Descargo de responsabilidad: ¡Naruto no es mio!

Sipnosis: El Equipo Siete ha muerto y con ellos, el Mundo Shinobi perdió contra la oscuridad. Pero, ¿y sí Sakura tuviese la oportunidad de cambiar este agrio final? ¿Cuánto esta dispuesta a sacrificar para lograr la paz y felicidad?


Lo primero que Sakura vio al abrir sus ojos, fueron dos bolas de colores: una era un chillón amarillo y el otro un tranquilo negro.

A ella le recordaba precisamente a los tiempos de su juventud. Cuándo Sakura siempre se dormía en los húmedos días de verano al acabar sus actividades con excelencia, mientras sus insistentes compañeros se la pasaban aún enfrascados, hasta que mínimamente lo lograsen. Al final, ellos se acercaban a su lado para despertarla y llevarla a Ichiraku.

Naruto, Sasuke, ¿son ustedes? Intento hablar, pero ninguna voz salió de su boca.

Deseaba gritar la joven, pero ninguna palabra se escapaba de sus labios. No, nisiquiera podía moverse con claridad.

Todo se sentía extraño, su cuerpo parecía tan distinto.

— Pobrecilla. — Aunque le costaba ver, Sakura logró a duras penas enfocar a un hombre. Cabellos rubios, mirada triste y al parecer, la calidez de su mejilla se debía a la mano de aquel muchacho, quien se dedicaba a acariciar su rostro.

— El masacre fue terrible. — Susurró alguien más. A diferencia de los gestos suaves del rubio, el hombre a su lado se veía más rudo con su postura amenazante y rígida.

— Es solo una bebé, incluso tiene la edad de mi hijo — Continuó hablando el agradable muchacho. A Sakura le recordaba mucho a alguien. — Huérfana desde tan pequeña, es horrible.

— Buscar unas personas que la cuiden será difícil, Minato.

¿Minato? ¿Como el Cuarto Hokage y padre de Naruto?

— ¿Algún alumno tuyo?

— Sería difícil: Kakashi es un lobo solitario, pero tal vez Rin y Obito podrían pensárselo — Minato tomó en sus brazos a la niña, acurrucandola en su pecho y mostrando una sonrisa brillante, para calmarle. — ¿En tu clan, Fugaku?

— Es muy mal visto aceptar niños de otras familias, pero Mikoto estaría encantada.

— Es cierto, Kushina también — Ambos se inclinaron hacia la niña. — Después de todo, es muy bella.

A pesar de que ambos continuaron hablando sobre adopción y funerales, las palabras parecían no entrar en los orejas de Sakura.

¿Huérfana? ¿Ella?... ¿Dónde estaban sus padres?

A pesar de su preocupación, una sola palabra rondaba en la cabeza de ella: Sacrificio.

¿A eso se refería Dios? ¿Ese era el costo de una nueva vida o era solo el principio de muchas heridas para ella?