Bajó las escaleras, se montó en su auto y manejó hasta la mansión, el camino era muy corto, pero a ella se le hizo interminable, fue una tormenta llegar, su corazón le susurraba una y otra vez sus sentimientos por David, ella solo ignoraba cada señal, cada indicio, su cabeza la envolvió de la nada con todos los momentos vividos a su lado, no solo recientes, de siempre, definitivamente se hizo la sorda, ante cada susurro de su corazón y la ciega por no querer ver lo que estaba justo en frente a sus ojos.

Por fin, después del viaje más largo de su vida, llegó a la mansión, se acostó de inmediato, pero el sueño se había esfumado, a partir de mañana lo evitaría, por ningún motivo lo que le estaba ocurriendo podía llegar más lejos, sabía muy bien que sus sentimientos la traicionarían ante el menor descuido, estaba decidido, lo apartaría de su vida, porque si la rechazaba, esta vez su corazón no lo soportaría, era ilógico que le correspondiera, que abandonara a su esposa embarazada por ella.

Toda la noche se la pasó muy atormentada, hasta que amaneció, se levantó, se alistó para su día de trabajo, preparó su desayuno y se fue en su carro.

Su mañana transcurrió muy tranquila, hasta que su teléfono vibró anunciando un mensaje, al ver el emisor, su respiración se detuvo, sus piernas no le respondían, sus manos le temblaban, era un mensaje de David anunciando que vendría para almorzar con ella, su mente viajó muy lejos imaginando que si las circunstancias fueran otras, lo recibiría con una sonrisa de felicidad, lo basaría hasta dejarlo sin aliento, lo abrazaría con tanta fuerza para que ya no pudiera apartarse de su lado, pero no, era imposible, tendría que verlo cruzar la puerta, como siempre, con el almuerzo en sus manos, con su habitual sonrisa en los labios, la que tanto la calmaba, solo para sentirlo inalcanzable, por lo que decidió ignorar ese mensaje y otros treinta que siguieron, todos los ignoró, hasta que la llamó, tampoco respondió su llamada, entonces le envió un mensaje inventando una excusa para que no viniera, al parecer, fue efectiva porque no recibió respuesta alguna, le dolía el alma por hacerle esa mala acción, la ayudó cuando más lo necesitaba, estuvo para sostenerla cuando se estaba derrumbando, era precisamente por eso que se había enamorado de él, hasta que lo reconoció, su corazón vibraba de solo escuchar su nombre, su cuerpo la traicionaba de solo tenerlo cerca, sentía sus pupilas dilatarse al mirarlo, su mundo dejaba de girar, nadie más que ellos existía, su lucha mental la estaba abrumando tanto que no lograba concentrarse en el trabajo, por lo que se tomó un descanso y decidió pararse junto a la ventana, la abrió un poco para que fluyera el aire y permaneció allí, totalmente perdida en sus pensamientos, no supo cuánto tiempo transcurrió, hasta que lo próximo que sintió, fue como si hubiese abierto un portal directo al paraíso.

Al día siguiente de la reunión familiar en el departamento, Blancanieves amaneció muy bien, por lo que podría trabajar, estaba tan cansado del día anterior que se quedó dormido, ni siquiera escuchó los llamados de su esposa quien se había preocupado porque no era común que durmiera más de la cuenta en las mañanas , pero se despertó sobresaltado al no sentirla a su lado, pensaba que algo le ocurría, por lo que la llamó muy asustado.

"¡BLANCA!", su voz fue como temblorosa.

"aquí estoy", respondió desde el comedor, como no le respondía tuvo que adelantarse para desayunar, el embarazo la tenía en un completo estado de ansiedad y necesitaba comer a toda hora.

Cuando la escuchó, respiró profundo, entonces su adrenalina bajó, como su voz parecía tan calmada, todo su temor despareció, permaneció unos minutos más acostado antes de preparse para el trabajo.

"tienes el desayuno servido", le dijo Blancanieves.

