Como siempre, recordar que esta historia no me pertenece. La original es de Kelly Oram y yo solo juego con los personajes para nuestra diversion
Muchas gracias por los alertas y review
CAPÍTULO 3: El Video
No me encontraba de humor para discutir los detalles del Festival de Otoño de Huntington High. Mi vida acababa de ser destrozada. ¿Qué importaba si íbamos a despilfarrar el dinero para los baños químicos con los fregaderos en ellos o no?
—¿Isabella...? ¿Bella...?
Me di cuenta de que Eric Kwan, mi buen amigo y presidente a mi vicepresidencia, me hablaba. —¿Eh?
—¿Alguna preferencia? —preguntó.
—¿A quién le importa? Los baños químicos van a estar sucios de diez maneras distintas sin importar qué estilo le des.
—Un, ¿Bella?
Me sentí mal por desquitarme cuando me di cuenta de lo nervioso que Eric se veía, junto con el resto del consejo. —Lo siento, Eric. En serio, estoy bien con lo que sea.
—Bueno, en realidad, Bella, nos decidimos por los baños hace veinte minutos. Ahora hablamos de las tareas del comité. ¿Cuál quieres?
Guau. ¿Me perdí todo eso? La reunión casi había terminado. ¿Cómo sucedió eso? —No me importa. —Suspiré y luego grité—: ¡Ay! —Cuando tan groseramente me dieron un codazo en el costado.
—¡Música! —siseó Alice en mi oído.
—Música —repetí.
—¡De ninguna manera! —argumentó Jessica, su voz sonaba más aguda de lo normal cuando gritó su protesta. Me lanzaba dagas con la mirada—. ¡Ya he nombrado al comité de música!
Estoy segura que Alice iniciaría una pelea, pero yo estaba más allá de tener la energía para preocuparme.
Alice lanzó un brazo posesivo sobre mi hombro. —¿Un, hola? ¿Vicepresidente?
Ser un oficial me daba el derecho de tener la primera elección, pero Jessica siguió discutiendo de todos modos. —¡Pero a ella ni siquiera le gusta la música!
Eso no era del todo cierto. Me gustaba la música bastante. Simplemente no me obsesionaba con ello como algunas personas que conozco—Alice. No podría importarme menos buscar una banda para tocar en el festival, pero soy una buena mejor amiga.
—Quiero la música —le dije a Eric de nuevo, manteniéndome firme.
—Lo tienes —dijo Eric. No puedo estar segura, pero me pareció que había un atisbo de sonrisa en su rostro. Él había invitado a salir a Jessica el año pasado y ella lo había rechazado totalmente—. Bueno, Jessica, creo que te queda, las artesanías para pequeños, la venta de pasteles o limpiar. Oh sí, él sin duda lo disfrutaba. Por lo menos yo aún tenía un aliado que no sea Alice.
—No te vas a arrepentir de esto —susurró Alice cuando el resto de las tareas se repartieron—. ¡Tengo la idea más brillante!
—De nada.
—¡Gracias!
—Está bien, entonces —dijo Eric, llevando mi atención de nuevo a la reunión—. Creo que es todo. Nos vemos el jueves, y recuerden, sólo tenemos un mes, hasta el festival, para lograr que esté hecho.
Alice empezó a tirar de mi brazo mientras yo recogía mis cosas. — Bien —dijo—. Así que esta es mi idea, ¿estás lista para esto?
Cuando Alice se emocionaba por algo, no había nada que la callara. Pero no estaba de humor para sentir su emoción, así que me sentí aliviada cuando Eric se interpuso entre las dos.
—¿Cómo lo llevas? No me molesté en contestar a su pregunta. Mi estado de ánimo era bastante obvio.
—Lamento desquitarme contigo, Eric.
—Oye, no te preocupes. —Eric estalló en una amplia sonrisa—. ¿La mayor zorra en el Condado de Orange?
—Estoy totalmente iniciando un club de fans de Isabella — interrumpió Alice—. ¿Quieres entrar?
—Cuenta conmigo —se río Eric y luego cogió su bolso—. Oh, oye, ¿Bella? Sé que te has inscrito a un stand en el festival, pero si no te sientes bien con eso, lo comprenderé.
