A Harry no le gusta soñar.

Porque cuando lo hace, no suelen ser sueños agradables.

Esa noche, Harry sueña. Y siempre se devuelve a lo mismo.

Sueña con una mujer que lo persigue por una linda casa, con tijeras en sus manos, mientras le grita el malgasto de ser humano que es, cómo nadie lo quiere y que finalmente lo atrapa. Siempre lo atrapa. Y lo último que siente son los mechones de cabello caer por sus hombros mientras solloza.

Sueña con un hombre que a cada paso que da hacia él se hace más grande y más gordo, arrinconándolo en una de las esquinas de un salón de té, con una sartén en mano que le da de lleno en toda la cabeza.

Sueña que corre, y corre y corre, porque una pandilla de niños lo persigue como si fuese un bicho raro; es un bicho raro. Sueña que huye hacia un lugar de fantasías, con sus padres vivos, en un mundo lleno de magia, evitando que lo atrapen. Y cuando finalmente logra escapar, salir ileso, está nuevamente en un armario bajo las escaleras.

Siente el frío, la oscuridad, el desamparo y cómo a veces piensa que esa será toda su vida hasta el fin de los tiempos. Siente hambre, y sed, y el dolor de sus entrañas al aguantarse de ir al baño porque cuando no lo logra, es castigado mucho peor, mientras las arañas caminan por sus piernas.

Y es horrible, sofocante, y de pronto abre los ojos de golpe, y ya no está en Privet Drive. Está en su habitación en el centro de Londres, que es más amplia que la de la mayoría de la gente porque tuvo que tumbar abajo una pared debido a que no soportaba su pequeñez en un principio. Y aún no puede respirar.

No puede respirar, mientras el latido de su corazón resuena con fuerza en sus oídos, en su garganta y un dolor palpitante en la cabeza lo atraviesa como un rayo. Su pecho duele, y siente que va a morir en cualquier momento. Conscientemente sabría que no es posible, pero lo siente, siente que con cada segundo el cuarto se hace más y más pequeño, asemejándose al puto armario en el que vivió hasta los doce, y el terror fluye por sus venas, la angustia de volver, de no haber podido escapar, y no puede respirar...

Las palabras de Hermione se filtran en algún lugar de su mente, quien le dice que debe calmarse, que debe tomar hondas inhalaciones, pero no puede; de su boca salen ruidos ahogados e incoherentes, mientras de forma vaga siente que su pecho arde. Intenta mirar hacia abajo. Su mano está rasguñando sin parar su piel justo encima de su corazón, buscando aire, y trata de enfocarse en eso. En el dolor, porque está ahí, en algún lugar de su mente, está ahí y se está haciendo daño.

En el fondo de sus latidos puede oír el tic tac del reloj de su pared, y con desesperación lo busca con la mirada, pero todo se ve tan oscuro, tan frío, que casi puede sentir la araña subiendo por su brazo. Entonces lo encuentra, lo oye, y su respiración trata de igualar con mucha dificultad el sonido de las manecillas.

No sabe por cuánto tiempo se queda allí, con la mano aferrada en su pecho, postura encorvada y el dolor sobresaliendo por cada poro, mientras vuelve a respirar con normalidad, dando una mirada por su habitación y reconociendo finalmente que sí, que ha logrado salir de Privet Drive, que solo está en aquel piso de Londres que compró hace años, con el dinero que guardó en cada trabajo que tuvo desde los catorce, y los autos vuelven a sonar de fondo.

Entonces realmente despierta.

Y ahí es consciente finalmente de la mierda de vida que le tocó vivir, de lo afortunado que fue al encontrar a Ron, y de cómo la música lo salvó, le hizo tener un objetivo para vivir la vida. O ya hace mucho que se habría tirado del punto más alto de toda Inglaterra.

Lo hace preguntarse brevemente si alguna vez va a parar, si va a poder alejarse de aquel pasado que no hace más que aparecer en los momentos más inoportunos de su vida y que muchas veces cree haber olvidado. Si es que alguna vez va a poder ser libre, o se despertará cada día de su vida, luego de un sueño, de esa manera. No puede imaginarse una vida así.

Y no puede volver a dormir de nuevo. Tiene miedo de que las pesadillas regresen, que lo transporten nuevamente a su niñez, donde no es más que un chico desnutrido y sin amor, al que usaron de saco de boxeo hasta que tuvo la edad suficiente para poder escapar. Y como no puede volver a tenderse en la cama, se pone a escribir.

No pueden ser más de las cinco de la mañana, pensó, mientras checaba el reloj de su pared y notó, que efectivamente, tenía razón, mientras se sentaba en el pequeño escritorio que posee en la esquina más lejana de su cama, tomando su cuaderno y un bolígrafo. Está lleno de canciones, por supuesto; algunas las presentó a sus compañeros de banda, porque le gustaron lo suficiente como para hacerlas sencillos, y otras eran simplemente pensamientos irracionales, o demasiado patéticos y vergonzosos para compartirlos. No está muy seguro en qué resultará ésta.

Eran casi las seis y media cuando se detuvo, con la mitad de una melodía, y una canción que habla sobre el mundo, su gente y una rabia interior. Tenía que volver a dormir, lo sabía, o no iba a rendir bien en su ensayo que era en unas horas más. Pero no quiere.

Eso lo llevaba a preguntarse también si nunca tendría a nadie a quien llamar, cuando esas cosas pasaran. No es que no tuviese a nadie en absoluto; podría llamar a Ron o Hermione. Incluso a Ginny. Pero solo sabe que...sabe que ninguno lo podrá entender realmente. Ron no sabrá que decir, porque su forma de lidiar con el dolor ajeno y el suyo propio no tiene que ver con exactamente hablar de ello. Hermione es muy probable de entrar en pánico, e ir hasta su apartamento sin importar la hora del día que fuese, con un montón de listas de medicamentos, soluciones y psiquiatras que él no quería visitar. O no necesitaba en ese momento. Y Ginny...Ginny lo haría hablar hasta cansarlo, con la excusa de que así se lidia con los traumas. No quiere eso. Quizás solo quiere a alguien que se siente en silencio a su lado, o simplemente lo entretenga lo suficiente para no volver a pensar en el armario bajo las escaleras. Pero sobre todo, Harry no llama a nadie, porque no está seguro de que al final de todo, quiere que la gente lo compadezca, o se preocupe por él. Lo ha hecho bien por más de veinte años y solo, puede hacerlo, ¿no?