"no sé si me dará tiempo, ya voy tarde, creo que iré a la cafetería antes", explicó, desde el baño.

"¿tampoco vendrás para el almuerzo?", preguntó, para tenerlo todo listo a su llegada.

Con la mención de esa palabra, la mente de David comenzó a trabajar a velocidades incomparables, Regina, pensaba en lo hermosa que lucía la noche anterior, y que casi ni pudo hablarle, que hacía dos días no almorzaban juntos, por lo que inmediatamente pudiera le confirmaría su cita habitual, no estaba dispuesto a no verla, por nada del mundo renunciaría a disfrutar de su compañía la cual le traía tanta paz, aunque fuera para que su corazón siguiera sufriendo por tenerla tan cerca sin poderle decir lo que estaba sintiendo, para seguir escuchando su dulce voz que era como la melodía más dulce que haya escuchado, pensaba cómo sería el día que esa voz le dijera las palabras que por tantos años había esperado, ese día sería el más feliz de toda su vida, a partir de ese momento, se entregaría a ella en cuerpo y alma, sin reservo, sin barreras, lucharía guerras imposibles de ganar, solo para mantenerla a su lado, solo para hacerla sentir la mujer más importante, cerraba los ojos y se imaginaba besando sus labios, acariciando su suave piel, haciéndole el amor de la manera más extraordinaria, no sabía lo que haría cuando ella le permitiera entrar en su corazón, pero lamentablemente su situación no estaba como para conquistarla abiertamente, como para pedirle una oportunidad, era una utopía soñar con que un día ella sintiera de la misma manera que él, además su esposa.

"¡DAVID!", como no respondió su pregunta, solo un profundo silencio provenía desde el baño, fue para asegurarse de que todo estuviera en orden, llamó varias veces sin que su voz se escuchara de vuelta, hasta que tuvo que gritarle.

"todavía no me he ido", acotó con mucha parsimonia, por un momento estuvo ausente y dedujo por el grito que escuchó que no fueron los segundos que se imaginó.

"lo sé, por eso me extrañaba que no respondieras mi pregunta", hacía días lo sentía distinto, pero era justificable, el embarazo no estaba cooperando mucho a su bienestar.

"no, tampoco vendré para el almuerzo, pero sabes que si no te sientes bien, me llamas que vengo enseguida", no era algo nuevo, pero lo quería dejar bien claro.

"estoy muy bien hoy, ve a trabajar sin preocupaciones", ya había interferido bastante en su trabajo, por lo que por hoy lo dejaría cumplir sus obligaciones.

"eso espero", dijo saliendo del baño, le dio un beso de despedida y se marchó.

De camino a la cafetería escribió un mensaje a Regina en su celular, era su único pensamiento en esos momentos, le dio tiempo para que contestara, pero nunca ocurrió, así le envió como unos treinta, que tampoco contestó, toda la mañana se la pasó distraído en el trabajo, sería que estaba enojada con él, no le había hecho ninguna mala acción, al contrario, la trataba como su ángel, pero sin dar muchas pistas para no quedar descubierto ante sus ojos, sería el beso que Blancanieves le dio en su presencia y ¿si ese era el motivo?, entonces decidió llamarla, era mejor así, pero tampoco respondió su llamada, ya se estaba comenzando a impacientar, la reacción de Regina no era normal, ya todas sus alarmas estaban en zona roja, pero justo en el momento que se estaba debatiendo entre quedarse trabajando o ir tras ella, recibió un mensaje, era de ella, pero lo que decía fue la respuesta que estaba esperando, salió desesperado de la comisaría, cerró todo y condujo hasta la alcaldía, agradecía que Emma estaba haciendo una ronda por todo el pueblo, de lo contrario hubiese tenido que explicarle su extraño comportamiento.

