Luego de limpiarse los restos de sangre de la avispa que habían asesinado en la misma laguna pero a extremos opuestos, Senkuu se sintió por primera vez lo suficientemente tranquilo como para observar la naturaleza a su alrededor.

La desaparición de los humanos se manifestaba en un silencio cómodo para escuchar a las distintas aves cantar y el sonido del viento que se colaba por los árboles.

-¿Cómo puedes saber cuándo nada nos acecha? -el peliverde miró a Kohaku, que se encontraba sentada sobre una roca, afilando sus cuchillos y secando sus botas en un claro de luz.

Su compañera se encogió de hombros.

-Es algo difícil de explicar, realmente. En un principio no entendía, pero supongo que puedes sentir en tus pies un zumbido cuando hay algún insecto grande, o simplemente un temblor cuando anfibios monstruosos. -Kohaku comentó, mirando a sus alrededores. -Este lugar lo hemos habitado lo bastante como para que ya nada se acerque, aunque eso no te asegura nada.

Senkuu asintió, pensativo.

-Tendrás que enseñarme a sobrevivir aquí afuera, en caso de que pase cualquier cosa. No es fácil tener un sexto sentido de leona.

-¡Oye, no soy una leona! -protestó Kohaku, con una sonrisa que delataba que no estaba realmente molesta. -Y no debes preocuparte por eso. No soy tan débil, y tampoco te desharás de mí tan fácil.

El científico tomó sus botas y las puso a secar junto a las de ella.

-Lo sé, pero me lo debes ¿no? -Senkuu sonrió con burla. -Además, ¿quién te hizo pasar química?

Kohaku cruzó ambos brazos alrededor de su cintura, guardando sus nuevas cuchillas dentro del pequeño bolso que cargaba.

-Está bien, pero necesitaré algún arma de largo alcance.

Senkuu miró a su alrededor.

-Podemos hacer algo ahora. -propuso.

-Deberíamos comenzar a movernos en una hora, y sugiero que pesquemos algo para comer. -Kohaku replicó inmediatamente, antes de comenzar a arremangarse los pantalones hasta la rodilla.

Senkuu reparó en las sutiles cicatrices que adornaban su pantorrilla, y recordó fugazmente las complejas patadas que solía hacer en sus torneos de artes marciales, y que siempre la llevaban a la victoria. Ahora, sin embargo, su victoria consistía en algo muy distinto.

-Las trampas fueron un gran problema el primer año. -Kohaku comentó, disminuyendo el volumen de su voz. -Si no morías atacado por un monstruo, lo hacías desangrado por una de estas o intentando escapar.

El peliverde asintió, pensativo, y la siguió hacia el pequeño riachuelo que confluía en la laguna, incómodo con no ser capaz de hacer muchas cosas por su cuenta. La observó, algo asombrado, atravesar un pez con su cuchilla en el primer intento, sobre todo porque cuando le pasó a Senkuu su otra arma lo único que logró tocar fue el fondo de la laguna.

-Podría fabricar una caña plegable para esto. -comentó él, ante la risa burlona de la leona.

-Primero debemos llegar a algún lugar para aprovisionarnos y estar seguros. Luego podrás fabricar lo que quieras allí, y saldremos a recolectar sangre en tus pequeños frasquitos. Pero primero deberías poder cazar al menos algo para comer.

-Entiendo tu punto, pero quizás soy mejor para recolectar. -Senkuu se encogió de hombros.

Le avergonzaba ser tan patético para los deportes. Pero al parecer, para Kohaku no parecía un gran problema.

Se había tomado muy enserio la labor de enseñarle a sobrevivir. Y a pesar de haberle dicho que no moriría con tanta facilidad, la leona era consciente del ambiente y los peligros que este significaba. Si algo llegaba a pasarle, era solo una muestra de su amistad que le enseñase a moverse por el exterior.

Senkuu no sabía a cuánta gente había visto morir, pero pudo inferir que se trataba de mucha. Ese era probablemente el precio de sobrevivir. Las manos de Kohaku no temblaron cuando pescó a su presa, y tampoco lo hicieron cuando había lanzado la bomba que mató a la avispa que los atacó hacía unas horas.


Asaron los pescados rápidamente, usando el encendedor de Senkuu para crear el fuego, y partieron de inmediato.

