NADA DE ESTO ME PERTENECE, LOS PERSONAJES SON DE DISNEY, SOLO ME DIVIERTO ESCRIBIENDO

¡Hola a todos! perdón, quise enserio terminar este capítulo la semana pasada pero, resumidas cuentas, no hubo tiempo. Le puse turbe estos dos días para poder ajustar los detalles que no me gustaban y ya poder subirles este picante capítulo que supongo han estado esperando jaja.

Este capítulo tiene contenido maduro, rating M, están advertidos jaja.

GRACIAS por sus comentarios, sus alertas, sus favoritos y hasta PM que me han estado mandando. Estoy muy contenta de que disfruten tanto esta historia. Les mando un fuerte abrazo lleno de gratitud.

¡disfruten!


Parte IV

Te mantengo escondido adentro de mi cabeza

Donde puedo encontrarte cada vez que quiera, cariño

Cuando los ojos de Padmé se cruzaron con los de Anakin, sintió un estremecimiento bajar por su columna vertebral y todos los vellos de su piel erizarse. Esta electricidad era agobiante, pero no fue eso lo que llamó su atención, sino la manera en que las pupilas de Anakin estaban dilatadas, negras, por el deseo.

¿Sería posible que Anakin Skywalker la deseara tanto como ella lo deseaba a él?

Sentada en el sillón con la taza de té en sus manos, Padmé entrecerró los ojos un momento, contemplativa a lo que estaba pasando. Su día había sido largo y muy pesado y bien podía estar ella malinterpretando todo. Pero Anakin tensó su mandíbula y vio su manzana de adán temblar un poco, señal de que estaba tragando duro. Y eso la hizo sentir repentinamente segura de que sus deducciones eran las correctas.

Ahora la disyuntiva era otra, ¿qué hacer? ¿debía mencionarlo? ¿o debía ignorarlo? Sería muy poco profesional abordar a su cliente de esa forma y Padmé Amidala Naberrie era profesional antes que otra cosa. Pero esta electricidad que fluía por su cuerpo la atraía a la piel de Anakin como si fuera un imán. Y él estaba sufriendo lo mismo que ella. Era difícil mantener su sentido común cuando todos los nervios de su sistema le reclamaban ir hacia Anakin y…

…y besarlo, primero los labios, después su cuello, enterrar sus manos en sus cabellos mientras descendía a su clavícula y…

"¡Basta!" se reprendió a sí misma. No podía seguir así. Tenía que ser profesional. Tenía que internarlo al menos.

Pero en ese momento Anakin caminó hacia ella, parándose a unos pocos centímetros de distancia, y de nuevo su piel se estremeció anhelando sus caricias.

Oh, esta noche iba a ser muy larga.

.

.

.

En el momento en que Anakin vio los ojos de Padmé mirarlo con deseo, mil preguntas asaltaron su mente, pero su cuerpo reaccionó primero, tensando sus músculos en preparación para lo que podía venir después. Ahora, la parte lógica de su cabeza continuaba repitiéndole que no, claro que no podían hacer nada, estaban en la casa de sus padres, por todos los cielos, sería descarado, irrespetuoso, banal y…

… y cómo deseaba saltar sobre ella en ese momento y besar cada centímetro de su piel.

Además, la postura tensa de Padmé, la forma en que se mordía nerviosamente el labio cuando fingía tomar de su té y sus pupilas dilatadas la traicionaban. Ella también lo deseaba. No sabía por qué, y no quería buscarle una explicación en ese momento a la cosa más natural del mundo. Después de todo ella era una mujer, y él era un hombre, y las piezas parecían comenzar a acomodarse.

Pero Anakin no quería que las cosas se salieran de control. Suficientes problemas parecían haber en su vida ahora para agregarle más drama. Las cosas debían ser claras, así que, armándose de valor, caminó hasta donde su abogada seguía sentada, con toda la intención de dejarle en claro sus sentimientos.

Lo hubiera hecho, de no ser porque Padmé Amidala lo interrumpió.

—Lindas fotos—dijo ella, mirando hacia la pared donde colgaban los retratos familiares—¿Ese eres tú, verdad?

Señaló a una fotografía que le tomó su madre en el campamento de robótica cuando él tenía catorce años de edad. Anakin frunció el entrecejo, mirando a Padmé de reojo, ¿quizá él había malinterpretado todo?

—Sí—le dijo.

—Te ves lindo—sonrió Padmé, dejando su taza de té sobre la mesita—Siempre te ha gustado la robótica.

—Desde que tengo unos seis años.

—Impresionante.

—¿A ti siempre te gustaron las leyes?

—No, para nada. Elegí la carrera hasta que estuve en la preparatoria.

—¿Y qué querías ser antes?

Padmé se encogió de hombros, pero por la forma en que encorvó su espalda, Anakin notó que era un tema algo más delicado de lo que debiera ser.

—Quería ser política.

Mmm. No te visualizo como una.

