Saludos queridos lectores.

Traigo nuevo capítulo de Reina de corazones, historia que espero siga siendo de su agrado. Al final del capítulo, dejaré respuesta a sus comentarios.

Quiero comentar, que tuve algunas errores en los capítulos anteriores, los cuales, ya he corregido, aunque no me han aparecido. Espero que para cuando lo lean, ya se hayan actualizados los cambios.

Los ajustes que hice no son grandes, pueden releer todos los capítulos para descubrirlos o bien, se los mencionaré brevemente a continuación: dentro del cabaret, los Uchiha tienen apodos para que la gente de la mafia no sepan que se trata de ellos, así que cambié los nombres por los apodos. Maadara es el Rey, Obito es Alfil, Itachi es Caballo y Sasuke es Torre. Los allegados a Maadara que no son de su familia son Peones. Como verán, pasamos de las cartas al ajedrez, y es importante señalarlo porque de esa forma podrá entenderse un comentario que Maadara le hará a Karin en el siguiente capítulo.

Lamento de antemano el error, me dejé guiar por los nombres de los personajes. Por ahora los dejo con la actualización, no sin antes agradecerles por seguir esta historia n.n


Your voice is like a soothing drug
But still there's blood in your tears
You're my dynamite opium angel
I blow your mind and soothe your soul

Las siguientes semanas Maadara no soltó a Karin, especialmente cuando Obito le dio el reporte de investigación sobre las actividades de la pelirroja durante sus vacaciones. En él se reportaba los días que estuvo encerrada por su "resfriado", el cómo los trabajadores la vieron enferma incluso un par de días después de haber estado encerrada y de lo mal que se llevaba con su acompañante. Por supuesto, nadie, además de Obito, sabía de ese reporte, así que todo mundo creyó que aquél buen humor del líder Uchiha se debía solamente al éxito de la misión y de poder volver a jugar con su muñeca. Sin embargo, había algo más detrás de ese reporte y saldría a la luz antes de lo que Maadara planeaba.

—¡Sasuke! —exclamó Karin contenta cuando vio al chico entrar por su ventana y se lanzó a besarlo.

Desde su regreso no habían podido volver a estar juntos, como si Maadara les estuviera cobrando el tiempo que fueron felices.

—Necesitamos hablar —le dijo él a pesar de que ella estaba empeñada en tener sus labios.

—No quiero oírte —respondía ella entre besos mientras le quitaba la camisa— Buenas o malas noticias, te necesito.

Y Sasuke también necesitaba saber que ella no se había olvidado de esos días de felicidad, así que no protestó, pero aunque estaba dispuesto a darse esa libertad, se repitió una y mil veces que sólo sería una sesión para después decirle a Karin lo que tenía planeando desde que regresaron del Monte Takao.

Ambos jóvenes estaban dispuestos a abandonarse una vez más a esos breves momentos de amor y pasión, pero al quedar en ropa interior, Karin se apartó violentamente de su amado y corrió al baño.

El azabache corrió preocupado tras la chica para darse cuenta que ella estaba volviendo el estómago, pero antes de siquiera poder auxiliarla, ella, entre arcadas, lo echó de su habitación, pues en cualquier momento los criados la oirían y entrarían a la habitación para saber lo que sucedía.

Por supuesto, al chico no le gustó nada tener que abandonarla, pero lo hizo porque no quería preocuparla estando ella enferma. Además, se apresuró a salir de allí pues Maadara, Itachi y Obito no estaban en casa y seguramente los criados lo llamarían a él para irla a ver.

—Traigan su bata y llamen al doctor —ordenó Sasuke cuando los criados y él entraron y vieron a la pelirroja sentada a un lado del excusado en ropa interior tratando de recuperar fuerzas tras el esfuerzo del vómito.

—No es necesario llamar al doctor —contestó Karin y una de las criadas la cubrió con la bata— Es obvio que no me cayó bien la cena —señaló el excusado— Ya lo saqué todo. Sólo necesito un té y descansar.

Sasuke estaba preocupado por su salud, pero ella parecía estar mejor después de vaciar el estómago, así que ordenó a los sirvientes limpiar el baño, llevarle el té y estar al pendiente en caso de que se volviera a poner mal y pese a que esa última orden podría ponerlos en peligro, él no se privó en volver a la habitación de la pelirroja a escondidas para asegurarse de que todo estaba bien.