Parecía como si Kohaku estuviese viviendo una realidad alterna. Como si hubiese muerto horas atrás y lo que sucedía ahora no era nada más que producto de su imaginación.

Pero ¿por qué soñaría con Ishigami Senkuu, específicamente? ¿y por qué estaría intentando sobrevivir con él, pudiendo vivir una realidad menos demandante? Kohaku miró de reojo a su amigo para convencerse nuevamente, sintiéndose algo demente de estar pensando en eso de todas las cosas.

Jamás había pasado tanto tiempo en el exterior con tan pocas personas, y muy contadas veces había pensado en caminar por la explanada a la que acababan de entrar y que la alejaba por completo de su refugio, consciente de la gran cantidad de trampas que podían encontrar porque su misma colonia las había colocado ahí.

¿Estaba siendo egoísta al irse así como así? Después de todo, podía decirle a Senkuu que en su colonia tendrían un mejor refugio para que se dedicara a investigar, pero el peso de sus acciones y todas las tragedias que había provocado era difícil de llevar, y prefería convencerse de que afuera les iría mucho mejor.

Sería una gran noticia para los demás que pudieran ser vacunados, aumentando sus probabilidades de sobrevivir al menos un poco.

Kohaku trazó un camino en silencio esperando que el científico la siguiera de cerca. Después de todo, era su única defensa ahora y debía mantenerlo dentro de su alcance.

A mitad de camino, donde ya comenzaba a divisarse la destruida ciudad, se encontraron con una cucaracha gigante atrapada en una de las tantas trampas que habían puesto sus compañeros. Esto presentó una gran oportunidad para Senkuu para tomar muestras y así poder volver a sintetizar la vacuna, por lo que Kohaku se hizo a un lado luego de dirigirse hasta ella y confirmar que estuviese muerta.

Una cucaracha mutante era difícil de ver en esos días. De hecho, Kohaku solamente había visto una de lejos al principio de todo, y se quedó observando su anatomía con detención, identificando los puntos que podrían ser débiles como para atacar una en caso de ser necesario.

-Tenemos suerte de que esté muerta. Cualquier pesticida es casi inútil con una cucaracha.

-¿Tienes pesticidas? -la rubia lo miró extrañada.

-Claro, ¿cómo crees que pude vivir tanto tiempo en ese bus?

Kohaku se encogió de hombros. En realidad, no debía sorprenderle la capacidad de Senkuu para crear cosas nuevas. Hacía tan solo unas horas había sacado una bomba de su bolsillo con la que había matado a la avispa.

-Deberíamos hacer esto rápido. Las cucarachas usualmente vienen en grupo. -el peliverde sacó de su bolso la aguja y se acercó al cadáver.

-Pensé que solo había en espacios húmedos y cerrados. -comentó la rubia, mirando el árido terreno en el que estaban con escepticismo.

-Diez billones de puntos para ti, leona. Pero no es hora de pensar en eso. -Senkuu extrajo la sangre rápidamente, guardó la muestra en su bolsillo y comenzó a alejarse del cadáver.

Y como si sobrevivir a la avispa gigante hubiese sido poco, Kohaku sintió el suelo temblar y una tormenta de arena -que probablemente estaba llena de cucarachas- acercarse por su lado derecho.

-Corre. -la rubia advirtió, jalándolo del brazo para que avanzara hacia el Este, donde las grandes edificaciones ya eran visibles. -Intentaré distraerlas.

-Me tienes poca fe. -rio Senkuu, observando sus manos aferrándose a sus dos pequeñas cuchillas, que, en esta ocasión, no podían servir de mucho. -Tengo mi última bomba. -el científico sacó de su bolso que parecía no tener fondo una pequeña granada, igual a la que le había pasado con anterioridad, y se la acercó.

-Son muchas. No va a servir, y podemos despertar a otros depredadores. -Kohaku lo miró, incrédula.

-Kohaku, no me voy a ir sin ti. Así que lánzala con toda tu fuerza y corremos por nuestras vidas después. -exclamó el peliverde, con un tono de voz que jamás le había escuchado.

La joven cerró sus ojos y respiró hondo.

No me voy a ir sin ti.

Era algo realmente confuso lo que causó esa simple oración en su mente. Pero, cuanto menos lo entendía, más urgente se le hacía querer sobrevivir, y sin pensarlo mucho más lanzó la bomba y no esperó a que explotara para comenzar a correr en dirección a la ciudad, subiendo a Senkuu a su espalda cuando este no pudo más y los estaba retrasando.

