ME SUPER RETRASÉ, perdón a todos lo que esperaban los capítulos a tiempo jaja lo bueno es que ahora subo todo de un raquetaso (saque ahre).
PikuJean week 2021 day 4: teasing/family
disculpen los errores jaja
disfruten.
Se despierta asustada. Todavía no suena su despertador, pero no falta tanto. Hay ruidos fuera de su habitación, cuando eso debería ser imposible. Se levanta y se acerca a la puerta, tratando de escuchar mejor, pero no oye nada. Respira profundo y abre la puerta despacio. El pasillo está oscuro y la puerta de la habitación de Jean está cerrada.
Camina sin hacer ruido por la sala, pero no hay nadie. Cuando llega a la cocina, se encuentra con Jean, de espaldas a la puerta.
—¿Qué haces despierto?
La taza que él tiene entre sus manos se sacude y baila en su agarre, a punto de caerse, hasta que la atrapa bien.
Jean se gira riendo apenas, tratando de ocultar su susto.
—El desayuno —levanta apenas la taza y se vuelve a buscar otra para ella, pero se gira otra vez—, ¿tú desayunas?
—Claro.
Se sienta en un banquito y se apoya en sus manos observándolo.
—Nunca te habías despertado antes que yo —comenta y sonríe—, o antes de la una.
Él ríe y no es una risa normal, es una culpable. Pieck entorna los ojos y se levanta, acercándose a Jean. Se ve de buen humor, tranquilo, pero las bolsas bajo sus ojos dicen todo.
—No me digas que no dormiste —regaña y él ríe, descubierto—, ay, Jean… Eso no es sano.
—No, no, pero tengo una buena razón —se excusa. Termina de servir el café—. ¿Acá o en la sala? Estaba por ver la tele.
—Sala, entonces —responde Pieck. Él se lleva ambas tazas y ella toma las galletas que compraron el otro día.
Se sienta a su lado en el sofá. Jean acerca la mesita ratona a ellos y abre el paquete de galletitas.
—¿Recuerdas que el otro dije —comienza él, retomando el tema de antes— que tal vez mi prima se iba a casar?
—No.
—Bueno, entonces solo lo pensé —cambia los canales de la televisión, pero siendo sábado, no hay nada para mirar.
—¿Se va a casar? —pregunta ella con el celular en la mano y la taza a medio camino de su boca.
—Así es, en unos días.
—Bien por ella.
—Y estamos invitados —deja una película que está empezando. Se gira a ella y Pieck lo está mirando con una mueca—, vamos, no es tan sorpresivo.
—¿Qué tiene eso que ver con dormir? O bueno, no hacerlo.
—Que mi mamá quiere que vayamos mañana a almorzar a su casa, así todos te conocen antes de la boda.
—Uh, claro —responde y come una galletita.
Jean se gira asombrado, porque creyó que terminarían discutiendo.
—¿De verdad? —Pieck asiente—, creí que sería más difícil convencerte.
—¿Qué tan malo puede ser? Son solo tus padres.
Él no responde. Y eso nunca es buena señal. Pieck voltea a él. Jean tiene una mueca de no son solo mis padres y mira fijo la tele.
—Son solo tus padres, ¿verdad? —repite.
—Y, uh, mis hermanos, sus parejas y sus hijos. E Ymir.
—¿Ymir? ¿Es la que se casa?
—Nah, es mi mejor amiga —ríe él—, a esta altura, es una más de la familia.
—¿Debería estar celosa? —bromea ella.
Jean abre la boca, pero nada sale de ahí. Mira a Pieck de reojo, pero ella está mirando la tele, dejando que el comentario siga de largo. Él hace lo mismo. Siguen desayunando en silencio.
El tema no vuelve a salir por el resto del día. Pieck nota que Jean está deplorable. Piensa que las mañanas no le sientan bien, pero probablemente sea por no dormir. Se ve gracioso. Lo ve sentarse un rato en la computadora, abrir unas cosas, bostezar y después cerrar todo. Va al sofá. Se echa a su lado, mira un rato su celular, bosteza y va a la cocina. Después regresa a la computadora.
—¿Por qué no duermes un rato? —pregunta cuando él vuelve a echarse a su lado.
—No podré dormirme a la noche.
—Estás exagerando.
—No, no, es verdad.
Le cuenta de una vez que hizo eso mismo. Se descuidó en un momento y se durmió quince minutos sentado en el sofá, luego a la noche, no pudo dormirse hasta las cuatro de la mañana.