Apagó la lámpara a su costado, reclinándose hasta atrás en su asiento, y suspiró, echando dentro de su bolso el cuadernillo, antes de levantarse para ir a la cama de nuevo.

Trató de enfocarse en otra cosa, cualquiera, si es sincero. Fantasías sobre tours, giras, discos mejor vendidos, o un repaso mental de las cosas que tenían para la semana. Unos cuántos ensayos, planes para un disco nuevo, citas con los dueños de dos bares que querían tener uno de sus shows en vivo, y la posibilidad de una entrevista en un canal más o menos conocido. Sonaba bien.

Sonaba tan bien, que temió que algo malo sucediera. Así funcionaba la vida, ¿no? Y ya era lo suficientemente horrible que Tom siguiera esparciendo mentiras sobre ellos, ¿qué podría ser peor que eso? Volvió a suspirar en su almohada, recostándose de lado y mirando la ventana, por el que la tenue luz del sol comenzaba a salir, y trató de cerrar los ojos hasta que pudiera dormir de nuevo. Eventualmente, lo hizo.

Despertó una media hora antes del ensayo, sin pesadillas, así que se puede decir que el resto de su descanso fue un éxito. Se duchó, vistió y tomó desayuno, todo en menos de quince minutos, para tomar su bolso y dirigirse con lentitud hasta el estudio, donde esperaba no llegar demasiado adelantado.

Afortunadamente no, no fue así, dentro de la habitación estaba Hermione, Ginny, Theo y Draco, quienes hablaban animadamente de vaya a saber qué. Bueno, Hermione y Ginny hablaban animadamente, Theodore tenía ese rostro inexpresivo de siempre y Draco algo parecido. Más serio que inexpresivo, porque sus cejas al menos se movían un poco para demostrar que seguía vivo, totalmente contrario a Theo, que apenas movía un solo músculo.

Durante el último mes, donde tuvieron que acomodar horarios y trazar planes de seguimiento, Harry había descubierto que Draco, al igual que él, no hablaba mucho. No es que fuese una persona callada en sí, podía ver cómo cada que Blaise lo sumergía en algún tema demasiado pomposo para su gusto se explayaba o no se callaba jamás, pero si nadie le hablaba, él no lo hacía tampoco. Y bueno, Harry nunca había sido bueno iniciando temas de conversaciones, así que lo que habían hablado era nada más que cosas de la banda u ocasionales temas no trascendentales y de no más de unas cuantas frases. Aunque no le molestaba, la verdad. No sabría qué hacer si hubiese otro Blaise.

Habían habido también algunos periódicos que trataron de sacar su versión de los hechos. De Draco Malfoy, para ser exactos, sobre la banda, su padre, sus motivos; pero el rubio nunca respondía, y Harry se preguntaba si estaba consciente de que en el momento que consiguieran la entrevista de la TV, se vería obligado a contestar esas preguntas. A hacerles frente.

Cerró la puerta tras él, caminando hasta ellos quienes lo vieron de reojo. Ginny se había cortado aún más el cabello durante los días que no se habían visto, ahora por encima de la oreja. Lucía genial en ella. Hermione estaba en sus ropas habituales de siempre, no encajando para nada en la vestimenta del resto de ellos, siempre en colores café o pasteles, suaves, junto a una coleta baja, y expresión sonriente. Theo usaba una camiseta simple de color negro con un estampado y jeans, mientras que Draco vestía sus usuales jeans negros, y un top gris oscuro, junto a una chaqueta verde musgo. También lucía bien, mejor que todos ellos. No era justo.

Se sentó en el espacio libre a un lado del ojigris, quién se tensó casi imperceptiblemente, pero no hizo nada al respecto, y Harry saludó a todos con un asentimiento de cabeza.

—¡Harry! —Hermione dijo, con una sonrisa de oreja a oreja—. ¡Se las conseguí! ¡Conseguí la entrevista!

Su cara se iluminó, sabía que así era, por lo que no se resistió y se permitió esbozar una sonrisa sincera, con el buen humor ingresando a su cuerpo.

—¡Genial! —respondió—. ¿Cuando?

—A finales de esta semana, o dentro de la próxima —dijo ella con una sonrisa.

—Cool —Blaise comentó, ingresando al cuarto, cerrando la puerta tras él—. Al fin estamos recibiendo el reconocimiento que merecemos.

Theo bufó, pasando un brazo por atrás de la figura de Ginny y Harry se fijó en ese contacto. Seguía haciéndole sentir incómodo, pero no tanto como si fuese cualquier otro hombre. Theodore era un buen tipo, mejor él, que un idiota que la hiciese sufrir. Sintió los ojos de Draco sobre su cara, por lo que retiró su mirada, para chocarla con los fríos ojos grises, que lo observaban, impenetrables y serios, aunque el rubio de todas formas tenía una ceja levantada. Harry resopló, desviando la mirada.

Ron llegó no mucho después de eso, y Hermione luego de recibirlo y hablar un poco con él, dijo que necesitaba arreglar algunas cosas y se despidió, dejándolos ensayar.

El ensayo, como siempre, fluyó con soltura. Habían hecho algunos cambios en algunas melodías, para que se ajustaran mejor al tono y rango de Draco, por lo que, a su parecer, sonaban mucho más bellas así. O solo era el encanto del chico hablando por él, no lo sabía. Solo que a pesar de que ya le había oído varias veces en ese momento, y que se estaba acostumbrado a ello, escuchar a Draco siempre era un placer.

Repasaron su largo repertorio, y acordaron que debían idear nuevas canciones, para revelar otro álbum. Al menos, un poco más comercial. Hubieron algunas discusiones al respecto, pero ya tenían bastante de underground y crítica social. No era traicionar, ni era dejar de hacer lo que siempre habían hecho, era solo que ahora que la luz estaba sobre ellos, debían aprovecharla.

