13 Años:

Después de su vergonza experiencia auspiciada por sus estúpidas hormonas, sumado la inminente vuelta a clases, Ray no podía evitar ver a las niñas de su clase y otros cursos, además de fruncir notablemente el ceño al notar que sus ojos siempre terminaban desviándose hacia una melena anaranjada con una antena mientras su corazón se aceleraba -tks, malditas hormonas-

Un día de marzo Emma hacía ingreso al salón de clases con una clara molestia visible, ni siquiera saludó a sus compañeros mientras sonreía como lo hacía a menudo. Ray se percató de esto y se acercó a preguntarle recibiendo -No me pasa nada- cuando efectivamente algo le ocurría a su amiga.

Volviendo a insistir se ganó un grito de Emma pidiéndole que la deje en paz, molestando al azabache.

Pasó el primer bloque y llegó la hora del recreo, Ray se dirigía en busca de Norman pero al notar que su amiga no mostraba intención de acompañarlo frunció el ceño y salió del salón.

El timbre sonó y Ray ingresaba a su salón notando que Emma no se había movido de su puesto, es más, la chica estaba recostada sobre su pupitre mientras comía chocolate además de estar muy abrigada - cosa que no era muy usual en ella- Ray suspiró y decidió acercarse nuevamente para hablarle.

-¿Desde cuándo traes tantos chocolates a la escuela?- Emma se incorporó y le dedicó una mirada molesta al azabache -¿Desde cuando te importa lo que como?-

Ray rodó los ojos - Nunca me ha importado, es solo que me parece extraño-

La pelirroja frunció el ceño -Solo se me antojaba, ¿qué hay de malo con eso? -

-Nada en particular, solo que justo el día en que llegas de malas traes chocolate-

La niña frunció el ceño nuevamente -Es solo una coincidencia, ya estás como Norman analizando cosas donde no hay nada que analizar-

-Supongo que tienes razón, pero ambos estamos preocupados, Norman preguntaba por ti y me regañó por no insistir en saber qué te ocurría-

-No tienen porqué preocuparse, de verdad, sólo no tengo ánimos hoy y les agradecería mucho que no insistan- respondió ya resignada.

El chico se cruzó de brazos -Bien, te dejaré en paz por ahora. Pero recuerda que eres fácil de leer y no me trago el cuento de que no tienes ánimos, algo más te ocurre- se volteó y volvió a su asiento.

Ahora es Emma la que rodó los ojos -Como quieras-

El timbre sonó dando fin al segundo bloque, Ray miró levemente a Emma, la cual nuevamente se recostaba en su pupitre, antes de salir del salón en busca del albino.

Lo divisó en el pasillo hablando con Anna, saludó con la mano y Norman lo miró inquisitivamente al notar que Emma no venía con el azabache.

El chico al percatarse suspiró frustrado -Emma dijo que la dejemos en paz por hoy, que no hay nada porque preocuparse-

-¿Y tú le creíste, no? Sabes que lo dice para que no insistamos-

-Lo sé, pero tienes que verla, Norman. Anda muy rara, se abrigó demasiado y come chocolates sin parar, ni siquiera sé de dónde los sacó, además cuando ve que intento acercarme me mira como si le fastidiara mi presencia- Se revolvió el pelo frustrado.

-Con mayor razón hay que insistir, iré a pedirle una explicación- mientras hacía el ademán de irse Anna lo sujetó del brazo mientras negaba lentamente.

-Norman, Ray, tienen que darle espacio a Emma-

El albino observó sorprendido a su compañera -No queremos hostigarla, sólo estamos preocupados, Anna-

-Lo sé y los entiendo, pero también entiendo a Emma y si les digo que le den espacio es porque he pasado por lo mismo que ella-

Ray se sorprendió levemente y miró a la rubia -¿Cómo es eso que has pasado por lo mismo que Emma? ¿Sabes lo que le ocurre, no?- notando el leve tono ansioso de su voz.

La rubia asintió -Si es lo que creo que es, sí-

-¿Y qué es Anna? ¿Puedes decirnos? - Preguntó Norman con voz amable.

Anna enrojeó y apretó los labios -S-son cosas de chicas, sólo tengan paciencia-

-¿Qué clase de cosas de chicas?- preguntó Ray ya impaciente.

-Es algo natural, p-pero muy molesto p-por eso Emma necesita espacio. Es todo lo que diré, si me disculpan tengo que ir al baño- La chica se fue dejando al par con más dudas aún.

-¿Crees que Anna tenga razón?-

-No queda de otra que hacerle caso, por hoy dejemos en paz a Emma- Ray comenzaba a caminar y miró a su amigo, Norman lo siguió mientras caminaban por el pasillo.

