p class="MsoNormal"emLENA/em/p
p class="MsoNormal"¿Alguna vez les conté que mi relación con mis padres mejoró un poco con el pasar del tiempo? Bueno, aún no estaban contentos con el hecho de verse obligados a mentir en su comunidad religiosa respecto a dónde me metía la mayor parte del año. El pastor se había horrorizado cuando mis padres le manifestaron mi deseo de no acudir a la escuela de la congregación sino a un internado científico en Rusia. Y, ahí estuve yo, con once años, falda hasta los tobillos y peinado Luz Clarita, siendo sermoneada por el pastor por estar escogiendo el camino equivocado. Mi silencio estoico era todo lo que podía ofrecer para no faltar al estatuto internacional del secreto. Esta operación se repitió cada año, añadiéndole los comentarios y apuestas por parte de los demás feligreses de en qué momento huiría con un gañán soviético./p
p class="MsoNormal"Para mis padres, continuaba siendo su "pequeña vergüenza", pero desde que mantuviese un perfil bajo, podíamos fingir que acudía a un internado de educación especial y punto. En vacaciones, me obligaban a asistir a la congregación, soportando miradas de pena por parte de las hermanas: que espanto que la hija de tan buenos y respetados miembros de la comunidad fuese una oveja descarriada. Sin embargo, si ignorábamos mi particularidad durante el verano, podíamos llevárnosla bastante bien y ser una familia más o menos normal. El tema de la magia rara vez se tocaba y hasta parecía que de verdad se creían la historia del internado ruso. Por mi parte, por mucho que quisiera a mis padres, evitaba ir a casa en vacaciones de navidad o semana santa y, aunque ellos no estaban del todo conformes, no podían negar que así podían disfrutar de sus eventos religiosos sin recibir miradas reprobatorias hacia su única hija./p
p class="MsoNormal"No lo malentiendan, mis padres me amaban, pero se sentían lastimados por quienes ellos consideraban su familia y les era imposible dejar de sentir que era mi culpa. Terminamos siendo el tipo de familia que más bien ocupaba el tiempo juntos rememorando eventos del pasado, viendo películas o acompañando a papá a pescar. En resumidas cuentas, por mucho amor que hubiese por parte de mis padres, sencillamente no conocían a su hija más allá de la niña de once años que un día se fue a estudiar lejos. Bien podían decir que mi comida favorita eran los huevos kínder o la cajita feliz de McDonald's y, jamás pero jamás de los jamases, sabrían que su hija ya se había embriagado con whisky de fuego e hidromiel hasta terminar vomitando medio dormitorio femenino./p
p class="MsoNormal"En todo caso, antes de entrar al sexto grado, debía tomar la difícil decisión de qué materias ver y definir mi futuro profesional. Cuando la profesora Sprout me asesoró en quinto año, mi desempeño escolar no denotaba un interés particular en algún campo, así que me presionó hasta que balbuceé que de niña quería ser doctora./p
p class="MsoNormal"- ¿Medimaga? -había murmurado la profesora Sprout con aire pensativo -. Necesitas muchas materias para eso, Heron. Pasas todo, pero debes mejorar en pociones, herbología transformaciones y aumentar mucho más las notas de encantamientos. Debes entender que tus EXTASIS deben ser muy buenos para que el programa de San Mungo te tenga en cuenta./p
p class="MsoNormal"Con mil consejos volví a casa para las vacaciones de verano, un poco aburrida por no tener el cerebro prodigioso de Ben o, como mínimo la memoria fotográfica de Collette. Estuve muchos días elevándome por momentos, pensando en cómo podía mejorar mis calificaciones sin morir en el intento e imaginando las regañinas de Ben si le pedía ayuda. Tan mal debí verme, que mis padres olvidaron su regla de cero menciones a la magia y me preguntaron qué santos cristos pasaba conmigo./p
p class="MsoNormal"—Sólo pienso en las posibilidades de ingresar al programa que me interesa— respondí, sintiendo que me comenzaban a sudar las manos —. A la carrera que quiero./p
p class="MsoNormal"—¿Tienen carreras? —preguntó mi padre./p
p class="MsoNormal"—Claro que deben tener, Richard —dijo mi madre poniendo sobre la mesa una bandeja con té y galletas —. Hay profesores que le enseñan. Debe haber más ¿no, Len?/p
p class="MsoNormal"De la impresión casi se me descuelga la mandíbula. ¿Quiénes eran estas personas?/p
p class="MsoNormal"—¿Hay otras cosas para hacer? ¿Len? —insistió mi madre ante mi silencio./p
p class="MsoNormal"—Eh… sí, sí hay. Hay leyes y bancos y como policías y eso… -titubeé —. También hay médicos./p
p class="MsoNormal"—¡Médicos! -exclamó mi padre —. Hay médicos, Martha. Yo imaginaba algo como chamanes y eso./p
p class="MsoNormal"Mi madre se me quedó viendo fijamente, ignorando el comentario de mi padre./p
p class="MsoNormal"—¿Y qué es lo que quieres, hija? —se sentó a la mesa y comenzó a servir el té para todos./p