—¿Ah no? —ella lo miró con una mueca—¿Por qué?

—Eres demasiado franca.

No lo dijo como un insulto, pero por la forma en que Padmé frunció el entrecejo, supo que ella lo tomó mal. Anakin contuvo el aliento, pensando que cualquier chispa que hubo entre ellos momentos antes había quedado irrevocablemente perdida por su bocota.

Luego, para su total alivio, Padmé esbozó una suave sonrisa y miró hacia las fotos otra vez.

—Puede ser—le concedió ella—De cualquier forma, me gusta mi trabajo.

—Y eres muy buena en eso.

—¿Lo crees? ¿Tú?

—Si.

Un adorable sonrojo cubrió las mejillas de Padmé, y Anakin recuperó un poco de su confianza en sí mismo. "Al fin, estamos hablando como dos personas civilizadas," pensó él, relajándose lo suficiente para sentarse al lado de ella.

—La verdad es que siempre quise ayudar a las personas—continuó Padmé, su voz sonaba distinta, más auténtica—Pensaba que siendo política conseguiría crear los cambios necesarios para ayudar a la gente. Pero el sistema es terrible y decidí que debía primero conocer bien las leyes. Y aquí me tienes, ayudando en lo que puedo.

—Eso es muy altruista de tu parte.

—¿Lo crees? —ella rodó los ojos—Ahora estoy trabajando en la Orden. Sé que es una buena firma, pero no deja de ser una firma.

—¿Preferirías ser una abogada de oficio con un terrible salario estatal?

—No lo sé—se encogió de hombros de nuevo—Siempre pensé que, independientemente de qué carrera eligiera, tenía que ser una profesionista exitosa. Y creo que lo soy. Pero ahora me pregunto…

—… ¿Qué sigue? —dijeron los dos al mismo tiempo.

Anakin y Padmé se miraron a los ojos, pero esta vez, sorprendidos por la repentina afinidad en sus pensamientos. Meses de conocerse en donde apenas consiguieron mencionar dos oraciones amables y, en un par de minutos, resultó que parecían tener más cosas en común de lo que jamás apostaron.

—Exacto—dijo Padmé, asintiendo con la cabeza.

—Es el juego de la vida, ¿no crees? —le dijo Anakin, con una media sonrisa en su rostro—Uno piensa que después de tener algo, terminar algo, las cosas de repente tendrán mucho más sentido. Pero resulta que no es así y estás igual de perdido que antes, pero con menos cosas que hacer.

Padmé rio. Una risa suave, corta y real. Anakin jamás la había escuchado reír y le encantó verla así de relajada, todo lo opuesto a la disciplinada abogada que veía todo el tiempo en la oficina.

—Esa es una muy buena forma de explicarlo—concedió ella—Incluso diría que te sientes más perdido. Todo a tu alrededor está igual, eres tú quien ha cambiado, y no sabes cómo.

—Sí… justo así.

El silencio que siguió fue por mucho el más cómodo que sintieron nunca entre ellos, asimilando las palabras que acaban de mencionar, y todavía sorprendidos de que compartieran un punto de vista tan íntimo.

—¿Fue por eso que te uniste a la Orden? —preguntó Anakin, algunos minutos después—¿Para cambiar un poco de aires?

—Sí y no. Aunque eso ayudó, también quería callar a mis padres—dijo ella, de repente mucho más cómoda—Papá principalmente, todo el tiempo presionando para que consiguiera un "trabajo de verdad" —dijo haciendo comillas con los dedos—Siempre ha tenido altas expectativas de mí y de mi hermana.

—¿Oh? ¿enserio?

—Sí, y la mayoría de las veces las he cumplido—la expresión de Padmé se volvió más sincera, sus facciones mostrando la melancolía que le trajeron esos recuerdos—Pero hay cosas que esperan de mí que no creo poder darles nunca.

—No es tu deber complacer a tus padres.

—Sé que no. Pero no puedo evitarlo, una parte de mí quiere que estén orgullosos.

—Ya deben estarlo. Eres una abogada extraordinaria, Padmé, si ellos no están felices por ti con todo lo que has logrado, creo que están más bien frustrados por ellos mismos, y no por ti.

La crudeza en esas palabras hizo que Padmé se mordiera el labio inferior, ya había escuchado algo parecido, pero en términos mucho más suaves en labios de su hermana mayor Sola.

—Puede ser.

—Papá siempre me ha dejado en claro que no tiene expectativas ni conmigo ni con Obi-Wan—le dijo Anakin, con una voz seria que Padmé jamás había escuchado antes en él—Que somos libres de elegir nuestras vidas como queramos vivirlas, siempre y cuando seamos felices y plenos.

—Eso suena bien.

—Eso es lo que hace un buen padre—concluyó Anakin—Y es lo que debes pensar de ti, Padmé. No en tus padres.

