Me sobra el sol del campo.
Me sobra la luna desnuda.
Me sobra el deseo.
Me sobra el manantial ...
Por su parte, la vida no le había dado rosas y margaritas a Teresa Lisbon.
Desde que llego a Washington, fue una seguidilla de cosas por hacer, pendientes que acabar, nuevas cosas que agregar y nunca tenia tiempo para si misma ni para pensar en el paso trascendental que había dado por despecho ... No, borra eso. Ella jamás hubiera cruzado medio país solo por darle una probada de su propia medicina a Patrick Jane. Ella no era mezquina, ni rencorosa ni cruel ...
¿No?
Teresa no quería hacerse cargo del remordimiento y el sentimiento de culpa que le brotaba a raudales cuando escuchaba la voz deslucida y opaca de Jane en las pocas veces que se le ocurría llamarla. Tratar con los posteriores celos pasivo-agresivos de Marcus ya era suficiente castigo.
Suspiró. Nunca pensó que irse de Texas de esa manera, provocaría un sentimiento de insatisfacción real en su vida.
Ella lo había cuidado desde que lo conoció, con el pelo revuelto, sin bañarse y hecho una miseria ... era comprensible por todo lo que había pasado pero Teresa no tenia porque tomarse su recuperación como una cruzada ... sin embargo lo hizo.
Bien hecho, Reese, solo falta que te canonicen. Santa Teresa Lisboa de Sacramento, no virgen pero cien por ciento mártir ...
Hasta su conciencia se había vuelto irónica con ella.
Y mi libro de Neruda.
Si no tengo tus labios para sentirlos ...
Me sobra todo ...
Volviendo a Jane ... ¿Que mas podía decirse a si misma que no supiera ya? Minelli se lo dijo una vez, fuerte y claro: "... tomaste a un viudo dolido y deprimido y lo convertiste en un detective excepcional. Eres la piedra filosofal para Jane, Teresa pero el es tu talón de Aquiles ... no te bebas el Kool Aid por favor .. "
Su querido jefe se lo dijo pero muy tarde. Se había convertido en su defensora a capa y espada. Maldito complejo de salvadora de hombres insalvables ... Ella lo había dejado dormir en su casa, en su sofá, en la oficina. Sabia que sufría del maldito insomnio por sus espeluznantes pesadillas nocturnas. Lo había protegido a capa y espada con cada estúpida jugarreta que se le ocurría ... soportó en silencio y con estoicismo que su asesor célibe había vuelto al ruedo por obra y gracia de Lorelai Martins. Se había asegurado que siguiera vivo después de la catástrofe de Red John plantándole en la mente durante años que tenia gente preocupándose por el ... aunque se refiriera única y exclusivamente a ella misma.
¿Todo para que?
Me sobran motivos tristes.
Me sobran canciones de melancolía.
Me sobra un día de cada semana ...
Jane regresó igual ... o peor quizá. Nunca supo si fue verdad la aventura venezolana de la cual Kim Fisher se jactó en su cara. Del hombre abnegado y devoto no quedaba mas que el patán tramposo y embaucador. No estaba dispuesta a seguirle el juego esta vez, ya bastante le había perdonado.
Nunca había llorado tanto por un hombre como lloró por Patrick Jane en cada uno de esos doce largos años from que lo conoció y el bastardo ni siquiera la había besado ...
Ella había seguido adelante, conoció a Marcus y se enamoró. Jane esperó demasiado para hacer su jugada y Marcus ganó ...
¿Marcus ganó? ¿Acaso soy un puto trofeo de Hockey?
Teresa Lisbon sintió un dolor familiar detrás de los ojos y se frotó la frente tratando de aliviarlo. Era un dolor específico que la había acompañado a través de los años para el cual tenía un nombre singular.
El dolor de Jane.
