Con motivo de mi cumpleaños, voy a actualizar 3 de mis historias (Obstáculos, Dejemos los cuentos sangrientos, Nunca imaginé)... Aquí va la primera actualización...
4º obstáculo…
Llevaba unos días sintiéndome juzgado… Sobretodo cuando paseaba con Naruto. Esos ojos que me juzgaban con mirada molesta tenían propietario… Iruka Umino. La mirada que me dedicaba era siempre una que le decía: Lo sé todo, como te pases o hieras a Naruto te voy a castrar Sasuke Uchiha. O también podía estarle diciendo: Espero que vayas con buenas intenciones y en serio con mi niño, por qué si Uchiha… Naruto es mi pequeño.
Y si, Iruka le imponía mucho. O sea, no es que fuera un ninja muy poderoso y todas esas cosas y estaba seguro que si le retase le podría vencer sólo con taijutsu y las dos manos en la espalda. Pero a la vez le temía y el motivo era muy sencillo. Aunque el profesor pareciera un pequeño gatito, dulce, tierno y simpático; ahora mismo su mirada era la de una leona a punto de saltar sobre su enemigo por éste estar dispuesto a herir a su pequeño e indefenso cachorrillo. Otro de los motivos era el mismo Naruto. Su dobe quería y apreciaba mucho al profesor de la academia shinobi, y estaba seguro que si le intentara poner un solo dedo encima a Iruka o incluso le dirigiera una mala mirada, Naruto le metería un rasengan por el trasero, además de darle una paliza y, lo que era peor… No dejarle que le tocara, besara, acariciara nunca más. Eso sería desastrosamente mortal.
Y ahí estaban, había ido a casa del rubio con la intención de continuar lo que habían iniciado hace unos días en el hospital y poderlo repetir o incluso, avanzar algo más en su relación, cruzaba los dedos porque fuera esto último. Y estaban en el mismo sofá del minúsculo apartamento de Naruto, mirándose al rostro y seduciéndose con gestos, miradas y palabras, acercándose cada vez un poquito más y más entre ellos, sintiendo la respiración del otro en sus labios, humedeciéndose los mismos en anticipación. Notando el calor de sus pieles al rozar sus bocas y… DING DONG.
Naruto saltó en su sitio por esa clara rotura de momento por parte del escandaloso timbre que no se esperaba, mientras él gruñía frustrado y bufaba molesto.
–¿Quién será? No esperaba a nadie.– Fue a abrir– Iruka-sensei, adelante.
–Hola, Naruto… ¿Qué tal estás?–Iruka le vio allí sentado y le miró con intensidad–Sasuke, es un placer verte… aquí.
Naruto fue a preparar té para su adorado invitado. Mientras ellos dos se quedaban mirándose a los ojos.
Maldito Iruka, le apreciaba de sus años de estudiante… Pero ahora era un estorbo con sus ínfulas de padre o hermano mayor sobreprotector. Le frunció un poco el ceño y el Umino no se cortó y le hizo lo mismo. Mientras se acercaba a él.
–No se que intenciones tienes con mi pequeño…– Le levanté una ceja, ¿Era en serio? Naruto su pequeño…–Pero no te dejaré que uses a Naruto para tus sucios propósitos, él es inocente y dulce…– Ya y por eso en el hospital permitió que se le enganchara al pene y dejó que se la chupara de esa forma tan "inocente"– Pero hasta que no esté seguro de que vas en serio, olvídate Sasuke. Además sois muy jóvenes y tenéis que tener un noviazgo como dios manda… Y en cambio tu ya estás pervirtiendo la mente de mi pequeño.
Levanté una ceja asombrado.
–No se de que hablas.
–Si, si… Tsunade me lo contó. Eso Naruto no lo habría hecho sino le hubieras obligado… O vete a saber que le prometiste.
¿Pero que rayos había estado haciendo esa vieja? Había estado anunciando el chisme a todo aquel que pasaba por su despacho o que.
–Yo no obligué a nada al usuratonkachi. Me dejó hacerlo porque quiso y porque es mi pareja. Y ya era hora de que avanzáramos un poco más en nuestra relación. Aunque creo que eso es algo que a ti no te importa.
–Aun sois muy jóvenes, sois sólo niños casi… Y eso lo hacen los adultos comprometidos. Seguro fue tu culpa.
–¿Te olvidas de que Jiraiya ha sido maestro de Naruto durante bastantes años? –Ese sannin era todo un pervertido.
–Si y tu maestro ha sido Orochimaru…
Vale, ahí le había dado. No sabía quien era peor, si Jiraiya un pervertido declarado abiertamente como tal u Orochimaru que iba de seriecito pero era… Otro pervertido de closet. Y encima tenía ropa de dudosa procedencia en su armario y sus cajones estaban llenos de juguetitos raritos. No me preguntéis, no voy a entrar en el tema. Descubrí eso por andar de cotilla y, aprendí la lección, no mirar en los cajones privados de los demás, ni en su armario, ni debajo de la cama, ni en su baño. No entrar directamente en su habitación. Carraspee.
–Mi relación con Naruto no es de tu incumbencia. Podemos hacer y deshacer lo que queramos, él es mío. Y tu, no lo vas a evitar. Cuando antes lo aceptes mejor…– Me apoyé en el sofá como el señor de la casa– Mejor vete y déjanos continuar, estorbas.
La sonrisa de Iruka no presagiaba nada bueno… Porque tuve que abrir la boca y mostrar mi prepotencia made in Uchiha cuando en este instante lo que tendría que haber hecho es quedarme calladito.
–Naruto-kun– Llamó Iruka aun con esa maldita sonrisita de quien se sabe vencedor en sus labios– ¿Quieres ir a comer ramen, ahora? ¡Yo invito!
En menos de 10 segundos Naruto estaba agarrando de la mano a Iruka y arrastrándolo hacia la puerta.
–Lo siento, teme. Nos vemos después. –Mientras Iruka me miraba por encima del hombro con superioridad.
–Sasuke, recuerda a cerrar la puerta de la casa al irte– Soltó Iruka mientras cerraba al salir él.
Y ahí le dejaron… Solo. Una ráfaga de aire paso moviendo un poco su pelo y haciéndole notar su soledad en esa casa ajena. Maldito Iruka Umino y su complejo de mamá gallina. Adiós tarde de pasión con su dobe, adiós a su calentura.
… Strikeout
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