DESDE EL FONDO DE MI CORAZÓN ROTO

No podía creer que lo había hecho. Había dejado salir todo lo que tenía en mi corazón, los sentimientos que se habían acumulado a lo largo de todo este tiempo y que tenían solamente una destinataria: ella.

Me encontraba sentado en la oscuridad, en el frío piso de mi habitación en el Templo de Acuario, mirando a través de la ventana el firmamento estrellado, intentando que desapareciera la sensación de vacío en mi interior. Parecía mentira que hasta hacía unas pocas horas mi corazón se encontraba repleto de emociones y de ilusiones de sueños por vivir junto a la única mujer por la que había sentido algo más que amistad; ahora de eso sólo quedaban cenizas, y los trozos de mi corazón cuyos pedazos debía recoger.

Ya nada sería igual,su nombre sigue estando entre mis labios y parece no querer abandonarlos. ¿Será que cometí un error al declararle mi amor?

Temía que algo así pasara, pero debía arriesgarme, ya no podía guardar más ese secreto que me estaba consumiendo por dentro.

Los días pasaron y Natalie no había vuelto a visitar mi biblioteca, haciendo que la soledad pesara aún más en mí; extrañaba su compañía durante las tardes, sin embargo, comprendía que después de lo acontecido necesitaba un tiempo y poner distancia de por medio. Verla una vez más me haría respirar, porque sentía que hasta el aire se había llevado cuando salió aquella tarde de la Casa de Acuario y ya no volvió.

_Natalie, por favor, regresa... el extrañarte me hace daño...Has dejado un hueco y un vacío en mi alma que no puedo llenar... los días duelen si tú no estás aquí, susurraba por las noches.

Tuve mi primera oportunidad de amar, y nada ha salido bien. Siento que me estoy partiendo en dos... Ella tenía mi vida en sus manos, y la necesitaba de vuelta, puesto que me sentía morir con cada minuto, cada hora que pasaba en el reloj. Si Natalie no quería aceptar el amor que le ofrecí, está bien, no importa... si así debe ser, me conformo con pedazos, trozos de su amor.

Las noches pasaban en las cuales no podía conciliar el sueño; mi mente tejía conjeturas acerca del porqué de su rechazo, ¿y si ella tenía sentimientos por otro caballero? Si bien no se la había visto manteniendo conversaciones o en actitudes con algún aprendiz o santo que se podrían considerar poco apropiadas para una joven, no podía sacarme de la cabeza aquello. ¿Acaso existía aquel hombre que hacía latir su corazón, y que ocupaba sus pensamientos?. La duda me atormentaba durante el día, y a eso contribuía también Kardia. Cada mañana, como era su costumbre, el Escorpión arribaba a mi Templo, y arrasaba con las provisiones y la fruta de mi cocina, y dado que mi humor había mutado convirtiéndome en un ser irritable e iracundo, siempre terminaba diciéndole que se largara. Cierto día, Kardia se cansó de mis continuos rechazos, y , plantándose frente a mí, me enfrentó.

_¿Quieres decirme qué demonios te pasa, Degel? ¡Ya llevas varios días con ese humor de perros, de verdad ya no se te aguanta! ¿Acaso tiene algo que ver con tu actitud la aprendiz del anciano Sanador? Porque no la he visto por aquí desde hace varios días, en verdad se extraña a esa mocosa! Tal vez quieras saber que está pasando sus tardes en el Templo de Virgo, de donde sale cuando ya la luna está dominando en el cielo... muy sospechoso... a estas alturas ya debe ser la amante de Ásmita... _ .

_¡Ya cállate, Kardia, y lárgate de mi vista! ¡No necesito que te burles de mí!! ¡Esfúmate!! _ , le grité con ira.

El Escorpiano asombrado, abrió los ojos de par en par, y luego comenzó a reír a carcajadas; aquel gesto me hizo hervir por dentro, no iba a tolerar que se divirtiera con mi dolor.

_Oh, Degel, Degel... déjame adivinar...¿Le declaraste tu amor a la muchacha y ella te rechazó, verdad?_ , me dijo mi amigo mientras esbozaba una media sonrisa irónica. _ Ya olvídate de ella, Degel; si quieres un consejo, para sacarla de tu cabeza lo que necesitas es ¡una buena borrachera y una mujer! ¿No conoces el refrán: "Un clavo saca otro clavo"? ¡Eso es lo que debes hacer, y no perder el tiempo en lamentaciones! Si ella rechazó tu amor, ¡allá ella lo que se pierde! ¡Debes hacerle ver lo equivocada que está, y que se arrepentirá de haberte rechazado! Después de todo, si ya se entregó a Virgo, ¿para qué la quieres? ¡Vamos, acompáñame a un lugar, te sentirás mejor y te olvidarás de todo!, exclamó Kardia, luego de lo cual me tomó de la mano y me arrastró fuera de la Casa de Acuario.