Condujo sin parar hasta llegar a su destino, no perdió el tiempo y se dirigió justo a la oficina de Regina, la llamó, pero el silencio proveniente del lugar era abrumador, tocó la puerta, tampoco recibió respuesta, por lo que pensó por un instante que la mentira que le había inventado en el mensaje efectivamente era cierta, su desesperación creció aún más, sería que a partir de ahora no podría verla nunca más, que lo apartaría de su vida, que lo privaría de la amistad que habían creado, si todo era cierto, entonces sí tendría que retirarse, con el dolor de su alma, comenzó a caminar con dirección a la salida, pero su corazón no lo dejaba caminar, lo detenía, lo impulsaba a caminar, sí, de vuelta a la oficina y mientras más se alejaba mayor era el dolor por dejarla atrás, hasta que ya no pudo, su amor lo detuvo en seco, quedó como congelado, petrificado, respiró profundo, se llenó de valor, corrió hasta estar frente a la oficina nuevamente y de inmediato abrió la puerta sin pensarlo dos veces, la primera escena que vio fue a Regina recostada a la ventana sin moverse, parecía estar perdida en su mente, tanto así que ni siquiera sintió que entraba, ni mucho menos que caminaba hacia su dirección, al tenerla tan cerca sus deseos actuaron por él, comenzó a acortar la distacia entre ambos, tampoco respondía, la ventana estaba abierta y una brisa fresca inundaba la oficina, pero ese no era el aroma que percibía, al estar tan cerca de Regina su perfume lo embriagó por completo, entonces terminó de acortar su distancia y se colocó justo detrás de ella sin tocarla, solo perdiéndose en su fragancia, su cabello perfectamente arreglado era su vista más refrescante, sabía perfectamente que si le daba la oportunidad de tocarlo, sus dedos se sentirían tan perdidos como en un laberinto sin salida, sus manos lo impulsaron a tocar las de ella, lo dudó por un instante, hasta que ya no pudo contener la tentación de tenerla tan cerca y tomó su mano izquierda con mucha delicadeza, la sintió tan fría como un témpano de hielo, ese ligero toque tensó todo su cuerpo, lo pudo percibir, para calmar su tensión, acarició sus nudillos con su pulgar, todavía no recibió respuesta alguna, pero sabía que estaba bien enterada de su presencia, así que le habló, quería aclarar su comportamiento.

"estabas deslumbrantemente bella anoche", su movimiento fue lento, se acercó aún más, si es que era posible, inclinó su cabeza muy cerca de su oído y le susurró.

Lo menos que se imaginó, fue que vendría, que no creería su absurda justificación, pero ahí estaba, solo que ni siquiera advirtió su llegada por estar alimentando su fantasía donde el protagonista era precisamente él, su toque tan suave la hizo salir de su infierno para caer de golpe en el paraíso de su cercanía, ahora sostenía su mano izquierda y sentía su respiración muy cerca de su cuello, sintió escalofríos al escuchar su voz hablarle muy cerca, se deleitó en ese silencio tan acogedor en el que sus cuerpos fundidos en uno se habían sumido, hasta que alzó su mano y la llevó a sus labios, para besarla.

"no me respondiste", su voz vibró entre sus labios y su mano.

No se necesitaba ser adivina para darse cuenta de la suavidad de sus labios, si así los sentía en su mano, no quería ni imaginarse cómo sería sentirlos, pero robarle el aliento en un beso apasioando, siguió sin hablar, estaba conteniendo sus impulsos de girar su cuerpo y tenerlo frente a frente, para admirar de cerca cada detalle de su hermoso rostro, tener el privilegio de perderse en el océano infinito de sus ojos, tener su corazón palpitando tan cerca del suyo, el que estaba fuera de su ritmo normal, con solo pensar estar tan cerca de su cuerpo y no poder sucumbir ante sus deseos, le dolía mucho, pero por ahora se conformaría con disfrutar de sus pequeñas atenciones, las que la hacían volar por los cielos con los pies puestos en la tierra.