—Oh, no, está bien. Eso me dará algo para despejar mi mente de las cosas, ¿sabes?
—Está bien, bueno, hazme saber si necesitas algo. La sonrisa de Eric comenzaba a convertirse en una risa de compasión, así que asentí con la cabeza y luego salí de allí rápidamente.
Alice, siendo la amiga fiel que era, decidió distraerme al segundo en que salimos por la puerta. —Está bien, así que estaba pensando, Edward Cullen es ex alumno de Huntington High, ¿no? Así que yo apostaría que podríamos conseguir...
—Está bien, voy a pararte ahí, Alice.
Edward Cullen era el vocalista de una banda llamada Tralse—una banda que había sido la mayor obsesión de Alice en los últimos tres años. Era una adicta a toda la música, pero Tralse encabezaba la lista porque ella estaba convencida de que algún día iba a tener bebés del guitarrista líder.
—En primer lugar —le dije—. Tienes que haberte graduado para ser un ex alumno. Edward Cullen abandonó en su último año.
—¡Porque su banda consiguió un contrato de grabación!
—Y, en segundo lugar, nunca conseguirás que Tralse toque en el Festival de Otoño.
—Oh, pero lo haré. Tengo un plan.
—Oh, un plan. De todos modos, ilumíname Obi-Wan Kenobi
—Están tocando esta noche en el Roxy. Emmet nos va a llevar entre bastidores.
Gemí por dentro. Esta no era la primera vez que Alice me arrastra en alguna aventura de entre bastidores en L.A. Su hermano mayor, Emmet es un coordinador de eventos para algunos de los clubes más grandes en Los Ángeles. Desde que Alice y yo cumplimos 18 años, ha estado haciéndonos entrar en lugares en los que técnicamente no deberíamos entrar. No es mi escena favorita, pero está en la sangre de Alice.
Era, sin embargo, la primera vez que íbamos a conocer a Tralse, lo que me pareció un poco emocionante. Me acordaba un poco de Edward Cullen. Era un senior cuando Alice y yo éramos estudiantes de primer año. Magnífico no era la palabra adecuada para él. La palabra exacta era —Edward está más allá de caliente— pero era más que eso. Era carismático. Tenía una manera de forzar a los ojos a seguirlo por el pasillo.
No me sorprendió en lo más mínimo cuando su banda llegó a las grandes ligas. Aunque nunca se lo admitiría a Alice en un millón de años. No necesita ese tipo de estímulo. Cuando digo que Alice estaba obsesionada, me refiero al tipo de obsesionada que acecha su apartamento y roba su correo basura.
—Está bien, entonces vamos a conocer a Tralse —le dije—. Suponiendo que puedes hacer eso sin perder el conocimiento, y luego ¿qué?
Alice se encogió de hombros. —Tengo mis métodos de persuasión.
—¿Vas a desabotonarte tu top y le ofrecerás tener bebés a Jasper?
—¡Cállate! ¡Por supuesto que no! —dijo con una gran sonrisa tonta—. Aunque, si tuviera que sugerir que nos besuqueáramos...
Me eché a reír a pesar de mi estado de ánimo malhumorado. — Eres una grupie.
—¿Así que vas a venir?
—Nunca va a funcionar.
—¿Pero vas a venir?
—Si tengo que hacerlo.
—Debes hacerlo. Necesitas una noche de chicas de todos modos.
No podía discutir eso. Necesitaba desahogarme. Tal vez un poco de música en vivo me haría bien. Tal vez conocer a Edward sería divertido.
—Está bien. Pero yo me pido a Assy.
Assy. También conocida como una minifalda Gucci que Alice y yo encontramos en una de nuestras aventuras a las tiendas de segunda mano. Normalmente, tanto Alice como yo nos quedamos con la moda vintage, pero cuando nos encontramos con Assy simplemente teníamos que tenerla.
Honestamente, ¿Quién dona una falda de diseñador a una tienda de ropa de segunda mano? A Alice y a mí nos gusta creer que era algún padre sobreprotector porque la falda realmente te hace lucir muy bien.
