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Capítulo 4: En el que la comida es importante y hay un desafío de inteligencias…(Parte 1)

Miércoles 11 de noviembre, 7:05 p.m.

Mansión Kaiba

Era otra mañana tranquila de noviembre, en donde la paz se podía respirar en el aire…

"¡MALDITO INGRATO DE CORAZÓN FRÍO!"

…o eso parecía.

"¡ESPERO QUE TÚ Y TU EMPRESA SE PUDRÁN EN EL INFIERNO!"

Fue el último grito que se escuchó por parte de la cocinera Naoko antes de que azotara la puerta de salida con fuerza.

Un Mokuba tembloroso y un Seto estoico observaban la escena anterior desde la entrada de la cocina.

Pero… ¿Qué acaba de suceder?

30 minutos antes…

Todo empezó con las actividades diarias de los trabajadores y los habitantes de la mansión Kaiba.

Las pocas sirvientas que había se preparaban para empezar las tareas de limpieza que tenía que realizar, mientras que ambos hermanos se alistaban para otro productivo día de escuela y trabajo. Como era habitual, tanto Mokuba como Seto se bañaban y se vestían con sus uniformes escolares antes de tomar su desayuno.

Tal como se tenía encargado, la cocinera Naoko, que era asistida por otra sirvienta, se encargaba de preparar el desayuno y el almuerzo que se comería el menor de los Kaiba durante su hora de descanso en la escuela. La sirvienta la ayudaba a picar ciertos ingredientes y a servir los alimentos que ya estuvieran listos en el gran comedor.

Con toda la energía que su joven edad podía permitirle, Mokuba llegaba irradiando un aura de energía alegre, contagiando a cualquiera que se le pusiera enfrente. Saludaba a todo el personal que se encontrara en su camino.

"Buenos días…". Era lo único que decía, pero bastaba para recibir un saludo igual de animado.

Mokuba, comparado con su hermano, prefería tratar bien a toda la servidumbre pues pensaba que así harían un mejor trabajo y tendrían mejores resultados. Seto solo los evitaba o intentaba de hablarles lo menos posible, a excepción de Isono que era con él que más interactuaba.

El pelinegro bajo las escaleras y cruzó por el comedor, viendo que en la mesa ya había ciertos ingredientes para ingerir durante el desayuno, y fue directo a la cocina para saludar a la cocinera.

"Buenos días, señorita Naoko". Saludó el alegre niño poniéndose a lado de la joven mujer, que revolvía alimentos en diferentes refractarios que había sobre la estufa. "¿Qué estás preparando hoy?"

"Buenos días, amo Mokuba". Contestó la cocinera igual de alegre y con una sonrisa en su rostro. "Estoy preparando huevos benedictinos. Espero que te gusten"

Al pequeño amo, de tan cerca que estaba de la estufa, le llegaban los exquisitos olores que emanaban de la comida, haciendo que se le hiciera agua la boca.

"Sabes que siempre me ha gustado lo que cocinas, señorita Naoko. Tienes un don para esto"

"Gracias por su cumplido, amo Mokuba. Vaya a comer la fruta que ya está servida, no se le vaya a hacer tarde". Ordenó la cocinera. "En seguida serviré lo demás"

"Claro, espero con ansias esos huevos". Se despidió el niño antes de salir de la cocina.

"Si tan solo pensará lo mismo tu hermano…". Pensó la joven antes de suspirar derrotada.

Era lo mismo de todos los días. Mokuba siempre comía todo lo que se le preparaba y no tenía queja de eso. El problema era con el hermano mayor, que solo se sentaba para leer documentos de su empresa, tomaba una taza de café y apenas y probaba de sus alimentos. Si bien iba, comía un pedazo de pan con mermelada embarrada. Esto aparte se ganaba regaños de su preocupado hermano menor por descuidar su salud de esa manera. Pero Seto no le ponía atención, para él lo importante era su trabajo.

