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Nenene
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Tardó un par de días en reunir el valor suficiente como para inventar una historia y decírsela a Saitama y compañía, y dado de que debía ser algo que despertase la compasión de esos dos, no pensó en nada mejor que alterar ciertos eventos de su propia vida con tal de verse menos terrible de lo que era.
Tal cosa le resultó en extremo sencilla, pues Do-S creía honestamente ser la parte perjudicada en muchas de las interacciones que la marcaron siendo una humana. La realidad de su falta de tacto, desprecio por los sentimientos de los demás y extrema necesidad de atención la habían transformado de una niña y adolescente en apariencia dulce a un demonio absolutamente deleznable, dispuesta a jugar sucio si con ello lograba ganar.
Do-S era, en pocas palabras, una criatura hambrienta por atención, tan concentrada en sus propias necesidades que le resultaba imposible siquiera pensar en los demás. No fue sino hasta su encuentro cercano con Amai-Mask que despertó en ella algo que ni sus padres ni sus amigos pudieron jamás encontrar, y aquello tan importante lo aprendió de una fuente por demás inusual, un héroe tan fantástico que parecía imposible de creer que casi nadie lo conociera, alguien cuyo poder no podía medirse ni contenerse.
De aquel simplón error de la naturaleza, Do-S aprendió una lección fundamental que básicamente todo ser humano aprendía en algún punto de su vida.
De parte de Saitama, Do-S conoció la empatía.
Tristemente, tal característica antes ausente debió enfrentarse a otros rasgos predominantes de la monstruosa villana, por lo que su gran descubrimiento quedó en el olvido apenas segundos después de ver el rostro de decepción de Saitama al robar ella parte de su desayuno.
Aquel acto infantil, propio de la niña petulante que seguía viviendo en el interior de Do-S, no condujo a la acostumbrada violencia que era propia de los monstruos, ni tampoco a un torpe y empalagoso acto amoroso como aquellos que recibía cuando aun era una humana y buscaban impresionarla soportando todos sus caprichos. Con Saitama, no sucedería ni lo uno ni lo otro.
El pobre pelón, al perder la última pieza de pulpo sencillamente se giró hacía un lado y se cruzó de brazos. Do-S, sintiéndose culpable por primera y única vez en su existencia, se lo devoró en un abrir y cerrar de ojos antes de ofrecerse a lavar los platos, pasando por encima de un muy molesto Genos.
Fue así como se encontraron los tres en la sala/comedor/habitación de la suit de lujo de Saitama, con ella intentando no arruinar la vajilla, Saitama haciendo algo muy asqueroso relacionado con su nariz y Genos anotando un montón de detalles sin sentido sobre su maestro, en fin, una día normal para el grupo de anormales.
Do-S consideró ese el momento justo para relatar su historia. No era tarde, no había nada bueno en la tv y Saitama parecía ya menos molesto por perderse la última pieza de pulpo.
–Solía ser la clase de persona a la que nadie toma en serio, siempre… siempre estuve debajo de alguien, toda mi vida tuve que complacer a otros…–, murmuró la villana en tono sombrío, perdida en uno de sus muchos recuerdos.
Do-S rememoró su niñez, corriendo alegremente por los pasillos de su viejo hogar para llegar a su habitación y verse rodeada de sus preciosas muñecas, todas y cada una de ellas enfrentando la cama, vigilando siempre a su reina a la que amaban, sin quejarse y sin demandar nada, ofreciendo, con absoluta sumisión, todo su cariño, todo su amor. Por ese entonces nada se le negaba, ninguna petición era irracional para la princesa de la casa, y así hubiese sido por siempre de no haber entrado jamás en la secundaria. Allí, su estatus de niña acomodada, mimada a más no poder, poco y nada impresionaba al resto. Eso, como era de esperarse, se volvió inaceptable para ella.
Conforme sus ansias por atención crecían y más cosas hacía y cambiaba de si misma para ser vista, más obvias se volvían sus carencias. La terrible inseguridad que devoraba a esa niña parecía no tener fin, y por ello, lo único que le quedaba por hacer era intentar e intentar una y otra vez, para así ser la persona que todos querían ver.
Esas personas… ¿por qué eran tan tontas?, ella las hubiese tratado bien, hubiese sido buena así como lo era con sus muñecas si tan solo dejasen de rebelarse, ¡pero no lo hacían!, y eso la enloquecía.