—Eso es porque eres un desastre, no porque hayas dormido un ratito —regaña.
—No soy un desastre, solo mi horario de dormir —responde. Mira el reloj de la pared que da exactamente las doce del mediodía y se levanta de un salto—. ¡Hora de almorzar!
—Estás aburrido, ¿no?
—¿Qué tienes ganas de comer? Cocinaré lo que quieras —dice mientras camina a la cocina. Pieck se levanta y lo sigue—, no importa lo complicado que sea.
—Pollo Alfredo.
Él la mira serio con una ceja elevada.
—Eres cruel, ¿sabes?
—Bueno, bueno —ella ríe—, ¿qué tienes ganas de cocinar?
Pasan un buen rato cocinando. Pieck lo ayuda, aunque lo hace más para vigilarlo de que no se lastime. En una hora terminan, pechugas de pollo rellenas.
Jean sirve los platos y se sientan otra vez delante de la televisión. Pieck no va a mentir, no tienen exactamente la mejor pinta, pero huele bien.
—Vamos, pruébalo —alienta Jean. Ella lo mira y él sonríe asintiendo. Pieck suspira y prueba.
—Está… pasable —miente.
Él suelta una risa y comienza a comer, después frunce el ceño.
—¡Está buenísimo! —exclama sin vergüenza y la mira—, si no estás de acuerdo, hay algo malo contigo.
Pieck ríe y sigue comiendo.
—Estoy sorprendida, creí que no sabías cocinar.
—Tuve una etapa de querer ser chef —confiesa Jean—, pero como podrás ver, no se me da bien la presentación.
Ella ríe otra vez, dándole la razón.
—Igual, no me encanta cocinar, me molesta pasar horas haciéndolo y después devorarlo en cinco minutos.
—¿Debería considerarme afortunada?
—Por supuesto —ríe él—. Pero me alegro de que te guste.
La noche anterior, Jean se había acostado a las diez. Si no me levanté antes de las diez, despiértame. ¿Tiene permitido hacerle alguna maldad? Son apenas las nueve y media, pero sabe que él tarda en arreglarse y también tiene que desayunar. Dijo que su familia los espera a las doce.
Se acerca a su puerta y golpea apenas.
—Jean, ya son las once —miente. Se queda esperando respuesta, pero esta no llega—. ¿Jean?
Se asoma en la habitación. Él está dormido sobre su estómago con un brazo colgando de la cama. Tiene una manta gruesa que le tapa hasta la mitad de la espalda desnuda. Se pregunta si estará usando algo más abajo.
—Jean —llama en voz baja, algo no muy efectivo si quiere despertarlo—, Jean, son las once y media.
Él sigue dormido. Se acerca más y le pica el hombro con un dedo. Después apoya toda la mano y es ridículo que su piel tostada esté tan caliente.
—Jean —lo sacude—, ya son las doce.
—Eh– —levanta la cabeza veloz y Pieck retira su mano—, eh, ¿qué? ¿Qué hora es?
—Dijiste que te despertara.
—Uh, sí, ah… —se gira en la cama y toma su celular de al lado de su almohada—, oye, ni son las diez.
Debería responder, pero está muy ocupada mirando sus costillas.
Es decir, nunca tuvo dudas de que él es su alma gemela. Cuando se conocieron, compararon sus marcas y eran las mismas, pero sigue siendo raro verla en otro lado que no sea en su propio reflejo.
Él nota su mirada, pero no dice nada de eso, en cambio, sigue quejándose.
—Son las nueve y media, me despertaste antes.
Pieck frunce el ceño y le pellizca un pezón. Jean jadea y se cubre el pecho con las manos.
—¡P-pieck! —exclama enrojeciendo.
—Ya está el desayuno.
Casi a las doce, se dirigen a la casa de la madre de Jean. No está nerviosa, pero no está segura de qué esperar.
—Mi mamá es un poco brusca, pero es buena —comienza a decir él—, mis hermanos tal vez quieran hacerte preguntas para incomodarte, pero, uh, creo que podrás con ellos.
Él ríe y ella no está segura de qué significa eso.
—El problema son Michelle, mi hermana, e Ymir, tal vez ellas sí logren ponerte incómoda, así que, no te quedes a solas con ellas.
—¿Tan así?
