch tenía su rostro girado hacia atrás, luego de darse cuenta de que Mitch se detuvo porque se le desataron las zapatillas. Buttercup había entrado al pasillo, después de todo eso es lo que debía hacer, si se quedaba ahí esperando a que se fueran, alguien más podría pasar y dedicarle una mirada de extrañeza, y precisamente no quería eso. Fue entonces que Butch se dio cuenta de su presencia, la expresión en su rostro lo delató, pero volvió a ver rápido a su amigo, puesto que ya se había levantado.

—Has cambiado entonces —dijo Mitch y ambos emprendieron el paso—. Usar esos brazaletes de colores te ha hecho bien.

—Creo que sí, bastante —decía Butch para luego descubrir su muñeca—. Mira, incluso hoy estoy usando dos brazaletes: verde y negro, ya dejé de lado el violeta.

Buttercup mordió su labio inferior para reprimir su sonrisa. Butch había hecho lo que ella, precisamente, le había pedido. No podía creerlo, hasta sentir esa alegría dentro de ella era algo nuevo, algo que no había sentido desde el día del accidente en el que se vio envuelta. Por mucho tiempo estuvo pensando que era algo surrealista que Butch hiciera aparición en su habitación con la excusa de ayudarla con su problema de sueño, pero quiso refugiarse en aquella "ilusión" por los fuertes sentimientos que ella tenía dentro de sí. Desde ahí que empezó a cuestionarse si lo que vivía era real, puesto que ese Butch le decía que debían mantener esos encuentros en "secreto", ya que él estaba saliendo con Robin, y no tenía idea de cómo podía reaccionar su novia al saber que él prefería pasar todas las noches durmiendo con una de sus amigas.

Se dio cuenta de que Butch y su amigo subieron por la escalera de la biblioteca. Genial, podría reconfortarse con compartir el mismo ambiente, aunque no se sentaran precisamente cerca el uno del otro. Se registró y fue a buscar el libro de astronomía que le ayudaría con su trabajo de Física. Con el libro en mano, fue hasta una de las mesas junto a las ventanas y tomó asiento ahí. Al cabo de unos segundos, distinguió una figura que se sentaba en un par de mesas frente a la de ella: Butch. Se miraron a los ojos y él, sin despegar su amistosa mirada de ella, remangó su hoodie dejando ver así sus muñecas y, por ende, sus brazaletes. Ella iba a sonreírle, pero Mitch se interpuso entre sus miradas y cortó el momento. De todos modos, sentía mucho alivio de saber que no se estaba volviendo loca. Ahora bien, si están teniendo un poco más de interacciones que antes, ¿significaría que podrían hablar, pronto, en persona sin tener que ocultarle a nadie?

"—Es mejor que, en la escuela, actuemos como siempre.

—¿Por qué?

—¿Cómo les diremos que empezamos a hablar?

—¿Por chat?

—Sí, pero... —Butch suspiró y pasó una mano por su sien—. Estoy pensando en Robin, a ella no le gustará esto."

¿Cuál fue la razón por la que ella tuvo que recordar precisamente ese diálogo?

"—Irá a mi casa. Hoy..., hoy no hay nadie" recordó las palabras dichas por su amiga y su corazón pareció apretarse, así como también su estómago.

¿Será que esa noche Butch no irá a dormir con ella? ¿O sí lo hará? Qué ridículo. Buttercup sobó su hombro, tenía cierta molestia causada por el estrés y, posiblemente la mala posición para dormir. En ese momento, volvió a mirar a Butch, se dio cuenta de que su amigo, Tommy, había llegado y Butch ya estaba tonteando con él, algo escuchó, entre sus murmullos, el nombre de Brick, pero pudo haber sido un error. Se preguntó si Butch también tenía la misma molestia en su hombro. Pero el pensar en las consecuencias de dormir juntos le recordaba, precisamente, que Butch y Robin dormirían juntos... y el estar pendiente de eso era peor que volverse loca. Tomó sus auriculares, los conectó al móvil, se los acomodó en las orejas y se desconectó del mundo para hundirse en la palabra de Lana del Rey y el universo mismo.

