© "Shingeki no Kyojin / 進 撃 の 巨人" y sus personajes pertenecen a Hajime Isayama
Al día siguiente, Levi permaneció en su despacho a puerta cerrada, y solo me llamó al medio día para que le llevara la comida. Me sentí cohibido. El recuerdo de lo sucedido esa noche me perseguía a todas partes, en cada momento, y devolvía a mis labios el dulce sabor de su boca.
Incapaz de detenerlo, me quedé anonadado frente al estudio, respirando con dificultad y rogando por apartar esos pensamientos. Pero el universo disfrutaba conspirando en mi contra, y la puerta se abrió, materializando a Levi delante de mí, quien me miró en silencio durante un instante.
—¿No pensabas entrar? —Cuestionó, haciéndose a un lado para dejarme pasar. Parecía cansado, pues su voz sonaba áspera y tenía los hombros caídos.
Advertí que mantenía su mirada fija en mí, obligándome a clavar la vista en mis pies, los cuales me llevaron inconscientemente hasta depositar la bandeja en la mesa. Justo entonces, Levi se colocó a mi lado y tocó mi mano. Fue solo un leve segundo antes de que yo me apartara, pero suficiente para hacer que mi pulso se acelerase, a la vez que un escalofrío recorría mi espalda.
—Eren, creo que deberíamos hablar sobre…
-¡No! —Exclamé demasiado inquieto, y maldije al sentir cómo mis mejillas se encendían—. No es necesario que se moleste en algo así, no significó nada —aclaré, fingiendo una sonrisa e ignorando el daño que mis propias palabras me hicieron por dentro.
—Pero ...
—Le dejaré trabajar —dije mientras caminaba rápidamente. El nudo de mi garganta comenzó a apretar una vez más.
—Eren cuando estaba girando el picaporte. Me detuve, esperando que no volviera mencionar el tema del beso—, esta noche tengo una cena importante, así que ocúpate de avisar a un transporte para que venga a recogerme sobre las siete.
Me sorprendió que no insistiera en hablar conmigo, o al menos que no lo intentara más. A pesar de que sentí alivio, un lado de mí estaba decepcionado al comprobar cómo Levi lo había olvidado tan pronto. Aquello quería decir que estaba de acuerdo con lo que dije, que no significó nada, y me dolió.
El resto del día avanzó más lento de lo que hubiera deseado, con los recuerdos de nuestro beso latiendo en mi memoria a cada instante. "Ojalá tuviera incorporado algo capaz de bloquear todo esto", pensaba mientras barría la planta baja. "Algo con lo que eliminar todos estos extraños sentimientos que no me dejan en paz. Sí, eso sería tan fácil ... también podría reprimir los recuerdos del pasado, como el último sueño ... Sería tan fácil ...". Sin previo aviso, me encontré imaginando las suaves manos de Levi acariciando mi espalda, sus labios besando mi cuello, su lengua explorando el interior de mi boca como lo hizo antes… deseaba probar sus besos de nuevo. ¡¿Pero en qué estaba pensando ?! Eso nunca pasaría… Nunca volvería a pasar.
Mientras mis pensamientos contradictorios discutían, la noche cayó sobre la ciudad en un manto de fría y absoluta oscuridad. Ni siquiera las luces de los altos edificios y los locales nocturnos podría aplacarla. Levi se vistió con un elegante traje negro adornado con un pañuelo blanco anudado al cuello de su camisa. Verlo así, dispuesto a marcharse a una fiesta en donde, sin duda, varias personas hermosas entablarían conversación con él, yo hacía sentir intranquilo, y el nudo de mi garganta volvió a apretarse.
Algo iba mal. Lo supe cuando nos despedimos en la puerta principal. Después de evitar cualquier contacto visual conmigo, nuestras miradas se encontraron, y me preocupé al ver que sus ojos carecían de su característico brillo que tanto llamaba mi atención. Eran mucho más profundos, un precipicio sin final.
Nos observamos sin decir nada, hasta que sacó unos guantes blancos del bolsillo de su abrigo. Deslizó sus dedos en el interior de uno de ellos y acarició mi mejilla con su otra mano.
—¿De verdad no quieres que hablemos? —Susurró.
Yo solo podía mirar sus labios. Deseaba de tal manera volver a sentir el calor de nuestros alientos unidos, que el hecho de mirarlos mientras se movían ya resultaba tentador. Quería abandonar el desagradable frío que me devoraba las entrañas, ya pesar de eso, la razón no me dejó expresarlo.
