Salí corriendo fuera de la mansión del territorio de los Hyuga sintiéndome confundido. El sello del pájaro enjaulado había sido implantando en mi frente haciéndome sentir miedo. El mismo miedo que sentía el Neji de la historia original.

Corrí desesperadamente con los ojos cerrados por varios minutos hasta que me tropecé y me di cuenta en donde estaba. Había llegado al monumento de los rostros de los Hokages. La altura en la que estaba me hizo sentir miedo. Debido a eso me detuve mientras mi corazón corría a ritmo acelerado.

Llevándome una de mis manos a mi frente recordé que ahora soy Neji y no solo tendré sus virtudes sino que además sufriré sus miedos. Fue ahí que caí en cuenta de lo que me ocurriría al ser Neji Hyuga. Y recordé que cuando llegue la cuarta guerra ninja moriría, apenas haya cumplido los dieciocho años.

Sentí como si mi cuerpo fuese apretado muy fuerte. Por un momento incluso me sentí mareado. No quiera enfrentarme a todo lo que tuvo que enfrentar Neji. Miré a la altura a la que estaba y noté que era bastante alta. Entonces me decidí... Decidí acabar con todos mis miedos y preocupaciones... Saltando.

Caminé hacia la orilla y ya al borde de los rostros me detuve. Entonces lo di... El paso final... El paso que me libraría de este mundo y acabaría con mi vida.

Mi cuerpo comenzó a caer desde lo alto. Fue ahí que razone en lo que había cometido ¡me estaba suicidando!... ¡Moriría!

Pensé que todo terminaría, cuando sintiéndome cerca de la muerte alguien me tomó del cuerpo y me salvó.

- Esa no es la solución - me dijo aquella persona - aun eres solo un niño, eres muy joven para querer huir de los problemas tan pronto.

- ¡Usted es...! - no podía creer quien era la persona que me había salvado - ¡usted es Jiraiya-sama!

- ¡Sabes mi nombre! Es un honor que los jóvenes de la nueva generación me conozcan.

- He leído muchos libros - le respondí. Que en parte era cierto. Si no fuese por el anime lo reconocería por todos los libros que he leído en la biblioteca.

Jiraiya se sentó conmigo en un banco. En ningún momento él dejaba de darme una sonrisa amable para tranquilizarme. Cuando notó que estaba más calmado me preguntó:

- Dime niño ¿por que querías hacer lo que ibas a hacer?

Yo me lleve las manos al rostro y le respondí entre sollozos:

- Tengo miedo señor. No quiero morir asesinado en este mundo. No quiero ver como se mueren las personas que aprecio. Tenía fe en que haría amigos y sería feliz en este mundo pero una horrible marca maldita me fue implantada en la frente y comprendí que mi destino en este mundo será sufrir.

Jiraiya me puso la mano en el hombro y me respondió:

- Tranquilo, verás... Como tú dices este es un cruel mundo de ninjas y en cualquier momento puedes morir. Así que si no quieres morir debes hacerte más fuerte que el enemigo.

- ¿Como hago eso?

- Con esfuerzo. Entrenando día y noche para ser lo mas fuerte posible que puedas ser y tener confianza en que ganarás, una vez confíes en tus jutsus y sepas cual es el jutsu indicado para derrotar al enemigo, vencerás. Pero el siguiente paso que te explicaré es el mas importante... Cuando vayas a luchar, piensa en tus seres queridos y en protegerlos, piensa en la voluntad de quienes se fueron. Si haces eso saldrás victorioso de cualquier pelea a la que te enfrentes.

En cuanto a lo de librarte de tu marca maldita... Si quieres librarte de algo físicamente... Primero liberate de ello mentalmente.

Luego de decirme esto Jiraiya se despidió y se marchó. No me cupo la menor duda de por que Jiraiya sama era considerado un sabio. Y me propuse que algún día lograría que él me entrene.

Luego de lo ocurrido volví a casa. Al pasar la puerta vi a mi padre con cara de preocupación esperándome en una silla. Al verme entrar este se abalanzó hacia mi. Yo al ver esto me asusté pero mi padre se dirigió a mi diciéndome:

- Gracias a Dios volviste Neji. Me sentí tan preocupado.

- Perdoname, padre - le respondí apenado abrazándolo yo también.

Pasado un tiempo de aquel suceso volví a sentirme animado gracias a las palabras de Jiraiya y caminando por la aldea noté que eran las doce del mediodía así que tal vez con algo de suerte encontraría a Naruto almorzando en Ichiraku ramen.

Cuando entré al restaurante noté a un pequeño niño rubio sentado frente al señor que servía a los clientes y su hija, los mismos dueños del restaurante. Yo pasé adelanté y saludé a todos.

- Buenos días.

- Buenos días - me respondieron.

- ¿En que te sirvo jovencito? - me preguntó Teuchi.

- Un tazón de ramen de pollo por favor.

- En seguida muchacho.

Aproveché el momento en que preparaban el ramen para presentarme con Naruto.

- Hola, mi nombre es Neji Hyuga.

- Hola, soy Naruto Uzumaki de veras.

- Naruto ¿quieres ser mi amigo?

- ¡Amigos! - dijo Naruto sorprendido. Al parecer él aun no tenía a nadie que lo aprecie. Me sorprendió mucho lo tierno y alegre que era a pesar de sentirse solo.

Naruto y yo nos hicimos amigos. Yo le pagué otro tazón de ramen de cerdo con el dinero para ir a la biblioteca. Total ya tenía buen conocimiento sobre el mundo ninja.

Al terminar de comer Naruto y yo nos despedimos de Ayame y Teuchi. Entonces Naruto me invitó a mostrarme su departamento y yo acepté. Por el camino vi como varias personas miraban a Naruto con temor, me sentí muy mal por él, que se mantenía cabizbajo. Escuchaba como continuamente las personas pronunciaban la palabra "zorro" y se dirigían a mi diciéndome:

- ¿Niño, qué haces con él? ¿Qué no ves que es el zorro? ¡Alejate de él niño, huye!

Uno de los sujetos le lanzó una roca a Naruto y lo golpeó en la rodilla, a lo cual me sorprendí ya que no recordaba que los aldeanos hayan llegado tan lejos como para agredir a Naruto en el canon, observar tal acción me hizo sentir mucha cólera. Otro sujeto le lanzó una roca de nuevo a Naruto pero esta vez la frené.

- Le lanzan rocas a un niño pequeño ¡acaso se volvieron locos, bastardos!

Con enojo expulsé chakra de mi mano y apreté la roca pulverizándola. La gente al ver esto salió corriendo asustada. Entonces corrí a socorrer a Naruto, el cual al ver mi rostro exclamó:

- ¡Neji, se te marcan las venas!

Yo me toqué el rostro y me sorprendí.

- ¡Logré activar el byakugan - exclamé emocionado - mi padre estará orgulloso de mi - pensé luego para mis adentros - ¡Vamos, Naruto! Sube a mi espalda, te llevaré a casa.

Subí a Naruto a mi espalda por su rodilla lastimada hasta llevarlo a su departamento, donde le expliqué que ya tenía que marcharme, pero que podíamos reunirnos para jugar otro día.

Era extraña la sensación de volver a ser un niño, todos en algún momento hemos soñado con volver a ser un niño para volver a jugar y reír como en nuestros recuerdos de la infancia y ahora yo lo era y no solo eso sino que debía fingir ser un niño pequeño para no levantar sospechas.

Naruto al principio se puso un poco triste al decirle que me marcharía pero cuando le dije volveríamos a jugar juntos se emocionó.