Alice y yo somos talla seis a pesar de que estoy casi a 5'11 y ella está más cerca de 5'5". La diferencia está en las curvas. Alice las tiene y yo no. Alice es como esta exótica princesa ibérica con el pelo negro brillante y una tez porcelanada que es para morirse.
Yo, en cambio, soy más de lo que podríamos llamar Toda Chica de la Casa de al Lado. Tengo el pelo castaño, largo, al cual desde luego tengo que añadir toques de luz sólo para que parezca medianamente decente, y los ojos marrones más genéricos. Añade el hecho de que mis tetas son bastantes pequeñas y no tengo mucho a mi favor. Lo que realmente tengo son las piernas. Largas. Gracias a todo el voleibol que jugué, permanecen bastante torneadas.
Eso hace a Assy mi mejor amiga cuando necesito un impulso de autoestima. Funcionó. Me sentí un poco mejor acerca de mí misma cuando vi las cabezas girándose cuando entré en el club esa noche. Había acoplado mi sujetador maravilloso de Victoria Secret —que, por cierto, funciona de maravilla— y un par botas altas de cuero hasta la rodilla.
No suelo vestirme así, pero ser botada y convertirme en un paria social había hecho mella en mí. Estaba decidida hacer valer lo que invertí en esta chica hoy en la noche.
Tal como Alice prometió, nos habían dado brazaletes de entre bastidores y nos llevaron a la sección VIP. Me dirigí directamente hacia una de las mesas vacías, pero antes de que pudiera sentarme, Alice agarró mi muñeca y me dio un tirón en la dirección de una puerta marcada como privada.
—Parece que están a punto de empezar —le dije—. ¿No deberíamos esperar hasta después del show?
Alice echó un vistazo al escenario y sacudió la cabeza. —Eso es sólo el acto de apertura.
—¿Pero la banda de Edward no está preparándose en este momento?
—Confía en mí, no pueden hacer nada hasta después de que estos chicos hayan terminado. —Señaló el grupo de chicos tocando en el escenario con el equipo—. Ahora es el momento perfecto porque todos están sentados allá atrás totalmente aburridos. Tenemos que atraparlos cuando están preparándose para un espectáculo, y no después, cuando están agotados.
Con esto, Alice agitó nuestros brazaletes a un guardia y me llevó a través de la entrada de entre bastidores. Entre bastidores se hallaba débilmente alumbrado y atestado con todos los tipos de equipo en lo que parecía un caos absoluto. En medio de un mar de acordes eléctricos, había un par de sofás. Había tres estrellas de rock que miraban a chicos jugando póker en torno a una mesa de café, y un cuarto sentado en una esquina tirando de las cuerdas de una guitarra eléctrica desenchufada. Había probablemente un quinto miembro de la banda por debajo de una aspirante a modelo de Playboy en el otro sofá. Es difícil decirlo con seguridad porque no podía ver, pero estoy segura de que esa chica no sólo estaba besándose con la tapicería.
Alice respiró hondo, enderezó los hombros, tiró de su atuendo y luego chilló de emoción, alertando a todos, excepto al rey y la reina del besuqueo, de nuestra presencia.
El guitarrista nos miró y luego regresó directamente a sus cuerdas, pero los otros tres muchachos bajaron sus púas. Uno de ellos dio un silbido. —¿Quién ordenó piernas?
Mis ojos se ensancharon por la forma en que la mirada de Edward Cullen recorrió de arriba abajo mi cuerpo. La sonrisa en su rostro le hizo algo a la boca de mi estómago. Sabía que la falda se veía bien, pero todavía no podía creer que un tipo así me estuviera mirando de esa manera.
Nuestros ojos se encontraron y su sonrisa se volvió arrogante cuando mi incredulidad se registró en él.
—Hola hermosa.
Mi corazón se agitó. Antes de que pudiera responder Alice chilló de nuevo. —¡B! —susurró—. ¡Edward Cullen acaba de llamarte hermosa! ¡Oh, Dios mío! ¿Puedes creer esto? ¡Conocemos a Tralse! ¡Mira! ¡Jasper está justo ahí! ¡Oh, Dios mío, B, ¡me está mirando! ¡Me está mirando a mí!