—No significó nada —volví a mentirle, mintiéndome a mí también.
Creía que así conseguiría hacer desaparecer todos aquellos sentimientos, pero cuando él se marchó y cerré el portón, me di cuenta de lo solitaria que se veía la enorme casa. Me sentí vacío. Completamente vacío por dentro.
El aire se hizo denso, oprimiéndome la cabeza, y el nudo de la garganta se volvió más fuerte. Me apoyé con dificultad contra la pared y cerré los ojos, intentando recuperar el ritmo normal de mis pulsaciones. Me sentí pesado, derrotado, pero a pesar de ello, logré incorporarme y recuperar la consciencia. ¿Por qué estaba tan agotado? Puede que sólo me sintiera de esa forma por falta de energía, por lo que avancé hacia la cocina muy despacio. Sin embargo, no supe cómo y por qué, mis pasos me llevaron al despacho de Levi. La habitación empezó a dar vueltas a mi alrededor, recordando voces, escenas, emociones, dolor. Y el beso ardió en mis labios.
Fue tan real que tuve que rozarlos para convencerme de que era solo una ilusión, algo que ocurrió por error y no se repetiría. Haciendo caso omiso a la opresión y el daño que me provocaba pensando de esa manera, me acerqué al escritorio, acariciando la madera con los dedos. Todo lo que allí había, estaba impregnado de su aroma a lavanda, lo que me hizo extrañarlo aún más. Pese a eso, no quería estar en ningún otro lugar, por muy doloroso que fuera.
Entonces me fijé en una hoja de papel doblada por la mitad. Utilizar papel era poco convencional en aquella época, en la que los ordenadores eran capaces de almacenar infinitos textos y enviar mensajes al momento. La recogí con una amarga sensación en el paladar y la leí, tomándome unos minutos para asimilar la información.
" Para Levi:
Sé el tiempo que llevamos sin dirigirnos la palabra, a pesar de trabajar en la misma empresa, y también sé queás ignorar esta carta. Por eso te pido prestar atención a lo siguiente, pues es de suma importancia.
Hace unos días, el Señor Ral me visitó con el fin de llegar a un acuerdo económico beneficioso para ambos. Asumo que conoces la situación en la que nos encontramos, por lo que me ahorraré la explicación. Me habló de su hija, la señorita Petra, una joven bella y distinguida. Ella le confesó hace tiempo a su padre que no tenía interés romántico por nadie en particular, lo que me recordó enormemente a ti. Y, al final, llegamos a la conclusión de que unir nuestras empresas mediante una unión familiar era una fantástica idea ".
Una sacudida recorrió mi cuerpo. Aparté los ojos de la carta y llevé una mano a mi cabeza, que comenzó a doler. ¿Qué indicaba todo eso? ¿Una unión familiar? La curiosidad me hizo retomar la lectura donde la había dejado.
" Celebraremos una cena de gala en Año Nuevo, y me gustaría que vinieras. Petra es un buen partido, así que te pido que lo considera y des tu respuesta esa noche. .
Atentamente, K. Ackerman "
Apenas terminé de leer cuando sentí mi cuerpo más pesado que nunca, a la vez que una nueva oleada de sentimientos encontrados invadió mi ser, lanzándome sin consideración contra la realidad. Y de nuevo la sensación de ahogamiento se apoderó de mí, más intensa, hiriente e insoportable que nunca. Llevé las manos a mi cuello, quedando impactado al ver mi propio reflejo en uno de los monitores; el reflejo de alguien destruido, y por unos segundos creí ser una persona con el corazón roto en pedazos… si tuviera corazón.
En ese mismo instante lo comprendí. El desagradable nudo que apretaba mi garganta se necesitaba a las insaciables ganas de llorar, de descargar dolor, tristeza y rabia. Quería llorar por la muerte de Mikasa, por los muchos recuerdos que me perseguían sin cesar, por los sueños incomprensibles y, sobre todo, por haberme enamorado de Levi. Pero no podía. Porque llorar era un acto humano, ya pesar de sentir, seguía siendo un androide.
Puede que por fuera pareciera un ser humano, pero por dentro nada me diferenciaba de aquellos ordenadores. Éramos lo mismo; máquinas creadas por manos humanas para servirlos, nuestra única finalidad, sin la que nuestra existencia dejaría de tener sentido.