Lanzar una bomba era un peligro, por lo que Kohaku continuó corriendo, evadiendo trampas y dando todo de sí aunque estuviese agotada y ya hubiese dejado de sentir la tierra temblar después de que la bomba explotara. El primer edificio se veía cada vez más cercano y ya era tarde para echarse para atrás.

No le sorprendería si otra cosa más peligrosa aparecía frente a ellos, pero era mejor centrarse en continuar escapando.


Llegaron a la terraza del edificio solo con algunos rasguños y muchísima tierra. Kohaku apenas pudo mantenerse en pie luego de cerrar la pesada puerta tras ella.

Era un milagro que aún estuviesen vivos.

Senkuu le pasó la cantimplora que había llenado en la laguna sin preguntarle si la necesitaba, y la observó de pies a cabeza tratando de identificar alguna lesión para ayudarla lo más pronto posible. Un hilo de sangre recorría su pierna desde la rodilla hasta su pantorrilla, y comenzó a sacar su pequeño botiquín sin intentar pensar mucho en que se encontraba así de cansada porque lo había cargado por un buen tramo.

-¿Cómo… es que… pueden caber tantas cosas en ese bolso tuyo…? -Kohaku lo miró con curiosidad, intentando controlar su respiración mientras tomaba algunos sorbos de agua.

Senkuu sonrió irónicamente. Había cosas de ella que no recordaba del todo, como su gusto por preguntar cosas fútiles en contextos complicados, y le parecía tanto o más gracioso que antes.

-Deberías elongar un poco. Puedes desgarrarte. -Senkuu comentó, sentándose a su lado y humedeciendo un pedazo de tela limpia con una solución de alcohol para limpiarle la herida de la rodilla.

Kohaku apenas se quejó, a pesar de que su cuerpo se tensó por completo. Tenía un tajo superficial, probablemente porque debió haber rozado con una trampa en el camino o algún alambre suelto, que cubrió con la misma tela alrededor de su rodilla.

-¿A ti… no te pasó nada? -la leona apoyó su cabeza en la puerta del cobertizo, mirándolo detenidamente.

Era algo difícil verle las heridas en la oscuridad que acababa de empezar a reinar, pero Kohaku no tuvo problemas para identificar un rasguño que le ardía en la mejilla, y que se quedó mirando unos segundos antes de quitarle el alcohol y un pequeño trozo de tela de la mano y colocárselo en la herida.

-Aquí está tu paga. -la leona lo miró con una sonrisa malévola cuando Senkuu se quejó y se echó para atrás.

Kohaku rio por lo bajo y se puso de pie, estirando su cuerpo lentamente mientras el peliverde miraba hacia otro lado, más confundido que incómodo por toda la situación.

-Cada uno dormirá una hora y nos movemos de aquí.

-¿Qué pasa en dos horas?

-Es una regla básica para el exterior. Descansar o comer por máximo dos horas, y moverse. -explicó Kohaku. -No me preguntes por las razones científicas detrás de eso, pero establecimos esta regla durante el primer año.

Senkuu asintió lentamente.

-Y tampoco hagas fogatas, porque puedes atraer polillas. Los vehículos hay que preferir no usarlos. -continuó, echándose al suelo y apoyando su cabeza en sus manos.

Su curiosidad le jugaba en contra a veces, y tanto que ni siquiera podía sentirse cansado ahora mismo con todas las preguntas que se hacía, como por qué las cucarachas estaban allí, cómo podría crear materiales y armas desde ya para no tener que pasar por algo así nuevamente, y qué sentido tenían las reglas de supervivencia que le había explicado Kohaku.

Senkuu la miró de reojo. No entendía cómo Kohaku podía dormir así, ni menos cómo logró hacerlo tan rápido. Cada minuto se convencía más de que era una super humana o algo por el estilo… ¿de casualidad la radiación la había hecho evolucionar?

El científico rio para sus adentros. Lo había salvado de la muerte dos veces en un mismo día, y esperaba hacer lo mismo por ella en algún momento.