Solo que esta vez, el dolor no solo era creado por la catarsis que venia haciendo desde que salió del apartamento de Marcus. Suspiró cansada ... el maldito apartamento. El día que llegaron a DC, el hombre no cabía en su pellejo de la emoción y abrió la puerta del departamento con una sonrisa de oreja a oreja.
- Nuestra casa, Teresa ¡Por fin!
Lisbon medio sonrió y dijo que se iba directo a la cama porque estaba cansada. Aunque Marcus le decía que era de ambos, nunca lo sentiría como suyo ... faltaba algo para que ella se sintiera a gusto.
Algo de menos de un metro ochenta, ojos color tiempo y cabello rubio ...
Y sobro yo ...
Si hago que una lágrima sobre,
y salga de tus ojos ...
Aunque Teresa Lisbon era plenamente consiente que el dilema con su rubio y problemático asesor no se iba a resolver por mas introspecciones que haga a la luz de la luna, esta vez no estaba deambulando por las calles de DC en pleno invierno y enfundada en una chaqueta cortaviento solo por su eterno drama Janeano, sino porque tenia que encontrarse con un atractivo hombre de ojos y cabello oscuro sentado cómodamente en los asientos de cuero falso mientras saboreaba tranquilamente una taza de café en un restaurante en DC que no conocía y que tenia el anodino nombre de Royal Dinner. Un hombre que había esperado no volver a ver jamás desde que discutió con el hace más de dos años, cuando era jefe de policía en un pueblito insignificante pero tranquilo y estaba a punto de volverse loca de aburrimiento y desamor por partes iguales. Decidió dejar ir el pasado de momento y en vez de mirar al hombre en cuestión a través de los ventanales del restaurante, entró con paso resuelto y se detuvo frente a el, mirándolo con todo el ardor de la rabia brillando en sus acerados ojos verdes. El hombre sonrió al verla, dejó la taza de café a un lado y le invito a sentarse con un ademán amistoso. Teresa dejó su chaqueta puesta como para dar a entender que no esperaba quedarse mucho tiempo y su bolsa con su fiel Colt negra aguardaba a su lado mientras se sentaba frente al hombre sin ceremonias.
- Te dije que no me contactaras otra vez.
- Si mal no recuerdo, Teresa, tus palabras exactas fueron: ¡Púdrete en el infierno de donde saliste, bastardo y no vuelvas a buscarme!
- Y por lo visto no me escuchaste, ni en lo uno ni en lo otro.
- Reese ...
- No me digas Reese, solo mis hermanos me dicen así.
- Por la misma razón es apropiado que te lo diga. Mira, esta situación no me gusta mas a mi que a ti pero tenemos que permanecer unidos.
- ¡Yo estaba tranquila y feliz en Cannon River antes que enviaras a ese idiota a buscarme y contarme una historia tan fantástica que debería arrestarte por demencia!
- ¿Arrestar a un compañero agente del FBI que además es tu pariente cercano? Vamos, Reese, no hay base para un arresto por locura y lo sabes. Escúchame, estoy a punto de volver a ser padre y voy a proteger a mi familia cueste lo que cueste y quiero que entiendas que cuando hablo de familia te incluyo a ti.
- ¿Tienes los resultados de ADN?
- Si, el laboratorio del Jeffersonian se encargó de procesar la prueba y estoy seguro que si no me crees al menos creerás en la persona que firma la veracidad e integridad del procedimiento.
El hombre desliza un sobre por la mesa en dirección a Lisbon y esta toma el papel en sus manos. Desdobla la hoja y antes de siquiera pensar en ver el resultado busca la firma del patólogo a cargo.
Camille Saroyan.
- Así que cambió la vida de policía por la científica. Me alegro por ella, era sumamente inteligente en la academia y siempre supe que estaba destinada a algo mucho más grande.
- Al igual que tu si no te hubieras enredado con ese rubio imán para el desastre.
- No te incumbe quien es o no es mi amigo y esta reunión es solo para verificar el resultado del ADN.
