El resto ya se lo saben…
Los personajes no me pertenecen son creación de Rumiko Takahashi
Música de fondo:
"Lost" de Jai Wolf ft. Chelsea Jade (POV Akane y POV Ranma por la mañana)
"Everybody got their something" de Nikka Costa (Toda la escena en clase de idioma y charla posterior)
"212" de Azelia Banks ft. Lazy Jay (baile)
"Fell in love with a girl" de The White Stripes (parte final con Ranma)
—Atracción imposible—
Abrió los ojos de golpe y miró su entorno con un pánico inicial al no reconocerlo, pero después relajó el golpeteo frenético en su corazón y acompasó sus respiraciones cuando notó que estaba en el dormitorio de sus amigas.
Junto a ella dormía plácidamente Sayuri y en la cama gemela al otro lado de la habitación estaba de espaldas Akari.
Con cuidado de no despertar a ninguna de las dos se levantó y salió del sitio rumbo el baño del piso. Aún no se mostraban indicios del amanecer pero igual que como siempre al despertar ella tenía esta sensación de perdida de que algo importante se resbalaba de su memoria, pero como sucedía luego de un segundo no prestó mucha atención.
Anduvo perezosa por el corredor y al llegar hasta el final ni siquiera prendió alguna de las luces cuando entró, por la hora era normal que los servicios estuvieran vacíos y en realidad ella solo planeaba atender sus necesidades y después bajar a la calle a comprar una bebida fría de una de las tantas máquinas despachadoras fuera de la residencia.
Pero tras unos pocos minutos de estar ahí se escuchó la puerta principal de los baños azotarse con descuido, como por una urgencia, y después de un extraño silencio tenso ella escuchó a alguien llorando mientras corría el agua de alguno de los lavamanos.
Akane se apresuró y salió de la pequeña cabina, preocupada por que quien estuviera fuera se sintiera mal o en peligro o triste.
—¿Akane? —preguntó con la voz ronca Ukyo, quien trataba de lavarse sus lágrimas como si quisiera desaparecerlas al mojar su cara con las yemas de sus dedos —¿qué haces aquí? —notó la angustia en su tono. De sus pestañas escurrían gruesas gotas provocándole parpadear con mayor frecuencia para enfocar su vista en ella.
Así que le ofreció una sonrisa amigable cuando avanzó al lavabo contiguo y se limpió las manos —tuve un mal día —mostró su herida —me ofrecieron asilo Akari y Sayuri para no estar sola.
La chica frente al espejo arrugó su frente al escuchar lo que le contaba —¿cómo te lastimaste?
Agitó su mano en un gesto para restar importancia cuando se secó las manos y le pasó un trozo de papel a Ukyo para limpiarse el agua que todavía le goteaba de la cara —una tontería. ¿Qué hay de ti?
Porque ella podía diferenciar si alguien tenía el corazón roto. A veces así se sentía aunque jamás hubiera sido lastimada de esa manera. Shinnosuke siempre fue gentil con ella, incluso al final sin merecerlo. Ella había terminado todo tras arrepentirse de su apresurada decisión y lo había dejado atrás.
Y sin embargo él seguía enviándole un ramo de flores cada año en su cumpleaños y solía decirle que su casa seguía estando a su disposición.
—Tuve un mal sueño.
Bien. No la forzaría. Pero le brindaría el espacio para desahogarse cuando se sintiera lista, si es que llegaba a sentirse lista.
—¿Me acompañas a comprar algo de beber?
Ukyo la miró agradecida y tomó una bocanada larga de aire —gracias.
Era un gracias por no hacer preguntas incómodas que seguro no sabía como responder aún.
Los pasillos del lugar seguían sumidos en completo silencio, faltaban horas para que la vida estudiantil diera inicio. Pero al menos ya era viernes.
—Ryoga me contó que este semestre no entraron tantos integrantes nuevos al equipo de artes marciales.
—Sí —alzó un hombro —no fueron tantos.
—¿Muchos compiten por la beca? ¿alguna chica? —inclinó su peso hacia ella.
Y es que las mujeres del equipo al cuál pertenencia Ukyo rara vez aspiraban a conseguir la tan preciada y famosa beca. Por que aquellas que sí la habían solicitado en años anteriores, nunca, jamás, la consiguieron.
Ni una sola.
—Que yo sepa… —Ukyo buscó en sus recuerdos —lo usual, 10 o tal vez 15 personas. Creo que entre ellas unas dos chicas de tercer año. Pero Ryoga está aplicando de nuevo ¿no?
—Insiste en lo mismo, su meta es regresar a Jusenkyo.
—La tuya es ir —apuntó con una sonrisa lánguida.
Akane afirmó solo con el movimiento de su cabeza.
—¿No te da miedo?
Sabía a que se refería.
—No, la verdad es que a mi parecer vale la pena. Además no todos los que han ido terminan en alguna de las fosas.
—¿Y si tú terminas en una?
—Prefiero ni siquiera creer en esa posibilidad —le dio una mirada llena de significado que obligó a Ukyo a no preguntar más.
—¿Cuántos semestres te faltan para terminar? —cambió el rumbo de la conversación, chica lista.
—Mmm… contando este, solo tres.
—Entonces solo te queda este semestre para conseguir la beca ¿no? —o tal vez no quería dejar de saber que sentía Akane respecto a Jusenkyo.
Resopló —sí, esta es mi mejor oportunidad.
Quiso decir única, pero por superstición personal prefirió no ir por ese camino donde todo saldría mal si dejaba que su mente se volviera fatalista y que le mostrara el peor panorama. Aquel en donde ella no iba a Jusenkyo y terminaba con una vida mediocre.