-Ray, ¿puedo preguntarte algo? -

-¿Uhm? Claro-

-¿Te están pareciendo lindas las chicas?- al oír eso no pudo evitar pensar en su mejor amiga, enrojeciendo levemente.

Negó haciéndose el desentendido -No hasta el momento, ¿Y tú? - lo observó con curiosidad, notando que las mejillas y orejas de su mejor amigo enrojecian.

El albino asintió -Hay una niña que me parece muy linda, la más linda de todas-

Ray levantó una ceja -¿Puedo saber quién es?-

Norman negó mientras sonreía -Por el momento no, pero es alguien que conoces. Tengo que ordenar mis sentimientos, después de todo son dos chicas las que me parecen lindas y me llaman la atención, pero a la que me refiero es hermosísima-

El chico del fleco alzó los hombros -Si tú lo dices- respondió aunque se sentía intrigado por la respuesta de su mejor amigo.

El timbre sonó y con ello finalizó el recreo.

El resto del día pasó normal, a pesar de lo dicho por Anna, Ray no pudo evitar acercarse a su amiga para acompañarla a almorzar, sentándose frente a ella. Emma lo observó pero no dijo nada mientras comenzaba a comer.

Norman se les unió con una sonrisa, acompañado por Anna, pero al notar la actitud de Emma se preocupó.

Anna por su parte se sentó al lado de la pelirroja, notando la incomodidad de su amiga miró a los chicos -Norman, ¿Podrías ir al kiosko a comprarme una gaseosa, un trozo de pastel de chocolate y algo caliente para Emma, por favor?- le sonrió.

El albino la miró extrañado, pero asintió mientras le sonreía levemente, Anna le entregó el dinero y miró a Ray -¿Puedes acompañarlo? Necesitará ayuda-

El azabache la miró de mala gana -Si necesitabas hablar a solas con ella pudiste haberlo dicho- mientras se ponía de pie para seguir a Norman.

-Tan agradable- comentó con ironía.

Emma miró a la rubia -Gracias, me siento mal por ellos, pero no aguanto el dolor y eso me pone de malas-

Anna le sonrió levemente -Puedes contar conmigo, Emma. Me parece extraño que comas tanto chocolate, cuando me llega la regla apenas puedo comer por las náuseas y el dolor-

-A mi me dan muchas ganas de comer chocolate, es como que mi cuerpo lo necesita para aguantar el dolor. Mi tío Lucas dijo que todas las mujeres son distintas, hay algunas que ni dolor sienten-

-Muy afortunadas- comentó mientras reía Emma se le unió -¿Cómo está tu mamá? ¿Sigue en el extranjero?-

La pelirroja asintió -La extraño mucho, vivir esto sin ella a mi lado es horrible. Cuando me llegó por primera vez en verano Yuugo no sabía qué hacer- rió con melancolía -Gracias a Dios tío Lucas se encontraba en la casa y él me aconsejó, después de todo crió a Oliver y Paula solo, fue de mucha ayuda-

Anna la abrazó -Ya verás cómo llegarás a septiembre y ni te darás cuenta cuando tu mamá vuelva a casa-

Emma le correspondió -Sé que es para especializarse en lo que ama, eso me tranquiliza-

-La madre de Emma, Diana, es titulada desde hace un año en arquitectura; debido al nacimiento de Emma tuvo que posponer sus estudios universitarios para dedicar tiempo y amor a su amada hija.
Su marido se encargó de animarla a terminar su carrera y tomar un postgrado en el extranjero, una vez que Emma cumplió 10 años, Diana hizo caso a la propuesta de Yuugo, debido a que este decidió renunciar a su trabajo en la universidad para dedicarse a ser entrenador de fútbol y profesor de educación física en una secundaria que quedaba a 10 minutos de casa, por lo que Emma tendría a su padre en casa cada vez que volviera de la escuela.-

La rubia le sonrió -Sé que no es asunto mío, pero no deberías ocultarle esto a los chicos, ellos son tus mejores amigos-

La chica de ojos jade rompió el abrazo -Tú también lo eres Anna-

-Me alegra oír eso, pero sé que quieres mucho más a los chicos. Agradezco tu confianza, y puedes contarme lo que quieras, Emma, pero los chicos confían en ti y las amistades se basan en la confianza. Es algo injusto desde el punto de vista de Norman y Ray saber que confiaste algo tan importante como el viaje de tu mamá a mi y no a ellos-