p class="MsoNormal"—Bueno… La medicina de allí se parece un poco a la normal —dije, escogiendo muy bien mis palabras al tiempo que recibía una taza —. Y creo que quiero intentar estudiar eso./p
p class="MsoNormal"Mis padres intercambiaron miradas, como sopesando qué tan embrujadamente pecaminosa podría resultar esa idea. Aparentemente fue lo menos descabellado que esperaban de mis decisiones futuras porque no hubo reproches./p
p class="MsoNormal"—¿Y si estudias en una universidad de aquí? —soltó mi padre. Vi la ilusión en sus ojos celestes. Todavía no perdía la esperanza de que un día simplemente abandonara la magia y ya —. Tenemos medicina muy buena./p
p class="MsoNormal"Bebí un sorbo de té para hacer tiempo./p
p class="MsoNormal"—No puedo. No conozco temas mu… temas normales de los colegios de acá —dije tratando de no sonreír —. Creo que debo conformarme con la medicina de este lado./p
p class="MsoNormal"—Entonces mi hija va a ser doctora -murmuró mi madre. Sus ojos castaños se veían soñadores —. Creo que eso va a callar al grupo de oración./p
p class="MsoNormal"Mi padre y yo la miramos con asombro. Era la primera vez en casi cuatro años que mi madre mencionaba las continuas críticas del grupo de oración de la iglesia. Después de un par de años de constantes peleas al principio de mi formación como bruja, mis padres habían decidido no tocar más el tema y fingir que la gente no hablaba ni miraba. Desviaban preguntas y sonreían cortésmente para no dar detalles. No tenía idea de si la situación era igual cuando yo no estaba, pero por el comentario de mi madre, parecía ser incluso peor./p
p class="MsoNormal"-Los médicos son buenos en todas sus formas -continuó Martha Heron -. No van a ponerle peros a eso./p
p class="MsoNormal"No dije nada. Mi padre tampoco. Sólo sentí la furia crecer dentro de mí, pensando en la crueldad del grupo que mis padres tanto apreciaban, maldiciendo el fanatismo absurdo en el que vivía esa gente y odiando que mis padres estuviesen en ese entorno enfermizo. Sentí la taza temblar en mis manos y después el té caliente derramándose entre mis dedos cuando la porcelana se resquebrajó./p
p class="MsoNormal"—Dios mío, Len…—susurró mi padre mirando mis manos./p
p class="MsoNormal"Bajé la mirada y pude apreciar como mis dedos se enrojecían con el líquido hirviente. Dejé caer la taza sobre la mesa y como siempre hice desde niña, aplaqué la ira para evitar algún tipo de explosión de magia indeseado./p
p class="MsoNormal"—Lo siento —dije levantándome y abandonando la estancia sin mirar a mis padres./p
p class="MsoNormal"No volvimos a hablar del tema nuevamente. De hecho, las conversaciones fueron escasas hasta que llegó el momento de regresar a Hogwarts. Y, cuando me abrazaron a las afueras de King's Cross, no pude dejar de notar que mis padres estuvieron aliviados de que me marchara./p
p class="MsoNormal"Collette y su forma de ser, libre e idealista, fueron de gran ayuda para hacerme sentir segura nuevamente. No olvidaba del todo la situación en mi hogar, pero procuraba dejarla de lado. Este año no podía tener distracciones: debía mejorar mis habilidades sí o sí. La única excepción que me iba a permitir eran los entrenamientos de quidditch. Cuando logré entrar como buscadora fue toda una hazaña para mis escasas capacidades en los deportes muggles. Así que, era algo que no estaba dispuesta a abandonar e incluso me hice la promesa de esforzarme al máximo para conseguir la copa ese año. La racha de mala suerte de Hufflepuff nos había acompañado desde que ingresé al equipo: siempre finalistas, pero nunca campeones. Más de una vez quise dejarle mi lugar a alguien que no se dejara arrebatar la Snitch en el último momento, pero Ann Perkins, cazadora y capitana del equipo, jamás me lo permitió./p
p class="MsoNormal"El primer día de clases Andrew Jones, golpeador del equipo de quidditch de Hufflepuff, fue el elegido por la profesora Sprout para repartir los horarios de clase de sexto año. Recorrió la mesa de los tejones con expresión soñolienta, entregando pergaminos enrollados. Abrí el mío para darme cuenta de que ese martes tenía como primer clase dos horas de defensa contra las artes oscuras. Maldije por lo bajo al notar que compartiríamos esa clase con los Slytherin. Y no sólo esa, también pociones, encantamientos y cuidado de criaturas mágicas./p
p class="MsoNormal"—Guau. Sedemos los pdimedos en teneb clases con Snafe — dijo Ben con la boca llena de huevos revueltos./p
p class="MsoNormal"—Traga primero, Benjamin —le riñó Collette./p
p class="MsoNormal"span style="mso-spacerun: yes;" /spanBen tragó, no sin antes dedicarle una mirada ceñuda./p
p class="MsoNormal"—¿Cómo creen que será? —inquirí mirando hacia la mesa de los profesores. Si la noche anterior, el hombre había mantenido un largo contacto visual, esa mañana parecía no darse cuenta de mi existencia. Se veía ensimismado mordisqueando una tostada mientras Hagrid le hablaba animadamente. Snape se pasó la mano por la cabeza, como palpando las dimensiones de su corto cabello negro y asintió, confirmando lo que sea que el gigante hubiese preguntado./p