—Bueno —se mordió el interior de una mejilla —imagino que ayuda a que sea menor número de chicas del equipo donde estás quienes la solicitan.
Akane giró su cabeza lentamente hacia Ukyo sin creerse lo que acababa de escuchar —innegablemente es cierto —respiró profundo —De este modo tengo más posibilidad de conseguirla. Solo la hemos solicitado Sayuri, otras dos chica que son de tercero y yo.
El consejo que otorgaba las becas tenía que repartir al menos una por cada equipo deportivo si había algún estudiante que la solicitara. Pero el requisito para que el club fuera tomado en cuenta era que debía haber como mínimo dos estudiantes interesados, por eso era importante también que Sayuri siguiera en el equipo con ella. Solo por precaución que las otras dos chicas lo pensaran mejor.
O fueran más sabias.
Jusenkyo era la llave a otro nivel en el arte marcial pero también la trampa que cambiaba vidas. Ryoga era el mejor ejemplo, su propia aceptación tras lo ocurrido fue una tortura constante de altibajos, hasta que conoció a Akari y la obsesión por volver desapareció.
Si, su amigo quería acabar con la maldición y jamás dejaría de intentarlo. Pero su vida entera, su felicidad, ya no giraban en torno a que debía conseguirlo para llamarse a si mismo digno.
Ukyo le dio una mirada inquisitiva —creo que tienes todo el derecho de celebrar que irás a China entonces, Tendo.
—Hasta que no me entreguen la carta de aceptación no pienso celebrarlo. Además sería una tonta imprudente si solo por el mero hecho de que ya es prácticamente mía dejara de trabajar igual de duro.
—Bien dicho —suspiró mientras descendían el último tramo de escalera.
—Espero que no me juzgues por no haberlo intentado desde el equipo de artes marciales estilo libre.
La artista negó con la cabeza y los ojos muy abiertos desestimando la preocupación de Akane, sintiéndose repentinamente culpable por el interrogatorio al cual la había sometido solo para no hablar de ella y lo que le estrujaba el corazón —yo hubiera hecho lo mismo, a las mujeres no les ponen tanta atención en el equipo. Todos lo sabemos.
Cuando Akane obtuviera la beca no tendría duda alguna de haberlo logrado gracias a su esfuerzo. Así que tomó aire con fuerza, orgullosa del camino trabajado para ir a Jusenkyo.
Un breve silencio se instaló en el ambiente.
—Y… ¿has tenido tiempo para buscar a tu prometido? —la pregunto se escapó de sus labios antes de darse cuenta de su error, no había sido a propósito.
Ukyo negó —no, la verdad es que he tenido mucha tarea y también con los entrenamientos termino tan agotada que en lo último que yo...
Su voz se quebró y Akane comprendió que como ella pensaba las lágrimas de Ukyo se debían al famoso prometido. Así que se detuvo cuando quedaron en el vestíbulo de la residencia y rodeo con sus brazos a la joven artista marcial a su lado.
—Lo vi coqueteando con unas chicas por la noche cerca de su residencia —gimoteó —iba a enfrentarlo, pero entonces salió Ryoga y se entretuvo con él platicando un rato. Se alejaron del edificio y fui tras ellos —los dientes de Ukyo se mantuvieron apretados y las palabras que dijo fueron un siseo furioso —quería plantarme frente a él y matarlo con mis propias manos pero entonces... entonces...
—¿Entonces?
Ukyo giró su mirada avergonzada a Akane —entraron en un onsen exclusivo para hombres.
Akane hizo acopio de toda su fuerza de voluntad para evitar que la carcajada surgiera del fondo de su pecho... pero no lo consiguió. Ukyo parpadeó sorprendida una, dos veces y después ella también se unió a las risas de la gimnasta.
—Perdóname —consiguió decir Akane entre una risa y la otra —es que te imaginé escondida, tras un poste, lista para atacar y luego ellos... —se limpió una lágrima que se escapó por el contorno de su ojo —y entonces tu...
—Lo sé, fue patético.
Las risas se fueron apagando hasta que se volvieron suspiros liberadores.
—Sé lo que tengo que hacer —comentó tras otro suspiro Ukyo —¿tal vez me puedas acompañar mañana? ¿Como lo habías ofrecido?
Akane movió su cabeza de arriba abajo —Podemos ir hoy, después de los entrenamientos. Si te animas.
La joven artista sonrió mostrando sus dientes —esta noche no, salgamos mejor a divertirnos ¿te parece? Desde mi punto de vista a ambas nos hace falta dejar atrás esta semana.
Pensaba negarse pero no era mala idea olvidarse de la semana tensa que había tenido —bueno, pero no puedo beber nada —se señaló la ceja —estoy bajo medicación.
—Pero la herida no te limita a bailar —su expresión fue socarrona.
—No.
Por fin salieron de la residencia y mientras Ukyo cambiaba ahora su charla respecto a los planes por la noche no pasó desapercibida para ella la hinchazón y el enrojecimiento evidente que todavía mostraban esos ojos azules. ¿Cuántas de esas lágrimas valían la pena por un hombre que tal vez ni siquiera la recordara?
—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—
La alarma sonó a las cinco en punto. Dejó que su brazo se deslizara fuera de las colchas de manera perezosa, apagó su teléfono y con un ruinoso suspiro que silbó desde su pecho salió de la cama.
Había tardado en conciliar el sueño, pensando en lo que le dijo Ryoga. Tratando de recordar si el nombre que le había escuchado decir lo había entendido correctamente.
No. No podía ser que aquella chica de quien Daisuke y algunos otros de sus compañeros se admiraban fuera la misma mujer que lo había descubierto por accidente en las regaderas.
