¡Hola a todos! Espero que se enceuntren bien en estos tiempos de pandemia. Hoy les traigo un capitulo bastante corto, el cual era parte de uno mas largo pero incompleto que no pude publicar hoy por temas de tiempo. El resto lo publicare cuando llegue esta otra semana (tal vez el domingo con suerte), asi que por mientras espero que esto sea de su entretencion.

Muchas gracias por su apoyo y follows/favs/reviews. Realmente me hacen querer continuar con esta pequeña historia. Tratare de responder todos los reviews por PM, ultimamente no he podido por tiempo, pero es mi deber agradecerles por todo.

¡Disfruten la lectura!


Capítulo 4: Platica de hermanas.

Su día no pudo haber terminado de mejor manera, la exhibición había sido todo un éxito, todos sus tiros habían entrado en el aro causando un revuelo entre los espectadores que la miraban y coreaban su nombre como si fuera una verdadera estrella, sus compañeras de equipo abrazándola y levantándola por los aires, todo mientras la capitana Taylor quedaba sola en un rincón dándole una mirada de envidia.

Muchas de las chicas nuevas se unieron al equipo con un dejo de optimismo y expectación en sus rostros. Claro, no sería fácil para ellas, y muchas terminarían por renunciar después de experimentar la dureza de los entrenamientos, pero algunas de ellas se quedarían y con el tiempo se volverían más fuertes. Sin duda las cosas habían comenzado bien para su equipo.

Pero al despedirse de todas y quedar por fin sola, no pudo evitar ese persistente sentimiento de vacío interior que la envolvía de vez en cuando. Por eso estaba allí, sentada en la parada de autobús a solo una cuadra de su casa, con el balón en sus manos mirando hacia el vacío. Algo faltaba y no sabía que, algo que su mente le pedía con insistencia, pero no sabía cómo satisfacer, un sentimiento molesto y bastante desalentador.

Fue por casualidad, que en medio de un tumulto de gente frente a la parada pudo ver a una pareja, un chico y una chica felices de la vida, platicando, riendo, estrechando sus manos entre esa masa humana. No entendió el porqué, pero sintió un momentáneo deseo de lanzarles el balón que tenía en sus manos en la cara y salir corriendo. Rabia y frustración, eso era lo que sentía al ver ese par de personas que no le habían hecho nada. No entendía el porqué, pero eso era lo que en verdad sentía, y solo le hacía sentir más asco consigo misma.

Cuando ambos se perdieron de vista se levantó de la banca y camino de vuelta a su hogar, ya desde lejos podía ver esa casa de locos, donde como siempre su ruidosa familia la esperaba con los brazos abiertos. Antes de abrir la puerta tomó un largo respiro, no quería que la vieran triste, no quería preocuparlos con sus tontos problemas de adolescente, para eso estaban Luan y Luna, y con ellas ya era suficiente. Así que formó una gran sonrisa en sus labios y abrió la puerta.

– ¡Ya llegué! – anunció Lynn al abrir la puerta.

– Hola Lynn, ¿cómo te fue en la exhibición? – le dijo Lincoln, sentado en el sofá, leyendo una historieta y comiendo un tazón de cereal.

– Bastante bien, pero falto algo… – dijo Lynn acercándose lentamente.

– ¿Qué cosa?

Y su cereal cayó desparramado en su camisa y el piso, cuando Lynn lo atrapó en una llave de lucha libre, bastante dolorosa para ser honestos.

– ¡Pequeño tonto! Pensé que me irías a alentarme a mi juego, pero solo estás aquí leyendo tiras cómicas en ropa interior.

– ¡Tiempo fuera! – le dijo Lincoln palmeando su brazo – No puedo respirar...

Lo soltó de su agarre y se cruzó de brazos mientras observaba como el peliblanco trataba en vano de recuperar su aliento. De seguro se había ido con sus amigos a los árcades, o tratado de impresionar a su amiga Stella para que ambos "fueran algo más", el solo imaginar a su hermanito intentarlo le sacaba una risita fácil y extrañamente la hacía enojar al mismo tiempo, "si consigue pareja antes que yo lo mato", tomó una nota mental.

– ¿Y bien?

– *tos* *tos* ¿Y bien qué?

– Tu excusa, bobo. – dijo Lynn mientras tronaba sus nudillos – Y si es mala te pulverizaré el cráneo.

– Luan… – dijo Lincoln en un murmullo.

Al escuchar el nombre de su hermana abrió los ojos sorprendida, y al recordar lo triste y deprimida que se había puesto su hermana sintió un fuerte dolor en el estómago, pensando ya en el peor escenario.

