Capítulo 3: Familia Loki.
Ciudad laberinto, I am Ganesha:
Una la fría mirada de la princesa de la espada cayó sobre Kahn y Lefiya. Su expresión seria demandaba una única orden para el hijo de la familia Tyr.
–Sácala de aquí.
Un estruendo infernal fue propiciado por la bestial criatura. Ais desenvainó su espada y de inmediato salió disparada en dirección al cielo. Las prolongaciones que anteriormente habían comenzado a moverse hacia ella fueron rebanados y desperdigados por todas partes. Su velocidad, potenciada por el aura de viento a su alrededor, le hacían un objetivo casi intocable. Shakti dejó de luchar; Saltó hacia un punto seguro y comenzó a levantar a los heridos bajo los escombros.
–Wallerstein, me encargaré de que no lastimen a los demás. Es todo tuyo.
La joven ladeó su mirada y asintió de manera leve con la cabeza. Sus pies ligeros golpearon con delicadez la superficie de los tentáculos, utilizando el impulso de los ataques para propulsarse hacia arriba.
En contra parte, Kahn corrió hacia Lefiya. Sus manos se posaron sobre el enorme pedrusco y empujaron hacia atrás para intentar removerlo. El movimiento del objeto hacia tiritar a la joven elfo quien intentaba con todas sus fuerzas acallar un intenso grito de dolor.
–Aprieta los dientes niña, voy a sacarte de aquí.
Un movimiento brusco acabó por retirar por completo el objeto, y sin darse a la espera la tomó en sus hombros. Sus piernas se deslizaron a través de los destrozos causados por la batalla, esquivando los daños colaterales del monstruo. Los chorros de fluido verdoso, pedazos de fibra y guijarros a alta velocidad impactaban su espalda como una lluvia infernal. Aun así, y con las dificultades que esto significaba, los ojos de Kahn no querían desprenderse de la princesa de la espada. Él había oído de las hazañas de la Princesa, no era su fuerza ni si habilidad en combate lo que le preocupaba, sino algo más; Una idea que poco a poco comenzó a mermar en su mente y de manera eventual, se convirtió en realidad.
Ais logró alcanzar una altura considerable, alejada por fin de las raíces del monstruo Violas. Se mantuvo unos segundos en cielo abierto, sintiendo el remolinear del viento contra su cabello y recuperando algo de sus fuerzas para asestar el golpe final. Apuntó su espada en dirección la cabeza blindada del monstruo; Sus ojos brillaron con furia, el aura a su alrededor de agudizó y sus labios invocaron el poder de la magia de viento.
–Lil ráfaga.
La muchacha cayó en picada, destruyendo todo a su paso cual proyectil de alta velocidad. Kahn se estremeció. Trató de gritar, de advertirle de que cancelara aquel ataque, pero su voz se perdió entre la ventisca y los aullidos de la criatura. Los dos metales chocaron en una explosión de poder, la espada con la habilidad Durandal y la coraza protectora Tyrant; Ambas con la facultad de ser irrompibles. Un chirrido ensordecedor se esparció a kilómetros a la redonda, afectando incluso a los civiles que se encontraban dentro de sus casas. Una figura femenina de largos cabellos dorados voló en dirección a la estatua del dios Ganesha, atravesándola e impactando contra la estructura trasera. El suelo volvió a temblar, esta vez con una intensidad mayor a la primera. La criatura, en paralelo con aquel acontecimiento, había sido empujada de regreso a las profundidades y sus tentáculos, aunque en su mayoría desmembrados, fueron arrancados de la tierra. Grietas gigantescas se formaron a nuestro alrededor. Pedazos enormes de suelo cayeron al vacío, arrastrando consigo a los pobres aventureros que se encontrasen encima.
–¿Q-Qué ha pasado? –Musitó Lefiya. –¿Dónde está Ais?
Dejada caer sobre el suelo como una pluma, Lefiya fue incapaz de enmendar palabra alguna. Su mirada se clavó sobre aquel joven, ese mismo que había sido rechazado, tratado como un sucio criminal, arriesgándose para salvar a los sobrevivientes. En sus ojos, un brillante resplandor de preocupado reflejaba un sentir similar al suyo.
Las horas pasaron tras el ataque, más estas no llegaron solas. El resto de la familia de domadores que para ese instante se encontraba dispersa por todo Orario regresó al punto de encuentro, solo para encontrarse cara a cara con el desastre ocurrido. Los escoltas del infame extranjero fueron atendidos de primera mano por los sanadores, y este último fue recluido tras paredes de frio cemento; El interrogatorio de manos de Ankusha, capitana de la familia Ganesha, acabaría siendo algo más brusco de lo esperado.
