Capítulo 4: Blight.

Era un nuevo día en La Casa Búho. Las once de la mañana para ser más exactos. Lo residentes de esta, se hallaban reunidos en la sala. Pues Eda los había convocado.

Luz bostezo. Aún tenía sueño. No durmió bien gracias a los incesantes ruidos que provocaban Eda y su acompañante en la habitación de la primera.

Al principio todo bien. Se oían gemidos y eso. Lo normal en una habitación dónde dos personas se entregan al deseo carnal. Pero lo extraño empezó cuándo los gemidos comenzaron a transformarse en gritos de dolor, de agonía para ser más exactos.

Incluso habían rugidos. Parecían dos animales salvajes apareándose sin descanso alguno.

Al final la mujer esa se fue sin que la humana se diera cuenta. No es cómo si le interesaba, solo le hubiera gustado dormir un poco más que las mugrosas tres horas y media que pudo hacerlo.

Sus ojos le dolían. Tenía unas ojeras horribles. Sólo quería regresar a la cama. Pero Eda había ordenado que todos los habitantes de la casa que trabajaban para ella estuvieran presentes.

Y eso hacía que fuera la única en la sala. Daría lo que fuera para seguir en la cama. Pero la mujer frente a ella parecía estar dispuesta a hacer algo para este día.

El cual era sábado por cierto.

—¿No podemos ir a dormir un poco más? —Sugirió Luz mientras se tallaba sus ojos.

—Jajajaja... No –respondió Eda divertida. —Gracias a la visita de anoche, se me olvidó que hoy hay trabajo que hacer... Siempre se me olvida cuándo ella viene. —Murmuró molesta.

La humana alzó una ceja. Aún tenía una duda que quería aclarar.

—Oye, ¿Y quién era la extraña mujer de anoche? —Preguntó Luz.

Eda la volteó a ver y sin mucho interés dijo.

—Eso no es de tu incumbencia niña, preocúpate por tu vida y Yo lo haré con la mía, ¿De acuerdo? —Dijo la bruja.

—Dime —insistió Luz ignorando el enojo de la mayor.

—No —Respondió Eda.

—Oh vamos, si vamos a trabajar juntas por lo menos deberíamos saber más de nosotras, ¿No? —Sugirió Luz. Algo se traía entre manos.

Eda se puso un tanto pensativa.

—Puede que tengas razón... —Comentó.

La latina por su parte entrecerró sus ojos mientras la observaba con una sonrisa siniestra.

—Vamos... Debo saber cada oscuro secreto tuyo para hallar una manera de vencerte... —Murmuró por lo bajo.

La bruja la miro fijamente. Luz esbozo una sonrisa tranquila. Esperaba a que ella soltara la sopa.

—Mira lo único que te puedo decir es que ella es una vieja compañera del colegio... —Reveló Eda. Luz se puso seria. —Lo demás deberás preguntárselo a ella cuándo la encuentres, ¿Ok?

—Bien... —Luz suspiró. Al parecer la identidad de aquella mujer seguiría así.

Muy misteriosa.

Por ahora.

Un rato después.

Luz observaba sin interés a Eda. Mientras esta guardaba muchos frascos en una especie de bolsa.

Estos eran elixires.

—¿Debo entregarlos todos? —Preguntó sin ganas la humana.

–Así es —respondió la bruja. —Cuándo no estoy en mi puesto vendiendo las cosas que Owlbert me trae del mundo humano. Pues, entrego elixires y pócimas a domicilio a algunos de mis clientes. —Terminó de llenar la bolsa y se lo dio la Luz. —Pero ahora que estás tú. Pues, deberás entregar los pedidos mientras yo atiendo el puesto, ¡Osea que habrá más dinero para mi! —Exclamó enérgica la bruja.

—Aaaaahhh... —Se quejó la humana.

En verdad no le gustaba trabajar y menos para alguien a quien no toleraba.

—¿No podría hacerlo otro? —Preguntó. —¿Cómo King o Hooty? —Sugirió.

