Harry se preguntaba cuándo algo iba a cambiar.
Básicamente era lo mismo de siempre; problemas con Umbridge, problemas con Snape, y problemas con el Ministerio de Magia. No necesariamente en ese orden, pero sí, no había mucha variedad en su vida, para su desgracia.
La única persona con la que parecía no tener problemas era Luna, y eso era un milagro que no sabía explicar.
Aun así, no todo era completamente malo. Las circunstancias en su vida no habían cambiado mucho, pero lo que sí había cambiado era su actitud. Si algo le había enseñado Luna estos últimos días era que las más pequeñas de sus acciones podían generar un cambio.
Un cambio de mente, y con un poco de suerte; un cambio en como percibía las cosas a su alrededor.
Tampoco era del todo fácil. Todo lo contrario. Harry seguía sintiéndose bastante excluido, y no sé le era del todo sencillo demostrar sus emociones.
O al menos eso pensaba, hasta qué un día sucedió algo inesperado:
—¡Luna! Al fin te encuentro.
Harry entró corriendo a la torre de Astronomía, donde como ya era usual, se encontraba Luna Lovegood con un pincel en su mano. Era de mañana y ninguno de los dos había desayunado, era demasiado temprano aun.
La joven se levantó rápidamente, nunca antes había escuchado gritar a Harry, mucho menos lo había visto correr. Sabía que algo había pasado.
Con cuidado Luna soltó el pincel y se acercó a él. Enseguida pudo distinguir que Harry llevaba en sus brazos un pequeño bulto de sabanas; aunque eso no era lo más resaltante para ella. No, lo que más le llamaba la atención de todo esto era el rostro de Harry.
Jamás lo había visto tan preocupado, ¿qué había pasado?
—¿Harry? ¿Qué pasó? ¿Estás bien?
—Yo estoy bien —respondió Harry enseguida —, pero pero-
—Harry, tranquilo —dijo Luna tratando de calmarlo —, cuéntame, ¿qué es lo que tienes ahí?
Harry titubeó por un instante, parecía estar pensando sobre lo que debía hacer, aunque eso no tenía sentido. Después de todo, había venido aquí por una razón, ¿no?
En el fondo, sabía que sólo Luna sería capaz de ayudarlo.
—Es Hedwig, mi lechuza —respondió Harry con preocupación —. No sé qué pasó. Cada día ella sale a cazar sin problemas pero hoy… Su ala…
Con cuidado, Harry desplegó el bulto de sabanas, dejando ver una pequeña lechuza blanca con un ala ensangrentada y lastimada.
Así que de eso se trataba… Luna sabía muy bien que Harry tenía una lechuza, más de una vez el joven se lo había comentado, aunque jamás esperó encontrársela de esta forma. Gracias a Merlín Hedwig parecía estar tranquila, aunque de seguro que debía dolerle el ala.
Sobra decir que la preocupación en el rostro de Harry se podía notar a kilómetros de distancia.
—Nunca antes le había pasado esto. No sé qué hacer. Pensé que tal vez tú-
Luna asintió, al mismo tiempo que se acercaba y empezaba a inspeccionar a Hedwig.
Para sorpresa de Harry, la lechuza no mostró ninguna resistencia. Generalmente Hedwig era algo temperamental y no le gustaba que las personas le tocaran sus alas, con excepción de Harry por supuesto, pero justo ahora se encontraba increíblemente calmada.
Era como si supiera que estaba en buenas manos.
—Parece que se peleó con algún depredador —murmuró Luna tras inspeccionar el ala —. Pero no te preocupes, estará bien, no es una herida grave. Sólo hay que tratarla.
—Y tú… ¿Sabes cómo hacerlo?
Luna asintió, y Harry sintió como un peso se levantaba de sus hombros al escuchar eso.
—Mi mamá era zoomaga —comentó Luna como si nada —. Sólo necesito que me traigas algunas cosas, ¿podrías hacerlo?
—Por supuesto.
De esta forma, pasaron los minutos.
Harry dejó a Hedwig en manos de Luna, y rápidamente salió a buscar los ingredientes y materiales que la joven le pidió. No eran nada del otro mundo: gazas, aguja, suero, vendas, poción quita dolor, etc.
Al regresar Luna le recibió con una sonrisa, la cual le tomó desprevenido. No estaba acostumbrado a que las personas le sonrieran de forma tan brillante; aunque Luna siempre era así, era algo que le gustaba de ella.
Con cuidado Harry le entregó los materiales y Luna puso manos a la obra. Tomó unos minutos, y uno que otro ataque de pánico de su parte, pero finalmente la herida de Hedwig había sido tratada.
Ahora Luna se encontraba terminando de curar la herida.
—Muy bien, todo listo. Mucho mejor —comentó Luna con una sonrisa tras terminar su trabajo.
Harry le miró con una mezcla de preocupación y duda.
—Ya está… ¿Bien?
Luna asintió.
—Aunque no recomiendo que salga a volar por al menos unos días —dijo Luna entregándole a Hedwig cuidadosamente —. Ya sabes, para que la herida sane correctamente. Tendrás que alimentarla tú.