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—¿Qué haces aquí?

Incluso en la penumbra, pudo divisar la figura de Butch que caminaba hasta su cama. Ella se sentó y se aseguró de encender la luz de su mesa de noche. El chico estaba usando el mismo hoodie azul, tenía el cabello desordenado y sus mejillas estaban algo rosadas. No parecía tener frío en lo absoluto. Buttercup tragó saliva. Ella estaba completamente despierta a pesar de haber estado dormida hace un par de minutos.

—¿Qué pasa con esa pregunta? —dice él y se soba la nuca.

—Pensé que no vendrías —respondió en un susurro.

—¿Por qué?

—Hoy... Robin tenía casa sola, ¿no? —Butch se tensó un poco y miró hacia una de las paredes—. ¿No fuiste a verla?

Butch le devolvió la mirada, luego la bajó hasta sus zapatos. Eso no hacía nada más que añadirle tensión y ansiedad al momento, al menos para Buttercup. Ella ya estaba susceptible a emociones, y Butch no estaba ayudando en ese momento, es más, estaba empeorando todo. Cuando volvió a ver esos profundos ojos verdes, bajó un poco su atención hasta los labios de él, los que estaban formando una pequeña sonrisa, una casi burlona.

—¿Mhmm? ¿Qué te pasa de repente? —dijo él y arqueó la ceja—. ¿Tienes curiosidad?

Buttercup apretó sus labios y empuñó sus manos agarrando parte de las cobijas de su cama. Sabía qué era lo que quería preguntar, pero no podía llegar y soltar esas palabras. No quería generar una conmoción, subir el tono de voz y que alguien fuese a su habitación y descubriera lo que ahí había estado pasando por meses.

—Pasaste la noche con ella, ¿no? Quiero decir... ¿Dormiste con ella?

Butch dejó de sonreír, pero no apartó la mirada de ella. Hasta que lo hizo, agachó la cabeza y, con su dedo índice, rascó su pómulo contrario. Las manos de Buttercup empezaron a temblar, y tragó duro cuando se dio cuenta de que él estaba asintiendo con la cabeza.

—Es mi novia después de todo —le escuchó susurrar.

No dijo nada, es más, luego de contemplarle en completo silencio por un par de segundos, apagó la luz de noche y se recostó en su cama para cubrirse con las cobijas, dándole así la espalda a Butch. No esperó sentir tan pronto que el colchón se hundía, debido a que él se estaba acostando junto a ella.

—Tienes razón... Perdona —dijo.

—¿Te molesta? —preguntó Butch inclinándose sobre ella.

—No, no, son solo pensamientos estúpidos —le miró de nuevo a la cara y le sonrió conforme—. Tú y yo no somos nada.

—Exacto, no somos nada —le dice y procede a rodearla con sus brazos por la cintura—, pero, de alguna manera, estoy aquí, refugiándote y cuidando tu sueño —se acerca un poco más a la oreja de la chica para susurrarle—. Podría estar con Robin ahora mismo, pero no me permití quedarme más tiempo, no podía estar lejos de aquello que me ha llevado tanto tiempo cuidar.

Buttercup apretó la mano de Butch sobre su estómago, quería sentir más contacto entre sus cuerpos, pero incluso estando tan pegados el uno del otro, sentía que el cuerpo de él estaba muy lejos del suyo. Necesitaba más, quería más, sin embargo, no se podía.

—¿Por qué estás aquí? ¿Por qué te preocupaste por mí, en primer lugar?

—Porque me inquietaba que la chica que solía estar llena de energía se sumergiera en un profundo pozo del que no pudiera escapar.

"Lo sigo estando", pensó ella.

—Y que tu rostro se haya vuelto más pálido de lo normal, además de tener esas ojeras... —se frustró un poco, aquel suspiro pesado fue la prueba de ello—. No lo soporté, quería hacer algo por ti.

