¡Hola! Es Frane, lamento desaparecer por tanto tiempo, aunque lo he sentido como un simple parpadeo. Para agosto del año pasado perdí el lugar donde estaba viviendo así que fue sumamente difícil encontrar un nuevo sitio y más por todo este tema de la pandemia. Pensé que nada podría empeorar, pero sí. ¿Han pasado por una enfermedad silenciosa? En diciembre se activó en mí, me hicieron una biopsia y descartaron cáncer, mi alma volvió a mi cuerpo. En enero me sometieron a una cirugía y sigo en recuperación. Aún mantengo mi empleo tóxico y probablemente pueda obtener una beca en la universidad. Lo que me pone feliz es ver que sigue habiendo lectores y comentarios. ¡Espero y disfruten este nuevo capítulo silencio-amigos!

Haikyuu! es propiedad de Haruichi Furudate, esta historia es sin fines de lucro.


Tiempo muerto.

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Por Fraanej

Capítulo 4. Un fan inusual.

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A menudo el temor de un mal nos lleva a caer en otro peor. - Nicolas Boileau


Era temprano, una mañana cálida y silenciosa. El único sonido alrededor era el motor del autobús junto con los ronquidos de algunos de los jugadores del Karasuno. En la parte delantera iba manejando el entrenador Takeda, detrás de él se encontraba Ukai, quien parecía susurrarle algo referente a lo mucho que lo relajaban los viajes en carretera.

Detrás de ellos, del lado izquierdo, estaban Yachi y Kiyoko, la pelinegra le estaba mostrando una revista de deportes a la rubia, aparecían los integrantes de los equipos que jugarían en los partidos. De su lado derecho, Tsukishima y Yamaguchi compartían unos auriculares, estaban viendo una película en el celular del bloqueador central.

Más atrás, se encontraban Kinoshita y Narita dormidos, del lado opuesto, Ennoshita y Tanaka, también víctimas de Morfeo. Al final del autobús, del lado derecho estaba Asahi junto con Noya, la estrella lucía cansada, pero hacía un esfuerzo por escuchar con claridad los estallidos de emoción del líbero, sus discursos acerca de cómo estaría cuidando su espalda eran algo que siempre le brindaban tranquilidad antes de los juegos, aunque era algo que nunca admitiría en voz alta.

Del lado izquierdo estaba Hinata, tenía su rostro escondido entre las piernas, temblaba ligeramente, pero era algo demasiado estresante para quien se encontraba sentado junto a él: Kageyama Tobio.

"Oi boke, ¿podrías quedarte quieto?" Kageyama le pidió con voz ronca. La mayoría de veces solía quedarse dormido en los automóviles, el movimiento ligero y la brisa del viento lo arrullaban. También era una clase de mantra para mantenerse concentrado y con la energía suficiente para jugar.

Se limitó a seguir observando al pelirrojo, al no obtener respuesta le dio un ligero golpe con el codo. ¿Estaría dormido?

"Es de mala educación no responder cuando te hablan, Hinata boke" Aceptó que el sueño no era algo que podría conciliar, no con el nivel de estrés que Hinata le provocaba.

"No podré jugar" Un susurro salió de los labios del pequeño cuervo. Se sentó de forma adecuada y se frotó la nariz con la manga de su chamarra.

"¿Qué quieres decir? Si te sientes mal sólo vomita" Tobio se acercó dispuesto a ayudarle a abrir la ventana, pero Hinata lo detuvo.

En ese preciso momento Tobio se congeló. Hinata tenía las mejillas enrojecidas, el sudor corría por su frente y estaba empapado de lágrimas.

"Tengo miedo…" Hinata forzó una sonrisa, en seguida sacudió su cabeza, como si tratase de borrar lo que sea que estuviese atormentándolo.