Sentado frente a una mesa de madera manchada con su propia sangre, Kahn mantuvo una mirada firme mientras las preguntas, así como los golpes, llegaban sin piedad alguna.
–Los de ahí fuera eran buenas personas… –Musitó Shakti mordiéndose el labio inferior. – Con sus defectos, pero buenas personas al final del día.
Sus labios se movieron de manera brusca mientras escupía una gran gota fluido rojizo. –No soy a quien buscas, Ankusha.
–Con que no… –Se detuvo a mirarle unos instantes. –Dime entonces, ¿Cómo es que violas apareció en el lugar y momento exacto de tu llegada?
–No, esa es una pregunta trampa, no hay forma de que pueda responder eso de manera favorable. –Frunció el ceño. –No estas siendo justa. Hay cientos de domadores en tu familia, gente que ha llegado mucho más lejos que yo pero tu…
Shakti lanzó una patada a la mesa, propulsándola a través de la habitación. Sus manos tomaron al muchacho por el cuello de su camiseta, levantándole de su silla cual pluma.
–Mide bien tus palabras…
–Entiendo que estés enojada, entiendo que muchos de esos eran conocidos y tal vez amigos, pero por favor… –Engraveció su voz a la par que le miraba con firmeza. –Yo no hice nada.
Las manos de la chica soltaron su cuerpo, dejándolo caer como un mero trapo sobre la silla. –Sigues sin darme razones para creerte. ¿Crees que tu fachada de niño bueno ayudando a los demás puede engañarme? He tratado con tu tipo de persona miles de veces y siempre es lo mismo…
El puño de la aventurera voló a toda velocidad e impactó con violencia en el vientre del joven. Su estómago se revolvió, sus órganos internos se revolvieron con un impacto que parecía atravesar su carne. Esa mujer no solo estaba cumpliendo con su trabajo, aquel ataque lo probaba. Lo que ella sentía por Kahn, el verdadero poder del resentimiento era expresado a través de sus acciones.
–¡Eres un maldito impostor! –Gritó con rabia. –¡Un gusano traidor y mentiroso, una basura!
Los impactos constantes, el sonido de sus nudillos arremetiendo contra la carne retumbaban contra las paredes. Las manos del muchacho luchaban con fuerza para zafar de las ataduras, pero estas le mantenían perfectamente dominado. Estaba atrapado, presa de su interrogadora y del aterrador sentimiento de rabia e impotencia que crecía en su pecho. Una vez más, aquel pobre chico recurría a las enseñanzas de su maestro, intentando apaciguarse a sí mismo y tratar de ahogar la necesidad de violencia.
"Cuenta hasta cuatro, inhala…"
–¡Responde! ¡¿Quién diablos te envió y para qué?!
"Cuenta hasta cuatro, exhala…"
De un momento a otro las patas de la silla fallaron. La madera se quebró y el cuerpo de Kahn golpeó el suelo con violencia.
–¡Levántate! –Exigía la aventurera de primera clase.
Los brazos del chico fueron tomados con fuerza y forzados hacia atrás hasta llegar a su límite. Un sentimiento de agudo punzar rogaba a los cuatro vientos por qué aquella acción se detuviese.
–La familia Ganesha tiene sanadores muy buenos, ¿Sabes? Podemos extender esto el tiempo que sea necesario; Podemos estar aquí por días, meses incluso si es necesario. –El crujir de ambos hombros fue predecesor a los apagados gruñidos de dolor. –Solo necesito que me digas lo que ya sé, ¿Eres parte de Evilus?
El sonido de la cerradura abriéndose interrumpió el momento. La atención de la mujer se desviada hacia la puerta abriéndose. Una delgada y burlona figura de cabellos rojizos hizo su aparición sin inquietud alguna. Los ojos de Shakti se abrieron como platos, y entre balbuceos confundidos utilizó el nombre de aquella dama de alto renombre.
–¿S-Señora Loki?
–¿Es él? –Preguntó señalando al joven en el piso.
Lefiya entró al cuarto, movilizándose de manera cuidadosa sobre dos alargadas muletas de madera. Sus delicados ojos se clavaron sobre el magullado muchacho en el suelo.
–Si… es él. –Afirmó con timidez.
–¿Qué significa esto? –Exigió Shakti.
Loki abanicó su mano. –Calma las aguas Ankusha. Llegamos a un acuerdo con Ganesha, nosotros me encargaremos de sospechoso.