Jean asiente—, no te dejaré sola, pero mis sobrinos… Ya sabes.
—No lo sé —paran en un semáforo y él la mira—, no tengo hermanos y no soy muy unida a mis padres que digamos.
Pieck ríe apenas, pero él frunce la boca.
—Eso es triste.
—Bueno, gracias.
—No, quiero decir– —ríe y arranca—, uh, sí, me parece triste, ¡pero–!
Se detienen en la entrada de una casa. Estaciona y apaga el auto.
—Pero supongo que mi familia sería tu familia.
—Estás comprometido con esto, huh —bromea ella.
—Es que–
—¡Jeannie! —la cara de un hombre los interrumpe. Está en la ventanilla de Jean—. Creí que llegarías a las tres, como siempre.
Pieck ríe apenas y él la mira entornando los ojos. Bajan del auto y un niño de dos años le da un cabezazo a Jean en el estómago.
—¿Así se saludan en tu familia? —susurra Pieck.
—Él es Dominic —Jean señala al hombre y después levanta al niño— y él es Sunny. Dile hola a Pieck.
El niño la mira fijo, sus ojos llegando hasta su alma.
—Ella es Pieck —repite Jean cuando Domi se acerca. Ella va a estrechar la mano, pero el otro la abraza. Pieck se queda congelada y mira a Jean, pero él le da un pulgar arriba.
Le da una palmadita en la espalda y Dominic la suelta, riendo.
—Alguien no está acostumbrada a los abrazos.
—Planeaba practicar hoy —bromea ella y los otros ríen.
Jean deja a Sunny en el suelo y él corre con Domi dentro de la casa. Pieck se acerca a Jean y toma su mano.
—¿Toda tu familia es así? —susurra y él ríe.
—Así es.
Ella respira profundo y entran a la casa. En la sala hay otro niño, de siete, con un celular, y dos mujeres hablando.
—Llegamos —anuncia Jean. Ambas se levantan y se acercan a ellos—, Lilah, Suzie, Pieck.
—No eres bueno para las presentaciones —dice pieck y se deja abrazar por una de ellas.
—Yo soy Suzanne —dice la que la abraza.
—Entonces, tú eres Lilah– ah —recién ahí nota que está embarazada—, ah, felicidades.
—Gracias.
—Él es Mickey —dice Jean señalando al niño que los ignora. Pieck asiente y se deja llevar hacia la siguiente habitación.
—Lilah no es muy simpática, pero fingimos que no nos damos cuenta —susurra Jean.
Va a preguntar a porqué es eso, pero entran a la cocina. Dominic está ahí con Sunny en sus hombros, además está otro hombre, dos chicas y quien supone es la madre de Jean.
—Familia —dice Jean—, aquí está Pieck.
Ella resopla divertida y sonríe, tratando de ocultar los nervios.
—Mi más sentido pésame —dice una de las chicas. Tiene una lata de cerveza en la mano—, digo, porque te tocó Jean.
Todos ríen menos Jean y su madre.
—Ymir, Michelle, Theo y Marie Louise —señala a los presentes.
—Puedes decirle mamá también —bromea Domi.
—¡O abuela! —agrega Sunny.
—Creo que Marie estará bien, ¿no? —ríe Pieck, mirando a la mujer y ella asiente.
—Bienvenida, Pieck, espero que te sientas como en casa —dice Marie.
—Gracias.
—Entonces, ¿podemos almorzar? —pregunta Ymir.
—Falta poner la mesa —dice Michelle.
—Oh, entonces hay tiempo de ir a comprar —responde, caminando hacia la salida—, ¿me acompañas, Pieck?
—Vam–
—No, te toca poner la mesa —interrumpe Michelle a Jean—, yo las acompañaré.
Ambas arrastran a Pieck antes de que pueda negarse. Jean las sigue con la mirada hasta que Theodore le tira del cabello.
—¿Cuándo te vas a cortar el cabello? Ya no tienes a nadie a quién impresionar.
—¡Oye! Me queda bien este corte, ¿verdad, mamá?
La mujer hace una mueca y se gira a la comida en el fuego.
—Bien como la mierda te queda —se burla Domi.
Jean le da un empujón y se escuda en los platos que lleva para que no se lo devuelva, después huye al comedor. Lilah está con su celular en el sofá y Suzie está con Mickey jugando con el celular. Jean acomoda los platos en la mesa y después regresa a la cocina. Sunny pasa de largo corriendo y después pasa Dominic que le golpea las costillas.