Porque había sido un accidente.
Y aunque entendía la reacción que tuvo él se había disculpado, le había explicado los motivos y su respuesta fue... humillación.
—Argh —empujó sus brazos por encima de su cabeza para estirar los músculos. Salió de la cama, caminó hasta la cómoda donde guardaba sudaderas y pantalones limpios y comenzó a vestirse.
Se lavó los dientes, atendió sus necesidades, se lavó la cara, sujetó su cabello largo en una coleta en la base de su nuca y se cubrió con la capucha de la sudadera.
Tomó su teléfono, se puso los audífonos inalámbricos y salió de su dormitorio para correr antes de sus clases matutinas.
Necesitaba correr, necesitaba no pensar más en ella. Porque si se permitía seguir con ese tema se volvería loco.
Tenía que concentrarse en sus clases, había materias que le preocupaban y también estaba eso que le comentó Ryu sobre la famosa beca a China.
¿Quería siquiera intentar regresar a Jusenkyo sin saber cómo hacerlo?
La ventaja es que podría terminar su carrera universitaria en el país que mejor conocía, sin necesidad de planteárselo a sus padres. ¡Vamos que ya era un hombre! Tenía un empleo los fines de semana para cubrir gastos. Era su derecho hacerse con esta clase de responsabilidades.
Lo pensaría.
Inhaló el frío aire de la mañana estirando y re acomodando lo suficiente sus músculos hasta que su cuerpo le pidió comenzar. Hasta que sus piernas le exigieron avanzar.
Corría al aire libre cada que el tiempo o el cansancio se lo permitían, este día en particular tenía clases temprano pero definitivo realizar esta actividad le ayudaría a gastar su energía. Enfocar mejor su atención, eso debía hacer.
Con cada trote comenzó a elaborar mentalmente su lista de pendientes.
Deshacerse de las cajas vacías de la mudanza, llevar su ropa a lavar, comprar el refrigerador y tal vez un poco de despensa. Estaba harto de las bebidas templadas. Y también de las barras energéticas.
Se estaba planteando ir a casa de su madre el domingo, luego de las lecciones que impartía en el parque a los adultos mayores.
Estaba tan concentrado en toda esa maraña de actividades que creía oportuno organizar justo en ese momento que no notó cuando una de las agujetas de su zapato se desató hasta que casi cae de bruces.
Así que cuando se detuvo para agacharse y poner remedio a su calzado alguien tropezó con él.
—¡Que carajos! —gritó retirándose los audífonos, sintiendo el dolor en el hombro, tirado en el suelo.
Y hasta que bajó la capucha que le cubría la mitad del rostro notó por el rabillo del ojo un cuerpo en la grava a unos pasos de él.
Se levantó aterrado cuando la figura permaneció imposiblemente quieta y acuñándola entre sus brazos al girarla la joven mujer de cabello oscuro abrió sus ojos completamente desubicada hasta que los posó en él.
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El sol comenzaba ya a brillar sobre ellas cuando Ukyo se puso en pie apretando entre sus manos la lata de aluminio vacía —debo irme, tengo clase en una hora y quiero tomar un baño antes.
Estaban sentadas en una banca del parque cercano.
Akane alzó su bebida fría —en cuanto me la termine...
—Bien, entonces las busco luego de su práctica o te llamó luego —Ukyo le apretó el brazo —gracias, por escucharme.
—Cuando gustes —dijo de manera cálida y la artista inspiró una vez antes de girarse y salir corriendo de vuelta a la residencia.
Akane dio otro sorbo de su bebida, era un café helado en una botella de cristal. Se tocó la ceja lastimada como para asegurarse que de verdad había sucedido y suspiró. Probablemente esa tarde no la dejarían estar en las prácticas de forma activa, pero la siguiente semana se exigiría el doble para compensarlo.
No estaba segura que fuera buena idea eso de salir por la noche, se sentía culpable por estar en este dilema. Pero también se sentía furiosa, por Kodachi, por el chico de la maldición de Jusenkyo.
¿Y si ella caía en una fosa? ¿Sería capaz de soportar lo que vendría después?
Miró el horizonte.
El sujeto de las regaderas parecía soportarlo con excesiva confianza.
Cada vez que cerraba los ojos, como lo hizo en aquel instante, y pensaba en él podía recordar lo poco que había captado.
Le dio la bienvenida al sonrojó cuando su mente le mostró aquella mirada intensa, unos ojos azules preciosos. Un cuerpo musculoso, espalda ancha, torso marcado y la uve sobre su vientre como si fuera necesario señalar el camino al resto... la naturaleza había sido generosa con él.
Volvió a abrir los ojos y se abanicó el repentino calor que sintió con la palma extendida frente a su rostro. No recordaba haberse sentido así antes por alguien del sexo opuesto.
Tampoco podía ser del todo equitativa a causa de su inexperiencia. Después de lo sucedido en el instituto, por motivo de la estupidez causada por Tatewaki, lo último que le apetecía era pensar en los chicos. Cada uno de aquellos que se acercaban a ella en esos días solo parecían querer demostrar ser superiores ante el resto si conseguían ganarle. Nunca notó en alguno genuino interés por conocerla.
Eran patéticos. Ella era patética por esperar más, una señal.
Así que cuando fue, en el último año de preparatoria, a Ryugenzawa por petición de su padre para ayudar a un viejo cuidador y su nieto ella recordó que ya los conocía o al menos a Shinnosuke.
Y la renuencia de él en un inició por tratar con ella fue refrescante. Fue una libertad olvidada que disfrutó por semanas. Después de que se deshicieron de los peligros y curaron las heridas que a él le aquejaban, ella ansió que la mirara con apetito, con deseo.