Eda se sujetó el tabique de la nariz con dos de sus dedos, estaba harta de la niña humana.

—Niña... Hooty debe vigilar la casa, es mi sistema de seguridad encargado de ahuyentar y en el peor de los casos, aniquilar a mis enemigos... —Comentó Eda.

—¿Y el rey de los demonios? –Preguntó Luz con mucha burla. —¿No puede cargar una simple bolsa?

La de cabello gris apretó sus dientes en señal de que estaba muy molesta. No toleraba que se burlaran de alguien de su familia.

Y no tenía muchos familiares.

Así que tomó a Luz del cuello de la camisa y la acercó hasta estar cara a cara.

—Escúchame bien idiota, si yo digo que iras a entregar todos esos pedidos. Lo harás sin renegar o si no... —Amenazó Eda para luego empezar a crecer, levantando el cuerpo de la chica del suelo. —¡Te haré pedazos! —Exclamó con voz demoníaca.

La humana simplemente asintió. No podía contra esa forma y si quería seguir viva hasta que hallará una manera de derrotarla. Lo mejor sería no hacerla enfurecer.

Eda volvió a la normalidad. Soltó a Luz y dijo.

—Muy bien, ve a la ciudad y empieza a entregar los pedidos —ordenó la bruja mientras le daba un papel a su empleada humana.

Seguido de la bolsa repleta de elixires.

Esta tomó ambas cosas de mala gana. No quería trabajar, quería ser libre. Pero al final no tenía de otra.

Más tarde.

Llevaba horas yendo de un lado a otro. Tocando de puerta en puerta, entregándo los malditos pedidos a los clientes de Eda.

Estos eran un montón de bichos raros. Desde un centauro sin su cara donde la debía tener ya que la tenía en dónde debería ir su estómago hasta una adivina extraña. A esa la había visto el primer día que llego a este mundo, en el puesto de la bruja para ser más precisos.

También habían muchos otros locos más, cómo magos, hechiceros y otras brujas. Gente humilde, la mayoría eran un montón de muertos de hambre.

Incluso el lugar a dónde la había mandado su jefa era una especie de barrio marginal.

Se hubiera sentido cómo en casa. Pero, gracias al trabajo que debía de hacer pues no podía hacer lo que le gustaba más.

Andar de vaga.

—¡Maldición! —Gritó al momento en que pateó un bote de basura que estaba en el callejón donde se había metido.

Se veía furiosa y solo por que aún le faltaban muchos pedidos más que entregar.

—¡Odio trabajar! —Volvió a gritar.

¡PAM!

Le dio un puñetazo a la pared. Estaba harta de este lugar. Volvería a su mundo si pudiera hacerlo ya que la buscaba la policía.

Prefería estar aquí, que estar encerrada en el bote.

Tomó la bolsa nuevamente ya que lo había dejado por allí y mientras lo iba arrastrando se fue caminando por el largo, oscuro y sucio callejón.

Debía seguir con su labor.

Frunció el ceño cuándo se topó con alguien que le tapaba el paso. Esta era una chica alta, de tal vez uno veinte años o más.

Era de tez blanca, su cabello era largo de color verde con una coleta atrás de su cabeza, la parte arriba de su frente era de color marrón. Sus ojos eran amarillos con tonos naranja, parecían brazas ardientes. Usaba una blusa muy ajustada de color morado claro sin mangas y unos jeans también ajustados de color morado oscuro. Tenía un cinturón de cuero negro con hebilla de calavera y unas botas negras con decoraciones de metal con la suela de clavos. Además de que su blusa tenía más decoraciones metálicas así cómo varias perforaciones en sus orejas. Guantes sin dedos de color negro en sus manos y un collar negro con puntas metálicas en su cuello.

Al parecer, era una chica mala.

—Vaya, no creía que existiera el estilo en este lugar —la alago Luz con un poco de burla.