—Ah– hijo de puta —masculla Jean y Theo le golpea la nuca.
—No seas maleducado delante de nuestra madre —se burla y sale de la cocina también.
Jean mira a su mamá, que tiene sus ojos sobre él. Parece que quiere decir algo, pero también parece que no quiere.
—¿Qué? —pregunta él, acercándose y apoyándose en la mesada a su lado. Ella hace una mueca de no tengo nada para decir, pero… —. Vamos, dime.
—Es muy bajita.
—¿Solo eso? —Jean suelta una risa—. Ah, creí que dirías algo más interesante.
—Parece simpática.
—Lo es —la mayoría del tiempo, piensa.
—¿Cuándo van a poner fecha? —pregunta Marie y él la mira sin entender—, para casarse.
—Ay, no, mamá, tengo diecinueve —ríe incómodo—. No hemos hablado de eso. Y no lo haremos todavía, así que, por favor, no saques el tema.
Ella hace otra mueca, pero el ruido de la puerta de calle evita que sigan hablando. Jean se apresura allí, recién recordando que dejó a Pieck sola con ambas durante cierto tiempo.
Pero al llegar, se encuentra con que las tres están riendo. Y Pieck tiene una lata de cerveza en la mano.
—¿No es algo temprano? —pregunta y estira la mano para quitarle la lata, pero Pieck la aleja.
—La cerveza no cuenta —responde riendo.
—Y no seas pesado, Jeannie, somos mayoría para darte una paliza —agrega Michelle.
Pieck vuelve a reír y Jean jadea.
—Deberías defenderme —bromea.
—Nah, es más divertido así.
Michelle e Ymir van a la cocina a dejar lo que compraron. Pieck las va a seguir, pero Jean toma su mano y la lleva más cerca de la entrada, alejados del resto.
—Ah, uh, ¿y de qué charlaron? —pregunta, por alguna razón nervioso.
Ella lo mira un segundo y él se rasca apenas la mejilla.
—Ay, Dios —dice Pieck antes de soltar una risa—, ¿de qué estás preocupado?
—No estoy preocupado —frunce el ceño y se cruza de brazos—, solo quería saber de qué hablaron.
—¿Quieres saber si hablamos de ti? —levanta una ceja y él bufa—, quieres saber si hablamos de nosotros.
La mira. Y Pieck suelta una risa.
—Eres tan tierno cuando te preocupas por tonterías —se burla Pieck, pellizcando la mejilla de Jean. Él la mira entornando los ojos, pero sin alejarse—. No te preocupes, mayormente ellas hablaron mal de ti.
Jean suspira y el pellizco de Pieck se afloja, pasando a ser una caricia ahí. Pasa la mano por toda su mejilla y está casi segura de que él se inclinó hacia ella.
—Estás áspero.
—Consecuencias de no afeitarse —murmura él y ella resopla divertida.
El almuerzo es agradable. La comida es deliciosa, la gente ruidosa y abundante, pero no es molesto. No es para nada lo que recordaba de las cenas familiares en casa, con sus tíos y primos, esto de verdad parece una familia que quiere estar ahí y no un grupo de personas unidas a la fuerza.
Le gusta. Le encantaría poder volver.
Cuando estaban comiendo, a Jean le salió una hoja de laurel de la salsa en el plato.
—¡NO! —había exclamado él y el resto se había largado a reír. Nadie dijo nada ni explicó, reanudaron la comida como si nada.
Recién entiende cuando terminan de levantar la mesa y Jean comienza a lavar los platos.
—¿O sea que si te toca la hoja de laurel, tienes que lavar? —pregunta, para confirmar. Suena ridículo.
—Claro, ¿no lo hacían en tu casa? —ella niega y él frunce la nariz—, tu familia es rara.
—No, no, creo que esto es más raro.
Va a ayudarlo a lavar, pero antes de que se remangue, Ymir entra a la cocina.
—Pieck, Marie quiere mostrarte unas fotos de Jean bebé.
Jean gime y ella ríe.
—Uh, ¿está bien?
Desaparece por la puerta e Ymir se sienta en un banquillo junto a Jean. Él la mira con una ceja elevada.
—¿Vas a ayudarme o qué?
—Nah, estoy aquí para asegurarme de que lo hagas.
Ella enciende un cigarro y lo mira fijo mientras lava, casi atravesando su cuerpo. Él la ignora bastante bien, años de práctica tiene.