Lastimarlos no solo era justo, sino que también, necesario.
Debían aprender cual era su lugar.
En fin, no fue sino hasta un evento durante su último año de secundaría que se dio cuenta de algo. Todos sus juegos mentales, sus tretas y demás, todos sus complicados y muchas veces ilógicos estratagemas eran insuficientes para cubrir la verdad, y por más que intentase herirlos para hacerlos entrar en razón, lo único que conseguía era que la odiaran más y más. Supo entonces que en realidad, la gente no le permitía hacer cuanto quisiese por cariño o admiración, lo hacían porque la encontraban insoportable, molesta, y era mucho más sencillo sacársela de encima que lidiar con sus interminables demandas.
Esos eventos de los cuales jamás habló con nadie… no era tan ciertos como ella los recordaba.
La versión simple era que Do-S era una niña mimada y abusiva que se aprovechó de la bondad de cada persona que se cruzó en su camino, hasta que todos sus compañeros de clase, cansados de ella, se decidieron a gastarle una broma, y luego, luego vino la parte brillante del plan de esos chicos.
La ignoraron por completo durante todo el año.
Para alguien acostumbrada a salirse con la suya y aprovecharse de su belleza tal cosa dolía más que cualquier tortura, pues el dolor físico no era algo que la perturbase en realidad, de hecho, le fascinaba, pero la angustia emocional, esa no la soportaba.
Tristemente aquella experiencia lejos de invitarla a reflexionar, logró que Do-S se volviese peor, al punto en que ni siquiera sus padres la aguantaban, no que lo hicieran antes, a final de cuentas, todo eso de mimarla con juguetes y vestidos era la forma de los dos de mantener bajo control al terrible engendro que había resultado ser una decepción para la familia.
Aislada por completo, no fue capaz de identificar el peligro a tiempo, y es que una de sus compañeras, una insignificante y para nada atractiva partícula de polvo frente a sus ojos, seguía guardando mucho rencor en contra de la amenaza rubia.
Su acto definitivo de humillación llegó en la forma de una invitación, junto con una simple máscara quirúrgica de color negro.
En su salón de clases al llegar la noche, de rodillas y vestida de forma vergonzosa, hizo algo tan contrario a su naturaleza, algo tan vergonzoso que al ser expuesta, tuvo que abandonar su humanidad. La primera y única vez que se abrió con alguien resultó ser un desastre, ¡esa pequeña y miserable goblin se rió en su cara!, reveló todos sus secretos y la dejó en ridículo frente a sus tontos compañeros, su maestra e incluso sus padres.
En medio de las risas, Do-S corrió a casa, a su habitación, y se dio cuenta de que ese ya no podría ser su hogar. En su muy retorcida mente, encontró todas las justificaciones para tomar represalias, y lo haría dejando de ser la princesa consentida de sus padres, lo haría, convirtiéndose en una reina, tan gloriosa y cruel como jamás se hubiese visto antes.
En cuanto se puso su nueva vestimenta enfrente de todas sus amadas muñecas, la poca bondad que tenía se esfumó por completo. Una multitud de ojos de cristal y sonrisas de plástico contemplaron el nacimiento de la criatura mientras que de su ahora deforme boca brotaba una purulenta ponzoña, derritiendo los remanentes de su vieja vida con una esencia tan dulce como peligrosa.
–Estaba tan frustrada por el modo en que me trataban, tan cansada de ser invisible, de que nadie me tomase en cuenta hasta que me puse esta ropa y me sentí… fuerte, tan fuerte que supe que jamás volvería a suceder, ¡que ya nunca me pasarían por alto!–
Genos encendió uno de sus cañones silenciándola de golpe, – Resúmelo a veinte palabras o menos–, ordenó el cyborg, –Es la regla de mi sensei–
– Me convertí en un monstruo porque estaba cansada de que unos tontos se burlaran de mi–, contestó ella de inmediato.
– Eso no salió tan bien como esperaba, ¿de verdad no puedo decir más de veinte palabras?, ¿no crees que es algo restrictivo?–, preguntó Do-S consternada.
Tanto Saitama como Genos decidieron ignorarla, al fin y al cabo, casi todas esas historias trágicas se parecían, así que oír una era prácticamente lo mismo que oírlas todas. De todos modos, tenían algo más importante de lo que discutir.