Emma asintió reflexiva -Tienes razón-

-Tampoco pretendo que te sientas obligada a hacerlo, esto tiene que nacerte Emma-

-Lo sé, no es que no confíe en los chicos es solo que no quiero molestarlos. Norman anda muy ocupado con sus clases particulares y Ray… últimamente me siento incómoda cuando estoy sola con él-

La rubia la observó con interés -¿Incómoda?-

Asintió -Quiero mucho a Norman, pero siento que el cariño que le tengo a Ray se está transformando en otra cosa y no sé en qué. Cada vez que estamos solos me pongo muy nerviosa y por eso termino haciéndolo enojar, no me gusta esto que siento, es como que quiero que las cosas con Ray fueran igual que siempre pero no sé cómo hacerlo-

La rubia meditó lo que acababa de confesar Emma y decidió callar su respuesta al notar que los chicos volvían.

-No recordaba que gaseosa te gustaba Anna, así que compré una para mi de un sabor diferente para que puedas elegir- Norman le mostraba las dos latas a la chica, Anna sonrió enternecida -Que amable, Norman. Muchas gracias, tomaré la fanta sino te molesta-

-Claro, entonces yo me quedo con la Coca cola- Le entregó la lata y su pastel, para después sentarse frente ella y comenzar a charlar.

Ray por su parte golpeó levemente la cabeza de Emma con el vaso -Te cambió la cara por fin, espero no me asesines con la mirada- Le entregó el café, Emma lo recibió mientras le agradecía.

Quitó la tapa del vaso y vió su contenido -Norman no sabía que pedirte, así que yo elegí. Te pedí un mocca, espero no te moleste, pero como hoy has mostrado un gran gusto por el chocolate consideré que era la mejor opción-

-No, está bien. Muchas gracias- Ray le sonrió y ella le devolvió la sonrisa. Anna se percató de esto y soltó una pequeña risilla.

Una vez que Emma bebió su café, sintió como el dolor fue disminuyendo un poco.

El último timbre sonó dando fin a ese día escolar, Emma buscó a sus mejores amigos y les pidió un momento para contarles algo.

Al terminar de oír a la pelirroja y verla lagrimear, los chicos optaron por abrazarla y dedicarle palabras de aliento.

Norman dejó solos a sus amigos debido a que tenía clases particulares de matemáticas en media hora, no sin antes despedirse y darle un último abrazo a Emma.

Ray acarició levemente su cabeza y comenzó a caminar junto a Emma hasta dejarla en su casa, durante el camino había un silencio incómodo el cual Ray decidió romper una vez se encontraron frente a la casa de la pelirroja.

-No tienes que guardarte las cosas, serás tonta. ¿Sabes lo preocupados que estábamos con Norman, lo frustrante que era verte mal y no saber qué hacer, sumando lo esquiva que estuviste hasta que hablaste con Anna?-

Emma lagrimeó nuevamente -mientras maldecía a sus hormonas por andar tan sensible- haciendo sentir al azabache como un completo imbécil, al no saber cómo redactarse la abrazó -La extraño tanto, Ray. Amo a Yuugo y sé que se está esforzando, pero no es lo mismo hablar por teléfono o skype todos los días con mi mamá a poder verla en casa cada vez que volvía de la escuela, y justo me tenía que llegar esa cosa cuando ella no está-

Ray no pudo evitar preguntarse a qué se refería su amiga, pero decidió omitir un comentario al respecto -Tranquila, sé que una madre es irremplazable, pero ella volverá en unos meses y durante ese período ni Norman, Anna o yo te dejaremos sola- apretó su agarre levemente.

-Se los agradezco mucho, perdón por no haberles contado antes- limpió sus lágrimas con la manga de su poleron.

-Tonta, son asuntos familiares, no tienes la obligación de contarnos. Lo importante es que no te lo guardaste para ti sola y le dijiste a Anna- Emma se separó de él y lo miró sorprendida.

-¿Cómo supiste?-

-Es solo con ver el cambio en tu actitud después de hablar con ella, probablemente le contaste en ese momento o lo sabía desde antes. Sea como sea, da igual Emma. Pero sabes que puedes confiar en nosotros para contarnos cualquier cosa siempre y cuando tú te sientas cómoda-

-¿No te enfada saber que Anna supo todo esto primero que ustedes?-

Ray le dió un pequeño golpe en la cabeza -Me enfadaría si supiera que no le contaste a nadie y te lo guardaras, pero el caso no fue así. Son tus cosas Emma, no podemos obligarte a contarnos todo. Es por eso que también me quiero disculpar por haber sido tan insistente hoy, lo lamento. Pero estabas tan distante y esquiva que creí que te habías enfadado con nosotros cuando en realidad era por lo de tu mamá- La miraba con arrepentimiento.