Padmé suspiró, ¿cómo pasaron de un silencio incómodo a una plática profunda de la vida? Lo peor –o mejor, depende la perspectiva– es que todo se sentía natural. Esta repentina cercanía entre ellos era fluida y sencilla y ella quería continuarla.

—Es algo en lo que debo trabajar—dijo ella, recargándose en el sillón—Ahora, cuénteme señor Skywalker, ¿por qué no quiere un departamento de lujo?

La sonrisa de Anakin desapareció y el desvió la mirada hacia el suelo, su cuerpo entero tensándose. Padmé de inmediato se arrepintió y decidió que había pasado la línea… otra vez.

—Perdona, yo…

—Que yo debí comprarlo.

Anakin habló tan rápido, casi al mismo tiempo que ella, pero aún así Padmé lo entendió y contuvo el aliento por un instante, serenando su mente para encontrar las palabras correctas antes de volver a hablarlo.

—¿Y es malo que sea un regalo? —dijo ella al fin.

—No… supongo que no—la postura de Anakin seguía siendo decaída—Pero debía ser distinto.

—No creo que esté mal recibir obsequios de tu padre—dijo Padmé—Todo lo contrario, es una ayuda que debemos agradecer.

Anakin la miró alzando una ceja con un gesto irónico.

—¿Entonces agradecer esa ayuda no me hace un niño mimado?

Padmé sintió su sangre helarse y en automático desvió la mirada con vergüenza, todo su rostro enrojecido. "Claro que iba a seguir molesto por eso," pensó ella, recordando todas las disculpas que pensó en su cabeza durante la tarde después del terrible momento en el gimnasio.

—Lo siento—dijo ella—No debí decir esto. Estuvo totalmente fuera de lugar, fue poco profesional y…

—Y funcionó. Me hiciste firmar. Mi papá seguramente te dará un aumento, o un ascenso.

—Pero no debí ser así de insolente—agregó, mirándolo a los ojos—Perdona, Anakin. No quise hacerte sentir mal, y te prometo que jamás volverá a pasar.

La sonrisa de Anakin fue suave y sincera, aunque no alegre.

—Está bien, te perdono—dijo él.

Repentinamente nerviosa por la expresión sincera de Anakin, Padmé buscó pronto una excusa para llenar el silencio.

—Y es un departamento muy bueno—dijo ella—A lo que leí, es amplio, y recién remodelado, y…

—Es hermoso, lo sé—dijo él, aún sin mucho ahínco—Yo mismo lo elegí ¿sabes?

—¿Enserio?

—Sí, hace años—Anakin contuvo el aliento, debatiéndose si decir lo siguiente o no, pero cuando miró a Padmé y vio su rostro comprensivo, sin emitir ningún juicio hacia él o incomodidad, decidió que podía hablar—Cuando iba a casarme.

Padmé abrió los ojos como platos, luego miró hacia otro lado, comprendiendo que su reacción pudo ser muy intensa. Anakin esperó a que ella hablara, con un peso cayendo de sus hombros cuando mencionó un pasado que siempre, siempre, intentaba olvidar.

—¿Casarte? —Padmé repitió la palabra con asombro—Eso… no me lo esperaba. Es decir, eres muy joven. Más joven que yo. Es que… oh, bueno, perdón, estoy hablando incoherencias y esto no es mi asunto. Disculpa.

—No te preocupes—sonrió él—Tienes razón, era demasiado joven. Por eso no funcionó.

—Lo siento mucho—dijo Padmé, con una dulzura en su voz que hubiera derretido a las rocas.

—Supongo que fue lo mejor—agregó Anakin—Al menos no estás lidiando con un difícil divorcio de mi parte ¿sabes?

Aunque quiso sonar gracioso, Padmé notó la herida todavía abierta que esa ruptura dejó en el corazón de Anakin, y se sintió todavía peor consigo misma. Ahora entendía que ese departamento tenía otro significado: era la vida que pudo tener, y que no tuvo. Un sueño roto.

—Te hubiera conseguido el mejor acuerdo del estado—dijo ella, queriendo alivianar el ambiente.

—No lo dudo.

Padmé sonrió, con una nueva pregunta en su cabeza, ¿por qué Qui-Gong quiso darle ese regalo a su hijo? ahora sonaba incluso cruel.

—Puedo perder los papeles ¿sabes? —dijo, sin creerse por completo lo que acababa de decir—Decirle a tu padre que…

—No, no—Anakin negó con vehemencia—Lo hecho, hecho está, y no puedo huir por siempre de ese pasado. Tengo que afrontarlo.

—No tiene por qué ser de esta forma.

—Quizá, pero debo hacerlo—Anakin suspiró—Además, mamá fue la que decoró todo ese departamento de pies a cabeza. Debe lucir aún más hermoso.

—Lo lamento.

—Padmé, si hay algo que no soporto, es la lástima de la gente—dijo él con un tono mucho más serio—Así que no me tengas lástima, por favor.

¿Lástima?