Ymir da una pitada y cuestiona—, qué pasa, en realidad —Jean hace una mueca confusa—, sé que hay algo raro entre ustedes.
—No hay nada… raro–
—Dudaste, ya está, dime qué pasa —interrumpe veloz y hasta se acerca más a él en el banquillo.
Jean lava despacio, organizando sus pensamientos bien. Sabe que puede contarle de todo a Ymir, pero no está seguro de qué sería ese todo. Que están fingiendo con Pieck. Que apenas se llevan bien. Que no puede dejar de pensar en que le gustaría volver a besarla.
—Entonces —comienza él, mirando fijo el plato que refriega—, viste las noticias.
—Sí, que mostraste como todo un idiota–
—Sí, sí, eso —interrumpe irritado—, entonces, después de eso, su agente me contactó y acordamos una cita para confirmar las marcas. Cuando eso, uh, dio positivo, su agente dijo que lo mejor para las carreras de ambos es que fingiéramos que todo estaba bien.
—¿No está todo bien?
Jean bufa—, estaba como la mierda. Temía que Pieck me matara mientras dormía.
Ymir suelta una risa, demostrando la poca empatía que tiene por Jean.
—Sí, la busqué en google cuando me enteré de esto. Una chica interesante, totalmente podría matarte —asiente ella—. Pero, no me interesa esa parte, fue hace meses. Quiero saber qué pasa ahora.
—Ya no quiere matarme.
—Dudoso, pero bueno.
—Tampoco peleamos tanto —Ymir asiente—, nos llevamos bastante mejor, ayer cocinamos juntos.
Espera que ella haga alguna broma o que se burle de él, pero la expresión de Ymir es seria, porque lo que va a decir es de verdad y no por estar jodiendo.
—¿Y qué opinas de esto? —Odia cuando Ymir hace preguntas ambiguas—, ¿qué te gustaría que pasara?
—Nada —escapa de su boca.
Y tiene sentido. Porque le gusta cómo están yendo las cosas ahora, aunque le encantaría más si fueran más rápido.
Sabe cómo es esto, lo ha visto en casi todas las personas a su alrededor. Al principio no siente nada por su alma gemela, pero de a poco, todo comienza a encajar hasta que tiene sentido. Jean siente que está a medio camino, si es que no más avanzado.
Pero no sabe dónde está Pieck.
Al principio, cuando descubrió que la había encontrado, había estado emocionado. La emoción desapareció cuando la conoció y vio lo mal predispuesta que estaba ella. Ahora no lo parece, pero tampoco sabe...
—Bueno, ¿vas a seguir hablando o qué? Hace como cinco minutos que estás en proyección astral —dice Ymir.
—No lo sé, ah, ¿no tengo nada más qué decir? —Termina de lavar y se seca con un repasador—. Tal vez, debería hablar con ella sobre a dónde estamos yendo.
—Espera, ¿entonces estás conforme con esto? —suena sorprendida—. Creí que…
Jean la mira e Ymir se encoge de hombros.
—¿Que me gustaba estar solo? —ella asiente—. Me agrada, pero esto tambié–
Sunny y Mickey entran a la cocina gritando. Sunny se tira hacia Ymir y ella lo levanta sobre su cabeza, poniéndolo en sus hombros.
—¡Eso es trampa! —exclama Mickey, saltando para alcanzar al otro.
Ymir parece haber perdido el interés en la conversación o tal vez ya no tiene nada más que agregar. A la vez que ella sale con los niños, Pieck entra, esquivándolos en la entrada.
—¿Viniste a buscarme? —pregunta él, sonriendo de costado.
—Oh, ¿seguías aquí? —bromea ella y se acerca a la máquina de café—. Tu mamá pidió café y me ofrecí a hacerlo, pero no sé cómo funciona, así que…
Jean ríe y se acerca a la cafetera. Vacía el filtro y cuando se acerca a ponerlo en su lugar, Ymir regresa sola.
—¿Y los niños? —pregunta Pieck.
—Los tiré por la ventana porque rompían las pelotas —responde y Jean resopla divertido.
Pieck ríe también. Ymir se acerca a sacar unas tacitas para el café de una alacena y después se las pasa a ella.
—¿Escucharon hablar de Scouts Journey? —pregunta de repente. Ambos niegan—. Es una gira por el país de bandas. Parecido al Lollapalooza pero, uh, nacional.
