04/04/2021

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—Estás demente.

—Es una buena idea—. Dijo Naruto. —Sakura-chan es hermosa, amable y lo más importante, es una desconocida que ayudaremos. Todos salimos ganando y servirá para purgar nuestros pecados.

—¿Te sientes culpable?—. Preguntó Itachi a Naruto.

—Oh, no lo sé, Itachi, tal vez soy indiferente a que amenacen a mi madre en mi propia casa.

—De acuerdo—. Contestó Itachi, después del comentario sarcástico de Naruto —¿Quién es Sakura? A propósito.

—La mesera de avenida Ed—. Contestó Kakashi.

—Es bonita—. Respondió Itachi.

—Y podemos ayudarla también, ¿recuerdan que le ofrecieron trabajar más tiempo y ella aceptó? Tal vez necesita dinero.

—Todos necesitamos dinero, Naruto—. Dijo Kakashi.

—¿Qué dices Sasuke?

Sasuke estaba en especial silencioso, todo le parecía una locura. El Uchiha estaba resignado a la idea del matrimonio, pero no pensaba caer tan bajo como para casarse con una desconocida y menos con una mesera. Incluso consideró llamar a algunas de sus exnovias.

—Planeas casarme con una mesera que no conozco solo porque te sientes culpable—. Escupió el menor de los hermanos Uchiha.

—Sí la conoces—. Dijo Naruto.

Sasuke se inmutó.

—Vamos Sasuke. Dime otra opción que tengas.

—Naruto tiene razón—. Dijo Itachi y todos se sorprendieron. —Si esto será un matrimonio arreglado, lo menos catastrófico será hablar con la verdad. Tal vez que no conozcas a esta chica será beneficioso, será como un trabajo.

Sasuke cerró los ojos, todo acerca de ese plan le incomodaba.

—No lo deseo.

—Tampoco deseas tener deudas y ¿qué crees?—. Dijo Naruto, haciendo uso nuevamente de ese tono sarcástico. —Las tienes, y si no las pagas nos matan.

—El que te cases con Sakura da pie a inventar una historia que no tienes y que nunca has tenido, creo que es buena idea—. Dijo Kakashi.

—Que te cases implica una gran suma de dinero—. Dijo Itachi. —Es eso o nada.

—Todos podemos fingir que sabíamos que te casarías en cualquier momento.

Sasuke podía sentir la presión, estaba perdiendo.

Al final solo asintió. Estaba hecho.


La tarde en el restaurante de Avenida Ed estaba muy tranquila, ese día había rendido dos turnos y aún se sentía muy bien. Faltaban dos horas para que cerrara el lugar, la pelirrosa estaba detrás del mostrador, limpiando la barra y acomodando las cosas que había ahí.

—Linda, ¿no te molesta cerrar? Necesito irme en este momento—. Dijo el encargado del lugar.

—No hay problema—. Dijo ella.

—Ten cuidado al salir, últimamente hay locos por todas partes.

Sakura trató de no preocuparse.

Terminó de limpiar la barra y las demás meseras estaban listas para ir a casa, era maravilloso cuando el jefe dejaba a Sakura a cargo, porque podían irse antes y ella siempre era noble al ofrecerse a cerrar para que todas pudieran ir a casa.

—Descansa, Sakura.

Sakura estaba anotando algunas cuentas del día, eran sus cuentas personales.

La campana de la puerta sonó, un cliente llegó a última hora. A Sakura le daría un poco de pena ofrecer pocas cosas de su menú. Ella levantó su rostro y encontró dos caras conocidas, eran dos de los tres hombres que siempre venían a desayunar.

—Buenas noches, Sakura-chan, no nos digas que el café ya se terminó.

Ella les sonrió.

—Tomen asiento, iré en seguida.

Ella le llevó a cada uno una taza, además acercó a la mesa algunos panecillos que quedaron de ese día, no quería que se desperdiciarán.