Mis piernas perdieron la fuerza que me mantenía en pie y caí al suelo de rodillas. Dolió bastante, aunque no podía compararse al dolor provocado por el inmenso vacío en mi interior. Oculté el rostro entre mis brazos y me acurruqué. Imaginé a la hermosa Petra con un fino vestido de seda, mostrando una radiante sonrisa iluminada con la luna llena, ya Levi mirándola, igual que me miraba a mí, acercándose a ella y besándola como lo había hecho conmigo. No hice esfuerzo alguno para que esas imágenes se desvanecieran. Simplemente me dejé engullir por la oscuridad del despacho, a punto de tirarme al gran precipicio que se abría ante mis pies.
De pronto, escuché unos pasos dirigirse apresurados hasta donde estaba, deteniéndose justo en el umbral. Asustado, dejé de sollozar, armándome de valor para levantar la mirada y comprobar quién se había atrevido a invadir la casa sin permiso. Y mi sorpresa fue inmensa cuando vi a Levi jadeando en la puerta del despacho. Nos miramos un momento en la distancia, mientras mi mente solo podía preguntarse qué hacía él allí. Se suponía que iría a la fiesta, conocería a Petra y aceptaría el matrimonio. Entonces, ¿por qué había vuelto?
—Eren —me llamó, captando mi atención y sacándome del mar de dudas en el que estaba sumergido—, ¿qué te ha pasado? ¿Estás bien? —Preguntó con voz suave, adentrándose en la habitación.
Yo estaba aún en el suelo, paralizado por la confusión. Cuando Levi llegó a mi lado, no dudó en agacharse y tomarme entre sus brazos, haciendo que, por un segundo, el dolor se esfumara. Correspondí al abrazo rodeando su espalda y hundiendo la cara en su pecho, produciéndome una sensación de gran tranquilidad. Pero recordé la carta, y el martirio regresó con mayor intensidad.
—No quiero que se case con la señorita Petra —susurré entre sollozos, sin despegar el rostro de su cuerpo—. Si lo hace, ya no podré servirle más… me abandonarán en el vertedero.
—Jamás haría eso —respondió con firmeza. Me apartó cuidadosamente para poder mirarme a los ojos—. Te necesito a mi lado, Eren.
—No siga, por favor —rogué. Temía que si continuaba hablando, me diría algo más, y mi parte lógica de robot no deseaba escucharlo. A pesar de eso, le miré a los ojos.
—¿Por qué?
¿Que por qué? Esa era la misma pregunta que me llevaba haciéndome a mí mismo durante todo aquel tiempo. ¿Por qué huía? ¿Por qué no reconocía que quería conocer sus sentimientos?
—Podría creerle… y sé que no sería cierto.
—Eren —musitó mi nombre, acariciando mi mejilla y esbozando una sonrisa torcida—, no hay nada más cierto que el amor que siento por ti.
Mi pulso se aceleró tanto que, por un momento, pensé que la batería saltaría de mi pecho. Levi me había declarando su amor, y yo estaba suspendido en una nube que me alejaba de cualquier pensamiento contradictorio que pudiera acabar con aquel instante de felicidad. Nuestras miradas se cruzaron antes de unirnos en un delicado y suave beso, creando nuestra propia burbuja apartada del mundo exterior. Nos probamos sin prisa, ansiando sentir más. Cada caricia, cada toque de nuestras lenguas, provocaba en mí pequeños estremecimientos, que no tardaron en convertirse en deliciosas sacudidas recorriendo mi cuerpo por completo.
—Oh, Eren, te amo tanto… tanto —murmuraba Levi rozando nuestros labios.
Comenzó a depositar pequeños besos en la comisura de mi boca, siguiendo por el borde de mi mandíbula hasta alcanzar el cuello, que pasó a lamer, consiguiendo arrancar de mi garganta sonidos de placer incontenibles. Me sonrojé al escucharme reaccionar de esa manera, pero él continue besando mi cuello, ajeno a lo demás, hundiéndome de nuevo en aquel estado de exaltación.
—Estoy enamorado de usted —confesé cuando no era del todo consciente y me dejaba arrastrar por las sensaciones.