"No debes preocuparte, sólo concéntrate en saltar…" Kageyama se aclaró la garganta, la vista frágil de Hinata lo había tomado por sorpresa. Necesitaba mostrarse confiado ante sus compañeros. "Yo te haré llegar el balón, no perderemos"

"No es eso, yo-" Hinata tomo un momento, pensando claramente en sí era un buen momento para hablar. Decidió seguir. "Yo no me siento seguro, lo siento…"

"¿Cómo puedes decir eso a estas alturas? ¡Hemos llegado muy lejos con este equipo!" Kageyama pareció no darse cuenta de lo que verdaderamente le molestaba a Hinata.

"No es por el equipo…" Hinata susurró. "Entonces, ¿cuál es el maldito problema? ¡Debes confiar en que podremos ganar!" La voz de Kageyama comenzó a elevarse, estaba realmente molesto por los comentarios del cuervo.

"¡Tengo miedo de que él esté aquí!" Hinata volvió a romperse. "¿Y si aparece? ¿Qué se supone que debo hacer? ¡Yo no pude detenerlo antes!"

Todos los sonidos desaparecieron, algunos ojos fueron dirigidos a la pareja. Kageyama cayó en cuenta del rumbo que estaba tomando su conversación con el pelirrojo.

No podía culpar a Hinata por tener miedo. Aquel tipo seguía libre, nadie estaba seguro de cuanta información tenía acerca de Shoyo, podría ser que no se limitara únicamente a que era estudiante de la preparatoria Karasuno y que formaba parte del equipo de volley. Le pidió a Dios que fuese sólo un estudiante, pero, ¿y si no?

Podría ser alguien con mucho más poder, quizás algún entrenador o juez, alguien con relación con los organizadores del torneo. De ser así, claramente tendría acceso a las listas de los partidos junto con las sedes donde se realizarían, conocería esta información muchísimo antes que el profesor Takeda.

De igual forma, no es como si tuviesen a una patrulla o una clase de guarda espaldas para Shoyo. Todos habían escuchado de la boca del pelirrojo que no quería volver a jugar, empezando por el miedo y culpabilidad que le provocaba ver a la estrella, también porque alguien relacionado con lo que más lo apasionaba fue quien le arrebató las ganas de vivir por un momento.

Los padres de Hinata habían aceptado que este fuese a los juegos porque sinceramente ese era su sitio. Hinata necesitaba esto, junto con el apoyo de sus amigos. Necesitaba comprender que aquel suceso no era el fin de su vida.

Kageyama se puso demasiado ansioso por aquello, sentía como su corazón latía con fuerza, sujetó sus rodillas y sus manos parecían deslizarse por la tela de sus pantalones. Estaba sudando. ¿Qué podría hacer? Lo había arruinado nuevamente. ¿Qué pensarían el resto de sus compañeros de esto?

Se había comprometido a cuidar a Hinata. Quería protegerlo, el recuerdo de no haber devuelto la llamada del pelirrojo aquella noche o no haberle preguntado a alguien más sobre Shoyo lo seguía atormentando. ¿Y ahora? Era egoísta, comprendía como otros se molestaban porque ocasionalmente (casi siempre en realidad) el volley era en lo único en lo que pensaba. No se dio cuenta de que Hinata se sentía inseguro y ahora había arruinado el ambiente tranquilo antes de su primer partido. ¡Ni siquiera habían pisado el gimnasio!

"Kageyama, lo siento… sólo olvídalo" La voz de Shoyo lo hizo volver en sí. Hinata pudo ver como Tobio se rompía la cabeza tratando de encontrar la respuesta correcta ante su preocupación.

"Estaremos bien, todo estará bien, Hinata boke"

Recordó su partido 3 vs 3, la forma en que su ataque rápido apareció, y su declaración ante el armador acerca de que desconocía la forma de no confiar en él. La sonrisa torcida del armador era todo menos agradable, espeluznante hasta cierto punto, pero lo hizo sentir mejor.

Shoyo conocía a Tobio, sabía que era todo un manojo de emociones, la ansiedad y su personalidad no eran una buena combinación, pero ver como a pesar de ello, seguía tratando de ayudarlo, fue algo que le daba seguridad. Estar con Kageyama lo hacía sentir bien. Le daba fuerza, lo impulsaba a querer ser valiente.

