Jyushimatsu observó todo en el camino a la cabaña. Tenía curiosidad por esas cosas divertidas y se emocionaba solo por tratar de imaginar qué era mejor que lo que ya había visto hasta ahora.

Caminaron a través de la casa hasta la habitación del muchacho. No hizo más que quedarse apoyado en el marco de la puerta esperando a que el ángel observara lo que estaba pasando sobre la cama.

Cuando el ángel entró, curioso y con una enorme sonrisa, no tardó en ver lo que el demonio esperaba. Su sonrisa desapareció en un instante. Se sobresaltó y retrocedió hasta topar su espalda a la pared frente a la puerta de la habitación del muchacho. Vio pocos segundos lo que el muchacho hacía, pero fueron más que suficientes para él, llevó sus mangas a su rostro y en su cabeza se repetían las lecciones que le habían dado todos los superiores en el cielo.

—¡N-no! —murmuró muy exaltado—. ¡De nuevo sus cuerpos! ¿Por qué?

El demonio no se contuvo esta vez, soltó una sonora carcajada por ver la exagerada reacción del ángel. Fue mucho mejor de lo que pensó. Salió de la habitación junto con él, no sin antes utilizar sus habilidades como demonio de lujuria para incrementar el deseo y placer del muchacho.

Al sentir la compañía del demonio, Jyushimatsu bajó un poco sus mangas para dejar descubiertos sus ojos. Ichimatsu pudo ver que se encontraba sumamente sonrojado y se veía confundido.

—Ichimatsu… el joven de la habitación… —pronunció nervioso con voz temblorosa mirando finamente a su interlocutor esperando una respuesta, aunque no había formulado pregunta alguna.

—¿Qué hay con él? —preguntó y a Jyushimatsu le pareció extraño que se mostrara tan tranquilo después de lo que acababan de ver—. Tu Dios les dio a los humanos cuerpos que son muy sensibles y ese muchacho está aprovechándolo. —Miró hacia la puerta—. Con esa cara que tiene dudo que tenga novia, por eso se masturba.

Jyushimatsu no se atrevió a mirar siquiera la puerta, pero los gemidos llegaban hasta sus oídos y le resultaban igual de desagradable que lo que vio antes.

—¿Mas… turba?

—¿No viste su rostro? —preguntó bajando el tono de su voz, mientras se acercaba a él—. ¿No lo escuchas? Lo está disfrutando.

—¡No! —gritó negando con su cabeza al cubrir sus oídos con sus manos—. ¡No quiero escuchar!

—¿Por qué no? Esta es una de las cosas que los humanos más disfrutan.

Jyushimatsu cerró los ojos intentando detener todo e ignorar lo que el demonio decía, los gemidos del joven en la habitación, el recuerdo en su mente de la expresión que vio en ese rostro mientras se tocaba, pero todo era en vano.

—¡Humanos! ¿Por qué? ¡No los entiendo!

El demonio rodó sus ojos con fastidio, pero se acercó más al ángel. Ahora era cuando.

—¿Qué es lo que no entiendes?

De un movimiento tomos sus manos por sus muñecas y las colocó a ambos lados de su cabeza, aprisionando con fuerza. Sus acciones fueron tan repentinas y rápidas que Jyushimatsu no pudo reaccionar a tiempo.

—¡Basta! —gritó al tratar de soltarse.

—¿En el paraíso no les permiten tener este tipo de placeres? —murmuró acercando su boca a su oído.

Jyushimatsu quedó inmóvil cuando el demonio acercaba demasiado su cuerpo y lo acorralaba contra la pared, y cuando sintió que su rodilla quedaba entre sus piernas y rozaba su entrepierna con su muslo se quedó helado. Estaba demasiado cerca y eso lo asustaba. Ahora no sabía que más pasaría, qué haría con él. No era como ese miedo inicial, aquel que invadió su cuerpo cuando el demonio "jugó" con él cuando se conocieron.

—¿Nunca has tenido la curiosidad de hacerlo en tantos años de vida?

