Al menos en su rebaño, Mei podría encontrar a alguien de su especie, tener hijos y educarlos, yo jamás podría negarle a mi amada lo que desea su instinto, al fin y al cabo, para que más nacemos con organos reproductores sino es para perpetuar la especie, ese es uno de los instintos principales que nos gobierna, y ahora pienso… que hubiera deseado nacer como cabra, en vez de lo que soy.

-Gabu… te he amado desde… siempre… pero tu nunca te diste… cuenta…

Mei susurraba, probablemente en un sueño pues entre balbuceos pude entender esa frase, no pude evitar mirarla con todo el amor que mi corazón me permitía, era ingenua, inocente, amable y… tan alegre, no entendía porque había tenido la suerte de encontrar aquél precioso tesoro y aún más la suerte de poder compartir algo tan bello como lo es el amor, me sentía el lobo más afortunado que hubiera caminado por esta tierra y también me preguntaba ¿que estaría soñando mi amada compañera que dijo aquellas palabras…

No lo pdía creer, estabamos los dos solos, solo Gabu y yo en un enorme campo de flores, ningun lobo a la vista ni señal de ninguna cabra, de hecho aquél hermoso sitio no se parecía a ninguno que hubieramos visitado en nuestras caminatas diarias, no, más bien parecía un sitio que solo podría recorrer en mis sueños, el sol iluminando todas esas bellas flores multicolor que tenían matices tan variados como el propio arcoiris, el cielo tan despejado que parecía que las nubes no pasaran por ese cielo, y los abetos, gigantescos como si fueran los propios picos nevados de las montañas, elevandose hacía el firmamento, mientras a lo lejos parecía que las montañas formaban una barrera natural que aislara toda la pradera, pero sin importar que tan bello se viera no igualaba la alegria de saber que Gabu estaba conmigo, eso era lo que hacía especial cualquier momento, lo volteo a ver y noto que se divierte jugando con un pequeño grupo de fragiles mariposas, ¿como es que un lobo que es capaz de testrozar la carne de un mordisco, de cortar la piel y la carne con sus filosas garras a cualquier animal y matar cualquier cosa que se moviera, podía tener la suficiente gracia para moverse a través de aquellas pequeñas criaturas sin siquiera llegar a tocar sus fragiles alas, pero él se veía muy feliz, como si fuera un cachorro revolcandose en la tierra, eso me hizo mucha gracia.

Me quedé mirando un poco más, hasta que vi que mi querido amigo se dejó caer sobre las flores y las mariposas se alejaban volando hacía algun otro lugar, fue entonces cuando me acerqué a él y me acomodé justo a su lado, contemplando el azulado cielo, me gustaba sentir que estabamos solos, que no había nadie más, que compartíamos cada momento de una manera muy especial, y sin duda así era, pues solo había un momento en el cual yo verdaderamente volvía a la realidad, y era cuando Gabu percibía la presencia de algun otro lobo, o alguna cabra, lo que era bastante raro, pero esta vez, no parecía que fuera a pasar eso, y fue cuando pensé…

-Oye Gabu, sabes… yo… tengo un secreto que no te he querido contar por temor a que te molestaras conmigo… pero ahora que estamos solos yo… quisiera contartelo… pero…

Mi voz parecía casi un susurro, ni siquiera me atrevía a mirarlo a los ojos, pero sentía su mirada y solo deseaba que cuando supiera ese secreto que había guardado por tanto tiempo no se fuera a molestar, pero ya no me sentía capaz de mantenerlo en secreto, mi corazón me pedía que le revelara lo que guardaba en mi interior, como si fuera el cofre de un tesoro, el tesoro más valioso y precioso de todos y era solo para él…

-No importa lo que sea Mei, nunca podría enojarme contigo, dime tu secreto y yo lo guardaré, sabes que jamás te traicionaria, después de todo somos amigos secretos no?…

Las palabras de Gabu me desanimaron un poco, pero estaba decidida, así que con un lento y profundo suspiro intenté tranquilizar mi corazón inquieto, pues mis pensamientos sobre lo que podría pasar me hacían sentir toda una gama de emociones, desde felicidad inmensa, hasta un terrible miedo, pero no había vuelta atrás era ahora o nunca y lo que sucediera ya no dependía de mi, pensé un último "perdoname Gabu" antes de abrir la boca.

