Capítulo cuatro

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Su meta seguía siendo ser el número uno en el ranking, no meterse en embrollos amorosos. Ni siquiera uno propuesto por un niñito de preparatoria como lo era Deku. Qué desgracia, pensaba con desaliño. Una reverenda desgracia que Deku haya ido en serio con su ridícula propuesta de hace once años.

Y para joderla, Izuku solía estar rodeado de chicas cada vez que entornaba sus ojos hacia él durante el receso. En especial por una chica castaña de cara redonda, la cual siempre andaba pegada a Izuku como chicle.

Y no solo eso, sino que su vida parecía que estaba liderada por el protagonismo de sus desgracias, puesto a que todo lo que le pasaba a su vida lucía tal como a los protagonistas de los cómics.

El tal Tomura Shigaraki estaba detrás de él como una sombra, apareciéndosele al chico en un centro comercial en plena luz del día, resultando esto que el campamento de verano fuese atacado por su comarca, asimismo teniendo él que intervenir y tratar de rescatar a los estudiantes que estaban siendo atacados por los diversos villanos que surgían de quién sabe dónde.

Aizawa estaba de un lado. Present Mic del otro. Red Riot en otro. Las gatitas salvajes(las pussy cats) en otro. Cellophane en los aires. Y él. Bueno, haciendo lo que podía para salvar a sus alumnos a costa suya.

La responsabilidad de cuidar adolescentes era demasiado pesada, incluso para él.

De todas maneras no sirvió de mucho haberse entrometido en la vida de los estudiantes, puesto a que ellos lograron detener el ataque de la mayoría de los villanos, menos el hecho de que Deku tenía los brazos destruidos y habían secuestrado al hijo de Endeavor.

Esa noche fue atroz para la moral de los chicos, dado que secuestraron a un compañero considerado uno de los más fuertes y talentosos de la clase A, siendo admirado por muchos y querido por sus amigos. En especial, Deku, quien gritó desgarradamente en cuanto vio la desaparición de su mejor amigo sin haberlo alcanzado en medio del aire.

Eso resultaba en una situación traumática que bajaría la moral del adolescente. Quiso consolarlo. Mas se contuvo, tras enterarse que Deku armó un plan para rescatar a su amigo, sin la supervisión de los adultos. Yéndose ellos mismos por su cuenta a Kamino, cuando los profesionales habían emprendido su propio plan para rescatar al muchacho bicolor.

Todo terminó en el retiro del símbolo de la paz y por tanto, nuevos miedos que salieron a flote en la población, que con ello acarrearon una situación de caos entre las masas, que derivaron en adelantar la ceremonia del Ranking de héroes, donde él quedó seleccionado como el número tres. Mientras que Endeavor obtuvo el primer lugar y Hawks el segundo.

Las cosas parecían querer encajar en ese momento. O querían encajar en ese momento. No lo sabía con certeza. Katsuki no se dedicaba a divagar sobre si se merecía el puesto tres o no. O si realmente valía la pena andar por la vida sin un símbolo de la paz que se asemejara a All Might en todos los sentidos.

Nadie se asemejaba a quien había sido su ídolo, ni de chiste. Ni él mismo podía replicar la grandiosidad de All Might, aunque quisiera abrir esa puerta e intentarlo.

Sin embargo, Katsuki conservaba el anillo que Izuku le dio, sin encontrar un motivo para deshacerse del objeto.

Su relación con Deku se distanciaba. Y él no entendía por qué.

Todo iba tan bien en su amistad. Todo fluía por un buen curso, hasta que Deku decidió abrir la boca y decir que él era su prometido cuando nunca aceptó serlo.

Dicho suceso aún le quitaba las ganas de buscar pareja. De buscar el contacto con otro humano. Le quitaba los deseos de tocar a otra persona. De animarse a formar algo con alguien.

Las ganas que no sabía que tenía se vaciaron de una sobrecarga de extrañeza.

Entretanto, se concentró en dejar las dudas para después y perseguir el puesto que llevaba desde pequeño deseando. Ya faltaba poco y la relación con Deku se podía arreglar con unas disculpas y todo quedaría solventado. Pero el puesto del héroe número uno, ese no. Necesitaba mantenerse sereno, sumergido en esa ideología que había tallado firmemente en su cerebro y en su cuerpo.

Sin embargo, no todo saldría tan sencillo como lo pensaba, puesto a que Deku arribó un día a su departamento con la cara muy seria, detalle que lo desconcertó.

Aun así le permitió entrar a su departamento.

—Tenemos que hablar— Manifestó el adolescente tan firme que hizo temblar el suelo.

—Hah— Carcajeó. —¿Sobre qué? Acabas de llegar y ya andas echando pleito

Deku no puede estar sin mi. Ya sabía que no duraría mucho sin ir a visitarme. Fue lo que inútilmente pensó.