– ¡¿Le paso algo?!

– ¡Shhh! – dijo Lincoln poniendo el índice en sus labios – Está durmiendo, ¿acaso mamá no te llamó por teléfono?

Negó con la cabeza, y Lincoln lanzó un sonoro suspiro. Lo ayudó a quitarse los pedazos de cereal de la camisa, algo culpable por su sobre reacción anterior, y espero pacientemente su respuesta.

– Luan tuvo una pelea con una compañera de clases y la expulsaron por una semana, a ella y a la otra chica.

– ¿Luan, en una pelea? No me lo creo.

– Si, bastante loco ¿no? – le dijo Lincoln – En fin, mamá me llamó para que me quedara cuidando a ella y a Lily, ya que como siempre las demás tenían cosas que hacer.

Unos llantos retumbaron sus oídos y como un reflejo miró hacia el pasillo arriba de las escaleras, su primer pensamiento fue Luan, pero para su alivio no era más que la aguda voz de Lily.

– Y creo que despertaste a Lily con tus gritos. – dijo Lincoln mientras se dirigía rendido hacia las escaleras.

– Recuerda ponerte unos pantalones antes de tocar a la bebe, pervertido. – dijo Lynn enrojeciendo sus mejillas.

– La que piensa cochinadas es la más pervertida.

– ¡¿Qué dijiste?!

Pero Lincoln fue más listo y en vez de encararla solo corrió escaleras arriba a cambiarse de ropa, mientras Lynn lo veía roja de vergüenza. Antes no le molestaba que Lincoln tuviera esa tonta costumbre, pero desde hace poco esta le comenzó a parecer algo repulsiva. El ver sus piernas de pollo y sus calzones agujereados no era una bonita vista para nadie.

Tomó el control remoto que estaba en la mesita de centro y apagó la televisión que transmitía las caricaturas de la tarde, ahora solo el silencio y los llantos de Lily eran los que la envolvían en esa sala desprovista de vida.

Sacó un refresco de cola de la cocina y comenzó a beberlo mientras subía las escaleras, ya en el pasillo tomó dirección hacia su habitación, pero sus ojos se detuvieron en la puerta de Luan. Preocupada por su hermana mayor, camino hasta esa puerta y la abrió un poco, por medio de la rendija pudo ver la silueta de ella en medio de la oscuridad. La bromista, la que siempre tenía un chiste tonto para todo, se encontraba durmiendo en su cama con una almohada encima de su cara.

– Hey Luan, ¿estas despierta? – le dijo en un murmullo.

No le respondió, de seguro estaba cansada después de un día con tantas emociones, la mayoría de ellas negativas. Pero no pudo evitar animarla, aun cuando solo le hablaba a una chica dormida.

– Solo quería decirte que… Te quiero mucho. – dijo Lynn con timidez – Y si necesitas ayuda, siempre estaré en la habitación de al lado, ¡Y si alguna tarada se propasa contigo yo...!

– Ya te oí Lynn. – le respondió Luan, la que continuaba tapada con su almohada.

– Eh...yo...¡Olvida lo que dije!

– Gracias Lynn, yo también te quiero. – dijo Luan sonando cansada – Pero ahora solo quiero cerrar mis ojos y tratar de dormir.

– Claro, buenas noches Luan.

Cerró lentamente su puerta, en un fútil intento de no hacer ruido, y se quedó viéndola cerrada por un buen rato, hasta que después de unos segundos se dirigió a su propia habitación. Allí prendió la luz, dejó caer su mochila y saltó en su cama, estirándose en ella, haciendo sonar sus huesos y articulaciones cansadas. Era una sensación bastante agradable después de tanto esfuerzo, el volver a su suave cama y holgazanear. Se hubiera quedado más rato allí tendida, si no fuera por esos curiosos ojos que sentía viéndola desde la oscuridad.

– Lucy sé que estás ahí, ¿podrías dejar de hacer eso?

– ¿Hacer que? – le respondió una voz que parecía de ultratumba.

Se sacó su zapatilla y la lanzó contra el ducto de ventilación, solo eso bastó para hacer abrir la trampilla y hacer caer a Lucy sobre su cama ataúd.

– Tienes que dejar de hacer eso, ya pareces una acosadora.

– Y tu deberías usar desodorante, pero ninguna de las dos cambiará sus costumbres por la otra *suspiro*

– ¡Oye yo no huelo tan mal! – dijo Lynn, la que olfateó sus axilas para salir de las dudas – Eww, debo tomar un baño.