"ni siquiera pude despedirme de ti como me hubiera gustado", desprendió su mano de sus labios, pero seguía acariciándola con su pulgar para susurrar en su oído sin parar, "disculpa por venir sin avisar", quería decirle tantas cosas, por eso no callaba, lo que realmente quería decir no salía de sus labios, sentía que se ahogaba si no lo decía, así que siguió explorando el terreno que estaba expuesto involuntariamente ente sus ojos, con su respiración entrecortada por la emoción de al fin tenerla tan cerca, viajó desde su cuello hasta su cabello y se detuvo, aspiró su delicioso olor, el que inundó inevitablemente cada rincón de su ser, sabía perfectamente que ese era su lugar, donde se sentiría el hombre más afortunado por tener a semejante mujerón entre sus brazos, cerró sus ojos y se dejó llevar por todas sus sensaciones tan abrumadoras, por un instante, ninguno se movió, pero era imposible inhibirse teniéndola así, por lo que cuando menos lo imaginó sus labios hablaron sin su permiso, solo obedeciendo la orden de su corazón, "qué bella eres", ya era tarde cuando se dio cuenta de lo que había escuchado, ahora estaba a merced de su reacción.

No podía creer lo que sus oídos estaban escuchando, se sintió estremecer con esas tres palabras, tanto que se giró de golpe, para encontrarse con su respiración, estaban tan cerca, solo bastaba alzar su cuerpo para encontrar sus labios, pero no se podía, así que permaneció muy tranquila.

"David", su única palabra, no quería verse vulnerable ante su cercanía, no escuchó respuesta más que el corazón de David muy acelerado en su pecho, era una sincronía perfecta, el latir de sus corazones en una armonía única, era algo que jamás imaginó sucedería en su vida, aterrador, pero incomparable, inigualable, irrepetible, exquisito, tentador, ensordecedor, así permanecieron por un momento, no podía descifrar con exactitud hasta cuándo podría contenerse por tenerlo tan cerca y ese silencio que estaba amando tanto como lo amaba a él, pero en un instante en el que ni cuenta se dio, los bellos ojos azules de David, viajaron a sus labios, percibió sus claras intenciones de besarla y efectivamente lo comprobó cuando vio su rostro acercarse peligrosamente, actuó con tanta rapidez que no supo en qué momento sacó fuerzas para colocar su mano encima de sus labios y detenerlo, porque ella lo quería tanto como él, todo su cuerpo se lo pedía a gritos, solo que no debían, era imposible.

"no David, por favor", su voz se quebró de la tristeza, por estar rechazando lo que tanto anhelaba, esa era su realidad, tener que amarlo y desearlo en silencio.

David, cerró sus ojos ante el contacto de la delicada mano de Regina en sus labios, quería deleitarse con la suavidad de su piel, aunque comprendía muy bien el significado de su negatiava, ella no sentía lo mismo y su corazón se partió en mil pedazos, se alejó de su cuerpo, ese gesto hizo que la mano de Regina que estaba en sus labios se apartara de su contacto, debía marcharse, cuánto antes, de lo contrario se desplomaría a llorar como un bebebicito, no quería llegar a esos límites, su rechazo no le dejaba otra alternativa, pero no quería que lo viera así, por lo que tomó sus manos entre las suyas y dejó un tierno beso en cada una, para darle la espalda, ya no pudo contenerse, su visión ya nublada por las lágrimas que amenazaban con caer hizo que se apresurara en salir de la oficina, cerró la puerta, pero no se fue, presionó su frente en el cristal.

Verlo separarse de ella con esa expresión de rechazo en su rostro le partió más el corazón, no era eso lo que quería, todo lo contrario, quería atraerlo hacia ella y no soltarlo para que siempre permaneciera a su lado, pero en un abrir y cerrar de ojos sus pasos eran tan apresurados que no pudo alcanzarlo, solo se encontró con la puerta cerrada, ahora sí, sus deseos de apartarlo de su vida, fueron concedidos, de solo imaginarlo sus lágrimas comenzaron a caer, estaba desestabilizada, por lo que pegó su frente a la puerta, lo que no sabía era que David estaba del otro lado en la misma posición, ambos separados únicamente por el cristal.