Se iba a hiperventilar. Tratando muy duro para no reírme de Alice, la impulsé a respirar profundamente por la nariz. —Recuerda lo que hablamos, A. Estás siendo una de esas chicas. Tienes más dignidad que esto. Mantenla bajo control.
Eso provocó la risa de la banda. —¿Grandes fanáticas? — preguntó Jasper.
Aferré a Alice en caso de que sus rodillas decidieran rendirse. — Ella es la gran fanática —dije.
—¿Sólo ella? —Edward sonrió como si no me creyera. No quise ser grosera, pero había estado a la defensiva tanto el día de hoy, que automáticamente respondí al desafío en su voz. —Eso es lo que acabo de decir, ¿no es así?
—Piernas con actitud. —El tono de Edward se volvió cálido con aprobación—. ¿Por qué no traes esas bellezas aquí? Tengo un sitio preparado para ellas.
Él y todos sus amigos se echaron a reír cuando dio unas palmaditas en su regazo. No estaba exactamente impresionada. —Creo que estas piernas están bien donde están, muchas gracias.
Edward no se desanimó en absoluto por mi rechazo. —No habría esperado que piernas como esas fueran tan tímidas.
—No son tímidas —le informé—. Sólo esperan una mejor oferta. Sus amigos aullaron ante el insulto, mientras que Edward y yo nos seguimos analizando el uno al otro. Caímos en una competencia de miradas tan intensa que me sobresalté cuando una voz profunda de debajo de la blanca rubia dijo—: Amigos, ¿qué pasa con todo el ruido? Están matando el momento.
—No creo que cuarenta y cinco minutos cuenten como un momento, Garret —se quejó Jasper. Tiró una almohada a la feliz pareja—. Siéntate amigo. ¿No ves que tenemos compañía? —A Alice le dijo—: ¿Cuál es tu nombre, diosa?
A Alice le tomó un minuto encontrar su voz. —Alice.
—Alice —sonrió—. Es un placer conocerte. ¿Por qué no vienen tú y tu amiga y se sientan?
Suspiré por la forma en que todo el rostro de Alice se iluminó, y luego pasó por encima de Turner y Hochío a tomar asiento en el sofá.
Los chicos obviamente habían hecho sitio para mí, al lado de Edward, pero opté por sentarme entre Alice y la chica rubia en su lugar, porque Edward era demasiado tentador. Era alto —1,90 metros— o algo así con inquietantes ojos verdes que parecían arder a pesar de su sonrisa perezosa. Sus ojos eran de un gran contraste con su cabello grueso, brillante y cobrizo. Y no es que nunca lo hubiera visto personalmente, pero a juzgar por la forma en que su camiseta se aferraba a su torso, tenía un cuerpo que completaba el paquete de total atractivo. Era como una estrella de rock. Era encantador, divertido y seguro. Era prácticamente irresistible. Su único defecto era que lo sabía.
Desde su gran ruptura, Edward se había convertido en el gran chico malo de Hollywood rompecorazones adondequiera que iba. A juzgar por la forma en que hablaba sobre mis piernas, sólo podía asumir que la reputación era correcta. No mi tipo favorito de persona teniendo en cuenta que fui dejada sólo por no querer ir más allá.
Me di cuenta de que miraba fijamente otra vez cuando Edward me sacó de mis pensamientos. Sólo esperaba que estuviera lo suficientemente oscuro para que no pudiera ver mi sonrojo. —Entonces, ¿qué hay de ti, Piernas? —preguntó—. ¿Tienes un nombre?
—¿Piernas? —me burlé—. Lindo. ¿Se supone que vaya a desmayarme?
La sonrisa en respuesta de Edward iluminó toda la habitación. — Estás desmayándote por dentro.
Me dije a mí misma que mordiera el anzuelo, pero nunca he sido buena en dar marcha atrás ante un desafío. —En tus sueños.
—¿Lo prometes?
Tuve que morder el interior de mi mejilla para evitar esbozar una sonrisa.
—Será mejor que me digas tu nombre —dijo Edward—. O Piernas se me va a pegar permanentemente, y no va a ser mi culpa.
Tenía razón. —Es Isabella —admití lo suficientemente a regañadientes para que Edward se riera de mí.
