- ¿Recuerdas una de las primeras cosas que dije al conocerte, Fujimaru? –

La pregunta rompe la tranquilidad del aire desértico y la aludida maga desprende su vista del infinito valle entre los ríos para voltearse hacia Ishtar, quien pregunta sin siquiera devolver la mirada. El vuelo ha terminado hace rato y conforme el cielo comenzó a tornarse más rojizo ambas aterrizaron sobre el plano techo en el más alto edificio dentro del complejo religioso, adornado con plantas que cuelgan hasta abajo y cuidados pisos que, sin duda, solo la diosa madre de allí ha visitado para relajarse. Acomoda sus cabellos anaranjados mientras piensa en las exactas palabras, de solo pensar en el rostro desinteresado y algo molesto de Ishtar en ese entonces y compararlo con la sonriente y tranquila diosa de ahora comienza a reírse en voz baja, termina por tomar un suspiro antes de alzar un dedo de manera demandante.

- "Témeme y adórame con respeto y reverencia" –

Enseguida la diosa reconoce la burla, algo que ha hecho en muchas oportunidades copiando a Quetzalcoatl o Artemisa, frunce el ceño mientras deja salir un tembloroso quejido.

- ¡Te burlas de mí otra vez! –

- Eso es literalmente lo que dijiste – Responde la muchacha sin reaccionar ni un poco al sobresalto de su servant – Y luego dejaste de hablarme por una semana y media, dijiste que no merecía escuchar tu voz, mandabas a Mash con notitas sobre lo que necesitabas… recuerdo que ella te tenía mucho miedo también –

- E-eso no es a lo que yo me refería – Se cruza de brazos dando la espalda a su insolente invocadora que ya piensa disculparse antes de volverla a escuchar – Dije que sería tu… diosa de la victoria –

- Eres mi diosa –

- ¿Incluso con lo que he hecho? –

Finalmente se voltea hacia ella, un ojo carmesí penetrando hasta lo más profundo de su alma, la ciudad que brilla por detrás es un monumento a la verdadera naturaleza del ser que Fujimaru tiene en frente. Puede parecer lo contrario pero Ishtar es una vengativa diosa, ha llevado a la ruina a una gran cantidad de hombres, ciudades han caído por simples palabras suyas, atrocidades han sido cometidas en su honor mientras ella flotaba y miraba a los humanos en su día a día como hormigas en una colonia, no hay duda que estando en Uruk, una ciudad donde la gente hace reverencias al ver su silueta de lejos, es donde esa imagen de Inanna la mujer de la ruina está más presente.

Fujimaru Ritsuka no siente miedo a su lado, sin embargo, no teme a una inevitable catástrofe, ese terrible ojo color sangre es cálido desde su perspectiva, demuestra que le importa lo suficiente como para preguntar semejante cosa.

¿Es por su cuerpo humano que se siente atraída hacia ella más que a otros servants? Una conexión completamente diferente a la que tiene con otras como Quetzalcoatl o Artemisa, la sensación de que está mucho más cercana que cualquiera, detrás de esos ojos brillantes y de esa ropa estrafalaria ve a una muchacha no muy distinta a ella misma, sus roles bien podrían estar invertidos ¿Cómo sería ser la base para un ser tan poderoso y arrogante?

- Disculpa, pero no puedes asustarme –

- Claro que no, para eso te he entrenado – Vuelve a dirigirse a Fujimaru con un tono burlón, escondiendo una posible pregunta mucho más seria – Ya no podrías zafarte de mí ni aunque quisieras –

Va a preguntarle si esa es la razón por la que han venido a esta ilusión, apenas llega a abrir la boca antes de que su sonrisa desaparezca en un rápido movimiento, como si tuviera la habilidad de leerle la mente Ishtar se voltea completamente y se desprende del techo que es, ahora, suelo bajo sus divinas pisadas. Murmura algo en un tono cantarín, no se molesta en poner claro si es que bajará a buscar agua o simplemente se ha cansado de estar allí arriba, pero si lo hace con mucha confianza dejando atrás a Gudako quien solo la sigue hasta el borde esperando que, al menos, en el último segundo vendrá a buscarla.

No lo hace, le deja allí arriba varada.