—Lo siento, de verdad quería estar contigo, pero estoy exhausta —Karin lo abrazó para después soltar una risilla— ¿Sabes cuántas veces he tenido que aguantar las ganas vomitar estando con Maadara? Jamás se me ocurrió vomitarle encima y decir que estaba enferma —decía recargando su cabeza en el pecho de él— No creí que, de todos, fuera contigo con quién ocurriera esto.

—¿De verdad estás bien? —preguntó Sasuke poco contento de tener que recordar que había otros, pero no por eso se abstuvo a abrazarla.

—Si. Comí demasiado curry en la cena. Sé que no debo hacerlo porque me pone mal, pero esperaba que Maadara se fuera sin mí, así que no dejaba de pedir arroz.

—Descansa —la arropó decidido a quedarse a su lado.

—Será mejor que te vayas. Quizá le hayan avisado a Maadara y podría venir —señaló la pelirroja pero el azabache insistió en quedarse un rato más antes.

Karin fingió quedarse dormida, logrando que Sasuke se fuera, momento en que ella saltó de la cama y comenzó a caminar de un lado a otro a sabiendas que aquellas náuseas no tenían nada que ver con la comida.

Cómo prostituta, Karin ya había experimentado en una ocasión el embarazo y debía sentirse afortunada de que fuera sólo una en cuatro años, porque sus compañeras habían tenido que pasar por ello más de cinco veces y eso que algunas eran más jóvenes que ella. Estar embarazada resultaba una de las experiencias más confusas para las chicas, pues esperar el hijo de un violador, no era nada grato, pero algunas veces el sentimiento de maternidad les despertaba. A veces odiaban al niño, a veces lo amaban y a veces se odiaban a sí mismas por amar u odiar a un niño no deseado que no tenía la culpa de lo que les pasaba. Pero la peor parte de todas es que ellas no podían elegir qué hacer con su embarazo, pues siempre las hacían abortar para que pudieran seguir trabajando y allí era donde la cosa empeoraba, no sólo porque su cuerpo se volvía débil tras el procedimiento y debían seguir recibiendo a un montón pendejos pervertidos, sino que debían fingir estar bien, cuando por dentro no podían decidir si se alegraban o no de haber perdido a los niños.

En el caso de Karin, quien estaba como favorita de Maadara, la situación no mejoraba y eso ella lo había descubierto al cabo de cuatro meses de haberse vuelto exclusiva del líder Uchiha. En ese tiempo, ella ni siquiera hablaba con Sasuke, así que estaba segura de quién era el padre, sin embargo, cuando éste se enteró de las sospechas, la envió a asegurarse de su estado, pero había sido sólo un retraso sin más, y fue cuando Maadara le advirtió que, si se embarazaba, él mismo la asesinaría al momento.

No era que Karin no se cuidara, ella siempre tomó anticonceptivos, pero sabía que la efectividad no era del ciento por ciento y por ello todavía podía experimentar el terror que sus compañeras sufrían si su regla no llegaba en tiempo.

Ahora, ella no podía ignorar el retraso, porque al principio se lo atribuyó a la presión que sentía cuando pretendía huir, sin embargo, esa noche durante la cena sintió tal antojo de gyosa, un platillo que a ella no le gustaba para nada, que ya le había dado una advertencia. El remate de sus sospechas fue que ella estaba en perfecto estado antes de que las náuseas aparecieran repentinamente, sin mencionar que, pese a haber tenido un mes de vacaciones en las que estuvo muy activa físicamente, ahora se cansaba rápidamente.

Si, quizá todos esos elementos fueran sólo una coincidencia, pero ella no se guiaba por casualidades. Además, conocía bien su cuerpo y sabía que las cosas no eran tan sencillas.

Pensando en las señales, Karin hizo cuentas para saber un aproximado del tiempo que tenía de embarazo, eso le daría una pista sobre cuánto tiempo tenía antes de que alguien sospechara de su estado. Los cálculos le decían que debería tener entre seis y nueve semanas, según sus recuerdos de actividad sexual sin protección. Sólo había tres posibilidades de la concepción: la noche en que estuvo con Maadara y después con Sasuke antes de ir de vacaciones, el día anterior de volver a la mansión cuando se acabaron los condones y el día de su llegada cuando Maadara la tomó en el recibidor. Fuera cual fuera el día, aún había dos posibles padres.