Casi me había olvidado de que había otras personas en la habitación, pero en ese momento una mano bien cuidada bajó sobre mi brazo. —¡De ninguna manera! —gritó la chica rubia. Literalmente gritó. Incluso cuando estaba a sólo unos centímetros de mí—. ¡Sabía que me resultabas familiar!
—¿Te conozco? —pregunté, sorprendida.
—¡No me lo puedo creer! ¡Eres, como, muy famosa!
¿Famosa? ¿Yo? No lo creo.
—¡Eres la Virgen Bella!
Oh. No estoy segura de si alguien había apretado el botón de pausa en la habitación entera, o si eso es lo que se siente cuando el continuo tiempo y espacio se desmorona. Estaba completamente en silencio durante un momento, y luego poco a poco ciertos sonidos comenzaron a desvanecerse hacia adentro. Mi ritmo cardíaco, pulsando a cuatro veces su velocidad normal. Mi respiración, tan superficial, que no recibía ningún oxígeno en mis pulmones. Alice jadeó aturdida. Y entonces...
—¿Bella la Virgen?
De pronto echaba de menos ser llamada Piernas. Era Edward quién lo había dicho. Lo ignoré y miré a la chica. ¿Cómo me...?
—¿Eres virgen? —Una vez más, Edward.
—Lo dices como si fuera algo malo. —No podía evitar espetarlo.
—Estaría más que feliz de ayudar a solucionar ese problema.
—Apuesto a que sí. —Para la rubia dije—: ¿Vas a mi escuela?
—Mi primo va a Huntington. Posteó el enlace de YouTube en su Facebook.
Alice se hizo cargo de la conversación entonces, porque yo estaba demasiado conmocionada para hablar más. —¿El enlace de YouTube?
—Oh, sí. Tienes más de 20.000 visitas ya. Lo he visto como cinco veces yo misma.
Enterré mi cara en mis manos haciendo todo lo posible para no tener una completa crisis nerviosa delante de estas personas.
El brazo de Alice rodeó mi hombro por enésima vez ese día. —Así que alguien tenía un teléfono con cámara —dijo—. No es el fin del mundo. Todos los que conoces ya lo vieron ocurrir de todos modos.
—No lo he visto.
El entusiasmo en la voz de Edward hizo a mi estómago revolverse. Estuve agradecida cuando Alice lo ignoró. —¿A quién le importa si alguna chica al azar de Los Ángeles lo ha visto? —Miró a la chica y agregó—: Sin ánimo de ofender.
La chica se echó a reír. —No hay problema. Soy Kate, por cierto. Pensé que lo que hiciste estuvo muy bien. Si hubiera atrapado a mi novio así, habría matado a alguien.
—Espera un minuto. —Alguien que no era Edward interrumpió. Fue Jasper—. ¿Qué video? ¿Qué pasó? ¿Y en serio eres virgen?
El tipo de la esquina dejó su guitarra y se acercó a nosotros. — ¿Quién es virgen?
—Piernas aquí es virgen —explicó Edward en un tono mitad orgulloso, mitad burlón—. Tiene un video un poco escandaloso publicado en Internet.
—Oro, porno virgen —animó el guitarrista, y luego se aplastó en el sofá al lado de Edward—. ¡Estoy dentro!
—No, no es así —explicó Kate—. Aquí. Todavía tengo el enlace en mi página de Facebook.
Mi estómago se revolvió otra vez mientras sacaba su iPhone de su bolsillo. Le di a Alice otra mirada fulminante y ella dio unas palmaditas en mi brazo. No quería mirar, pero no pude evitarlo cuando Kate trajo a colación el video. Resulta que Alice tenía razón acerca de que la gente esperaba por mi colapso. Quienquiera que grabó esto había empezado a filmar incluso antes de yo viera a Jessica y Mike.
Kate le entregó su teléfono a Edward, y al resto de la banda a su alrededor ansiosos por ver el video. En el momento en que escuché la miserable voz de Jessica decir cuánto lamentaba estar besándose con mi novio, me hundí más profundamente en mi asiento, deseando que el sofá simplemente me tragara entera.
