Las mujeres que no amaban a las mujeres

Capítulo 3.

Hubo un diluvio en el pueblo donde me encuentro recluida, pero a pesar de que la naturaleza fue bastante clemente, diría yo, el agua corrió por donde quiso hasta llenar las casas de agua. Mortal drama para las familias, pues han perdido sus pertenencias, en un capricho más de la traviesa lluvia. No puedes controlar la fuerza de la naturaleza, pobre de aquel que se atreva...

La tristeza de perder quizá la única oportunidad de comprobar que mi teoría inicial respecto al amor estaba equivocada, me hizo cometer más errores que nunca. Verás, querido lector, que yo siempre he tenido la idea fija en la cabeza de que "el amor no existe". No lo existe, no el que busco al menos, pues de la nada se vuelve en odio, de la nada es caprichoso, es egoísta, es perverso y de la nada también puede sacar la parte más idiota de ti. Hasta este punto, no lo había palpado, pero sí tuve la oportunidad de comprobar su lado opuesto. El odio. Alyssa estaba muy lejos de llegar a sacar en mí ese horrendo sentimiento y aquí viene la parte medular de mi amargura.

Comencé una relación clandestina de forma heterosexual de nuevo, intenté por todos los medios de que funcionara, cedí en muchas cosas y al final, fui engañada. El día que decidí comprometerme seriamente le fui a buscar hasta su casa para darle el sí que tanto me pidió. Para mi sorpresa, no estaba solo sino que bien acompañado... ¡Oh decepción! ¡Oh vida, que te ensañas en mantenerme en una homosexualidad trunca! Digo trunca porque no encuentro pareja ni en hombres ni en mujeres. No voy ahondar en ese capítulo de mi vida, porque finalmente salí avante, me sobrepuse. Ahí mi querido lector, ahí descubrí que escribiendo aliviava una parte de mi alma solitaria y ahí también, encontré a Shizuru...

Shizuru era una joven con quien me comunicaba por correos electrónicos, ella me contactó un día de tantos, como lo hicieron otras chicas leyendo mis ocurrencias; pero hubo algo especial en su correo que la hizo destacar de entre las demás. Confieso que no respondía ninguna carta de mis admiradoras porque soy muy incrédula y exageradamente desconfiada; pero Shizuru fue diferente. Ella simplemente no se rindió, tenía un sentido del humor único y un respeto muy marcado que las demás no tuvieron. Por su escritura deducía que era menor que yo, era una persona con estudios y probablemente bisexual. Pensé en su momento que era un tanto ingenua, pero al final descubrí que la ingenua siempre fui yo.

Ella nunca me presionó a nada, pero siempre se comunicaba, de la misma manera yo mantenía contacto permanente. Se presentó formalmente, me dio su teléfono, me mandó fotos, poemas, canciones, chistes; hizo lo que pudo para que cayera y sí, reconozco que me hizo sentir especial, me hizo sentir querida y afecto me hacía falta. Empezaron las conversaciones telefónicas cuando le dije que me gustaba y nos hablábamos todos los días. Todos los días Shizuru se esmeraba en contarme su vida, sus cosas, sus amigos, su familia; me contaba todo, todo, salvo un pequeño detalle que me confesó cuando le dije que quería conocerla en persona. Shizuru no me dijo que estaba comprometida. Eventualmente lo hizo, pero era demasiado tarde, yo ya había caído en sus redes.

Shizuru era casi diez años menor que yo en aquel entonces, era una joven promesa, pero una irresponsable de mierda. Lo dejaba todo por una juerga. Pero en aquel entonces yo no sabía eso o no toda la verdad, no sabía que tenía un amante en el campamento donde trabajaba cuando nos escribíamos, no sabía que su novio la había visitado en ese sitio, no sabía que podía ser tan cruel y tan dulce a la vez. Tenía una historia un tanto dramática en su entorno, su padre había muerto y por ello, no pudo concluir sus estudios en tiempo; se retrasó y tenía que trabajar para pagar su universidad, la cual era privada. En ese momento se encontraba trabajando en Nagano, su hermana estaba de visita cuando yo estaba de viaje también, nos hablamos, reímos y nos compartimos cosas. Yo le contaba todo lo que hacía y pensaba que ella también. Pero no fue así, un día me dijo que tenía visitas pero no me dijo que su novio estaba ahí. Sólo me dijo que iría a Tokio porque su trabajo en Nagano terminó y que estaría en casa de un amigo, pues no le gustaba dormir en casa de mujeres. Fui muy ingenua creyéndole.