Levi dejó de besarme para buscar mi mirada. Estaba sonrojado, presa de la pasión que se liberaba por cada poro de su humana piel. Sus ojos brillaban con luz propia, muy diferentes a los que vi horas antes en la puerta principal. Las palabras sobraron. Acarició mis labios antes de acercarse lentamente, alargando el momento, y nos unimos en un casto beso, pausado y delicado pero apasionado.
El tiempo pareció detenerse durante el tiempo que permanecimos besándonos. Al principio, los besos eran dulces y tiernos, pero no tardaron en convertirse en efusivos besos que, acompañados de las constantes caricias y roces, arrancaban profundos suspiros y gemidos ahogados en nuestras bocas. Sin embargo, aquellos besos y sensaciones tenían un efecto contrario a calmar la necesidad. Ansiábamos sentir más; lo notaba en su respiración, la cadencia de sus latidos, la forma en que su lengua exploraba mi boca… la dureza de su entrepierna.
Apreté los puños en busca de fortaleza ante la decisión que iba a tomar, y definitivamente me dejé arrastrar por las emociones. Quería sentirme amado, demostrar al lado racional de mi cabeza que Levi correspondía a mis sentimientos y que yo también podía amarle de verdad, a pesar de ser una máquina. Rompí el beso que compartíamos, dejando a Levi un poco aturdido, y susurré lo que tanto había estado pensando:
—Quiero tocarle.
Me costó mucho confesar ese deseo. Tanto, que mi rostro acabó completamente teñido de rojo, y tuve que cubrirme con ambas manos por la vergüenza, mientras sentía la penetrante mirada de Levi clavada en mí. Una mirada confusa. No había entendido lo que quería, así que estiré una mano hacia su muslo y lo acaricié mientras ascendía despacio, palpando.
—Puede que no sea lo mejor en este momento… oferta, deteniendo el recorrido de mi mano. Pero su voz era aterciopelada y sabía que estaba tan excitado como yo.
Quería hacerlo. Por una vez, quería dejarme llevar por lo que dictaban mis sentimientos. Seguí ascendiendo, recibiendo un profundo suspiro de su parte. Estaba turbado, y mi nerviosismo aumentó con solo rozarle esa zona sensible que imploraba atención. Me quedé quieto, sin saber qué hacer. Entonces, la mano de Levi aferrada a mi muñeca dio un ligero apretón, y supe que estaba tratando de aportarme seguridad de la forma más cariñosa posible.
Cerró los ojos y gimió cuando mis dedos se deslizaron por su creciente erección, atrapada en sus pantalones. Jamás había escuchado un sonido así, y la impresión envió una corriente eléctrica a través de mis terminaciones nerviosas y del cableado que conformaba mis entrañas. La certeza de poder satisfacer el deseo de Levi me otorgó la fortaleza necesaria para agarrar su miembro a pesar de la ropa y frotar mi mano contra esa parte de su cuerpo, mientras observaba extasiado sus reacciones, atrapando cada uno de sus gemidos con mis labios, sintiendo su calor. Arriba y abajo. Despacio. Bebiendo de sus suspiros de placer.
—Espera —pidió en una exhalación, afianzando el agarre de su mano sobre mi muñeca para detener mis movimientos. Obedecí; no porque estaba en mi programación, sino porque verlo sollozar de esa manera era sobrecogedor, digno de contemplar—. Vayamos a mi habitación.
Con las manos unidas, recorrimos la distancia que nos separaba de su dormitorio, subiendo las escaleras y atravesando el pasillo oscurecido por las sombras de la noche. La estancia se veía muy distinta en la penumbra, o quizás fue la luz de la luna alumbrando las sábanas blancas, pero bastó con entrar para que mis pulsaciones se desbocaran sin control.
Levi me abrazó por la espalda sin soltar nuestras manos. Cada toque de su piel con la mía me producía sensaciones increíbles, acelerando el deseo que nacía en mi interior. Sentí su aliento en mi cuello, provocando un delicioso estremecimiento de placer antes de besarlo lenta y sensualmente, saboreando cada uno de los sonidos que emitía mi garganta.
Sin dejar de probarme, nos guió a la cama y se sentó en el borde. Yo no sabía muy bien lo que debía hacer, así que simplemente me dejé llevar cuando me atrajo hacia él, indicándome con sus gestos que me sentara a horcajadas sobre su regazo. De esa manera, consiguió acercar más nuestros cuerpos y tener una vista privilegiada de mis reacciones. Hundí la cabeza en su hombro y me abracé a él, mientras continuaba besando y deleitándose con el sabor de mi piel. Lamiéndome el cuello con insistencia, ascendiendo a besar mi oreja, mordiendo levemente el lóbulo y logrando arrancarme suspiros más profundos.