Compartieron algunas ideas, encontraron nuevas melodías, y de pronto, las horas habían pasado y era hora de cada uno volver a su casa, prometiendo estar en contacto para la entrevista.

Harry se agachó para recoger la chaqueta que se había caído desde su bolso, junto a otras cosas, a las que no prestó mucha atención, porque afuera estaba comenzando a correr un viento helado. Cuando de pronto, ya abrigado y listo para partir, vio que quien estaba sujetando lo que se le había caído, y leía las notas de su cuaderno era nada menos que Draco.

Su estómago cayó, solo un poco, al pensar en que estaba siendo expuesto sin querer frente a un completo extraño, pero se resistió a quitarle la libreta de las manos como si hubiese sido Ron o Theo el que la tomara, simplemente miró a Draco un momento y carraspeó con fuerza, elevando las cejas tras sus lentes en clara pregunta.

La expresión de Draco no había variado ni un poco, pero le devolvió el cuadernillo, abierto.

—No sabía que eras un romántico, Potter —dijo, mientras Harry veía que la página estaba abierta justo en lo que había estado escribiendo hacia apenas unas horas antes—. Me gusta —el ojiverde levantó la vista casi inmediatamente, pensando bien qué querían decir esas palabras. Draco apuntó con su barbilla a su mano, y entendió instantáneamente que se refería a la canción a medias—. Con una buena melodía sonará bien.

Harry no respondió de inmediato, en cambio metió el cuaderno de vuelta a su bolso, junto a sus llaves y celular, colgándoselo de un solo hombro.

—No lo soy —el rubio lo miró con confusión—. Un romántico. Las canciones pueden interpretarse como quieras. Lo que quiere decir, que el que alaba al amor, en realidad eres tú —se permitió esbozar una pequeña sonrisa arrogante, viendo cómo las mejillas de Draco se ponían un poco rosadas, aunque no diera ningún signo de vergüenza además de aquello—. Pero sí, o sea. Eh...no pensé que podía ser una canción hasta que lo mencionaste. A veces simplemente escribo.

Se encogió de hombros y Draco le miró con una expresión indescriptible por un momento, pero antes de que pudiese procesarla, cambió, y comenzó a jugar con su aro, haciéndolo enfocar su vista allí un momento, y luego desviar la mirada hasta sus ojos nuevamente.

—Cambiaría la última parte, eso sí —comentó, cruzándose de brazos—. Ya sabes, eso que pusiste: "The little nasty grey, and the sound of the damn rain

And running outta words to say

Goddamn, my luck

Everything's a little sulk"

Harry frunció el ceño, moviendo sus orbes por todo el rostro ajeno, e imitando su posición. Sintió el ruido del resto a su alrededor, pero no hizo mucho caso.

—¿Cómo memorizaste eso? —preguntó, con absoluta sinceridad. Fue el turno del ojigris de encogerse de hombros.

—Siempre he tenido buena memoria. A largo y corto plazo. Así solía aprobar en los exámenes, aunque no aprendiera ni entendiera una mierda —explicó, desordenado su cabello—. También me hace recordar los datos más estúpidos e inservibles que hay.

Harry ladeó la cabeza, con el asomo de una sonrisa empezando a formarse en sus labios, aferrándose más fuerte a la tira de su bolso.

—¿Cómo qué...? —dijo, dejando la pregunta en el aire.

Draco bufó, dando pequeños toques en su codo, mirando hacia el techo, pensando.

—No lo sé. Por ejemplo —hizo una pequeña pausa—, ¿sabías que durante décadas las transfusiones de leche eran muy populares?

—¿Qué? —replicó, con una leve risa colándose entre sus palabras.

—Así es. Se creía que tenía glóbulos blancos, y que era muy peligroso transferir sangre, porque no se conocían bien los tipos y esas mierdas —finalizó, volviendo a encogerse de hombros.

Harry se permitió reír abiertamente, negando con la cabeza. Realmente era información inútil.

—¿Cómo sabes eso? —le dijo en cambio, con un tinte divertido en la voz.

—Ni siquiera me acuerdo dónde, cómo y por qué —respondió—. Y de todas formas, nos desviamos del tema. Deberías cambiar las últimas líneas por "Everything just kinda sucks

Be goddamn my luck" —terminó con seguridad, asintiendo una vez.

A Harry le tomó un segundo entender que volvían a hablar de la canción, y movió su cabeza un par de veces.

—Seguro —tomó nota mental de cambiarlo, porque de verdad sonaba mejor de esa forma.

Honestamente, si Draco le decía que debía cambiar todo lo que llevaba escrito, dudaba tener la capacidad de negarse.

Vio como el rubio comenzaba a recoger sus cosas y se permitió darle un vistazo a la habitación, dándose cuenta de que--estaba vacía.

¿En qué puto momento el resto se había despedido de ellos? Se rascó la cabeza. No recordaba. No sería la primera vez, en todo caso. Volvió a fijarse en el chico, que se enderezaba, pasando su propio bolso por su hombro y levantando una ceja.

—¿Vamos?

El día de la entrevista resultó tomar lugar el día martes de la semana entrante.

Durante el fin de semana tuvieron una pequeña tocata en un bar, que fue la primera vez que Draco tocaba con ellos de manera oficial, y la gente respondía a él de la misma manera en la que lo hicieron durante el recital. Adorando, queriendo más, aunque no se supieran las canciones. Algo que Tom tuvo que esperar un buen tiempo antes de que empezara a pasar. Incluso, alguna gente se acercó a ellos luego del show, diciéndoles que no los conocían, pero de ahora, necesitaban saber todo sobre ellos. Hermione les regaló algunos cd's que siempre llevaba y todos felices. Lo hacía feliz a él.

El canal que estaba accediendo a entrevistarlos estaba recién empezando, al igual que el programa en el que estarían. Aunque, dentro suyo, Harry sabía que estaban siendo invitados como carnada. Necesitaban que esto fuese memorable, sacarle información a Draco de su familia, meterse entre las cosas oscuras que se han dicho de ellos, y necesitaban ser inteligentes al respecto. Tanto para dar una imagen, desmentir rumores, pero al mismo tiempo hacerlos lucir irreverentes, pero no al punto de ser un escándalo para la sociedad británica. O eso había dicho Hermione. Sintió momentánea pena por su amiga. Al fin y al cabo, terminarían haciendo lo que se les saliera de los huevos.

