— ¡Bienvenido de vuelta, Yugi!

Resalta Sugoroku con visible alegría tras ver a su nieto cruzar el umbral.

— ¿Cómo te fue con tu nuevo amigo?

—Bien, estuvo muy bien. Gracias por preguntar.

Le dedica una sonrisa breve que apenas alcanza a dilucidar, pues ha visto el rostro solo de perfil.

— ¿En verdad estuvo todo bien? Te veo algo decaído.

—Sí, de hecho, es que mi amigo y yo la pasamos tan bien que me siento un poco cansado. Iré a mi habitación a descansar un poco.

—Está bien, sube con cuidado, hijo.

Lo mira subir las escaleras con una pesadez opuesta al entusiasmo que le caracterizaba, esas mismas escaleras eran la distancia entre su preciado rompecabezas y él, y por eso siempre las recorría deprisa.

—Hey, Yugi.

El muchacho se detiene en un peldaño.

— La próxima vez, invita a tu nuevo amigo a la casa, me gustaría conocerlo. ¿Cómo se llama?

El nieto le dedica la primera mirada desde su arribo al hogar.

— "Atem". Se llamaba Atem.


FIN