p class="MsoNormal"—Ni idea. Una vez Ron iba a decir algo y Harry se disgustó mucho —dijo Ben, tratando de alcanzar la bandeja de las salchichas —. Desde ahí nadie toca el tema./p
p class="MsoNormal"—¿Por lo del héroe de guerra? —pregunté, alcanzándole la bandeja./p
p class="MsoNormal"—Sí. Parece que Harry se lo tiene muy personal —Ben se sirvió salchichas y comenzó a ponerles abundante salsa de tomate./p
p class="MsoNormal"—Dijiste que era contemporáneo con los padres de Harry —dijo Collette —. No se ve como alguien de cuarenta y tantos. Apenas le pongo treinta exagerando./p
p class="MsoNormal"—Eso es lo que no me cuadra tampoco —Ben pareció olvidar momentáneamente las salchichas y también fijo su vista en Snape —. Escuché que el tipo estuvo en coma o algo así. Tal vez también se congeló en el tiempo./p
p class="MsoNormal"—¿Cómo el capitán América? —murmuré más para mí que para mis amigos./p
p class="MsoNormal"—¿Quién? —preguntaron Ben y Collette al unísono./p
p class="MsoNormal"—Olvídenlo./p
p class="MsoNormal"Una vez acabamos de desayunar, sin ni una sola mirada de parte del nuevo profesor, nos marchamos directo al aula de defensa contra las artes oscuras. Creo que todo el mundo tenía curiosidad por cómo sería Snape, porque faltando diez minutos para que la clase diera comienzo, ya todos los alumnos habían puesto sus traseros en los pupitres y esperaban pluma en mano, expectantes. Nadie decía nada, ni siquiera los Slytherin que comúnmente me molestaban por mi estatus de sangre: Will Carter y Marty Bulstrode. Quien no los conozca, que los compre, pensé conteniendo un bufido./p
p class="MsoNormal"La puerta se abrió y Severus Snape entró al salón con paso firme, sin mirar a ningún alumno, con su túnica emitiendo un ligero fru fru al ondear al ritmo de sus pasos. Llegó al frente y se giró al tiempo que hacía aparecer un pergamino de la nada. Dirigió una mirada evaluadora a la clase y desplegó el pergamino./p
p class="MsoNormal"-Ashford, Louisa -dijo Snape./p
p class="MsoNormal"-Presente -respondió una sobresaltada Louisa desde su asiento adelante del mío./p
p class="MsoNormal"-Bulstrode, Marty./p
p class="MsoNormal"-Presente./p
p class="MsoNormal"-Carter, William./p
p class="MsoNormal"Snape continuó tomando lista, deteniendo sus ojos en cada estudiante mencionado./p
p class="MsoNormal"-Heron, Magdalena./p
p class="MsoNormal"-Presente -respondí, sintiéndome intimidada ante sus negros ojos./p
p class="MsoNormal"-Jones, Andrew./p
p class="MsoNormal"Me sentí un poco decepcionada cuando él no me dedicó ni un segundo más que a los demás. Simplemente volvió sus ojos al pergamino y continuó tomando lista sin más./p
p class="MsoNormal"-Weasley -Snape se detuvo un momento a observar a Ben. Con tono ácido dijo-: Otro Weasley./p
p class="MsoNormal"Ben enrojeció hasta las orejas y no supo que responder. Las risitas de los Slytherin fueron lo suficientemente audibles en el salón, pero Snape no dijo nada al respecto. Volvió a hacer desaparecer el pergamino./p
p class="MsoNormal"—Mi nombre es Severus Snape. Como la profesora McGonagall dijo anoche, seré su maestro de defensa contra las artes oscuras —recorrió la clase con la mirada —. Trabajarán duro, sin tonterías, sin lloriquear y sin hacer preguntas que no tengan que ver con la clase. Voy a educarlos con temas útiles para enfrentar el mundo real. Si no pueden con ello, siéntanse libres de abandonar la clase./p
p class="MsoNormal"Hizo una pausa como esperando que alguien se marchara. Nadie se movió./p
p class="MsoNormal"—Comenzaremos con un tema que deberían, sino dominar, al menos comprender su teoría: el encantamiento patronus./p
p class="MsoNormal"Comenzó a caminar entre las filas./p
p class="MsoNormal"—¡Heron! ¿Para qué sirve un patronus? —dijo Snape en voz alta parándose frente a mi pupitre./p
p class="MsoNormal"Me sobresalté al sentirlo tan cerca. No esperaba que se hubiese aprendido mi nombre tan pronto./p
p class="MsoNormal"—Eh… el… el patronus sirve para ahuyentar a los dementores —dije dubitativa. No fui capaz de mirarlo a los ojos./p
p class="MsoNormal"—Muy útil su aporte, Heron —dijo el profesor con sorna —. Pero los patronus tienen más cualidades que esa. No sé… si tal vez… pueda aportarnos algunas otras./p
p class="MsoNormal"Su voz sedosa y burlona llegó a mis oídos sintiéndose como un cuchillo filoso./p
p class="MsoNormal"—Eh… sirven para… para…/p
p class="MsoNormal"—Dese prisa, Heron —dijo Snape —. ¿O acaso ni siquiera abrió su libro antes de esta clase?/p
p class="MsoNormal"Los Slytherin dejaron escapar risitas por lo bajo. A decir verdad, no había abierto el libro en absoluto. Lo que sabía era porque habíamos visto a los dementores el año anterior. Tragué saliva, nerviosa./p
p class="MsoNormal"—Sirven para enviar mensajes de voz —dije al fin a la carrera./p