–Sensei, me dicen desde la asociación que quieren respuestas, quieren saber sobre el incidente con Amai-Mask–
Había llegado el momento que Do-S tanto temía, y había arruinado su única chance de apelar a la buena voluntad de Saitama.
– ¿Vas a entregarme?–, preguntó ella temiendo la respuesta.
El rostro de Saitama cambió, dejando de lado su usual indiferencia por una seriedad que le helaba los huesos.
– Voy a ser honesto–, dijo el héroe viéndola a los ojos.
Do-S estaba lista para rogar, si Saitama lo quería, se arrojaría a sus pies, viviría como una esclava, incluso intentaría volver a ser humana, todo con tal de que no la entregasen a la Asociación de Héroes.
– Eso, fue lo primero en lo que pensé al despertar–
Era… su fin. Do-S, la indiscutible reina de los monstruos cuyo título solo existía en su cabeza, estaba acabada.
–Me lo suponía–, contestó ella tratando de mantener la dignidad, –Supongo… que lo esperaba–
En realidad, Genos y Saitama habían discutido lo de la Asociación y ambos se sorprendieron al saber que aparte de algunas personas, el incidente pasó desapercibido para todos los demás. Lo atribuyeron a la gran cantidad de eventos que sucedieron al mismo tiempo junto a la veloz reacción de Saitama, lo que para ellos explicaba el que ni Amai-Mask ni nadie más diese aviso.
Junto con eso, habían discutido qué hacer con el monstruo fugitivo, y a pesar de estar muy tentados a cobrar la recompensa que se prometía por su captura, en los hechos ninguno de los dos se sentía del todo cómodo disponiendo de un enemigo vencido.
El plan al que llegaron era, de acuerdo a los dos, a prueba de tontos.
Le darían una oportunidad al monstruo dependiendo de que tan buenas fuesen sus respuestas, y si fallaba pues la entregarían y listo. Todos ganaban.
Saitama, aun en su pose seria, la enfrentó de lleno, apuntándola con el dedo.
–¿Prometes jamas volver a atacar a alguien indefenso?–
Do-S no podía creer lo que escuchaba, incluso habiendo arruinado su única chance, ¿le darían una oportunidad?
–¡Lo prometo!–, exclamó arrojándose frente a Saitama, –¡Por favor Saitama-kun!, ¡permite que te pruebe que he cambiado!–
Genos entrecerró los ojos como si estuviese meditando, en todo momento, seguía apuntando ambas manos a la aterrorizada villana.
–No eres sincera–, sentenció el cyborg.
Do-S trató de ocultarse abrazándose a Saitama.
–Soy muy sincera–, respondió desde detrás del calvo.
–Hace apenas unos días hiciste un gran desastre con el grupo de Fubiki–, siguió Genos.
–¡Solo me defendía!–
–Te atraparon cazando héroes para usarlos como esclavos, por tu culpa, los mercenarios que envió la Asociación están todos muertos–
Do-S alzó una ceja y rodó los ojos, –Murieron porque Amai-Mask los consideró indignos de recibir ayuda y además, necesito esclavos del amor para que me protejan, ¿lo ven?, me defendía–
–Tiene un punto Genos–, concedió Saitama.
–¡Gracias Saitama-kun!, eres el mejor–
–¡Sensei!–, protestó Genos poniéndose de pie, –Las vidas de esas personas son irreemplazables, de seguro…–
–Todavía no termino–
Saitama se puso de pie, haciendo de paso tronar sus nudillos.
–¿He?, ¿qué piensas hacer ahora?–, preguntó Do-S retrocediendo, –Pero dijiste que estaba bien, tú dijiste…–
Las palabras murieron en la boca del monstruo al sentir la incomparable furia que emanaba de Saitama. El instinto del héroe, forjado por miles de cruentas batallas en las que arriesgó la vida frente a enemigos superiores superaba por mucho la sed de sangre de Do-s, frente a la cual, era similar a un océano furioso enfrentándose a unas cuantas gotas de agua.
Para ella, la presión que ejercía Saitama era miles de veces peor que estar frente a la aterradora presencia de Lord Orochi, era sencillamente indescriptible.
–Usar tus poderes para el mal es una de las peores cosas que se puede hacer y antes de que me contestes, no, no pienso que todos los que tienen poderes deberían ser héroes, pero sí creo que las personas que los tienen deberían ser más responsables. De un modo u otro, cometiste un acto imperdonable y evitaste tu castigo, quizás te creas muy afortunada por eso, pero esa suerte no durará para siempre Do-S. ¡me das lastima!–
La desaprobación del calvo atravesó todas las barreras mentales de Do-S, llegando a lo más profundo de su ser.
