Capítulo 4


La suave brisa matinal roso el adormilado rostro de Sasuke Uchiha, se removió en las blancas y suaves sabanas que yacían bajo él. Abriendo de poco en poco sus ojos cayó en cuenta que se encontraba mirando el techo del hospital, se levantó rápidamente y buscó con la mirada a su pequeña hija más no pudo hallar rastro de ella. Alargó la mano hacía la izquierda y tomó su gruesa capa negra, rodeando sus hombros con esta. Odiaba los hospitales, lo mejor sería salir de allí cuanto antes.

—¿Qué estás haciendo? —Escuchó una voz femenina mientras los ruidos de la puerta abriéndose inundaban sus oídos. —Sasuke aún no te he dado el alta.

Era Shizune, el ninja médico que solía ser amiga de su esposa.

—No lo necesito. —Su voz era monótona, se escuchaba algo cansado. —Ya me siento bien.

—Por favor, no seas testarudo. Aún necesito hacerte unos análisis antes de dar el brazo a torcer. —La médica le indicó con la mirada que tomara asiento. Seguido a eso, tomó una jeringa ya que tenía la intención de recolectar algunas muestras de sangre

—¿Dónde está Sarada? La casa….

Shizune lo interrumpió. —Sarada-chan está completamente bien, justo ahora se encuentra con los Uzumaki, Hinata-san ha sido muy amable al cuidarla. —Introdujo la aguja después de palpar su vena y ambos callaron durante varios segundos.

—Gracias.

—No te preocupes. Aunque hay algo que me gustaría comentarte Sasuke, si me permites claro.

Sasuke frunció el ceño. No respondió, pero eso hizo que Shizune comprendiera que le estaba dando el espacio para que le contara cualquier cosa que debiera de.

—Ayer por la tarde Sarada-chan vino a visitarte. Estaba un poco decaída y algo triste, algo nada normal en ella, suele ser bastante terca pero jamás se mira triste.

—Mi niña… —Entrecerrando sus orbes negros, Sasuke recordó la última discusión que habían intercambiado.

—Ella estuvo preguntándome sobre Sakura. —El Uchiha comenzó a mirarla extrañado. —Naturalmente no le dije nada, eso es algo que no me incumbe a mi confesar. Independientemente de todo tu eres su padre y ella te ama como a nadie, pero la duda se ha sembrado tan fuerte en ella que eso la está consumiendo.

—¿Crees que sea una actitud propia de su edad?

—Creo que es una actitud propia de cualquier niño que jamás ha visto a su madre y vive esperándola. —Cerró el contenedor de la muestra, y se giró para colocarla en lo que sería el recipiente donde la transportaría. —No pretendo inmiscuirme en tus asuntos familiares, ni mucho menos en la forma en la que crías a Sarada, pero ocultarle la verdad está siendo devastador para ella ¿No crees?

—Shizune, aunque no lo creas… Siempre pienso en como decirle la verdad, sin embargo, el problema radica en que ni siquiera yo quiero aceptarlo. Si le digo a mi hija que está muerta por ende yo estaría resignándome a que Sakura jamás regresara, quizás todo esto te suena egoísta, pero simplemente no puedo hacerlo.

—Sasuke… —Se dirigió hacia la salida. —No te apresures, tomate tu tiempo para pensarlo. ¿Sabes? No debería decirte esto pero Kakashi me dijo que Naruto hará una última misión de búsqueda, de hecho, a partido hace poco de la aldea y realmente espero que regrese con buenas noticias. Mientras tanto recupérate y no pierdas la fe. —Cruzó el umbral finalmente dejando a una azabache sorprendido por lo que había escuchado.

¿Acaso Naruto se sentía tan culpable como él? ¿Había decidido ir a buscarle sin decirle una sola palabra?

—Si no estoy mal dentro de dos horas estaremos llegando a la próxima aldea. —Naoki se dirigió a las dos mujeres que lo acompañaban.