"Unos laxantes en su café le darían una lección…". Se río de sus pensamientos antes de seguir con sus tareas. Nunca lo haría, pero sería bueno.

Mientras en el comedor, Mokuba comía algo de fruta picada para llenar un poco su estómago antes de comer los deliciosos huevos que esperaba. Veía su celular para entretenerse un poco pues se sentía aburrido sin nadie más a su alrededor.

"Mokuba, te he dicho que no estés con tu celular mientras comes. Luego porque te tardas en acabarte todo". Se escuchó una voz desde una de las puertas de la habitación. Seto Kaiba entraba con su siempre uniforme pulcro y su maletín metálico en mano.

"Si, hermano…"

El Kaiba menor guardaba su celular en el bolsillo de su pantalón para seguir comiendo, mientras que el mayor se sentaba en la silla que estaba en la orilla de la mesa y a la derecha de Mokuba y sacaba de su maletín varios papeles que se dispuso a leer. La sirvienta encargada de ayudar en la cocina se acercó para servir un vaso de jugo al pequeño y preguntarle a Seto si se le ofrecía algo en específico.

"Tráeme un expreso". Ordenó sin siquiera despegar la vista de los documentos que tenía en su mano.

"En seguida". La sirvienta hizo una pequeña reverencia y se dirigió a la cocina.

Para cuando se fue, el pequeño fue directo a preguntarle por el peculiar pedido de su hermano.

"Wow… ¿noche difícil?"

"Ni te lo imaginas, los empleados cada vez vienen más estúpidos. Tengo que corregir todos sus errores". Contestó el mayor con un pequeño toque de molestia en su voz, apenas perceptible por su hermano menor. "No me dejan avanzar como lo planeado y quitan tiempo valioso para el próximo producto a lanzar"

"Oriéntalos en vez de regañarlos, tal vez por eso se equivocan. Te recuerdo que eres su jefe".

"Que sea su jefe no significa que voy a hacerles todo su trabajo cuando se supone que ellos saben hacerlo, no pueden seguir una simple orden como se debe. Para trabajos mediocres, mejor tomó las tareas del escuadrón nerd".

Mokuba pusó los ojos en blanco con una expresión de aburrimiento. Ya sabía a quienes se refería su hermano y no perdía oportunidad alguna para insultarlos, aunque gracias a esto recordó algo importante.

"Hoy viene Anzu, ¿verdad?". Preguntó con un brillo en sus ojos.

"Si…"

"¡Genial! Me gusta que venga"

"Sabes que no viene de visita, ¿verdad?". Dijo Seto, al fin dejando de lado los documentos de lado, pues ya le habían traído el expreso que pidió y quería evitar algún accidente. "Viene únicamente por un tonto proyecto que nos dejaron"

Pasando desapercibida, la sirvienta se dirigía hacia el lado en donde estaba sentado Mokuba para retirar el plato vacío que tenía enfrente y, sin querer, escuchaba la conversación de hermanos.

"Lo sé, pero es bueno tenerla aquí. Le da vida a la mansión".

"Pensé que contigo bastaba para darle vida a la mansión… ¿O acaso no decías eso?"

"Claro que conmigo basta, pero es bueno recibir ayuda de vez en cuando. Es un trabajo difícil de hacer para un pequeño joven como yo". Respondió orgulloso y sentándose un poco más recto en su silla. Se había empezado una agradable plática con su hermano y no iba a desperdiciarla.

Ahora fue el turno de Seto de poner los ojos en blanco y negando con su cabeza ante el pequeño acto juguetón de su hermano. Tomó el asa de la taza con su mano y se la llevo a sus labios dando el primer sorbo de la bebida, pero como respuesta hizo un gesto de disgusto por no haber obtenido el sabor esperado.

"¡Oye,tú…!". Casi gritó a la sirvienta que estaba a punto de abrir la puerta que se dirigía a la cocina. Tanto Mokuba como la joven criada dieron un pequeño susto por el tono autoritario que había en la voz de Kaiba.