La chica que hasta el momento estaba apoyada de espaldas contra la pared viendo lo que parecía ser un pergamino pequeño que sostenía con su mano, dando la sensación de que usaba un celular para revisar sus redes sociales, vio de reojo a la chica humana.

—¿Uh? ¿Una humana? —Dijo un tanto sorprendida. Frunció el ceño al poco tiempo.

Al parecer le desagradaban las personas o los humanos o tal vez, muchas cosas.

—¿Qué? —Dijo al ver que Luz no le quitaba el ojo de encima.

La humana simplemente se cruzó de brazos y observó escéptica a la desconocida.

—¿Te quieres mover? —Preguntó. —No puedo pasar si estas allí paradota estorbándome el paso.

La otra apretó sus dientes mientras miraba de manera asesina a la chiquilla insolente. Debía darle una lección.

—¿Por qué no me mueves? —La retó. Pero lo pensó mejor. —O tengo una mejor idea, ¿Por que no te vas al demonio y me dejas de fastidiar? —Amenazó.

Luz dejó la bolsa aún lado y se tronó sus nudillos. Ya estaba harta. No era la primera vez que se peleaba con alguien más grande que ella.

Se iba acercando a la chica pero está simplemente hizo un círculo en el aire con su dedo formando un aro de luz luminoso de color amarillo.

—No, no, no... —Dijo ella mientras negaba con su dedo. Advirtiéndole a la chica que no se metiera en problemas o le podría ir muy mal.

La latina se detuvo en seco. Otra que se valía de su magia para ganarle.

Pero no podía darse por vencida.

—¿Qué pasa? ¿Acaso no eres tan ruda sin tu magia? —Se cruzó de brazos mientras le daba la espalda a la chica desconocida.

Esta apretó sus puños, haciendo desparecer el anillo de luz que había hecho. Se veía furiosa.

Pero luego su expresión se suavizo.

—Me agradas niña —dijo ella haciendo voltear a la humana.

—¿Ah? —Luz estaba confundida.

—Me llamó Amelia Blight —se presentó la peliverde.

Puso sus brazos atrás de su nuca y con una pose relajada se acercó a la de ojos avellana.

—¿Y a ti cómo te llaman? —Preguntó la chica nuevamente pero ya sin mucho interés.

—Luz, Luz Noceda... Solo llámame Luz o jefa... Cómo se te acomode jeje —dijo un tanto altanera.

La otra simplemente rió. Le parecía graciosa la humana está.

—Ok Luz, ¿Qué cuentas?

—Ya sabes, lo de siempre —dijo Luz ya más relajada.

Estuvieron un rato conversando allí en el callejón. Todo era tranquilo, hasta que Amelia propuso algo.

—¿Qué tal si vamos a mi guarida? —Invitó.

Luz iba a negarse. Debía trabajar. Pero cuando iba a recoger la bolsa con elixires, se le quedó viendo cómo si hubiera recordado algo.

—¿Por qué hago esto? —Dijo por lo bajo.

No le gustaba trabajar y mucho menos para alguien que no le caía bien.

Aún así tomó la bolsa del suelo y se dirigió a la peliverde. La cuál estaba de brazos cruzados con una expresión desinteresada.

—Bien, vamos —aceptó Luz.

—Perfecto —musito Amelia con una sonrisa.

Y así ambas se fueron caminando por el callejón. En cierto punto la peliverde vio de reojo a la humana con una mirada llena de malicia. Al parecer, algo se traía entre manos.

Pero desafortunadamente para Luz, ella no se daba cuenta.

Más tarde.

Ambas se encontraban en lo que parecía ser una especie de edificio muy alto. Tal vez de algunos ocho pisos. Amelia había llevado a Luz hasta la azotea de este, esperando mostrarle su guarida.

Hasta el momento todo iba transcurriendo de manera normal. Luz no sospechaba nada y eso era raro en ella. Ya que no confiaba mucho en las personas. Seguramente era por que ya llevaba un tiempo sin poder salir a divertirse que no desaprovechó la primera oportunidad que tuvo.

