RETANDO AL DESTINO

CAPITULO 4.

SECRETOS

Tres años antes

Serena despertó y se dio cuenta de que Darien no estaba a su lado. La noche anterior habían salido al cine a ver una película que ella quería ver, después habían ido a cenar y al final de la noche, o más bien en la madrugada, había conseguido que Darien la llevara a su departamento, aunque más por insistencia de ella que por iniciativa de él.

-A tus padres puede molestarles que te quedes a dormir fuera de casa.- Le había dicho.

-En una semana cumplo 23 años, Darien. No soy una niña.- Le había recordado ella.

Habían tenido sexo después de dos o tres semanas, no recordaba cuantas, y eso por iniciativa de ella que había tomado la iniciativa aquella noche, como casi siempre.

La rubia miró el reloj de pared que estaba frente a ella. Eran las 10:00 a.m. de un sábado cualquiera, así que sabía que si Darien no estaba era porque había salido a correr al parque que estaba dos calles.

El estómago le gruñó. Tenía hambre, así que se dio media vuelta en la cama para tomar el dinero que seguramente Darien le había dejado en la mesita de al lado para que pidiera desayuno a domicilio. No era frecuente que se quedara en casa de Darien, pero cuando así lo hacía solía dejarle dinero por si quería encargar comida de algún restaurante, pero entonces el hambre se le quitó cuando vio el celular de Darien que al parecer había olvidado.

Sabía que no era correcto revisar el celular de su novio, pero la curiosidad pudo más y lo tomó, y para su buena suerte no tenía contraseña.

Empezó a revisar las llamadas de los últimos días, sus mensajes recibidos y los de las redes sociales. Se dio cuenta de que con quien más se comunicaba era con Andrew, con el hospital donde hace poco había empezado a trabajar y con ella; pero entonces le llamó la atención ver en el registro de llamadas un número desconocido que se repetía frecuentemente desde hace una semana y que no tenía registrado.

Sintió un nudo en la garganta de pensar que la engañara. Por alguna razón siempre tuvo la sospecha de que en algún momento lo haría, pero no esperaba que fuera antes de casados. Revisó los mensajes y vio que había un par de mensajes entre Darien y la persona dueña de ese número

"¿Qué te gustaría que compre? Un vestido, zapatos, algunas joya"

"Lo que a ti te guste está bien."

¿Así que le compraba cosas a otra mujer? Una lágrima rodó por la mejilla de Serena. Empezó a buscar más en el celular de su novio, y tras rastrear en todas sus redes sociales y mensajería se dio cuenta de que aquel número de celular era de Unazuky, la hermana menor de Andrew.

Luego miró un intermcabio de mensajes entre Andrew y Darien:

Darien: ¿Me podrías pasar el número de teléfono de tu hermana? Le he mandado mensajes a messenger y no contesta.

Andrew: ¿Otra vez le vas a pedir que vaya comprar el regalo para Serena en lugar de ir tú?

Darien: Pues sí. Espero no sea mucha molestia.

Andrew: Te lo voy a pasar. Ella estará encantada de que le pagues por ir al centro comercial a buscar el regalo para Sere. A unasuky le encanta ir de compras. Aunque Sere es tu novia, deberías ser tú quien vaya a escoger el regalo para ella y cada año es lo mismo.

Darien: Odio ir de compras y escoger regalos para una mujer.

Andrew: Pues cuando le comprabas regalos a Rei durabas horas escogiendo el regalo.

Serena quiso seguir leyendo más pero entonces escuchó pasos fuera de la habitación. Darien había llegado así que dejó el celular donde estaba para que no se diera cuenta. No necesitaba leer más pues al menos se había dado cuenta que Darien no la engañaba, aunque le pareció un poco desagradable descubrir que todos aquellos regalos que año con año le había dado en su cumpleaños o fechas importantes eran elegidos por Unasuky y no por él mismo.

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Era de madrugada cuando Rei Hino llegó al hospital. Luego de recuperar la consciencia tras el desmayo que había sufrido se había comunicado de nuevo con Ami quien le había sugerido no ir porque de igual manera no dejaban pasar a nadie a ver a Serena y ella las podría mantener informadas.

