Matrimonio # 4: Las cicatrices tardan en curarse

- Agh… - Contuvo un gemido el omega apretando su rostro contra la almohada. - ¡N-no puedes poner solo la punta! -

- Por favor aguante un poco más - Suplico su acompañante.

- P-pero due-le -

- Por favor tenme algo de paciencia Bocchan - Pidió Aoi aplicando nuevamente el algodón remojado en alcohol a las heridas de la pantorrilla.

Las pálidas piernas del pelinegro que siempre se encontraban protegidas debajo de varias telas de kimono, mostraban rojas con líneas amarillas escondidas aún más profundamente debajo de ellas, estaban entrelazadas como si se tratasen de una telaraña.

Cada pantorrilla emitía un calor que le preocupaba.

La peli índigo aplico cuidadosamente una capa de crema cicatrizante a cada pierna junto con las vendas.

- ¿Estará bien que le ponga las vendas esta noche? - Pregunto Aoi algo preocupada.

Hoy sería la noche en que los recién casados tenían que consumir el matrimonio, incluso si uno de ellos se trataba de la pareja no oficial.

Amane comprendía la preocupación de su amiga, después de todo sería alarmante que la novia mostrase esas heridas en la noche de bodas al novio.

Sin embargo, él sabía algo que la chica no.

Teru nunca lo visito esa noche.

Un gesto que dio a entender a todos, lo poco que le importaba a su segunda esposa y las condiciones escritas en el acta de matrimonio que redacto el abogado de ambas familias.

Desde aquel día, sin haber pasado ni siquiera un día de casados, él ya era la burla de todos.

Por eso fue que dijo que mentiría si dijera que no lo lastimo.

Todo este matrimonio parecía haber sido creado con la función de hacerlo sufrir.

- … sabes tan bien como yo que él no vendrá a visitarme – Hablo con una voz inusualmente tranquila.

Él ya estaba preparado para repetir este dolor.

- Bocchan – Murmuro Aoi con tristeza. Le dolía verlo de esta manera.

A pesar del mal ánimo, Amane se levantó del kakebuton en donde yacía recostado para tratar la hinchazón de sus heridas y se dirigió en una de las maletas que trajo.

Al abrirlo, se podía ver varias pequeñas cajas de madera y un hermoso joyero con bellos detalles de enredaderas y mariposas de oro. Ese mismo joyero era donde guardaba las joyas que se transmitían a los omegas en cada generación de parte de la familia de su difunta madre.

También fue el mismo joyero que empeño para las consultas con los médicos que visito el día que murió.

Sacudió su cabeza para alejar los recuerdos indeseados.

Esta vez será diferente.

Agarro cualquiera de las tantas cajas de madera y se la tendió a la omega peli índigo.

- Necesito que consigas información de lo que pasa en cada momento de este lugar – Le pidió con una mirada confiada. Si de algo sabia acerca de Aoi, era su increíble capacidad de reunir rumores a su alrededor.

Después de todo fue gracias a ella que pudo conseguir información de las personas que tenía que conocer en las próximas reuniones sociales y seguir las tendencias de moda cuando aún era el prometido del Minamoto.

Ahora esa habilidad le ayudara a escapar.

Aoi asintió firmemente y acepto la caja de madera que estaba llena de varios accesorios de aspecto costoso.

Ella sabía qué hacer en esta situación.

Ganarse la confianza de los empleados del recinto.

….

A pesar de saber que su esposo no vendría a visitarlo, seria sospechoso que se fuese a dormir sin más.

Por lo que no tuvo más opción que aparentar que lo estuvo esperando toda la noche.

Sin saberlo, hubo una vez que espero fervientemente a su esposo hasta que la luz del nuevo mañana lleno la desolada habitación.

Él solo siguió mirando la puerta hasta que Aoi toco la puerta para ayudarlo a prepararse en su nuevo deber.

Antes de comenzar su acto, fue por una pequeña maleta que se ubicaba sobre la mesa a un lado de una pequeña sala de estar, él debía de admitir que esta habitación era más lujosa que en sus sueños.

Dentro de la maleta había varios objetos personales como algunos libros, utensilios de escritura y sus medicinas.

Él abrió dos frascos y saco de cada uno una pastilla redonda de color blanco para luego tragárselo en seco, una acción de rutina que llevaba desde hace años.

Un antidepresivo y un somnífero eran sus preciadas medicinas desde los doce años.

Aoi siempre le reprendía por ser tan dependiente de las pastillas, le recordaba que, a pesar de tener solo dieciséis años, ya sufría de depresión.

Moviéndose en piloto automático se dejó caer suavemente en el cómodo futon para sentarse de rodillas en posición que daba enfrente de la puerta corrediza.

Lo bueno se esas pastillas era su rápida disolución.

No le tomo mucho tiempo para que su cabeza empezara a cabecear.

Sin molestarse en luchar contra el sueño, él se permitió descansar luego de atravesar un día lleno de tantas emociones indeseadas.

….

En la medianoche, una figura abrió en silencio la puerta corrediza para revisar al residente de la habitación.

Sus ojos viajaron por todo el lugar hasta que se topó con la figura de su hermano durmiendo en posición sentada, era obvio que había caído rendido a los brazos de Morfeo luego de tanto esperar.

- Te dije que te apuraras, Teru – Regaño en voz baja Tsukasa.

- Perdón, pero mi madre no dejaba de hablar – Hablo el alfa algo fastidiado por el regaño de esa mujer.

No importa cuántos años pase, ella era igual de irritante.

- Tch, esa maldita zorra – No le importo insultar a su suegra enfrente de su marido.

El silencio de parte de él era su confirmación.

- Ahora entra y no regreses hasta mañana – Amenazo el omega para luego empujar al alfa dentro de la habitación. – Y si escucho de parte de las doncellas rumores de que no te acostaste con él, olvídate de que tienes esposo –

Y así cerró la puerta en silencio, a pesar que quería azotarla de frustración.

El rubio solo suspiro por la actitud de su amado, aunque sabía que sus intenciones no podía evitar sentir que Tsukasa no era completamente honesto con sus sentimientos.

Con cuidado de no despertar al otro, lo cargo para acomodarlo dentro de las cobijas del kakebuton para que pudiese dormir mejor. Al hacerlo noto como ambas pantorrillas se hallaban vendadas.

- Maldita sea - Maldijo en silencio.

Había mucho que arreglar.

...

Curiosidad que agobia # 4

Amane sufre depresión desde que los sueños se manifestaron, ya que inconscientemente siente las emociones de su otro yo en cada sueño.

Tampoco ayuda que esos sueños se repitieran por tres años y volvieran a repetirse por otros tres años.