Sin saberlo todavía así había sido y mucho más.
El teléfono dentro de su sudadera vibró.
—¿Dónde estas Akane? —preguntó con la voz pastosa del otro lado de la línea Akari.
—Salí a comprar algo de beber y me encontré con Ukyo, nos quedamos charlando más de lo normal.
Akari bostezó —Bueno... — escuchó que se estiraba —si ya estás fuera ¿podrías comprar algo para desayunar?
—Seguro, de todos modos pensaba hacerlo para agradecerles.
—Para eso somos amigas. Para traer el desayuno a las demás o la comida o la cena o bebidas que levantan el espíritu.
Akane rio maliciosa —que bien que lo dices porque estaba pensando que tal vez nos hace falta una noche de fiesta para levantar el espíritu.
Escuchó un grito de celebración del otro lado —ya era hora que saliéramos, muero por estrenar un vestido que compré en casa este verano.
—No tardo entonces — Akane se levantó y comenzó a andar por el parque. Ya había algunos corredores por el sitio —te aconsejo que vayas despertando a Sayuri, a ver si al menos así cuando llegue con la comida esta de verdad despierta.
Un quejido respondió —ni me lo recuerdes.
Colgaron y ella atravesó todo el espacio de aquel parque esquivando a los corredores matutinos, evitando chocar con alguno que otro que estuviera totalmente concentrado en la pista de grava, perdido en sus pensamientos. Mañana saldría a correr, sus piernas lo ansiaban al sentir el crujido de la pista bajo sus pies.
Y después se perdió entre las calles contiguas buscando un lugar que ya estuviera abierto. Dejó que la sensación de viernes la envolviera con la promesa de una noche divertida.
Si, ella cambiaría sus malos días de esta semana y todo mejoraría.
—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—
Los ojos azul oscuro de la joven aún parcialmente tirada en el suelo sostenida solo por sus brazos lo analizaron sin algún disimulo. La chica incluso balbuceaba algo pero eso solo lo hizo sentir incómodo.
Así que se apresuró en levantarse con ella a cuestas.
—¿Estas herida? ¿Quieres llamar a alguien? Lo siento tanto —todas las palabras salieron encimadas cuando habló por fin.
Ella seguía mirándolo con... admiración y algo más —eres tan apuesto.
¿En serio había escuchado bien?
Ranma la soltó, como si su mero contacto le quemara —creo que estas bien, así que... —dio un paso atrás sin que ella reaccionara todavía —supongo que yo... me iré por allá. Solo ten cuidado ¿si?
—Espera —dijo al fin con las manos juntas y los dedos entrelazados cual rezo —tú me salvaste.
Abrió los ojos tanto como pudo —creo que nos tropezamos mutuamente —aclaró —fue en realidad mi culpa, yo me detuve sin fijarme..
Pero ella movió su cabeza de lado a lado —me tropecé y tú me sostuviste en tus brazos —le miró las extremidades mencionadas y juraría que la vio morderse el labio inferior —te aseguraste que estuviera bien. Déjame invitarte una taza de té al menos.
Bajo otras circunstancias tal vez la habría aceptado, porque la verdad la joven poseía una clase de belleza elegante que pocas veces había visto. Con esos ojos seductores y una boca pequeña, perfil y nariz afilados... era inevitable no mirar a la joven frente a él.
Sin embargo no le hacía sentir cómodo.
—En otra ocasión —se atrevió a sonreírle por educación y ella pareció dejar de respirar por la clara ensoñación del gesto casual —cuídate y de nuevo me disculpo por lo ocurrido.
Sin esperar réplica obligó a su cuerpo a darse la media vuelta y salir corriendo.
—Al menos dime tu nombre —gritó la joven —yo me llamó Kuno Kodachi.
La escuchó.
Pero siguió corriendo fingiendo no haberlo hecho. Con los puños apretados y una repentina molestia creciendo en su interior cuando supo como se llamaba. De repente comprendiendo mucho, como si el resquemor de su encuentro tuviera todo el sentido de ser desagradable.
Esa mujer que dejaba atrás se había atrevido a retar en un duelo a Akane, la joven de la historia que contó Daisuke. El hermano de esa mujer se había atrevido a joderle los días de escuela a Akane. Y si el infeliz era de comportamiento tan extraño como el de su hermana... él comprendía.
Lo que sintió después no fue odio sino una determinación de que si la vida le llevaba a toparse con el hermano de Kodachi probablemente ajustaría cuentas con él. Y solo porque lo que había hecho era una cobardía.
Decidió volver a su casa, no correría el riesgo de toparse de nuevo con la señorita Kuno.
—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—
La profesora de idiomas estaba escribiendo un nuevo tema en el pizarrón cuando la puerta del salón se abrió de golpe y un chico entró.
—Lo siento.
Era una voz masculina.
Porque Akane no alzó la vista concentrada en sus propias anotaciones, solo escuchó, era inevitable pero en realidad no lo hizo por interés.
—Este es el salón de inglés —más que una pregunta del recién llegado sonaba a una reafirmación de algo que ya sabía.
La maestra Hinako no dejó de escribir —Así es, señor...
—Kumon Ryu.
—Adelante, llega tarde. Solo por esta ocasión lo dejaré pasar.
En el lugar ya no había espacios vacíos, así que Akane esperó hasta que el chico nuevo se sentara a su lado para entonces mirarlo y presentarse. Si se sentaba junto a ella probablemente terminarían haciendo equipo de ser necesario. Era mejor ser amable desde un principio.
—Hola, yo...
¡Era el prometido de Ukyo!