p class="MsoNormal"Me atreví a levantar la mirada para enfrentar sus fríos ojos. Una sonrisa, bastante parecida a una mueca, se dibujaba en sus delgados labios; su ceja permanecía tan arriba que parecía perderse entre su negro cabello./p
p class="MsoNormal"—¿Mensajes de voz? —se burló —. Eso suena a tecnología muggle, Heron./p
p class="MsoNormal"Sentí como el rubor cubría mi rostro, pero mantuve mis ojos en los suyos, tratando de mantener una postura digna ante la humillación de alguien a quien apenas estaba conociendo./p
p class="MsoNormal"—Lamentablemente —continuó Snape con su voz suave —, la señorita Heron cree que los patronus tienen las mismas funciones que los aparatos muggles —me miró con desprecio —. Déjeme sacarla de su error. Los patronus también son mensajeros de los magos. Sus capacidades van más allá de inventos inútiles, son seres con la capacidad de decir lo que nuestros pensamientos les ordenan. Cinco puntos menos para Hufflepuff por esa respuesta tan mediocre./p
p class="MsoNormal"—Pero eso no es justo —solté sin pensar./p
p class="MsoNormal"—Pensaba que el maestro era yo, señorita Heron —siseó peligrosamente Snape./p
p class="MsoNormal" /p
p class="MsoNormal"Abrí la boca para replicar de nuevo, ganándome un codazo de Ben en las costillas. Si había algo que asustara a Ben Weasley, era perder puntos de su casa. Lo ignoré./p
p class="MsoNormal"—Sigue pareciéndome injusto./p
p class="MsoNormal"—Diez puntos menos —dijo acercando su rostro al mío, con una desagradable sonrisa en su pálido rostro —. Sigue diciéndome que te parece injusto y serán cincuenta puntos menos el primer día de clase./p
p class="MsoNormal"Apreté los puños sobre mi túnica. Mi mandíbula se apretó tanto que parecía estar a punto de romperme los dientes. ¿Qué le ocurría a ese tipo? En la vida lo había visto antes de la noche anterior. No podía sencillamente venir a tratar así a sus alumnos. Pero sus ojos, sus ojos en los míos se sentían como si escudriñara mi alma, haciendo que mi corazón comenzara a retumbar en mi pecho. A pesar de mi furia en su contra, no pude dejar de notar que en realidad se veía bastante joven, que su pálido rostro no se vería igual de bien sin su nariz. Espera… ¿igual de bien? ¿Estaba pensando repentinamente en que el profesor se veía bien? Mis ojos aún estaban en contacto con los suyos, y pude notar un atisbo de duda en ellos poco antes de que los apartara rápidamente. Mi mandíbula se suavizó hasta casi quedar colgando, al pensar en la posibilidad de que Snape me hubiese leído la mente./p
p class="MsoNormal"Él volvió a su escritorio sin decir más nada. Se sentó en su silla y comenzó a buscar sabrá Merlín qué en sus gavetas./p
p class="MsoNormal"—Pssst, Heron —susurró la molesta voz de Marty Bulstrode desde el otro lado del salón —. Pero… pero… pero… pero soy tan tonta que sólo sé decir "pero"./p
p class="MsoNormal"Risas escaparon de los Slytherin de sexto año. Miré hacia Snape, quien parecía increíblemente entretenido rebuscando en las gavetas de su escritorio; era imposible que no hubiese escuchado nada. Mi nivel de mal genio aumentó escandalosamente./p
p class="MsoNormal"—Y lo próximo que dirá será: las lechuzas sirven para enviar mensajes de texto —dijo Carter, celebrándole la gracia a Bulstrode —. Ella es tan muggle que todo lo ve como en su mundo./p
p class="MsoNormal"Más risas de los Slytherin. Mis puños se volvieron a apretar./p
p class="MsoNormal"—No hagas nada, nada ¿ok? —murmuró Ben a mi lado, tirando de la manga de mi túnica./p
p class="MsoNormal"—¿Cómo sabes qué es un mensaje de texto, Carter? —dije sin poder contenerme —¿No serás tan muggle como yo?/p
p class="MsoNormal"El chico soltó una risita./p
p class="MsoNormal" /p
p class="MsoNormal"El chico soltó una risita./p
p class="MsoNormal"—En tus sueños, remedo de bruja —respondió con una enorme sonrisa en su redondo rostro./p
p class="MsoNormal"Mis puños volvieron a apretarse. Esta vez era Collette quien me susurraba palabras tranquilizadoras desde su lugar junto a Ben. El pelirrojo continuaba sujetando mi manga./p
p class="MsoNormal"—Dime, Heron. ¿Verdad que el sombrero seleccionador casi te envía a la conserjería de Filch?/p
p class="MsoNormal"—Cierra la boca, Carter —dijo Ben./p
p class="MsoNormal"—¿Por qué, Weasley? span style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt;"Si los sangre sucia sólo deberían estar con la servidumbre. Igual que los asquerosos muggles de los que provienen./span/p
p class="MsoNormal"Antes de darme cuenta, me solté del agarre de Ben y mi libro de defensa contra las artes oscuras se estampó en el rostro de Carter, tumbándole tres dientes y dejándole la nariz aplastada en una masa sanguinolenta. Sin saber a qué horas, me había levantado de la silla, tomado el libro en mi mano derecha, cruzado el corto espacio que me separaba de Carter y estrellado su dura pasta con todas mis fuerzas en la cara del Slytherin./p