Se miraron por unos segundos, sin saber que más decir. Hinata había dejado de llorar y Tobio seguía con esa mirada jodidamente molesta tratando de ser amable, como lo describiría Tsukishima. Tobio deslizó su mano derecha sobre una de las piernas de Hinata. El calor que irradiaba el cuerpo del armador le envió un choque eléctrico a Hinata por toda su columna vertebral.

Finalmente, un fuerte suspiro por parte del capitán los hizo despertar. Kageyama retiró su mano rápidamente. Su rostro estaba rojo, sentía como si Hinata lo quemara. Y ciertamente no estaba lejos de la realidad. Hinata era un sol después de todo.

"¡Oi Daiichi! ¡Urusai!" El chillido molesto de Suga hizo reír a la mayoría. El ambiente tenso estaba desapareciendo, podrían dar por cerrada aquella inseguridad del pelirrojo, al menos por ahora.


Después de un rato llegaron al gimnasio. Fue emocionante ver tantos jugadores portando uniformes distintos. Todos se sentían excitados, para todos los equipos el perder nunca había sido una opción y el camino del éxito no era fácil de alcanzar, pero tampoco imposible.

Los viejos hábitos no desaparecerían con facilidad. Asahi seguía trazando calma en una de sus palmas, una clase de mantra para quitarse los nervios. Yamaguchi se acercó a Yachi, preguntando por algún medicamento para los nervios, ella le aclaró que hablando de su miedo se sentiría mejor. Tadashi habló fuertemente sobre cómo había fallado en el último partido contra Aoba Johsai, sonrío al ver que la rubia había tenido razón, aunque al instante esta se sujetó el estómago y sintió pánico.

Kiyoko sonrío ligeramente por sus compañeros menores y Tsukishima simplemente dio un chasquido con la lengua. Kageyama había perdido de vista a la mandarina luego de bajar del autobús, aunque Suga le aseguró que quizás estaba en los sanitarios.

Daiichi dio la orden de que terminaran de alistarse para bajar a la cancha, a lo que todos asintieron emocionados.

En un pasillo lejano Hinata se encontraba fuera del baño de hombres. Con una fuerte inhalación se dispuso a abrir la puerta, pero una figura desde el otro lado se le adelantó. Hinata resbaló hacia adelante y choco contra el pecho de aquel tipo, iba disculparse cuando el pánico volvió a invadirlo.

"¡No estorbes!" El mayor lo había atrapado de la caída. Toda la fuerza que Shoyo había juntado luego de su charla con Kageyama se había esfumado.

"¡Suéltame! ¡No te atrevas a tocarme!" Sus gritos alarmaron al muchacho. "¡No hagas ruido!" Volvió a gritar el mayor, miró a su alrededor y otras personas parecían darse cuenta de lo que parecía ser una pelea. Esto era un problema, pensó, puesto que podrían descalificarlo por una posible agresión.

"¡Nooo! ¡Alguien ayúdeme! ¡Por favor!" Los gritos del pelirrojo seguían subiendo de tono, se sacudió fuertemente y trató de soltarse del mayor. Sentía como aquellas manos le apretaban los brazos con fuerza.

Otro tipo se acercó a ambos y los separó. Hinata se quedó tirado en el suelo y vio detenidamente al muchacho que lo sujetaba. Era mucho más alto que él, usaba un uniforme azul con blanco, llevaba el maldito cabello largo hacia atrás y una mirada molesta.

"¿Cuál es tu problema? ¡Eres sólo un niño! ¡Vuelve con tus padres y deja de causar molestias!" El pelinegro volvió a gritar. Salió rápidamente del baño y desapareció.

Hinata estaba tan absorto en sus pensamientos que no se dio cuenta de la otra persona que se encontraba detrás de él. Se había grabado el rostro de este nuevo sujeto. Trató de calmarse, convenciéndose de que, por la forma en que reaccionó, él no era su agresor.

Se recordaría más tarde de pedirle una disculpa si volvía a verlo. Después sintió como unas manos subían por su pecho. "¿Estás bien, niño?"