-Gabu… y-yo… desde hace mucho tiempo… he sentido algo por ti… empezó desde que nos conocimos, y fue creciendo en mi con el pasar del tiempo, pero ahora es algo que ya no puedo seguir callando,, te amo Gabu, como una hembra ama a un macho… y no quería decirtelo porque… no estaba segura de lo que pensarías y no quería destruir nuestra amistad…

Me había girado antes de hablar para mirar a Gabu a la cara, y en ese momento es que lo ví, su mirada de sorpresa, su expresión perpleja, había metido la pata, y hasta el fondo, ¿que iba a suceder ahora? No lo sabía, pero solo podía esperar una respuesta de él, así que guardé silencio mientras mi mirada dejaba ver el temor de mi corazón, no quería que viera lo aterrada que estaba pero no podía evitarlo, mis emociones siempre se reflejaban en mi rostro.

-Mei yo… ¡cuidado! Huelo… ¡Lobos! Su aroma está por todas partes, pronto, huyamos Mei

Pero fue demasiado tarde, cuando quisimos huir, un gigantesco abismo había aparecido de la nada y cinco lobos nos rodeaban del otro lado, no había manera de escapar, estabamos acorralados entre los colmillos y el precipicio, sabía que yo solo no sería capaz de derrotarlos a todos y Mei no podría pelear contra muchos, entonces ¿que podíamos hacer?

-Gabu… se estan acercando… ¿que hacemos?

Aunque tuviera el deseo de proteger a mi amiga, sabía bien que había un gran problema, aunque sirviera de distracción, ellos me matarían con una gran facilidad y luego la perseguirían hasta atraparla, y yo no podría hacer nada porque estaría mal herido o incluso muerto, en ese momento pude ver la única alternativa, si saltabamos al precipicio moririamos, si pero al menos no sería tan horrible como morir a manos de esas bestias, en ese momento la miré, el miedo se reflejaba claro en mi rostro como si fuerael reflejo de mi cara sobre el agua quieta de algun lago, sin embargo algo en mi interior me dijo que no había alternativa y quizá el precipicio no fuera tan profundo, quizá podria haber alguna parte donde pudieramos caer sin sufrir lesiones graves… pero… y ¿si moriamos?

-Mei, escucha… no te gustará pero debemos saltar al precipicio, hay una gran posibilidad de que muramos pero al menos moriremos juntos, porque si intentamos pelear igual nos matarán, y si llegaras a escapar, no estaré yo para protegerte, de cualquier manera lo más probable es que te maten, por eso, Mei… saltemos juntos, yo te protegeré con mi cuerpo para que salgas con vida y puedas volver con los tuyos… ¿estas lista?…

Ella me miró con el mismo miedo, pero cuando terminó de procesar sus opciones asintió lentamente, sin duda aún tenía miedo pero ¿que más podrían hacer? Y si la muerte era todo lo que les esperaba, tenían la esperanza de que los dioses pudieran permitirles reencarnar de nuevo, esta vez con la posibilidad de elegir si reencarnan ambos como cabras o como lobos, finalmente compartirían una vida juntos, o al menos era lo que más deseaban.

-Estoy… lista, hagamoslo… Gabu

Al final Mei intentó disfrazar su miedo con una pequeña sonrisa así que decidí devolversela para que se sintiera un poco más tranquila, después de todo no era seguro que sobrevivieramos pero preferiamos entregar nuestras vidas a la oscura penumbra que a esas hileras de afilados colmillos, en ese momento…

-¡Ataquen al traidor!

La voz del que supuse era el lider se escuchó ronca y rasposa, era la tipica voz de un lobo cruel, en ese momento todos saltaron con todas sus fuerzas con la intención de caer sobre nosotros para aplastarnos con su peso y que no pudieramos huir, en ese momento nos miramos a los ojos Mei y yo y saltamos al vacio, escuchando de fondo los quejidos de nuestros atacantes, pero en ese momento intenté acercarme a ella y en ese momento la envolví con mi cuerpo, quedando ella justo arriba de mi, la protegería a cualquier costo, no me importaba pagar el maximo precio, si ella permanecía con vida, yo podía morir feliz.

-Tienes que vivir Mei, prometeme que sin importar lo que suceda, vivirás por ambos…

La miré con una gran sonrisa mientras que mis ojos se llenaban de lagrimas que parecían flotar hacía el cielo, pero al ver a Mei mi corazón se encogió, yo intentaba ocultar mi miedo para darle valor, que a pesar de que todo terminara ella podría seguir con su vida, pero el miedo que reflejaba su mirada y su expresión me hacía sentir como si la estuviera lastimando en vez de estarla cuidando.