–¿Disculpa? –Frunció el ceño. –Este hombre no es ningún sospechoso, él es el verdadero causante de…
–Error. –Alzó la voz para interrumpirle. –Tu gente estuvo analizando las zonas adversas al ataque. Resulta que la llegada de Violas no fue otra cosa que una distracción.
–¿Una "distracción"?
–Alguien entró al subsuelo del coliseo y liberó a los monstruos de exhibición. Presumo que también se habrán llevado a algunos de ellos.
Shakti debió la mirada hacia el hijo de la familia Tyr. Sus ojos se encontraron pos unos instantes sin intercambiar palabra alguna, solo viéndose con firmeza.
–Requieren de tu ayuda para limpiar este desastre. –Continuó la deidad. –Ya he enviado a algunos de mis niños para que te ayuden, sería bueno que los acompañaras.
Unos instantes de silencio mantuvieron la expresión de Ankusha clavada sobre Loki y Lefiya. El olor a treta, el sentimiento de desconfianza que prometía ciertas intenciones ocultas de aquella gente gritaba con fuerza dentro de su cabeza. Sin embargo las ordenes fueron dichas, y Shakti no estaba dispuesta a desobedecer a su dios.
–No sé qué es lo que estén planeando, pero les prometo una cosa. –Volteó de nueva manera hacia Kahn. –Si algo le vuelve a pasar a mi gente, o si me entero que estás metido en un suceso parecido al de hoy… prometo no volver a ser tan amable.
Las paredes retumbaron tras el repentino azote de la puerta. Loki dejó salir un profundo suspiro de alivio acompañado de una profunda sonrisa satisfecha.
–¡Cielo santo! Qué densa… Me agrada.
–Densa no sé, pero sí que pega unas buenas…
Lefiya se apresuró a ayudar al muchacho; Dejó a un lado sus muletas, sacó unas llaves de su bolsillo y con delicadeza retiró las cadenas que le apresaban.
–Felicidades, acabas de recibir una paliza de Ankusha y vivir para contarlo. ¿Cómo te sientes? –Indagó Loki.
–Creo que se me cayeron algunos dientes. –Escupió un pequeño chorro de sangre y saliva.
–No te preocupes nada que no se pueda arreglar, pero sugiero que nos vayamos de aquí antes que la señorita inquisidora cambié de parecer.
–¿Irnos? –Cuestionó arrugando su semblante. –O sea, ¿van a sacarme de aquí?
–Pues sí a eso venimos, aunque puedes quedarte a esperar a Ankusha si así lo prefieres.
–No gracias, voy pasando… –Se adelantó a responder.
Loki regresó un gesto realizado a su hija de alargadas orejas; Una expresión qué reflejaba una misión cumplida, pero también una mano extendida para qué la joven elfo actuase. Por supuesto, y como la deidad podía suponer, Lefiya fue incapaz de comprender esto último. De todas formas, aún queda tiempo para llegar a esa parte; De momento, centrémonos en un punto más cercano de los alrededores; El lugar al que aquellas tres personas se dirigían, el pabellón de internados.
Una damisela de extensos cabellos dorados se encontraba reposando sobre una de las camillas. A su lado, una alta elfo de enverdecidas vestiduras le acompañaba en silencio mientras contemplaba su espaciada mirada. Riveria era capaz de ver a través de ella, como una madre que conoce lo que su hija piensa con tan solo mirarla. Las imágenes de aquel suceso inesperado se repetían en su mente; De cuando su espada impacto sobre la cabeza de violas, catapultando a ambos en direcciones opuestas. Trató de pensar en todo lo que podría haber hecho mejor, cómo hubiese podido mejorar aquel enfrentamiento si no se hubiese precipitado en tan solo un ataque. Pero fue una figura la que se mantenía constante en cada pensamiento; La imagen de un joven de cabellos oscuros lanzándose de cabeza al vacío, utilizando sus guanteletes para engancharse de las salientes del agujero y evitar que aquel aventurero cayera hacia su muerte.
–Ahí están. –Señaló la hechicera. –Pensé que los habrían detenido a mitad de camino.
–¡Miren lo qué pescamos! –Exclamó Loki.
Ais giró con delicadez, pasando su mirada a través de su diosa, su compañera, y por último recayendo en el adolorido joven que frotaba sus moretones. Sin emplear una sola palabra le observó con detenimiento. Tal vez con curiosidad, tal vez con desconfianza, pero ciertamente aquella chica sentía la necesidad de recordar aquel rostro.
–¿Qué tal está nuestra princesita?
–Fue un golpe duro, pero nada que deba ser resaltado. –Resopló Riveria. –Yo diría que hay que dejarla descansar un poco más.
–Bueno, este otro está hecho polvo. –Señaló a Kahn de manera burlona.