Su padre al enterarse de lo ocurrido había tenido un momento de humanidad y la había librado de su "deber" de acompañarlo a la cena con el cónsul francés para que descansara; sin embargo su cuerpo se negaba a descansar porque cada que estaba a punto de quedarse dormida tenía pesadillas en las que miraba a Serena reclamándole por haberse metido en su relación con Darien, culpándola del accidente o algunas más extrañas donde se miraba embarazada así misma y siendo culpable de "la destrucción", aunque si de algo estaba segura era de no estar embarazada y tampoco le quedaba claro lo de "la destrucción."

Al final, en medio de la madrugada y tras no poder tener paz y sentirse atormentada decidió salir de la cama, se vistió con unos jeans, un suéter rojo, zapatos cómodos a juego con su suéter y se dirigió al hospital donde al llegar a la sala de espera se encontró con Luna y Artemis, quien desde la última batalla habían adoptado forma humana y vivían una vida tranquila como personas comunes.

-Luna, Artemis. ¿Cómo están?... ¿Cómo está Sere?

Luna se puso de pie, fue al encuentro de Rei y se unieron en un abrazo.

-Mal.- Respondió Luna con evidente tristeza en su voz.- Y todo fue culpa de Makoto.

-¿Cómo?- Preguntó Rei.

-Si Makoto no se hubiera descuidado Serena hoy estaría bien.- Dijo Luna.-¿Es qué no lo sabes? Darien cortó a Serena y estaba muy deprimida. Salió con Makoto a distraerse y en un descuido de Makoto que desatendió sus deberes, Serena se cruzó en medio del tráfico para ser atropellada.

Rei se quedó en silencio afectada por las palabras de Luna. Así que Serena había intentado suicidarse.

-Darien es un miserable que la terminó después de 12 años de relación. Faltó a su deber y Makoto es una negligente que no protegió a su princesa. Justo se acaban de ir porque los he echado de aquí. No pienso perdonarles su irresponsabilidad y espero lo lleven en la conciencia.

Las palabras de Luna calaron hondo en el alma de Rei y las lágrimas asomaron de sus ojos al enterarse que aquello no había sido un accidente, sino algo premeditado por Serena que no había podido soportar que Darien la terminara. Temió perder a esa amiga de la que se había distanciado hace tres años cuando empezó a verse a escondidas con Darien, y lo peor era que si Luna consideraba negligente a Makoto ¿Qué pensaría entonces de ella? Makoto sólo se había descuidado un momento, pero ella por voluntad propia se había convertido en "La otra" en la relación de Darien y aquella a la que por mucho tiempo llamó mejor amiga, por voluntad propia se había distanciado de Serena cuando empezó a verse de nuevo con Darien y lo peor era que hasta hace apenas unas horas había sentido algo de gusto de saber que Darien la cortara.

-Sé que Serena y tú han estado distanciadas desde hace un tiempo.- Dijo Luna.- Desconozco las razones pero sé que fue desde que terminaste con Kaidou. Supongo te dolió mucho, pero por favor Rei, si sale de esto acércate a ella. Va a necesitar mucho de sus amigas.

-Necesito... necesito aire, Luna. Ahora vengo.

-Tranquila. Ve.- Dijo Luna dándole un beso en la mejilla.- Aquí estaré.

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Después de discutir con Luna, Makoto había decidido dejar el hospital. De cualquier manera no dejaban pasar a nadie a ver a Serena y ya podría volver al siguiente día y en otro momento en que no estuviera Luna para recriminarle su negligencia.

Llegó hasta donde estaba su moto estacionada, pero se dio cuenta de que una llanta estaba desinflada y lanzó una maldición. Ojalá pudiera marcarle a Darien que seguro no debía andar muy lejos, pero no tenía registrados los números de teléfono y el estacionamiento era demasiado grande. No le quedaría de otra más que pedir un taxi.

-Mako, ¿Necesitas que te lleve a casa?

La piel se le erizó al escuchar detrás de ella la voz de Andrew. Se dio media vuelta para encontrarse con su mirada.

-Gracias, pero puedo regresar en taxi.- Respondió Makoto tratando de verse ¿Indiferente?

-Yo creo que es peligroso para una mujer andar en taxi tan noche. Más siendo quien eres.

Makoto rió ante el comentario de Andrew. ¿Peligroso andar en taxi? Tal vez para otras mujeres lo fuera, pero no para ella.

-Sé defenderme.- Le contestó Makoto como si él no supiera desde siempre que ella había practicado artes marciales durante su infancia y adolescencia.- Pero sólo porque tengo muchas ganas de llegar a casa acepto.

Andrew tomó la moto de Makoto y la subió en el soporte de su auto.