Agitada, Karin sacudió la cabeza pues no debía pensar en el padre, porque no importaba de quién era ese hijo, ella tendría que deshacerse de él antes de que Maadara se diera cuenta y la asesinara, pero no sabía cómo lograrlo sin ser descubierta. Por supuesto, la opción de pedirle a Sasuke ayuda estaba descartada porque, aunque él aceptara ser su cómplice en dicha tarea, ella lo conocía lo suficiente como para saber que él no se quedaría con la duda de la paternidad y que sin importar cuál fuera la respuesta o incluso si no la conseguían, a él le dolería el tener que deshacerse de ese pequeño no nato.

Como mucho, Karin debía terminar con aquello en una semana para evitar que alguien se diera cuenta. ¡No importaba que incluso el bebé fuera de Sasuke!

Escapar tampoco era una opción. No había forma de que Maadara la volviera a dejar viajar tan pronto e intentar huir desde la mansión o el burdel sería una misión suicida estando ambos lugares llenos de sus compinches. Además, estando embarazada y esos horribles síntomas de cansancio y náuseas le podían jugar en contra. Simplemente la idea de huir no podía ser considerada.

Los siguientes días Karin se esforzó mucho por ocultar sus síntomas de todo mundo y por encontrar una forma de deshacerse del bebé sin que nadie se enterara, pero entre más tiempo pasaba, se iba dando cuenta que ello sería una tarea prácticamente imposible. Incluso pensó en encontrar una forma de obtener la ayuda de Jackie, pero justamente cuando reflexionaba cómo comprar su silencio, sus planes se desmoronaron.

Karin estaba en el cabaret, había terminado su presentación como cantante de y Maadara aún no llegaba, así que decidió quedarse un rato tras bambalinas junto a los corazones antes de que salieran a dar su presentación. Platicó con ellas de cosas variadas hasta que tuvieron que salir al escenario, quedando sólo una de las chicas que entraría minutos después.

—¿Estás bien? —le preguntó la chica a la que llamaban Lila.

—Desde que llegamos aquí, ¿cuándo alguna de nosotras ha estado bien? —contestó Karin— Fuera del usual infierno, estoy bien.

—No es verdad. Tu ánimo no es el de siempre.

—No… creo que fueron las vacaciones —contestó Karin tratando de ocultar el verdadero problema— Probé lo más cercano a la libertad y lo extraño.

—Siendo honesta, creí que aprovecharías la oportunidad para huir y que ahora te arrepientes de no haberlo hecho —confesó Lila— Si regresaste por nosotras, no debiste detenerte, no puedes salvarnos y tampoco mereces atarte a nosotras. Harías más escapando y denunciándolo.

Karin se sintió culpable pese a que la chica le daba su aprobación, pues la razón para haberse quedado no había sido por ellas. Al mismo tiempo se sintió triste porque a diferencia de sus compañeras, Karin conocía la identidad de Maadara y denunciarlo tras escapar no sólo no daba la garantía de que lo atraparan, sino que él podría ir tras ella por venganza.

—Le tengo más miedo a la tortura que me harían si me atrapan que a…

Las náuseas volvieron mientras había iniciado la frase y luchó para reprimirlas y ocultarlas, sin embargo, esta vez no pudo disimularlas y se paró de un salto para correr al baño. Al correr, se cruzó con Obito que había ido a buscarla por órdenes de Maadara y para empeorar la situación, Karin no pudo contenerse más y vómito a unos pasos del Uchiha.

—¡Rosa! —exclamó Lila queriendo acercarse a Karin para ayudarla, pero Jackie llegó para indicarle que era su turno en el escenario.

—¡Deja de perder el tiempo y sube al escenario! —gritó Jackie cuando Lila dudó, pero al final la joven de la edad de Karin, terminó por obedecer y sólo lo hizo porque vio a Obito cerca.

—¡Trae un balde y con qué limpiar! —ordenó Obito a Jackie cuando la mujer se acercó burlona a la pelirroja. De mala gana Jackie obedeció, pero no demostró su molestia.