Aún así, a pesar de que estaba en casa de su novio me seguía hablando, nos veíamos por videollamada o le marcaba a su teléfono a cualquier hora, ella contestaba siempre. Hasta que un día le dije que quería conocerla y ahí me lo soltó, que no podía ser porque tenía un compromiso, que tenía una pareja y que la razón por la que contactó conmigo era porque su relación actual no estaba funcionando, pero ya estaba funcionando. Le dije entonces que sólo quería conocerla y me iría. Finalmente aceptó y en el fondo una gran tristeza asolaba mi alma. Pensé que había encontrado a la persona perfecta, alguien que entendía que no siempre podría llegar a casa a la misma hora, que no me engañaría por ello. Aún así, ya sabiendo que tenía un novio fui a verla, nos vimos en Tokio donde posteriormente viajaríamos en autobús a Saitama, pues ahí había conseguido un trabajo y se matriculó en la filial de su universidad que había ahí.

Recuerdo perfectamente nuestro primer encuentro en el mundo real:

Shizuru bajaba por la escalinata del aeropuerto, tenía el cabello recogido y usaba una falda corta con medias debajo. Quería aparentar que era mayor, pero era obvio que no lo era, sin embargo para mí era la mujer más hermosa que mis ojos hayan visto nunca. Su cabello castaño, sus ojos rojizos, su piel blanca, es ella dije, es ella. Nunca antes había estado tan ansiosa en mi vida, a pesar de que Shizuru era mi amiga, hablamos durante meses, sabía cómo se veía físicamente... Era la primera vez que nos veíamos en persona. Por simple costumbre fingí no darme cuenta de su entrada teatral por las escaleras, la reconocí de inmediato, a pesar de mi miopía. Pensaba todo el vuelo que a lo mejor pasaba a su lado y no le reconocía, pero todos esos temores se esfumaron en cuanto le vi. Ahí está la causante de mis desvelos, ahí está la mujer que me enamoraba. Si yo le correspondía aún era algo que desconocía, no tenía idea de lo que el amor era, por lo tanto, no podía estar segura de si esto era amor.

- Hola. - Saludó por vez primera. En ese instante me di cuenta que su voz en persona era distinta a la voz del teléfono. Era más hermosa...

- Hola Shizuru. - Contesté sin sonreír, pues mi nerviosismo era disimulado con indiferencia, ya dije que era un mal hábito. - Desearía darme un baño. - Shizuru no me abrazó como en las películas, pero sí cogió mi maleta para ser ella quien la lleve.

- Bien, andando. - Salimos del aeropuerto y cogimos un taxi, con el rumbo que ella dictó.

Estábamos en la parte trasera del taxi, ni siquiera puedo recordar qué música ponían en la radio, tampoco presté atención al camino, pese a estar en una ciudad que no conocía para nada bien. En un mundo diferente, lo único en lo que podía pensar era en los ojos de Shizuru, que ella no notara jamás que me moría de miedo, por muchas cosas claro está. En realidad, no la conocía y el riesgo de que resultara ser una loca homicida estaba latente en algún lugar de mi cerebro lógico; pero en mi parte demente, sólo había un sólo pensamiento. Que no se de cuenta de que estoy muy nerviosa por estar a su lado.

Había una gran tensión en el ambiente, ninguna hablaba ni parecía querer intentarlo. En algún punto de mi cerebro corrió la pavorosa idea de que a lo mejor no resultaba ser lo que ella esperaba y era una posibilidad, aunque había sido honesta desde el inicio, pudiera ser que las cámaras distorsionaran la inmensa realidad. Pero si ese era mi pensamiento pronto obtuve mi respuesta, Shizuru inició rápidamente su movimiento, recostándose descaradamente en mi regazo, sin importarle mucho si el taxista lo veía raro. Debo confesar que eso fue muy extraño para mí, pues nunca antes ninguna mujer había realizado tal maniobra, pero intenté manejar la situación para no parecer más estúpida de lo que ya era, colocando mi mano sobre sus cabellos. Poco tiempo se mantuvo ella así para intentar un movimiento más arriesgado aún. Shizuru me besó de la nada y fue tan sorpresivo para mí como inesperado, que no correspondí a un sólo ápice de su gesto. Fue puro descuido y mucha sorpresa, pero te recuerdo, querido lector, que hasta ese día, mi vida era como la historia de jamás besada.