—El menú está un poco reducido por la hora, pero aún puedo ofrecerles algunas cosas.

—Con esto estará bien—. Contestó Kakashi.

—De acuerdo—. Sakura estaba a punto de girarse cuando el hombre de cabello plata la llamó.

—¿Tienes mucho trabajando aquí?

Ella se giró para contestar, le parecía extraño que quisieran conversar con ella cuando en todas sus visitas siempre se veían demasiado ocupados charlando.

Para Sakura siempre que los veía estaban hablando de manera apresurada y en voz baja, como si de secretos se tratara. Nunca prestaba atención a las conversaciones y aunque sus ojos brillaban con curiosidad cuando los veía entrar, jamás se atrevería a espiarlos.

—Un poco, casi tres años, mi madre conoció al dueño, accedió a darme empleo cuando nos mudamos a la ciudad.

—Ya veo, ¿entonces no vas a la universidad con ellos?—. Volvió a preguntar Kakashi.

Sakura miró a Naruto, y pensó en Sasuke.

—No, aunque hubiera sido muy bueno eso—. Dijo sinceramente.

—Entiendo. ¿Te puedo preguntar algo más personal?

Sakura asintió sin parpadear.

—¿Por qué no fuiste a la universidad?

Ella le dio una sonrisa muy simple.

—Eso es como un sueño para mí, pero no puedo costearla. Trabajo para ayudar a mi familia, últimamente ha estado un poco difícil.

—¿Quieres sentarte, Sakura-chan?— Preguntó Naruto por primera vez.

Kakashi se levantó y acercó una silla, Sakura le agradeció y tomó asiento.

—Hemos venido tantas veces y no nos hemos presentado—. Dijo Kakashi. —Kakashi Hatake.

—Yo soy Naruto Uzumaki—. Dijo el rubio mientras admiraba un bocadillo de mantequilla.

—Es un placer. Sakura Haruno—. Dijo ella, presentándose.

Los tres comenzaron a charlar en la mesa, Kakashi se sorprendió de que Sakura fuera tan lista, ella se interesó de inmediato en la profesión de Kakashi, siendo profesor de economía en la universidad podía hablar de miles de tópicos y Sakura estaba ilustrada en eso, si ella hubiera ido a la universidad sería un genio.

—Sakura-chan ¿estás casada?

Sakura se rio por la pregunta tan fuera de lugar, Kakashi golpeó a Naruto por debajo de la mesa.

—No lo soy, qué extraña pregunta—. Dijo ella sonriendo.

—Supongo que con todos los años que tienes aquí trabajando has ahorrado una fortuna como para entrar a la universidad—. Dijo Kakashi cambiando de tema drásticamente.

Sakura se sentó rígida, su semblante cambió de un momento a otro.

—Viéndolo así, hubiera sido un buen plan. Pero no, la verdad es que mi padre se fue al ejército para escapar de las deudas que lo tenían aquí.

Kakashi asintió. "Todo se trata de dinero". Pensó él.

—Entiendo, que difícil debe ser Sakura.

Ella lo miró por un momento tratando de descifrar qué había detrás de sus palabras, pero no podía identificar nada al final solo le sonrió.

—No, es cansado, pero no me parece difícil, además siempre estoy motivada y me pone de muy buen humor trabajar.

Naruto la contempló con ese aire de empoderamiento. A diferencia de ella, Naruto no conocía el trabajo arduo.

—Señorita Haruno, creo que puede interesarle lo que proponemos—. Dijo Kakashi.

Sakura sintió una leve señal de alarma. Ella se consideraba a sí misma una persona desconfiada, y trataba de que la mirada segura de Kakashi no nublara su juicio.

—Escucha, no es fácil de decir, pero estamos convencidos de que eres la persona ideal.

Kakashi expuso en un detalladísimo plan su participación, le habló con toda sinceridad del problema que los envolvía y como la mafia les estaba pisando los talones. Ella mostró respeto y temor cuando Naruto le contó acerca de Pain y su intromisión en su hogar. Sakura tenía muchas dudas.