Agradecido con que el clima no fuera frío, Senkuu miró a sus alrededores buscando algo para crear un objeto que pudiese servir como arma. La azotea estaba llena de escombros por lo que no fue difícil hallar trozos grandes de piedra y alguno que otro palo de madera en buen estado, por lo que, intentando hacer el mejor ruido posible, Senkuu los recogió y se dedicó a tallar la piedra más grande con una más dura, usándola como percutor y esperando que sus conocimientos en arqueología experimental sirvieran de algo.

Había hecho algo similar cuando tenía once años, pero el resultado había sido una simple piedra con forma de triángulo que se quebraba de tan solo verla, por lo que intentó no dejarla tan delgada, y aunque falló a la primera, tuvo tiempo para crear una segunda algo decente con un pedúnculo para amarrarla a un palo de madera, que para su suerte tenía a mano y podía unir ambos elementos con unos metros de la cuerda que también llevaba en su bolsillo para emergencias.

Ahora solo necesitaba un buen escudo.

Senkuu se sintió satisfecho con su trabajo hasta que se le ocurrió ver la hora, para percatarse de que Kohaku llevaba casi dos horas durmiendo cuando despertó por su cuenta.

La leona lo miró con extrañeza cuando se dio cuenta de lo que tenía en sus manos.

-¿En serio hiciste eso en una hora?

-Bueno, hablando de eso… fueron dos.

Kohaku se sobresaltó.

-¿Por qué no me despertaste?

Senkuu se encogió de hombros, sin saber si sentirse reprendido por ella o divertido con el hecho de que había dormido tan profundo que ni siquiera se dio cuenta de que había estado golpeando una piedra por dos horas.

-Me salvaste la vida, y me cargaste hasta aquí. Es mi manera de compensarte, aunque sé que no es suficiente. -el científico se acercó a ella y le pasó la lanza que había creado para que la probara.

Kohaku la miró detenidamente, y se puso de pie con algo de dificultad para manipularla.

El peso estaba bien. Parecía que era ligera para ella y cuando la agitó bruscamente no se desarmó.

A Senkuu no le sorprendió que supiera usarla tan bien. Podía maniobrar y darla vueltas en sus manos sin mucho esfuerzo, y se veía genuinamente feliz.

Lo que sí le sorprendió fue la extraña sensación en la boca de su estómago al presenciar el espectáculo y la sonrisa que se había marcado en su rostro tan pronto como vio la de ella. No era algo propio de él, y las veces que había creado algo para ayudarla con sus entrenamientos cuando eran niños nada así le sucedía.

Algo extraño estaba pasando.

¿La radiación lo había afectado? ¿Eran sus hormonas?

¿Era nostalgia?

Senkuu no tenía idea.

-Gracias, Senkuu. -Kohaku se detuvo. -Ahora debemos movernos.

-Con respecto a eso, estaba pensando que podríamos ir a alguna escuela. Con suerte habrá un laboratorio bueno y podremos usar las instalaciones y los muebles para crearnos algo.

-Iba a decirte lo mismo. -Kohaku sonrió. -Perdí mi radio y me sería útil encontrar una allá para comunicarme con mi gente.

Senkuu siguió a la leona en silencio, bajando las escaleras del edificio con total precaución. Estaba todo oscuro, y si bien el edificio -que no había alcanzado a mirar por completo- era enorme, estaba completamente saqueado, y por las instalaciones parecía alguna editorial.

Ir a alguna escuela ahora sería optimo: si para su mala suerte se encontraba saqueada, lo más probable es que aún quedasen sillas o mesas, y que el laboratorio estuviera poco intervenido. La radio tendría que crearla desde cero, y si era Kohaku quien se comunicaba con las demás colonias corría menos riesgo de que Tsukasa lo encontrase.

Durante el camino solo podía esperar que nada los volviese a atacar, pero si tenía a Kohaku a su lado, sus probabilidades de sobrevivir un día más en la intemperie habían incrementado en un diez billones por ciento.


Hola! Espero que les haya gustado este capítulo! La verdad es que me costó escribirlo más que los otros, pero quería mostrar cómo se las arreglaban Senkuu y Kohaku para sobrevivir y también cómo comienzan a complementarse el uno al otro.

Dato innecesario pero explicativo sobre mí: soy antropóloga social, pero tengo una pequeña formación en arqueología... y básicamente es lo único en lo que me manejo mejor en temas de "ciencia", por lo que me cuesta bastante sacar ideas nuevas sobre eso ... pero espero ir aprendiendo un poco más :)

Me despido!

-reddpapaver97