-Podía hacerlo sola.- Dijo Makoto.- Pero gracias.

Andrew le abrió la puerta del auto para que subiera. Al entrar al auto el reflejo de un espejo le devolvió su imagen. El día anterior había salido sin maquillarse porque no era algo que acostumbrara a hacer si no era para estar arriba de una pasarela, en una sesión de fotos o evento importante. Tenía los ojos hinchados de haber llorado y ojeras. Tal vez no era el momento de pensar en trivialidades, pero por un momento le pasó por la mente que le hubiera gustado que Andrew la volviera a ver estando mejor arreglada. Le daba satisfacción que los hombres que la habían rechazado en el pasado ahora miraran lo que se perdieron, incluso cuando había empezado en el mundo del modelaje y su cara había empezado a ser conocida se había reencontrado con el chico que le rompió el corazón en la adolescencia, en ese entonces ya no le interesaba y además aún seguía dolida porque lo que tenía con Andrew había terminado, pero había sido una caricia a su ego que ese chico con el que estuvo obsesionada un tiempo hubiera querido su segunda oportunidad que evidentemente ella ya no le dio por falta de interés

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Rei salió a caminar a los alrededores del hospital. No quería que nadie viera aquellas lágrimas que eran en parte producto de la culpa que sentía por haber cometido el error de enamorarse del prometido de aquella que además de ser su amiga, era la princesa a la que le debía lealtad.

Tenía miedo de que Serena muriera, de que viviera y quedara con secuelas, de que en su mirada descubrieran que ella era la culpable.

-Rei.- Escuchó la voz de Darien llamándola a sus espaldas.

Se dio media vuelta encontrándose con la mirada del hombre que tanto amaba. No le gustaba que la vieran llorar porque para ella era un signo de debilidad, pero nada más encontrarse con sus ojos que la miraban dejó escapar un sollozo y corrió a sus brazos.

-Todo va a estar bien.- Le susurró Darien estrechándola entre sus brazos. Como médico tenía sus dudas de que todo fuera a estar bien, pero como hombre quería desear que así fuera. No quería que Serena sufriera, pero mucho menos quería sufrimiento en la vida de su amada Rei.

-Tengo miedo de que no sea así.- Dijo Rei.

-No seas pesimista, princesa.- Tal vez Rei no era la reencarnación de una princesa ni en su futuro tampoco estaba predicho que lo fuera a ser, pero al menos en su corazón lo era.- Serena va a estar bien, y va a superarlo.

Rei buscó la mirada de Darien.

-Yo creo que lo mejor será que terminemos. Si se recupera Serena tienes que...

-Ni lo digas.- La interrumpió Darien.- En verdad lo lamento mucho por Serena, y si en esta historia hay un culpable ese soy yo por haber dejado que las cosas llegaran tan lejos y no haber tenido el valor desde hace años de terminar esa relación que empecé obligado y luchar por la mujer que en verdad siempre he amado. Como médico haré todo lo posible porque ella esté bien, pero no voy a volver a su lado, no nos lo merecemos y ella tampoco.

-Darien

-No me dejes por favor.- Suplicó Darien mientras limpiaba las lágrimas del rostro de Rei.- No podría estar sin ti.

-No puedes obligarme a estar contigo.- Susurró Rei.

-No te puedo obligar a estar conmigo, pero no puedes obligarme a dejar de amarte.- Dijo Darien.- Y aunque te volvieras a sacrificar por ella haciéndote a un lado sería en vano porque esta vez ya no voy a volver con ella. Me quedaría esperándote aunque en ello se me fuera la vida.

-Pero tenemos obligaciones...

-¡Al carajo con Tokio de Cristal! No quiero ser Rey. No quiero casarme con una mujer que no amo porque alguien nos dijo que así tenía que ser.

Darien la tomó de la barbilla y besó sus labios.

-¿Quieres dejarme?

-No quiero.- Susurró Rei.- Te amo, pero por favor no lo hagamos publico. No todavía, por favor. No quiero perder a mis amigas.

-Será como tú quieras

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El trayecto del hospital al departamento de Makoto sería de al menos media hora porque su casa estaba retirada de la zona donde estaba el hospital donde se encontraba internada Serena.

El silencio estaba presente en el auto de Andrew. De parte de ella había cierta incomodidad aunque de cierto modo no le desagradaba del todo estar ahí. No sabía que decir para romper el hielo, así que fingió un bostezo para que Andrew creyera que estaba demasiado cansada para charlar.