Además, hace días que no salía con personas que les gustará andar de vagas.

La peliverde por su parte de vez en cuándo observaba de reojo a la humana. Era un poco sospechoso y dentro de poco parecía que iba hacer su jugada.

—Entonces, ¿Aquí es dónde vienes a pasar el rato? —Preguntó la humana con una sonrisa escéptica al ver lo simple que era el lugar.

—Obvio... —Respondió la otra de brazos cruzados. —Esta libre de gente que me molesta y es relajante ver el horizonte.

A Luz le pareció estúpido. Ella prefería lugares abandonados con techo, sitios cómodos para sentarse y descansar. Que tuvieran refrigerador con mucha comida chatarra.

Pero en cambio se hallaba en un simple techo sin nada más que basura y polvo por todos lados.

—Ok, me voy —avisó Luz.

La otra puso una expresión triste.

—¿Ya te vas? —Preguntó. —Pero si aún no te muestro lo mejor del lugar. —Comentó Amelia.

La humana alzó una ceja.

—¿Lo mejor del lugar? —Preguntó.

—Así es, ven a ver —Amelia la invitó a acercarse a la orilla del techo. Ella misma se acercó y ahora señalaba algo allá abajo. Quizás solo se podía ver desde arriba del edificio.

La latina un tanto curiosa dejó la bolsa a un lado y se acercó a dónde estaba la otra chica. Se asomó a ver que había allá abajo.

Se intrigó al no ver nada más que un callejón. Uno muy apestoso, lleno de basura.

—¿Qué se supone que debo ver? —Inquirió al momento de girar su cabeza para ver a la chica a su lado.

Pero se intrigó más al no verla.

No se dio cuenta de que Amelia estaba atrás de ella, observándola con una expresión malvada.

—No, nada... Solo quería que vieras por dónde te vas a caer —respondió la peliverde.

Fue entonces que Luz abrió sus ojos lo más que pudo. Se dio la vuelta para enfrentar a la chica que se atrevió a engañarla.

Pero fue muy tarde.

¡PAM!

—¡AAAAAAAAAHHHHH! —Gritó ella al recibir una patada en el estómago y caer al vacío.

La caída fue algo larga pero cuándo su cuerpo llegó al suelo, chocó de lleno contra un montón de bolsas negras de basura. Algunas de estas explotaron por tal impacto.

Pareciera que la chica había salido ilesa.

Error.

—¡AAAAAAHHHH! —Gritó Luz quién se retorcía del dolor. Tenía serías cortadas en varias partes de su cuerpo.

Digo, ¿A quién se le ocurre tirar objetos cortantes y meterlos en bolsas de basura?

También tenía un brazo dislocado, el cuál no podía mover. Entre lágrimas volteó hacia arriba. Su rostro adoptó una mueca de odio puro al ver la expresión burlesca de la responsable de su sufrimiento.

—¡Se te olvidó esto! —Exclamó Amelia.

Luz vio que ella sostenía con una de sus manos la bolsa de elixires que Eda le ordenó entregar.

—¡Ups! —Dijo la peliverde al soltar la bolsa al vacío.

Cómo pudo la humana se lanzó para atraparlo. Cosa que logró hacer. Pero que por desgracia le había causado mucho dolor al recibirlo de lleno en su estomago.

—Ay... —Se quejó.

Lo dejó a un lado y se sujeto el área afectada con su único brazo bueno, quedando en posición fetal. Le dolía y mucho. Nuevamente empezó a derramar lágrimas, pero eran esas que reflejaban su odio a las personas que le hacían daño.

Ese mal que sentía que la acompañaba desde hace un tiempo y que salía cuándo estaba frustrada.

Vio de reojo que la otra chica se despedía de ella, agitando su mano mientras le mandaba un beso.

Se burlaba de ella.

Eso hizo que su furia incrementará.

—¡AAAAAAAAAHHHHH! —Gritó a más no poder.