Les otorgaron unos camerinos que, aunque estaban pensados para ser cómodos, se notaba que les faltaba presupuesto. No era como si iba a quejarse. De hecho, apenas lo había notado antes de que Blaise hiciera un comentario al respecto y Draco concordara. Gente rica, ya lo había dicho.

Habían ido ya vestidos, aunque alguna gente de producción había ingresado, modificando u ordenando algunas de sus prendas, sin consultarles. Suponía que así era la televisión. Pero Hermione fue la que se encargó del maquillaje de Ginny, y el de todos los demás, aunque fuese sutil. No hubo delineador esta vez.

Harry examinó en silencio cada cara una vez que estuvieron a punto de salir al set. Ninguno se veía tranquilo, ni siquiera Theo, que aunque no lo demostraba, estaba agarrando con firmeza la tela de su camiseta al final, mirando hacia el frente. Ron se mordía el labio, apretando con fuerza la mano de Hermione quien le susurraba algunas palabras por lo bajo, y Blaise con Ginny hablaban, cada uno luciendo más preocupado con el paso de los minutos.

El único que se veía un poco más compuesto era Draco, aunque estaba tenso. Hombros rectos, manos tras la espalda y su incesante jugueteo con su piercing, que aunque a veces hallaba encantador, ahora necesitaba que se detuviera. Estaba poniéndole los pelos de punta.

—¿Nervioso? —le preguntó, una vez que una mujer les hizo una señal de que se moviesen por el pasillo hasta el set.

Sintió su propio nerviosismo florecer hasta la boca de su estómago ante eso, tragando en seco.

—¿Tú no? —replicó de vuelta, sin mirarle—. Sería estúpido si no lo estuviera.

Harry analizó sus palabras, a medida que les indicaban que se sentaran en el sillón extendido, más dos aparte. Ron se sentó en el primero, seguido por Theo. Blaise se posó a un lado de Ginny, en el más amplio de todos, dejando a Draco a su lado y Harry al final de todo, un poco apretados. Pero bien. Vio como todos intercambiaban miradas nerviosas, y volvió a pasar saliva, observando a lo lejos como el hombre que iba a hacer la entrevista hacía señas hacia un productor, y hablaba enérgicamente.

—¿Tienes miedo de que te pregunten por tu padre? —preguntó nuevamente, inclinándose hacia la oreja del rubio, antes de que el tal...(¿Jhon, creía que se llamaba? No recordaba muy bien su presentación hace unas horas atrás) caminara en dirección hacia ellos.

Draco lo miró por la esquina del ojo, para luego centrarse en lo que estaba a punto de ocurrir, moviendo su pie en un gesto ansioso.

—De nuevo. Sería estupido si no lo tuviera.

Harry no fue capaz de replicar nada ante eso, porque de pronto, el reportero estaba tomando asiento detrás del escritorio dirigido sutilmente hacia ellos, cruzando sus manos por sobre la madera y sonriendoles brevemente.

Escuchó una cuenta regresiva a lo lejos, y apretó su mandíbula. No creía estar listo para ello, realmente no. Las luces se encendieron, las cámaras se movieron, y todo parecía lejano, como si hubiese dejado su cuerpo y estuviese viendo todo esto como un mero espectador, no siendo parte de.

—Buenas a todos nuestros queridos televidentes en casa —anunció el hombre con tono animado mirando hasta la cámara frente a él—. Aquí Jhonatan Kitmen, pero mis amigos me llaman Jhon —añadió con diversión y Harry se encontró sonriendo casi imperceptiblemente ante eso—, en un nuevo episodio de "The Kitmen Night Show" o como ustedes lo conocen, "El show del viejo ese."

Blaise rió suavemente desde su posición, como típicamente lo haría luego de que alguien ha hecho una broma estúpida, y el hombre se fijó en él. En todos, en realidad. El ojiverde agradeció por un momento que Jhon no fuese hosco, o serio, como la mayoría de los entrevistadores ingleses. En cambio, irradiaba personalidad, casi de la misma forma en la que Draco o Zabini lo hacían.

—Así que... díganme chicos —luego se fijó en Ginny—. Perdón, joven, la bendecida entre este grupo. No creo que nos conozcamos —agregó, con una subida y bajada de cejas a lo que la pelirroja rió suavemente—. Cuéntenme, cómo se llaman, qué hacen aquí. Todo, quiero oírlo todo.

Gin pareció tomar eso como su chance para hablar, que probablemente, fue lo mejor, porque ninguno de ellos lucía cómo si quisieran tomar la palabra en ese preciso momento. Sacudió un poco su cabello.

—Bueno, nos llamamos Color Blue —dijo, aunque fuese obvio—. Somos una banda musical desde hace cinco años, que empezó simplemente por aburrimiento y terminó siendo un proyecto serio —continuó, sonriendo—. Actualmente contamos con algunos álbumes y, como toda buena celebridad, escándalos —Jhon se rió ante eso, siendo secundado un poco por ella, y Zabini—. Y nos conformamos por mi, Ginny Weasley, la más importante del grupo, obviamente —se apuntó a sí misma, sacudiendo su cabello de nuevo, ante la sonrisa amplia de Kitmen—. Hago los coros. Ahí, justo a tu lado, está mi aburrido hermano Ron, que toca el bajo —dijo, apuntando con el mentón hacia Ron, que se quejaba—. Está ocupado, señoritas, lo siento mucho. También está Theo, el más callado de todos, que toca guitarra y teclado. No les gustaría verlo enojado —Theo rodó los ojos, pero tenía una pequeña sonrisa en la cara—. Este es Blaise —chocó su hombro junto al moreno—, es el ser más insoportable que existe, pero es bastante decente en la batería —Jhon volvió a reírse estridentemente ante eso, Blaise también—. Está Harry, nuestra estrella en la guitarra electrica, que rompió mi corazón hace unos años —prosiguió, poniendo su mano dramáticamente en su pecho, y Jhon negó con la cabeza, siguiéndole el juego—. Debería ser echado de la banda por ello, pero nadie me escucha. Y bueno, nuestra nueva adquisición sentada aquí —tomó a Draco por un hombro—. Sip, este apuesto rubio que tiene cara de que tiene derecho a todo en la vida, es nuestro vocalista. Aunque tiene razón, en todo caso, canta genial; pocas veces he visto nada parecido. O quizás solo es su cara de niño bonito que me hace pensar eso y he caído entre sus garras.