—Claro que no te tengo lástima—respondió ella con indignación—Se llama "empatía", Anakin, y es ponerte en los zapatos de la otra persona. Si mi relación con mi prometido terminara antes de la boda, yo estaría devastada.

Anakin suspiró manteniendo sus brazos cruzados sobre el pecho.

—Empatía, ¿eh?

—Sí.

La miró con tanta intensidad, que Padmé sintió sus mejillas sonrojarse, y de manera inconsciente dio medio paso hacia atrás.

—No me mires así—le dijo.

—¿Por qué no?

—Porque me siento incómoda.

Pero sus mejillas rojas y sus ojos oscurecidos la traicionaban. Anakin había visto esa mirada de deseo muchas veces y ya no le quedaban dudas, su abogada lo deseaba también.

—Perdón, mi lady—dijo él, esbozando una sonrisa traviesa.

El corazón de Padmé saltó en su pecho, ¿acaso Anakin intentaba seducirla? Ella era una profesionista por todos los cielos… debería ser más difícil. Pero no. Una simple mirada y Padmé comenzaba a sentirse húmeda.

—No me digas así—dijo ella con un suspiro de voz.

—Perdone, licenciada… —Anakin esbozó una sonrisa burlona, de esas que Padmé tanto odiaba. Pero esta vez, en vez de enojarse, sintió que su vientre se contraía.

—Tampoco así.

—¿Entonces cómo debo llamarte?

Anakin se estaba acercando a ella, cerrando la distancia entre ellos centímetro por centímetro. Padmé no retrocedió, porque cada vez que se acercaba le llegaba con más intensidad el aroma de su colonia y era embriagante.

Todo esto estaba mal. Muy mal. Terriblemente mal.

¿Entonces por qué se sentía tan bien?

—Padmé—suspiró ella, su aliento rozando el rostro de Anakin.

Él la miró a los ojos con sorpresa, notando la familiaridad que ella estaba introduciendo entre ellos. Ya la había llamado por su nombre muchas veces antes, pero nunca así, no con la ternura que ella sugería. Luego miró a sus labios, tan seductores como siempre, incluso un poco más ahora que los tenía más cerca.

—Padmé—repitió él, conteniendo el aliento—Muy bien, pero debes decirme Anakin.

—¿No señor Skywalker?

—No—negó él, tragando duro.

—Bien, Anakin…

Decir su primer nombre así fue tan extraño. Había fantaseado con eso tantas veces que se sintió surreal. Pero al mismo tiempo, el sonido de su nombre era agradable en sus labios, pensó Padmé, deseando llamarlo así más seguido.

Anakin estaba igual de estático, todavía sorprendido por lo que estaba pasando, pero escuchar a Padmé llamarlo por su primer nombre hizo que, por un momento, la realidad se combinara con su fantasía, y sin pensarlo dos veces se inclinó a besarla.

Una descarga eléctrica recorrió sus cuerpos de pies a cabeza, ambos suspiraron mientras el beso escalaba de cero a cien en apenas un segundo. Todas esas fantasías que llevaban meses dando vueltas en sus cabezas emergieron y, ansiosos de cumplirlas, ninguno de los dos tuvo el sentido común de detenerse.

La Lic. Amidala y el señor Skywalker habían desaparecido. Solo estaban Anakin y Padmé, deseándose con cada fibra de su ser y desesperados por cumplir con sus fantasías más oscuras.

Anakin besó sus labios con frenesí, sus manos acariciando los costados de Padmé mientras ella rodeaba el cuello de él con sus brazos, acercando más sus cabezas. Ambos gimieron mientras se restregaban sus cuerpos casi con violencia, incapaces de dejar de tocarse, sin la voluntad de separar sus labios, no deseando que la perfección de ese momento arruinara meses de cuidadosas y excitantes imágenes mentales.

Padmé sentía que estaba en las nubes, entre los labios intoxicantes de Anakin besándola y sus manos buscando sus puntos sensibles en todo su cuerpo, no fue consciente de cuando él la movió hasta el sillón, recostándola con un movimiento rápido y cubriendo su cuerpo con el de él. Sentir el peso de Anakin sobre su cuerpo aceleró aún más su corazón y sintió el pulso de su centro contraerse dolorosamente.

Cuando Anakin mordió suavemente su labio inferior, Padmé gimió y enterró un poco sus uñas en los hombros de él, luego los usó para sostenerse y alzarse, consiguiendo el ángulo correcto para comenzar a besar el cuello de Anakin. Primero depositó suaves, cortos besos sobre su piel, para luego comenzar a succionar despacio en su camino por su cuello hasta su clavícula, disfrutando de los sonidos que él hacía. Anakin la sostuvo para que ella pudiera maniobrar mejor sus caricias, hasta que no resistió más y desfajó la camisa de Anakin, introduciendo sus manos bajo la tela para poder sentir su piel.