Mientras tanto, Karin no dejaba de volver el estómago a pesar de que lo intentaba, pero quizá era el miedo de que había sido atrapada con el malestar lo que le provocaba más arcadas.

Para cuando la chica paró de vomitar, algunas de las chicas ya habían salido del escenario y Jackie las puso a limpiar. Así mismo, Obito le había ordenado ayudar a la pelirroja a llevarla su camerino mientras él le avisaba al líder Uchiha.

—Déjame adivinar —sonrió Jackie mientras acompañaba a Karin, quien no se había dejado tocar por ella— ¿Estás embarazada?

—¿Estas tan desesperada por destronarme que un malestar estomacal lo confundes con un embarazo? —se burló Karin— Para ser una madame tan vieja, estás muy ciega —trataba de fingir estar bien, pero estaba exhausta por el pasado malestar— ¡Espera! ¡Debe ser eso! Estas tan vieja que te estás volviendo ciega.

—Vienes de un viaje del cuál no has dejado de quejarte de las largas caminatas que te obligaron a dar para adelgazar y a pesar de ello te pones ropa que disimula tu vientre cuando siempre usas cosas entalladas y ahora vomitas de repente. No estoy ciega ni soy tonta —entró al camerino de Karin riendo— En cuanto el Rey se dé cuenta de tu estado, va a matarte y yo recuperaré mi corona como la Reina de corazones y de una vez te digo que, en venganza, voy a hacerlo dudar de la paternidad de ese niño y te torturará cuando sepa que no es suyo.

—¡Anda, ve y di lo que quieras, pero lárgate de mí camerino! —exclamó Karin— ¡No quiero verte, tu cara me causa más náuseas que cualquier otra cosa!

Jackie dio a entender a Karin que no se iría, pero la pelirroja fingió que volvería a vomitar sobre de ella y la mujer salió corriendo asqueada.

Cuando la pelirroja quedó a solas, comenzó a temblar. Ella volvería a decir que estaba enferma del estómago para tratar de ocultar la situación, pero si Jakie convencía a Maadara de que ella estaba embarazada sería su perdición y lo peor, es que como ya había jugado la carta de la enfermedad hacía cinco días atrás, quizá el Uchiha le creería a la mujer.

Temerosa, Karin incluso pensó que suicidarse sería un mejor camino que dejar que descubrieran el embarazo, al menos así ella podría tener el control de su muerte, pero antes de siquiera pensar en cómo lo haría, Obito llegó al camerino.

—Vámonos.

—¿A dónde? —preguntó ella confundida.

—Mi tío me ordenó llevarte a la casa —contestó fríamente— El médico está en camino para revisarte.

—No creo que sea necesario, sólo…

—Yo sólo sigo las órdenes de mi tío, no me importa si es o no necesario —contestó Obito— Así que puedes venir conmigo por tu propio pie o te llevo a la fuerza.

Desde hacía un tiempo, Karin había notado que Obito era más frío con ella de lo usual, así que, a pesar de estar asustada con la revisión, siguió al del antifaz negro con dorado hasta el auto. Ella había planeado correr hacia Maadara para hacerlo cambiar de opinión cuando lo viera al salir de detrás de bambalinas, pero no lo encontró a primera vista y Obito no le dio oportunidad de buscarlo.

Karin no pudo evitar la revisión del doctor a pesar de que buscó la forma hacerlo aun sabiendo desde el principio que Obito la forzaría sólo por obedecer a Maadara. Para tratar de cubrir la noticia, ella evitó hablarle al doctor de su falta de menstruación y se quejó de dolor de estómago para confundir el diagnóstico, pero cuando el doctor terminó, sólo agarró sus cosas y salió de la habitación.

La chica intentó hacer hablar al doctor sobre su diagnóstico antes de que se fuera, pero éste sólo le contestó con la despedida y Obito no dejó que Karin saliera de la habitación encerrándola.

Temiendo que la hubiesen descubierto, Karin rebuscó en su bolsa de mano de aquella noche un pedazo de espejo que había estado guardando para defenderse. Maadara era muy cuidadoso de lo que ella tenía en su habitación, así que cuando Sasuke había roto su espejo del camerino, ella había logrado tomar un trozo y ocultarlo. Si la habían descubierto, ella podría defenderse… o suicidarse.