–Lo siento Saitama-kun–
Genos asintió rápidamente, complacido de que el experimento de su sensei marchase bien.
–Deberías prestar atención a las lecciones de Saitama Sensei, él hace un estupendo trabajo protegiendo a todo el mundo de los monstruos y jamás hace mal uso de su fuerza–
–Gracias Genos–
Iba tan bien, que Genos sencillamente no se pudo contener. No siempre tenía la ocasión de hablar de la grandeza de su sensei.
–Sin importar que en su labor haya destruido más propiedad pública y privada que cualquier otro miembro de la Asociación–
Do-S sencillamente perdió el hilo de la conversación, ¿qué ya no hablaban sobre ella?
–Con lo anterior bastaba Genos–
Genos se sintió conmovido por su maestro, incluso bajo esas circunstancias intentaba aminorar sus logros y el enorme sacrificio que conllevaba su labor.
Por imposible que le hubiese parecido en un principio, ahora se daba cuenta de la verdad, que su maestro, mediante su ejemplo, sería capaz de reformar a ese monstruo.
–Escuchame bien, en una ocasión mi sensei fue hecho responsable de la destrucción de toda una ciudad por culpa de un meteorito y a pesar de que salvó muchas vidas, el público siguió atacándolo, y no solo eso, en muchos otros incidentes a Saitama sensei lo culpan de todo lo que sale mal y lo tratan como a un fraude. Él lo soporta todo porque es un verdadero héroe, ¡aprende de él!–
–Espera un segundo, ¿este pelón destruyó ese meteorito?, ¡pero si todo el mundo decía que fueron tú y Metal Knight!–
El cyborg se lamentaba de ser parte de esa mentira, pero dado que su sensei le había dicho que no era necesario dar más explicaciones tuvo que ocultar la verdad así como lo hizo Silver Fang. Al igual que el anciano maestro, no compartían aquella decisión, pero la entendían como parte de lo que hacía grandioso a Saitama.
Lo que iba a revelar, solo lo haría para ayudar a su sensei a salvar a ese monstruo.
–Saitama sensei fue quien destruyó el meteorito que arrasó con la ciudad, su incomparable poder hizo lo que los misiles de Metal Knight y mi fuerza no pudieron lograr–, admitió Genos avergonzado, –Y luego, cuando los ciudadanos se pusieron en su contra en vez de defenderse los dejó desahogarse, no te diré que le fue sencillo, de hecho, vi lo mucho que le afectó pero aun con todo perseveró en su camino–
Do-S, que ya estaba formándose una idea de la clase de poder que Saitama poseía comenzó a temblar y cuestionarse si acaso esconderse detrás de él era una idea tan brillante como le pareció en un minuto.
–Mi sensei ha sido así desde que lo conocí cuando salvó mi vida de uno de los monstruos de la Casa de la Evolución, luchando desinteresadamente por el bien de la humanidad sin recibir nada a cambio. Esa, es la aspiración máxima del heroísmo y la razón de que haya salvado tu vida–
–Un simplón destruyó la roca espacial, con sus puños–, murmuró Do-S sin poder creer lo que escuchaba, –El tipo calvo… el tipo calvo rompió y yo… yo le dije que hiciera conmigo, que lo hiciéramos…–
Genos, confundiendo el horror existencial de Do-S por admiración y asombro, puso una mano sobre el hombro de la villana con la intensión de reconfortarla.
Ya luego le contaría sobre la batalla contra el Rey del Mar Profundo y la legendaria pelea de su sensei contra Lord Boros y los Piratas de la Materia Oscura.
–Es por eso debes prestar atención a sus lecciones, es la única manera en la que lograrás aprender algo y redimirte–
Do-S vio de un lado al otro, al discípulo y al maestro y supo que los dos estaban locos. Por un instante, se lamentó que todos los guapos fuesen también unos desequilibrados, primero por Amai-Mask y luego por Demon Cyborg y sobre Saitama pues… debía de estar igual de demente, aunque no lo cuestionaría, pues si al menos la mitad de lo que Genos decía era verdad ella no tendría oportunidad de vencer.