Ella, con la mano de él que tenía sujetada, entrelaza sus dedos. Butch no estaba frío, la verdad es que estaba bastante cálido, tanto como ella. Le llamó un poco la atención que no estuviera sudando, pero eso era lo de menos en ese momento. Tragó saliva, no quería quebrarse, quería hablar sin tener que dar lástima por estar vulnerable, con los sentimientos a flor de piel, no obstante sabía que, incluso si lloraba hasta quedarse sin lágrimas, Butch no se iría de su lado ni tampoco se burlaría de ella. Habían pasado tantas noches juntos que le parecía un imposible.

—No te vayas —le dijo, finalmente.

—No lo haré —le aseguró Butch.

—No me dejes sola.

—No te dejaré caer.

—No quiero dormir si no estás aquí.

—No tendrás que preocuparte, porque aquí estaré siempre.

Fue entonces cuando Buttercup comienza a llorar. Suave, tratando de no emitir ningún sonido, no quería que nadie escuchara sus sollozos. Hacía tiempo que no sentía un vacío tan grande dentro de ella, y es que desde que estaba con Butch que no había tenido la necesidad de sentirse así, sola, pero ante el hecho de que él había "dormido" con su novia le sentó muy mal, y pensó que podría estar cerca de perderlo y no quería, no, absolutamente no. Buttercup se rehusaba totalmente a la idea de perder a Butch, no podría soportar otra pérdida. Ella ya no quería volver a dormir sola.

—No quiero que te vayas —le pidió entre lágrimas.

—No me iré.

Ella se giró hacia él y enterró su rostro en el pecho de Butch. Los brazos de él la abrazaron fuertemente, tal parecía que él se negaba a irse de su lado. Quiso creer que así era. Sintió los secos labios de Butch en su frente y así, su llanto cesó. Ya empezaba a sentir sueño de nuevo, pero antes de caer completamente dormida, Buttercup escuchó que Butch le habló:

—Abrázate a mí —le dijo con mucho cariño—. Mañana es un nuevo día, y tienes que ir a la escuela.

Y así, al día siguiente, cuando despertó a causa de su alarma, Buttercup abrió los ojos y notó que estaba abrazando a su almohada, como solía ser. Tal parecía que Butch se movía muy ligero y le pasaba la almohada para que ella no extraña su presencia en lo que le restaba de descanso en la mañana. Se sentó en la cama y sobó su rostro. Sonrió, porque a pesar de que él estuviera con su novia, y tuviera la oportunidad de estar toda una noche en casa de Robin, decidió ir a cuidar su sueño. Podría ser que, tal vez, Butch también empezara a desarrollar los mismo sentimientos fuertes que tiene ella por él.

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Lamentablemente, ese día viernes, luego de un par de semanas de lo ocurrido, Buttercup fue llamada a la oficina de la psicóloga de la escuela. Estaba perpleja, no se suponía que iba a tener una cita tan rápido con ella. Sintió la presión, ese silencio abrumador le golpeaba en la espalda, pero Buttercup no quería dejarse intimidar ante esa práctica poco empática y poco pedagógica. Tomó sus cosas con calma y salió del salón sin siquiera despedirse de sus hermanas o algo. Ni siquiera quiso mirar a Butch.

—Te he hecho evaluaciones —le dijo la psicóloga luego de darle la bienvenida.

—Sí —respondió la chica apretando sus manos entre sus piernas.

—Si te llamé ahora es porque no son buenos resultados —dijo la mujer con un tono preocupado.

—¿A qué se refiere? —preguntó tartamudeando al principio.

La mujer mordió su labio inferior y echó su cabello frondoso hacia atrás. Estaba adoptando una postura seria, quizá desafiante. No sabía con exactitud. Buttercup evitó ponerse tensa, pero cuando el silencio aparecía en las sesiones significaba que algo andaba mal, muy mal.

—¿Cómo es que logras dormirte? —le preguntó.

—Con las píldoras —respondió rápidamente.

—Dime la verdad.

—No —y la psicóloga asintió con la cabeza.

—Entonces sí hay otra manera.

No valía la pena mentirle, después de todo, ella se delató sola, así que, sin mirarla a los ojos, le respondió:

—Sí.

—Entonces dímelo.

—No puedo —susurró.

—¿Por qué no?

—Se lo dirá a mi familia —aseguró sin levantar la mirada.