p class="MsoNormal"¿Alguna vez les conté que mi relación con mis padres mejoró un poco con el pasar del tiempo? Bueno, aún no estaban contentos con el hecho de verse obligados a mentir en su comunidad religiosa respecto a dónde me metía la mayor parte del año. El pastor se había horrorizado cuando mis padres le manifestaron mi deseo de no acudir a la escuela de la congregación sino a un internado científico en Rusia. Y, ahí estuve yo, con once años, falda hasta los tobillos y peinado Luz Clarita, siendo sermoneada por el pastor por estar escogiendo el camino equivocado. Mi silencio estoico era todo lo que podía ofrecer para no faltar al estatuto internacional del secreto. Esta operación se repitió cada año, añadiéndole los comentarios y apuestas por parte de los demás feligreses de en qué momento huiría con un gañán soviético./p
p class="MsoNormal"Para mis padres, continuaba siendo su "pequeña vergüenza", pero desde que mantuviese un perfil bajo, podíamos fingir que acudía a un internado de educación especial y punto. En vacaciones, me obligaban a asistir a la congregación, soportando miradas de pena por parte de las hermanas: que espanto que la hija de tan buenos y respetados miembros de la comunidad fuese una oveja descarriada. Sin embargo, si ignorábamos mi particularidad durante el verano, podíamos llevárnosla bastante bien y ser una familia más o menos normal. El tema de la magia rara vez se tocaba y hasta parecía que de verdad se creían la historia del internado ruso. Por mi parte, por mucho que quisiera a mis padres, evitaba ir a casa en vacaciones de navidad o semana santa y, aunque ellos no estaban del todo conformes, no podían negar que así podían disfrutar de sus eventos religiosos sin recibir miradas reprobatorias hacia su única hija./p
p class="MsoNormal"No lo malentiendan, mis padres me amaban, pero se sentían lastimados por quienes ellos consideraban su familia y les era imposible dejar de sentir que era mi culpa. Terminamos siendo el tipo de familia que más bien ocupaba el tiempo juntos rememorando eventos del pasado, viendo películas o acompañando a papá a pescar. En resumidas cuentas, por mucho amor que hubiese por parte de mis padres, sencillamente no conocían a su hija más allá de la niña de once años que un día se fue a estudiar lejos. Bien podían decir que mi comida favorita eran los huevos kínder o la cajita feliz de McDonald's y, jamás pero jamás de los jamases, sabrían que su hija ya se había embriagado con whisky de fuego e hidromiel hasta terminar vomitando medio dormitorio femenino./p
p class="MsoNormal"En todo caso, antes de entrar al sexto grado, debía tomar la difícil decisión de qué materias ver y definir mi futuro profesional. Cuando la profesora Sprout me asesoró en quinto año, mi desempeño escolar no denotaba un interés particular en algún campo, así que me presionó hasta que balbuceé que de niña quería ser doctora./p
p class="MsoNormal"- ¿Medimaga? -había murmurado la profesora Sprout con aire pensativo -. Necesitas muchas materias para eso, Heron. Pasas todo, pero debes mejorar en pociones, herbología transformaciones y aumentar mucho más las notas de encantamientos. Debes entender que tus EXTASIS deben ser muy buenos para que el programa de San Mungo te tenga en cuenta./p
p class="MsoNormal"Con mil consejos volví a casa para las vacaciones de verano, un poco aburrida por no tener el cerebro prodigioso de Ben o, como mínimo la memoria fotográfica de Collette. Estuve muchos días elevándome por momentos, pensando en cómo podía mejorar mis calificaciones sin morir en el intento e imaginando las regañinas de Ben si le pedía ayuda. Tan mal debí verme, que mis padres olvidaron su regla de cero menciones a la magia y me preguntaron qué santos cristos pasaba conmigo./p
p class="MsoNormal"—Sólo pienso en las posibilidades de ingresar al programa que me interesa— respondí, sintiendo que me comenzaban a sudar las manos —. A la carrera que quiero./p
p class="MsoNormal"—¿Tienen carreras? —preguntó mi padre./p
p class="MsoNormal"—Claro que deben tener, Richard —dijo mi madre poniendo sobre la mesa una bandeja con té y galletas —. Hay profesores que le enseñan. Debe haber más ¿no, Len?/p
p class="MsoNormal"De la impresión casi se me descuelga la mandíbula. ¿Quiénes eran estas personas?/p
p class="MsoNormal"—¿Hay otras cosas para hacer? ¿Len? —insistió mi madre ante mi silencio./p
p class="MsoNormal"—Eh… sí, sí hay. Hay leyes y bancos y como policías y eso… -titubeé —. También hay médicos./p
p class="MsoNormal"—¡Médicos! -exclamó mi padre —. Hay médicos, Martha. Yo imaginaba algo como chamanes y eso./p
p class="MsoNormal"Mi madre se me quedó viendo fijamente, ignorando el comentario de mi padre./p
p class="MsoNormal"—¿Y qué es lo que quieres, hija? —se sentó a la mesa y comenzó a servir el té para todos./p