El aliento ligero contra su oreja lo volvió a alarmar. ¿No era el único fuera de ese baño? Intentó moverse, pero su cuerpo no reaccionaba. No lograba escuchar a nadie más, quizás todos se encontraban en las canchas, ¿cuánto tiempo había pasado?

Respiró pesadamente y lentamente trató de levantarse. Su preocupación aumentó cuando esto le fue imposible. "¡Tranquilízate! Ese tipo ya no está aquí"

Shoyo contó mentalmente del 1 al 10, un juego por parte de su madre. Un recuerdo borroso le vino a la cabeza:

"¡Shoyo! ¿Qué debemos hacer para calmarnos?"

"¡Contar mamá! ¡Hay que contar!"

"Shoyo-kun, ¿te sientes bien? Será mejor que te apresures, o comenzarán el partido sin ti" La persona detrás de él lo ayudó a levantarse.

"Sí, ya estoy bien. Gracias…" Hinata giró sobre sus tobillos y se inclinó en agradecimiento. "¿Quién eres?" Se atrevió a preguntar luego de levantar su rostro.

"Eso no importa ahora, debes correr, ¡el equipo no podrá jugar sin ti!" Aquel sujeto era muy alto, casi como Tsukishima, su estructura era ancha, llevaba una clase de kimono, un sombrero floreado y unos lentes de sol.

"¡De acuerdo! ¡Gracias por todo señor!" Hinata le respondió.

"¡Haría todo por mi estrella favorita de Karasuno!" El hombre gritó, mientras veía correr al pelirrojo y como se perdía entre los pasillos. "Y me dio gusto volverte a ver…" Sin más, se marchó lejos de esos sanitarios.

El regañó de Daiichi no se comparaba en nada con los gritos de Kageyama, aunque sólo se limitara a ¡Boke! ¡Hinata boke!, tampoco ayudaba como Tanaka se burlaba del armador y como este se veía en la necesidad de continuar gritando alguna mezcla extraña de insultos que eran incomprensibles.

Se sorprendió cuando después de la formación vio al mismo sujeto del baño del otro lado de la red.

"No me imaginé que volveríamos a vernos tan pronto" Su voz ronca hizo temblar a Hinata.

"¡Lamento lo que pasó! ¡Te confundí con otra persona!" Hinata chilló.

"¡Te haré pagar por lo que hiciste pequeño idiota!" El capitán del equipo contrario, Yoshiki Towada, era un tipo poco agradable. "¡Vamos a aplastar a estos cuervos!"

Kageyama se acercó al pequeño bloqueador, percatándose de su corta charla. "Oi idiota" Habló, llamando la atención de Towada.

"No sé de qué mierda hablas, pero no los dejaremos ganar" Ante aquella aparición del armador, Hinata volvió a sentirse seguro. Después de todo, ese pequeño encuentro había sido una confusión, ¿verdad?

El entrenador Ukai vio detenidamente el juego, se había tentado a cambiar a Hinata en más de una ocasión. Hinata había estado jugando bien, pudo salvar algunos balones y atacar con regularidad. Aunque no negaría que pareciera flaquear cuando el capitán del equipo contrario saltaba contra la red en compañía de esos otros dos monstruos enormes que tenía por compañeros.

En silencio, Takeda le susurró a Ukai como este primer partido podría tornarse algo terapéutico hasta cierto punto. Los entrenamientos no habían salido del todo bien, tomando en cuenta la inasistencia de Hinata y como volvió a integrarse, el cómo hablar sobre su desconfianza hacía la estrella en aquella reunión pudo desestabilizar la unión del equipo.

Ukai se estaba poniendo ansioso, de lejos podía ver a su abuelo en las gradas. Sujetaba su barbilla con una mano llena de arrugas, no sonreía, se veía pensativo. No iba a mentir, había hablado un poco con él, pidiendo consejos sobre cómo lidiar con esta situación, no se sentía seguro acerca de la enseñanza que sus muchachos necesitaban en este momento.

El abuelo Ukai había sido muy sincero con su nieto, después de patearlo y negarse a ayudarlo, dejando claro que él debía solucionar sus problemas solo. Luego de escuchar detenidamente el accidente de Shoyo, comprendió lo roto que parecía el equipo en este partido.