—Tu familia quiere lo mejor para ti, Buttercup.

—No puedo decirlo.

La psicóloga entiende que no logrará nada sacándole información con aquella insistencia, así que se rinde y acepta el silencio de la chica. Dejó el archivo sobre la mesa y miró fijamente a Buttercup, quien todavía no se animaba a alzar su mirada.

—¿No has ido a ver al kinesiólogo? Quizá podrías hacer un poco de deporte.

—No, como me dio de alta, no he pensado en que debiese volver. De todos modos, sé que no es recomendable que haga ningún tipo de actividad física exigente como antes, además de que las píldoras de por sí me dejan débil.

—Bueno, sí, eso pensé —suspiró la psicóloga.

—Yo creo que estoy bien.

—Quisiera hacerte otra pregunta, antes de dejarte ir —dijo la mujer ignorando totalmente lo dicho por la chica.

—¿Qué cosa?

—¿El abrazar tu almohada te da tanto conforte que tienes la necesidad de hablarle?

Silencio, punzada en el pecho y sudor frío. ¿Cómo es que se dio cuenta de eso? Ella no se lo ha dicho a nadie. La mirada de la psicóloga pareció relajarse un poco, debido a que la actitud de la chica había demostrado que estaba en la razón y que, precisamente, esa era la técnica que ella no le había querido revelar en un principio. Buttercup mojaba sus labios constantemente, no sabía cómo responder a aquello, algo estaba funcionando mal, no era posible, no. No, no lo era.

—¿Cómo sabe eso? —preguntó entre tartamudeos—. Es muy específico.

—¿Le hablas a tu almohada? —insistió la mujer.

—Yo... ¿de qué habla?

—Tu padre entró una noche a tu cuarto, te escuchó sollozar y pensó que podrías estar reviviendo algunos recuerdos. Estaba preocupado, como cualquier padre, pero cuando abrió la puerta de tu habitación me dijo que te vio abrazar a su almohada, como si fuera una persona.

Sus manos comenzaron a temblar. No se sentía capaz de emitir ninguna palabra. ¿En qué momento entró su padre? Más bien, ¿cuándo? ¿Esa noche en la que creyó que Butch no vendría? ¿O fue ayer cuando se puso a llorar al recordar lo mucho que extrañaba a su madre? Independiente del día que fuera, ¿en qué momento lo hizo? Quizá fue momentos antes de que Butch llegara... ¿O será que Butch sí estaba ahí y se tuvo que esconder? De ser así, ¿cómo lo hizo?

—¿Buttercup? —le habló la psicóloga, pero la chica no contestó.

Ella necesitaba sus propias respuestas, y esas solo se las podía dar Butch. Hoy, sin duda alguna, le preguntaría al finalizar la jornada. Necesitaba una respuesta ya, no en la noche, ya que sería muy tarde y podrían descubrirlos.

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En la escuela había una conmoción tremenda, debido a que se jugaría un partido importante de fútbol, y entre los jugadores, estaría Butch. Buttercup no se sentía capaz de esperar hasta después del partido, sobre todo porque, incluso si ganaban o perdían, él se iría con su novia y el equipo a pasar las penas o alegrías a algún lugar por ahí, uno al que ella no estaría invitada, por supuesto. La cita con la psicóloga la dejó mal, no sabía qué hacer, es decir, no podía creer lo cerca que estaban de descubrirlos, así que una vez se escuchó la campana que daba por finalizada la jornada escolar, fue decidida a buscar a Butch. Necesitaba la respuesta lo más pronto posible, esperar no era una opción válida en ese momento. Le iba a dar una crisis, sentía sus manos sudorosas.

Todos iban camino al campo de juego, Buttercup daba pasos torpes entre la multitud, incluso, casi se cayó unas tres o cuatro veces. Sus hermanas y Robin la habían estado buscando, y es que la chica había salido rauda del salón. Cuando dieron con ella, sus sonrisas entusiastas se borraron ya que fueron conscientes de que la desesperación se había apoderado del rostro de Buttercup. Entre el bullicio, pudo darse cuenta de que las chicas estaban preocupadas y le preguntaban "qué sucede".