–¿Que yo qué?
La alta elfo alzó una ceja en señal con inquisición.Sus ojos analizaron minuciosamente a aquel joven. Sin duda alguna, esa no era para nada la imagen que tenía en mente cuando le mencionaron a un extranjero de Domhan, y mucho menos a alguien que perteneciese a la familia del dios de la guerra.
–Pensé que serias más alto. –Señaló de manera directa.
–Qué me digan eso dos veces en un mismo día debe ser más que una casualidad.
El golpe seco de unas botas de suela metálica alertó al grupo de aventureros. La damisela de brillantes ojos azules había saltado a un lado de su camilla y se encontraba estirando sus músculos en frente de todo el mundo. Lefiya formó una sonrisa en su rostro al ver a su amiga de nuevo en pie.
–Señori…
–Necesito mis cosas. –Interrumpió de manera grosera.
Loki y Riveria se miraron entre sí. Si bien era notable la aptitud física de la princesa de la espada, no era una actitud propia de su persona. De la misma manera, la joven elfo de cabellos anaranjados le observó con extrañes, logrando de esta forma percatarse de algo extraño; Sus ojos, que por lo general eran de tonalidad suave y brillante, ahora parecían estar cubiertos por un denso ligero.
–Iré a ayudar a los demás, necesito mis cosas de regreso. –Insistió una vez más.
–Habla con los doctores, probablemente hayan dejado tus armas por aquí. –Loki frunció el ceño.
Ignorando a su compañera frente a ella, Ais caminó junto a Lefiya sin dirigir palabra alguna; No con malicia ni desprecio, sino con su mente en un lugar lejos de allí.
–¡Ais! –Le detuvo su diosa al llamarla por su nombre. –No te esfuerces demasiado.
La chica asintió con un mero gesto, abandonando el lugar como una sombra movida por el resplandor del sol. Por otra parte, no pasó mucho hasta que Riveria decidiera tomar el mismo camino.
–Iré a ver que no se meta en problemas.
–Está bien. –Confirmó Loki. –También deberíamos marcharnos.
–¿Ella estará bien? –Kahn musitó a la joven elfo en voz baja.
Lefiya bajó la mirada, ocultando su preocupación tras una respuesta vaga y falta de emoción. –Probablemente…
El portón doble se abrió, y el grupo de aventureros dejó atrás la destruida base de la familia Ganesha. Las calles se encontraban en parte vacías por la falta de civiles, pero la presencia de temerarios guerreros en búsqueda de ayudar seguía siendo una constante. Sonidos de batalla en la lejanía eran llevados a oídos del equipo por el eco de los pasajes.
–Entonces, Kahn, ¿Puedo llamarte Kahn? ¡Voy a llamarte Kahn! –Se adelantó la deidad. –¿Te molesta si hablamos un poco de camino a la mansión?
Resoplando con cansancio el joven respondió. –¿No se supone que por eso me rescataron de la loca de los puños?
–¿Qué? Por supuesto que no. –Señaló con brusquedad a su derecha. –Esta señorita llegó pidiendo que te salváramos. Si hay alguien a quien le debes las gracias, es a ella.
Una expresión nerviosa de formó en su rostro, trazando a su vez una línea roja a través de este. –B-Bueno… es lo menos que podía hacer… digo, de no ser por usted yo hubiese sido una tortilla, ¿verdad? –Dejó salir una risa apenada.
–Entonces… ¿van a dejarme ir sin más? –Asumió sin saber qué más pensar.
–Bueno, esa es una posibilidad pero… –Engraveció su voz, tomando un tono mucho más serio a la par que su semblante se fruncían. –Si es verdad que podrías sernos de cierta utilidad.
–Otra vez con eso, mira yo…
–No, déjame acabar. –Le detuvo en seco. –Algo grande está ocurriendo en Orario, no necesitas ser ningún genio para darte cuenta. Se aproximan tiempos de cambio, para bien o para mal. TU, hijo de la familia Tyr, –Golpeó su pecho con el dedo índice. – sabes mucho más de lo que aparentas. Eres valioso, y muchos están interesados en tenerte entre sus manos.
Kahn miró a la deidad con nerviosismo. –Creo que se está equivocando de persona…
–Hijo… –Se detuvo frente a él, clavando una filosa mirada inquisidora. –Tratas de mentir al dios de las mentiras, ¿Lo sabes?
–Yo… –Resopló de manera profunda. –Ya se lo expliqué a la elfa, yo no quiero involucrarme en nada de esto.
–¿Por qué? –Alzó un poco la voz.