"¿S-Se le ofrece algo, amo?". Trató de decir la sirvienta de manera tranquila, pero era obvio que el nerviosismo que sentía. El amo puede dar mucho miedo cuando se enoja.

"Trae a la cocinera"

"S-si". Entró lo más rápido que pudo a la cocina, no sabiendo si era para cumplir la orden de su enojado jefe o porque quería huir de él.

"¿Pasó algo, hermano?". Preguntó Mokuba preocupado ante el cambio de actitud de su hermano, pero no obtuvo respuesta pues, tan rápido como fue llamada, entró la cocinera al comedor.

"¿Me llamó, amo Kaiba?". Preguntó Naoko. Parecía mantener un poco más la calma, pero aun así no dejaba de preguntarse del porque la llamaron.

"¿Qué es esto, un expreso o café negro?". Dijo Kaiba señalando la taza con el contenido oscuro.

"¿Qué?". Pensaron tanto Naoko como Mokuba

"Usted pidió un expreso y es lo que hice". Le contestó la cocinera sin dejarse intimidar por la actitud de Kaiba.

"¿Entonces por qué sabe a café negro? Claramente pedí un expreso". Seguía regañando a la cocinera por su error, sin notar como el rostro de Naoko iba cambiando a un gesto de incredulidad. "Tienes que hacer bien tu trabajo, porque por algo te estoy pagando. Si no puedes, entonces empaca tus cosas y renuncia. Ahora, retírate y espero que la demás comida no sepa tan mal como el café". Terminó de decir Seto para después seguir con la lectura de su documento.

Mokuba y la cocinera observaban impresionado por lo que acaba de decir Kaiba pero la única que reaccionó fue la joven mujer

"Disculpa… ¿Me acabas de regañar por un café?" Dijo la chica de cabello rojizo, captando la atención de Seto y del aún impresionado Mokuba. Ninguno esperaba que la cocinera le fuera a contestar a Kaiba. "En todo el tiempo que he estado trabajando aquí, solo te he visto picarle a la comida que preparó sin decirme si está bien hecha o no y ahora…¿Me estás regañando por un simple café que ni siquiera preparé yo, si no que fue la máquina?"

"Si, pero ¿quién maneja la máquina? Tengo entendido que la sirvienta que te ayuda no puede preparar ninguno de los alimentos. Solo tú. Así que eso te hace aún más inútil porque demuestra que no sabes manejar los utensilios que utilizas". Respondió Kaiba ante el reclamo de la cocinera.

"Ya déjala, hermano. Eres muy cruel y ya la estás matando…". Mokuba no podía tener los ojos más abiertos de lo que ya los tenía. Estaba impactado de lo que pasaba frente a él. Pocas veces había visto una pelea así en la que le reclamaban a su hermano, nunca les tomó importancia pues eran por parte de empresarios que se molestaban ante las verdades dichas por el Kaiba mayor. Pero ahora era diferente porque le simpatizaba la cocinera. Lo mejor era quedarse callado para no desatar la furia de su hermano mayor.

"¡Escúchame bien, mocoso! Soy mayor que tú y tengo varios títulos en gastronomía, no tienes derecho a criticar lo que hago solo por un error". La chica pelirroja estaba tan enojada que, para evitar ir a golpear a Seto, apretaba sus puños tanto que ya los tenía blancos de tanta presión.

"Pues yo soy mucho menor que tú y dirijo una empresa multimillonaria, ¿A dónde quieres llegar con eso? Eres mi empleada, te pago y tú único deber es hacer lo que se te ordena". Gracias a la experiencia adquirida en su trabajo, Seto podía mantener la calma en situaciones así. No se movió ni un centímetro de su asiento, mientras que la joven cocinera temblaba de la furia.

"¿Pues sabes qué?¡RENUNCIO! Ni todo el dinero que pagas vale la pena para aguantar a un jefe como tú". Gritó la chica para después darse la vuelta y dirigirse a la puerta de salida. Se detuvo a mitad de la puerta y volvió a ver a Kaiba. "¡VETE A LA MIERDA, SETO KAIBA!". Y se fue.