- Reese, uno de los rasgos que mas odio compartir con mi padre es el orgullo y veo que tú también lo heredaste. Somos hermanos Teresa, eso cuenta para algo y no porque lo vea como una especie de clan familiar y porque alguna vez pueda necesitar tu ayuda, sino porque ahora que conoces tu ascendencia, hay mucho en juego y también quienes querrán sacarte de contexto. Teresa, créeme cuando te digo que me hubiera encantado que siguieras ignorante de la situación para toda la vida y que pudieras concentrarte en lo que todos anhelamos, amor, casa, familia pero las cosas son diferentes ahora y mi afán es que entiendas que quiero protegerte lo que te dijo Spike en Cannon River.
- No quiero volver a escuchar tu proyecto de historia de terror clase C ... déjame ver el resultado de los exámenes a no ser que ya lo hayas leído.
- No pero no necesito un papel para saber que hay lazos de sangre entre nosotros.
Teresa tomó el valor necesario para leer el resultado de la comparación de ADN. Abrió el sobre y aún antes de leer la palabra, estaba segura de lo que diría.
Positivo.
¡En el último lugar del mundo!
Luego de la cordillera.
Escondería las palabras
y mis poemas si te fueras ...
- Déjeme ser su humilde servidor y acompañarla a su casa esta noche, Lady Booth ...
- Que morbosamente poético encuentras todo este asunto, hermano mayor.
- Se hace lo que se puede con lo que se tiene, hermana menor. Bienvenida a la familia.
El hombre se levantó ágilmente y tomó a Teresa de la mano, dándole el impulso suficiente como para encontrarse de repente en un abrazo de oso con aquel casi desconocido pero extrañamente no se sintió incomodo ni fuera de lugar, sino muy familiar y reconfortante. Como si fuera una acción repetida vez tras vez por la cercanía y la calidez de su abrazo. Lisbon cerró los ojos y aceptó el confort y comodidad que le proporcionaba el capullo de sus brazos en ese momento. Tuvo que aceptar a regañadientes que este extraño en realidad no lo era tanto.
- No voy a dejar que nada te pase, Teresa siempre te voy a salvar.
- No serias la primera persona que me dice eso y fracasa en el intento.
- Bien, yo también seria escéptico si me dicen todo esto de buenas a primeras pero que acepta este abrazo fraternal es el primer paso.
¡En el último lugar del mundo!
¡En cada pedazo de tierra!
Esparciría yo mi llanto,
para que hallaras, mi huella ...
Mientras los hermanos establecían un vínculo entre ellos, los ojos oscuros y sorprendidos de un hombre los miraban desde la calle por el ventanal del restaurante. El hombre rechinó los dientes y oprimió los puños con rabia. Pensó que su peor competencia había quedado atrás en Austin, Texas y desde que Teresa acepto su propuesta y cruzó medio país para mudarse con el, caminaba y respiraba tranquilo por las calles de Washington sin ninguna otra preocupación que desempeñarse optimamente en su trabajo y darle la vida de ensueño que tenia planificada y diseñada para ambos hasta el último detalle. Una buena casa llena de niños jugando, un perro grande o dos, parrilladas, fiestas de cumpleaños, aniversarios, una segunda casa para vacaciones en unos años, subir en las filas del FBI a paso lento pero seguro. Ahora todo eso se desmoronaba frente a sus ojos como un castillo de naipes. Quizá debió sospechar cuando le dijeron que volvería a la división de arte esta vez en calidad de Jefe en la oficina de DC y seria Teresa quien ocuparía la plaza en Crímenes Mayores. No le vió mayor relevancia, sabia que Teresa tenia un curriculum impresionante por ser la jefa del equipo que capturó a Red John y esa publicidad no iba a tomarse a la ligera por muy modesta que ella fuera. Era obvio que su fama la había precedido y estaba feliz que su valía fuera recompensada de una vez por todas al quedar fuera de la influencia maléfica de Patrick Jane y ella pudiera brillar con luz propia para demostrar la excepcional agente que era.