—No, no es eso, Kacchan— Repuso ansioso.—Es solo que he estado pensando mucho sobre lo que dijiste el día del examen y he llegado a una conclusión.

—Y para eso viniste—Supuso.

Asintió.

—Bueno, antes de que hables,¿Por qué no te sientas y dejas que te prepare un poco de Katsudon y después de comer hablamos?—Los ojos del chico se iluminaron a la mención de su platillo favorito. Katsuki se sintió cálido por dentro. —Muero de hambre.

—Está bien, Kacchan— Dijo poniéndose cómodo en el sofá.

A decir verdad, había extrañado tener la presencia del adolescente en su casa, luego de varias semanas sin haber tenido contacto cercano como en el pasado.

En lo que cocinaba, notó que la masa muscular del chico creció considerablemente, siendo esto la causa de que el rubio sintiera un poco de envidia por su complexión, ya que en el pasado Izuku no tenía nada de músculo.

Mas no podía quejarse delante de él, puesto a que era una rara ocasión tenerlo cerca; además consideraba que era obvio que Izuku recapacitó el hecho de que él nunca aceptó ser su prometido y pedirá que su amistad siga el mismo curso de siempre.

No tiene pruebas pero tampoco dudas.

Apuesta a que Izuku hará eso.

Por tanto, preparó un excelente Katsudon, del que ambos comieron en la mesa del comedor.

Las miles de expresiones coloridas que hacía Izuku le causaban gracia. Hasta se atrevía a decir que las cosas entre ellos no habían cambiado. Sus expresiones, su amor por el Katsudon, su fanatismo por los héroes, sus murmullos, su persistente admiración por él, su adoración por All Might, su preocupación por sus seres queridos, entre muchas cosas que lo caracterizan del resto.

—¡El Katsudon de Kacchan es el mejor!— Elogió viendo a Katsuki con ojos luminosos.

—Pero, ¿qué dices? Es obvio que lo es.

—Lo extrañaba tanto— Veía al plato de Katsudon como si quisiera llorar.

—Hubieras venido antes, idiota.

Izuku puso cara incómoda, pasándose la comida.

—Kacchan—Pausa. —Sabes que no hubiera podido.

—¿Por qué no?

—Lo que dijiste esa vez en la enfermería—Empezó, frunciendo las cejas.—Me afectó mucho. No te hablé porque necesitaba recuperarme del golpe.

—No fue la gran cosa—Disipó.

—¡Claro que lo fue!—Insistió. Esta vez, se atrevió a dejar el plato de lado.

—Deku.

—Yo siempre pensé que eras mi prometido, Kacchan. Yo iba en serio cuando te pedí que te casaras conmigo.

—¿Hah?—Se le cayó la mandíbula de la impresión.

—Entiendo que fui muy imprudente al pedirte algo tan enorme como eso a la edad de cuatro, pero en mi cabeza habías aceptado mi propuesta. Me guíe con eso durante estos años y admito que a mis amigos les dije que eras mi prometido. Me disculpo por eso.

—¡¿Les dijiste qué?!—Molestó.—Nerd, eres un idiota.

—Perdóname, Kacchan. No entendía el valor de mis acciones hasta que me lo echaste en cara—Su expresión de pena provocó algo en el rubio. —Debiste haberte sentido muy mal cuando te lo dije sin pensar en tus sentimientos. Fui muy cruel e inmaduro. Nunca te pregunté cómo lo habías visto tu y solo me guíe por mis sentimientos hacia ti—Apretó el puño de su mano derecha. —De seguro pensaste que soy muy inmaduro para lidiar con cosas como sentimientos y emociones. Trabajaré muy duro para madurar.

—Eso no se obliga, idiota. Se construye con el tiempo—Reiteró.

—No importa— Sonrió un poco. Los puños de sus manos temblaban.—Pero quiero que sepas que no me rendiré.

—Qué— No preguntó, sino que escupió esa palabra de su boca en un dejo de incredulidad.

De pronto se paró de la mesa y clavó sus manos en sus hombros. En cuanto el rubio reaccionó el rostro de Deku estaba a un palmo de distancia del suyo.

—No me rendiré, Kacchan— Manifestó el adolescente. —Haces que mi corazón se acelere cada vez que te veo. Mis ojos no ven a otro hombre que no seas tu. Para mi tienes que ser tu— Los ojos del rubio estaban que se salían de sus cuentas. Su corazón latía tan fuerte que la voz de Izuku retumbaba en su cabeza—Me gustas, Kacchan. Y por eso no me rendiré contigo. Haré que sólo me veas a mi—Éste sonrió. —Prepárate Kacchan, porque soy muy persistente.

Cuando el rubio se percató de lo que había pasado, Deku se había marchado de su departamento, dejando solo el silencio tras él.

Por alguna razón, Katsuki estaba rojo y con el corazón tan acelerado que agitaba su cuerpo.

Esa fue la cuarta grieta que sufrió su relación tras ese momento.