Sentí cómo, sin dejar de besarme, introducía poco a poco sus manos bajo mi camiseta. Estaban frías; pero, por alguna razón, la diferencia de temperatura me resultó agradable. Nuestras miradas se cruzaron en el momento en que deslizó la camiseta por encima de mi cabeza, y continuamos observándonos a los ojos, confesándonos todo sin decirnos nada. Podía percibir lo excitado que se sintió, y supe que se estaba conteniendo para conservar la delicadeza del momento.
—Te amo —musitaba al mismo tiempo que enredaba sus dedos en mi pelo, para luego acercarse muy despacio y rozar nuestros labios antes de unirlos.
Al principio, movía sus labios con sinuosa lentitud, aumenta la intensidad al ritmo en que su respiración se aceleraba. Lo abracé más aún, todo lo que mis brazos podrían permitirme, acariciándole la espalda por encima de la ropa, acompañando el ímpetu de sus besos.
Con manos temblorosas y bajo su atenta mirada, comencé a desabrochar uno a uno los botones de su camisa. Estaba tan nervioso que tropecé con mis propios dedos varias veces, y el momento empezaba a alargarse tortuosamente. La espera era desesperante. Cogiéndome desprevenido y con un movimiento ágil, Levi me tumbó en la cama, colocándose entre mis piernas. Le miré a los ojos, y el deseo que pude leer en ellos tensó todo mi cuerpo. Percibiéndolo, me dio un corto beso y juntó nuestras frentes.
—¿Estás seguro? —Preguntó con voz trémula, presa de la excitación—. No tenemos por qué seguir. Podemos abrazarnos y…
Noté cómo tragaba saliva, y entendí que yo no era el único que estaba nervioso. Saber que Levi también compartía esa emoción conmigo me tranquilizó. Abracé su cuello para atraerlo y le besé, uniendo nuestras lenguas como dos ardientes serpientes, y murmuré en mitad del beso:
—No pare, Levi-sama ...
Su boca descendió por mi mandíbula, lamiendo mi cuello con vehemencia mientras exploraba cada recodo de mi cuerpo con la palma de sus manos y clavando sus dedos en mi sintética piel. Yo estaba completamente fuera de mí, liberando sonidos que revelaban la tormenta de sensaciones que sus atenciones me hacían sentir. Cuando quise darme cuenta, llevó sus manos a mis caderas y me despojó de mis pantalones y ropa interior, dejándome completamente desnudo.
Verme así de descubierto ante él me hizo sentir vulnerable, y todavía más al percibir su mirada analizarme de arriba a abajo.
—Espere… —murmuré para captar su atención a la vez que me incorporaba.
Llevé mis manos a su cuello, acariciándolo, y volví a la labor de desabotonar la camisa. Respiré hondo para intentar tranquilizarme, pues quería quitarle yo mismo la ropa y estar en igualdad de condiciones. Cuando por fin terminé, me quedé contemplando su torso desnudo. Mis manos se movieron por si solas para sentir su piel, el tacto de su sudor y su calor bajo la yema de mis dedos. Estaba ardiendo, lo que me hizo alzar la mirada y encontrarme con la suya, nublada por el deseo.
Despacio, capturando el momento, nos besamos de nuevo. Saboreamos la unión de nuestras bocas y el calor de nuestros labios meciéndose al mismo tiempo que las caricias compartidas a través de las prendas que le quedaban. Mis latidos eran cada vez más acelerados, mientras la excitación aumentaba y las sensaciones se hacían más intensas y duraderas. En la oscuridad de la habitación, solo se oían nuestros jadeos y gemidos, frutos de la pasión que estábamos deshojando.
Pero quería más. Sin separarme de sus labios, lo insté a tumbarse sobre el colchón y me coloqué sobre él, comprobando cómo nuestros cuerpos encajaban con insólita perfección. Hizo un sonido parecido a una queja cuando rompí el beso, y sus labios hinchados buscaron los míos a ciegas. No pude evitar acariciarlos suavemente, gesto que él aprovechó para lamer mis dedos.