Jamás pensó que el ascenso ocurriera por intenciones ocultas. Que Patrick Jane no era el único que podía sacarlo del juego por el corazón de Teresa. El alto y fornido agente del FBI que la estrechaba entre sus brazos era toda la prueba que necesita. Maldijo por lo bajo y siguió su camino hacia el apartamento. Quizá debía dejarla tranquila y simplemente hacerse de la vista gorda ...
O mejor, tomar cartas en el asunto de manera definitiva.
Me sobra el paisaje.
Me sobran los viajes de ida y volver.
Me sobra el aire.
Me sobran los ojos.
Y el sexto sentido ...
Teresa Lisbon estaba cansada.
En realidad, estaba agotada de fingir todo el tiempo. Marcus Pike resultó ser un controlador pasivo agresivo que quería saber exactamente todo lo que hacía las veinticuatro horas del día de manera sutil y suave, tanto que ella no se dio cuenta de cuán atrapada estaba hasta que recibió la llamada de Samuel Cullen que la solicitaba de inmediato en el Edificio Hoover y en ese momento conoció al verdadero Marcus Pike.
- ¿Porque mi jefe te llama a su oficina?
- No tengo la menor idea, Marcus pero me propongo averiguarlo. Quizá tenga que ver con que Hayes Flynn, mi jefe, está de licencia por enfermedad y el simplemente releve sus deberes de bienvenida.
- ¿El subdirector del FBI relendo a un jefe de división? No lo creo.
- Pues no sé que más decirte y no lo sabré hasta que vaya al Hoover.
Teresa estaba secándose el cabello con la toalla mientras se sentaba en la cama después de salir de la ducha. Había un fumador pernicioso en la mesa contigua a la de ella y su hermano y apenas llegó al apartamento, saludó apresuradamente a Marcus y entro a la ducha para quitarse la peste del cigarro.
Acto que fue totalmente mal interpretado por su celoso y ahora, enfurecido novio ...
Si tengo la vida y tú no la vives
Me sobra todo ...
- ¿Conoces a Seeley Booth?
- ¿El Jefe de Crímenes Mayores del Hoover? Si, lo conocí hace ya un tiempo atrás.
- ¿Hace cuánto, Teresa?
- No lo sé, un año, dos años no recuerdo bien.
- ¿Desde Río Cañón? ¿Antes que me conocieras? ¿Jane lo conoce? ¿Sabe de el?
- ¿Este es un interrogatorio, Marcus? ¿Qué pasa con el juego de las veinte preguntas? ¿Debo llamar a un abogado?
- Estoy seguro que Jane estaría feliz de dejarlo todo y volar desde Sacramento para ser tu abogado defensor.
El desprecio y sarcasmo burbujeante en sus palabras hacia su exasesor la sorprendió pero se recompuso rápidamente. Y la línea de interrogación se extendió hasta Seeley Booth. ¿Qué diablos? Marcus no era un hombre celoso o al menos se lo había ocultado magistralmente en los casi tres meses que llevaban juntos. Ella había querido ponerlo en su lugar con un comentario inteligente pero decidió quedarse callada y obtener más información de la que creía tener. Marcus estaba mortalmente celoso de Patrick Jane y de Seeley Booth. Su postura lo decía a gritos. Mirada desafiante, brazos extendidos a los lados, puños crispados, postura de ataque ... si Teresa Lisbon no fuera una policía experimentada con años de derribar criminales del doble de su size y peso corporal, estaría segura que iba a formar parte de un altercado doméstico en cualquier momento.
- ¿Qué demonios te pasa Marcus? Metes a Jane en una conversación que no tiene nada que ver con el y sacas a relucir mis amistades con los Jefes del FBI de Washington como si fuera un secreto horrible. Esto no es propio de ti ¿Qué esta ocurriendo?
- Te vi, Teresa y no atrevas a negármelo.