Cuando Shizuru notó que de mi parte no conseguiría ninguna reacción, desistió en su gesto amoroso para rendirse nuevamente en mi regazo, pensando que había sido rechazada cuando no tenía ni puta idea de lo que pasaba por mi cabeza. Pero en realidad en mi cabeza no pasaba nada, estaba en blanco, tratando de razonar lo que había sucedido. Digo, era lo que deseaba pero no como lo deseaba, ¿fue lo correcto? En algún lugar no me lo parecía, pero como ella repitió muchas veces después, quizá no nos conocimos como debimos, sin embargo nos conocimos lo suficiente como para seguir jugando a conocernos.

Pero si piensas que Shizuru bajó las manos y desistió en su intento de seguir presionándome a dar señales de vida, te equivocas. Shizuru me hospedó en lo que en mi vocabulario de niña bien sería un verdadero tumbadero, donde la constante en nuestras vidas sería que siempre habría una doméstica o en este caso, doméstico chismoso tras nuestra puerta intentando escuchar lo que hacíamos tras puertas. Sí. Obviamente no fuimos a rezar un rosario y nuevamente aunque no era lo que deseaba, no en ese momento al menos, fue lo que ocurrió. Pero debo confesar que pese a mi inexperiencia fue destacable otra cosa, Shizuru no era la experta que parecía ni la segura que decía. Al menos en las artes amatorias me dio la impresión de que fue su primer intento genuino, pese haber clamado antes que había tenido intimidad con otras mujeres. Pareciera más bien como que yo fui su último intento antes de dar ese gran paso, antes de casarse pues. Decidió hacerlo conmigo probablemente porque pensó que no volveríamos a vernos en nuestras vidas. Craso error. Shizuru despertó en mí una obsesión que no pudo evitar, pues con el tiempo entendí que ella era una de esas personas egocéntricas que necesitaba tanta atención como si fuera oxígeno y siendo yo una persona que enfocaba todas sus energías en lo que anhelaba de verdad, la combinación fue mortal, pero para mí.

Si antes describí que ya no era tan tímida con ella perdí casi toda mi timidez sino toda, hoy puedo decir que la perdí por completo desde que soy lo suficientemente vieja y con más vivencias de las que te esperarías. Pero a ese punto llegaremos en algún momento, no comas ansias, que esta historia tiene un final feliz pero con un poco de amargura. Como mi café de la mañana, si alguien puede arruinar un buen café colombiano añadiéndole cuatro kilos de azúcar esa soy yo; aunque esa experiencia me define por completo. ¿Soy cursi? Probablemente lo sea, en algún punto, a pesar de ser malvada, porque lo soy, tampoco creas querido lector que soy un pan de dios. Puedo ser tan puta cuando la situación lo amerite y tan cínica como el idiota de mi pasado y creo que en este punto ya has de haberte dado una buena idea de mi personalidad. Soy lo que ellos me han hecho ser y soy a la vez, nadie.

Mi escapada lésbica puede ser definida como un viaje sin consecuencias, donde a mi regreso Saeko me esperaba feliz de pensar que eso que fuera lo que había ido a buscar, hubiese acabado ya. Pero se equivocó garrafalmente si eso era lo que pensaba. Una vez escuché que el que prueba, repite y esa fue mi perdición. Lo malo es que, chapada a la antigua, yo no podía repetir con otra persona y eso fue precisamente lo que debí hacer desde un inicio. Pero me fue imposible olvidar a Shizuru y dejarla atrás, en el aeropuerto de Narita... Nos despedimos con una sonrisa, su hermana mayor estaba con ella, recuerdo haber comprado unos chocolates en una tienda del aeropuerto.

-¿Podría coger alguno?

-De hecho los compré para ti – Respondí sonriente, que ya sabía bien lo que ella requería para calmar su ansiedad y a pesar de lo mentirosa que era, de lo mucho que me jodería la vida, había hecho un descubrimiento que cambiaría mi vida a partir de ese instante.

-Gracias.

Descubrí que me había enamorado por vez primera en mi vida, que había sido de una mujer, que ni siquiera vivía en mi ciudad y lo que era peor, que llevaba una relación de años con un novio al que decía amar también y con el que planeaba casarse algún día, cuando su situación económica mejorara. Pero ahí estaba yo, para luchar porque esa meta, no se cumpla y ella decidiera algún día, que quizá y sólo quizá, nadie la amaría más que yo...