El chico extendió su mano con la misma intención que Akane —Kumon Ryu, encantado —sonrió mostrando sus dientes. Agitando la mano de Akane con la suya.
Ella se obligó a responder, se obligó a dejar de mirarlo como si él viniera del espacio. Se obligó a no prestar atención a las callosidades que chocaban con las suyas. O a admirarse por los largos dedos que aún apretaban los suyos. O el calor que emanaban.
—Tendo Akane, el gusto es mío —liberó su mano de la del chico.
Ryu abrió mucho los ojos un segundo y después relajó su cara en una mueca de interés por el nombre —la épica Akane Tendo, suerte la mía entonces de por fin conocerte.
Ella frunció el ceño como una advertencia, si algo no soportaba eran las burlas pero parecía que Kumon lo había captado porque de inmediato retomó la palabra.
—Escuché que eres una artista marcial de herencia. Tienes una reputación al respecto ¿sabías? —su mirada viajó hasta la curación en su ceja —¿Qué te ocurrió?
No pudo evitar reír con indiferencia —Si escuchaste de mi —dijo Akane poniendo atención en lo escrito por la profesora Hinako —entonces ya sabes que me ocurrió.
La respuesta fue una sonrisa desafiante que ella alcanzó a percibir junto con un quejido, algo que hizo eco en sus huesos por lo agradable que resultó.
—Si me preguntas...
—No te pregunte.
La expresión de interés en los ojos de Ryu solo se arraigó más cuando Akane habló.
—Si me preguntas —la ignoró a propósito —yo creo que sin duda Kodachi se merecía algo peor. Tú saliste ganando con ese trofeo en tu piel.
Akane trató de no sonreír. Pero ante la intensa espera de Ryu por una reacción ella no pudo evitar que las comisuras de sus labios se elevaran un poco.
—Sabes —inspiró saboreando sus palabras —no te lo pregunte.
La mascara de Casanova en Ryu se resquebrajó.
—Además, de haberlo podido evitar, hubiese preferido no tener que enfrentarme a ella. —serenó su discurso porque en ese punto de la poco convencional charla ya no sabía si estaba avergonzada por ser recordada a causa del pleito con Kodachi o si estaba molesta al pensar en las lágrimas que había derramado Ukyo por este tipo —Yo no soy de las que busca pleitos para demostrar lo que sé hacer.
—Tampoco yo.
La forma como la miró le causó escalofríos, el humor y la camaradería habían sido reemplazados por algo que sintió como encandilamiento.
—La nobleza debería ser la cátedra de los artistas marciales después de todo —agregó Ryu sin dejar de observarla, complacido del rojizo color que apareció en el rostro de Akane.
—¿Y que me dices de las promesas?
No era una pregunta, era un desafío. ¿Por qué? ¿Qué había realmente incumplido él? La miró confundido, torció su labios en la lateral de su gesto —no hay nada con más valor que la palabra de un virtuoso del combate —lo enfatizó llevándose la mano derecha al pecho.
Ella respiró, no había notado lo tensa que se había puesto. Tensa y confundida también. Y se detestó por ello.
—Es bueno saberlo, Ryu —giró su cuerpo de nuevo al frente, tomando con decisión su bolígrafo.
No hablaron más, en realidad porque la dinámica de la clase no se los permitió. Pero de vez en cuando miraba de soslayo hacia Ryu y a veces también lo encontraba mirándola. Con cautela e incertidumbre e incluso un poco de reconocimiento. Parecía que quería diseccionarla para que encontrar físicamente que es lo que pensaba.
Akane suspiró y él sonrió sin mirarla ya, como si no se hubiese percatado del sonido.
¡Maldita sea! Obligaría a Ukyo a enfrentarlo.
Pero no supo confesarse si lo hacía por la artista o por ella misma y por las cosquillas que se alborotaban en la base de su estómago. A Akane le gustaban los desafíos, lo había demostrado con las gimnastas y Kumon olía a desafío.
— . —
Al terminar la clase Ryu tomó su mochila del suelo, con un movimiento grácil se la colocó en el hombro caminando hacia Akane con clara intención de hablar con ella de nuevo. Tal vez invitarla a tomar algo, nada serio, solo para conocerse.
Pero entonces ella bajó su cuerpo quedando en cuclillas junto al escritorio de madera, ocultándose y extrañado percibió el sonido suave de su voz.
—Ya voy saliendo…
Ah, estaba hablando por teléfono.
—… sí, se los comenté a las chicas. Están encantadas de ir a 212, sí, sí, solo nosotras nada de chicos. Te vemos en mi casa, queda más cerca de la estación de metro.
Parecía concentrada así que no dijo nada, tampoco intentó despedirse de ella porque eso sería aun más raro y desesperado y simplemente se marchó. Aunque conforme avanzaba por el corredor del edificio de idiomas se dio cuenta de que quería verla en aquel sitio que mencionó. Buscó en su teléfono el nombre del lugar y el resultado fue un bar cerca del campus.
El aire salió pesado de su nariz, no había hecho amigos todavía e ir solo parecía una excusa patética.
—Tengo tanta flojera de la siguiente clase.
Una voz que reconoció de inmediato lo hizo girarse a su derecha de donde había provenido el sonido.
—¿Tú no?
Ranma lo observó mientras se llevaba a la boca lo que parecía ser un termo de café.
—Sí… también —dudó por la cercanía y la familiaridad con la que se dirigía a él Saotome.
Una risa ligera y un golpe en la espalda le hizo darse cuenta de que Ranma bien podría ser su amigo.
—Pareces más dormido que yo —dijo alegre el chico con la maldición de Jusenkyo —y te cuento que yo pasé una noche terrible —bostezó.