—¿Eres música? —pregunta Pieck.
—No, pero el amor de mi vida sí. Iré con ella a la gira y me dijo que podía invitar a más personas, así que, los estoy invitando, personas.
—Yo no puedo, dentro de poco comienzo los entrenamientos para la temporada —sonríe con disculpa y después gira al otro—, pero si tú quieres ir… De seguro serán unos videos muy interesantes.
El resto del día es agradable. La pasa increíblemente bien. No tenía muchas expectativas, en especial cuando supo que habría tantos familiares. Pero su familia es agradable y sus hermanas– uh, hermana e Ymir, le cayeron de maravilla.
La boda de la prima llega casi de inmediato. Está ansiosa, nunca fue a una boda y ahora sabe que la pasará bien ahí. La verdad es que la familia de Jean la hace sentir bienvenida.
—¡Estoy listo! —exclama Jean desde su habitación. Pieck está casi lista también, solo le falta subirse el cierre del vestido. Él sale a su encuentro, en la sala—. ¿Cómo estoy?
Se ve muy bien. Tiene un smoking azul marino que lo hace ver más alto de lo que ya es y se peinó el cabello hacia atrás.
—¿Te pusiste gel? —no puede evitar fruncir la nariz. Jean ríe y niega.
—No, me hace picar la cabeza.
Pieck ríe apenas y después se acerca a él.
—Ya que no me respondiste la única pregunta que te hice —bromea Jean—, me veo obligado a decirte yo que te ves genial, para poner el ejemplo.
—Estaba por decírtelo, no seas dramático —devuelve y se pone de espaldas a él—, ¿podrías…?
Su espalda sigue siendo pálida como el otro día, pero en la sobriedad nota los lunares que hay ahí.
La invitación de Ymir vuelve a su cabeza mientras se toma todo el tiempo del mundo en subir el cierre del vestido. Esa gira es su oportunidad de irse y terminar con todo esto, y Pieck debe pensar lo mismo, pero no puede evitar pensar en un montón de excusas para no aceptar.
No quiere irse. No quiere terminar con todo y no quiere que Pieck piense en hacerlo.
—¿Ya estás lista? —murmura él, abandonando los pensamientos anteriores y dejándose invadir por nuevos.
—Casi, debería retocar el maquillaje.
—Oh.
—¿A qué viene eso? —murmura ella también, riendo apenas.
Jean termina de subir el cierre y se pregunta qué tanto podría arruinar la noche si preguntara… Ah.
Su respuesta está en que no tiene que fijarse mucho para notar que no hay ni un remordimiento en su cabeza.
—¿Puedo besarte, entonces?
Pieck no se da vuelta. ¿Debería hacerlo? Pues, si va a besarlo… Pero no está segura, es decir, no hay razón para hacerlo, pero…
—Digo —Jean habla un poco apresurado, de seguro para tratar de arreglarlo—, así nos vemos más, uh, ¿realista?
Ella sonríe apenas y trata con todas sus fuerzas de ignorar la decepción. Ríe apenas y se gira a él.
—Claro, sí, tiene sentido.
Lo que no tiene sentido es besarse en ese momento, que ella ponga sus manos en los hombros de Jean y que él abrace su cintura porque están solos, no hay nadie con quién fingir.
Pero él la abraza con fuerza, pega su pecho al de ella y se funde en su calor– o frío, para ser exactos, porque Pieck sigue estando helada como siempre, pero es un contraste agradable y adictivo, al igual que lo es que ella abrace su cuello y baile en puntitas para llegar más a Jean.
Espera que tengan más oportunidades de besarse durante la fiesta.
Y si no las tienen, se va a encargar de crearlas.
—Te ves genial —repite Jean contra su boca.
—Tú te verías mejor sin el smoking —contesta Pieck tragando el jadeo de él y besándolo hasta que desiste en decir algo más.
Gracias por leer!
DATAZOS: luego subiré una foto del vestido que usa pieck a mi twitter arroba 1000i_g. La familia de Jean es la misma que le puse en Perfect Places (jearmin) y sería Theodore (29) + Suzie y Mickey, Dominic (25) + Lilah y Sunny, Michelle (22) + novio que no aparece. La madre sería la misma del canon, pero no tiene nombre jaja así que acá es Marie Louise, y su papá está muerto, como el mío ahre. No recuerdo qué más tenía que decir.
