¡Hola, espero que hayan tenido un buen fin de semana! Yo les traigo un nuevo capítulo, que lo disfruten n_n
4. Un papelito
Soos salía a tomar aire en las noches calurosas del verano, dejando un poco de lado su tradición por tomarse una cerveza la noche antes de su cumpleaños, y esta vez porque de pronto se sintió asfixiado. No era para menos, después de todo, muchas cosas comenzaron a llegarle a la mente ahora que sostenía un papel en sus manos. A estas alturas de su existencia cualquiera de las personas que conocía ya tenían un plan bastante detallado de qué hacer con su vida, pero si en algo se destacaba además de comerse una pizza completa en menos de 15 minutos, sin duda era en lo lento que maduraba, y esto era algo imperdonable para alguien que no tenía papá, según él.
Y este papel le había puesto todo su mundo de cabeza en un mal sentido… en un pésimo sentido. Porque ahora las responsabilidades estaban golpeándole muy fuerte en la cara, haciéndolo reaccionar y cuestionarse hasta el último de sus días trabajando en la Cabaña del Misterio; la idea de abandonar al señor Pines le pasó por la mente y se relamió los labios al contemplar la posibilidad de buscar nuevos horizontes. Oh sí, así de serio se puso al leer todo lo ahí escrito. Y bueno, tampoco era como que no lo esperaba luego de mirar el aspecto de su abuelita los últimos meses. Todo ese cansancio y sus conversaciones extrañas acerca de la educación que le dio por tantos años y en cómo estaba tan orgulloso de él.
"¿Adónde vas, hijito?" fue lo último que escuchó antes de salir de su casa, pero no tuvo el valor de responder hasta escuchar la alarma de su camioneta al quitar el seguro.
"No lo sé", le dijo con el amargo desconcierto de que hablaba con la verdad.
¿Adónde iba cualquier persona, de todos modos? Muchos compañeros de la escuela de Soos crecieron para volverse adultos a cargo del negocio de sus padres, como Carlos el mecánico, o Katie la estilista; sin embargo, desde niño él había estado a la deriva convirtiéndose en un ñoño, y aunque Dipper y Mabel le decían una y otra vez que esto no tenía nada de malo, él no terminaba de convencerse, ¿a qué se debía? Bueno, su primo Regie estaba próximo a casarse y él seguía usando su típica camisa con el signo de interrogación que más allá de ser su uniforme de trabajo, se convirtió en una parte muy de él tanto como esa trampa de turistas y el truculento hombre que la tenía a cargo.
Por supuesto, Melody entró en su vida y estaba muy enamorado de ella, pero ahora la ansiedad lo consumía con la horrenda pregunta de "¿Hasta cuándo?" y todo esto le estaba provocando dolores de cabeza. Y es que Melody tenía sus metas fijas, quería ser alguien en la vida, ¿y él? Estaba encerrado entre cuatro paredes jugando videojuegos y perdiéndose la vida que todos los demás estaban teniendo. Y toda esta ansiedad lo trajo hasta el mirador de Gravity Falls, donde se detuvo a contemplar todo el pueblo mientras hacía una de las cosas que no hacía hasta la víspera de su cumpleaños: se bebía un six-pack de cerveza.
A la edad que tenía, muchas personas ya habían logrado cosas significativas en su vida: se casaron, tenían hijos, fundaron una empresa, se convirtieron en el gerente de su trabajo, ayudaban a alguna causa benéfica o cosas así. Y él seguía atrapado en la misma situación desde que era niño y comenzó a trabajar para Stan. Por supuesto, siempre fue de ayuda el dinero que se ganaba para solventar algunos gastos y de vez en cuando permitirse algunos lujos, como lo era tener internet en casa y un teléfono moderno para comunicarse tres noches a la semana con su novia a distancia. Fuera de eso, no mucho más, y esto le hizo jalarse su escaso cabello con desesperación al leer el diagnóstico del dichoso papelito.
Alzheimer.
Un día, su abuelita se despertarían sin saberse poner las pantuflas. Sin recordar poner el canal en su novela favorita o para que agarró la cuchara de su mano derecha.
Alzheimer.
Un día su abuelita olvidaría cómo usar la aspiradora, cómo encender la estufa o cómo ponerse la ropa. Incluso olvidaría echarle azúcar en vez de sal a los hot-cakes.
El maldito alzheimer que algún momento la haría olvidar quién es el sujeto regordete que la ayuda a vestirse en las mañanas. Un día olvidaría cerrar las llaves de la estufa o que no debe salir de casa, y si lo hace, que no debe cruzar la calle sin mirar a ambos lados. Un día olvidará no beberse el líquido de limpieza debajo del lavaplatos o algo peor.
"Debes recordar que este padecimiento es progresivo e incurable, pero haremos todo lo que podamos, no te desanimes" fue lo que le dijo su amiga Ana, la mejor doctora del pueblo. Porque Soos había dejado pasar muchas cosas en días anteriores, como las quemaduras o los golpes al cerrar la puerta, incluso su confusión al quedarse mucho tiempo mirando un interruptor o incluso al olvidar el nombre del galán de su novela favorita, una de la que Soos esperaba pronto el final para que ella pudiera disfrutarlo.
Junto al papel del diagnóstico le entregaron un folleto del asilo en la ciudad vecina a una hora de distancia, también una tarjeta del psicólogo en la misma ciudad para que pudiera hablar con alguien que le ayudara a superarlo poco a poco. No obstante, la mente de Soos estaba demasiado cansada por el momento como para pensar en algo tan complejo, ¿podría permitirse la cuota del asilo? ¿De verdad necesitaba ir a terapia? ¿Cuánto tiempo tenía antes de que su abuelita se pusiera grave? ¿Cuánto tardaría en olvidarlo? ¿Podría conseguir otro trabajo? ¿Debía mudarse a la ciudad vecina para estar cerca de su abuela que había sido como su madre?
Tan sólo pensar en abandonar su vida en Gravity Falls, a Stan, Wendy, Dipper y Mabel le rompía el corazón. Gravity Falls era su hogar, por buena o mala o aburrida que fuera su vida; sin embargo, se sentía con la responsabilidad de apoyar y ayudar a la mujer que lo crió desde bebé, a su única compañía en sus cumpleaños solitarios y fechas importantes de su vida. Y por lo mismo, también estaba revisando departamentos en la ciudad vecina a través de Facebook. Sin mencionar ofertas de trabajo que más parecían ser para estudiantes aprendiendo a ganarse su propio dinero, que para adultos que lo necesitaban.
Al darse cuenta de que la cerveza se le acabó, Soos echó las latas vacías y aplastadas en el contenedor de reciclables correspondiente y luego puso marcha hacia su casa de nuevo. Pensando a dónde iba, cómo haría para llegar ahí, y pensar si podría superar este obstáculo con su pequeña paga en la Cabaña del Misterio. Se detuvo por un momento para comerse un chicle, imaginando que quizá su abuela estaría esperándolo despierta mientras veía los infomerciales de la tele. A lo lejos vio cómo Wendy salía corriendo del cercado delimitando el bosque.
Por el momento se apresuró a ayudarla. Sólo esperaba que no notara su aliento alcohólico.
Y con esto terminamos por esta noche. Dejen un review, la página no cobra. Hasta la próxima.
-Slash.