Anakin gimió un poco más duro cuando las manos de Padmé recorrieron su abdomen y su pecho, levantando la camisa hasta que pudo quitársela. Los ojos de Padmé recorrieron ese pecho definido, de líneas esbeltas que formaban músculos firmes. Tragó duro cuando su propia excitación aumentó, y aprovechando el disparo de lujuria, se abalanzó sobre él, haciendo que Anakin cayera de espalda sobre el sillón mientras ella se sentaba a horcajas encima de él, besando y acariciando las líneas de su abdomen.

Se había imaginado muchas veces lo que sería recorrer con sus manos esa piel bronceada y descubrir las líneas exactas de esos músculos definidos. Y ahora que probaba el sabor de su piel, Padmé se dio cuenta que podría hacerse adicta a esto. A la sensación de poder que la abrumó cuando Anakin se sometió a su voluntad y a lo natural que era besarlo y tocarlo de esta forma.

Mientras, Anakin suspiraba bajo las caricias de Padmé. Nunca imaginó que una mujer tan pequeña pudiera tener tanta pasión en su interior, Padmé proyectaba su excitación como si fuera un incendio a punto de consumirlo y él estaba encantado de recibir esas llamas de placer. Padmé besó su abdomen y sus manos trabajaron su pantalón, queriendo revelar su miembro, pero Anakin decidió detenerla.

Todo esto era mejor que ninguna fantasía en su cabeza, y honestamente, si Padmé continuaba así no duraría lo que a él le gustaría.

—Oye… —Padmé se quejó un poco, al sentir las manos de Anakin sobre su cráneo para que elevara el rostro.

Anakin la besó en los labios otra vez, con más insistencia que antes, y maniobró su cuerpo para quedar encima de Padmé, cuidando que no quedara espacio alguno entre ellos. Oh, ella se sentía tan bien, sus curvas parecían amoldarse perfectamente a su alta fisonomía, y los ruidos guturales que ella hacía entre besos iban a volverlo loco.

Se separó de sus labios y besó el cuello de Padmé, descendiendo rápido a su clavícula, y por un momento la contempló. Sus mejillas estaban enrojecidas, lo mismo que sus labios, pero sus ojos seguían negros de lujuria y mirándolo con deseo.

—Deberías vestirte más así…—susurró él, besando su piel mientras iba removiendo la parte superior de su traje—Te ves mucho más sexy…

Sexy… era una palabra que Padmé jamás pensaba cuando compraba sus atuendos laborales. Ella siempre quería verse profesional, bonita tal vez, pero sexy…

Anakin succionó un poco en su cuello, a la altura de su pulso, y Padmé jadeo por el repentino placer. Definitivamente debería verse sexy más seguido.

Sintió los labios de Anakin bajar a su clavícula, y sus manos comenzaron a retirar tentativamente la parte superior de su traje, exponiendo su pecho. Ella decidió ayudarlo, desabotonándose el saco para dejarle más espacio y Anakin no perdió el tiempo, buscando el broche de tu sostén. En pocos segundos, Padmé estaba desnuda de la cintura para arriba, su piel generando una deliciosa fricción con el torso expuesto de Anakin.

Si antes había sentido electricidad entre ellos cuando caminaba cerca de él o la miraba intensamente, esta vez, al rozarse sus pieles, Padmé se sintió en medio de una tormenta. Sus sentidos estaban abrumados por las magníficas sensaciones que los labios de Anakin despertaban en ella, besando sus pezones y apretando seductoramente la parte superior de sus senos, recorriendo con su mano libre todo centímetro de piel expuesta.

La espalda de Padmé se arqueó cuando Anakin encontró un punto especialmente sensible en su pecho, y Anakin se tomó su tiempo consintiendo esa parte, deleitándose por los gemidos cada vez más altos de Padmé.

"Se ve tan preciosa…" pensó él, antes de que las manos de Padmé empujaran sus hombros y ella se alzara para besar su cuello.

—Ah…—Anakin gimió sorprendido y excitado cuando las manos de Padmé bajaron pronto a su cintura, desabrochando su pantalón, deslizó una de sus manos sobre su miembro, haciendo que el aliento de Anakin se atorara en su garganta.

Padmé se mordió el labio un momento, escuchando la respiración entrecortada de Anakin cerca de su oído, y sintiendo su duro, largo miembro en su mano, deslizando el elástico del bóxer para poder tocar su caliente piel.

"Pero claro…" pensó Anakin, antes de que Padmé apretara su pene y lo hiciera gemir fuerte. La Lic. Amidala era directa, audaz y muy firme una vez que tomaba su decisión. Desde luego, Padmé no iba a ser distinta, yendo a por lo que deseaba una vez que estaba convencida de que eso quería. Y por alguna extraña razón, ella lo quería a él.

Y Anakin estaba más que dispuesto a complacerla.

La mano de Padmé apretó la base de su miembro, luego subió y descendió apreciativamente su dura hombría. Anakin sintió su pene temblar y los músculos de su abdomen tensarse con fuerza. Bueno, si quería complacerla debidamente entonces ella no debería tocarlo así… al menos no por ahora. Ya tendrían tiempo después.