– Y ahora te das cuenta.

– No me obligues a lanzarte el otro zapato directo en la cara. – dijo Lynn de manera amenazadora.

– Como digas Lynn.

Su hermanita se sentó en su cama y sacó un libro debajo de su almohada. Se sentó en el respaldo y comenzó a leer, mientras Lynn la veía con curiosidad.

– Oye, ¿supiste lo de Luan? – le dijo Lynn.

– Lincoln me informó todo cuando llegue a casa. – dijo Lucy, donando más triste que de costumbre – Un acontecimiento bastante extraño de parte de nuestra hermana.

– ¿Cierto? – dijo Lynn sentándose en su cama – Luan no es de ese tipo de personas que golpea primero y pregunta después.

– Ese tipo de personas me recuerda a cierta chica. – dijo Lucy dándole una sonrisa.

– Si, a las abusonas de la escuela, como las detesto. – dijo Lynn, incapaz de entender el sarcasmo.

– …Cierto.

– ¿Y qué me dices de Luna, ya volvió a casa?

– No que yo sepa, si ya estuviera en casa entonces sonaría la música de My Chemical Romance en el fondo.

– Esa tonta banda ya me tiene harta, escuchándola dia y noche.

– Lo que sea para ayudarla a externalizar sus sentimientos.

Eso era bueno y todo, lo que sea que ayudará a su hermana a superar sus problemas de pareja. Sam era una buena chica, así que estaba segura de que las cosas se resolverían al final, ¿pero qué había de ella?, aún no podía encontrar alguna forma de deshacerse de esos tontos sentimientos de vacío que siempre la atacaban, nadie parecía notarlo, y a nadie parecía importarles.

– Si quieres hablar de algo, recuerda que siempre estoy disponible Lynn.

– ¿Qué eres, una psíquica o algo? – dijo Lynn sorprendida – ¿Cómo sabes que me pasa algo?

– Porque eres fácil de leer.

Molesta, nuevamente le lanzó una de sus zapatillas a esa gótica, pero Lucy la esquivo demostrando unos reflejos gatunos.

– Buenos reflejos.

– Buen lanzamiento *suspiro* – dijo Lucy cerrando su libro y sentándose en la cama de su hermana – Probemos algo nuevo esta vez.

– ¡Nada de agujas!

– Entiendo que la acupuntura no resultó del todo bien la última vez…

– ¡Me sacaste sangre, Lucy!

– Solo olvidemos ese mal episodio de nuestras vidas y miremos hacia adelante.

– ¡Ja! Fácil para ti decirlo, no fuiste tú la que fue usada como un muñeco de vudú.

– Quiero que te estires en tu cama y te relajes. – dijo Lucy, ignorándola.

– Ya estoy relajada, solo pasemos a la parte donde te cuento mis problemas, por favor.

– *suspiro* Tus hombros están tensos, tus brazos entrelazados y tu rostro se ve bastante molesto.

– ¡Pues disculpa por haber nacido con esta cara!

– No me refería a eso Lynn. – dijo Lucy manteniendo la calma – Tienes muchas cosas en tu mente, y necesito que te sientas cómoda para que me digas que es lo que te molesta.

– Oh… ¡Ya lo entiendo! Es como los estiramientos antes de los partidos, si estoy tensa entonces cometo errores tontos, pero si estoy relajada me muevo como una gacela, o lo que sea eso.

– Ese es el espíritu.

– Está bien, lo intentare.

Se estiró recta en la cama, con sus palmas en sus muslos y la cabeza erguida sobre su cómoda almohada. Lucy masajeó un poco sus hombros y estos cedieron al fin, era una posición cómoda, casi para quedarse dormida.

– Cierra tus ojos… Relaja tus músculos… Comencemos a controlar tu respiración, inhala y luego exhala lentamente… Así es, tranquila... Calmada… – le decía Lucy, de manera lenta y pausada.

La voz de Lucy le provocó un extraño efecto, su mente se aclaraba de pronto y podía sentir a su cuerpo totalmente relajado, pero a la vez alerta a las palabras de su hermana.

– ¿Cómo estuvieron las clases?

– Regulares, aburridas, tuve un trabajo en equipo con Margo y Paula, creo que nos fue bastante bien. Oh y también hice sentir mal a Max, creo que se lo merecía, pero me hizo sentir mal también.

– Está bien… Espera, ¿quién es Max? – dijo Lucy, sorprendida de pronto.