Jhon volvió a reír, y Harry se permitió relajarse un poco. Ginny era genial, desbordando personalidad. Todos lo hacían, a su propia manera, la verdad. Si no, no estarían allí. Todos excepto él, quizás.

—Entendido, entendido —asintió el hombre, juntando los papeles sobre el escritorio, antes de volver a entrelazar sus dedos por encima—. Aunque, según sé, no hace mucho tenían otro vocalista, ¿no es así?

El pelinegro sintió la usual amargura correr por sus venas como cada vez que el tema de Ryddle era traído a la conversación, pero se contuvo. Sabía que eso iba a suceder, de todas maneras. Blaise fue quien contestó.

—Sí, bueno. Un lunático —dijo, francamente, sin perder la sonrisa—. Cantaba bien, tenía buenas ideas, pero... —miró hacia Harry, y se inclinó hasta Jhon como si fuese a contarle un secreto, el otro le siguió el juego— ¿Ves ese chico de ahí? ¿Todo tranquilo, y compuesto, como si tuviese su vida sorteada? —lo apuntó, y el ojiverde rodó los ojos. Zabini volvió a enderezarse en su lugar— Bueno, era el único que le hacía frente a Tom. Un metro noventa, musculoso y con cierto complejo de superioridad. Imagínate, Harry, con su metro setenta, enojado... —hizo un sonido que se parecía a un bufido, para llevar una mano hasta su cuello, haciendo un símbolo de cortarlo— La última vez, ya no lo soportó más. Tom intentó golpearlo, dos días antes de nuestro primer recital, queriendo cambiar todas las canciones y bueno, Harry lo detuvo, como siempre, y lo echó, así sin más. Dejándonos sin ningún plan —asintió y Jhon volvía a reírse—. Así de enojado estaba. Menos mal que tuvimos la suerte de encontrarnos con Draco, que fue un ángel caído del cielo. Bueno, a Tom no le gustó mucho la idea de no salirse con la suya, y según tengo entendido, comenzó a publicar algunas cosas en contra de nosotros. Aunque no las hemos leído, la verdad. Demasiado trabajo para ello, pero probablemente es pura mierda.

Nadie parpadeó ante la palabra, porque era un programa para mayores de edad, aunque Harry sí lo hizo ante la mentira. No tenía idea que así iban a enfrentar el tema, pero no le disgustaba. Sonaba como algo que realmente harían.

—Bueno, sí, algunos rumores bastante...explícitos se difundieron —concordó Kitmen, serio, pero aún afable—. Bastantes preocupantes la verdad. Como su participación en actividades sexuales en grupo y de forma desenfrenada. O forzosas.

Ginny resopló, negando con la cabeza.

—Crecí en una casa con seis hermanos, y dos padres muy estrictos —dijo ella—. Mamá me mataría si eso fuese verdad. Creo que cualquier madre británica lo haría, ¿no es así? —miró a su alrededor, como si hubiese una audiencia. La sonrisa volvió al rostro de Jhon.

—¿Y dejaste ir a esta señorita, Harry? —se dirigió hasta él ahora, quien se sorprendió un poco ante eso. Negó un poco, chasqueando con la lengua—. Creo que ha sido el error más grande que has cometido en la vida, hijo. No quiero ser yo el que lo diga, pero...si no tratas de recuperarla, no vas a encontrar otra Ginny Weasley.

El ojiverde rió, acomodando sus lentes antes de responder.

—Y ella no va a encontrar otro Harry Potter —dijo simplemente, y el entrevistador lo celebró un poco.

Con eso, el tema fue cerrado.

Pasaron por preguntas individuales, como Ron, su relación, quién era Hermione y ese tipo de cosas. Theo, su pasado, su madre, (se desenvolvió un poco más, hablando de ella. Casi nunca lo hacía, la verdad), diciendo que era soltera, y que lo apoyaba en todos sus proyectos, conociendo su temprana pasión por la música. Hablaron de Blaise, quien se mostró notablemente tenso ante el cuestionamiento de sus padres, dando respuestas cortas al respecto, y centrándose en su personalidad y su amistad con Draco. Volvió a Ginny, que cantó un poco algunos pedazos, para el disguste del entrevistador, quien se veía encantado con ella. Así era Gin, después de todo. Hablando de su familia, el futuro que quería, y un poco de su relación con Harry, aunque siempre desde una visión amistosa. Se movió hasta Draco, que a pesar de no haber abierto la boca hasta ese momento, cautivó de inmediato a John. Es que era natural en él, las preguntas fluían una tras otra, sobre su carrera, sus pasiones, sus intereses y personalidad, una que probablemente haría que cualquiera obedeciera a sus órdenes. Era parecida a Tom, de cierta manera, aunque Ryddle siempre había parecido más hostil que cualquier cosa. Y estuvieron alrededor de diez minutos solo escuchándolo contar la historia del día que cantó con ellos por primera vez, agregándole ciertos toques de sarcasmo e ironía que hacían a Kitmen carcajearse en su puesto, junto a la risa de los demás. Entonces llegó hasta él.

Fueron preguntas de rutina en un principio, pero Harry no podía revelar mucho de su pasado sin hablar de los Dursley. Cosa que definitivamente no quería hacer. Así que se centró en cómo inició su carrera, la banda, cómo aprendió a tocar y los múltiples trabajos que había tenido para tener todo lo que tenía. Se sintió cómodo, mucho más de lo que esperaba, aunque sentía que él estaba siendo presionado más que el resto, lo que no le gustaba demasiado.

Entonces, el momento que se había temido llegó. Jhon se peinó el blanco cabello, enfocándose en Draco, quien notó inmediatamente qué iba a suceder a continuación. El hombre posó su antebrazo encima del escritorio, inclinándose hacia adelante mientras hablaba.