–Quizás debería irme, ¿puedes prestarme algo de ropa?–
–Genos, ¿crees que podamos disfrazarla?–
El cyborg no tardó ni un minuto en ofrecerle un atuendo a la villana, –Tenía esto preparado en caso de que quisieras marcharte–, le dijo al ofrecerle un set bastante conservador.
Do-S supuso que quejarse sobre algo regalado sería infantil, así que se sacudió de hombros, se puso de pie y entró al baño.
Luego de lavarse el rostro repetidas veces, enrollar su arruinado traje de domina y ponerse esas prendas que la hacían parecer una maestra de escuela de segunda, pensó en lo que haría. Obviamente, volver con la Asociación de Monstruos estaba fuera de discusión, porque incluso sin sus miembros fundadores ella no estaba en posición de enfrentarse a la mayoría de las criaturas que la conformaban.
Con su estatus de traidora, sería una presa ideal para cualquier monstruo buscando labrarse un nombre.
Pensó luego en refugiarse en el mundo humano, quizás en una ciudad pequeña o una villa en la cual pudiese operar sin ser vista. Supuso que debían de existir lugares así, en los cuales un monstruo como ella sería capaz de prosperar sin la intervención constante de los héroes que preferían enfocarse en grandes catástrofes, a final de cuentas, la mayoría de esos tipos amaba la fama, y difícilmente abandonarían los lugares en los que los monstruos solían concentrarse.
La idea en si no era tan mala, salvo por el detalle de que ella en realidad, no deseaba irse.
Por mucho que le aterrasen ciertos aspectos de su persona, se sentía a salvo con Saitama. El tipo era horrorosamente fuerte y rápido y acababa con sus enemigos de un solo puñetazo, pero el resto del tiempo, en casa, era de lo más normal. Veían televisión, discutían sobre tonterías e incluso jugaban de vez en cuando, ella no era muy buena por lo que Saitama solía vencerla, cosa que creía en secreto le encantaba al pelón.
Era amable de una manera muy particular, y nunca, jamás, abusaba de su poder.
–¿¡Qué estás pensando!?–, se reprendió a si misma escandalizada, –¡Es el enemigo!, si no me concentro, acabará por asesinarme como a cualquier otro monstruo–
Volvió a abrir el grifo, hundiendo el rostro en el agua helada para así despabilar, ¿amable y desinteresado?, Saitama no era ninguna de esas cosas. Era un vago que le encargaba todo el aseo de su departamento a Genos para dedicarse a perder el tiempo con sus mangas y sus tontos juegos. Era también un fracaso como héroe, un perdedor desconocido o un fraude, pero de ninguna manera… de ninguna manera era…
–El muy tonto sí me salvó–, suspiró ella cansada, –El muy bastardo tuvo que salvar mi vida, ¡y arruinarlo todo!, yo ya tenía mi camino, ya había elegido ser un monstruo y él…–
Frustrada y confundida abandonó el baño y se plantó frente a maestro y discípulo. Todavía no sabía qué pensar de esos dos, no eran unos pervertidos ni tampoco estaban obsesionados como Amai-Mask sobre eso de cumplir con la justicia a toda costa.
A simple vista, solo eran dos tipos con algunas rarezas que intentaban ayudar. Sabía muy poco sobre los dos porque las revistas y la televisión solo especulaban así como sucedía en la internet. Los foros sobre Genos usualmente eran un nido de preadolecentes y maduras calenturientas discutiendo la clase de fantasías que hacían que incluso alguien como ella se sintiese cohibida, y a Saitama lo trataban como basura en el mejor de los días.
–¿Qué pasó con mi máscara?–, preguntó lista para salir.
Saitama se sacudió de hombros, –Lo siento, creo que la perdí–, le dijo, –Debió haberse caído mientras volvíamos a casa ese día, pero descuida, tengo un reemplazo–, y con eso, abrió una caja llena de esas máscaras económicas que todo mundo usaba.
No era linda, y le recordaba demasiado a la máscara que esa chica la convenció de usar el día que se destruyó su vida, pero dado que seguía dependiendo de la buena voluntad de esos dos tuvo que acceder.
–Oh, esto servirá–, murmuró Do-S para no quedar de malagradecida. –¿Cómo luzco?–, les preguntó al completar su atuendo, dando incluso un giro.