Se presentó un momento de silencio en el que Mokuba procesaba en su mente todo lo que acaba de ver. Nunca se imaginó que Naoko fuera tan…explosiva.

"Hermano…"

¡PLOT!

¡CRASH!

¡BOOM!

¡AHHH!

Mokuba estaba a punto de preguntar si estaba bien a su hermano, pero fue interrumpido por varios ruidos fuertes provenientes de la cocina. Eran tan fuertes que llamó la atención de ambos hermanos Kaiba y fueron a investigar qué es lo que ocurría.

Lo que se les presentó no era algo que se veía todos los días.

Ollas y sartenes volcados, comida dispersa por todo el suelo, paredes e incluso en el techo y la sirvienta ayudante de cocina escondida debajo de la mesa de madera, y todo ocasionado por el ataque de ira de una joven cocinera.

"¡MALDITO INGRATO DE CORAZÓN FRÍO!"

Se quitó con furia el mandil y lo aventó hacia donde estaban las ollas tiradas. Sin dar un último vistazo hacia atrás, gritó con todas sus fuerzas. "¡ESPERO QUE TÚ Y TU EMPRESA SE PUDRÁN EN EL INFIERNO!"

Y cerró la puerta para así ya no volver nunca más a la mansión Kaiba.

Toda esta escena dejó a un hermano tembloroso por tanto que vio y al otro estoico, como si nunca hubiera pasado nada

"Vaya, las mujeres sí que pueden dar mucho miedo…". Pensaba Mokuba por lo que acaba de ver. Seguía sin creer como una chica dulce como Naoko podría hacer tanto caos. "Supongo que nunca terminas de conocer a las personas…"

"¡¿Qué fue lo que pasó aquí?!". Entró gritando Isono con una espada de bambú en su mano derecha, después de escuchar todo el escándalo ocasionado anteriormente. Pensaba que algo les había pasado a los hermanos Kaiba, porque lo que tendría que aplicar sus tácticas de defensa para el enemigo que pensaba que había.

Mokuba vio la apariencia desesperada de su mayordomo con todo y su espada de bambú. Reprimió una pequeña risa que quería salir por lo ridículo que se veía, imaginándose las intenciones que tenía el hombre mayor. "Como si Seto no pudiera defendernos…"

"La cocinera enloqueció y tiró todo". Dijo tal cual, omitiendo la parte de la discusión entre Naoko y Seto. No era como si pudiera afectar más a la situación.

"¡Tú!". Gritó Isono y señaló a la sirvienta temblorosa que aún estaba escondida debajo de la mesa. "Empieza a limpiar todo esto. Traeré a las demás chicas para que te ayuden". Y tan rápido como entró, se fue.

Y sin más demora, la sirvienta empezó lo acometido.

En ese momento vieron oportuno los hermanos Kaiba para retirarse, Seto seguido por Mokuba y ahí, al fin, el menor pudo preguntarle a su hermano.

"Seto, ¿estás bien?". Preguntaba el pelinegro preocupado

"¿Por qué no lo estaría?". Contestó el chico de ojos azules. Ambos caminaban para salir de la cocina y del comedor, deteniéndose un momento en el enorme hall para poder hablar.

"Por qué te dijo maldito de corazón frío y todas esas cosas…"

"Ella no es la primera ni será la última persona que me insulte solo porque recalco sus errores". Se posicionó enfrente del pequeño para poder tener una plática más directa con él. Notaba su ceño un poco fruncido debido a la preocupación. "Tranquilo, Mokuba. Ya estoy acostumbrado a esas cosas".

"Bueno, hermano…Solo ya no seas tan grosero con todos, ¿sí?"

"Ser muy honesto no me hace una persona grosera. Si los demás no soportan eso, no es mi problema".