Al poco de haber tomado el espejo, la puerta de su habitación se abrió y ella lo escondió dispuesta a gritarle a quien fuera que estuviera entrando sin llamar a la puerta, pero para su sorpresa, se trataba de Maadara. Ella no sabía que él ya estaba en la casa.

—¡Cariño! No era necesario llamar al doctor, sólo es un malestar estomacal —habló Karin abrazándolo y tratando de seguir fingiendo que todo era alguna enfermedad— Además, el doctor me revisó y no dijo nada, porque seguro es pasajero.

—Hablé con él y me dijo su diagnóstico —contestó Maadara con una sonrisa extraña que asustó a Karin, pero no lo demostró. Ella actuaría hasta el final— Necesitamos hablar.

—¿Tan grave es? —preguntó ella perdiendo el valor lentamente y él la hizo sentarse en la cama.

—¿Aún recuerdas lo que te dije que pasaría si te embarazabas? —preguntó Maadara y la joven se estremeció. Sin embargo, y aún con muchas dificultades, ella mantuvo la calma y puso la diestra en su pecho a la altura del corazón, cerca del tirante del brassier donde había ocultado el trozo de espejo bajo el vestido.

—Dijiste que terminarías con mi vida —ella procuraba mantenerse fuerte, pero ya había rastros de su miedo— ¿Eso te dijo el doctor? Porque hasta donde sé…

—¿Sabes por qué no tengo hijos? —él la interrumpió y Karin sólo negó en silencio. Empero, ella ya se había hecho una idea de la razón.

La familia Uchiha era una de las más importantes del país junto a los Senju, los Uzumaki y los Hyuuga. Estas cuatro familias prácticamente gobernaban el país, pues sus miembros se involucraban en la política generación tras generación y de alguna forma habían sabido mantener el orden. Los Uchiha, sin embargo, siempre habían tenido rumores alrededor sobre diferentes delitos y claro, Karin junto al resto de las chicas secuestradas eran testigos y víctimas de ello.

Frente a la sociedad, los Uchiha se presentaban como una familia respetable, pero en los barrios bajos donde ejecutaban sus planes delictivos, se ocultaban tras los antifaces y con nombres claves para disminuir la cantidad de gente que supiera sobre identidad. Es más, aunque Karin ya había tenido la oportunidad de ver el rostro de Maadara y sus sobrinos, se suponía que no debía saber ni el nombre ni su apellido, pero ella los conocía por Sasuke e Itachi.

En una familia de ese tipo, era natural que la descendencia fuera muy importante, ya fuera por la cara que daban a la sociedad como políticos o la que daban dentro de la mafia, así que Karin llegó a preguntarse el porqué ese hombre, teniendo la oportunidad de tener muchas amantes, ya fuera a las que obligaba a trabajar con él o las mujeres de la alta sociedad que seguramente lo veían como un gran prospecto, no tenía hijos a sus cincuenta años.

Karin siempre tuvo esa duda, pero la respuesta no llegó sino hasta después de que él la amenazó con asesinarla. La única respuesta posible era que él era estéril y eso también explicaba el por qué mantenía a sus sobrinos tan cerca. Por supuesto, aquello sólo era una especulación de la pelirroja y fuera acertada o no, ella no quiso arriesgarse, razón por la que seguía tomando anticonceptivos. Empero, ahora que Maadara actuaba de esa manera y la sentaba a hablar, ella sentía confirmadas sus sospechas y aunque su hijo fuera de Sasuke, ahora sólo podía reunir valor para quitarse la vida. Al menos así, ese infame no sabría sobre el padre.

—Soy una gran influencia frente a la sociedad y en los barrios bajos. No soy un hombre común, así que la gente que me rodea, no puede ser gente común ¿me entiendes?

—Si —Karin contestaba tratando de parecer seria, pero notaba como el miedo quería escapársele en la voz, por ello respondía con palabras cortas.

—Mis hijos no pueden ser la excepción y para que eso pase, la madre debe ser excepcional y ciento por ciento fiel a mi —soltó una risilla— ¿Sabes? Alguna vez pensé en ser padre soltero, pero ¿cómo puedo esperar fidelidad de mi hijo sin nadie que lo adoctrine adecuadamente?