-¿Quién era esa señora que estaba discutiendo contigo y con Darien?- Preguntó Andrew.

Makoto no recordara que Andrew estuviera presente cuando Luna y Artemis llegaron.

-Acababa de regresar y me di cuenta que discutían, y después Darien y tú salieron, sólo que no me miraron.

-Son Luna y Artemis.- Dijo Makoto.- Familiares de Serena.- Inventó por si a Andrew se le ocurría querer saber que relación tenían con ellas.

-Vaya coincidencia. Se llaman como los gatos que tenía Serena y Minako hace años.

Andrew no sabía que ellas eran las Sailor Scouts, de hecho en el breve tiempo que Makoto trabajó en el crown una vez le comentó que creía que solo eran una bonita leyenda urbana inventada por personas a las que les gusta creer en cosas paranormales.

-Supongo que ya habrán muerto.

-Sí.- Se apresuró a decir Makoto.- Murieron de viejos.- No le podía decir que Luna y Artemis no eran unos gatos cualquiera, así que inventó algo convincente para justificar que de pronto hubiera dejado de verlos.

-No lo sabía.- Dijo Andrew.- A Ami últimamente la veo porque es residente de Cardiología en el hospital y a Serena de vez en cuando la llegaba a ver cuando me encontraba con Darien, pero en realidad no solía verlas a ustedes desde...

Andrew se quedó en silencio. Ambos conocían la respuesta. Desde que él había vuelto con Reika y Makoto había renunciado al trabajo en la cafetería del crown para no ver como el hombre del que se había enamorado volvía con su eterna novia.

-Desde hace muchos años.- Completó Makoto

Makoto volvió a bostezar. Esa vez no fue fingido y tampoco el gruñido de su estómago.

-¿Quieres ir a cenar algo antes de que te deje en tu casa?- Le preguntó Andrew.- Has estado todo el día en el hospital y supongo que debes tener hambre.

Makoto se sorprendió. ¿Eso era una invitación? Se cuestionó la idea de si aceptar o no. Tenía hambre y aunque amaba cocinar estaba demasiado cansada para ponerse a hacerlo cuando llegara a casa y tampoco quería volver a salir cuando llegara a casa para ir a uno de los pocos restaurantes que estaban abiertos las 24 horas; pero por otro lado tampoco quería que Andrew creyera que estaba interesada en él.

-Pues...

El celular de Andrew los interrumpió

-Llegaré a casa en un rato más...¿Quieres que te lleve algo a ti y a Kumiko cuando regrese?...

Aquella llamada incomodó a Makoto. ¿Acaso estaba molesta?

Al finalizar la llamada de nuevo el teléfono de Andrew sonó

-Hola... Estoy ocupado, ahora no puedo ir... Una amiga tuvo un accidente y ya voy a casa... Adiós.

- Perdón.- Se disculpó Andrew. - ¿Y entonces? ¿Quieres ira cenar?

Sí, Makoto estaba molesta. La primera llamada era evidente que era de Reika. Recordó que hace cuatro años Serena le comentó que andaba buscando un vestido para la boda de Andrew y Reika. La segunda llamada, Makoto dedujo que seguro era de alguna mujer con la que Andrew engañaba a su esposa, y supuso que también a la segunda mujer la engañaba porque el cínico no llevaba puesta la argolla de matrimonio. Se molestó consigo misma por haber pensado aunque fuera por un breve instante en ir por ahí a cenar con Andrew mientras su esposa y su hija lo esperaban en casa y había una segunda mujer engañada que no sabía que estaba saliendo con un casado. Definitivamente no. Ella, Makoto Kino no iba a salir ni siquiera a cenar con un casado, menos si ese casado era Andrew.

-Gracias, pero no puedo.- Respondió Makoto.- Esta semana no puedo pecar mucho con la comida por mi trabajo. Soy modelo y pronto va a ser la semana de la moda.

-Lo sé.- Comentó Andrew.- No te había visto en persona por años, pero te he visto en algunas portadas de revistas y alguna que otra vez cuando tengo tiempo de prender la televisión.

Andrew siempre había sido así. Demasiado amable con las mujeres, y bueno, eso sumado a su atractivo físico siempre agradaba a más de una. Así había sido en el crown, a muchas de las trabajadoras y clientas les atraía y Makoto no había sido la excepción en su adolescencia.