p class="MsoNormal"—Bueno… La medicina de allí se parece un poco a la normal —dije, escogiendo muy bien mis palabras al tiempo que recibía una taza —. Y creo que quiero intentar estudiar eso./p
p class="MsoNormal"Mis padres intercambiaron miradas, como sopesando qué tan embrujadamente pecaminosa podría resultar esa idea. Aparentemente fue lo menos descabellado que esperaban de mis decisiones futuras porque no hubo reproches./p
p class="MsoNormal"—¿Y si estudias en una universidad de aquí? —soltó mi padre. Vi la ilusión en sus ojos celestes. Todavía no perdía la esperanza de que un día simplemente abandonara la magia y ya —. Tenemos medicina muy buena./p
p class="MsoNormal"Bebí un sorbo de té para hacer tiempo./p
p class="MsoNormal"—No puedo. No conozco temas mu… temas normales de los colegios de acá —dije tratando de no sonreír —. Creo que debo conformarme con la medicina de este lado./p
p class="MsoNormal"—Entonces mi hija va a ser doctora -murmuró mi madre. Sus ojos castaños se veían soñadores —. Creo que eso va a callar al grupo de oración./p
p class="MsoNormal"Mi padre y yo la miramos con asombro. Era la primera vez en casi cuatro años que mi madre mencionaba las continuas críticas del grupo de oración de la iglesia. Después de un par de años de constantes peleas al principio de mi formación como bruja, mis padres habían decidido no tocar más el tema y fingir que la gente no hablaba ni miraba. Desviaban preguntas y sonreían cortésmente para no dar detalles. No tenía idea de si la situación era igual cuando yo no estaba, pero por el comentario de mi madre, parecía ser incluso peor./p
p class="MsoNormal"-Los médicos son buenos en todas sus formas -continuó Martha Heron -. No van a ponerle peros a eso./p
p class="MsoNormal"No dije nada. Mi padre tampoco. Sólo sentí la furia crecer dentro de mí, pensando en la crueldad del grupo que mis padres tanto apreciaban, maldiciendo el fanatismo absurdo en el que vivía esa gente y odiando que mis padres estuviesen en ese entorno enfermizo. Sentí la taza temblar en mis manos y después el té caliente derramándose entre mis dedos cuando la porcelana se resquebrajó./p
p class="MsoNormal"—Dios mío, Len…—susurró mi padre mirando mis manos./p
p class="MsoNormal"Bajé la mirada y pude apreciar como mis dedos se enrojecían con el líquido hirviente. Dejé caer la taza sobre la mesa y como siempre hice desde niña, aplaqué la ira para evitar algún tipo de explosión de magia indeseado./p
p class="MsoNormal"—Lo siento —dije levantándome y abandonando la estancia sin mirar a mis padres./p
p class="MsoNormal"No volvimos a hablar del tema nuevamente. De hecho, las conversaciones fueron escasas hasta que llegó el momento de regresar a Hogwarts. Y, cuando me abrazaron a las afueras de King's Cross, no pude dejar de notar que mis padres estuvieron aliviados de que me marchara./p
p class="MsoNormal"Collette y su forma de ser, libre e idealista, fueron de gran ayuda para hacerme sentir segura nuevamente. No olvidaba del todo la situación en mi hogar, pero procuraba dejarla de lado. Este año no podía tener distracciones: debía mejorar mis habilidades sí o sí. La única excepción que me iba a permitir eran los entrenamientos de quidditch. Cuando logré entrar como buscadora fue toda una hazaña para mis escasas capacidades en los deportes muggles. Así que, era algo que no estaba dispuesta a abandonar e incluso me hice la promesa de esforzarme al máximo para conseguir la copa ese año. La racha de mala suerte de Hufflepuff nos había acompañado desde que ingresé al equipo: siempre finalistas, pero nunca campeones. Más de una vez quise dejarle mi lugar a alguien que no se dejara arrebatar la Snitch en el último momento, pero Ann Perkins, cazadora y capitana del equipo, jamás me lo permitió./p
p class="MsoNormal"El primer día de clases Andrew Jones, golpeador del equipo de quidditch de Hufflepuff, fue el elegido por la profesora Sprout para repartir los horarios de clase de sexto año. Recorrió la mesa de los tejones con expresión soñolienta, entregando pergaminos enrollados. Abrí el mío para darme cuenta de que ese martes tenía como primer clase dos horas de defensa contra las artes oscuras. Maldije por lo bajo al notar que compartiríamos esa clase con los Slytherin. Y no sólo esa, también pociones, encantamientos y cuidado de criaturas mágicas./p
p class="MsoNormal"—Guau. Sedemos los pdimedos en teneb clases con Snafe — dijo Ben con la boca llena de huevos revueltos./p
p class="MsoNormal"—Traga primero, Benjamin —le riñó Collette./p
p class="MsoNormal"span style="mso-spacerun: yes;" /spanBen tragó, no sin antes dedicarle una mirada ceñuda./p
p class="MsoNormal"—¿Cómo creen que será? —inquirí mirando hacia la mesa de los profesores. Si la noche anterior, el hombre había mantenido un largo contacto visual, esa mañana parecía no darse cuenta de mi existencia. Se veía ensimismado mordisqueando una tostada mientras Hagrid le hablaba animadamente. Snape se pasó la mano por la cabeza, como palpando las dimensiones de su corto cabello negro y asintió, confirmando lo que sea que el gigante hubiese preguntado./p