—Saotome —le llamó y su compañero respondió con un gemido mientras tomaba otro sorbo del líquido en su termo —¿que te parece lo de salir esta noche?
Ranma abrió los ojos y luego una sonrisa se dibujó en ellos sin dejar de beber.
— . —
Francamente estaba cansado, a pesar de que correr por la mañana no había surtido el efecto de agotamiento satisfactorio que deseaba. Mucho menos se había relajado después de aquel extraño encuentro con la señorita Kuno, todo lo contrario su tensión creció exponencialmente.
Ryoga se había reído de él durante la clase que compartían cuando le contó lo sucedido. Y después había visto partir con premura a su amigo de la infancia cuando salieron juntos del salón de anatomía para encontrarse con Akari, minutos antes de ver pasar por el pasillo con aspecto taciturno a Ryu.
Era curioso que Ryu y él también compartían varias clases y no lo había notado antes o simplemente no le había importado. En su defensa era claro que en los primeros días del semestre estaba furioso por la mudanza y el cambio y el tener que enfrentar en un ambiente nuevo su maldición.
Pero ahora ya no tenía tiempo para gastar de ese modo estúpido sus energías, terminaba tan agotado al final del día por los entrenamientos que lo demás no importaba igual.
Así que cuando Ryu sugirió salir por la noche a Ranma se le iluminaron los ojos, desde China no había tenido una de esas noches de diversión.
—¿Qué tienes en mente? —preguntó cerrando la tapa de su termo y guardándolo en su lugar en la mochila a su espalda.
Ryu alzó un hombro —escuché de un lugar llamado 212, parece popular aquí.
—Bien, me anoto.
—Perfecto entonces ¿te veo en la entrada de la residencia a las siete?
También eran vecinos, unos cuantos pisos les separaban pero estaban en el mismo edificio.
—A las siete me parece bien, dormiré después de clases hasta entonces aprovechando que hoy no tendremos nosotros entrenamiento.
Ambos suspiraron aliviados.
—¿Hay problema si invito a Ryoga? —no estaba seguro si siquiera se conocieran pero le parecía de mal gusto no incluir a su más viejo amigo.
—Claro que no.
Ranma se frotó las manos como si estuviera ideando un plan maestro —necesito tanto despejarme la mente —apretó su mano alrededor del hombro de Ryu —buena iniciativa. ¿Te cuento algo extraño que me ocurrió en la mañana?
Ryu asintió y siguieron charlando camino a su siguiente clase.
—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—
Akane estiró la tela del kotatsu una tercera vez y volvió a rociar el ambiente con el aroma de cerezas que tanto adoraba y entonces sonó el timbre de su departamento.
—¡Te ves increíble! —elogió emocionada a Ukyo luego de abrir la puerta y dejarla entrar —¿quieres algo de tomar mientras llegan Akari y Sayuri?
—Si tienes una soda te lo agradecería.
Tragó saliva mientras andaba hasta la pequeña cocina al fondo del espacio y sacaba del refrigerador dos sabores distintos. Lima con limón y Lychee con Coco, cuando cerró la puerta escuchó una silla moverse a su espalda y luego vió a Ukyo de reojo sentarse.
—Para mi la de limón —pidió Ukyo estirando su brazo para tomar la botella.
Akane se sentó del otro lado de la mesa, abriendo la bebida que le quedó.
—Te ves muy linda Akane, me encanta tu blusa y esos jeans ajustados —dijo Ukyo sin dejar de observarla conforme abría la bebida y dejaba caer la pequeña esfera en la tapa para mezclarse con el contenido.
—Gracias, espero pasemos un buen rato.
—Tu ceja ¿como va?
Casi sin recordarlo Akane se tocó la curación que tenía menos de una hora de haberla cambiado sobre su párpado.
—Aún duele, pero al menos ya está cicatrizando.
—Me alegra, tengo un remedio perfecto para evitar cicatrices. Te lo traeré mañana.
Asintió y tomó un trago largo de su propia bebida luego de mezclarla tal como había hecho Ukyo.
—Hablando de mañana...
Quería contarle, debía decirle que había conocido a su prometido y que había sido más que amable. Que no tendría nada de que preocuparse porque ella ya estaba preocupada por ambas con el incesante revoloteo en su estómago. Que desde su charla en el salón de idiomas no pudo sacarlo de su mente y que ahora era un recurrente pensamiento.
¡Vaya semana! Primero la pelirroja que resultó ser un hombre engreído y ahora el prometido de... ¿su amiga? ¿Eran amigas?
—Estoy tan nerviosa —murmuró estirando su brazo para tomar una de las manos de Akane —te agradezco me acompañes.
Hizo acopio de toda su fuerza de voluntad para no sonrojarse o para no decirle lo que tenía planeado.
—Claro, todo saldrá bien —se forzó a mantenerse calmada y alegre. Lo había decidido justo ahí, Ukyo tenía prioridad.
Si ella tuviera un prometido no le caería en gracia que otras chicas anduvieran tras de él ¿cierto?
El timbre de la puerta sonó y Akane agradeció a los dioses porque así hubiese sido para interrumpir sus propios pensamientos.
No, a ella no le gustaba Ryu. No podía ser. No.
—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—
Caminaron por la calle, siguiendo a otro grupo de amigos de chicos que igual pretendía llegar hasta el famoso sitio. Parecía que era popular entre los de la universidad.
—¿Qué tal ha estado el entrenamiento hoy Ryoga? —preguntó Ranma para evadir el silencio que se instaló entre los tres chicos.
Su amigo se encogió de hombros —igual, nada extraordinario para variar.