La voz de Ichimatsu resonaba en su cabeza, los escalofríos habían vuelto y esta vez no solo se habían limitado a su espalda y piernas como la vez anterior en el puesto de frutas, ahora explotaron en su estómago y esa "onda de choque retumbó en su corazón. No sabía qué le pasaba, pero sentía peligro y esa sensación aumentó cuando el demonio movió soltó una de sus manos y puso la suya en su cadera, muy cerca de su entrepierna.

Con su mano libre intentó empujarlo con fuerza.

—¡Ichimatsu, Ichimatsu! —nombró con la intención de detenerlo. Había decidido no tenerle miedo—. ¡Aléjate, vamos!

—¿Por qué? —jadeó en su oído a la vez que unía más sus cuerpos cuando sintió que lo apartaba. No iba a detenerse ahora—. Estoy tratando de enseñarte los placerse humanos tal y como te dije.

A pesar de su resistencia, Ichimatsu logró mover su mano hasta el bajo vientre de Jyushimatsu, demasiado cerca de su miembro, pero sin llegar a tocarlo.

—No temas, verás que se sentirá bien si me dejas continuar.

—N-no.

La fuerza con la que al comienzo intentó alejar a Ichimatsu fue disminuyendo cada vez más. No pudo evitarlo. Su mente se negaba a lo que le pedía, pero no podía entender porque su cuerpo se sentía de forma diferente, estaba asustado por las caricias y toques del demonio en su vientre, que después fueron a sus muslos, tan cerca de su miembro. No podía explicarse a sí mismo por qué ni siquiera le resultaban molestas. No se dio cuenta cuando su respiración comenzó a ser más rápida, pero cuando el demonio rozó con su pulgar su miembro un suave gemido salió de su garganta. Jamás había sentido esa vergüenza.

En cuanto escuchó ese gemido, el demonio supo que lo había conseguido. Si era tan inexperto como decía, necesitaría de mucha suerte para liberarse de esas sensaciones, sobre todo cuando él estaba haciendo uso de sus habilidades como demonio de la lujuria para hacer mejores todo lo que estaba experimentando al aumentar la libido en su cuerpo.

Con descaro posó su mano sobre la entrepierna del ángel sobre la ropa y masajeó suavemente.

—¡N-no! —dijo después de un gran suspiro, tapó su boca on la mano que tenía libre, aún confundido por lo que pasaba, su rostro ardía tanto, no podía soportar lo avergonzado que se sentía todo su ser.

Ichimatsu pudo sentir su erección crecer por sus caricias y sonrió de manera burlona mostrando sus afilados dientes, menos mal que el ángel seguía jadeando contra su oído y así no podía verlo.

—¿Qué tal se siente? —preguntó con la voz baja.

El ángel cerró sus ojos para no ver al demonio y trató de no pensar en lo bien que se sentía que lo tocaran tan íntimamente, y, sobre todo, trataba de no caer al suelo ya que sus rodillas flaqueaban un poco. Ya no podía oponerse, todo su cuerpo temblaba, incluso la mano que lo acallaba pasó a aferrarse al hombro de Ichimatsu dejando paso libre a sus suspiros y jadeos, pero no respondió al demonio.

Pero para el demonio escuchar los sonidos que emitía eran suficiente respuesta, pero quería que lo dijera con sus propias palabras, para poder hacerse de una parte de su alma necesitaba que dijera que le gustaba y se rindiera a él, así sería todo más sencillo.

Apartó el rostro para observar el del ángel, quería ver cuánto le gustaría lo siguiente. Dejó de acariciar sobre sus pantaloncillos y con la punta de sus dedos acarició la parte interna de sus muslos subiendo sus pantaloncillos mientras se acercaba más a su entrepierna, todo con movimientos lentos. Un suspiro le indicó que podía continuar, así que metió sus manos dentro de su ropa y tomó con suavidad su erección con un par de dedos.