Más que un equipo, eran una clase de manada, y si alguien no se sentía bien, el resto lo resentiría. Tampoco eran muy experimentados, además de que la mayoría de sus jugadores fueran novatos tampoco ayudaba del todo.

Finalmente, Ukai optó por confiar en el pelirrojo. Estaba seguro que sacarlo de la formación porque no estaba jugando con todo su potencial lo destrozaría. Hinata había vuelto y se estaba aferrando a la victoria.

El ambiente estaba tenso dentro de la cancha. Todos estaban luchando por coordinarse y no bajar el ritmo, aunque era sumamente difícil no perder la concentración. Hinata se encontraba en la parte delantera junto con Tanaka y Kageyama, seguía corriendo de un lado a otro sin parar, sentía sus piernas pesadas y podría jurar que, por instantes, su mirada de nublaba al tratar de redirigir el balón al otro lado de la red.

Dio un fuerte chasquido y observó como los otros jugadores parecían susurrar entre ellos para después mirarlo junto con un montón de sonrisas burlonas. El capitán les explicaba como el pelirrojo parecía hacerse muchísimo más pequeño cuando se encontraban de frente. Podría ser el equipo de la preparatoria Ohgi Minami fuera más reconocido por perder contra el Shiratorizawa en lugar de destacar por su fuerza, sin embargo, hoy parecían tener una buena racha.

"¡Tenemos un pase sencillo! ¡No hay que desperdiciarlo!" Volvió a gritar el capitán. "Gracias por dejarme seguir rematando, niño"

Noya corrió hacia Hinata y le palmeó la espalda, indicándole que era hora de cambiar de jugadores por la siguiente rotación. Shoyo se dirigió a la parte trasera de la cancha y vio a Tsukishima correr al frente.

"No los escuches, yo me encargare enano" Tsukki le dijo sin siquiera mirarlo. "¡Tsukki es increíble!" El chillido de Yamaguchi resonó demasiado fuerte para el gusto del rubio, quien sólo se limitó a ignorarlo, no sin antes darle el típico Yamaguchi, urusai.

Hinata corrió hacia donde estaban sus demás compañeros y observó detenidamente como su equipo comenzaba a atacar con más regularidad. Suspiró pesadamente y miró al suelo. ¿Realmente esperaba que todo siguiera como si nada? ¿Cómo podría? Muy en el fondo sentía que estaba en el lugar incorrecto.

"Hinata, no te preocupes, nuestro equipo es fuerte" Sugawara colocó una de sus manos sobre la cabeza pelirroja del menor y jugueteó con su rizada cabellera. "Recuerda lo que dijo Kageyama, todo estará bien"

El cuervo miró con algo de tristeza a sus compañeros. No quería decepcionarlos ni mucho menos abandonarlos, pero no se sentía del todo bien. Sabía por su propia mano que no estaba jugando como solía hacerlo y que el encuentro con el otro capitán en los baños no había sido de mucha ayuda.

A pesar de todo, sus compañeros le dedicaron una formación, uno detrás de otro, sujetándose de los hombros y levantando una pierna, para gritar: ¡Ánimo Hinata!.

Nadie culparía a Hinata por tener dificultades para volver a integrarse. Sabían que estaba luchando internamente. Nadie hablaría en voz alta sobre como en los vestidores el pelirrojo corría detrás de Kageyama, pidiéndole discretamente que le ayudase a cubrirse mientras se vestía. Tampoco hablarían sobre como las manos del menor temblaban contra el rose del uniforme, o la mirada molesta que le dedicaba a su reflejo. Tenían que aprender a unirse con esta nueva persona que tenían por compañero, que, aunque compartiese la misma cara con Shoyo, no era el mismo. Todos lo entendían y lo apoyarían sin importar nada.

Momentos después el silbato del árbitro sonó a favor del Karasuno. Los puntajes siguieron cambiando, el Ohgi Minami empezó a quedarse abajo por mucho. Hubo otro sujeto que les gritó desde las gradas sobre lo mal que parecían jugar y que no debían conformarse. Algo confuso para todos los observadores.

