El almuerzo estaba casi listo, eran la una de la tarde y el calor había aumentado considerablemente, había preparado un curry con verduras, arroz y pollo, no era el mejor cocinero, pero con tanto tiempo libre, había aprendido a cocinar algo más que ramen. En el pasado cuando vivía en la mansión Kusanagi, los sirvientes hacían todo por él, así que aprender a cocinar había sido una lección de humildad.
Una vez la comida estuvo servida en la mesa y después de dar gracias, los dos jóvenes comenzaron a comer ávidamente, el aroma del curry era exquisito y su sabor era mucho mejor, el pollo había quedado blando y con una sazón perfecta.
- Mmm... delicioso – Musitó Shingo saboreando cada cucharada con deleite – Ha mejorado usted bastante Kusanagi-san – Kyo sonrió llevándose una papa a la boca con los palitos.
Luego del almuerzo, Shingo se había ido para la universidad y Kyo por primera vez en semanas, decidió salir a caminar. Tantos días encerrado iban a enloquecerlo y como se sentía tan bien de salud, no creyó que correría ningún peligro, además nadie sabía que se estaba quedando en casa de Shingo. ¡Ni siquiera había contactado a sus padres! Sabía que, si lo hacía, en cuestión de minutos un auto vendría a recogerlo y tendría que responder a muchas preguntas que aún no se sentía listo para responder.
Caminó por las tranquilas calles del barrio por un buen rato disfrutando del agradable clima primaveral, pronto llegó a un parque lleno de cerezos en flor. El lugar era muy acogedor, con una fuente en el centro, bancas pintadas de un color blanco ubicadas estratégicamente alrededor de esta. Algunas personas montaban bicicleta y los niños jugaban en los balancines y columpios dispuestos en las esquinas.
Busco con la mirada donde sentarse y vio una banca solitaria bajo un árbol, iba a sentarse y fue entonces cuando alzó la mirada solo para quedarse paralizado, sus ojos fijos en la otra persona sin poder creer que era cierto lo que veía. Allí en medio del claro, al lado de la fuente, estaba Yagami.
El baterista de la banda de Iori le había enviado un mensaje pidiéndole que se vieran para discutir unos detalles del show que iban a dar en unas semanas y aunque el pelirrojo no tenía mucha cabeza para pensar en su música, aceptó pues quizás hablar con una persona normal que no tenía idea sobre el torneo o la importancia de su apellido, era lo que necesitaba para desestresarse.
Caminó por aquel sector residencial, con la cabeza agachada y los hombros ligeramente encorvados hacia delante como era su costumbre, llevaba unos jeans negros y una camisa de manga larga del igual color. Caminaba sin prestarle mucha atención a su alrededor cuando de repente se vio obligado a detenerse, sintió una energía demasiado familiar.
Era Kyo Kusanagi.
Sí, podía sentirlo, Kyo estaba cerca, podía sentir el Ki característico del Kusanagi en algún punto de ese pequeño parque que le separaba de la cafetería donde se vería con el baterista. De repente se encontró ansioso por volver a verlo y aceleró el paso sintiendo como el corazón le latía con fuerza. Era un momento perfecto para enfrentarlo de nuevo, desde hacía un buen tiempo, moría de ganas por golpearlo, por sentirlo...
Kyo no dijo nada, se quedó inmóvil observando a Iori parado frente a él, viendo como sus labios se curvaban en una maliciosa sonrisa. El pelirrojo avanzó hacia él y Kyo retrocedió un poco, hasta que se topó con la silla justo atrás de él.
- Kusanagi – Escuchó que decía – Cuanto tiempo sin vernos ¿Eh? –
Kyo no respondió a eso, solo lo miró son seriedad, ese encuentro había sido tan inesperado que aún no sabía cómo reaccionar. Iori era su enemigo y en el pasado siempre que se habían encontrado terminaban matándose a golpes.
- Tres años quizás – Respondió Kyo intentando sonar arrogante – No has cambiado nada –
Iori sonrió, le gustó escuchar esa arrogancia en su voz, porque la última vez que lo había visto había estado conectado a diferentes máquinas en el hospital, verlo de pie y con una mirada desafiante le hacía sentir aliviado, era como si, esos 3 años no hubiesen pasado.
- ¿Qué estás esperando bastardo? - Agredió Iori tomando una posición de pelea, pero Kyo continuaba inmóvil, con sus manos cayendo a los costados de su cuerpo con desgano, con la mirada fija en algún punto en la grava del suelo, con los mechones del cabello tapando sutilmente sus ojos.