—Necesito ver a Butch —dijo y todas parecieron confundidas.

—¿A Butch? —le preguntó Robin—. ¿Pasó algo?

—Necesito verlo —decía Buttercup con la respiración entrecortada—. Necesito preguntarle algo.

—Buttercup —dijo Bubbles tomándole las manos—, ¿estás bien...?

—¿Qué tiene que ver Butch en esto? —interrumpió Robin con un tono algo duro.

—Necesito verlo, por favor —su tono de voz se había agudizado producto de la desesperación.

Con recelo, Robin y las otras chicas la condujeron hasta los camerinos, moviéndose entre aquellos estudiantes que se dirigían al campo de juego. Fueron hasta los camerinos en donde el equipo estaba preparando una arenga. Todos abrazados en un círculo, se daban motivaciones para ganar el encuentro contra "los niños pijos de Cityville". Todavía no estaban completamente vestidos, a todos les faltaban sus zapatos, pero eso era lo de menos. Robin miró a Buttercup, a quien le temblaban las manos y se estaba poniendo un poco más roja, y luego miró a Butch quien aplaudía en lo alto y sonreía entusiasmado hasta que la ve.

—¡Amor mío! —canturreó Butch—. ¿Qué pasa? ¿Viniste a darme un beso de buena suerte?

—Buttercup —dijo Robin sin ser capaz de añadir nada más.

—Butch —dijo Buttercup y le agarró de la camiseta—, por favor, respóndeme algo.

Butch se preocupó de inmediato por la expresión en el rostro de Buttercup. Se dio cuenta de que la chica estaba temblando. Iba a tomarla de los hombros, pero ella le soltó y dio un paso hacia atrás, abrazándose a sí misma. La chica estaba mostrando una faceta que hacía tiempo no se veía. Blossom y Bubbles la rodeaban, incluso, querían detenerla, pero prefirieron que ella dejara salir todo lo que la estaba atormentando en ese momento.

—Dime, ¿qué pasa? —preguntó él.

—¿Cómo lo hiciste?

—¿Hacer qué?

—Mi padre entró a mi habitación, y me escuchó llorar —lo miró a los ojos—. Dime, ¿cómo lo hiciste?

Ella misma, en ese momento, se dio cuenta de que estaba haciendo el ridículo, aunque, probablemente, eso ya lo sabía. Se estaba condenando, se estaba exponiendo. Sin embargo, en su desesperación, necesitaba escuchar la verdad, a la que tanto le temía, salir de la boca de él. Butch estaba perplejo, no entendía nada de lo que la chica le decía, miraba a su nueva, luego a las hermanas de Buttercup, finalmente a sus compañeros de equipo, entre ellos, Tommy, quien cubría su boca.

—¿Qué cosa? —insistió él.

—Que cómo lo hiciste —Buttercup tragó saliva y tomó una gran bocanada de aire antes de seguir—. Le dijo a mi psicóloga que entró a mi habitación una de las tantas noches que sollocé, y que estaba hablándole a una almohada. No pude haber estado durmiendo, tú sabes que yo solo hablo cuando estoy consciente.

—Vale, pero ¿y eso cómo me involucra a mí?

—No te hagas, Butch, esto es serio.

—Okay, eh, relájate —quiso tocarla, pero al estar bajo la aguda mirada de su novia, se sintió incapaz de hacerlo—. Respira, vamos, pero, explícame, ¿qué tengo que ver yo con todo este asunto?

—¿Cómo hiciste para esconderte en ese momento? ¿O puede ser que ya...?

—¿Esconderme de qué? —interrumpió Butch.

—De mi papá.

—¿Cuándo?

—¿Lo sentiste venir y te escondiste? Es que no puede ser que ya te hubieras ido, quiero decir, estaba llorando, y solo lloro...

—Nunca me he escondido de tu papá —aseguró él, y frunció el ceño con extrañeza—. Ni siquiera lo conozco como tal.

—¿De qué hablas? —se quejó Buttercup—. Has ido varias veces a mi casa, y has comentado la manía que tiene mi padre de regar las plantas en la noche.