Harry sonrió levemente.
No le importaba en lo más mínimo tener que buscar comida para Hedwig, lo haría sin problemas. Había estado tan preocupado cuando la vio llegar así. De verdad había pensado que… que...
—Me alegro que estés bien —respondió Harry acariciando a su lechuza, aunque luego frunció el ceño y agregó —: No me vuelvas a asustar de esa forma, ¿entendido?
Un peso que no sabía que estaba guardando se liberó de sus hombros. Tal vez le costara admitirlo, pero estaba genuinamente feliz, y eso se le notaba en su rostro. De hecho, se atrevía a decir que era la primera vez que sonreía en semanas.
Fue en ese instante que Harry se dio cuenta de que Luna le estaba mirando con excesiva curiosidad.
—Amm, ¿acaso tengo algo en la cara? —preguntó Harry.
—Oh no, es que… Nunca te había visto tan preocupado.
Harry apartó la mirada.
Ah, así que de eso se trataba. Rápidamente trató de suprimir sus emociones otra vez, había olvidado por completo que seguía en el mundo real, donde siempre tenía que aparentar ser algo que no era.
Aunque lo cierto es que no era fácil ocultar sus emociones. Estaba aliviado y feliz, y eso se le notaba demasiado. Así que al final optó por cambiar mejor el tema.
—Hedwig es mi mascota —dijo Harry como si nada —. La tengo desde hace unos años, no es nada.
—Por eso mismo —respondió Luna con una sonrisa —. Es lindo ver que te preocupes por ella, muchos se olvidan de sus lechuzas apenas empiezan a Hogwarts.
Por un instante Harry no supo qué decir.
Lo cierto es que Hedwig era importante para él. Todos aquellos que lo habían acompañado durante estos años habían logrado calarse un lugar en su corazón, y Hedwig especialmente lo había acompañado en los peores momentos: cuando tenía que irse a que los Dursley cada verano.
Hedwig también era su amiga; su mascota.
En el fondo había querido olvidarse de eso, pero en el fondo seguía siendo el mismo de siempre. Todo este asunto le había recordado lo frágil que era, y eso no le gustaba del todo.
—Yo no podría olvidarme de ella, es la única que me acompaña cuando no estoy en Hogwarts —respondió él con sinceridad.
—Lo dices como si te diera vergüenza.
—Claro que no, es que- Bueno, sí —admitió Harry —. Me da un poco de vergüenza haber llegado de esa forma. Creo que perdí el control, no quise asustarte.
—Está bien. Estabas preocupado por Hedwig —le respondió Luna con amabilidad.
—Precisamente, Luna. Preocuparme me hace débil.
Al escuchar esto, la joven negó con la cabeza.
Para Harry, era comprensible que semejante demostración de preocupación lo hiciera sentir algo cohibido e incómodo; pero para Luna era diferente. A ella le hacía feliz, tal vez demasiado feliz, por muy raro que sonase.
Durante semanas había visto como Harry caía más y más en la oscuridad. No era algo brusco, por supuesto. Pero podía notarlo, era una sensación de soledad casi imperceptible que lo acompañaba día a día, ¿y cómo no? Si tenía a todo el mundo en su contra.
Sólo cuando estaban juntos el rostro de Harry parecía transformarse y convertirse en alguien diferente. Un muchacho normal que era feliz, pero tristemente era algo espontáneo, y una vez que Harry salía de la torre volvía a ser el mismo de siempre.
Luna quería que Harry sonriera siempre.
Luna amaba ver a Harry sonreír, aunque fuera por un instante.
Y hoy había descubierto que aún tenía razones fuera de la torre de Astronomía para sonreír, las tenía justo en frente de sus ojos.
—Claro que no —respondió Luna negando con la cabeza —. Tan sólo mira lo feliz que está Hedwig en tus brazos. Nada que te haga feliz te hace débil, Harry. Nunca.
Harry le miró detenidamente por un segundo.
¿Nada que lo hiciera feliz lo hacía feliz? No estaba del todo seguro, durante todas estas semanas los medios se habían aprovechado de cualquier demostración de sentimientos para acribillarlo. No tenía mucho sentido.
Lo cierto es que no sabía cómo sentirse al respecto, y al parecer Luna pudo notar esto.
—¿Te encuentras bien? —preguntó Luna, sacándolo de sus pensamientos.
—Sólo estoy perdido en mis pensamientos —respondió Harry soltando un suspiro —. Luna, ¿crees que en algún momento todo esto termine?
Por primera vez en su vida, Luna parecía genuinamente sorprendida por una pregunta.
—¿Por qué lo dices?
—Porque no parece tener fin —dijo Harry soltando un suspiro —. Y lo cierto es que estoy un poco… Cansado. Cada día el ministerio escribe una nueva mentira sobre mí. Esto de ser el niño que vivió no me ha traído nada más que problemas.
—Pues… No te sabría decir —respondió Luna con honestidad —. Pero que la vida tenga problemas, no significa que no valga la pena vivirla. Es así como se hacen historias como… Esta.