Tiempo… ¡maldición, sus padres estaban en camino! No, no tenían tanto tiempo como él hubiera querido.

Al recordar ese detalle, Anakin volvió a besarla y levantó su falda para poder tirar del elástico de sus bragas; se tomó un momento para inclinarse a su oído, susurrando con una voz ronca:

—¿Puedo?

Padmé asintió, perdida en su tormenta de emociones.

Anakin bajó sus bragas aprovechando el movimiento para acariciar sus piernas, suaves y largas y bien torneadas, sin poder resistirse besó sus muslos, buscando con su mano derecha el clítoris de Padmé.

Ella volvió a arquearse, esta vez con un gemido mucho más intenso, cuando él encontró su punto de placer y comenzó a juguetear con él. Apenas le dio tiempo a la abogada de saber qué estaba pasando cuando él mismo acomodó su rostro entre sus piernas, probando con sus labios y lengua los movimientos que a ella más le gustaran.

Todas las veces que se imaginó a sí mismo haciendo esto pensó que Padmé soltaría pequeños, discretos gemidos de placer, animándolo a seguir. Pero la Padmé que estaba con él en ese momento era una tormenta de pasión, arqueándose y gimiendo con mucha fuerza. A veces olvidaba que, aun siendo una mujer pequeña, era muy intensa.

Finalmente encontró un ritmo al que Padmé respondía sin inhibiciones, jalando su cabello a veces y gimiendo con desesperación. Mantuvo ese ritmo hasta que Padmé soltó un jadeo particularmente largo, tensando sus piernas alrededor de su cabeza. La voz de Padmé ya era aguda, y sus gemidos hasta ahora fueron muy seductores, pero este ruido en particular, similar a un maullido sordo, lo enloqueció, ¿cómo esta mujer podía ser tan sexy?

Padmé se dejó caer sobre el sillón cuando los remanentes de su orgasmo se dejaron de sentir, sorprendida por la habilidad de Anakin para leer su cuerpo.

—¿Eso la complació, Lic.? —dijo en tono bromista.

—Mucho, señor Skywalker—respondió ella, imitando su tono.

Padmé se mordió el labio inferior, alzándose un poco con ayuda de sus antebrazos para besar el cuello de Anakin, con una superficialidad que parecía inocente. Luego suspiró, acercando sus labios al oído de él.

—Debería complacerte también…

Anakin tragó duro. Muchas veces se imaginó los bellos labios de Padmé alrededor de su miembro, pero no tenían tanto tiempo.

Padmé bajó su cabeza para acomodarse sobre Anakin, pero él la detuvo, sujetándola por los hombros y empujándola con suavidad para recostarla en el sillón, colocándose él encima de ella. Besó sus labios para callar cualquier queja y sus manos comenzaron a acariciarle sus pechos despacio, sin querer sobre estimularla. Ella pensó que era un poco injusto, porque también quería jugar un poco, pero Anakin se separó de ella con una sonrisa traviesa.

—¿Y si mejor usas tus otros labios? —dijo con voz profunda y rasposa, enviando una descarga eléctrica por el cuerpo de Padmé.

Ese fue el momento en que la abogada recordó dónde estaba y con quién. Su mente se dividió en dos: el horror de haber permitido que las cosas llegaran hasta aquí, y el relajamiento de que no había ya marcha atrás, ¿para qué contenerse?

Padmé siempre escuchaba a la primera voz. Pero ese día, por primera vez en años, decidió escuchar a la segunda.

—Necesito un condón—dijo ella con tono felino, dejando pequeños besos sobre la mandíbula de Anakin.

Él asintió y se puso de pie, lo vio alejarse por el corredor a saltos y meterse a una alcoba, salió tan rápido como entró con un paquete de condones en la mano y totalmente desnudo. Padmé admiró la belleza de su cuerpo masculino, Anakin esbozó una media sonrisa cuando vio su expresión de deseo.

—¿Ves algo que te guste? —preguntó, abriendo el empaque de un condón.

—Muchísimo, sí…

Anakin sacó el condón, y en ese momento, un poco de cordura volvió a su mente.

—¿Estás segura de esto?

¿Segura de pasar cualquier línea profesional entre ellos? ¿segura de tener que cargar para siempre con las consecuencias de haberse acostado con un cliente y el hijo de su jefe? ¿segura de querer cumplir más y más fantasías con el único hombre al que encontraba perfecto de pies a cabeza?

—Sí.

Anakin se puso el condón y se sentó en el sillón, besándola en los labios mientras la animaba a sentarse a horcajas sobre él. Padmé se acomodó despacio, rozando su vulva con la punta de su miembro, en esa deliciosa fricción que tanto animaba el juego entre ambos.

