La piedra que descansaba sobre la palma de su mano era fría y suave al tacto. Con solo mirarla sentía ganas de sonreír: tenia recuerdos felices de una tarde que hubiera deseado que no acabase nunca.

— ¡Ada! ¡Ada! ¡Mírame Ada! — gritó Elladan con voz estridente mientras corría descalzo junto a un largo saliente de piedra y se lanzaba de nuevo a la laguna.

Elrond se echó a reír, levantando la vista de la playa llena de guijarros donde estaba encendiendo una fogata. Su hijo salió a la superficie apartándose el pelo mojado de los ojos antes de nadar hasta el borde y corrió hasta el camino rocoso donde su hermano estaba esperando su turno.

Elrond contempló como su hijo pequeño cogía impulso y volvió a concentrarse en la tarea que tenía frente a él. Tenía multitud de piedras entre las que elegir. Ambos muchachos habían corrido en todas las direcciones buscando los grades cantos rodados que había pedido. De hecho tenía suficientes para encender varias fogatas.

Celebrían estaba sentada en un viejo y curtido tronco desempaquetando la cesta de comida. La laguna no estaba lejos de su hogar, todavía bajo la protección del valle, pero estaba lo suficientemente lejos para que hubieran decidido comer al aire libre antes que regresar para la cena. Aquel lugar guardaba muchos recuerdos preciados. Era su lugar especial porque, aunque otros elfos lo conocían también, se usaba en raras ocasiones excepto por la familia de Lord Elrond.

—Ammë.

Uno de sus hijos, mojado, corrió hacia ella seguido de cerca por el otro

—¿Cuándo cenaremos, Ammë? — preguntó, metiendo su pequeña mano bajo el envoltorio de la cesta en buscas de una manzana.

—Muy pronto, pequeño mío —. Celebrian apartó la mano a un lado.

Sus hijos se quedaron en pie frente a ella con las manos detrás de la espalda y los ojos completamente abiertos. Sabían bien como persuadir a sus padres

—Tomad — cedió Celebrian, como sus hijos sabían que haría, y le entrego a cada muchacho una manzana. Los chicos treparon por la orilla, cubierta de hierba, contemplando lo que hacía su padre mientras se comían la fruta.

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—Elladan. Elrohir. —Celebrían los llamó con su voz musical superponiéndose al ruido de los gemelos, que estaban ocupados en alguna clase de juego. Un juego que consistía en muchos salpicones y gritos.

Elrond cogió una de las grandes toallas, preparado para la llegada de un pequeño elfo mojado, que acababa de salir del agua, y venía corriendo por la playa de guijarros.

—Te dije que iba a ganar — canturreo Elladan con aire triunfal, envuelto en una toalla y respirando pesadamente, mientras se apoyaba contra su padre.

Elrohir le puso mala cara a su hermano y se arrodilló sobre las piedras para que Celebrian le secase el pelo frotándolo con una toalla.

—Solo porque pegas patadas cuando nadas

— No lo hago. —contraatacó Elladan

Elrohir sonrió con insolencia.

—No lo hago — Elladan se movió hacia delante con agresividad.

Elrond sonrió para sí mismo mientras levantaba a Elladan y lo hacía girar en círculos. Elrohir sabía exactamente como provocar a su hermano.

—Vamos Elladan, tienes que secarte el pelo.

Elladan se retorció sin éxito y terminó por rendirse y dejar que su padre lo sentase en su regazo mientras lo frotaba para calentarlo. A pesar de que era un hermoso atardecer y el agua estaba caliente después de un largo día bajo el sol, ambos muchachos se habían enfriado con el tiempo que habían pasado en el agua.

—Gracias Ammë, — Elrohir cogió el plato de salchichas calientes y pan que le ofrecían, mientras se sentaba frente al fuego con la toalla colgando sobre sus estrechos hombros. Elrond pensó que a veces su hijo pequeño parecía asombrosamente sabio para su edad, y en aquel momento, con su cara iluminada por el fuego era una de aquellas ocasiones.

— Mastica Elladan, —Elrond intentó sonar severo mientras contemplaba a su hijo intentando embutir una salchicha entera dentro de su boca. Un par de ojos grises miraron hacia arriba y el muchacho se giro para apoyar la cabeza con satisfacción sobre el pecho de su padre.

Elrond miro al otro lado del fuego, a los ojos azules de su esposa. Ella sostuvo la mirada y sonrió, acercándose al fuego para unir su mano con la de su esposo. Ambos se quedaron en silencio escuchando la charla de sus hijos. No había necesidad de palabras entre ellos.

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—¡Ada! ¡Ven a jugar! — gritó Elladan mientras corría hacia delante para coger la mano de su padre e intentaba arrastrarlo hacia el agua. Elrohir se unió al esfuerzo usando su pequeño peso para tirar de su padre.

Después de la comida Elrond y Celebrian se habían cambiado, listos para unirse a sus hijos en el agua. Al ver esto Elladan había gritado de alegría y había intentado que su padre se uniese al juego. Su Ada era estupendo para trepar sobre él.

Elrond cogió en brazos a Elrohir y lo llevo hasta el agua, haciéndole cosquillas hasta que comenzó a reír.

—No. . . Ada. . . ¡Ada! ¡Piedad! — Elrohir luchó contra los fuertes brazos que lo retenían hasta que consiguió liberarse, aprovechando que Elladan estaba salpicando en círculos a su alrededor.

—¡No me cogerás! — declaró Elladan, sumergiéndose bajo el agua entre las piernas de su padre.

