Capítulo 4. Ataque

En todos mis años de servicio al señor Sesshomaru nunca lo había visto actuar tan extraño. Es evidente que Rin es lo más importante para él y tenerla cerca ha tenido un efecto, pero últimamente ha sido demasiado bueno con ella... ¿Será acaso que el amo... ? No, el amo jamás se mezclaría con una humana, eso sería repetir los errores de su padre, pero, ayer cuando lo vi volver del río, su expresión...

Jaken se había encontrado a un Sesshomaru todavía más ensimismado que de costumbre. Parecía estar sumido en una idea que le generaba sentimientos encontrados. El demonio al ver a su sirviente cambió a su expresión habitual. En realidad, aquellos ademanes se habían dado en unos cuantos segundos, pero el demonio verde lo conocía tanto que pudo captarlos de inmediato.

Con temor, iba atando cabos y había llegado a la conclusión de que en los próximos días se iba a dar algún acontecimiento entre ellos, sino era que ya se había dado. Sesshomaru se alejó, ignorando el gesto de asombro del pequeño demonio verde, quien lo seguía con la mirada.

Se asomó hacia el río, el cual quedaba a unos metros al bajar la pendiente y pudo divisar a los lejos la ropa de Rin, puesta en una rama de un árbol.

Jaken tragó con dificultad.

. . .

Al día siguiente, Rin, Jaken y un alejado Sesshomaru se encontraban en el mirador cercano a la casa. Rin había decidido seguir escribiendo, así que aprovechó el conocimiento que había adquirido sobre las plantas medicinales para escribir en su libro algunos usos de dichas plantas. Pensó también buscar por la zona cuáles hierbas había. Sería un bonito gesto visitar a la anciana Kaede y de paso llevarle algunas de ellas.

La joven se hallaba entretenida en sus pensamientos, mientras Jaken se quedaba mirándolos:

Hmm, Rin ha estado muy callada últimamente, y el señor Sesshomaru no ha proferido palabra. De hecho, ha estado sentado de espaldas a nosotros todo este rato. ¿Acaso habrá pasado algo entre ellos?

- Señor Sesshomaru - interrumpió Rin el silencio que predominaba. - He estado practicando la escritura toda la mañana. Lo he meditado bien y quiero aprender más acerca de lo que me rodea y escribirlo en este libro ¿Qué le parece?

El demonio movió su rostro mirando hacia atrás, donde se encontraba Rin. Ella se acercó a su hombro y le enseñó su libro, mientras le narraba cómo había aprendido a leer y escribir gracias a Kagome.

- La señora Kagome me aconsejó que escribiera sobre mis sentimientos, que así tal vez podría sentirme mejor por... sucesos que pasaron hace tiempo- dijo meditabunda - pero no he tenido buenos resultados.

Señor Sesshomaru - continuó -discúlpeme por mi actitud de estos días, realmente yo... estoy cambiando y, aún no entiendo muchas cosas de mí. ¡Trataré de pensar antes de actuar! - dijo elevando la voz, mientras tensaba su cuerpo y colocaba sus brazos a cada lado de su cuerpo de forma rígida.

- Los trazos... están irregulares - dictaminó el Daiyokai.

Rin lo miró asombrada, y luego sonrió.

-Seguiré practicando, Amo.

Rin observó unas flores amarillas que se encontraban a unos metros de donde se había sentado nuevamente. Vio que el viento las hacía bailar, parecía que flotaban. No aguantó la tentación y se dirigió hacia ellas. Se sentó a su lado y arrancó una. Empezó a observarla, al mismo tiempo que traía a su mente el recuerdo del día anterior, cuando se bañaba y todo lo que había pasado con su amo.

¿Acaso yo, cuando le dije que si le gustaba lo que veía, estaba haciéndole una invitación? ¿Eh...?

Y es que en ese momento, cuando el amo Sesshomaru se había dado la vuelta dispuesto a marchar, Rin se sentó a la orilla del río tratando de asimilar lo que había sucedido. Más allá de que la hubiese visto desnuda se había quedado perpleja ante la pregunta que le había hecho. De repente, detalló su reflejo en el agua, vio sus formas y su cabello largo pegado a su espalda y de alguna manera, se sentía a gusto con aquel reflejo.

Definitivamente, ni su cuerpo ni su mente le pertenecían a una niña. Reconoció que aquello le había agradado un poco, pues el suceso le había hecho ver a su amo, por si existiera alguna duda, que ella había crecido.

- Rin - expresó Jaken haciéndola volver en sí- hoy casi no has comido nada.

- ¡Ah! En realidad, ya tengo hambre. Vamos, señor Jaken, busquemos algunos hongos... Mmm ¿Será que podremos encontrar algunas verduras? Quiero comer estofado...