Al decir eso último, la joven posó su mirada en Hedwig.
La lechuza se encontraba ahora en los brazos de Harry, mirándolos a ambos atentamente, como si entendiera perfectamente. Harry más de una vez se había jactado de lo lista que era su lechuza y justo ahora lo estaba demostrándose.
En el fondo no quería admitirlo, pero seguía preocupándose. Por Hedwig, por sus amigos, por el mundo mágico, y por Luna. Todos le importaban, quisiera o no. A pesar de lo mal que lo había tratado el mundo, él seguía preocupándose.
Seguía siendo humano, un simple muchacho de quince años preocupado por el futuro.
—¿La historia de cómo entré en pánico debido a mi lechuza? —preguntó Harry sin creérselo.
—La historia de un joven héroe que trató de sanar a su lechuza —le corrigió Luna con una sonrisa —. Todo se trata de perspectiva, ¿no crees?
Una leve sonrisa se dibujó en los labios de Harry al escuchar esto.
Llamarlo un joven héroe le parecía algo excesivo, pero sabía que Luna lo decía de forma honesta y eso le parecía… Lindo. De repente, una sensación cálida inundó su pecho.
—No sé si me llamaría héroe, pero… Sólo espero que mi historia pueda ser feliz —dijo Harry agachando la mirada.
¿Era mucho pedir un poco de paz por siquiera unos días?
Para Harry, la felicidad sonaba como algo lejano; un sueño perdido en lo más profundo de su conciencia.
Pero para Luna… Luna sabía convertir lo imposible en posible. Y justo ahora estaba decidida a no permitir que su luz se apagara, así fuese imposible. Así era ella, Harry lo sabía muy bien.
—Estoy segura de que sí —respondió Luna sonriendo dulcemente.
Harry le miró detenidamente, sin saber qué decir.
Nuevamente la sensación cálida inundó su pecho, aunque trató de no prestarle atención a eso. Era muy amable de su parte que pensara que él podía obtener algo como felicidad en su vida, pero sin dudas era fantasioso.
Demasiado fantasioso, sólo bastaba con mirar a su alrededor para comprender por qué.
—¿Qué te hace decir eso? —respondió Harry con curiosidad —. Mi vida no ha sido la mejor prueba de ello, sólo basta con ver el año pasado.
—Una corazonada, un presentimiento por así decirlo. Pero… Mereces ser feliz, Harry. Más que nadie.
Al decir esto, la joven le sonrió amablemente y luego posó su mirada en el cielo. Mientras Harry no sabía cómo procesar esa información.
Mereces ser feliz, Harry. Más que nadie…
Harry sintió sus ojos humedecerse, ¿cómo Luna podía decir algo como eso con tanta facilidad?
A pesar de todo lo que había pasado, a pesar de lo mucho que se había aislado, lo cierto es que seguía siendo humano y sus sentimientos se le salían de las manos. La idea de que seguía teniendo una oportunidad, un lugar en este mundo, era demasiado para él.
—¿Por qué? —preguntó Harry después de un rato —, ¿por ser el niño que vivió?
Luna negó con la cabeza.
—No, claro no.
—¿Entonces por qué? Nadie parece pensarlo, excepto tú Luna.
Al escuchar esto, Luna posó su mirada amable sobre él.
Tal vez fuese idea suya, pero sus ojos grises parecían más brillantes, como si fueran capaces de iluminar la más profunda oscuridad; incluso la de su corazón. Era algo que simplemente no podía explicar.
Por su parte, Luna parecía estar meditando lo que iba a decir, no fue hasta unos segundos después que decidió responder:
—Lo mereces por el simple hecho de haber nacido en este mundo. Naciste libre y especial, Harry. Todos lo hacemos. Tú... Mereces una oportunidad.
Una oportunidad…
Las palabras de Luna resonaron fuertemente en su cabeza, una y otra vez.
Por primera vez en semanas Harry sentía una nueva sensación inundar su cuerpo: esperanza.
Esperanza de que algo mejor vendría, esperanza de que las cosas podrían cambiar, esperanza por una nueva oportunidad.
Harry tenía esperanza, por ambos.
—Tú también lo mereces, Luna —respondió Harry con honestidad.
—Tienes razón, ambos lo merecemos —admitió Luna sonriendo amablemente, e incluso Harry tenía que admitir que sus problemas parecían minúsculos cuando la veía sonreír —. Tal vez en un futuro tengamos una oportunidad, ¿no lo crees?
Harry posó su mirada en el cielo, por primera vez todo parecía mucho más claro.
Después de todo, nunca había que descartar la posibilidad de un milagro.
—Estoy seguro que sí.
Aaaaww, ¿algo interesante que decir?
Como pueden ver, el capitulo se llamá esperanza, y es que este sigue siendo mi acercamiento a Harry y como él lidía con sus emociones negativas. No ha sido facil, pero ya poco a poco empieza a encontrar la luz, es decir, la esperanza de que las cosas van a cambiar.
Espero que les haya gustado, si pueden, sería genial que me dieran su opinión.
Besooos!