El ángel exclamó, llevó su mano libre al brazo del demonio para que se detuviera, incluso sus ojos buscaron los de él y le miraron fijamente, pero por más que tratara de relajar su respiración todo era en vano, tragó un poco de saliva y pudo, por fin, pronunciar con voz suave y temblorosa:

—¡Ichimatsu...! ¿Por qué? No quiero esto, pero ni cuerpo… Y-yo no sé… qué hacer…

Ichimatsu devolvió su mirada y se encontró con su sincera confusión. Algo de su mirada le hizo sentir una especie de escalofrío, pero apenas formuló su pregunta, sus dedos acariciaron con un poco más de fuerza, solo para reforzar lo que diría a continuación:

—Tu cuerpo es más sincero. A tu mente le han estado diciendo que esto es malo, —Regresó su rostro al cuello de Jyushimatsu y lo presionó un poco más con su cuerpo contra la pared, movió su pierna para que el ángel separara más las suyas u lamió su oreja—, pero ¿por qué algo que se siente tan bien puede ser tan malo?

El ángel no pudo más, simplemente dejó que su cuerpo hiciera lo que desease, obedeció al demonio y dejó que de lado todas sus preguntas y dudas, incluso le había dado la razón, pudo sentirse aún mejor cuando Ichimatsu lo presionó nuevamente contra la pared, su cuerpo tan cerca del suyo se sentía aún más agradable que molesto.

—Es mejor cuando dejas la mente en blanco y te dejas llevar —susurró el demonio—, deja de pensar.

Jyushimatsu llevó su mano de vuelta al hombro ajeno y apoyó de igual manera su cabeza para esconder su rostro carmesí. Ya no aguantaba más el calor, nunca había experimentado sensaciones tan grandiosas. El estómago del demonio centrifugó por esa sorpresiva acción, por un momento se sintió como si fuera el ángel quien lo acorralara a él, estaba demasiado cerca. Ni siquiera al tener sexo con otros había experimentado esa cercanía con nadie. Era diferente.

Cuando el demonio sintió el agarre que mantenía sobre su brazo se debilitó, tomó su entrepierna con la palma para comenzar a masturbarlo apropiadamente.

Con los ojos entrecerrados observó el perfil del ángel, el ritmo acelerado de su corazón y respiración aumentaron intensamente al sentir la mano de Ichimatsu tocar de esa manera su miembro, lo había tomado por sorpresa, e hizo que se sobresaltara un poco, pero ya no se resistió, así, por fin dejaría salir todos los gemidos y jadeos que esa acción provocaban en él, no importando que tan fuertes eran, ya no estaba pensando en nada, pues el susurro donde el demonio le decía que de pensar lo habían convencido por completo.

El demonio acercó sus labios al cuello expuesto del ángel y pudo percibir el aroma que despedía. Algo dulce y fresco.

"Asqueroso" pensó al recuperar algo de compostura. Se estaba dejando llevar también al ver como el ángel se estaba entregando por completo a las sensaciones.

Su mano izquierda soltó la muñeca del ángel y la llevo a su cintura. Al instante el ángel la acomodó de la misma forma que el otro brazo, recargándola muy suavemente en el hombro de Ichimatsu, pero apretó sus ropas con fuerza con sus puños, deseaba unirse aún más y lo haría de ser posible, pero solamente lo jaló más hacía él, entre suspiros y gemidos causados por el placer de ese momento.

Los labios del demonio comenzaron a depositar suaves besos en su cuello pues, por la posición, éste quedaba expuesto a pesar del largo cuello de su ropa.

—Pronto vas a sentirte aún mejor —murmuraba entre besos—, una corriente caliente entre tus piernas y un ligero temblor, en la espalda también, no te asustes de eso. Disfrútalo.

Todo estaba tan caliente. el abrazo, el cuerpo del demonio contra el suyo, su mano tocando su miembro, todo. Era sumamente agradable y todo de nuevo se alborotó al sentir los besos en su cuello. A pesar de haber desechado toda pregunta y duda antes, una idea llegó a cruzar su cabeza en ese momento, era evidente que el demonio sabía muy bien qué pasaba con su cuerpo.

Trataba de racionalizar lo que Ichimatsu le decía. Lo que sentía antes a lo que estaba sintiendo en ese preciso momento. ¿Hablaba de un escalofrío? ¿Hablaba del temblor en las rodillas? Seguía sin entender, pero lo placentero del momento, por un momento, movieron sus actos siguientes. Levantó con suavidad su cabeza para imitar lo que el demonio había hecho hace unos segundos, y, con sus labios, besó el cuello de aquel ser. Fueron sólo un par, ya que prefirió concentrarse en olfatear su cuello y encontrar su aroma.