Kahn entrecerró sus ojos, deslizó la mirada a través de ambas figuras, y mordiéndose la lengua para no hablar de más continuó. –Esa fama no me pertenece, y no la quiero. No estoy interesado en que la gente sepa de mí, no quiero subir de nivel, no quiero escalar la mazmorra ni mucho menos buscar problemas. Solo me gustaría, ya saben… –Su mirada cayó al vacío por unos instantes. –Evitar los adioses…
El silencio reinó entre los tres. Una sonrisa extraña se formó en el rostro de Loki, como si intentase procesar aquello que acababa de oír. Dejó escapar una risa incomoda, pasó su lengua sobre sus labios secos y retomando su postura intentó continuar.
–Oh… bueno, eso… esa es una respuesta que no esperaba, tienes puntos por ello.
–No espero que me crean, solo quiero que entiendan cuando les digo que no puedo ayudarlos. Esta no es mi aventura, ni mucho menos mi pelea.
En la lejanía, una estructura se alzaba sobre los tejados, sobresaliendo por los picos de sus torres y el resplandeciente color blanco de su pintura; La mansión crepúsculo, cede principal de la familia Loki. Las rejas metálicas recibieron al grupo, y sus guardias saludaron con respeto a la poderosa deidad.
–Está bien, siendo de esa manera no creo poder hacerte cambiar de parecer. –Resopló con resignación. –Sin embargo, la oferta seguirá en pie en caso de que cambies de parecer. –Loki sonrió, esta vez, de manera genuina. – Siempre puedes dejarnos el trabajo sucio a nosotros. No tienes porqué pelear contra nadie, y tu nombre no tiene porqué darse a conocer.
Kahn arrugó el rostro. –¿Y de qué manera voy a ayudarles entonces?
–Bueno, está claro que sabes un par de cosas sobre Domhan. ¡Solo digo! –Alzó ambas manos. – qué no estaría de más un poco de información.
–Yo… no lo sé…
–Y a cambio yo podría quitarte de encima al gremio. Digo, teniendo en cuenta que todo el embrollo de hoy, no sería raro pensar que querrán respuesta… Y puede que ellos no sean tan amables como nosotros…
–Bien, ahora me estas poniendo entre la espada y la pared.
–Yo solo estoy poniendo mis fichas sobre la mesa, nadie te está obligando a nada. –Sonrió con malicia.
Kahn tomó unos momentos para analizar sus opciones. En realidad, las palabras de Loki no parecían muy alejadas de la realidad; Su figura resaltaba como una uva en una almohada. Mientras más lo pensaba, más se percataba de que ni él ni sus seres queridos estaban a salvo. Tampoco le parecía muy buena idea confiar en alguien cuyo apodo es "el dios del engaño", ni mucho menos luego de oír tantas historias donde aquella figura resultaba como un avatar de caos incesante. Pero vamos… ¿Quién era él para juzgar?
–¿Me das tiempo para pensarlo? –Preguntó con el tono más amable que pudo. –Solo necesito 24hs, mañana tendrás tu respuesta.
Loki ensanchó su sonrisa. –Por supuesto. Oh, una cosa, hijo de Tyr… –Volvió a engravecer su tono. –Traiciónanos… y te prometo un destino peor del que puedes imaginar.
Entrecerrando sus ojos, Kahn volvió a sentir aquella aura de recelo y desconfianza que caía sobre él. Un escalofrió recorrió su espalda, cual llamado de atención de todo su ser para hacerle saber qué aquello no era una simple amenaza.
–Bien, tengo cosas qué hacer. –Dando un pequeño salto en su sitio, el tono de Loki volvió a la calma y el jolgorio. –¡Nos vemos mañana, no olvides pensarlo bien!
De un momento a otro, la diosa del engaño corrió hacia el interior del palacio, dejando atrás a los dos aventureros. Lefiya miró de manera risueña al joven de cabellos oscuros.
–Si quiere puedo hacerlo pasar. Line es una sanadora excelente, seguro puede hacerse cargo de esos moretones.
Tomado por sorpresa ante tal oferta, Kahn tardó unos instantes en responder. –No… no es necesario. Además, estoy seguro de que muchos no estarán contentos conmigo andando cerca.
La chica asintió con gentileza, y dejando salir una última reverencia a modo de despedida, desapareció entre las murallas de aquel palacio. Por fin, el hijo de Tyr estaba solo. Miró en dirección al sol ocultándose y sin más remedió decidió regresar a la Dama de la Abundancia. Los golpes que había recibido aquel día, algunos qué aun supuraban, eran ignorados por la decisión qué Loki había dejado sobre el muchacho. "Ayudar a la familia Loki…".