Ocho años antes

Al abrir los ojos se sobresaltó pues no reconocía la habitación en la que estaba. ¿Cómo había llegado ahí? Lo último que recordaba era haber estado en la cocina del crown con Andrew haciendo inventario de los insumos, y el esfuerzo que hacía para sacar el trabajo porque necesitaba el dinero. Pagar la carrera de gastronomía era bastante caro y no se podía dar el lujo de no trabajar y pretender vivir solamente de la pensión de sus padres.

La puerta se abrió y entró Andrew con un vaso y una caja de pastillas.

-Toma esto. Te va a servir para la infección que tienes.

-¿Cómo llegué aquí?- Preguntó Makoto.

-Pues. Te desmayaste. Tenías fiebre y fue más fácil traerte a mi departamento. No sé donde tienes las llaves de tu casa, además yo vivo más cerca del crown y no te podía dejar sola estando enferma.

-¿Me tuviste que cargar?

-Pues sí.- Respondió Andrew. ¿De qué otra manera te iba a subir a mi auto?

-No debiste. Soy muy pesada.

-¿Pesada? - Preguntó Andrew desconcertado.- Pero si siempre has sido delgada. De hecho últimamente te veo más delgada. Tienes una percepción bastante extraña de ti misma.

Makoto miró un reloj que estaba en la pared. Era media noche.

-¿No tenías que ir al hospital esta noche?- Preguntó Makoto alarmada. Andrew estaba en el último año de la carrera y ya tenía prácticas en hospital y recordaba que ese día tenía turno en la noche. De hecho hacía dos horas que debía estar allá.

-Me reporté enfermo.

-¡No debiste! Tus prácticas son importantes.

-Ya estoy practicando contigo- Le dijo Andrew mientras le sonreía.- Además no podía dejarte sola cuando diario me alimentas. De no ser por ti seguiría alimentándome de pizza y sopas instantáneas.

Makoto esbozó una sonrisa. No es como que hiciera la comida intencionalmente para él, pero desde que había entrado a la facultad de gastronomía a la par de trabajar en el Crown, Andrew pasaba diario por ella a la salida de sus clases porque ambas facultades no quedaban muy lejos la una de la otra, y de todas formas ambos iban al mismo lugar a trabajar y dado que ella casi siempre salía con comida que preparaba en clases la terminaba compartiendo con Andrew a manera de agradecimiento por pasar por ella a la escuela y haber influido para que sus padres la contrataran en el crown.

Andrew acarició su mejilla y ella se ruborizó.

-Parece que la fiebre te ha bajado. Iré por el termómetro. ¿Quieres Ramen?

Makoto puso cara de espanto. Le tenía cariño a Andrew, pero ni loca se comería su comida.

Andrew sonrió imaginando lo que estaba pensando la chica.

-No te asustes. No pretendo intentar cocinar.- Le dijo.- Lo encargué del restaurante donde te gusta comer cuando no cocinas.

Makoto asintió y Andrew salió de la habitación para ir por el termómetro y la comida. Últimamente pensaba mucho en Andrew y se descubría feliz compartiendo tiempo a su lado, pero esta vez era distinto, no tenía nada que ver con que se pareciera físicamente al chico que le había roto el corazón. Simplemente que Andrew la trataba como le gustaría que la tratara su novio si algún día lo tenía, aunque más le valía no hacerse muchas ilusiones con Andrew de nuevo, después de todo el tenía sólo tres meses separado de Reika y seguramente en algún momento se reconciliarían de nuevo.

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Dos años antes

Desde que eran unas adolescentes estaba previsto que la primera en casarse sería Serena, o más bien dicho la única, pero por extraño que pareciera aquel día Serena era una mas de las chicas que portaba una bata de satín color durazno mientras que la que vestía una bata blanca de satín con letras bordadas con hilo dorado que decían "Bride" era Minako, quien dentro de pocas horas sería la primera en casarse. Su prometido, Daigo, era un apuesto joven alto, atlético, da cabello castaño y ojos verdes que trabajaba como profesor de deportes en la misma secundaria donde Minako daba clases y con quien la Senshi del amor había empezado una relación al poco tiempo de ingresar a trabajar como profesora.

Daigo era del agrado de todas las ex sailor pues miraban en él a un hombre que adoraba a Minako, más no era del agrado de Luna quien le encontraba defectos que ninguna veía, mucho menos Minako, y pese a los intentos de la ex gata por persuadirla de no casarse, ahí estaba la senshi del amor y la belleza sentada frente a un hermoso vanity vintage en color beige mientras sus amigas la ayudaban a estar lista para dar el "Sí quiero."