Finalmente volvieron a atacar, dejaron de lado la idea de que tenían ganado el partido. El Karasuno se puso a la par, y con mucho sudor pudieron quedarse con 2 sets.

Después de un tiempo de descanso, el equipo esperaba ansioso su siguiente partido. Desde la sección de las gradas observaron el partido actual, había mucha gente animando al equipo con el uniforme verde, lo que más llamó la atención fue la mención de un jugador de 2 metros. A pesar del nerviosismo que Shoyo sentía a causa de la diferencia de altura que tenía en comparación con ese alto jugador, se sentía con más confianza y libertad para jugar.

Fue otro juego reñido, sin embargo, el Karasuno logró abrirse paso contra el Kakugawa. Después de estrechar las manos con el equipo contrario, el profesor Takeda les indicó que se dirigieran hacia el autobús y que hablarían una vez que llegaran a su escuela.

"Kiyoko-sempai, ¿necesitas ayuda?" Yachi le pregunto a la manager del equipo, al ver que ella iba en dirección opuesta a la salida. "Sólo revisare que nadie haya olvidado sus cosas, puedes adelantarte, ¿de acuerdo?" La sonrisa fresca de Kiyoko tranquilizó a la rubia, quien salió corriendo junto con los demás cuervos.

"¡AAAAH!" Hinata gritó, mientras revisaba desesperadamente su mochila.

"¿Cuál es el problema Hinata boke?" Kageyama habló con estrés.

"¡Olvide mi comida! ¡En un momento regreso!"

No le dio tiempo al armador de responderle, Hinata ya se había perdido entre el resto de los jugadores. Giró en un pasillo, estaba listo para subir unas escaleras cuando a lo lejos alcanzó a ver a la manager, estaba rodeada por un montón de estudiantes.

Uno de ellos era muy alto, tenía el cabello rubio y despeinado, junto con un pendiente muy grande en la lengua. Lo más repulsivo era la forma en que se sujetaba de la espalda a la pelinegra sin dejarla ir, pudo escuchar cómo insistía con que le diese su número de teléfono, y como Kiyoko le pedía amablemente que le soltase.

La adrenalina brotó de golpe en su cuerpo, no supo cómo, pero en un instante ya se encontraba entre ese muchacho y su manager. "¡Suelta a Shimizu-sempai! ¡De-debemos irnos!"

El rubio empujó a Hinata lejos de Kiyoko y junto con sus compañeros lograron encerrarla dentro de un circulo que habían formado.

Shoyo cayó al suelo, estaba a punto de levantarse cuando otra mano lo jaló del cuello de su camisa.

"Lo siento, no pude esperar para verte, Shoyo-kun"

Hinata lo miró fijamente. Era el mismo hombre que se había encontrado en los baños. "Lo-lo siento, debo ayudar a mi compañera"

Trató de alejarse, pero el tipo lo colocó contra una pared. Acercó su rostro, Hinata se congeló al instante, sintió como la lengua del tipo se deslizaba contra su cuello y subía hacia su oreja.

Estaba a punto de gritar, pero el hombre le tapó la boca con la otra mano. Hinata sintió como el agarre contra su cuello disminuía, la mano del tipo le levantó la camisa y le acarició lentamente el vientre.

Lágrimas ligeras empezaron a deslizarse por su rostro. Miró a su alrededor, parecía una broma, había otras personas caminando a su alrededor, pero nadie parecía notar lo que estaba sucediendo.

Había demasiado ruido, entre las porras y el sonido de los balones estrellándose contra las canchas, el chirrido de las zapatillas de los jugadores, y un poco más cerca, la voz de Kiyoko negándose con los otros sujetos, exigiéndoles que la dejaran en paz.

Un dolor repentino en su cuello lo hizo volver a prestar atención al sujeto que tenía enfrente. ¡El tipo lo estaba mordiendo! Podía sentir como su piel era succionada fuertemente por los labios de este desconocido. Seguramente encontraría una marca en su cuello más tarde.

"Nadie puede escucharte, ¿realmente te olvidaste de mí tan pronto?"