—Nunca lo he hecho —dijo Butch—. Yo nunca he ido a tu casa.

—No mientas —pidió—, ¡no mientas! ¡Has ido a mi casa! —dicho eso, miró a una quebrada Robin y luego miró a sus hermanas que estaban sorprendidas, ya no podía detener lo que estaba admitiendo, así que volvió su rostro hacia Butch—. Has dormido conmigo. Me ayudas a dormir.

En ese instante, Robin ahogó un grito que pudo escucharse en todo el camerino. Todos estaban expectantes, en silencio, hacía tiempo que Buttercup no hablaba tanto en la escuela, y menos rodeada de tanta gente. Blossom y Bubbles cubrieron sus bocas, la rubia quiso llorar. Butch miró a su novia, luego a sus hermanos que también estaban ahí, ellos habían ido a presenciar la arenga, ellos estaban igual de preocupados de todos. Quiso buscar apoyo en Tommy, pero él parecía estar muy confundido con esta situación. Cuando volvió a ver a Buttercup, y notar el estado en el que estaba, decidió que lo mejor sería calmar la situación y hablar con tranquilidad.

—Es una broma, ¿verdad? —dijo Butch con un tono frío.

—No es ninguna puta broma —insistió Buttercup con su voz quebrada—. Dime, cómo lo hiciste.

—Utonium, yo nunca, jamás, he ido a tu casa. Tú y yo ni siquiera hablamos —dijo con seriedad—. Nunca he dormido contigo.

Y ahí estaba lo que más temía escuchar. Qué vergüenza sentía en ese momento, darse cuenta de su tormento frente a tantas personas, sobre todo, frente a él, frente a sus hermanas y frente a Robin, a quien ella más temía de hacer daño. Todo estaba en su cabeza, nada era real. Ni las palabras, ni las promesas, ni los abrazos, nada. Todo fue mentira, todo era parte de su imaginación. Quiso huir, pero sus pies no la acompañaron. Es que, ahí estaba, lo que la terminó por hacer caer en la realidad, a la que tanto le tenía miedo, a la que tanto quiso alejar: Butch nunca fue a su hogar. Buttercup siempre estuvo alucinando.

"Tuve un sueño, tenía todo lo que quería.
Pero cuando me despierto, te veo a ti conmigo.

Y tú dices: Mientras yo esté aquí, nadie puede hacerte daño.
No quiero mentirte en esto, pero puedes aprender a hacerlo.
Si pudiera cambiar la manera en la que te ves a ti misma,
no te preguntarías por qué estás aquí.
Ellos no te merecen"

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Sript, con respecto al accidente no sabrás hasta la próxima entrega, lo siento. ¡Oh! Ese capítulo de House es muy bueno, me encanta esa serie. ¡Gracias por leer y comentar! Qué agradable es saber lo que pasa por tu cabeza con respecto a esta historia. Espero que hayas podido darte cuenta de todo lo que ha estado pasando con este capítulo. ¡Nos estamos leyendo!

perlapuccabf, lo siento, pero es que esta historia solo la pensé haciendo sufrir a Buttercup, a modo de compensación a todo el daño emocional que le he hecho pasar a Butch en otras historias, jajaja. Creo que ahora he puesto explícitamente lo que pasa con Butch, ya te pudiste dar cuenta de que él ni siquiera era consciente de lo que imaginaba Buttercup, así que no es un traidor, jajaja, aunque eso no le quita lo triste al asunto. ¡Gracias por leer y comentar!

Reeckless Pretty, todas tus preguntas tendrán respuesta... en la próxima entrega, jajaja. ¡Corazón shipper! Jajajaja, por siempre, me encanta. Espero que ahora puedas sacar unas conclusiones sobre lo que se espera en la última actualización. Gracias por leer y comentar, de verdad lo aprecio.

¡La próxima y última actualización es el viernes! Trataré de no publicar capítulo tan tarde (donde vivo ya son las ocho y media de la noche), pero no prometo nada, últimamente estoy algo ocupada. Recordar que podéis revisar mi cuenta de instagram (soymariposamonarca) por si queréis enteraros de cuando publique.

¡Gracias y saludos!
Mariposa.