—¿Tú eres el hijo de Lucius Malfoy, es eso correcto? —preguntó sin rodeos.

Harry sintió el delgado cuerpo tensarse a su lado, y se compadeció momentáneamente de él. Sea lo que sea que haya pasado entre él y Lucius, no podía ser bueno. No para que reaccionara de esa manera.

—Así es —respondió Draco escuetamente.

—Bueno, él no ha querido dar ninguna declaración oficial al respecto, desde que se volvió de dominio público tu ingreso a la banda —siguió Jhon adelante, ahora un poco más serio de lo que le había visto en toda la entrevista. Draco no bajaba la guardia—. Así que, ¿está feliz? ¿o han tenido algunas discrepancias por ahí? —sintió que la tensión en el ojigris no disminuía, y se preguntó brevemente si podría estallar, allí, frente a un montón de cámaras apuntandolos. Quizás debieron hablar de cómo afrontar el tema una vez que saliera a la superficie—. Uno pensaría que Lucius Malfoy no estaría muy feliz de saber que su único hijo, y un día heredero de la fortuna familiar, hay que decirlo, se ha unido a una banda que tenía una dudosa reputación hasta este momento.

Vio, por la esquina del ojo, como las sonrisas de los demás temblaban un poco, pero él se mantuvo impasible. Al menos uno de todos debía mantener la compostura.

Draco no contestó por un momento, y Harry se preocupó de que no lo hiciera, o que le dijera directamente que se fuera a la mierda. Parecía totalmente capaz de hacerlo. Pero finalmente, el buen sentido pareció tomar partido, y relajó sus hombros visiblemente, poniendo una amplia sonrisa sobre su rostro, como si la incomodidad nunca hubiese estado allí en primer lugar. Harry se dio cuenta entonces que no había apartado la mirada desde la cara del rubio desde hace un buen rato, así que lo hizo, fijándose en Kitmen.

—Oh, Jhon, pero ¿alguna vez has visto a mi padre feliz? —respondió, bromeando alegremente. Pareció la cosa correcta de hacer, porque el hombre soltó una risa—. De hecho, ¿lo has visto sonreír en algún momento de tu vida? Si es así te pagaré mi peso en oro, te lo prometo.

Todos se permitieron reír abiertamente, y el hombre lo apuntó con unas tarjetas, asintiendo, estando de acuerdo con su punto, pero Harry estaba totalmente maravillado, maravillado de la manera en la que Draco podía responder una pregunta, sin responder realmente una pregunta. Era algo que él no se sentía capaz de hacer. No gentilmente, por supuesto. Luego de un segundo, volvió a hablar.

—Bueno, es un padre después de todo, y los padres siempre querrán lo mejor para sus hijos, supongo —se encogió de hombros, y el pelinegro simplemente supo que allí iba a haber un cambio de tema—. Y la verdad, difícil no ser feliz cuando tengo a Zabini aquí haciendo trucos de fuego, ¿lo has visto?

—¿Qué? —el entrevistador preguntó en tono incrédulo y divertido, ahora mirando al otro chico.

—¡Así es! Muéstrales Blaise —lo apuntó—. Completamente demente, Zabini.

Era algo que tenían pauteado de hacer, la verdad, solo no aún, pero fue un movimiento inteligente, porque la tensión pareció irse del ambiente, mientras el staff del programa llevaba implementos para que Blaise hiciese un truco de malabarismo con fuego, o algo así. No lo recordaba muy bien.

Sintió a Draco suspirar a su lado, relajándose un poco al poder desviar la atención de ese tópico, y Harry chocó sus hombros con la fuerza suficiente para que se viese accidental, pero no tan leve como para que Draco no notara que no lo fue. El rubio lo miró, asintiendo, y eso fue la confirmación suficiente para una pregunta no expresada.

Al menos, la entrevista terminó con un buen estado de ánimo para todos.

Para celebrar el éxito del día, Blaise sugirió emborracharse y bailar. Nadie pudo discutirle su plan.

Fueron hasta el club que siempre iban, y en un principio todo se resumió a charlas mientras bebía. Hasta que sacaron la artillería pesada.

Ginny y Theo compartieron una pastilla de vaya a saber quién que era. Blaise inhaló un poco, ante la mirada reprobatoria de Hermione. Y Ron junto a él fumaron un pequeño porro a las afueras, que combinado con el alcohol lo traía un poco mareado, y olvidando cosas o donde estaba momentáneamente. El único que se había mantenido fiel a la bebida era Draco, que mientras más pasaba el tiempo, más sonrosado se ponía, arrastrando las palabras y hablando estupideces.

Fue una noche agradable. Bailó en la pista con algunas chicas y sus amigos, gritó, celebró, vio como todos estaban con distintas compañías en algún punto. Incluso le dio igual ver como Ginny y Theodore se comían la boca. Nada podía molestarle lo suficiente, mientras su pelo se agitaba al ritmo de la música.

Llegó un punto en el que una chica le ofreció ir hasta su casa, o a un lugar más tranquilo, e iba a aceptar. Realmente sí. Era el mejor plan que había. Pero por el rabillo del ojo, pudo ver como un tipo gigante estaba, básicamente, acorralando a Draco, mientras éste tenía una expresión altanera en el rostro, levantando una ceja.

Oh mierda.

—Dame un segundo —le dijo a la chica, de la cual ni siquiera recordaba el nombre. O si se lo había dicho en primer lugar. A sabiendas de que se iría.

Caminó hasta donde estaba el rubio, y el hombre que frente a él, se veía incluso más imponente. De pronto, se sentía un poco más lúcido que hace un rato.

—...maldito maricón —alcanzó a escuchar ya llegando, y vio como el hombre escupía en sus zapatos. Draco se rió.

En un segundo, el tipo ya estaba levantando su puño, pero Harry se apresuró, poniéndose en frente de ambos, tomando el brazo del hombre.

—Creo que eso ha sido suficiente —le dijo, mirándolo serio.

El tipejo rió agriamente, y trató de forzar su mano. Harry no era muy grande, ni muy musculoso, pero estaba empezando a enojarse. Se resistió.

—¿Es que acaso eres su novio? —replicó de vuelta—. Malditos maricones, todos ustedes. Deberían quemarse en el infierno.