—Suena a que te aburre practicar con simples mortales —sugirió Ryu y su amigo abrió la boca para decir algo pero casi al mismo tiempo la cerró.
—Dudo mucho que sea así ¿verdad? —trató de darle una mano a Ryoga.
—En realidad lo decía porque estoy rogándole al entrenador me deje intentar dominar el uso de objetos comunes.
Ryu se giró para verlo —¿algún ejemplo?
—No lo sé, un bastón o una paraguas tal vez.
—Alguien ha estado viendo demasiadas películas de espías encubiertos —rio Ranma pero su amigo solo negó en respuesta.
—Si al final practicamos estilo libre, como ustedes, creo que las armas no deberían de ser una limitante.
—Hablando de límites ¿Tu novia no quiso venir? —preguntó Ryu.
—Ella salió con sus amigas.
Para ese momento las puertas del bar los recibían con los brazos abiertos y la música inundaba sus oídos amenazando con dejarlos sordos. Pero los tres hombres se abrieron camino entre los cuerpos que bebían y bailaban hasta la barra.
Ryu buscó a Akane aprovechando su altura y procuró que la sonrisa al encontrarla a la distancia en una mesa con sus amigas no fuera evidente. Se recargó en la barra metálica del bar de forma que ella no fuera a verlo mientras Ranma hacía señas a uno de los cantineros que atendían.
—Hablando de las amigas de Akari… a lo mejor deberías probar con las gimnastas —rio Ranma retomando la conversación.
Ryoga bufó —Búrlate si quieres, pero escuché que Kodachi es una maestra en el uso de la indumentaria rítmica como armas de combate.
Ranma se estremeció al escuchar el nombre de aquella chica.
—A esa mujer ni la menciones.
Ryoga miró con malicia a Ranma —no es mala idea, tal vez debería aprovechar su extraña fascinación por ti para pedirle entrenamiento. Organizaría una cita entre ambos como pago.
Ryu y él se rieron a carcajadas ante el estremecimiento de Ranma.
—Serías... — entrecerró los ojos —¿serías capaz de venderme por entrenamiento gratuito?
—Estoy solicitando una beca Ranma, no te hagas el sorprendido de lo que sería capaz de hacer.
Esa vez los tres hombres rieron justo cuando se acercó un bar tender para preguntarles que beberían.
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—Propongo un brindis —dijo Akari alzando su copa, esperando que las demás jóvenes a su mesa la imitaran —por mas batallas ganadas y menos idiotas engreídas.
Akane negó divertida pero igual gritando que deseaba así fuera cuando dio un largo trago hasta casi finalizar su té helado.
Deseaba poder probar la cerveza que tenía Sayuri entre sus manos, pero los medicamentos que estaba tomando no harían efecto si tomaba una gota de alcohol. Ya sería en otra ocasión entonces.
—Hombres atractivos en la barra —ronroneo Sayuri y todas miraron con cero disimulo el lugar a donde les había dirigido la chica.
—¡Ay! son compañeros míos de clase —aclaró Akari estirando su brazo para saludar.
Akane reconoció también a los dos hombres que se acercaron hasta la mesa cuando devolvieron el saludo de Akari.
—Señoritas, espero se estén divirtiendo —dijo amable Daisuke cuando habló entre ellas.
—¿Alguna de ustedes tiene ganas de bailar? —preguntó Hiroshi y Sayuri empujó a Akane de su silla.
—Anda Akane vamos a bailar, te lo ruego.
Dio el último sorbo de su bebida y se levantó poniendo los ojos en blanco —espero te luzcas en la pista Daisuke —ronroneo a su compañero de clases y enredó su brazo alrededor del de él.
Hiroshi hizo una reverencia exagerada —Sayuri ¿me harías el honor…?
Sayuri lanzó un gritito —¡vamos!
La música tronaba en la piel de Akane como burbujas cuando las notas entraban en contacto con ella. Cada movimiento de su cuerpo era oscilante, su cadera bajaba y subía al compás de sus manos apostadas a cada lado de la misma.
Daisuke tenía los brazos en alto, tratando de imitar los movimientos circulantes de Akane. Ambos reían y estaban intoxicados por el sonido y el calor que envolvía la pista improvisada del bar.
La gente cantaba y bailaba y Akane estaba disfrutando el momento. Dejó caer una mano sobre el hombro de Daisuke cuando él coloco la suya alrededor de su cintura. Ambos se sonreían.
Akane se sentía a gusto con él, se conocían desde el instituto y a diferencia de todos aquellos chicos que habían tratado de ganarle él siempre se había mostrado dolido por su situación. Comprensión era lo que Daisuke le ofrecía y amistad.
—Dame tu mano —gritó por encima del ruido de la música y ella deslizó sus dedos entre los de él.
La hizo girar para un lado y luego para el otro.
Ukyo y Akari se les unieron en la pista mientras ella giraba y entonces le pareció ver a la distancia los ojos azules que le causaban calor en el vientre al recordarlos. Pero cuando volvió a girar ya no estaba el chico de las regaderas. Posiblemente fuera su imaginación.
Tomó aire. Y se detuvo de golpe.
—¿Estás bien Akane? —preguntó el chico con quien bailaba y ella asintió, se sentía como una tonta por pensar en el sujeto que se burló de sus pequeños atributos.
La música cambió y ella sintió que el calor se le subió por todo el cuerpo, así que se inclinó sobre Daisuke.
—Iré por algo de beber —gritó cerca de su oído —tú quédate, baila con Ukyo y Akari.
Él movió la cabeza de arriba abajo y buscó la mano de Ukyo para reemplazar la de Akane. Ella hizo una seña con sus dedos a sus amigas de que volvería y se perdió entre la multitud hasta que la barra de metal detuvo su andar.