"Hay algo llamado diplomacia. Tal vez necesitas una pizca de eso en tu ser". Sugirió Mokuba con afán de burlarse

"Como sea…". Seto rodó los ojos, captando el pequeño chiste de su hermano. "Por cierto, vi que también tiró tu almuerzo. Te daré dinero para que compres algo que comer en la cafetería".

De manera inevitable, Mokuba puso una cara de disgusto. "¡Iugh! Comida de la cafetería. Hay destinos peores que la muerte…"

Como respuesta, se ganó un pequeño golpecito en su frente, por parte del castaño. "¡Oye!"

"No seas exagerado, Mokuba. Te he visto comer cosas a pesar de que lo tienes prohibido". Y ahí estaba de nuevo, la minúscula sonrisa de Kaiba que solo su hermano podía. Al pelinegro le gustaban estos pequeños juegos que tenía con su hermano. Después de todo, son momentos poco comunes pero especiales. "Y recuerda…el dinero que te doy es para que comas bien, no para que lo gastes en dulces, ¿entendido?"

"Claro que sí, hermano. Prometo que lo haré". Contestó el pequeño Kaiba fingiendo inocencia, transformando rápidamente sus ojos a los famosos "puppy eyes"

Seto se dio cuenta de lo que planeaba hacer su hermano y trató de estar lo más inmune posible.

"Ve a prepararte, salimos en unos minutos y quita esa mirada, no funcionara"

"Está bien, Seto". Y sin más, Mokuba se fue subiendo las escaleras del hall.

Kaiba veía irse a su hermano menor. No importa que tanto haya crecido, el niño seguirá conservando esa inocencia y alegría que lo caracteriza. Le gustaba y quería que siguiera así.

"Disfruta lo que yo no pude disfrutar, Mokuba…"

Apenas y se percató de la presencia de las sirvientas y de Isono. Las primeras dirigiéndose apresuradas para limpiar el "desastre culinario" que se encontraba en la cocina, mientras que el hombre mayor se encontraba a su lado esperando órdenes.

"Prepara y manda los papeles de renuncia de la cocinera y después llama a la agencia para contratar a uno nuevo. Prepara el auto para salir en 10 min"

Y sin esperar respuesta, se marchó a su habitación.

12:05 p.m., hora del almuerzo

Azotea, Escuela Domino

Cielo completamente despejado. Sol agradable a pesar de la temporada en la que estaban. La presente brisa no era tan fría como se esperaba, pero servía como recordatorio para que los siguientes días se tenga que empezar a usar al menos una bufanda. Todo esto era fácil notado por todos los habitantes de Domino, excepto por Anzu.

Todo el equipo se encontraba tomando su descanso en la azotea. Entre almuerzos y risas, todos estaban teniendo una agradable convivencia. La chica también se la pasaba bien, pero no podía dejar de pensar en dos cosas:

En SU almuerzo, que ELLA preparó y que ahora Jounouchi se lo estaba comiendo.

En el mensaje que recibió hace unas horas atrás.

Para su almuerzo, ella había planeado desde hace tiempo preparar lo que había llevado. Arroz, verduras salteadas y las más tiernas salchichas en forma de pulpo. Todo bien sazonado como debía ser y ordenado en su bento para que no solo supiera bien, si no que se viera exquisito, casi tentador.

Desde el momento en el que lo preparó hasta la hora de descanso, había esperado con ansias poder comerse su delicioso almuerzo, pero como nada puede salir bien, esta ocasión no fue la excepción.

Jounouchi, sin perder su mala costumbre, salió tarde de su casa. Sin bañarse, sin desayunar y con apenas unas monedas en su bolsillo, llegó a tiempo a la escuela para no sufrir otro regaño. La profesora malvada de química se tuvo que aguantar las ganas de darle la reprimenda al chico rubio.

El sacrificio del baño y la comida salió bien para evitar el castigo, pero eso no evitó que le pesara más tarde. Con el poco dinero que llevaba, no le alcanzaba para comprar comida de la cafetería. Su estómago no dejaba de gruñir como perro enfurecido.