Por la noche, antes de dormir, Rin se hallaba sentada mirando cómo la luz de la luna alumbraba la ventana de su habitación. Pensaba en su nuevo hogar, en el señor Sesshomaru, en Kohaku y los demás. Agradeció todo lo que ahora le pasaba. El Amo seguía siendo tan bueno con ella, que Rin solo quería hacer algo por él.

Recordó nuevamente la mirada del demonio al verla desnuda y cómo la recorrió de arriba abajo. En ese momento, no parecía el roble estoico de siempre. Rin se sonrojó y se acostó bruscamente en el futón, llevándose la sábana a la cara.

- Un momento - pronunció la joven en voz baja - Esto que siento, ¿Acaso estoy enamorada de mi amo?

Rin calló, se dio la vuelta mientras aceptaba sus sentimientos. Estaba enamorada de él y muy en el fondo lo sabía desde aquella vez cuando el demonio se acercó de repente y respiró su esencia proveniente de su cuello desnudo. Rin se cubrió los ojos sintiendo como su estómago se revolvía.

- Tal vez comer menos me esté haciendo daño.

. . .

Era todavía de noche. Sesshomaru percibió el olor de un demonio en las cercanías de lugar. Salió volando lejos del campo de energía siguiendo el rastro de aquella presa. No tardó en dar con ella, pues una voz masculina le habló desde atrás. Ambos levitaban en el aire.

- Sesshomaru... Cuánto tiempo sin verte - le dijo con una risa burlona.

- ...

- He escuchado que has sobrepasado los poderes de tu fallecido padre. Y bueno, yo quisiera verificar si eso es verdad - le dijo en tono desafiante.

El demonio tenía la misma altura que Sesshomaru, el cabello atado en una trenza, de un tono violeta. Sus ojos eran rojizos. Tenía unas alas negras y alargadas, similares a las de un murciélago. Su piel era violácea y llevaba puesto una labial negro. Al hablar se hacían evidentes sus enormes colmillos. Su vestuario era similar al de Sesshomaru: llevaba botas, un kimono negro con detalles rojos y una armadura con una extraña abertura en el torso que parecía una cerradura de llave.

- Tokyoji, si has venido a retarme espero que al menos hayas mejorado tus habilidades.

- ¡Ja! Pruébame ahora.

El demonio Tokyoji sacó de la abertura un objeto que emanaba una luz magenta, que al estar fuera se transformó en una especie de hacha gigante. Con ella, intentó a gran velocidad cortarle el cuello Sesshomaru. Este se movió mucho antes, colocándose tras el demonio y sujetando el cuello de aquel con su Moko Moko.

- Argh - se quejó el demonio.

- No te burles de mí, ¿esto es todo lo que tienes?

Pero Tokyoji dejó salir de su espalda unas púas gigantes que atravesaron el pecho de Sesshomaru y su abdomen. El herido abrió sus ojos por el dolor producido. Sentía como si una corriente eléctrica le recorriera el cuerpo.

Soltó a Tokyoji, llevándose una mano a su torso. Estaba más herido de lo que creía.

- ja, ja, te has confiado.

El demonio del hacha se acercó al Daiyokai buscando sujetar su rostro. Sesshomaru, quien todavía consideraba innecesario desenvainar a Bakusaiga, permaneció inmóvil, pero con la mano todavía en sus heridas. Tokyoji sujetó el rostro del Daiyokai.

- El olor de tu sangre siempre me ha gustado. Déjame acercarme más.

Tokyoji lentamente entrecerró sus ojos mientras se acercaba a la boca del Daiyokai. Cuando estaba a escasos centímetros de su boca, sacó su lengua con la intención de lamer la sangre que había brotado del demonio y que sobresalía de su comisura.

No obstante, Sesshomaru hizo crujir su garra venenosa y de un movimiento cortó profundamente la garganta de Tokyoji, haciendo que este retrocediera. La sangre del demonio salía a borbotones de su herida, lo que provocó que soltara a Sesshomaru y sujetara su garganta tratando de calmar la hemorragia.

- Maldito... - susurró herido el demonio oscuro.

Sesshomaru se lanzó rápidamente hacia el demonio como un proyectil, introduciendo bruscamente uno de sus brazos en el pecho de aquel demonio. Inmediatamente, lo sacó dando una especie de vuelta y seguidamente, pateó al demonio en su cara rompiéndole el cuello.

Tokyoji fue cayendo como una pluma mientras miraba a Sesshomaru con rostro sonriente. Este lo seguía con la mirada.

Sesshomaru regresó. Había sido un combate rápido. Rin lo esperaba fuera de la casa, pues había tenido un mal presentimiento mientras dormía.

- ¡Amo Sesshomaru! - gritó la joven mientras se aproximaba a él.

El demonio la miró muy seriamente y luego se fue con dirección al mirador donde salían ver el atardecer. Rin lo siguió.

Por otro lado, Tokyoji no había muerto. Permanecía acostado sobre sus alas negras, malherido y casi inconsciente, pero seguía sonriendo.