Hello! Aquí Isita presente, trayéndoles la tercera y última parte de este corto y pendejo three-shot que espero y les haya divertido, al menos un poquito.

Muchísimas a quienes decidieron darle una oportunidad y la siguieron hasta el final uwu. Si no es mucho pedir, me gustaría que dejasen sus opiniones acerca de este. :)

Kisisss! :3

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Ciertamente, pensó Floch, lo peor que le podía haber sucedido después de colaborar con la legión y casi morir a pedradas por un mono gigante era, en definitiva, haber presenciado aquella escena aquella noche. ¡Maldición!, ahora su mente no hacía otra cosa que dar vueltas y vueltas alrededor de Eren, Eren, y más Eren; más que antes.

¡¿Con quién rayos tenía sexo?! ¡Necesitaba saberlo y apaciguar sus putas dudas, joder!

Al caer en cuenta de que llevaba, más o menos, diez minutos mordisqueándose la uña del dedo pulgar derecho y la piel de alrededor, reaccionó y, disipando momentáneamente sus pensamientos, volvió su atención a la comida; o al menos ese era su objetivo. Al menos ese era su objetivo hasta que sus ojos decidieron viajar (inconscientemente, claro) a la mesa en donde almorzaba la razón de que, en aquel instante, la lluvia de sus anteriores evaporados pensamientos recayera sobre él cual aguacero torrencial.

Eren, ajeno a las atenciones que le estaban brindando, se mantenía enfrascado en no sé qué conversación con Mikasa y Armin. Visto así, de lejos, pensó Floch, nadie podía imaginarse que aquel terco y obstinado muchacho podría gritar como zorra mientras-

«¡Y de nuevo estoy pensando en eso!», se reprendió frustrado, autopegándose un madrazo en la frente.

Seguramente eran sus hormonas de adolescente virginal y desesperado.

Sí, desesperado por una chica bonita, no por nadie más. Nadie ha dicho que quiera ser la próxima causa por la que Eren gima.

Claro que no. ¡Por supuesto que no!


Incómodo, muy incómodo. Así se sentía Floch, enjuagando los trastes que Armin fregaba a su lado mientras Eren, en el comedor, se encargaban de barrer y limpiar las mesas.

Y así era como terminaba rememorando las peores escenas.

Ahora que lo pensaba, ¿cómo había podido pensar que aquel trapito se lo hacía al señorito tatakae cuando recién había descubierto que las magulladuras en sus rodillas podrían no ser sólo por el entrenamiento? A veces se sentía tan tonto.

Luego recordaba que estaba intentando averiguar quién era el amante de Eren y lo reafirmaba.

La curiosidad mató al gato, pero a él le estaba torturando, caray.

—Oye, Armin.

La gravedad de la voz de Eren mientras este entraba a la cocina dispersó los pensamientos de Floch desde la primera letra pronunciada, ocasionando que dejase de enjuagar el cacharro y, por acto reflejo, lo mirase.

—¿Hm? —murmuró la versión "masculina" de la reina a su lado.

—Jean se apareció y me dijo que nos estaban esperando, vamos —informó el recién llegado.

—Ah, voy —contestó Armin, volviéndose al fregadero para culminar su labor más rápidamente—. Vete yendo tú si quieres, te alcanzo después.

—No tardes entonces —dijo Eren pasados unos segundos, antes de desaparecer nuevamente; y con ello, el chorro de agua que caía del grifo hasta dar con los trastes y salpicar en varias direcciones fue el único sonido que se escuchó los próximos minutos.

—Esto... —habló él, rompiendo el silencio y enjuagando el último plato—, ¿adónde van? —preguntó, sumamente curioso.

Armin lo miró inquisidoramente, alzando una de sus doradas cejas en una clara demostración de cuánto le sorprendía que él preguntase por algo así.

—Bueno... habíamos planeado una reunión —contestó—. Ya sabes... con alguna botella y eso, para relajarnos —añadió.

Floch se mordió la lengua para no largar algún comentario mordaz hacia los soldados de la legión y, en cambio, fue atajado por una nueva interrogante.

—¿No se supone que ahora Eren debería estar camino al sótano? —cuestionó.

El rubio se encogió de hombros.

—A veces se las arregla para estas cosas —respondió con simpleza antes de secarse las manos y dirigirse a la salida; no obstante, detuvo su caminar a pocos pasos de esta y se giró a verlo—. ¿Vienes? —le preguntó; toda amabilidad en sus enormes iris azules.

Y fue así como terminó en aquel cuartucho relleno de literas, botellas de vino malo y barato, y adolescentes a los que terminó uniéndose entre risas y anécdotas. ¿Su excusa? Pues el alcohol y su inexistente experiencia con este; aunque, muy en el fondo y en un ligero estado de ebriedad, agradecía la invitación de Armin. Gracias a ello había conseguido distraer sus pensamientos; bueno, casi, porque tener el placer de contemplar a Eren con las mejillas sonrosadas, sonriendo bobamente como pocas veces, le trajo cierta sensación incómoda al pecho.

Y bueno, Floch no era asmático.


Debía ser pasada la una de la mañana y el vino en su cabeza para que él, justamente él, estuviese viendo de lejos a Eren, que se hallaba poniendo un poco de orden junto a la Ackerman y el trapito, mientras se decidía entre acercarse y entablar un intento de conversación, ayudar, o quién sabe qué carajos; sin embargo, cuando se disponía a dar el primer paso, acabó por tropezar con una de las botellas ahora vacías y caer de bruces contra la madera del suelo.