Y ahí es cuando entra Anzu. La chica castaña veía como su amigo agonizaba de hambre. Vio su almuerzo, del cual ya le había comido un poco, y pensó en lo que debería hacer. Darle lo que quedaba o dejarlo así. Los demás, como buenos amigos que eran, le ofrecían de sus almuerzos al chico, pero no eran tan abundantes como el de ella. Así que optó por hacer lo correcto.

"Ten…". Ofreció la chica, poniendo su bento enfrente a Jounouchi.

"¿Estás segura, Anzu?". Pregunto dudoso el rubio, sin creer en serio lo que hacia su amiga por él.

"Por supuesto. Anda, tómalo".

"¡Ay! Anzu, eres un ángel. Algún día te pagaré por todo". Después de tomar el bento, rápidamente empezó a comer y a disfrutar la comida.

"No hay de que, Jounouchi". Le respondió con una sonrisa en su rostro

"Tú y tu corazón de pollo, Anzu". Pensaba la ojiazul, sin quitar la sonrisa. "Mi único consuelo es que me queda mi chocolate que NO PIENSO COMPARTIR CON NADIE".

Y es que, como buena amiga de varios chicos, de los cuales uno de ellos era sabido que se robaba la comida de los demás, tenía que ocultar pequeños secretos. Entre ellos, la barra de chocolate escondida en su mochila. La quería única y exclusivamente para ella.

Después de eso, recordó la otra cosa que la molestaba. El mensaje de texto recibido en su celular.

"Hoy viene. Ven directo a la casa.". Era lo que decía.

Siete sencillas palabras, dos frases y había mucho implicado en eso.

"Pero es algo que se tiene que hacer". Pensaba resignada, hasta que otra idea se le vino a la mente. "Ay no, Kaiba…"

Se le había olvidado completamente del chico y el proyecto. Ahora tendría que decirle sobre este pequeño altercado.

"Tengo dos opciones…o le digo que lo veo más tarde o lo pospongo".

Ninguna le gustaba por las posibles que le daría el joven CEO. Para la primera opción, esperaba reclamos sobre su sentido de la responsabilidad y lo similar que eran ella y sus amigos. Para la segunda opción, lo mismo incluido quejas de que por ella cambió las fechas para verse y hacer el proyecto. "Patético…". Se lo imaginaba con su arrogante voz.

"Puedo decirle que lo veo después, al menos así adelantaremos un poco. Ush, tendré que aguantar su mal humor"

No le gustaba posponer o llegar tarde a asuntos importantes, pues no le gustaba hacer esperar a la gente ni que la hicieran esperar, pero no podía hacer más en esta situación.

"Ya nada queda…". Suspiró resignada y volvió a la realidad con sus amigos, los cuales discutían sobre los próximos exámenes que se acercaban.

"¡Hagamos una apuesta! Quien tenga las calificaciones más bajas, le tendrá que comprar unas hamburguesas a los demás". Proponía Jounouchi después de acabarse el almuerzo regalado de Anzu.

"Ya quedó que te quedaste pobre". Se burlaba Otogi con afán de molestar al duelista.

"¡No te burles, niño de los dados! Se que en estos exámenes me irá mejor que en los pasados, ¡se los demostraré!". Decía con confianza el rubio y lanzando un puño al aire.

"Lo dudo mucho, viejo. Quedarse dormido en clase no es una forma adecuada de estudio, y por cierto…¿Ya sabes dónde están tus libros?". Por más que quisiera, Honda nunca perdía la oportunidad para molestar a su amigo y este era un buen momento para eso.

Jounouchi pusó una cara pensativa y nerviosa ante el comentario del otro chico, y para su mala suerte, los demás se reían de eso. "Pues…."

"Tranquilo, Jounouchi. Es bueno que te quieras esmerar en tus estudios y cualquier cosa que necesites, sabes que te apoyo". Apoyó el siempre amable y buen amigo Yuugi.