-Gabu, no por favor… te lo suplico, no quiero perderte… prefiero renunciar a mi vida antes que perderte, te amo… te amo con todo mi corazón, por favor… dejame renunciar a mi vida y acompañarte al otro lado, por favor, te lo suplico.

Mei se abrazó con fuerza a mi hundiendo su rostro en el pelaje de mi pecho, mientras pronunciaba aquellas palabras en un tono de suplica, sabía que esas palabras venían directo de lo profundo de su corazón y sentí que si me negaba estaría traicionando a mi más querida amiga, por más que deseara que ella permaneciera con vida, por más que deseaba protegerla, entendí que a veces proteges a quien quieres aceptando las peticiones que vienen de lo más profundo de su corazón, en especiales cuando es una profunda suplica de amor.

Con mi pata levanté suavemente su rostro, sus ojos llorosos y sus mejillas empapadas me decían lo mucho que temía perderme, pero, a pesar de mis deseos, a veces el destino de dos criaturas era morir juntas, especialmente si es que se amaban tanto como Mei y yo lo haciamos.

-No te preocupes Mei… si eso es lo que tanto deseas, moriré a tu lado, cumpliré el deseo de tu corazón, aunque desearía que vivieras, siento que si muriera, te quitaría lo que más quieres en la vida y eso sería como matarte con mis propias patas… no quiero que sufras, al menos así moriremos rápido, pero juntos…

Mientras decía aquellas palabras veía como Mei sonreía de nuevo, en verdad no podía ecitar mentirle, pero si dejaba que muriera conmigo, habría fallado, pues a veces tenías que proteger a quien más amabas aunque fuera en contra de su voluntad, pero entonces ella hizo algo que no esperaba, usó mi cuerpo como soporte y se dispuso a dejarse caer a mi lado, pero en ese momento cuando la sujeté de una de sus patas para atraerla de nuevo hacía mi, algo, alguna especie de formación rocosa nos separó y no sé como sucedió pero el golpe fue tan fuerte que nos lanzó hacía lados opuestos, lentamente nos alejabamos mientras seguíamos cayendo.

-¡Mei!… vuelve Mei, no te alejes por favor…

Intenté decirle, casi gritando pero era inevitable, ella se perdía en la oscuridad de la penumbra y aún con mis ojos de lobo me costaba trabajo verla, no sabía que hacer, no tenía control de mi ni de mis movimientos, así que con temor por lo que pudiera pasar solo me deje caer…

-¡Gabu! ¡¿Donde estas Gabu?! Por favor… no me dejes sola… ¡Gabuuuuu!

Solo podía escuchar los lejanos gritos de mi querida amiga, pero estaba tann lejos que mi visión ya no me permitía distinguirla, en ese momento, creí que todo acabaría, que ambos moririamos solos y apartados, pero lo que menos me esperé fue… sentir que chocaba contra algo, pero no me lastimé, no sentí mayor dolor que el leve impacto contra el suelo, y cuando me dí cuenta, estaba frente a la manada, ellos me veían como si hubiera hecho algo terrible pero lo que nunca esperé fue… ver a mi padre, justo frente a mi, él era el viejo lider de la manada, antes de que Giro-san se hiciera cargo, al verlo, no pude evitar mirarlo con temor, su mirada no era nada amigable, pero no entendía, ¿porque me miraba de ese modo?, sin embargo no me dijo nada, en ves de eso daba vueltas a mi alrededor jusgandome, como si tratara de descubrir si era culpable o no…

-Gabu… he oido que una cabra es amiga tuya… dime… acaso ¿eso es cierto?…

Continuaba rodeandome, mientras me miraba esperando una respuesta, yo no estaba seguro si decir la verdad, ¿que pasaría si decidían matarme por traidor? Pero cuando pensé en Mei, su dulce sonrisa y su alegria, sentí que estaría traicionandola, por eso me hergui lo más que pude hasta parecer una solemne estatua y respondí sin mirar a mi padre.

-Si padre, pero no es solo eso, ella es más que solo mi amiga… la amo y ella me ama, queremos ser compañeros y vivir juntos el resto de nuestras vidas…

No entendía de donde, pero sentí la valentía que mi corazón se había reservado por tanto tiempo, si, era mi padre pero no dejaría que ni siquiera él destruyera aquello que que se forjó con honestidad, amabilidad, confianza, respeto y sentimientos verdaderos, nada que ver con lo que era el mundo de los lobos, pero verdaderamente no importaba, no los necesitaba a ellos para ser feliz, mi lugar estaba al lado de… quien lo iba a decir... una cabra

-Conque la amas ¿he?… dime… ¿que harías si atacaramos su rebaño y mataramos a todas esas inutiles y apestosas presas para luego devorarlas hasta que no queden más que sus huesos?…

En ese momento, me asusté, ahora entendía porque era el lider de la manada y porque todos le temían, pero casi de inmediato una ira incontrolable se encendió en mi corazón, extendiendose por todo mi ser, la ira tensó todo mi cuerpo, mis garras se extendieron dejando profundos surcos en la tierra, estaba completamente enfurecido pero no podía moverme, entonces todas esas poderosas emociones explotaron a través de mi hocico.