De pronto su cuerpo empezó a flotar en el aire. Sus ojos se habían vuelto blancos y de su cuerpo emanaba una extraña energía que provocaba feroces corrientes de aire en el lugar. Eso hacía que la mayoría de cosas en dónde estaba salieran volando por los cielos.

Ella apretó sus puños al igual que sus dientes hasta que estos empezaron a sangrar. Era cómo si su furia se hubiera vuelto una sed de sangre.

Pero ese fenómeno solo duró unos segundos hasta que su cuerpo volvió a la normalidad y ella cayó de rodillas al suelo.

No podía moverse pero al ver la bolsa con elixires de Eda, recordó que tenía trabajo que hacer. Se enfureció nuevamente. No quería que la llamarán débil.

Cómo pudo se puso de pie y mientras arrastraba la bolsa por los suelos se dispuso a terminar lo que empezó.

Un rato después.

Se veía como una adolescente humana caminaba de casa en casa entregando pedidos. Su aspecto era de lo más patético, aparte de estar toda sucia, se veía toda lastimada.

Pero eso no parecía importarle a las personas del lugar.

—¿Por qué tardaste tanto? —Dijo un sujeto alto que acababa de abrir su puerta para recibir su pedido. —Mi serpiente se estaba quedando sin aceite por tu culpa, no te daré propina.

¡Slap!

Fue lo último que le dijo después de arrebatarle el frasco de elixir para luego cerrarle la puerta en la cara.

Luz simplemente no dijo nada. Su expresión era una indescifrable. Sólo quería terminar con todo esto para irse a dormir.

Pero para su mala suerte aún le quedaban cómo veinte elixires más que entregar y eso solo provocaba que un sentimiento de odio mayor creciera en su interior.

A pesar de todo esto su semblante era el mismo. Siguió con su trabajo a pesar de lo mal que estaba. Algo en su interior la presionaba para que siguiera haciendo lo que hacía.

Seguramente era su fuerza de voluntad que no dejaba que nada ni nadie la doblegara, tal vez era su odio hacia todo mundo que hacía que siguiera adelante hasta estar un día por sobre todas las cosas o quizás podría ser el miedo de lo que podría hacerle la Dama Búho si llegaba sin un centavo a casa.

Sea lo que sea, debía hacerlo aunque le doliera.

Más tarde.

—¡Aaaaah...! —Suspiraba Luz quién se apoyaba de espaldas contra la puerta.

Venía entrando a la casa búho y sentía que un enorme peso había sido quitado de su espalda. Por fin terminó de hacer las malditas entregas y ahora podría descansar por lo que resta de día.

Cojeando se acercó a dónde estaba Eda. La bruja se hallaba en la cocina contando un montón de monedas que tenía sobre la mesa. Al parecer, la ganancia que obtuvo hoy de la venta en su puesto.

Se veía un poco preocupada. Al parecer no pudo vender lo suficiente. Se mordió uno de sus dedos y volteó a ver a King quién se hallaba echado cerca de la estufa disfrutando del calor que está producía.

Estiró su mano hacía él, pero la bajo rápidamente al notar que la humana había llegado.

Se puso a silbar mientras miraba a otra parte. Quién sabe qué demonios pasaba con ella y su amigo peludo.

Luz simplemente puso la bolsa vacía a un lado y dejó otra bolsa de tamaño mediano llena de caracoles en la mesa dónde estaba el dinero que Eda contaba. Esta rápidamente volteó y ni un segundo paso cuando vació el contenido de esta para empezar a contar.

Unos minutos después.

—¡Oh si! —Celebró Eda. Al parece habia logrado completar el dinero que necesitaba.

Incluso había reunido más. Sonrió ampliamente. Esa cantidad de dinero solo la lograba reunir en un mes, ya que no podía atender un puesto y hacer entregas a la vez. Si hacía uno, no podía hacer el otro.

Por lo que la humana sí que fue de mucha ayuda.

Volteó a verla para ver si podía agradecerle de alguna forma. Su expresión cambió a una confusa al verla echada en el sofá en un estado deprimente.