– Ya te lo dije, el chico del que te conté la semana pasada, ese que encontré en la cancha de baloncesto, ahora es mi compañero de clases.

En ese entonces de veras había creído que ese era otro de los inventos de Lynn, no esperaba que ese chico misterioso fuera real, y menos aún un compañero de clases. Él era un elemento nuevo en la vida de Lynn, el que de seguro jugaba un papel importante en las tribulaciones de la castaña, así que siguió su instinto y esta vez se enfocó en él.

– Cuéntame más de este chico.

– Es extraño, un rarito que se la pasa molestandome en las mañanas, y haciéndome bromas tontas por las tardes. No es sorpresa que toda la escuela lo odie.

– ¿Tú lo odias?

– Si… Bueno, no tanto… Es complicado. – dijo Lynn confundida.

Definitivamente algo raro ocurría entre Lynn y ese extraño personaje, Lucy meditó un poco, tratando de encontrar el significado que tenía ese chico en la vida de su hermana, pero tenía bastante poca experiencia en problemas amorosos. "Si solo Lori estuviera aquí", no, las cosas serán aún peor.

– No lo odio, es solo molesto. – dijo Lynn con cierta rabia en su voz – Me hace sentir extraña y odio sentirme así.

– ¿Podrías describir este "sentimiento extraño" que sientes?

– No lo sé Lucy... – dijo Lynn tratando de concentrarse – Como… Como si de pronto algo se fuera a romper en mi pecho, o como si de pronto tuviera indigestión. Extraño.

Su respuesta no pudo evitar hacerla sonreír, ya que esa respuesta lo aclaraba todo, su hermana mayor estaba comenzando a albergar ciertos sentimientos por ese Max, ahora solo bastaba hacer lo más difícil, hacer que ella reconociera sus sentimientos y pueda actuar acorde a las circunstancias.

– Sentí como si me hubieran golpeado en el estómago cuando le dije que se largara de mi exhibición. – dijo Lynn con un dejo de amargura – Se fue, justo cuando quería mostrarle mis movimientos… Me hizo sentir triste.

Y lo que pasó a continuación la asustó más que cualquier película de terror, pues algo que no creía posible estaba ocurriendo frente a sus propios ojos. Lágrimas, pequeñas lágrimas comenzaron a salir por sus ojos y a correr por sus pecosas mejillas. Era la primera vez que veía a la siempre fuerte Lynn llorar como una niña pequeña.

– ¡¿Qué es esto?! – dijo Lynn pasándose el dorse de su mano por sus párpados, notando las lágrimas – ¡Ahhh esto no funciona, ahora me siento aun peor!

– Lynn tranquilizate.

– ¡No! Debo hacer algo. – dijo Lynn saltando de su cama – ¡Ya lo sé! Sentadillas.

Y escapando nuevamente de sus emociones, su hermana comenzó a realizar sentadillas frente a ella. Un gesto ridículo, pero muy propio de ella misma, no importaba, esa era su oportunidad para hacer que su hermana abriera los ojos de una buena vez.

– Lynn escuchame.

– ¡No te oigo! Solo escucho mis cuadriceps hablándome.

– Debes arreglar las cosas con ese chico.

Su hermana detuvo sus ejercicios de pronto, solo para darle una mirada de rabia que la hizo temblar un poco, estaba caminando por terreno pantanoso y podía ahogarse en cualquier momento, lo sabía, pero ante todo quería ayudar a su hermana mayor. Sin importar las duras consecuencias.

– ¿Yo? ¡Pero si todo es su culpa!

– Max es importante para ti… Pero no quieres aceptarlo.

– Lucy. – dijo Lynn en un tono cada vez más amenazante.

– Tal vez demasiado importante, eso te está haciendo sentir demasiado vulnerable, como cada vez que tienes que depender de otra persona.

– ¡Lucy detente! – dijo Lynn en un tono firme – Eres mi hermana y mi amiga, de todas las personas en esta casa, no quiero tener que pelear contigo.

Pero no tuvo el valor de continuar, de enfrentarse a su hermana y decirle lo que pensaba. Prefirió callar en el momento más importante, lo que solo la hizo sentirse como una pequeña cobarde. Bajo la cabeza y quedó mirando al piso, tratando de aguantar la frustración que la embargaba.

– Gracias Lynn, pero…*suspiro* Solo piénsalo, por favor. – dijo Lucy en un murmullo.

Lynn ni siquiera le respondió, solo fue a su cómoda y sacó una toalla roja.

–Iré a tomar una ducha. – le dijo Lynn, saliendo de la habitación sin siquiera mirarla.


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