Al levantarse, algo aturdido, notó que había perdido de vista a su objetivo y no tardó en recomponerse, lanzando una rápida ojeada a la habitación en un intento de localizarlo, lográndolo al verlo irse tras alguien por la puerta.

Procesando...

SE IBA CON ALGUIEN.

¡Al fin! ¡Otra oportunidad para pillarlo! Esta vez lo haría sin dudas, se dijo, yendo tras Eren con la mayor determinación que había sentido jamás.

Lo siguió sigilosamente, visualizando apenas la silueta más alta del tipo que caminaba pasos por delante del chico, y sin poder adivinar quién era debido a la oscuridad de los pasillos por los que habían decidido coger...

Momento, ¿los establos de nuevo?, pensó consternado al reconocer el camino, aunque apenas y podía ordenar sus pensamientos; sus sentidos se hallaban nublados y hacía el mayor esfuerzo para que las piernas no le fallaran.

Cuando su objetivo y compañía salieron finalmente al exterior, Floch confirmó sus sospechas del lugar al que iban, descubriendo poco después que quien ahora sujetaba a Eren de los muslos para hacerlo enrollar las piernas en su cintura y ponerlo contra la pared, era nada más y nada menos que uno de los candidatos que había descartado el día anterior.

¡¿Pero Jean no estaba con Armin?!, se cuestionó mentalmente, considerando la posibilidad de que el vino malo le estuviera produciendo alucinaciones.

—¡Oigan!

Y cuando se dió cuenta, ya estaba de camino hacia ellos.

Sobresaltados, Jean y Eren reaccionaron apenas y se distanciaron en menos de lo que canta un gallo.

—¡¿Floch?! —cuestionó el más alto, con los colorados pómulos evidenciando su bochorno.

—¡Así que jugando a dos puntas, desgraciado! ¡¿Tú no estabas con Armin?! —le gritó encabronadísimo, sin admitir que su verdadera molestia estaba provocada por el hecho de haber encontrado al de ojos verdes y ahora ruborizadas mejillas en aquella situación con otro; aunque eso es lo que él quería ver, ¿o no?

Rayos, se contradecía a sí mismo.

—¿Estás con Armin? —preguntó un asombrado Eren, volviéndose a mirar a con quien anteriormente se había estado restregando.

—¡Claro que no! —contestó Jean—. Sólo nos hemos... visto un par de veces —aclaró, visiblemente avergonzado—. Además, ¡¿por qué sabes tú eso?! —le cuestionó a Floch, que entonces se sintió desnudo.

Mierda, ya la había cagado.

—¿Acaso te gusta mirar? —inquirió Eren, mirándole juguetón, a lo que él se puso rojo como un tomate maduro.

—¡C-Claro que no! —se apresuró en responder—. ¡Es sólo que hace días te ví a los gritos con uno en el sótano y...!... y... me daba curiosidad saber... bueno, saber con quién estabas —confesó al fin, cohibido—. Supongo que acabé enterándome de otras cosas por el camino —agregó, encogiendo los hombros ante la arrolladora vergüenza que lo estaba atacando.

Tras parecer haberlo procesado, Jean arrugó la nariz.

—Pero yo nunca he hecho nada con Eren en el sótano —dijo, a lo que él lo miró confundido.

—¿Eh?

Entonces, ambos observaron como era Eren quien ahora se encogía contra la pared, sonrojado hasta la raíz del cabello.

Floch se halló lleno de dudas, sin entender nada.

—Bue-Bueno, ¿qué? Se suponía que esa noche me vigilaría él y nadie tendría que ir —se justificó pobremente

Entonces, finalmente, todos los cabos se ataron.

—¡¿Estás con el capitán Levi?! —exclamaron él y Jean unísono, y el chico se apresuró en negar.

—¡No! Sólo... ¡bueno, es lo mismo que tú y Armin! —le gritó a su compañero—. ¡Sólo de vez en cuando!

—¡Maldición! —rugió Floch, llevándose las manos a la cabeza—. ¡Lo descarté muy pronto! ¡Estuve en lo correcto! ¡Claro que ese viejo podría tener algo contigo!

Ahora comprendía eso que le dijo Armin en la cocina de que "se las arreglaba para esas cosas". A saber qué clases de cosas hacía para el capitán le diera esos permisos.

—¡Oye! No le digas viejo, que las apariencias engañan —lo reprendió un muy sonrojado Eren—. Vieras la energía que tiene...; pero bueno —añadió, acercándose peligrosamente a él—, cuando quieras probar la mía, que sepas que me tienes a tu disposición —le dijo, arrastrando la proposición en un candente susurro y guiñándole un precioso ojo antes de mostrar la lengua y lamerle desde el cuello hasta su mejilla izquierda, en donde dejó un besito—. Chau —se despidió después, todo cantarín mientras se distanciaba, yendo de vuelta al cuartel y dejándolo ahí, completamente estático y sonrojado.

¿Qué acababa de ocurrir?

—Mierda, ya me lo espantaste —le gruñó Jean, yendo tras el otro; aunque realmente Floch no le hizo mucho caso.

Finalmente había descubierto con quién estuvo Eren esa noche; bueno, y más cosas de por medio. El chico titán había resultado ser una caja de sorpresas; sin duda alguna, todo un misterio que resolver. Tal vez, hasta se pensara aquella sugerencia...

Sólo tal vez, conste. No había pensado en ir tras las atenciones de Eren al día siguiente ni nada de eso. Claro que no. No.

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FIN.

By: IsitaJaeger;

6 de abril, 2021.