Elrond fingió quedarse sorprendido y buscar tras el, encontrando rápidamente al muchacho, que estaba saliendo a la superficie, y sacándolo del agua.

—¿Que tenemos aquí? ¿Una rana?¿Un pez? — Bromeó Elrond, sosteniéndolo boca abajo sobre el agua.

Elladan, se sacudió entre carcajadas intentando escapar. Elrond se giró hacia Elrohir y le guiñó el ojo.

— Bueno Elrohir, que dices tú. ¿Debería devolver a este joven pez al agua?

Elrohir se echó a reír, moviendo las manos para taparse la boca.

—Como digáis Master Elrohir! ¡De vuelta al agua va! — dijo Elrond con voz siniestra, mientras balanceaba a su hijo adelante y atrás un par de veces antes de lanzarlo a corta distancia en el agua.

Elladan gritó mientras era arrojado al agua. Se produjo una enorme salpicadura y el resto de los miembros de la familia chillaron al resultar empapados por la ola que siguió.

Elladan miró a su padre que estaba riéndose a carcajadas.

—Eso ha sido de lo más indigno, ¡Oh Lord Elrond! — Gritó burlonamente mientras nadaba hasta ponerse relativamente a salvo detrás de su madre.

Elrond caminó a zancadas hacia aguas menos profundas donde su esposa contemplaba la escena con ojos brillantes por la risa.

—Así que, Celebrian, ¿me harás frente para proteger a ese insolente pequeño elfo?

Los ojos azules que se encontraron con los suyos traicionaron el tono solemne de su voz.

—¡Oh Peredhil! ¿No has pensado en el peligro que tienes frente a ti?

Elrond la miró sorprendido. Un error fatal, que le hizo perder unos segundos preciosos

—¡Al Ataque!

Vencido, el señor de Rivendell fue sumergido mientras su traidora familia se lanzaba contra él. Después de ser sumergido lo suficiente para animar los egos de dos jóvenes elfos durante varios días, le permitieron liberarse. Principalmente porque su esposa lo había ordenado. Sus hijos podían haber continuado todo el día.

Celebrian lideró al pequeño grupo hacia la orilla donde un par de brazos fuertes se enroscaron en torno a su cintura.

—¿No estarás considerando vengarte de una dama? — Celebrian se giró y se quedó frente a él.

Elrond la atrajo hacía su cuerpo, besándola.

—Venganza no.

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Mientras la luz disminuía, descansaron secándose en la orilla. Elrond se había sentado junto a la laguna, contemplando el progreso del burbujeante arroyo que continuaba valle abajo. Perdido en sus pensamientos cogió una piedra y la lanzó dando saltos sobre la tranquila superficie del agua.

Dos pequeños cuerpos tropezaron con su espalda.

—¿Es magia, Ada? — la voz de Elrohir estaba llena de asombro.

—¿Puedo aprender, Ada? ¿Puedo? ¿Puedo? — Elladan se colgó del brazo de su padre.

Elrond se giro sorprendido ante la repentina interrupción y se encontró con que sus hijos ya estaban escarbando en el suelo y recogiendo las piedras con las formas más raras para que las lanzase sobre el agua.

—Lanza esta, Ada. — dijo Elladan, intentando coger un enorme peñasco que apenas podía levantar.

La boca de Elrond se torció en una mueca divertida al ver a Elrohir compitiendo con su hermano al poner gravilla en sus manos.

—Esto será bonito, Ada.

Elrond examinó rápidamente la orilla y recogió piedras pequeñas con forma de disco.

—No, no es magia. Tenéis que encontrar piedras bonitas y lisas como esta—dijo sosteniendo una. Minutos más tarde ambos muchachos habían recogido una pila de piedras, todas parecidas a la original. Se sentaron a ambos lados de su padre, cada uno sosteniendo agresivamente una piedra.

—Ahora tenéis que sostenerla sin hacer fuerza. Así —, una mirada bastó para asegurarse de que sus hijos estaban escuchando— y la lanzáis así.

La piedra saltó sobre el agua seguida por la de Elrohir que cayó con menos espectacularidad. Un triste plop marcó el final del intento de Elladan. Mordiéndose el labio alcanzó otra piedra con el entrecejo fruncido por la concentración.

—¡Bien! — Elrond contempló con satisfacción como la última piedra seguía a las otras. Elladan dio un par de volteretas en la orilla para celebrarlo.

—Ada. — Elrohir atrajo su atención tirando de sus ropas.

— ¿Elrohir?

—¿Quién te enseñó? — preguntó Elrohir dejando caer la piedra que tenía en las manos mientras hablaba.

—Alguien hace mucho tiempo— Elrond levantó la vista para mirar a las estrellas.

—¿Tu Ada? — La voz de Elrohir dejaba entrever la idea de que nadie podía ser tan viejo.

—No, no fue mi Ada. Pero casi. — dijo Elrond con tristeza.

—Oh.—Elrohir corrió a reunirse con su hermano con su curiosidad satisfecha por el momento.

Sonriendo Elrond recogió la piedra acariciándola con los dedos. ¿Era así como Gil-Galad se había sentido años atrás?. Ojalá hubiese sobrevivido para ver a sus herederos. Suspirando se reunió con Celebrian para ver la puesta de sol.

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Volvieron a casa en un fresco atardecer azul, viendo las ventanas de su hogar iluminarse contrastando contra el cielo que se oscurecía rápidamente.

Elladan, cansado finalmente, había permitido que su padre lo llevase sobre su espalda. Su cabeza húmeda había caído sobre el hombro de su padre y al cabo de un rato cabeceaba dormido.

Había sido un atardecer para recordar.