"Gracias, Yuugi. Eres un buen amigo". Lloriqueaba el rubio mientras le abrazaba las piernas a su amigo, pues estaba parado. El más bajo solo pudo rascarse la nuca como signo de nerviosismo.

Anzu veía toda esta escena y sonreía complacida. Sabía que, si se lo proponía, Jounouchi podía alcanzar cualquier cosa que el quisiera. Lo demostró durante el Reino de los Duelistas y en Ciudad Batallas. Además de eso, ella conocía un secreto de él que nadie más sabía y que tenía que ver con el potencial del chico. Pero ese tema es para otra ocasión

Al final, la campana sonó, indicando el fin del descanso.

4:30 p.m.

Biblioteca, Mansión Kaiba

"¿Estas seguro que vendrá, hermano?".

"Estoy cien por ciento seguro de que vendrá, ella misma me lo dijo"

Sin despegar la vista de su laptop, Seto Kaiba trabajaba y al mismo tiempo contestaba las preguntas de su hermano menor.

"¿Y si algo le pasó mientras venía para acá?"

"Considero que es lo suficientemente madura para cuidarse ella sola. Tranquilo, Mokuba".

Se concentraba lo más que podía en su trabajo y fijaba su vista únicamente a la pantalla de la laptop, esto para evitar tener contacto con los posibles ojos sonsacadores que pudiera tener su hermano en este momento.

Recordaba lo que hace unas horas le había dicho la chica Mazaki y el por qué su hermano menor estaba con él en la biblioteca.

"Lo siento, Kaiba. Me surgió un inconveniente que tengo hacer en este momento. ¿Podría ir a tu casa más tarde?"

La escuchó después de que se acercará a él, tenía una obvia cara de pena y puso sus manos en forma de súplica. Si fuera un estudiante cualquiera con una vida normal, posiblemente se enojaría por hacerlo perder el tiempo. Pero él no lo era. No lo iba a demostrar, pero tomaría esta pequeña oportunidad para adelantar un poco su trabajo.

"Haz lo que quieras…". Fue lo único que dijo y se fue.

Tiempo después y tal como se lo propuso, aprovechó el tiempo que tenía para él solo en la biblioteca para seguir con su laborioso trabajo, sin distracción alguna. Hasta que llegó el pequeño Mokuba.

"¿Dónde está Anzu?". Preguntó el pequeño

"¿Debo indignarme por el hecho de que preguntas antes por ella y no por mí? Yo soy tu hermano, no ella"

"Jeje lo siento, Seto. Espero que estés bien". Contestaba el pelinegro ante la graciosa reprimenda de su hermano.

"¿Cómo estuvieron tus clases?". Preguntaba el mayor, que seguía enfrascado en todo el trabajo que tenía que hacer.

Mokuba solo encogió los hombros. "Igual que siempre…aburridas"

"Bueno, ve a cambiarte el uniforme y haz tu tarea. Mazaki vendrá en cualquier momento"

"Entendido, hermano". Y con una sonrisa en su rostro, el pequeño Kaiba se fue. Seto pensaba que así volvería estar completamente solo en la silenciosa habitación, pero se equivocó al ver que su hermano volvía con libros y su lapicera en las manos.

"¿Qué haces aquí?". Preguntó Seto.

"Pues voy a hacer tarea, ¿no es obvio?". Contestaba Mokuba con notorio sarcasmo en su voz. Puso sus útiles en la mesa en la que estaba sentado Kaiba para después sentarse.

"No me vengas con tu sarcasmo. Sabes que Mazaki no viene de visita así que no deberías estar aquí". Regañó Kaiba, adivinando las intenciones que tenía su hermano menor.

"Vamos, Seto. Prometo que estaré callado todo el tiempo. No interrumpiré en lo que hagan ustedes. Lo prometo". Suplicaba Mokuba y para intensificar su petición, abrió lo más que pudo sus ojos para hacer que se vean lo más adorables posibles.