—Entonces, por lo que logré entender el joven Uchiha tiene un fideicomiso al que podrá acceder cuando se case—. Dijo Sakura al cabo de unos cuarenta minutos, después de que le contaran toda la historia.

Kakashi asintió.

—¿Y por qué yo?

Sakura estaba muy seria, la idea le había parecido un gran desastre.

Ambos caballeros tardaron un momento en contestar.

—Porque será una ficción, y podremos hacer un montaje detallado si la ocasión lo requiere.

Sakura analizaba todo, su interior le decía que declinara.

—Sé que suena como una locura. Pero estamos desesperados—. Dijo Kakashi.

—Es que no lo entiendo, ¿no pueden hablar con alguien más? ¿Una conocida de verdad? Alguien de confianza—. Dijo ella casi sin parpadear.

—Sakura-chan, si aceptas jamás tendrás que trabajar de nuevo para mantener a tu familia. Los salvarás y nos salvarás a nosotros.

Sakura sintió la presión, el dinero le hacía cosquillas, sin embargo, la idea de casarse con un extraño no le parecía nada agradable y es que, apenas si recordaba al joven Uchiha.

—No creo que sea buena idea.

—Te entendemos, señorita Haruno.

—Lamento mucho no poder ayudarles.

Sakura se puso de pie, Naruto y Kakashi la imitaron. Su semblante era serio, sin embargo, nunca perdió la amabilidad. Ella recogió las tazas y las puso sobre el mostrador.

—Ha sido una agradable velada—. Dijo Kakashi.

Él puso sobre el mostrador una tarjeta.

—Ese es el número de mi oficina en la universidad, si cambias de parecer, llámame.

Sakura miró la tarjeta y después a Kakashi.

Naruto caminó hasta la puerta.

—Nos vemos, Sakura-chan—. Dijo Naruto y los dos hombres salieron del lugar.

Sakura suspiró, qué extraña noche la que la había asaltado.

Ella terminó de lavar la vajilla que había quedado al final, recogió nuevamente el mostrador y vio la tarjeta, si ella había dicho que no ¿por qué no dejaba de ver esa tarjeta? Suspiró una vez más, tomó su abrigo y salió, cerrando el restaurante.

Durante el camino a casa estuvo analizando las cosas, se dejó llevar por su imaginación y pensó en cómo sería ser la esposa de un hombre rico. Eso no la llenaría jamás, su fantasía era que un hombre sin importar sus recursos la amara. Eso para ella era la verdadera riqueza.

Las calles estaban mojadas por la torrencial lluvia que había terminado hace unos minutos, el abrigo que Sakura usaba de color café le llegaba hasta casi los tobillos, los pequeños cabellos que salían de su peinado enmarcaban su rostro y aunque pareciera cansada realmente solo estaba pensativa.

Atravesó una serie de callejones y escalones que proyectaban sombras en la pared, Sakura se sentía como si estuviera en un filme blanco y negro, su recorrido siempre era así. Las calles eran así. Nada estaba arreglado ni mostraba una estética agradable y en medida que se acercaba a su casa las fachadas empeoraban. Finalmente llegó a casa, la puerta estaba abierta y encontró a su madre en el sillón. Se veía más cansada que de costumbre.

—Al fin terminó el día—. Dijo Sakura.

—Qué bueno que llegaste. ¿Tienes hambre?

Sakura negó con la cabeza.

—Me tocó cerrar y no permití que se desperdiciara la comida.

Mebuki rio.

—Por cierto, te traje algo—, dijo Sakura extendiendo un paquete. —Es de tus favoritos.

La madre abrió la bolsa de papel y sonrió con alegría.

—Eres un sol, no te merezco.

—¿Cómo te fue en el trabajo?—. Preguntó Sakura despojándose de su abrigo.

Mebuki se puso un pedazo de pastel cerca de la nariz para disfrutar la hermosura del aroma.