–Casi pareces una persona normal–, le respondió Genos felicitándola, –Vestida así nadie sospechará que eres un peligroso monstruo–
–¿Y qué opinas tu, Saitama?–
El héroe levantó un pulgar, complacido de que se pudiesen hacerla verse normal tal como Genos lo había planeado.
–Te queda bien–
….
…
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Saitama despertó contento esa mañana, si algo había probado el día anterior era que su idea de ayudar a Do-S no había sido en vano. Como veía las cosas, era cuestión de tiempo para que ella pudiese vivir por su cuenta y ya no volviese a lastimar a más personas.
Se levantó antes que nadie, y después de ducharse, se unió a Genos para desayunar. Los dos tendrían el día ocupado haciendo cosas de héroes, con Genos atendiendo una reunión con el doctor Kuseno y otros científicos y Saitama recorriendo los alrededores.
De tan buen ánimo estaba que despertó el mismo a Do-S, sacudiendo gentilmente su hombro.
–Debes desayunar–, susurró al ver como se abrían los ojos de la villana.
Do-S se frotó el rostro con ambas manos y se arrastró junto a la pequeña mesa en la que la esperaba su desayuno, olfateando la comida, devoró lentamente su porción con los ojos aún cerrados.
–Es delicioso–, murmuró ella sonriendo, –Gracias Genos, te luciste–
El cyborg asintió satisfecho al ver los resultados de la labor de su sensei, al parecer, al fin la había domesticado, lo que no era algo menor. Por lo que sabía, ninguna otra persona había logrado rehabilitar a un monstruo, de hecho, al parecer ninguna persona en realidad lo había intentado.
Tal cosa no era sorprendente, tomando en cuenta de que existían muchos monstruos allá afuera que se aprovechaban de la inocencia y buenos modales de algunos héroes con promesas que obviamente, no pensaban cumplir. Era una estrategia clásica de los débiles el pedir clemencia para así, apuñalar por la espalda a sus rivales, un error que un veterano como Genos ya no cometía y que a Saitama sensei lo tenía sin cuidado.
–Por cierto, buen trabajo por lo de ayer–, la felicitó Genos poniéndose de pie, –Voy a encontrarme con el doctor Kuseno, los veré más tarde, sensei, Do-S–
–¿Lo dijo por lo de mi presentación?–, preguntó Do-S apenas Genos cerró la puerta.
Saitama asintió velozmente, en efecto, le dijo todo a Genos apenas Do-S se quedó dormida.
–Lo hiciste muy bien–
La villana no pudo evitar sentirse orgullosa, algo que estaba pasando cada vez más a menudo.
–Gracias Saitama-kun–
Algo extraño sucedió en el pecho de Saitama, algo se sacudió, y no por el prospecto de enfrentar a un enemigo poderoso.
Dejando aquella sensación de lado, el héroe se concentró en dar el resto de las buenas noticias.
–Y lo mejor de todo, es que ahora tienes un empleo–
–¿Empleo?–, preguntó Do-S sorprendida.
–Mientras te esperaba un señor bajito se me acercó para hablar sobre ti, al parecer, creen que tienes mucho potencial para la televisión–, explicó Saitama.
Do-S no creyó haber hecho un gran trabajo, de hecho, estaba segura de que el único motivo por el cual no la sacaron del comercial a patadas fue por la participación de Amai-Mask. El que el señor Toguro haya discutido su posible futuro laboral con Saitama no era algo que hubiese contemplado.
–Oh, eso es lindo pero creo que podría dedicarme a algo menos público, por así decirlo–
Saitama temía que llegarían a tener ese problema, sin considerarse a si mismo muy inteligente, sabía lo suficiente sobre lo fácil que resultaba para algunas personas el darse por vencidas y no quería eso para ella.
–No es sano que te quedes en casa todo el día, siento que es algo injusto de mi parte el retenerte aquí–
–Me gusta quedarme en casa todo el día–, rebatió Do-S, –Soy feliz aquí adentro, en tu muy pequeño departamento–
–Te escondes–
–También eso, ¿cuál es tu punto?–
El que la villana ni siquiera se molestase en negar que se escondía resultó preocupante para el héroe, no acostumbrado a manejar emociones conflictivas, le costó mucho trabajo el encontrar las palabras correctas.