Draco, atrás suyo, se inclinó hacia adelante.

—¿Donde crees que me iré? —volvió a reírse—. Tranquilo, cuando esté allí, le daré mis saludos a tu madre. Mientras me la follo.

Podía sentir la sonrisa del rubio, y lo maldijo por lo bajo. Sabía que estaba borracho, pero necesitaba aprender a callarse.

El hombre ahora disparaba dagas, incluso a la oscuridad del club, y Harry no sabía qué mierda hacer para huir.

—Mira, ¿sabes quién es él? —preguntó, en un intento de distraerlo—. Búscalo, es el hijo de Lucius Malfoy —prosiguió—. ¿Sabes quién es Lucius Malfoy, verdad? Aquel matón de la cámara alta. Sabes lo que se dice de él —la mirada en el rostro del tipo había cambiado levemente, y sabía que estaba haciendo lo correcto—. ¿Qué crees que va a pasar cuando se entere que le moliste la cara a golpes a su único hijo? —Harry negó, tratando de imprimir simpatía en su expresión—. Yo que tú, lo dejaría estar. Está borracho, apenas sabe lo que dice, e incluso así, puede hundirte con unas cuantas palabras.

No sabía si lo que decía era verdad. No tenía idea qué se decía del padre de Draco, pero al parecer, él sí. Y debía ser lo suficientemente malo como para que un tipo de un metro noventa reconsiderara sus acciones, dando un dubitativo paso hacia atrás, con la ira saliendo por cada poro de su piel.

—Como te vea de nuevo, despídete de cada diente que tienes, pedazo de marica —gruñó, con una vena sobresaliendo de su frente. Draco bufó.

Harry se dio vuelta hacia él de inmediato, tomando su mano para comenzar a arrastrarlo hacia otro lugar. Draco se dejó llevar entre la multitud, perdiendo de vista al hombre, y ya casi a la salida del club, el ojiverde lo plantó frente a él. El rubio se tambaleó un momento, antes de quedarse quieto en su lugar y esbozar una perezosa e inocente sonrisa.

—¿Qué demonios crees que estás haciendo? —exclamó por encima de la música—. ¡Pudo haberte matado a golpes!

Draco se encogió de hombros, sin parecer molesto por ese hecho, dando un pequeño vistazo por su alrededor.

—¡No hice nada! —respondió—. Boté su bebida, y el troooglodita —arrastró las palabras—, se ensañó conmigo. Apenas podía escucharlo, pero era divertido ver como con cada palabra, sus ojos se salían más afuera. ¿Lo viste Harry? —se rió un poco—. Hacia aaafueeeraaaaa.

El pelinegro rodó los ojos, buscando con la mirada alguna cara conocida, pero no había nadie. Sacó su teléfono, texteando a Blaise a través de él.

"Dnde están?"

No hubo respuesta de inmediato, así que se lo volvió a guardar en el bolsillo, retornando su atención a Draco, que miraba alrededor como un niño pequeño.

—¿Cuánto bebiste? —preguntó, haciendo que volviese su vista hasta él, confundido. Hizo un gesto de tomar alcohol—. ¿Cuánto?

—Oh —se rascó un costado del cuello. Luego, comenzó a contar con sus dedos, pero perdía la cuenta cada cinco segundos, y empezaba de nuevo. Harry pudo haberse reído, si no estuviese preocupado aún por lo que pudiese haber pasado—. No sé. Creo que dos.

—¿Dos vasos? —dijo, incrédulo. Draco negó.

—Dos botellas.

El moreno abrió los ojos desmesuradamente. Loco, eso es lo que era.

—No creo que eso sea físicamente posible —replicó, volviendo a dar una mirada hacia la multitud. Ni un asomo de alguna cara familiar.

Eran las 4:30 a.m. No podía dejar que Draco se fuera hasta su casa en esas condiciones. Blaise no contestaba. Emitió un quejido, volviendo a escribir.

"Voy a llevar a Draco hasta su casa. Los odio a todos"

—Bien, Draco —se dirigió a él, tomando su brazo—. Vamos.

Escuchó cómo el chico murmuraba algo sobre que la noche aún era joven, y que era un aguafiestas, pero no se resistió mucho a su agarre, mientras Harry lo arrastraba hasta afuera del club, con la noche recibiéndolos y los autos pasando a su alrededor.

La sobriedad regresaba a su cuerpo con cada minuto, y vio hacia cada lado de la acera, tratando de recordar hacia dónde quedaba su apartamento, y de ahí emprender camino hasta el lugar de Draco, ya que no creía que en ese momento, él fuera capaz de darle alguna indicación. Quizás caminar le haría bien.

Sujetó a Draco contra sí, dado que apenas podía mantenerse en pie y comenzó a llevarlo a cuestas, mientras escuchaba como el rubio parloteaba por lo bajo, haciéndolo reír un poco. No le entendía una mierda.

—¿Teusto la entrevist'arry? —oyó que le decía, luego de unas cuantas cuadras.

Harry se rió, bajando la vista hasta sus orbes, que le examinaban con atención, y el olor a alcohol emanando de él.

—¿Qué? —replicó con diversión—. Repite lo que acabas de decir. Pero bájale la velocidad diez veces.

Draco se aclaró la garganta, acomodando su ropa, como si tuviese algún arreglo, y le dijo:

—Te. Gustó. La. Entreeevista. Arry. —dijo, como robot, arrancándole otra risa. El rubio arrugó la nariz—. No le veo lo chistoso.

—Si te escucharas, si lo encontrarías —replicó, mientras seguía caminando. Se tomó un tiempo para pensar—. Mmm. Sí, me gustó. O sea, ustedes estuvieron fantásticos, y creo que le sirvió a la banda.

Draco se detuvo, frunciendo el ceño en su dirección, y Harry elevó las cejas, preguntando que qué demonios estaba haciendo.

—Esss si te gustó. A ti. No si fue buena —insistió el ojigris, y volvió a dejar caer su peso en los brazos del pelinegro—. A mi, por ejemplo, no me gustó. Porque--eh, ¿qué estaba diciendo? —dijo, perdiéndose en una luz brillante, que Harry supo, era el semáforo— Ah. No me gusta que me pregunten por Padre. No. No. No. No.