Llevaban gran parte de la mañana viajando sin parar, escuchar aquellas palabras causaron algo de alivio en la pelirrosa quien llevaba tiempo sin recorres grandes cantidades de camino. El día era algo soleado y pesado, se esperaba que el sol saliera un buen rato con sus rayos pesados, pero según Nanako esa era una buena señal ya que significaba que estaban cerca del país del Viento.

—¿Sakura estás bien? Luces algo pálida, si requieres parar a descansar está bien —Naoki le extendió su brazo amablemente para que se sostuviera.

—Muchas gracias, no te preocupes puedo mantenerme bien hasta que lleguemos a la aldea que mencionaste.

—¡Oh ,si! Está aldea esta cerca de otra aldea la cual es muy importante, La aldea de la Arena. Escuche que el Kazekage de estas tierras es muy cercano a Konoha, seguro hallaremos buena información.

—¿Y qué pasa si no encontramos información? —El miedo en sus palabras comenzaba a hacerse obvio, se recordó que debía reprimir aquellos sentimientos y en su lugar seguir siendo positiva.

—Vamos, Aiko-chan si eso pasa tengo entendido que el país del fuego no queda muy lejos. Iremos a Konoha y pediremos una audiencia con el Hokage.

—Somos simples extranjeros ¿Realmente crees que nos concedan un favor como ese?

Nana hasta ese momento se había mantenido al margen de la conversación de los jóvenes pero sintió como el corazón se le removía al escuchar las preguntar llenas de incertidumbre de la boca de la ojijade. —¿Hoy estás algo ansiosa verdad? —Preguntó al final.

—Me conoces bastante bien, ciertamente amanecí con un poco menos de optimismo.

—Querida —Sujetó dulcemente las palmas de sus manos contra las de ella buscando darle un poco de apoyo. —Quizás no seas una extranjera en aquel lugar, nunca se sabe, relájate y dejemos que las cosas avancen como deben, hoy soy yo la que tiene una buena corazonada ¿Crees que se deba a mi avanzada edad? —Rió suavemente acentuando ligeramente las arrugas alrededor de sus labios.

—¡Avanzada edad! ¡Pero si te ves mucha más vital que yo! —Exclamó señalando su rostro con los dedos.

Ambas se abrazaron por unos cortos instantes para después retomar su paso. Naoki las miraba algo conmovido y dentro de sus pensamientos se alojó la idea de que ambos extrañarían con esmero a la mujer de cabellos rosados si esta lograba encontrar un lugar en el mundo lejos de ellos.

¿Lograría encontrar la verdad sobre sí misma?

—¡Sarada! Ya no puedo seguir más, tomemos un descanso. Tengo varios sabores de frituras ¿No te gustaría tomar la merienda?

—Chocho, si nos detenemos ahora le perderemos el rastro a Naruto-san.

—Pero tampoco debemos acercarnos demasiado o sentirá nuestros chakras. nos hemos colado de la aldea diciéndole al padre de Shikadai que le llevaríamos el almuerzo y regresaríamos después, si nos pillan ahora tendré que regresar a casa y escuchar los regaños de mis padres

Sarada meditó brevemente sobre las palabras de su amiga, tenía algo de razón. Si se acercaban más rápido Naruto Uzumaki lograría reconocer sus chakras y probablemente las regresaría cuanto antes a la aldea. Ella no podía ni siquiera pensar en ello, estaba a tan poco de conocer a su madre y de ninguna manera iba abandonar en ese momento.

—Muy bien, pero solo 10 minutos. Espero que Naruto-san no vaya muy lejos.

—No creo que lo haga, hemos viajado a paso relativamente normal desde la mañana.

—¿Entonces porqué quisiste pararte a descansar? —Le preguntó.

—Bueno, ya me conoces. Me fatigo con facilidad y me gusta tomar la merienda temprano. —Escuchó el envoltorio de las frituras de consomé ser abierto por las manos de su amiga, para después comenzar a comer aquellas papas frita que tanto le gustaban. —Este sabor en particular, me encanta ¿Quieres un poco?

