Amane rascaba sus cabellos despeinados, somnoliento; mientras Tsukasa se estiraba, bostezando. Ambos, sentados en unas sillas, a un lado de la cama donde Nene, abrazaba una almohada a su cuerpo, mirándolos con nerviosismo y un rubor en sus mejillas.
Porque, ¿Qué hacía ella –en calidad de esclava– durmiendo con dos chicos sumamente lindos?
Tragando saliva, se decidió por hablar, ya que ambos parecían no despejarse del sueño por completo –. Este… ¿Qué fue lo que me ocurrió?
- Te dio fiebre por las heridas que tenías – respondió Amane, todavía rascándose la cabeza, sin abrir siquiera los ojos. Tsukasa parecía que volvería a dormir en cualquier momento, pues estaba cabizbajo, con los ojos cerrados por igual –. Tsukasa te trató, y después, llamé a Tsuchigomori a que te checara.
- … Dijo que en dos días te mejorarías – fue Tsukasa el que habló ahora, aunque ni por eso abrió los ojos o levantó la cabeza. Ambos se veían realmente exhaustos –. Además de que trató tus heridas de paso…
- ¿…No durmieron hasta que estuviera… mejor?
- Sí – respondieron ambos al unísono, agotados. Nene se sintió conmovida, un poco apenada por causarles molestias, pero feliz.
Lo que la hizo sonreír, levemente. Fue entonces que recordó lo anteriormente dicho por ambos antes de venir acá, algo respecto a ser la prometida de ambos; tenía ganas de preguntar sobre el asunto que le picaba de curiosidad, pero verlos con caras de querer dormir, pudo más con ella.
- Ya veo… ¿Por qué no vienen aquí y descansan?
Ambos gemelos se acostaron a su lado, suspirando complacidos. Nene reprimió una risa por su comportamiento, y los contempló con ternura.
No sólo la salvaron de acabar en un lugar peor, sino que también, cuidaron de ella, tanto, que no durmieron hasta que ella estuviera estable; y pese a que ella era una convaleciente, sentía la imperiosa necesidad de recompensárselos, ya sea haciéndoles de comer, limpiar la casa o cualquier cosa que estuviera a su alcance.
Puso un dedo en su mentón, mirando el candelabro, pensativa. Y luego los miró a los dos, decidiendo que debería hacer de comer para cuando despertasen, si es que despertaban, aunque lo más seguro, es que lo hicieran en la tarde.
Por lo que, con cuidado, salió de la cama, y apenas en pie, notó el desorden en la habitación. Acomodó lo mejor que pudo, quitando lo que pudiese estorbar en el paso, y se escabulló del cuarto, y para su sorpresa, más desorden le esperaba fuera.
Suspiró, la comida podría esperar… Si es que había.
- ¿Qué haces levantada? Se supone que tú eres la convaleciente – habló una voz a sus espaldas, sobresaltándola, haciendo que soltase un pequeño grito, volteando a verlo. El mayor exhaló el humo de su pipa, mirándola en espera de una respuesta.
- Y-Yo… Quiero agradecerles por haber cuidado de mí – bajó la mirada, apretando su mano contra su pecho en puño, sonriendo levemente –, ellos no durmieron hasta que yo, estuviera bien. Y quiero recompensarlos.
- Eres su prometida, es claro que te van a cuidar – repuso, tranquilo, dándole otra calada a su pipa. Exhalando antes de hablar de nuevo.
- ¿…Por qué una esclava como yo sería su prometida? Ellos…
- Han estado rechazando a cada candidata porque ninguna cumple el requisito especial – la miró, ligeramente divertido por la confusión en su rostro –. Los jóvenes amos, quieren que su prometida, futura esposa, los amé a los dos por igual.
La cara de Nene se tornó escarlata, mientras miraba entre nerviosa y sorprendida al mayor –. ¿Q-Q-Q-Qué! ¡Y-Yo no puedo verlos de esa forma! ¡D-Digo, soy una esclava y por ello me compraron!
- Más bien… Eres una novia comprada, señorita – con una mano, la empujó delicadamente devuelta a la habitación –. Pero será decisión suya el cómo los amarás.
Nene no se podía hacer la idea de amar a ambos hermanos. Porque… Ella nunca tuvo una relación como tal, y, ¿Tener una relación futuramente marital con ambos? ¿Sería capaz?
Para cuando salió de sus pensamientos, ella estaba de espaldas a la puerta, siendo que lo primero que viese, fuese a ambos gemelos dormir plácidamente en aquel colchón espacioso y cómodo; una pequeña sonrisa afloró en sus labios, mientras suspiraba levemente.
Les estaba agradecida enormemente por haberla salvado de un terrible destino, aunque fuese por un motivo egoísta. Y sobre amarlos… No lo sabía.
El tiempo lo diría… Por el momento, se esforzaría en ser una perfecta prometida y también, una amiga, primeramente.
Solamente esperaba acordarse de lo que en su Clan le habían enseñado.
Y con ese pensamiento, se acercó a la cama, y los miró dormir, sonriendo y acariciando el cabello de cada uno. Hasta que al final, volvió a salir para ayudar a Tsuchigomori, quien al final se presentó y, le dejó ayudarlo.