Las pupilas del cuervo se dilataron, lo miró fijamente sin creer lo que sus oídos acababan de escuchar. Su corazón latió con fuerza, su pecho subía y bajaba de forma irregular, estaba sudando frío. Estaba tan confundido pero la reacción de su cuerpo hacia los toques que le proporcionaba el mayor únicamente le confirmaron su mayor terror.

Su cabeza comenzó a doler. No podía hablar, ni moverse, la respiración del hombre se volvió más lenta, se acercó más a Hinata de forma que quedara cubierto con su cuerpo. Su mano bajó hasta las caderas del pelirrojo. Jaló cuidadosamente el listón de los pantalones cortos de Shoyo y se quedó quieto. Se relamió los labios y depositó un beso contra los rizos de la frente de Hinata.

"No podía esperar a verte de nuevo, ¿te dije que soy tu mayor fan? No podrás escapar de mi"

Detrás de ellos resonó un grito. La adrenalina de Hinata lo invadió, levantó una de sus piernas y con un movimiento rápido golpeó la entrepierna del otro sujeto. Este lo soltó al instante y cayó al suelo. El pequeño bloqueador aprovechó la oportunidad y corrió, chocó contra los muchachos que tenían encerrada a la manager, logrando quedar entre la multitud.

"¡¿Qué es esta mierda?!" Uno de los sujetos lo reprendió.

"¡Dejen en paz a Shimizu-sempai!" Hinata sujetó a la pelinegra de un brazo y corrieron por el largo pasillo.

Más adelante bajaron por unas escaleras y a lo lejos pudieron ver una silueta de color verde. Era el profesor Takeda, se veía sumamente preocupado. Al llegar a la salida del gimnasio, el resto de los cuervos se acercaron a la pareja, pidiendo una explicación por su tardanza. Shimizu trató de calmarse, seguía un poco nerviosa por la forma en que aquellos muchachos la habían acosado.

"Oi algo le pasa al enano" La fuerte voz de Tsukishima llamó la atención del capitán del equipo.

Hinata estaba tirando en el suelo, respiraba con dificultad y vomitó. "¡Hinata! ¡Rápido! ¡Traigan agua y hagan espacio!" Daiichi exigió al resto del equipo.

Yamaguchi sacó de su mochila una botella con agua y se la entregó al capitán, detrás de él, Asahi se acercó con un pañuelo y se lo dio a Suga, expresando que no quería provocar más tensión. La estrella era uno de los integrantes que más pánico sentía a casi todo lo que se encontrase a su alrededor.

Daiichi ayudó a que Hinata se pusiera de pie, lo sostuvo junto con Sugawara para evitar que pudiese caerse. "Hinata, ¿qué sucede?" Koshi preguntó lo más suavemente que pudo.

"¡Él está aquí! ¡Necesito irme!" Hinata colocó sus manos contra sus rizos y se jaló el cabello hacia atrás, estaba demasiado agotado pero lo suficientemente asustado como para volver a bajar la guardia como lo había hecho antes.

Detrás de ellos, apareció el entrenador Ukai junto con Kageyama, el armador llevaba una charola con unos sándwiches y refrescos, los cuales se cayeron cuando soltó el recipiente.

"¿Qué es lo que acaba de decir?" Le preguntó a su entrenador, el cual brincó sorpresivamente al ver como los alimentos se desparramaban por el cuerpo del armador. "¡Muchachos! ¿Qué es todo este escándalo?" Ukai gritó en dirección al capitán.

"¡Suéltame! ¡No dejaré que vuelvas a lastimarme!" Hinata comenzó a luchar en contra del agarre de Suga. "Hi-Hinata cálmate, no voy a hacerte daño" El mayor habló con cautela, se dispuso a soltar al pequeño bloqueador y darle espacio suficiente para que pudiese respirar.

Shoyo trató de asimilar todo lo que estaba ocurriendo, su cuerpo se sintió pesado, sin cuidado colapso frente a sus compañeros.

Suga logró atrapar al menor, todos a su alrededor estaban demasiado angustiados y preocupados por lo que ocurría con Hinata.