–No creo que debas desperdiciar esta oportunidad, al menos piensa en ello, no pierdes nada con intentar–
Do-S no deseaba admitirlo, pero Saitama tenía razón, ella se escondía en el departamento, se ocultaba en el lugar en el que sabía siempre podría encontrarse con Saitama para que la protegiera. Se sintió algo avergonzada, ¿qué hacía un monstruo como ella allí?, alguien tan orgullosa, tan segura de si misma y ahora reducida a una pobre y temblorosa criatura, dependiendo constantemente de alguien demasiado denso para su propio bien.
Incluso cuando se aventuraba a otros lugares rodeada de humanos, lo hacía con la convicción de que siempre podía volver al departamento en ciudad Z.
No queriendo decepcionar a Saitama ni a si misma, decidió que no sería tan malo probarse como artista, es decir, ¿qué tan difícil podía ser?, solo necesitaba ser linda, cosa que ya era, y aprender unas cuantas lineas, bailar y con eso bastaría.
Además, seguía siendo un monstruo bastante fuerte, después de todo se necesitó de Amai-Mask para someterla y ese héroe de por si era una leyenda, así que lidiar con algo tan simple como salir en un comercial debía de ser sumamente fácil para ella.
–Está bien, lo intentaré, pero a cambio quiero algo de ti–
–Espera un segundo, jamás estuve de acuerdo con eso–, protestó Saitama.
Do-S en efecto, daría su mejor esfuerzo, pero había algo con lo que Saitama no contaba y eso era que sin importar lo mucho que pudiese hacerla cambiar, en el fondo ella siempre trataría de salirse con la suya.
–No puedes pretender que tome en serio tus lecciones de vida si no las pones en práctica–
El héroe se rascó la nuca avergonzado, preguntándose si acaso ella había notado que sus lecciones eran puras patrañas que improvisaba momento a momento para así no quedar en ridículo.
Entre defenderse o sencillamente darle el gusto no habría mucha diferencia para Saitama, Do-S de seguro tomaría su negativa a participar de cualquier cosa en la que estuviese pensando de la peor manera y se lo recriminaría constantemente.
–¿Qué vas a querer?–
Do-S no tardó mucho en formular un plan, más que nada, porque no era un plan complicado.
¿Así que Saitama quería tomar decisiones por ella?, pues bien, no se opondría, pero tampoco le permitiría salir ileso. ¡El romance era una batalla después de todo!, y ella no tomaba prisioneros.
–Por mi protección, necesito que sigas siendo mi novio–
El héroe tragó saliva, ¿de nuevo con eso de ser novios?, desde el inicio había tratado la supuesta atracción que Do-S decía sentir como un método de hacerlo bajar la guardia, pero conforme pasaba el tiempo y ella se volvía más firme con sus declaraciones más trabajo le costaba creer a Saitama que solo de eso se trataba.
–No lo entiendo, ¿para qué querrías eso?–, preguntó intentando mantener la calma.
Do-S se puso extremadamente seria, –No lo entiendes, ¿verdad?, ¡pues escucha bien Saitama-kun!, el mundo de las celebridades no es sencillo, una estrella debe estar en constante entrenamiento para mejorar sus habilidades sin mencionar las extenuantes jornadas de trabajo, y por si fuera poco, hay que equilibrar todo eso con la vida personal–
La villana deseaba hacer énfasis en todas las dificultades por las que tendría que pasar, primero, porque así le daría a Saitama una idea de los sacrificios que tendría que hacer si su carrera algún día despegaba, y segundo, porque de ese modo lo mantendría involucrado.
–Lo que me pides exigirá mucho de mi parte, harás que tenga que llegar a mi límite para así no decepcionar a mis futuros fans, y además, tendré que estar en contacto con mucha gente importante, algunos de los cuales querrán aprovecharse de mi–
–¿No preferirías salir con un tipo rico e importante?–, rebatió Saitama de inmediato, sintiéndose en extremo incómodo al imaginarla en los brazos de algún galán de televisión o un empresario.
–Esa gente no es así Saitama-kun, verán a una bella mujer como yo al igual que un corte de primera–
El héroe abrió los ojos de par en par, de seguro… no, no pensaría en ello, no quería imaginar algo tan cruel.
–Se aprovecharán de mi, y yo nunca, jamás, seré el juguete de nadie–
Saitama le concedió la razón en eso, durante sus primeros días de entrenamiento, cuando trabajó como caza recompensas encontró a muchos pervertidos con ordenes de aprensión ocultándose en el edificio en el que vivía. No quería imaginar a Do-S teniendo que lidiar con esa clase de pervertidos.