—Existe un rumor de que despedirán a muchas personas, pero hoy cumplí con mi horario como siempre y no me dijeron nada.

Sakura sintió una alarma.

—¿Estás salvada?—. Preguntó Sakura con cuidado.

—Al parecer sí, muñeca.

Sakura suspiró con alivio.

—Bien, iré a dormir, fue un día largo.

Mebuki le asintió y Sakura se dirigió a su cuarto, era bonito y pequeño, los muebles habían sido los mismos desde que tenía memoria. En su espejo tenía una fotografía de ella y de su padre, aún con los errores que cometió, ella lo seguía amando. Sacó la fotografía del espejo y se quitó la ropa, debajo de su almohada había un camisón de algodón; le había pertenecido a su madre, como casi toda su ropa, se lo puso sobre la cabeza, cepilló sus dientes y su cabello y se acostó. La luz de una lámpara parpadeaba, la apagó y aún con la luz nocturna podía apreciar la fotografía de su padre y ella. Cerró los ojos y se dedicó a soñar.

A la mañana siguiente, Sakura había escuchado cuando Mebuki se despidió de ella para irse a la fábrica, media hora después Sakura estaba en una diminuta mesa con un vaso de leche fría, en ese momento escuchó que la puerta se abrió, era Mebuki, lucía desolada.

—Mamá, ¿qué sucedió? ¿Qué haces aquí?

Mebuki le sonrió sin ganas.

—Al final los rumores eran ciertos, no pude conservar mi trabajo.

Sakura sabía que su mamá no lloraba porque estaba frente a ella.

—Espero no tardar en encontrar otro trabajo. Lo siento mucho Sakura, trabajas muchísimo y se supone que yo deba mantenerte no tú a mí.

—No, no te preocupes por eso, ¿sabes una cosa? ¿Por qué no te tomas el día de hoy? Libre de esos pensamientos, mañana será otro día—. Dijo la pelirrosa tratando de animar a su madre.

Mebuki se sentó. Sakura fue junto a ella y apretó su mano.

—Yo me encargaré ¿de acuerdo? Todo saldrá bien.

Mebuki asintió.

—De acuerdo, me alistaré para ir a trabajar, le pediré a mi jefe algunos turnos extras, no creo que se oponga—. Dijo una vez más Sakura, tratando de sonar optimista.

—Lo siento...

Sakura se puso el abrigo y salió, si decía que no estaba preocupada, era una mentira, su sueldo no era suficiente para mantener una casa.

Bajó los escalones y caminó algunos metros. Se detuvo por un momento y frunció el ceño y continuó caminando, sin pensar metió sus manos en los bolsillos. Sintió un pequeño cartón, lo sacó para verlo, era la tarjeta de Kakashi.

"Estoy loca por considerarlo" pensó. Apretó la tarjeta en su puño y negó con la cabeza.

Sin embargo se detuvo, vio la primera caseta telefónica que se cruzó en su camino y marcó el número que tenía la tarjeta de Kakashi.

El tiempo que tardaban en contestar fue eterno para la joven. Estaba impaciente.

—Buenos días, economía política, oficina del profesor Hatake.

Sakura se pellizcó el caballete de la nariz y cerró los ojos.

—Soy Sakura Haruno, el profesor Kakashi me dio este número para localizarlo.

—¿Está en su proyecto de investigación?— Respondió la voz al otro lado de la línea.

Sakura meditó un momento, esa llamada era lo más cercano de estar en la universidad.

—No.

—Un momento.

Sakura espero en la línea unos breves segundos. El bullicio del exterior era agobiante, rezó para que eso no se escuchara en la llamada.

—Habla Kakashi.

—Kakashi-sensei... soy Sakura Haruno...

Kakashi hizo silencio, eso alentó a Sakura a seguir hablando.

—¿Aún me consideran idónea para su disparate?

Kakashi rio del otro lado de la línea.

—Eres perfecta para esto.