Colocó ambas manos sobre los hombros de Anakin para balancear mejor su peso, y puso atención en las expresiones de él. Ceño fruncido, mandíbula apretada, labios tiesos… este hombre estaba conteniéndose. En todas sus fantasías, Padmé pensó que Anakin sería ese tipo de amantes intensos y descuidados, con una carga animal tan pesada como su terquedad. Pero no era así, aunque ese aire animal y la pasión eran imposibles de contener, en realidad, Anakin era muy cuidadoso de sus movimientos, atento a los detalles para arrasarla de la manera en que ella lo disfrutara.

Nunca se había sentido así con nadie. No solo por la intensa atracción que los unía, sino por la forma cuidadosa en que Anakin iba acariciando su piel y besando su cuello, sin presionarla en ningún momento, dejando que fuera ella quien llevara el ritmo –aún cuando era evidente que él quería más– simplemente, nunca pensó que Anakin Skywalker podía ser tan considerado.

Pero esas eran cosas que pensaría después, por ahora, el cuerpo de Padmé gritaba por él y Anakin tampoco parecía estar mejor. Así que, terminando su juego de fricciones, Padmé alzó más su cadera y acomodó el miembro de Anakin en su entrada, bajando despacio para que él fuera deslizándose de poco en poco en su interior. Los dos gimieron mientras sus cuerpos iban uniéndose.

Entonces, algo curioso pasó. Ambos habían fantaseado con esto en muchas ocasiones, con la fricción de sus cuerpos, el sonido de sus gemidos, la electricidad que los enloquecía cada vez que estaban uno cerca del otro, y el placer que sentirían. Nunca antes pensaron que, para tener ese nivel de conexión física, era porque también tenían un gran nivel de conexión emocional.

Padmé era inteligente, hermosa y tenaz. Anakin era directo, perseverante y noble. Ambos lo sabían. Ambos habían ignorado los sentimientos que se generaban mutuamente distrayéndose con la pura atracción física. Pero ahora que sus cuerpos se saciaban uno del otro, ahora que la intimidad había llegado a este punto, no había marcha atrás para lo emocional.

Anakin miró a Padmé a los ojos mientras ella comenzaba a moverse a un ritmo lento, acostumbrándose a la sensación de él dentro de su cuerpo, colocó ambas manos sobre sus caderas para ayudarla a marcar el ritmo, todo eso sin dejar de prestarle atención a sus muecas de placer y la forma adorable en que hacía un puchero con sus labios cuando un movimiento era especialmente placentero.

Siguió contemplándola, dándose cuenta que realmente le gustaba esta mujer. Que físicamente era la persona más sexy que hubiese conocido, pero no era solo eso, no, Padmé era más que sexy… era mucho más.

Padmé estaba teniendo pensamientos parecidos, pero para distraerse, aceleró el ritmo. Anakin soltó un gemido particularmente ronco cuando ella comenzó a montarlo casi con desesperación, hacia arriba y abajo, moviendo sus caderas en círculos en ocasiones para aumentar el placer. Los gemidos de Padmé también aumentaron, ni siquiera en sus mejores fantasías pudo imaginar que Anakin iba a sentirse tan bien dentro de ella.

Anakin apretó sus caderas, moviéndose al mismo ritmo que ella y besando su cuello, dejando algunos mordiscos aquí o allá por la intensidad de su emoción.

Ninguno de los dos era vírgenes, nada más lejos de la realidad. Entonces, ¿por qué esto se sentía tan nuevo?

Demasiadas sensaciones… era demasiado. Padmé seguía en medio de la tormenta, siendo alzada por una ola tan alta que amenazaba con romperse. Su orgasmo estaba tan cerca y la forma en que Anakin dirigía sus caderas en círculos solo la enloquecía más.

—A… A-Anakin…—gimió ella, cuando él succionó un poco más recio sobre su clavícula—Me… me voy a venir…

—Hazlo—ordenó él, con una voz gutural que la estremeció—Vente conmigo…

Anakin entonces comenzó a moverse con más intensidad, una de sus manos apretando su trasero y la otra, deslizándose hacia su intimidad para tocar su clítoris. Anakin suspiró cuando sintió a Padmé venirse otra vez, ahora a su alrededor, el calor de sus profundidades y sus músculos tensarse hasta le dieron la última estimulación que necesitaba. Padmé se dio cuenta del orgasmo de Anakin con la forma en que tiró su cabeza hacia atrás, con un suspiro extrañamente gutural.

Esta vez, cuando todo acabó, no había un rincón al fondo de sus mentes en donde debieran encerrar sus fantasías, porque había sido real. Seguían ahí, entrelazados, cuerpo a cuerpo.

Ambos se quedaron ahí, acurrucados uno con el otro, mientras recuperaban el ritmo de sus respiraciones. Eso había sido mucho mejor que cualquier fantasía. Despacio, Padmé se bajó del regazo de Anakin para sentarse en el sillón, él la abrazó por los hombros para acercarla a su pecho.

—Eso fue impresionante… —murmuró Padmé, su mente todavía un poco en las nubes.

Mmm, y aún nos falta mejorar.

