Uncharted 2
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Llevaba casi un mes en casa de Sully. Había llegado allí como un perro mojado y huerfano. El hombre lo había dejado entrar sin preguntar. Vivía en una casita de madera cerca de la playa, cumpliendo con su jubilación anticipada mientras no le salía algún otro trabajo.
Nate no había comentado nada de la razón por la que se encontraba allí, pero al verle muy decaido y con ganas solo de beber whisky entendió las indirectas.
Al cabo de una semana más dejó de ducharse y eso era algo que no iba a soportar. Lo quería como a un hijo, pero no iba a pasar por el calvario de olerlo cada dia.
Esa mañana le quitó la sábana de encima haciendo que se encogiera. Había dormido con el movil en la mano aunque al menos ya no tenia una foto de ella en el fondo de pantalla. Un buen paso.
-¿Que? -su voz salió con apenas un quejido, tenía los ojos rojos y no quería ni pensar si se había pasado llorando toda la noche.
-Ya esta bien chaval -señaló el hombre- a la ducha. Y vas a salir a comprar y a hacer la comida.
Por la forma que tuvo de irse Nathan supo que no iba a salir de aquello por las malas así que se metió a regañadientes bajo el agua. Lo que le estaba pasando factura de verdad era haberse dado cuenta de que se había comportado como un capullo arrogante. Ponerse celoso porque su maravillosa novia tuviera un trabajo que a el le habría gustado no era demasiado maduro.
Ni siquiera había intentado llamarla por su propio orgullo y de todas formas ella probablemente no quería ni verlo.
La ducha al menos le sentó bien, le despejó la mente. Tenía una resaca tremenda.
Tomó su café sin atreverse a mirar la botella de whisky medio vacía sobre la mesa. ¿Cuantos días llevaba allí lamentándose? La verguenza lo sacudió. Dejó la taza en la encimera de la cocina y volvió a meter la botella en el armario del bar que ahora lucía sospechosamente vacío.
No podía seguír anclado allí. Al menos había estado yendo al trabajo, pero eso no lo hizo sentir mejor.
Condujo hasta el supermercado y compró comida sana. Elena le había enseñado algunas recetas vegetarianas muy ricas. Comerlas haría que su mente volviera a ella, pero era algo por lo que iba a pasar gustoso para pasar página.
En su estado mental decidió que lo mejor para el sería tomarse unas pequeñas vacaciones. Tomó camino hacia un resort en la playa y eligió una habitación con vistas a la piscina. Se relajaría durante unos días antes de volver con las pilas cargadas.
Todo pintaba bien, hacía un día espléndido y el hotel estaba bastante vacío para ser fin de semana.
Se metió a la piscina aprovechando que no había nadie y buceó un buen rato. Sus músculos se resintieron de la poca actividad que les estaba dándo en ese último año así que después fué al gimnasio.
A pesar de estar muy cansado esa noche se despertó várias veces. Soñaba con que corría detrás de algo importante sin llegar nunca a alcanzarlo. Durmió muy poco y mal; al día siguiente tenía un humor de perros y por la tarde se sentó en la barra de uno de esos bares de cócteles con una buena cerveza de malta entre los dedos.
No iba a emborracharse esa vez, iba a tomarselo con calma, disfrutar de la amargura de la bebida y de la suya propia.
-¿Me invitas a un trago, marinero? -una voz conocida lo alertó, no fue hasta que se giró que reconoció a su viejo compañero.
-¿Harry Flynn? -hacía años que no lo veía y le dió un buen abrazo- ¿Que demonios haces aquí?
Estaba genuinamente contento de verle, un cambio, una ligera brisa de novedades.
-Pues te andaba buscando, colega -el hombre estaba delgado y llevaba su pelo castaño bastante más largo que el.
-¿Debo alegrarme o preocuparme? -soltó Nate ceñudo.
-Ambas cosas -rió el amigo. Cogió su cerveza de la barra y lo llevó hasta una mesa vacía- tengo un trabajito.
Nathan se consideraba feliz con poco, aquellas palabras le supieron a gloria, era exactamente lo que necesitaba: un viaje, una nueva aventura. Contuvo su entusiasmo para escuchar a Flynn.
-Un cliente está dispuesto a pagar una verdadera pasta si le conseguimos cierto objeto.
-Te escucho- el margen de la legalidad no era precisamente bueno, pero las cosquillas de su estómago se agitaron.
Harry sacó un pamfleto del bolsillo trasero de su pantalón y se lo puso delante. Solo tuvo que leer el titulo para apartarlo de su camino.
-Oh, no. No, estas flipando.
-Tio solo escucháme un segundo...
-Flynn ambos conocemos a dos personas que han muerto intentando robar ahí.
-No puedo hacer esto sin ti, Drake, eres el único que lo ha logrado y sabes que es un trabajo para dos.
Ahí estaba, primero hacerlo sentir indispensable, luego la adoración de ser el elegido y la evidencia de que si se negaba Harry moriría intentándolo. El hombre suspiró un segundo y agarró su botella para beber.
-Para tres más bien -le corrigió.
-Cierto. Así que hablando del diablo...
Una mujer, una preciosidad morena se les acercó despacio. Llevaba una camiseta roja y unos pantalones tan ceñidos que podía verselo todo. Su piel bronceada contrastaba con su pelo negro y ojos castaños. Su belleza era tremendamente evidente y lo sabía, jugaba con ventaja. Jamás pensó que volvería a verla.
Se colocó a su lado y levantó la mano para estrechársela.
-Chloe Frazer -sonrió con confianza.
Nathan no podía creer que estuviera siguiendole el juego.
-Nathan. Drake. Nathan Drake -soltó confundido casi balbuceando. La morena se movió hasta la espalda de su amigo y le dió la vuelta hasta colocarse en la silla a su lado.
-Hola, Harry.
-Chloe es una de las mejores conductoras del gremio, cuidará bien de nosotros.
Por supuesto que lo sabía, habían tenido un rollo años atrás cuando estaba investigando el mismo artefácto que su jefe.
-Seguro -levantó una ceja. ¿Como era posible que fuera incluso más guapa que años atrás? ¿Que magia hacía?
Harry le explicó el plan, estaba todo pensado. Entrada, salida y había que conseguir una lámpara de un museo, la cual estaba en Estambul y conectada a unos barcos hundidos cargados de riquezas.
-¿Que podría salir mal? -recordó haber dicho. Se rería mucho después pensando en esa pregunta.
Tres meses después estaba pudriendose en una celda turca cuando apareció Sully junto a Chloe, le avisaron de que Harry había estado todo ese tiempo trabajando para Lazarevic. Llevaba todo ese tiempo visualizando su venganza y aunque estaba bastante cabreado sonrió.