- ¿Aún quieres pelear? – Le preguntó con el ceño fruncido - ¿Aún quieres seguir con esto? – Concluyó.
- ¿Hasta Ahora vienes a quejarte? – Preguntó el pelirrojo con voz burlona - ¿Tengo que repetírtelo de nuevo? ¡O peleas o simplemente mueres! – El silencio que se formó luego de esta afirmación fue realmente incómodo.
- No – Dijo al fin Kyo – No tienes que repetírmelo, porque ya no habrá una próxima vez –
- Ahh... perfecto, por fin te decides a pelear en serio... ¿Qué piensas hacer? ¿Vas a matarme? – El pelirrojo parecía disfrutar enormemente el hecho de volver a encontrarse con Kyo y poder burlarse de él, era como volver a los viejos tiempos.
- No – Negó nuevamente Kyo – No volveré a luchar contigo. –
Por unos instantes el pelirrojo se quedó inmóvil, escuchando solamente el caer del agua en la fuente a pocos metros de ambos, la fresca brisa haciendo agitar los árboles y provocando que los pétalos de los cerezos se desprendieran en un bonito espectáculo rosa, lo que había dicho Kyo era una afirmación categórica, era un hecho, una decisión que Iori jamás se hubiese esperado que tomaría.
- ¿Qué mierda dices? – Preguntó sin poder ocultar su sorpresa.
- Que ya no quiero volver a pelear contigo Yagami – Aclaró con firmeza y mirándolo firmemente a los ojos, - Estoy cansado de todo esto, no quiero seguir con esta estupidez –
El pelirrojo se sentía desconcertado, no sabía cómo tomar eso. ¿Cómo una cobardía o cómo un acto de sensatez? Sabía que el asunto con Orochi se había aclarado cuando este había muerto en la batalla, la guerra entre los clanes se había congelado y los dirigentes actuales habían acordado entrar en negociaciones de paz para el bienestar mutuo, sin embargo, Iori se negaba a creer que el odio entre Kyo y él también se hubiese congelado.
Se negaba a creer que Kyo ya no le interesara pelear con él. Era algo que simplemente nunca hubiese esperado. Siempre creyó que su misión en la vida era acabar con su rival y después de eso morir a causa de su maldición. Sin embargo, ahora Kyo se negaba a pelear con él ¿Significaba que de alguna forma su vida ya no tenía sentido? ¿Para qué vivir si la única persona capaz de producirle todas esas sensaciones durante un combate ya no quería combatir?
- Cobarde – Exclamó con recelo, como una queja inconforme, como queriendo refutar lo que el Kusanagi había dicho, pero lejos de enojarse Kyo solo le sonrió con melancolía.
- Tómalo como quieras Yagami – Fue la respuesta – Pero ya no me interesa lo que pienses de mí, Solo quiero que salgas de mi vida –
De nuevo ese vacío y esa sensación dolorosa en el pecho, por unos instantes el pelirrojo se quedó solo observando a su enemigo, la cara de Kyo era una máscara de indiferencia. ¡Todo menos eso! Preferiría saber que Kyo lo odiaba a saber que ya no le importaba para nada. Pero Kyo parecía totalmente decidido y Iori se sentía cada vez más perturbado.
Con un movimiento rápido el pelirrojo lo agarró por el cuello de la camisa acercándolo hacía él.
- ¡Defiéndete imbécil! – Gritó encendiendo una llama púrpura en la mano izquierda- ¿Qué demonios te pasa? – Agregó totalmente enfurecido
- ¿Acaso... no estás cansado Yagami? – Le preguntó Kyo, aun sintiendo la presión en su cuello -¿No tienes nada mejor que hacer? –
Iori le dio un puñetazo envuelto en llamas en la cara y le hizo perder el equilibrio cayendo hacía atrás estrepitosamente, Kyo sintió el borde metálico de la silla golpear su brazo previamente fracturado y se quejó de dolor.
Iori se quedó observando la escena frente a él, ¡Kyo se había dejado golpear! Vio como la sangre brotaba de su boca en un hilillo rojo y como su mejilla se sonrojaba e hinchada por el golpe. Verle sentado en el suelo con la mano en el hombro completamente vulnerable y sumiso le hizo perder el deseo de pelear.
Apretando los dientes molestos, se dio media vuelta y se alejó del parque.
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