El llanto parecía incontenible, pero sabía que su vida continuaba, tenía una familia, una hija hermosa, el nieto más inteligente de todos los reinos y una esposa que esperaba un hijo suyo, la felicidad más grande de un ser humano era ser bendecido con un bebé, por el momento tendría que conformarse con su verdadera realidad, el sueño de acercarse a Regina, su ángel de la muerte, no era más que un lindo sueño del que acababa de despertar y de la peor manera. Respiró profundo, se limpió sus lágrimas y se retiró lentamente de la oficina, tomó las llaves de su camioneta y condujo hasta llegar a su casa, no era hora para terminar de trabajar, pero no tenía cabeza para la comisaría por el momento, solo quería que la tierra se abriera y se lo tragara. Su velocidad era tortuosa, como si quisiera regresar, pero ya no tenía nada que hacer allí, las alas de su corazón estaban caídas, rotas, no valía la pena volver, llegó al departamento, en lo que estacionaba su camioneta, se dio cuenta de que el auto de Emma estaba también allí, subió las escaleras, al acercarse notó que la puerta estaba abierta, algo ocurría, decidió entrar, se quedó asombrado al ver sus maletas preparadas en la sala del departamento y escuchó unos sollozos provenientes del cuarto, Blancanieves estaba llorando.

"¿Qué ocurre aquí?", preguntó para recibir un par de miradas asesinas, al parecer llevaban horas juntas a juzgar por la organización de sus pertenencias.

Emma, al verlo decidió dejarlos solos, era una conversación privada.

"luego nos vemos, papá", pasó por su lado dándole una palmada en el hombro.

Inmediatamente la puerta se cerró, quiso comenzar a hablar, pero reconoció los documentos que tenía su esposa en sus manos.

"Blanca, te puedo…", quiso hablar, era difícil, su mundo se acababa de desplomar, solo que no pudo continuar.

"¿Por qué no me dijiste antes, David?", era la pregunta más lógica, se hubiesen evitado tantas cosas, pero no, decidió callar y esconder los documentos y si no llega a ser porque los encontró por casualidad, jamás lo hubiese sabido, solo que no podía dejarlo hablar, "¿desde cuándo, David?", ahora con lágrimas en sus ojos le preguntó.

"desde hace meses, te lo iba a decir cuando supe que estabas embarazada", no quiso mentirle.

"¿entonces te frenó el bebé?", no era razón suficiente para quedar convencida, debió decirle, todo hubiera sido tan diferente.

"es nuestro hijo, Blanca", le aclaró.

"quieres decir, que hemos estado viviendo en una completa mentira, los últimos dos años, y no intentes contradecirme, hablemos con la verdad, por una vez en nuestro matrimonio", ya se estaba alterando y no debía por su estado.

"vamos a calmarnos, por favor", intentó alivianar su furia.

"no me pidas que me calme y respóndeme", le dijo sin pensar, pero de inmediato cambió su tono y habló nuevamente, "¿todavía quieres hacer efectivos estos documentos?", su cambio de actitud fue radical, además no quería escuchar lo que sentía porque ella estaba en la misma situación.

No sabía qué responder, pero la presión de su mirada sobre él, le indicó que su momento de paz no duraría mucho tiempo más, "sí", fue su única palabra.

"muy bien, aquí tienes, ya los firmé, tus maletas te esperan en la salida de la casa", su decisión estaba ya tomada, David solo se acercó y tomó los documentos para dar media vuelta, tomar sus pertenencias y retirarse.

Su partida le dolía mucho, pero sabía que era lo correcto, al fin las aguas tomarían su curso, sin barreras del pasado, David era el hombre del que se enamoró profundamente, pero mucho había cambiado desde entonces, ya no estaba tan segura de creer en el amor verdadero nunca más, porque aunque le costó mucho trabajo comprenderlo, ya esa no era su felicidad, se quedó analizando todo lo ocurrido, todavía con sus ojos empapados en llanto, pero un poco aliviada, a partir de ese momento ya su vida no sería una farsa.