Horas más tarde el pelirrojo despertó. Se levantó de golpe y vio a su alrededor. No se encontraba en su habitación. Un sonido a su lado izquierdo lo hizo brincar. "¿Cómo te sientes enano?"

Tsukishima estaba sentado junto a él, leía un libro muy grande con ilustraciones de dinosaurios en una de las páginas. No le presto mucha atención al rubio, volvió a ver a su alrededor, algunos de sus compañeros estaban durmiendo en sus futones. Sus mochilas estaban en una esquina de la habitación y había un aura tranquila dentro de esa gran habitación.

Podía oler el shampoo de canela de Yamaguchi, había una melodía tranquila, probablemente era Noya, solía escuchar música para dormir. De su lado derecho se encontró con Kageyama, respiraba despacio, sujetaba un cartón de leche y llevaba su cabello despeinado.

Recordó que acababan de tener 2 juegos, ¿estaba tan cansado que lo había olvidado? ¿Y aquel tipo? ¿Fue una pesadilla? Deseaba tanto que fuese así, sin embargo, un pinchazo en su cuello decía lo contrario.

"Tsukishima… no puedo…" Se acercó al rubio y lo tomó por un brazo. Tsukishima lo miro perplejo. Dejó el libro en el suelo, se acomodó las gafas y suspiro con fastidio. Odiaba lidiar con cualquier situación ajena a su persona, pero también entendía la fragilidad de la situación por la que el pelirrojo estaba pasando.

"¿Terminar un juego sin desmayarte? Todos lo sabemos, no deberías preocuparte por eso idiota" Trató de sonar neutral y despreocupado. No quería someter a Hinata a más estrés.

"Ya no puedo más, no de nuevo" Shoyo volvió a romper en llanto, se abrazó con más fuerza al mayor, como si tuviese miedo de que pudiera desaparecer.

"¿Qué quieres decir con eso?" La pregunta del mayor despertó al resto del equipo, aunque nadie se atrevía a moverse de su sitio.

"Ese hombre sabía dónde estaba…" El pelirrojo hizo una pausa para tomar aire. "Sabe mi nombre y dijo que…" Volvió a tomar aire. Estaba siendo demasiado difícil hablar en voz alta sobre lo ocurrido.

"Enano, no es necesario que me expliques, necesitas descansar" Tsukki trató de recostar a Hinata, pero este opuso resistencia. Claramente termino cediendo, su pequeño cuerpo no sería un problema para lo grande y fuerte que era el rubio.

"Dijo que no podría escapar… y tengo tanto miedo…" Su llanto se hizo más fuerte.

Tobio se giró y abrazó al menor. Le dolía tanto ver a Hinata en esta situación. La culpabilidad seguía atormentándolo. El bloqueador había dejado claro que no quería volver a jugar, que no estaba listo y, de todas formas, él insistió para que volviera a los entrenamientos. Si Shoyo se hubiese quedado en casa, ¿podría haberse evitado esta situación?

Su corazón se rompía, cada noche, desde el accidente, un vacío en su interior crecía. Quería proteger a Hinata, quería ayudarlo, que todo mejorara y pudieran volver a ser lo que eran.

La puerta de la habitación se abrió, el profesor Takeda entró. "¿Hinata-kun despertó? Sus padres acaban de llegar"

Tobio se movió un poco para que Hinata se pudiera levantar, pero él no lo dejó. Sintió como las pequeñas manos del pelirrojo se aferraban con fuerza a su espalda. El cuello de su playera comenzaba a humedecerse con las lágrimas del menor. Sabía lo que ocurriría después. Hinata tendría que irse, quizás volvería al hospital o tendría que hacer otra declaración con los oficiales.

Sea lo que sea, ojalá pudiese evitar esas incomodas y dolorosas situaciones. No soportaba la idea de alejarse del menor. Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por salvar a Hinata, y no dejaría que nadie volviera a lastimarlo.


Continuara.

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Capítulo 5. Declaración.

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Espero que hayan disfrutado esta actualización. ¡Prometo que no volveré a desaparecer!

¡Frane se despide!