A la mañana siguiente, desperté con un dolor de cabeza terrible, que daba cuenta de mi resaca producto de haber seguido el consejo del Escorpión; apenas podía enfocar mi visión y mantener mis ojos abiertos ante la claridad de la mañana. Jamás había bebido, y mucho menos de esa manera. Me incorporé levemente, y ví que me encontraba en mi habitación, vestido únicamente con mis ropas de entrenamiento; en uno de los rincones, en el piso, Kardia yacía durmiendo con la boca abierta y sus ronquidos se esparcían por todo el ambiente.

Sentía mi cabeza dar vueltas y que cualquier ruido causaba que se agudizara mi cefalea, pero aún así junté fuerzas y me levanté de mi cama, que ni siquiera había sido deshecha, y me dirigí a la cocina a preparar café para tratar de disipar un poco los efectos del alcohol.

Avanzé dando pasos lentos para no hacer ruidos que pudieran intensificar el malestar que sentía y para no despertar a Kardia, quien seguramente si se despertaba, acabaría con mi despensa. Dí gracias a los dioses de que ese día no se encontrara la vestal que se encargaba de realizar las labores del Templo de Acuario, sino sería la comidilla de todo el Santuario; sabía cuánto les gustaba el chisme a esas mujeres.

Mientras calentaba el agua para el café, me detuve un momento a pensar que a pesar de todo, el Escorpiano tenía razón en que el alcohol serviría para hacerme olvidar del rechazo de Natalie, aunque sea por un largo rato. No había tomado la otra opción que Kardia me había sugerido para pasar esa amarga página en mi vida; no estaba acostumbrado a ver a las mujeres como un objeto con el cual satisfacer mis deseos. En eso vagaban mis pensamientos, cuando escuché ruidos y también algunas maldiciones e improperios provenientes de la habitación, tras lo cual Kardia se hizo presente en la cocina; venía frotando su cabeza al parecer luego de haberse dado un gran golpe, seguramente con la silla que está junto a un pequeño escritorio en mi habitación. El Escorpiano bostezó sonorosamente y se dejó caer en un banquillo.

_¿Y, cómo te sientes luego de nuestra salida de anoche Degel? Aparte de la resaca que obviamente te traes, ¿No me vas a negar que fue una buena idea?!_ , exclamó Kardia con una sonrisa juguetona asomando a sus labios. _¡Ahora sólo nos queda encontrarte una mujer que te haga olvidar a esa muchacha! Podría presentarte algunas guapas jóvenes de Rodorio..._.

_¡No, Kardia!¡No utilizaré a una mujer inocente sólo para borrar lo ocurrido con Natalie! ¡Y por Atena, baja la voz!_ , le grité inconscientemente sin recordar mi intensa cefalea, por lo cual hice una mueca de dolor y entrecerré los ojos luego de hablar. Escorpio soltó una carcajada abruptamente, y continuó en su intento de convencerme de tomar una mujer para desahogarme.

_Bueno, si no quieres conocer a las damas de Rodorio, puedo presentarte las que conozco de otras villas cercanas al Santuario, o sino... mmm tal vez lo que tú necesitas es reencontrarte con alguna de las mujeres de tu pasado..._ , dijo Kardia pensativo y tratando de hacer memoria. _¿Qué me dices de esa tal Seraphina?_ .

Lo miré con el ceño fruncido y molesto, le contesté:

_¡Ella es como una hermana para mí, jamás podría verla de esa forma como estás pensando, Kardia!, dije mientras ponía mis brazos en jarra. El Escorpiano continuó recapitulando en su memoria si podía encontrar otra opción que ofrecerme; luego de unos minutos, rechistó y habló:

_ ¡Ya lo tengo!¿Qué tal esa francesita que conociste en tu viaje a Francia? ¿Solía enviarte cartas, no es así? ¡Ella podría ser la candidata ideal! _ , exclamó Kardia con entusiasmo.

Abrí mis ojos con asombro ante la propuesta del Escorpión; era increíble lo que estaba escuchando salir de su boca, realmente no se detendría hasta que lograra convencerme.

_¡Estás loco, Kardia! ¡La Señorita Fluoritte es sólo una jovencita! Por todos los dioses, ¿Cómo puedes pedirme que intente seducirla?_ , fue mi respuesta ante la mirada ladina de mi amigo.

_ Era una jovencita la última vez que la viste; ¿Cuánto tiempo ha pasado ya desde esa vez? ¿Un año, año y medio? Los niños crecen en ese tiempo... ¡Estoy seguro de que ahora debe de ser una bella mujer, esperando por su caballero dorado! ¡Y ese puedes ser tú, amigo mío!_ .