Después del momento con David, Regina no pudo, por más que intentó, regresar al trabajo, todavía estaba muy reciente de haberlo sentido tan cerca, su cuerpo lo extrañaba, pero la vida era así de injusta, pasó un momento en el que pudo calmarse un poco, pero no lo suficiente, se imaginaba que era un desastre y lo comprobó cuando hizo acto de presencia en su oficina, su amiga Emma, su mirada era como al que se le aparece un fantasma.

"mentiría si te digo que te ves bien, pero es imposible", ambas sonrieron ante la sinceridad de Emma.

"hola, ¿qué te trae por aquí?", saludó Regina con mucha calma, no muy normal en ella.

"¿es que no puedo visitar a mi amiga en su trabajo?", preguntó Emma sin más.

"claro", no era normal que viniera sin ser anunciada, imaginaba que su visita se debía a sus sospechosas miradas la noche anterior.

"no te veo nada bien, ¿tu estado de degradación, tiene algo que ver con tu rara actitud de anoche?", sabía que Regina estaba en lo cierto, su visita tenía una doble intención, además, el brillo que tenía en sus ojos la noche anterior, era el mismo que le veía en ese momento por más triste que se sintiera.

"te dije que no era común tu visita sin ser anunciada", sospechaba algo de eso estaba segura, pero aún tenía ventaja, era improbable que supiera que estaba en ese estado por su padre.

"estuviste llorando", acotó Emma, era obvio.

"no", no dijo más.

"miéntete todo lo que quieras, pero sé que estás mal y no quieres contarme", le dijo, quería hacerle saber que estaba para ella.

"Emma, por favor", entendía su preocupación, pero no podía revelar la verdadera razón de su angustia.

Ninguna de las dos dijo nada más, estuvieron en silencio, la mirada de Emma la seguía intimidando, pero tendría que resistir, luego de que la tensión entre las dos terminó, estuvieron conversando toda la tarde, hasta que la hora de buscar a Henry al colegio interrumpió su amena reunión, el pequeño seguía durmiendo en el departamento con Emma por lo que Regina aprovecharía para relajarse un poco, lo necesitaba, ambas salieron de la alcaldía, Emma para el colegio y Regina para la mansión.

Con la cabeza en otro mundo, David condujo hasta el único lugar donde podía pasar la noche hasta que su vida se enderezara y buscara su propia casa, estaba destrozado, sabía que debía tener una conversación con Blancanieves, pero quería esperar a que ambos se calmaran, su separación no fue en los mejores términos, pero su hijo era un hecho y por ningún motivo se descuidaría de cumplir con su papel de padre, por otra parte lo ocurrido con Regina no lo dejaba disfrutar a plenitud de su libertad, tantos años añorando ser libre, imaginando la ínfima posibilidad de ser un hombre libre para conquistarla, para enamorarla como solo ella se lo merecía que ahora que sus sueños se habían hecho realidad no sabía si reír o llorar.