- ¡Hay una escalera del lado que baja al patio principal! –

Eso es lo único que escucha, seguido por una obligatoria risa malévola claro.

Ahora tiene que preocuparse por bajar demasiados metros vigilando que su larga falda no se vuele y su trasero no reemplace el desértico sol en el cielo de la tarde.


El vestíbulo del templo está colmado de gente haciendo fila para dejar sus ofrendas, Fujimaru camina junto a ellos rápidamente hasta adentrarse en la habitación continua que lleva al complejo interior, busca volver a subir para encontrar a Ishtar en su habitación sabiendo que probablemente ha terminado allí pero algo la detiene, es una voz demandante que le grita de un costado, una que le produce un escalofrío tan pronto como escucha la primera silaba de la primera palabra que comienza ese llamado de atención. Es una inconfundible voz llena de desprecio calmado, superioridad avasallante y sabiduría infinita, es el grito de un rey enfadado que la devuelve a la realidad fuera del sueño sumerio que ha vivido estos últimos días.

- ¡Al fin apareces, pequeña mestiza! –

Un hombre alto y esbelto de dorados cabellos se dirige a ella a gran velocidad, ni aunque sus paralizados pies quisieran podría evadirle, al menos el turbante blanco sobre su rostro y los ropajes más sencillos indican que es una versión más calmada del conocido héroe, de otra forma sería ella la que se movería hacia él, arrastrada por cadenas incrustadas en su cuerpo claro.

- Rey Gilgamesh – Dice con una sonrisa avergonzada, sabe exactamente lo que va a decir - ¿Cómo le va? –

- ¡He aparecido aquí para buscarte! Has estado en este frívolo sueño durante ya un día entero, todo el mundo en Chaldea ha entrado en pánico y necesitaron que yo les tranquilice diciéndoles que esto no es más que un malentendido o una broma de tu parte – El rey cruza sus brazos, simplemente para evitar darle a ella con su pesada tablilla directo en su cabeza - ¿Estoy en lo cierto entonces? –

- Honestamente no lo sé – Admite la joven maga con un suspiro - ¿Es un sueño? –

Frustrado, insultando su valía como maga sin decir una sola palabra, Gilgamesh se une en ese suspiro, al menos logra calmarse un poco haciéndolo.

- Claro que sí, impuesto por la voluntad divina de la asquerosa surca cielos que llaman 'diosa' –

- ¿Ella creó todo esto? –

- Es una réplica similar a un Uruk anterior a mí pero con pequeñas partes de cada tiempo, es una idealizada ciudad atrapada en el tiempo sin duda llena de personas que ella considera 'extras', similar a una Esfera de Realidad pero que habita en un sueño, al menos eso es para ti, para ella simplemente es un estado de espera. Probablemente usa este lugar para sentirse bien cuidada cuando el mundo le trae muchos problemas, un desperdicio de energía diría yo –

- Ella… hizo todo esto para traerme a su propia época, a su propio mundo –

- Sin duda –

El rey atrae miradas, los visitantes del templo parecen reconocer su figura imponente incluso aunque él no fuera el rey de esta época, sin mencionar que se siente como una presencia completamente ajena al 'sueño' que experimentan, una anomalía que se hace presente de la manera más brillante y atrayente posible.

- Es una caprichosa niña – Menciona él escupiendo el insulto con desdén – Te ha traído aquí en un arrebato muy propio de su original forma, para que seas 'solo suya' –

Ritsuka piensa en el exterior, aunque han pasado unos días afuera ha sido solo uno, no lo suficiente como para que se haya debilitado mucho pero si le trae la pregunta ¿Hasta cuándo pensaba tenerla allí Ishtar? Por siempre no puede ser, sabe de su responsabilidad con el mundo incinerado, por eso han hecho un contrato…

- Debemos partir –

- Le preguntaré yo misma – Ritsuka le hace frente al semidiós, su voz suena inusualmente fuerte, su espina parece haberse endurecido repentinamente al igual que su mirada – Luego de eso, le obligaré a soltarme –

Inesperadamente Gilgamesh ríe.

- Eres una muchacha interesante de tanto en tanto –


Marte

Competición, Coraje, Agresión, Pasión