Iba a replicar las palabras de Kardia, pero mi mente se bloqueó por un instante y ya no pude hacerlo. Creo que finalmente la influencia del Escorpión, aprovechando mi fragilidad emocional, había logrado doblegar mi voluntad.

Al cabo de unos días, la tristeza se había ido apaciguando poco a poco; había decidido que no seguiría lamentándome por haber sufrido un rechazo amoroso. Trataría de seguir adelante lo mejor que pudiera, y si los dioses me lo permitían, sacar a Natalie de mi corazón. Continuaba sin aparecer por el Templo de Acuario, y eso me facilitaba las cosas; en el fondo temía volver a verla y que eso reavivara el dolor que trataba de enterrar poco a poco.

En mi mente, un pensamiento había estado tomando forma en los últimos días, y, movido por una voluntad invisible, me dirigí escaleras abajo con un destino fijado: confrontar al que creía era el hombre que se había adueñado del corazón de Natalie.

Fui descendiendo escaleras y pasando por cada una de las casas, saludando a mis compañeros de armas, algunos de los cuales no se encontraban en sus puestos en la entrada de sus templos por estar realizando entrenamientos en el Coliseo, por lo que el camino hacia donde quería llegar fue rápido.

Desde lejos, pude divisar la figura de aquel joven de cabellos dorados en la entrada del Templo de Virgo; apuré el paso y finalmente llegué ante su presencia.

Allí lo encontré, con el rostro orientado hacia los tibios rayos de luz solar, que comenzaban a intensificarse poco a poco, sus ojos cerrados y la suave brisa veraniega moviendo su cabellera dorada. Me pareció que él había murmurado algo por lo bajo, casi en un susurro, inaudible para cualquier oído .

Al llegar a su lado, lo saludé como de costumbre, con amabilidad y cortesía, y acercándome a él, le pregunté:

_ Es curioso verte fuera de tu templo, ¿a qué se debe este cambio de hábitos?_ .

Ásmita me devolvió el saludo alegremente, mientras respondía con calma a mi pregunta; él comentó que en el último tiempo había sentido la necesidad de tomar contacto con la naturaleza y con las emociones humanas. Aquello sin duda encendió la chispa en mi mente; había resultado ser cierto lo que en el fondo de mi alma temía.

Para confirmar mis sospechas, continué la conversación.

_Es bueno verte fuera de tu templo, Ásmita! Me alegro de que hayas salido un poco de tu aislamiento; sé que has estado meditando con Natalie, ¿qué tal va eso? ¿Acaso es ella la responsable de tu cambio de actitud?_ , le pregunté directamente con firmeza en mi voz si tenía que enterarme que Ásmita sentía algo por Natalie, que fuera ahora y por su propia boca; necesitaba cortar por lo sano con todo esto.

Antes de contestarme, el caballero de Virgo enarcó una ceja, y luego de unos segundos en silencio, respondió:

_Me temo mucho, mi amigo, que estás en lo cierto... Te pido disculpas si mis palabras te causan daño..._ .

Al oír su respuesta, mis ojos se abrieron desmesuradamente con sorpresa; en mi predicamento había olvidado la habilidad de Ásmita de leer el pensamiento. La tristeza se apoderó de mí y una punzada de celos me recorrió en un instante; me quedé en silencio sin saber qué decir, por lo que asentí, y luego le dí las gracias por habérmelo dicho, aunque no me haya confesado abiertamente sus sentimientos por ella, era evidente que él había empezado a cambiar sus hábitos solitarios debido a la joven, así como seguramente comenzaba a demostrar sus emociones también por causa de ella.

Luego de un rato en el que conversamos sobre la vida, la amistad, y el amor, donde pude notar la transmutación que estaba experimentando el alma de Virgo, abriéndose al mundo luego de una infancia muy dura y llena de sufrimiento, tratando de expresarse de formas completamente nuevas para él... Ya no sentía celos, ni sentía rabia hacia Ásmita por haberse enamorado de la mujer que amaba. Al contrario, estaba feliz por él; necesitaba este maravilloso sentimiento en su vida. Y desde el fondo de mi corazón, esperaba que, si Natalie le correspondía, de lo cual estaba absolutamente seguro, lograran alcanzar la felicidad; la merecían. Finalmente, después de haber aclarado mi mente, abandoné el Templo de Virgo con mi alma más liviana y despejadas las tribulaciones de mi corazón, con la aceptación embargando mi ser, y con la determinación de seguir adelante.

CONTINUARÁ...

Hola!!! Muy felices pascuas!!! Les dejo este pequeño regalito para todos aquellos que siguen esta historia!