Condujo perdido en sus infinidad de posibilidades hasta llegar a su destino, la cafetería del pueblo, allí pasaría la noche y los próximos días hasta que las aguas tomaran su curso, entró, pidió una habitación, agradecía que no había nadie del pueblo, no quería darle explicaciones a nadie, ni Ruby, ni su abuela parecieron asombradas por lo que estaba ocurriendo frente a sus ojos, ¿habrá sido tan evidente con sus ojos curiosos que no podían dejar de mirar a Regina que ya todos sabían que su separación ocurriría tarde o temprano?, no tenía ni la menor idea, lo cierto era, que se sentía tan exahusto que lo único que pudo hacer fue tirarse en la cama para intentar descansar, ni hambre tenía, muchas vueltas de un lado al otro de la cama lo animaron, era tardísimo y su sueño había desaparecido, de pronto su mente comenzó a analizar cada detalle de su encuentro con Regina, cada reacción de su cuerpo ante sus atenciones, cómo su piel lo reconocía como si fuera un antiguo conocido, cómo sus manos tan frías enseguida se calentaron con el solo tacto de sus dedos, cómo sus ojos lo miraron una vez estuvieron frente a frente, estaba soñando, ella fue quien detuvo su beso, pero habrá sentido lo mismo, habrá querido exactamente lo mismo que él, cada vez que se hacía una pregunta, aparecía otra y otra, sin encontrar respuesta, como único resolvería todas esas incógnitas, era preguntándole directamente, por lo que no esperó más, salió como una tormenta de su cuarto y no paró hasta estar frente a la mansión de Regina, todo estaba muy tranquilo, las luces apagadas, estuvo a punto de irse, cuando por casualidad vio una luz que sabía muy bien era la de su estudio, por lo que tocó la puerta con mucha fuerza, esperó un poco y al no recibir respuesta volvió a tocar, pero ahora con más intensidad, su angustia, su desesperación, su infelicidad por no tenerla, su amor guardado en su corazón durante tantos años, no lo dejaban estar calmado, hasta que sintió el sonido de sus tacones acercarse a la puerta, por lo que la llamó, segundos después la puerta se abrió para dejar frente a su vista a la mujer de sus sueños, tenerla frente a frente le nubló el entendimiento, sabía que lo que haría era un atrevimiento y una invasión a su privacidad, pero ya no podía más contenerse en su presencia, y ahora que era libre se lanzaría al vacío si era posible por tenerla, así que a la velocidad de un trueno estaba dentro de la casa con la puerta cerrada y besándola, por fin podía probar sus labios, sentirla piel con piel, la realidad traicionó a sus sueños porque besar a Regina Mills era como una droga de la que él quería ser adicto para siempre, la amaba con toda su alma, con todo su ser, con todo su corazón, con todo su cuerpo, si ella se lo permitía, la haría la mujer más feliz, la más amada, de eso estaba muy seguro.

"¡REGINA!", era la tercera vez que la llamaba, había terminado el desayuno y al ver que todavía no bajaba, la fue a buscar.

"voy", respondió, saliendo de la bañadera envuelta en una toalla, para abrir la puerta del baño, al parecer sus recuerdos la tenían tan absorta que tuvo que buscarla.

"Regina", fue lo único que dijo cuando la vio en un mar de llanto, su primer instinto fue abrazarla con todas sus fuerzas.

Los brazos de David, le daban refugio una vez más, primero se tensó un poco porque estaba sin ropa, pero luego se relajó, le había regalado la noche más maravillosa de su vida como para pensar en prejuicios.

Así permanecieron un largo tiempo, inmediatamente se relajó entre sus brazos comprendió su necesidad de estar en silencio, de no responder preguntas, solo de llorar, David le concedió cada uno de sus mayores deseos, lloró en silencio, su presente era tan contradictorio, cuánto añoraba haberlo conocido en otro momento de su vida para amarlo mucho porque ya no tenía ninguna duda de que lo amaba con todo su ser, pero la verdad era otra y muy distinta a lo que realmente quería, su vida era un caos, su esposa estaba embarazada, habían muchas barreras entre los dos, respiró su esencia por última vez, se desprendió de su abrazo para mirarlo a los ojos y finalmente habló.

"David, esto no puede ser", esas palabras salieron de sus labios rompiendo su corazón al instante, al no recibir respuesta, fue como luz verde para continuar su discurso, "lo siento…", no pudo terminar, él interrumpió.

"shh, no digas nada", fue lo último que sus bellos labios pronunciaron antes de darle un beso muy tierno, besar sus labios era como morir y revivir al mismo tiempo, no se podía privar de guardar en su memoria el sabor de sus besos, por lo que respondió con la misma intensidad, cuando menos lo esperaba, se apartó de sus labios, dejó un beso en su frente y salió de la mansión dejándola muy confundida, pero sus acciones fueron muy claras, entendía perfectamente que su relación era imposible.