El rostro de Ichimatsu se ruborizó cuando sintió sus suaves labios tocar su cuello. Contuvo un suspiro, pues no le iba a permitir saber que lo que hacía le gustaba. Era el demonio quien seducía al ángel, no al revés.

—Aprendes rápido. —murmuró como única respuesta— ¿O es que ya lo había hecho antes?

Sabía perfectamente que la respuesta era "no".

—Y-Yo... Sólo ... No lo sé, quería hacerlo y... -Murmuraba entre gemidos. No podría resistirlo más, una extraña sensación lo invadió y sólo podía imaginar que era algo malo y se sobresaltó un poco.

Escuchar los gemidos tan cerca de su oído estaban logrando excitarlo también, pero iba a resistir, tenía mayor control sobre las reacciones de su cuerpo, además esto no era precisamente la mejor experiencia que él había tenido, solo era diferente. Aferró con más fuerza su cintura, lo quería mantener firme contra su cuerpo para que no cayera cuando el orgasmo llegara, pues en ese preciso momento iba a actuar. Al entregarse a su sugerencia y confiar en él ya estaba dándole parte de su alma inmortal. Pronto sería más poderoso.

—¡Uh!... ¡¿Ichimatsu!? ¡Yo!...

Si escuchar su nombre en la voz de un ángel le hacía sentir algo, escucharlo pronunciarlo cuando el orgasmo llegaba fue mucho mejor. Le hubiera gustado escucharlo gemir mientras lo poseía, pero por ahora solo eso obtendría.

El orgasmo llegó por fin al cuerpo del ángel, eyaculó con un gemido sonoro y agudo. En cuanto el demonio sintió que su entrepierna crecía más y su cuerpo comenzaba a temblar lo intentó, trató de consumir su alma, pero de nuevo no lo consiguió, aun con los ojos entrecerrados pudo ver que de nuevo comenzaba a brillar, de nuevo eso lo asustó y paró de inmediato, frustrado por no haber conseguido nada después de invertir tanto.

Lo abrazó con fuerza cuando lo sintió caer sobre su cuerpo por lo recién experimentado. Su cuerpo estaba débil después de experimentar esa supernova de placer, ni siquiera podía mantener bien el equilibro así que puso todo su peso encima del demonio. Apoyado sobre su hombro pudo oler nuevamente su aroma, tan parecido a los árboles que había visto al llegar, mientras ese éxtasis estaba ocurriendo entre sus piernas, hizo de ese momento algo inimaginable. Aún no podía creer que tal cosa estuviera pasando.

Ichimatsu se quedó un momento tratando de entender por qué no podía hacerlo, lo tenía ahí, incluso lo estaba abrazando pues había bajado todas sus defensas. Frunció el ceño comenzando a enfurecer. ¿Era una especie de escudo poderoso? ¿Ese ángel era tan poderoso?

Soltó su entrepierna y con una sonrisa observó los restos de su esperma en ésta. Aún estaba furioso, pero no podía dejarle ver al ángel sus intenciones. Tendría que encontrar otra manera de que cediera.

—Fue mucho, ahora te creo que fue la primera vez que eyaculaste.

Al sentirse liberado, el ángel ocultó su rostro en el hombro de Ichimatsu. Todo había pasado y su mente volvía de esa niebla de confusión en la que se encontraba mientras era tocado. Era como hubiera estado en un trance, y de pronto, todas las preguntas volvían, mas solo se aferró al cuello de Ichimatsu. No podía moverse, no aún.

Después de un rato, Jyushimatsu estaba relajado de nuevo, por fin pudo levantarse y sostenerse sobre sus propios pies. Su respiración y latidos de nuevo era regulares. De inmediato se apartó un poco de Ichimatsu y lo miró, el rubor volvió a sus mejillas e incluso era más intenso. Lo empujó con la poca fuerza que le quedaba para que se mantuviera más lejos. Sentía el cuerpo más "ligero" de alguna manera. Cubrió su entrepierna disimuladamente con las largas mangas de su túnica, aunque estuviera completamente vestido.

No sabía qué hacer o decir, solamente miró al demonio en silencio esperando por lo que hiciera a continuación.