—Por supuesto que te elige a ti, Jessica. —Escuché una versión distorsionada de mi voz decir—. Eres la zorra más grande en el Condado de Orange...
Los chicos estallaron en carcajadas. Podía sentir la mirada de Edward quemando sobre mí, pero no levanté la vista para encontrarme con ellos. —Con agallas —dijo cuando no le hice caso—. Estoy impresionado. —Su voz sonaba como si yo debiera estar haciendo volteretas por el pasillo porque Edward Cullen estaba impresionado conmigo.
Luego, cuando me escuché profesar públicamente mi virginidad en el vídeo hubo una ronda de gritos de asombro, y luego risitas y risas finalmente más desagradables.
—Alice, ¿podemos irnos ahora, por favor?
—No podemos —susurró—. No se los hemos pedido todavía.
—¿Pedirnos qué? —preguntó Jasper a través de su risa.
—Nada —me quejé y luego miré a Alice—. Podemos encontrar a alguien más. Tengo que salir de aquí. ¿Por favor?
Alice puso mala cara, pero podía ver en mis ojos que estaba desesperada. —Bien —suspiró y comenzó a tirar de nosotras fuera del sofá.
—Espera. —Jasper puso una mano en su muñeca, y ella volvió a sentarse—. ¿Pedirnos qué?
Por supuesto Jasper ganó la batalla. El rostro de Alice se iluminó cuando se volvió hacia él y una vez más, tuvimos toda la atención de la banda. —Bueno —comenzó ella—. Estamos en el consejo de estudiantes de la Escuela Secundaria de Huntington. B es la vicepresidente.
—Oye, yo fui a la secundaria Huntington. —Edward. De nuevo con la interrupción.
—Sabemos eso —dije—. Eso es un poco por lo que estamos aquí. Estamos esperando que seas sentimental.
Edward frunció el ceño, y Alice le dio una deslumbrante sonrisa en respuesta. —Queremos que ustedes vengan a tocar en el Festival Anual de Huntington High.
Los cinco chicos se miraron y luego estallaron en una nueva ronda de risas salvajes. El bajista de la banda incluso se cayó de la cama y rodó por el suelo para el efecto dramático.
—¿Lo ves? —le dije a Alice—. Te dije que nunca lo harían. Lo siento, A. Salgamos de aquí.
Alice no estaba dispuesta a darse por vencida todavía. —¡Pero es por una buena causa! Y puesto que es su ciudad natal, estoy segura de que atraerían a una multitud enorme. Tienen toneladas de fanáticas en Huntington High. Ustedes pueden ayudarnos a recaudar mucho dinero.
—Lo siento, amiga de Piernas —se río Edward—. Estamos más allá de hacer cosas como tu trabajito de la escuela secundaria. —Se detuvo un momento y luego resopló—. Caridad. Eso es lindo. Pero a menos que tengas algo mejor que ofrecer... —Me miró más de reojo que fijamente—. Tenemos un verdadero espectáculo que hacer.
—Oh, por favor —murmuré entre dientes.
Pensé que lo había dicho demasiado bajo para que alguien lo oyera, pero Edward preguntó—: ¿Tienes algo que decir, Piernas? —Su voz sonaba divertida.
Sus bromas juguetonas habían sido en cierto modo simpáticas hasta que insultó a mi amiga. Había tenido un día largo y estaba cansada de ser intimidada, por lo que, al igual que en la cafetería aquella tarde, dije exactamente lo que estaba en mi mente.
—Su ego está como diez pasos demasiado lejos por delante de ustedes. Tuvieron una canción que sonó en la radio durante cinco minutos hace tres años. No son más que un grupo de desertores de escuela secundaria que no lograron conseguir un segundo contrato discográfico. Cuando sus quince minutos comiencen —que, a juzgar por el tamaño de la multitud ahí fuera, es probablemente pronto— sus cursis líneas seleccionadas van a dejar de funcionar. Van a ser completamente olvidados para cuando tengan treinta, así que no menosprecies a mi mejor amiga porque está tratando de hacer una diferencia en el mundo.
Después de eso, llegó el momento de mi segunda salida dramática del día, así que yo y mis piernas salimos de allí triunfantes, arrastrando a Alice con nosotras.