Fue más rápido el "ataque" de Mokuba que la oportunidad de esquivar de Seto y cayó en el encanto de los "ojos de cachorrito". "Pero un día crecerás y ya no podrás usarlos…"

Con un suspiro de resignación, Kaiba aceptó.

Pasado los primeros minutos, la biblioteca se cubrió con el silencio y la paz que tanto anhelaba el mayor de los Kaiba, hasta que el menor se dio cuenta del tiempo transcurrido.

"Ya son las 4 y no llega"

"Mmm…". Fue lo único que contestó Seto a su hermano.

Y a partir de ese momento, fue cuando la habitación se llenó de las preguntas de Mokuba y las respuestas de Seto.

Lo que ambos desconocían es que a unos cuantos metros lejos de la mansión, iba corriendo una chica de cabello castaño y ojos azules. Anzu movía lo más rápido que podía sus piernas.

"Seguro que me mata…"

Ni el cansancio que sentía ni el rugido que hacía su estómago vacío eran suficiente para que dejará de lado el pensamiento de un posible Kaiba furioso.

"Me tardé más de lo que esperaba y ni siquiera pude comer un poco…"

Su "inconveniente" acaparó más tiempo de lo que la chica esperaba y tan pronto como acabó, salió volando directo hacia la Mansión Kaiba. Ignoraba todo lo que se podría presentar como obstáculo, incluso tanto el desgaste extra por haber corrido, así como la vista nublada que se le estaba presentando por no tener la suficiente energía.

"Ya casi llego…". Se animó al ver que estaba cerca de los enormes muros que rodeaban a la mansión.

Y tan pronto como estuvo en la entrada, toco el timbre de manera desesperada.

"¡¿Podría dejar de tocar el timbre de esa manera?! ¿Quién es usted y qué desea?". Se escuchó la voz de un hombre, tras un intercomunicador que hasta a lado de la entrada. Anzu también notó que había una cámara de seguridad apuntando en su dirección.

"Lo siento. Soy Anzu Mazaki y vine a ver a Seto Kaiba". Respondió tratando de estabilizar su respiración agitada.

Hubo unos segundos de puro silencio hasta que se escucho un tipo de timbre y en seguida las rejas que servían de entrada se abrían, dándole acceso a la castaña. "Adelante…". Fue lo último que se escuchó.

Volvió a ponerse en marcha sin la necesidad de correr, pero aún mantenía un paso apurado. Cada vez sentía más débil su cuerpo y empezaba a dolerle la cabeza, pero su persistencia era más fuerte que cualquier malestar que pudiera sentir.

Llegando el frente de la enorme puerta de caoba, dio unos ligeros golpes con sus nudillos y casi al instante fue recibida.

"Buenas tardes, señorita Mazaki. El amo Kaiba la esta esperando, por favor sígame". Fue recibida por el más leal de los trabajadores de Kaiba, Isono. O apenas pudo notarlo por la vista nublada y el cansancio que recorría su cuerpo.

"Si si Kaiba…". Fue lo único que llegó a decir antes de que su cuerpo de desplomará sobre el piso de mármol.

"AY NO. ¿Señorita Mazaki, esta bien? NO NO NO. ¡AMO KAIBA!"

Y eso fue lo último que escuchó Anzu.


Notas de la autora

Hola todos :3

Un gusto poder subir otro capítulo y que ustedes puedan leerlo.

Espero que sea de su agrado y que cualquier duda, sugerencia o duda, puedan ponérmela en los comentarios

He de confesar que me costó un poco escribir este capítulo, tanto por que se me fue la inspiración, así como me distraje leyendo otras historias (Perdón TTwTT)

Como siempre agradezco a Arella96, MeryAnnn y la nueva personita que me escribió :3 aprecio mucho que me comenten. LOVE U

Dejen reviews por fis, quiero ver si les va gustando o no TTwTT

Les mando un fuerte abrazo y hasta la próxima!