- Gracias por venir, sé que estás muy ocupado -dijo ella luego que él se sentara a su lado-

- Gracias por cuidar de Epona. - Él miró al horizonte y continuó- Hoy estuve recorriendo un gran templo vacío, y recordé cuando estoy sentado aquí en el pasto mirando el atardecer, escuchándote cantar -dijo sonriendo-

- Salvaste al mundo, y ahora eres un caballero del ejército del rey, pero para nosotros eres Link, el chico saltamontes que es parte de nuestra familia.

La dicha que invadió su corazón al escuchar eso fue tan grande que él sintió como su corazón de repente se hacía enorme y latía tan fuerte que temía que ella lo escuchara.

Ella se puso de pie y cantó la canción de Epona. La yegua acudió al llamado y ella se acercó acariciando su cabeza.

- Tú también eres parte de la familia, querida Epona. -La yegua bajó la cabeza y Malon tocó su frente con la suya. Link se asombró por un momento porque la tenue luz amarilla del atardecer le dio a la escena un aire mágico. Se puso de pie y se acercó sonriendo para saludar a Epona. La yegua relinchó feliz al ver a Link.

- Epona -la abrazó desde el cuello-

Hace unas semanas, en un enfrentamiento con bokoblins en el bosque de Farone, Epona se había lastimado en unos arbustos espinosos mientras Link cabalgaba esquivando una lluvia de flechas. Él, muy preocupado, se ocultó para poder vendar sus heridas, y la dejó escondida mientras él regresaba a la batalla. Cuando todo acabó la llevó al rancho. Malon cuidó de ella desde entonces.

Ingo se acercó a los chicos y la yegua.

- Señorita Malon, el señor Talon dice que los caballos ya deben llevarse al establo. Solo falta Epona.

- Está bien, Ingo, yo la llevaré.

Ingo hizo un gesto de afirmación y regresó aliviado, ya no quería hacer nada más que ir a dormir, estaba exhausto por todo el trabajo del día.

Malon y Link caminaron de regreso junto con Epona y conversaron de algunas cosas cotidianas del rancho, si Talon seguía siendo perezoso o estaba ayudando. Al llegar al establo y dejar a Epona en su lugar, fueron a la casa, prepararon la cena y comieron todos felizmente, incluso Ingo. Después regresaron afuera y se sentaron en una banca para ver las estrellas.

- Sabes, Malon, cada vez pienso más en cómo me gustaría vivir así como ustedes. Llevar una vida tranquila sin ninguna preocupación más allá de los quehaceres de un rancho.

- ...yo...creo que puedes elegir dónde y cómo vivir el resto de tu vida. Lo mereces, te lo has ganado con todo tu esfuerzo, Link.

- Sí, pero no es tan fácil sabiendo que todos cuentan conmigo. -dijo él algo triste-

- Destruiste los males más grandes, los soldados sin duda podrán con unos bokoblins, ¿no crees?

Él sabía que era cierto, ya que desde la derrota de Ganon los enemigos habían disminuido considerablemente hasta quedar solo pequeños grupos dispersos.

Tomó la mano de Malon, y ella se sorprendió.

- Tienes razón, no hay mejor momento que este.

Y siguieron sonriendo, sí, con el tipo de sonrisa que solo tiene la gente que ama.