Al parecer algo le pasó.

Se acercó a ella. Luz mantenía sus ojos cerrados.

—Esto está mal... —Comentó al ver que la chica tenía un brazo torcido, moretones en varias partes del cuerpo y varias heridas que sangraban tanto en su cara cómo en su estómago. Rápidamente hizo un circulo de luz en el aire y no tardó para que la magia curativa de la Dama Búho sanará el cuerpo de la pobre humana. —Esto está mucho mejor. —Comentó contenta.

—¿Por qué tan bondadosa? —Dijo Luz sin abrir sus ojos. Luego los abrió y vio fijamente a la mujer frente suyo.

Esta simplemente se cruzó de brazos y volteó a ver a otra parte.

—Pufff... —Bufó. —No te sientas tan privilegiada, lo hice solo por que me eres de utilidad para ganar más dinero, si no, no te seguiría manteniendo. —Comentó con burla.

Luz suspiró.

—¿Y que te pasó? —Preguntó Eda viendo de reojo a su empleada.

La humana simplemente se encogió de hombros. La mera verdad no tenía ánimos para hablar. Sólo quería irse a dormir.

—No quiero hablar de eso... —Dijo para después subir sus piernas al sofá y abrazar sus rodillas contra su pecho.

Se veía un tanto triste.

—Cómo sea... —Eda le resto importancia. —Iré a hacer la cena. —Avisó.

—No tengo hambre... —Murmuró Luz con enojo.

¡BRRRRRRRRRRRRR!

Seguido de eso, su estómago sonó pareciendo un animal rugiendo. Tuvo que desviar la mirada y su rostro sonrojado mientras Eda la veía con una sonrisa burlona.

—Yo creo que si jeje —río. —Ve a lavarte las manos por mientras te preparó algo. —Ordenó.

La chica suspiró. No tenía de otra. Estaba hambrienta. Iba a encaminarse en dirección al baño pero Eda la llamó nuevamente.

—Luz un par de cosas más... —Habló. La mencionada la volteó a ver. —Primero que nada... Gracias por tu ayuda... Necesito mucho el dinero... Hay muchos gastos... Y eso... Ya sabes... —Dijo un tanto apenada mientras se rascaba la nuca.

—Ok... —Comentó Luz con una ceja arqueada. Algo raro había en eso que dijo. Desde su perspectiva, la bruja no parecía una mujer pobre.

Ya averiguaría que pasaba aquí en realidad.

De repente Eda la sujetó de los hombros y la hizo verla fijamente a los ojos.

—Y por último y más importante... —La bruja estaba muy seria de repente, casi parecía furiosa. —Nunca de los nuncas confíes en nadie de este lugar o podrías morir en un abrir y cerrar de ojos, ¿Entendiste? —Aconsejo.

Ella simplemente desvío su mirada a un lado. Obviamente lo decía por sus heridas. Eda no era tonta por lo visto.

Suspiró. Le dolía admitirlo. Pero la bruja tenía razón. No podía permitirse otro descuido cómo estos.

—Cuándo la encuentre la haré añicos... —Murmuró por lo bajo.

Amelia Blight pagaría por lo que hizo.

Al final Eda la soltó y ella se fue a lavar las manos, cenaron a gusto para más tarde irse a dormir. Claro que antes de eso la latina tuvo que lavar los platos pero eso es menos trabajo que andar haciendo entregas, luego de eso, ahora si, ya era hora de dormir.

Antes de conciliar el sueño, Luz observaba el techo reflexionando en lo que le había pasado los últimos días.

Llegando a la conclusión de que si quería sobrevivir en este lugar debería ser más fuerte y no solo físicamente.

—Debo aprender magia... —Murmuró.

Y aunque sea una tarea difícil, casi imposible para una humana, no parecía estar dispuesta a dar marcha atrás.

Debía buscar una forma de lograr ese objetivo.

Y no se podía permitir fallar o podría lamentarlo.

Continuará...


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Nos vemos en la próxima, adiósh ;3.