-¡Te lo advierto padre, atrevete a tocar uno solo de sus cabellos y te juro que estas garras y estos dientes te destrozarán como si fueras una insignificante presa, ella vale más para mi que todos ustedes, y si es preciso los mataría a todos antes que dejar que le hagan daño… No me importa si me juzgan como un traidor, ni si me cazan como tal, pero mejor será que olviden que ella siquiera existe… por su propia seguridad!

No podía creerlo, yo, estaba amenazando solo a toda mi manada, incluso podía sentir como mis labios se levantaban y mis filosos colmillos relucían amenazantes contra ellos, esperaba que en cualquier momento todos se lanzaran en mi contra, pero en vez de eso todos agacharon sus cabezas en señal de reverencia, no entendía lo que estaba pasando, acaso estaban aceptandome como lider ¿a pesar de todo lo que les había dicho? Y mi padre… él estaba muerto… ¿como era posible? Pero entonces todos giraron su cabeza hacía un lado señalando a mi lado izquierdo y no pude evitar voltear, pero no había nada, ¿quisieron engañarme y atacarme por sorpresa? Fue en eso cuando al volver a voltear a verlos, ya no estaban, todos habían desaparecido y ni siquiera su olor el cual había captado antes permanecía, ¿que estaba pasando?

-¿Q-que sucede aquí?…

Dije un poco asustado mientras miraba a todas partes confundido, en ese momento fue que noté como el brillo del sol se volvía sumamente intenso, obligandome a cerrar los ojos con fuerza, y sin poder ver lo que sucedía, solo sentí como el ambiente cambiaba, de un clima cálido y agradable, a un frio cada vez más intenso, al final no me importó si me lastimaba los ojos pero necesitaba saber que estaba sucediendo, pero cuando los abrí, no salía de mi asombro, ya no había tierra, ni pasto, ni flores, ahora estaba flotando de alguna manera, en un espacio oscuro lleno de pequeños puntos brillantes que se extendía hasta donde alcanzaba la vista, pero al mirar abajo pude verlo, una gigantesca bola de colores variados, no sabía en que lugar estaba, ni que era esa cosa, pero lo único que si reconocí fue el sol, brillando intensamente desde lejos.

-Es hermoso ¿no? Ahí abajo es donde tu y Mei viven, y aquí donde estamos es llamado "universo", un espacio enorme lleno de soles como el suyo, solo que se encuentran muy distanciados y es por eso que parecen pequeños puntos de luz…

En cuanto escuché aquella voz rapidamente me di vuelta y no podía creerlo, vi una extraña criatura, más alta que una cabra y en su frente se alzaba orgulloso un único cuerno con forma espiral, blanco como la luz misma del sol, y estaba cubierta de un pelaje que aveces relucía en un precioso color plateado como la luz de la luna y en otros, un dorado sobrio como el sol al atardecer, pero al mirar bien era igualmente un pelaje blanco como su cuerno, sus orejas estaban levantadas y en dirección a mi, mientras que sus ojos, tan negros como la oscuridad misma y su hocico más largo que el de una cabra, pero sobre todo, no podía dejar de ver su pelo, una larga melena y el pelo que conformaba su cola, poseían mechones de colores variados, hasta lograr formar un suave arcoiris que ondulaba, aunque no sentía que hubiera viento alguno en ese lugar.

-Disculpa… pero… ¿quien eres tú?… y… ¿como sabes de Mei?

La miré con cautela mientras se acercaba hacía mi, sin duda ese cuerno tenía una punta bastante afilada, si quisiera podría atravesarme con eso, pero vi como se echaba en lo que podríamos llamar "suelo", aunque en realidad no hubiera nada parecido, aquella extraña criatura me miró por un segundo y entonces lo entendí, deseaba que me acercara para poder hablar conmigo, la verdad no conocía sus intenciones por lo que me senté justo frente a ella, cuidando la distancia de su cuerno.

-No te preocupes Gabu, no te haré ningun daño… y si mi cuerno te incomoda… quizá prefieras una apariencia algo más amigable…