–Además Saitama-kun–, añadió la villana con una sonrisa falsa, –Es algo insensible de tu parte el que sigas rechazando mis sentimientos como si fuesen nada, no sigas haciendo eso por favor–
La breve culpa que Saitama sintió al escuchar esas palabras apenas pudo notarla Do-S.
–Oh, está bien–, contestó el héroe volviendo a su usual indiferencia.
Se quedaron en silencio, sin saber de qué más hablar.
–Entonces, ¿me darás el número?–
–Claro–, le dijo Saitama al buscar entre sus contactos, –Por cierto ahora tendrás tu propio teléfono–, añadió, –Lo tome prestado de King, a él le regalan muchos así que dudo de que lo vaya a extrañar–
Do-S encontró algo extraño eso último, es decir, ¿por qué extrañaría King un teléfono regalado?, además si sabía que lo tenía Saitama no era como si no pudiese recuperarlo a menos que Saitama no pensará regresarlo.
–Vaya… de todos los delitos que pudo haber cometido jamás imaginé que sería uno tan soso, de seguro que se lo paga después–, pensó la villana.
Con eso último resuelto, Do-S recibió su nuevo teléfono, con los números de Saitama, Genos, Toguro y un par más de personas. Se despidió del héroe dos veces, una antes de que saliera, y otra afuera del departamento, y en ambas ocasiones lo besó en la mejilla, porque debían practicar aquello del noviazgo para que se viese convincente. Esto último Saitama ni siquiera lo consideró como parte del largo plan de Do-S para conquistarlo, habiendo olvidado muchos de esos incómodos eventos con tal de no complicarse la vida, aunque siendo honesto consigo mismo, todavía se sentía contento por haber ayudado y el sentir los labios de la villana, por extraños que estos fueran, le resultó algo muy agradable.
Esto último agravó su confusión al volver más tarde a casa y no encontrarla en el departamento, sino, en la azotea del edificio, sentada al borde del mismo.
Do-S vestía una especie de versión retro de su traje original, como una mala de las caricaturas que él veía cuando era un niño y soñaba con ser un héroe. El contraste, por lo demás, era impresionante. Allí estaba la villana y en lugar de reír altiva, desafiando al héroe, se hallaba completamente derrotada, y el héroe que podía salvarlos a todos, el que jamás fallaba, no tenía idea de qué hacer. No era la clase de problemas a los que Saitama estuviese acostumbrado, no podía tan solo darle unas palabras de aliento y dejar que ella lo arreglase por si misma.
Mal que mal, Saitama eligió esa responsabilidad, eligió el rol de la persona que la ayudaría a cambiar.
Sin decir una palabra, se sentó junto a ella, viendo como el sol se ponía a la distancia, desapareciendo entre los edificios desperdigados por toda la zona abandonada.
Algo había ocurrido en su ausencia, algo verdaderamente malo, y no tenía ni la menor idea de cómo ayudar.
Do-S lo tomó de la mano y giró el rostro para saludarlo.
–Me alegra que hayas vuelto Saitama-kun–, murmuró ella cabizbaja, –Interesante día, ¿no lo crees?. No tienes idea de quién vino a verme–
–¿Qué fue lo que pasó?, creí que te visitaría Toguro o una de las personas que te ayudaron a prepararte ese día–
–Fue alguien más–, contestó Do-S, –Fue alguien a quien le hice mucho daño y que prometió que pagaría, así que… así que se fue, y he estado aquí desde entonces, esperando–
Sosteniendo aquella mano enguantada con todas sus fuerzas, Do-S pensó que si bien no era la vida ideal que siempre soñó, vencía por lejos el haber acabado en los túneles de la Asociación de Monstruos, como las otras criaturas que allí estaban. Su tiempo viviendo con Saitama fue quizás la época más interesante de su vida y eso era increíblemente triste, porque hacía parecer que todo lo anterior había sido un desperdicio. Ponía en perspectiva lo insensible y cruel que había sido hasta ese entonces y que sería hasta la muerte, porque lo que iba a pedir era en efecto, cruel, tanto para ella como para Saitama.
–Solo por esta noche, ¿podrías pretender que me amas?, no quiero morir pensando que mi vida no valió nada así que… solo por hoy Saitama-kun, ámame–
Al ocultarse por completo el sol, Do-S tuvo su respuesta.
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snu snus, snu snus, ara ara snu snus
Quizás...