—Entiendo —aquello no parecía un discurso de "soy infertil", pero eso tampoco la tenía a salvo, así que seguía asustada.

—No podía aceptar que ninguna de mis amantes se embarazara de mí, necesitaba estar seguro de encontrar quién cumpliera con mis criterios: fidelidad, excepcionalidad, fortaleza y astucia —río aún más por el gesto confundido de la chica— Ni siquiera entre las damas de la alta sociedad es fácil encontrar esas características —bufó cansado para luego mirar a Karin con una sonrisa— Hacía unos días había decidido hacerte mi Reina Negra, sólo estaba preparando lo necesario para ello y te me has adelantado.

—Hablas de…

—Vamos a casarnos, serás mi esposa legítima y tendremos a nuestro Príncipe —él se acercó tocándole el vientre pero besándole el cuello lujuriosamente— Admito que será un problema a los ojos de esos mojigatos nuestras edades, pero cuando te presente, dirás que tienes treinta.

—¿Treinta? —fue lo que pudo decir Karin a pesar de estar incrédula ante la situación.

—Sé que odias decir que eres más vieja, pero velo de esta manera, todas te envidiaran al pensar que te ves más joven de lo que dices —le decía riendo aun jugando en su cuello. Ahora había bajado la mano que le había puesto en el vientre a sus piernas para acariciarlas— Crearé una nueva identidad para ti y nadie sabrá de dónde viniste, pero no podrás regresar al cabaret —metió la mano bajo la falda para tirar de la tanga mientras le murmuraba al oído— Por lo menos hasta que les haga creer a los de allí que te vendí o quizá mande cambiar a todos los corazones para que no reconozca nadie.

La chica apenas podía asimilar lo que estaba oyendo, no podía creerlo, pero pudo reaccionar rápidamente cuando Maadara pretendía abrirle el vestido. De hacerlo, descubriría el pedazo de espejo que de casualidad no había tocado.

—¡Espera! —exclamó ella empujándolo y corrió al baño.

—¡Mañana Obito te acompañará al ginecólogo para confirmar el diagnóstico! —gritó Uchiha antes de irse, pues había perdido las ganas al oír las arcadas de la chica.

Maadara salió de la habitación un tanto molesto por la situación, pero sabiendo que ello traería un bien mayor. Al salir, vio a Obito acercarse a él.

—Mañana la acompañarás a que le hagan la prueba en el laboratorio y confirmar el embarazo.

—Entendido —contestó Obito esperando alguna otra indicación, pero su tío comenzó a alejarse— ¿Hará prueba de paternidad?

—Sería muy estúpido de su parte que le haya pasado por la mente algo como eso. Tampoco es que tuviera muchas oportunidades.

—Tío, ella estuvo un mes fuera y aunque mi investigación no haya arrojado sospechas, todos los datos que reuní fueron de testigos. Eso no quiere decir que ella no haya hecho nada bajo el agua.

—¿Aún sospechas que ella y Sasuke tengan algo que ver? —preguntó Maadara mirando con seriedad a su sobrino pues, aunque Obito era casi tan desconfiado como él, ese tipo de sospechas tan abiertas sólo eran propias de él si tenía motivos— ¿Has visto algo de lo que no me hayas hablado?

—Nada sólido, es más un presentimiento persistente. Hay algo que no me ha dejado de molestar desde que Sasuke la vio como su favorita —contestó el joven con sinceridad— Ella no es la primera que tiene desde que mis primos vinieron a vivir con nosotros, pero es la primera con la que Sasuke tiene una reacción y como dije antes, el odio puede ser una finta.

—Rosa es la primera de mis chicas que se comporta tan descarada como para fingir coquetearles frente a mí. Tal vez sólo sea incomodidad. Tu e Itachi reaccionan similar —contestó Maadara quitándole importancia, a lo que Obito no insistió cuando él volvió a su andar. Sin embargo, unos pasos más adelante, paró y sin mirar a su sobrino le dio una nueva orden— Haz la prueba, te daré mi sangre más tarde. No dejes que nadie se entere, ni siquiera ella o tus primos.

Desde el reporte de Obito sobre las vacaciones de la chica, Maadara había estado muy contento y saber que podría ser padre lo volvieron loco de felicidad, aunque fuera poco efusivo en el exterior, pero ahora estaba enojado. No con Obito por sospechar ni con la pelirroja por tener sospechas de su fidelidad, sino más bien consigo mismo.