—No gracias —Rechazó su oferta pues aún no se hallaba con el hambre suficiente para tomar bocado.

—Te pierdes los deliciosas que están.

—Oye….

—¿Te pasa algo Sarada? —La observó a la par que seguía comiendo.

—Es solo que me gustaría hacerte una pregunta que no me deja en paz. —Y era la verdad, desde que habían comenzado a seguir a Naruto sus dudas y nervios en lugar de descender se habían transformado a unas con más fuerzas, no dejaba de pensar a cada segundo como sería el momento en que finalmente se encontrara de cara a su madre.

—Házmela entonces. —Le sonrió dulcemente con unos labios llenos de migajas que le propiciaban un aspecto gracioso.

—¿Cómo piensas que será mi madre? —Soltó esas palabras que llevaba ancladas todo el tiempo.

Chocho se removió las migajas con su mano libre, después encarnó una ceja y dejo salir un sonido que confusión. —¿Porqué debería de saber responderte eso yo? Pensé que tenías una foto de ella en la estancia de tu casa, incluso me dijiste que su cabello color rosado te llamó la atención.

La azabache suspiró dándose cuenta de que su amiga no había logrado captar su verdadera pregunta. —A eso no me refiero, no estoy hablando de algo físico. En ese aspecto se que es muy bella y tiene ojos color verde, no como los míos que son tan oscuros como la nada.

—Sarada, últimamente con todo esto de tu drama familiar te has tornado bastante extraña en tus preguntas.

—Lo que te quería dar a entender es ¿Cómo piensas que sea la personalidad de ella? Realmente se casi nada de Sakura Haruno.

—Supongo que es como todas las madres. —Comenzó a explicarles. —Primero buscan cualquier detalle para regañarte, después te dicen que lo hacen por tu bien y porque te quieren. En el fondo todas las madres buscan lo mejor para sus hijos y no dudo que la tuya igual.

—¿Mi bien? ¿No crees que si realmente buscara mi bien hubiera pasado más tiempo conmigo? Tengo tan pocos recuerdos de ella, en realidad solo tengo uno y ni siquiera se si es real o el producto de una mala jugada por parte de mi subconsciente.

—Sé que todo esto es nuevo para ti, y que no lo comprendes muy bien porque no has compartido tiempo con tu madre, pero, yo te lo voy a confesar. Todas ellas tienen maneras muy extrañas de actuar, parece como si no te quisieran pero siempre detrás de todo tienen una razón por la cual son así confía en lo que te digo, todo lo hacen por nuestro bien.

—¿Te pasa seguido con Karui-san? —Inquirió, siempre le gustaba mantener ese tipo de conversaciones con su querida amigas, donde ella le mostraba una nueva perspectiva de la relación que las madres sostenían con sus descendientes.

—Me pasa todos los días. Y no solo a mí, le pasa a Shikadai, a Inojin, a Boruto, no recuerdo si Mitsuki tiene una madre, pero si la tiene estoy segura de que también le pasa a él.

—Ya veo…

La morena fue la primera en ponerse de pie de aquellos troncos donde se sentaron, había logrado disipar un poco las dudas de su mejor amiga y eso la llenaba de un sentimiento grato, Sarada podía ser tan seria la mayor parte del tiempo, pero en fondo seguía siendo una preadolescente como muchas batallas internas. Le agradaba poder contribuir a sanarlas. —Estoy segura de que cuando regresemos a casa con tu madre también te pasará todos los días, entonces vas a entender los disparates que te acabo de decir.

—Gracias, Chocho. —La pequeña Uchiha se levantó y le ofreció una sonrisa a su amiga.

—Ya pasaron los diez minutos, será mejor que retomemos el camino o está vez en verdad perderemos la pista del padre de Boruto.

Tal como habían dicho retomaron ambas el camino, más tranquilas y un poco más calmadas.