—¡Hey! —gritó a alguno de los chicos que atendía —¿te puedo encargar un té helado?
El más cercano a ella giró y asintió —lo tengo linda, ya te lo preparo.
—Gracias.
Akane buscó en el bolsillo de sus jeans un billete para pagar y cuando el bar tender colocó frente a ella la bebida alguien puso un billete al lado del vaso.
—Yo invito esta ronda —reconoció la voz y alzó la cara aterrada, con los ojos muy abiertos.
—¿Qué haces aquí? —preguntó con el aliento entre cortado.
Ryu movió sus labios de lado —vine a beber con mis amigos.
El bar tender tomó el billete y Ryu le acercó a ella el vaso con la bebida que había pedido —¿qué estas tomando? —preguntó curioso cuando Akane lo sujetó con sus dedos adornados por el color azul oscuro de sus uñas y se atrevió a acariciar el barniz con delicadeza.
Una caricia íntima, silenciosa.
—Solo es té.
Alzó una ceja —¿solo té?
—Por la herida —se señaló la gasa que aún llevaba.
—Claro, tienes razón.
Akane trató de no demostrar el golpeteo acelerado en su pecho —y… ¿tus amigos?
Cuando preguntó ella misma buscó con el rabillo del ojo a Ukyo en la pista, pero la joven artista marcial estaba de espaldas a ellos bailando todavía con Daisuke y Akari.
—Fueron a buscar una mesa —señaló con su pulgar a su espalda sin girarse —yo me regresé a la barra cuando te vi caminando hacia acá.
—¡Ah! ¿me sigues entonces?
—No, solo sentí curiosidad por ver que pedirías y además quería ser cortes e invitarte.
Bajo su vista y al fino movió su mano para alejarla del contacto de los largos dedos de Ryu —creo que no deberías tomarte estas libertades, al menos no hasta que sepas que hacer con tu promesa.
Ryu no pudo evitar fruncir el ceño —¿qué promesa?
Como si pensar en ella la hubiese hecho llamarla el grito de Ukyo desgarró el ambiente, partiendo la pista cuando caminó con paso firme hasta donde estaba con su prometido —¡Ranma Saotome!
Ryu y Akane se giraron a la derecha al escucharla confundidos —¿Qué?
A espaldas de Ryu otra voz grave preguntó lo mismo que ellos y Ryu volteo a ver a Saotome tras él.
A Akane nunca se le ocurrió preguntarle a Ukyo como se llamaba su prometido. Tonta. Tonta y descuidada.
—¡Tú! —señaló sin amabilidad con el índice de modo acusador al chico que se había topado en las regaderas de mujeres y que ahora estaba tras Ryu —¿así te llamas?
—¿Qué diablos hiciste ahora Saotome? —preguntó Ryu sobre su hombro a su amigo, bueno si es que de esa salían vivos porque la joven que había dicho su nombre fuerte y claro desde la pista no detuvo su andar furioso hasta toparse con los tres.
—Espero que no sea lo que creo Akane —Ukyo miró con inseguridad a la gimnasta y ella negó.
—Eso parece pero no es, te lo prometo —tomó aire —Ukyo, te presento a Kumon Ryu.
El chico frente a ella estiró su brazo con miedo para sujetar la mano de Ukyo —¿un gusto?
Ukyo parpadeo repetidas veces, poniéndose roja de vergüenza —¿tú no eres Ranma? —la duda tembló en su lengua cuando por fin dijo las palabras.
El otro hombre, el de los ojos azules misteriosos se asomó por fin con las manos frente a su pecho a modo de rendición —juro que no sé que hice ahora —luego miró con dureza a Akane —a menos que hayas estado contándole a toda la escuela el accidente que tuvimos.
—¿Accidente? —la duda provenía de Ryu pero Akane respondió la furia de Ranma con furia y odio.
—Yo no le he contado a nadie lo sucedido, pervertido.
Ranma la señaló con el índice también —¿cómo me llamaste, incipiente?
—¿Tú eres Ranma? —Ukyo les interrumpió con voz trémula y los ojos al borde de las lágrimas.
Ranma tragó saliva y miró a Ukyo confundido —temo responder.
Hello mis hermosos lectores! Espero se encuentren muy bien, sanos y felices.
Creo que no tengo comentarios respecto a este capítulo salvo que siento sería hasta cierto punto un poco normal la reacción de Akane al conocer a Ryu sin tener de por medio su relación previa con Ranma. Digo… ¿ya lo vieron?
Además, para mí, Ryu también se vio afectado por las artes marciales. Su familia no era muy buena en ellas y desde muy joven lo lanzaron al mundo a restituir su apellido. Me da la impresión de que en el fondo es un tanto inseguro y desconfiado. Aparenta algo que no se cree.
En fin, el siguiente capítulo tiene un toque shenshual jajaja * ojitos pícaros *
Agradezco infinitamente sus comentarios y reseñas, son la motivación para publicar!
Gracias, gracias, gracias a…
Sofit11, Pauvishana (gracias hermosa!), Alexandraaa417, Niomei, Elisa LJ, Esmeralda Yasmin, Peque T, PaoVedder, Nicky, Ariel, Cynthiagurod, Saritanimelove, CocoLGrandchester (justo es algo así como una mezcla, aunque respecto al pasado de Akane les tengo una sorpresa que no les va a gustar. Lo presiente cada uno de mis huesos que recibiré reclamos de más de uno al respecto jajaja pero es necesario, además esto es un universo súper alterno donde ellos no se conocen desde los 16 como en el manga, ahí radica la belleza de tomarme mis libertades *risa malvada*)
Abrazos ultra gorditos!