Con o sin sospechas, Maadara habría mandado a hacer esa prueba de paternidad, especialmente antes de siquiera mencionarle a su amante que la quería por esposa, pero ahora parecía que estaba actuando torpe en relación a lo que ella se refería y eso no le gustaba.

Por su parte, Karin estuvo fingiendo que vomitaba por unos minutos, aunque el miedo la hizo volver el estómago de todos modos. A tiempo se le había ocurrido fingirlo para evitar que Maadara se diera cuenta del pedazo de espejo y por suerte no sólo le dio tiempo de ocultar de nuevo la navaja, sino que él se había ido sin tocarla más.

Una vez que terminó de vomitar y que sus piernas recuperaron fuerzas, se aseguró que Maadara se había ido y cerró con llave la puerta. Necesitaba tiempo para pensar en todo lo que había pasado.

Desde que ella fue forzada a trabajar en el cabaret, Karin jamás aspiró a ser amante de Maadara, sólo fue obligada. Cuando ocurrió, ella no quería durar mucho en ese puesto porque sabía que las que duraban, una vez que eran desechadas eran vendidas y llevadas a vivir un destino incierto. Sin embargo, ella había terminado por luchar para conservar el puesto cuando se dio cuenta que podía obtener el poder de mejorar las vidas de sus amigas, que sólo debía lidiar con Maadara y no con cientos de hombres y porque podía estar con Sasuke.

Al decidir que aceptaría los riesgos de alargar su estadía con Maadara, jamás cruzó por la mente de Karin en volverse su esposa, ni siquiera había oído ningún rumor de que alguna vez él hubiera considerado eso con alguna de sus amantes, mucho menos con Jackie que se sabía que había sido la más favorecida estando con él y la única que no sólo no había sido vendida, sino que administraba el burdel. ¿Por qué entonces ahora lo había decidido con ella?

Pensar en ello angustiaba a Karin, pues el que ese hombre la hubiese marcado de ese modo significaba que jamás podría escapar de allí si alguna vez se lo volvía a proponer, pues ya de por sí era un riesgo huir sola y con un bebé… ella no quería tener ese bebé, no quería que naciera en ese infierno envuelto en las manos de ese psicópata.

¿Qué se suponía que debía hacer? Ahora Maadara sabía del bebé y quería tenerlo, pero por más que pensó las cosas, ella sabía que su única opción era el suicidio tal y como ya lo había considerado. La muerte de ella significaría la libertad para ella y ese niño y debía ser certera para que no hubiese posibilidades de que la salvaran.

Tenía la posibilidad a la mano con el trozo de espejo, pero dudó en hacerlo en ese momento porque Maadara estaba en casa. Debía hacerlo cuando él estuviera de misión o fuera a alguna de las fiestas elegantes de la alta sociedad, así nadie entraría a su cuarto en toda la noche y… ¡Sasuke!

Había estado tan conmocionada por todo lo ocurrido que había olvidado que Sasuke se iba a enterar del embarazo tarde o temprano y la única razón por la que aún no sabía era porque estaba en una misión. Cuando Sasuke se enterara… ¡Maldita sea!

Lágrimas escurrieron de su rostro porque ella no quería darle la oportunidad a Sasuke de confrontarla por el tema, temía cambiar de opinión por su culpa a pesar de que no había nada que hacer, pero tampoco podía quitarse la vida en ese momento. Si Maadara o Sasuke aparecían a tiempo, podrían detenerla o incluso salvarla y después de ese intento fallido las cosas serían peor.

Aunque le doliera tener que enfrentar a Sasuke, Karin decidió fingir como había estado haciendo todos esos años hasta encontrar el momento adecuado en que las probabilidades de sobrevivir rozaran lo imposible. En cuanto a qué decirle a Sasuke sobre el bebé… De una u otra forma debía convencerlo de que ese niño era de Maadara para que él se alejara, así al menos le dolería menos cuando ella ya no estuviera.


genesis: Linda, muchas gracias por tu comentario n.n Y no, Karin no le dijo toda la verdad, sólo fue una verdad a medias, pero en efecto, tuvieron algunos días para ellos. Se merecían un descanso.