p class="MsoNormal"—Ni idea. Una vez Ron iba a decir algo y Harry se disgustó mucho —dijo Ben, tratando de alcanzar la bandeja de las salchichas —. Desde ahí nadie toca el tema./p
p class="MsoNormal"—¿Por lo del héroe de guerra? —pregunté, alcanzándole la bandeja./p
p class="MsoNormal"—Sí. Parece que Harry se lo tiene muy personal —Ben se sirvió salchichas y comenzó a ponerles abundante salsa de tomate./p
p class="MsoNormal"—Dijiste que era contemporáneo con los padres de Harry —dijo Collette —. No se ve como alguien de cuarenta y tantos. Apenas le pongo treinta exagerando./p
p class="MsoNormal"—Eso es lo que no me cuadra tampoco —Ben pareció olvidar momentáneamente las salchichas y también fijo su vista en Snape —. Escuché que el tipo estuvo en coma o algo así. Tal vez también se congeló en el tiempo./p
p class="MsoNormal"—¿Cómo el capitán América? —murmuré más para mí que para mis amigos./p
p class="MsoNormal"—¿Quién? —preguntaron Ben y Collette al unísono./p
p class="MsoNormal"—Olvídenlo./p
p class="MsoNormal"Una vez acabamos de desayunar, sin ni una sola mirada de parte del nuevo profesor, nos marchamos directo al aula de defensa contra las artes oscuras. Creo que todo el mundo tenía curiosidad por cómo sería Snape, porque faltando diez minutos para que la clase diera comienzo, ya todos los alumnos habían puesto sus traseros en los pupitres y esperaban pluma en mano, expectantes. Nadie decía nada, ni siquiera los Slytherin que comúnmente me molestaban por mi estatus de sangre: Will Carter y Marty Bulstrode. Quien no los conozca, que los compre, pensé conteniendo un bufido./p
p class="MsoNormal"La puerta se abrió y Severus Snape entró al salón con paso firme, sin mirar a ningún alumno, con su túnica emitiendo un ligero fru fru al ondear al ritmo de sus pasos. Llegó al frente y se giró al tiempo que hacía aparecer un pergamino de la nada. Dirigió una mirada evaluadora a la clase y desplegó el pergamino./p
p class="MsoNormal"-Ashford, Louisa -dijo Snape./p
p class="MsoNormal"-Presente -respondió una sobresaltada Louisa desde su asiento adelante del mío./p
p class="MsoNormal"-Bulstrode, Marty./p
p class="MsoNormal"-Presente./p
p class="MsoNormal"-Carter, William./p
p class="MsoNormal"Snape continuó tomando lista, deteniendo sus ojos en cada estudiante mencionado./p
p class="MsoNormal"-Heron, Magdalena./p
p class="MsoNormal"-Presente -respondí, sintiéndome intimidada ante sus negros ojos./p
p class="MsoNormal"-Jones, Andrew./p
p class="MsoNormal"Me sentí un poco decepcionada cuando él no me dedicó ni un segundo más que a los demás. Simplemente volvió sus ojos al pergamino y continuó tomando lista sin más./p
p class="MsoNormal"-Weasley -Snape se detuvo un momento a observar a Ben. Con tono ácido dijo-: Otro Weasley./p
p class="MsoNormal"Ben enrojeció hasta las orejas y no supo que responder. Las risitas de los Slytherin fueron lo suficientemente audibles en el salón, pero Snape no dijo nada al respecto. Volvió a hacer desaparecer el pergamino./p
p class="MsoNormal"—Mi nombre es Severus Snape. Como la profesora McGonagall dijo anoche, seré su maestro de defensa contra las artes oscuras —recorrió la clase con la mirada —. Trabajarán duro, sin tonterías, sin lloriquear y sin hacer preguntas que no tengan que ver con la clase. Voy a educarlos con temas útiles para enfrentar el mundo real. Si no pueden con ello, siéntanse libres de abandonar la clase./p
p class="MsoNormal"Hizo una pausa como esperando que alguien se marchara. Nadie se movió./p
p class="MsoNormal"—Comenzaremos con un tema que deberían, sino dominar, al menos comprender su teoría: el encantamiento patronus./p
p class="MsoNormal"Comenzó a caminar entre las filas./p
p class="MsoNormal"—¡Heron! ¿Para qué sirve un patronus? —dijo Snape en voz alta parándose frente a mi pupitre./p
p class="MsoNormal"Me sobresalté al sentirlo tan cerca. No esperaba que se hubiese aprendido mi nombre tan pronto./p
p class="MsoNormal"—Eh… el… el patronus sirve para ahuyentar a los dementores —dije dubitativa. No fui capaz de mirarlo a los ojos./p
p class="MsoNormal"—Muy útil su aporte, Heron —dijo el profesor con sorna —. Pero los patronus tienen más cualidades que esa. No sé… si tal vez… pueda aportarnos algunas otras./p
p class="MsoNormal"Su voz sedosa y burlona llegó a mis oídos sintiéndose como un cuchillo filoso./p
p class="MsoNormal"—Eh… sirven para… para…/p
p class="MsoNormal"—Dese prisa, Heron —dijo Snape —. ¿O acaso ni siquiera abrió su libro antes de esta clase?/p
p class="MsoNormal"Los Slytherin dejaron escapar risitas por lo bajo. A decir verdad, no había abierto el libro en absoluto. Lo que sabía era porque habíamos visto a los dementores el año anterior. Tragué saliva, nerviosa./p
p class="MsoNormal"—Sirven para enviar mensajes de voz —dije al fin a la carrera./p