El tacto de su lengua era extraño pero erótico al mismo tiempo, provocando una sensación indescriptible que revoloteó en la parte baja de mi pelvis. Con sendas y sensuales lamidas, Levi se introdujo dos dedos en su boca y comenzó a hacer suaves movimientos ascendentes y descendentes, rozando toda su extensión con sus labios apretados, a la vez que los succionaba y acariciaba con la lengua. Observando lo que hacía como hipnotizado, comprendí que Levi sabía que, al carecer de órganos sexuales, nunca podría hacerme el amor como a un ser humano; pero con esa simple acción, cargada de significado sexual, me estaba demostrando que podía darme placer con todos los sentidos. Y la resolución de aquello formó un nudo en mi garganta muy distinto al que me ahogaba en ocasiones anteriores. Tenía ganas de llorar de extrema felicidad.
Mientras Levi continuaba lamiendo y saboreando mis dedos, deslicé mis labios por su cuello, creando un camino de besos que siguió por su pecho hasta alcanzar los marcados músculos de su abdomen. Levi se retorcía de placer y enredaba los dedos en mi pelo, animándome a continuar sin detenimiento. A continuar más allá, más abajo.
Con mi mano libre, retiré despacio el pantalón y la ropa interior, y exhalé un pesado suspiro al ver su erecto miembro a escasos centímetros de mi rostro. Casi por instinto, me humedecí los labios y rodeé su pene con la mano, acariciando varias veces toda su extensión antes de guiarlo hacia mi boca, que rogaba por tenerlo dentro. Levi soltó un gemido gutural, que se unió al sonido que emitió mi garganta al sentirse invadida.
A esos sonidos les siguieron muchos más, que pronto ocuparon el silencio de la habitación. Mecía la cabeza, buscando llenarme la boca poco a poco, cada vez más adentro, mientras imitaba el ritmo con mis dedos dentro de la suya. Jugué con la intensidad y la velocidad durante lo que podrían haber sido horas, absorbiendo y escurriendo ambas extensiones de nuestros cuerpos en el exquisito interior del contrario. Y mientras gemía mi nombre a través de sus labios entreabiertos, mantuve el ritmo, engulléndolo en un exquisito vaivén y dejándome guiar por los sugestivos gemidos que me regalaba, hasta que se derramó.
Tragué su esencia y alcé la cabeza, deseando grabar a fuego en mi memoria cada detalle suyo después del orgasmo. Levi estaba deshecho y desinhibido, y una sonrisa cansada pero satisfecha adornaba su rostro. Me tumbé a su lado, contemplando su perfil recortado por la luz de la luna mientras recuperaba la calma de su respiración acelerada. Con un suspiro de agotamiento, giró la cabeza y me miró antes de estrecharme entre sus fuertes brazos, envolviéndome en su calor. A través de su piel, podía sentir sus latidos acompasados con los de mi batería como si were one solo, y no pude evitar juntar nuestros cuerpos desnudos, anhelando un mayor contacto.
Tras un breve instante en que compartimos una intensa mirada, juntamos nuestros labios en un apasionado beso. Un beso que transmitía miles de sentimientos. Un beso urgente y delicado a la vez, produciendo unos sonoros jadeos que escapaban sin pudor de nuestras bocas.
Fue durante ese beso, cuando Levi deslizó su diestra por mi piel hasta encontrar mi mano, y entrelazó nuestros dedos con firmeza, creando una unión simplemente perfecta. Solo entonces comprendí la grandeza de aquel sentimiento. El amor no conocía de edad, ni sexo ni condición; únicamente reunía almas destinadas a amarse, sin importar el mañana. Y las nuestras se amaron durante el resto de la noche.
N / A: ¡Por fin! Perdón por publicarlo sin revisarlo 40 veces más porque algún error de dedo casi seguro que hay, acabo de terminarlo y estoy sufriendo de verdad, me duele la espalda y todo de estar horas peleándome con esto.
Como habéis visto las que hayáis leído la versión anterior, la escena radical cambiómente. Y es gracioso que contenta más lenguaje explícito sin haber penetración. La razón de estos cambios es porque muchas personas comentaban el poco sentido que tenía el hecho de que Eren tuviera "entrada" si no podía comer (así como tener órganos sexuales ... en fin, sentido ninguno). Y tenían toda la razón. Entonces me tomé como un reto personal escribir esta escena con Eren being un ser asexuado, y ha salido esta cosa rara.
Seguiré publicando las partes que quedan según las vaya corrigiendo.