Tuvo que volver a reír. Era inevitable.

—Bueno, eh —se tomó un momento—. No lo sé. No me gustó que me presionara tanto. O sea, siento que fue al que presionó más, y no soy el único introvertido, ¿sabes?

Draco bufó, rodando los ojos, haciéndolo marearse. Harry tuvo que sostenerlo con más fuerza.

—Aaarry... —dijo, arrastrando la primera letra más de lo normal— Hizo eso, porque sí, bueno, no te voy a mentir, no tienes la personalidad más desbordante o estrovertida —resopló y el ojiverde lo golpeó levemente a modo de reclamo. No pareció notarlo—. Peeero todo en ti grita misterio, y eso atrae a la gente. Sí señor. Muuucho. El hombre simplemente quería saber de ti, como el resto del mundo a tu alrededor, ¿es que no lo notass?

Harry se limitó a fruncir el ceño, desviando sus ojos de la intensa mirada del chico, llegando a la esquina de su edificio.

—Theo también es callado, y Ron igual —acotó, tratando de demostrar su punto.

—Sí. Pero...Theo está dispuesto a hablar de si mismo una vez que le preguntann al respecto —hizo unas señas sinsentido—, aunque uno normalmente no lo haría porque tiene una expresión que te cagas —precedió a imitar un escalofrío—. Y Ron no habla mucho, sí, pero cuando lo hace, no hay manera de callarlo. Ama toda esa atención en sí mismo, no puede negarlo. Es agradable. Me cae bien. Aunque creo que yo no le caigo tan bien. ¿Que opinas tú? Hey...¿por qué nos detuvimos?

El moreno sacó su teléfono del bolsillo, checando si tenía algún mensaje. Nada. Suspiró, volviendo a meterlo en su bolsillo, mirando a cada lado, como si hubiese alguien allí que le dijera dónde vivía Draco. El rubio siguió parloteando, y se obligó a prestarle atención.

—...tú en cambio...eres afable, y respetuoso, pero pareces no querer esa atención —se tomó la barbilla, pensando—. Lo que te hace mucho más atrayente a la hora de presentarte al público. Das respuestas simpáticas y graciosas, pero encriptadas, escondidas para que la gente pueda descifrarte. Bú —volvió a agitar las manos, como si lo que dijera tuviera todo el sentido del mundo—. Acostúmbrate, todo el mundo hará eso, hasta que puedan tener un pedazo de ti. Si no te gusta, quizás sería bueno que veas que partes de tu vida estás dispuesto a discutir. Uh, tengo una idea. Oye, no, en serio, ¿por qué nos detuvimosss?

Harry suspiró, analizando sus palabras un momento, antes de posar sus manos sobre los hombros de Draco, para que lo mirara. El chico despaviló un poco, pero sus ojos seguían desorbitados cuando chocó con los suyos.

—Draco, escúchame bien. ¿Donde está tu casa? —preguntó lentamente—. Te voy a llevar hasta allí. Solo necesito que me indiques el camino.

El rubio no reaccionó inmediatamente. Entonces, abrió los ojos en demasía, y empezó a negar. Aunque la acción lo desorientó, aferrándose a los antebrazos de Harry, fijándose en el contacto con una intensidad abrasadora que el moreno decidió ignorar.

—Draco--

—No —dijo, tajante—. No, no no. No me gusta ese lugar. Es frío, y feo. Y no he pagado la renta. Y me va a obligar a--

Se cortó a media oración, llevando un dedo a su boca, riendo un poco, pero sonaba amargo. Un sentimiento de protección nació en su vientre, al pensar en que alguien obligaría a Draco a hacer algo. En pensar que alguien le podría hacer daño. Suponía que era por el hecho de que, a sus ojos, se veía tan inocente, tan niño.

O no, no lo sabía. Solo que no podía permitir dejarlo irse.

—¿Qué? ¿Quién te va a obligar a...?

—No —lo interrumpió, inclinándose hacia adelante—. No, por favor.

Él suspiró, meditando sus opciones. Podría llevarlo hasta Blaise, era lo más sabio, pero ahí podría o no encontrarlo, o entrometerse en medio de un polvo, ¿y si le sucedía algo...? No. No podía.

La otra opción era su propio piso. No le molestaba la idea, pero acababan de conocerse. ¿Y si le molestaba despertar en un lugar extraño? Lo miró de nuevo. La mirada de Draco seguía teniendo un tinte de miedo. No, tampoco podía forzarlo a decirle su dirección. Suspiró.

Ya qué. Eran compañeros de banda, después de todo. Terminarían sabiendo cosas peores del otro en algún momento.

Volvió a tomarlo de la misma forma en la que lo había llevado hasta allí, para arrastrarlo por la calle, y Draco pareció olvidar lo que acababa de suceder. Sin protestas, mientras entraban al lugar, y comenzaban a subir los escalones apenas.

El departamento los recibió, cálido. Siempre lo estaba, y a él le gustaba así. No quería volver a experimentar frío en su vida.

Trató de prender la luz, pero nada sucedió, maldiciendo por lo bajo al recordar que no la había pagado, mientras llevaba a cuestas a Draco por el pasillo hasta la habitación de invitados que raramente (o nunca) era usada, poniéndolo con cuidado sobre las cubiertas.

El chico se quejó, pero no se resistió, cerrando los ojos casi al instante.

—Si necesitas vomitar, hay un baño en el pasillo —susurró, tratando de no ser muy brusco con el volumen.

Draco agitó una mano desdeñosamemte, acomodándose encima del colchón y Harry se alejó, mirándolo un segundo, mientras una idea comenzaba a formarse en su mente.

—Sieeeempre salvándome, Pottar —gruñó, y el moreno solo pudo volver a reírse.

(1) The little nasty grey, and the sound of the damn rain

And running outta words to say

Goddamn, my luck

Everything's a little sulk:

El gris asqueroso, y el sonido de la maldita lluvia

Y quedarse sin palabras que decir

Maldita, mi suerte

Todo es un poco malhumorado

(2)Everything just kinda sucks

Be goddamn my luck:

Todo solo apesta

Que sea maldita mi suerte