p class="MsoNormal"Me atreví a levantar la mirada para enfrentar sus fríos ojos. Una sonrisa, bastante parecida a una mueca, se dibujaba en sus delgados labios; su ceja permanecía tan arriba que parecía perderse entre su negro cabello./p
p class="MsoNormal"—¿Mensajes de voz? —se burló —. Eso suena a tecnología muggle, Heron./p
p class="MsoNormal"Sentí como el rubor cubría mi rostro, pero mantuve mis ojos en los suyos, tratando de mantener una postura digna ante la humillación de alguien a quien apenas estaba conociendo./p
p class="MsoNormal"—Lamentablemente —continuó Snape con su voz suave —, la señorita Heron cree que los patronus tienen las mismas funciones que los aparatos muggles —me miró con desprecio —. Déjeme sacarla de su error. Los patronus también son mensajeros de los magos. Sus capacidades van más allá de inventos inútiles, son seres con la capacidad de decir lo que nuestros pensamientos les ordenan. Cinco puntos menos para Hufflepuff por esa respuesta tan mediocre./p
p class="MsoNormal"—Pero eso no es justo —solté sin pensar./p
p class="MsoNormal"—Pensaba que el maestro era yo, señorita Heron —siseó peligrosamente Snape./p
p class="MsoNormal" /p
p class="MsoNormal"Abrí la boca para replicar de nuevo, ganándome un codazo de Ben en las costillas. Si había algo que asustara a Ben Weasley, era perder puntos de su casa. Lo ignoré./p
p class="MsoNormal"—Sigue pareciéndome injusto./p
p class="MsoNormal"—Diez puntos menos —dijo acercando su rostro al mío, con una desagradable sonrisa en su pálido rostro —. Sigue diciéndome que te parece injusto y serán cincuenta puntos menos el primer día de clase./p
p class="MsoNormal"Apreté los puños sobre mi túnica. Mi mandíbula se apretó tanto que parecía estar a punto de romperme los dientes. ¿Qué le ocurría a ese tipo? En la vida lo había visto antes de la noche anterior. No podía sencillamente venir a tratar así a sus alumnos. Pero sus ojos, sus ojos en los míos se sentían como si escudriñara mi alma, haciendo que mi corazón comenzara a retumbar en mi pecho. A pesar de mi furia en su contra, no pude dejar de notar que en realidad se veía bastante joven, que su pálido rostro no se vería igual de bien sin su nariz. Espera… ¿igual de bien? ¿Estaba pensando repentinamente en que el profesor se veía bien? Mis ojos aún estaban en contacto con los suyos, y pude notar un atisbo de duda en ellos poco antes de que los apartara rápidamente. Mi mandíbula se suavizó hasta casi quedar colgando, al pensar en la posibilidad de que Snape me hubiese leído la mente./p
p class="MsoNormal"Él volvió a su escritorio sin decir más nada. Se sentó en su silla y comenzó a buscar sabrá Merlín qué en sus gavetas./p
p class="MsoNormal"—Pssst, Heron —susurró la molesta voz de Marty Bulstrode desde el otro lado del salón —. Pero… pero… pero… pero soy tan tonta que sólo sé decir "pero"./p
p class="MsoNormal"Risas escaparon de los Slytherin de sexto año. Miré hacia Snape, quien parecía increíblemente entretenido rebuscando en las gavetas de su escritorio; era imposible que no hubiese escuchado nada. Mi nivel de mal genio aumentó escandalosamente./p
p class="MsoNormal"—Y lo próximo que dirá será: las lechuzas sirven para enviar mensajes de texto —dijo Carter, celebrándole la gracia a Bulstrode —. Ella es tan muggle que todo lo ve como en su mundo./p
p class="MsoNormal"Más risas de los Slytherin. Mis puños se volvieron a apretar./p
p class="MsoNormal"—No hagas nada, nada ¿ok? —murmuró Ben a mi lado, tirando de la manga de mi túnica./p
p class="MsoNormal"—¿Cómo sabes qué es un mensaje de texto, Carter? —dije sin poder contenerme —¿No serás tan muggle como yo?/p
p class="MsoNormal"El chico soltó una risita./p
p class="MsoNormal" /p
p class="MsoNormal"El chico soltó una risita./p
p class="MsoNormal"—En tus sueños, remedo de bruja —respondió con una enorme sonrisa en su redondo rostro./p
p class="MsoNormal"Mis puños volvieron a apretarse. Esta vez era Collette quien me susurraba palabras tranquilizadoras desde su lugar junto a Ben. El pelirrojo continuaba sujetando mi manga./p
p class="MsoNormal"—Dime, Heron. ¿Verdad que el sombrero seleccionador casi te envía a la conserjería de Filch?/p
p class="MsoNormal"—Cierra la boca, Carter —dijo Ben./p
p class="MsoNormal"—¿Por qué, Weasley? span style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 12pt;"Si los sangre sucia sólo deberían estar con la servidumbre. Igual que los asquerosos muggles de los que provienen./span/p
p class="MsoNormal"Antes de darme cuenta, me solté del agarre de Ben y mi libro de defensa contra las artes oscuras se estampó en el rostro de Carter, tumbándole tres dientes y dejándole la nariz aplastada en una masa sanguinolenta. Sin saber a qué horas, me había levantado de la silla, tomado el libro en mi mano derecha, cruzado el corto espacio que me separaba de Carter y estrellado su dura pasta con todas mis fuerzas en la cara del Slytherin./p