-Afortunado Daigo de llevarse por esposa a la senshi del amor y la belleza.- Dijo Mako mientras peinaba los cabello de Minako.

-Viniendo de una de las modelos japonesas en el top 10 me lo voy a tomar como un halago.- Respondió la rubia.

-¿Alcanzaste a terminar el pastel, Mako?- Preguntó Ami.

-Sí, pero en un momento tengo que irme para llevarlo al salón.- Dijo Makoto, que si bien no ejercía su carrera universitaria, se abrió espacio en su apretada agenda para hacer un hermoso pastel de bodas de cinco pisos decorado con hermosos rosales de azúcar en color durazno.

La puerta se abrió y entró Rei cargando una caja enorme que puso sobre la cama.

-Hasta que llegas.- Comentó Serena, que era la encargada de ayudar a Minako con su maquillaje

-Listo. He terminado de darle los últimos retoques a tu vestido. Gracias por elegirme para diseñar tu vestido de novia. No sabes lo mucho que significa para mí que siendo tú tan vanidosa me hayas elegido a mí habiendo diseñadores más reconocidos.

Minako tomó las manos de su amiga.

-No te menosprecies, Rei. Llegarás muy lejos. Tienes talento y cuando seas famosa voy a decir orgullosa que mi vestido lo diseñó la talentosa Rei Hino.

Las chicas se quedaron en silencio, pero de pronto Minako notó que Rei llevaba en el dedo anular de su mano izquierda un hermoso anillo de compromiso de oro blanco que tenía incrustado un diamante en el centro y a los lados pequeños rubíes y diamantes.

-¿Te reconciliaste con Kaido?- Preguntó Minako.

-No. Cortamos definitivamente

-¿Y este anillo?

-Me lo regaló mi padre.- Mintió Rei.

-¡Qué extraño el Senador Hino!- Comentó Minako.- Esto es un anillo de compromiso.

Serena, que hasta entonces se había esforzado por sonreír para que nadie notara que la boda de Minako le afectaba, se disculpó diciendo que tenía que salir un momento porque un nudo se formó en su garganta y no quería empañar el gran día de su amiga.

Aquel anillo que llevaba Rei era idéntico a uno que había visto guardado entre las cosas personales de Darien hace un par de semanas cuando había estado en su casa. A veces, cuando iba a visitar a su novio y este salía o se ocupaba en una llamada o duchándose ella hurgaba entre sus cosas, y la última vez que lo hizo había sido feliz al encontrar lo que ella creía que era una prueba de que pronto le pediría matrimonio, pero quizá aquel anillo seguía guardado porque aun no se atrevía a pedírselo, o tal vez ese regalito había ido a parar al dedo anular de alguna doctora o enfermera con las que a diario convivía Darien en el hospital.

Necesitaba un momento a solas, así que se encerró en el baño y después dejó de reprimir las lágrimas. Necesitaba llorar, liberar su dolor para aparentar felicidad en la boda de su querida amiga.

Los ojos de Serena se entreabrieron. La luz de aquella habitación le encandilaba. No sabía cuanto tiempo había estado dormida, pero recordaba que había tenido sueños recurrentes de sucesos que había vivido con sus amigas y otros que no sabía si eran creados por su mente o si eran sucesos que habían ocurrido en otro tiempo; pero en todos, fueran sucesos que ya había vivido o creados por su mente aparecía Darien o Endymión lastimándola con su indiferencia, o Rei, cuya felicidad en aquellos sueños era causa de su desdicha. Realmente no los entendía.

Escuchó un ruido y miró a una mujer vestida con uniforme de enfermera en la habitación

-¿Cómo se siente, señorita Tsukino?

-Aturdida.- Respondió Serena.- ¿Qué hago aquí?

-La atropelló un auto, señorita.- Dijo la enfermera.- ¿No lo recuerda?

-No.- Respondió Serena

-¿Qué es lo último que recuerda?

-Estaba sola en casa porque mis padres y mi hermano salieron de vacaciones. Yo no pude ir, pero estaba en casa esperando a mi novio porque íbamos a ir a cenar.- Dijo Serena.- Pero no recuerdo que hubiera llegado.

Continuará

Bien. A quien pasé por aquí gracias por leer. Pronto subiré otro capítulo.