Conmovida y borrando todo pensamiento relacionado con el cuestionamiento hacia lo que sentía por su amigo, Emma negó con la cabeza -No te disculpes, estaban preocupados y confundidos por mi actitud. Además no es por esto que andaba de malas hoy-

-¿No?- Negó nuevamente -Ya veo, entonces andabas de malas por "cosas de chicas"- hizo las comillas con los dedos - Como dijo Anna-

La chica enrojeció mientras asentía -Eso sí no les puedo contar, pero porque es muy vergonzoso-

Ray rió y asintió -No te preocupes, al menos Anna te entiende- Emma iba a responderle cuando un gruñido la interrumpió.

-Cíclope somnoliento, ¿No deberías estar en tu casa ya?- El padre de Emma se acercaba con el ceño fruncido al ver al preadolescente muy cerca de su hija, Ray rodó los ojos -Hola señor Yuugo, ya me iba-

-Bien, gracias por acompañar a la antena- el menor asintió, mientras que Yuugo miró a su hija.

-Te quiero dentro de la casa en dos minutos o me veré en la obligación de castrar al emo- Dirigió su miraba de manera amenazante al chico del fleco, al notar que Emma frunció el ceño por su comentario suavizó la mirada -Nos vemos, cíclope- ingresó a su casa.

El chico se despidió con la mano y una vez que el hombre entró a su casa, bufó -Adoro cuando tu papá me mira como si fuera estiércol- soltó con ironía, Emma rió.

-Ya me tengo que ir, nos vemos mañana- acarició su cabeza y emprendió camino de regreso a casa.

-Nos vemos mañana, Ray- se despidió Emma antes de entrar a su casa, nada arruinaría su amistad con Ray ni siquiera ese pequeño nerviosismo que surge al estar a solas con él.

Una vez de vuelta a casa y pasada la cena, Ray no aguantó la curiosidad y le preguntó a su madre qué asuntos de chicas podrían estar incomodando a su amiga. Al comprender la situación que estaba pasando la preadolescente, Isabella le explicó a su hijo que Emma estaba pasando por cambios al igual que él, con la diferencia que las mujeres sufren algo llamado "menstruación" y esto ocurría normalmente una vez al mes con la duración d días; en donde las mujeres tenían las emociones a flor de piel por lo que tienden a estar más sensibles o irritables; además, dependiendo del organismo, puede resultar muy incómodo y doloroso.

Cuando la conversación finalizó, Ray subió a su cuarto, prendió su computador y buscó en Internet "cómo aliviar los dolores menstruales".

Nuevamente pidió ayuda a su madre y ella le entregó una caja de pastillas llamadas "ácido mefenámico" las cuales aliviarían mucho los dolores de Emma.

Al día siguiente Ray llegó después de Emma, dejó su mochila en su puesto, luego se dirigió al de su mejor amiga.

Emma se encontraba recostada en su pupitre y comía una barra de chocolates con nueces, venía nuevamente abrigada, además de presentar ojeras bajo sus ojos.

La chica notó que alguien dejaba una botella con un líquido amarillento en su puesto, Emma la observó y después a su mejor amigo exigiendo una explicación.

-No diré nada al respecto, porque es vergonzoso- el chico enrojeció levemente -Pero mi mamá dijo que la manzanilla aliviará tu dolor-

Emma abrió los ojos sorprendida mientras sentía que sus mejillas se teñían de rojo -Además dijo que tomes una de estas los días que sientas dolor- le entregó la caja.

Emma la recibió sin salir de su vergüenza y sorpresa ¿cómo se enteró?.

Al notar que Emma observaba la caja sin intenciones de tomar una pastilla, Ray bufó e insistió -No es veneno, Emma. Toma una, por tu expresión puedo ver que pasaste una mala noche, mi mamá dijo que te quedes con la caja y que le pidas al loco de tu padre que te compre otra. Ella me explicó lo que te ocurría, perdón, no pude con la curiosidad y terminé preguntándole-

La chica asintió y se echó la pastilla a la boca para después beber el agua de manzanilla -No te disculpes, gracias por esto, Ray-

Ray miró hacia otro lado, aún con las mejillas rojas -No me agradezcas, tonta. Lo importante es que ya no sentirás dolor- el timbre sonó, dando inicio al día escolar.

-Nos vemos- el chico se fue a su puesto.

Cuando el profesor saludó, Emma logró salir por fin de su ensoñación, sonriendo enternecida por gesto de su mejor amigo.