- Me viste ... me ves todos los días, Marcus. Dame algo más con que trabajar porque estoy empezando a pensar que estas perdiendo la cabeza o que tienes la estúpida idea de que me gusta mezclar mi trabajo con juegos de rol pervertidos ...
- ¡Eso dímelo tú! ¿O mejor se lo preguntó a Seeley Booth?
Mierda, si me vió y cree que lo estoy engañando ...
¡En el último lugar del mundo!
Luego de la cordillera.
Escondería las palabras,
y mis poemas si te fueras ...
Teresa se recompuso en una fracción de segundo. Ella y Seeley han acordado dejar en el mas profundo secreto sus lazos filiales, al menos hasta ella pudiera aprender lo necesario acerca de su ascendencia. Que Marcus se enterara que tenia un medio hermano y que en realidad no era una Lisbon, era lo último en lo que quería pensar ... así que decidió sacar partido del estrés y se lanzó en plena defensiva, convencida que el día de hoy se cerraba su historia con Marcus Pike.
- ¡¿De que demonios estas hablando ?! ¡Si me vas a acusar de algo, sé hombre y dilo de frente!
La estridencia del timbre de llamada del móvil de Marcus lo salvo de respondedor.
- ¡Pike! ... lo siento, Señor ... si, esta aquí conmigo ... oh, yo, no sé ... no tengo idea que ha pasado para que eso ocurra ... ¿Desea hablar con ella? ... Bueno ... ¿QUÉ? ...
El ver a Marcus balbuceando y luego ponerse lívido y acto seguido, girar para mirarla con la boca abierta y una mirada de desconcierto impresa en la cara, no auguraba nada bueno. Al menos la detuvo de darle una bien merecida paliza por acusarla veladamente de infidelidad.
Pero que siguiera con la mirada clavada en ella, la boca como túnel y sin proferir un solo sonido, la tenia al borde de su temperamento. Al fin, Marcus se recupero de su mutismo y de inmediato comenzó a poner peros a un asunto que sonaba cada vez mas grave.
- Señor, yo creo que usted debe decírselo ... yo ... yo no podría ... es mas, no me lo creo aún ... ¿Está seguro que no es una treta de Jane? ... ¿La agente Fisher va a anunciarlo en la televisión esta noche? ... Oh Dios, creí que ... no, no puedo ... le pasó con ella, Señor ...
Marcus le dio el teléfono como si fuera una papa hirviendo y salió de la habitación. Lo que sea que fueran a decirle lo iba a enfrentar sola ...
El está ahí para mi ...
Que equivocada estaba. Y pensar que hice sentir mal a Jane a propósito con esa sola frase ... mañana mismo hablo con Seeley y regreso a Austin a recobrar mi trabajo, mi vida y mi amistad con Jane ...
- Lisboa ...
- Teresa ... hija, tengo algo terrible que decirte ...
La muerte de su madre, los golpes de borrachera de su padre, encontrar colgado en la sala a Steven Lisbon, dejar a Greg parado en el altar, el disparo de O'Laughlin, el secuestro que sufrió a manos de Red John, la cacería obsesiva de Volker ... nada la había preparado ni remotamente para este día. Después de escuchar la noticia de boca del propio Samuel Cullen, solo atinó a dejarse caer hasta el piso, deslizándose lentamente por la pared; con el teléfono aun en el oído y sin escuchar realmente lo que el jefe de su hermano le decía ...
No helados, no brownies de arándano, no chalecos, ni manzanas, ni ponis, ni collares de esmeraldas, ni ojos de tiempo, ni risas, ni disculpas, ni arrepentimientos, ni declaraciones de amor, ni llamadas ...
Oh Dios, oh Dios, oh Dios ...
Patrick Jane había muerto sin saber que ella aún lo amaba.
¡En el último lugar del mundo!
¡En cada pedazo de tierra!
Esparciría yo mi llanto,
para que hallaras ... mi huella.