—¿Mejorar?

—Claro, con la práctica—dijo Anakin, aún sin abrir los ojos y con la cabeza recargada en el respaldo del sillón.

Padmé contuvo el aliento. Había pensado que esto sería un capricho de una sola vez, no que lo convertirían en un hábito. El sentido común de Padmé le decía que debía salir de ahí, que eso no estaba bien, que estaba jugando con fuego.

Pero entonces Anakin abrió los ojos y la miró con esas pupilas azules resplandecientes, viéndola con afecto y… quizá algo más.

"Date una oportunidad. No pierdes nada," susurró la segunda voz. Por segunda vez en el día, Padmé la escuchó.

Anakin vio el rostro de Padmé pasar de una mueca cuidadosa a una sonrisa resplandeciente. Dios, esa sonrisa era criminal, iluminaba sus ojos y la hacía verse tan jovial y contenta. Sería tan fácil acostumbrarse a esa sonrisa.

—Bien, mejoremos—dijo ella, con tono coqueto—Te pasaré mis notas para que puedas trabajar en eso…

—¿Notas? —alzó una ceja de manera cómica.

—Claro, de todo lo que debes mejorar.

Anakin rio, esa risa suave y sin burla que a Padmé comenzaba a gustarle.

—Esperaré esas notas—dijo, luego con un tono más serio—Deberíamos vestirnos, mis padres no tardarán en llegar.

¡Sus padres! Padmé lo miró con pánico, ¿cómo pudo olvidarse de eso? ¿perder la cordura de esa forma en la maldita casa de su jefe?

Anakin rio un poco cuando la vio corriendo para buscar su sostén y colocarse la ropa lo más rápido que pudo. Aunque él también se vistió rápido, le hizo gracia lo preocupada que se veía Padmé, en contraste con lo desinhibida que estuvo solo unos minutos atrás. Ah, que preciosa contradicción de personalidades.

—No te burles, Anakin—le reprendió ella, parándose frente al pequeño espejo para arreglar su cabello—No debimos hacer esto.

—Aquí probablemente no—replicó él—Pero no me arrepiento.

Padmé tragó duro, los pensamientos volviendo a su cabeza y esta vez sin ninguna distracción física para detenerlos.

—Yo tampoco—susurró, mirándolo de reojo.

Se miraron intensamente, ¿cuántas líneas no habían pasado ya? ¿entonces por qué se sentía como si aún les quedara una barrera más por cruzar?

—Padmé, yo… —la oración de Anakin murió cuando escucharon la puerta abrirse y los ladridos desesperados de R2 recibiendo a sus amos.

—¡Llegamos! —gritó Shmi, entrando a la casa—¡Finalmente!

Shmi Skywalker-Jinn caminó hacia la pequeña recepción, donde Anakin y Padmé intentaron lucir lo más casuales posibles. Si la madre de Anakin notó algo, no dijo nada, dejando su bolso en el perchero y soltándose el cabello para estar más cómoda.

—Oh, hola. Lic. Amidala, ¿verdad? —dijo Shmi, acercándose para saludarla con la mano—Soy Shmi, la madre de Anakin. Me disculpo por los dolores de cabeza que te ha dado.

—Mamá…

—Hijo, sé lo que tengo.

—Está bien, señora Jinn—respondió Padmé con una sonrisa divertida—Le aseguro que yo también le he dado dolores de cabeza.

Shmi sonrió complacida.

—Me agradas.

—Ah, Lic. Amidala perdone—dijo Qui-Gong, entrando también con Obi-Wan y Satine—El tráfico era impresionante.

—Está bien, Lic. Jinn.

Padmé miró de reojo hasta que encontró los papeles que había llevado, estaban sobre una mesita, totalmente olvidados. Dándose cuenta lo peligrosamente cerca que estuvieron esos papeles del sillón, Padmé se sorprendió de no haberlos tirado.

—Es lo que me pidió.

—Perfecto.

—Papá, mamá, invité a Padmé a cenar. Espero no les molesto—dijo Anakin.

—Me hubiera molestado que no la invitaras, después de todo lo que la hicimos esperar—dijo Shmi, acercándose a su hijo—Anda, vamos a la cocina. Padmé, siéntete en tu casa, no nos demoramos en poner la mesa.

Padmé se sonrojó un poco ante esa expresión, "¿Sentirme en mi casa? ¿Aún más?" miró a Anakin alejarse hacia la cocina con su madre con muchos sentimientos encontrados. Acababan de tener intimidad y ahora cenaría con su familia. Oh, tantas alarmas estaban sonando en su cabeza… pero no parecían importarle tanto.

—Padmé, ¿eh? —dijo Obi-Wan a su hermano, lo suficientemente bajo para que nadie escuchara—¿Dónde quedó ese trato de "Lic. Amidala"?

—Llevamos un buen rato platicando, ¿sabes? —respondió Anakin un poco enrojecido—No es mi culpa que se hayan demorado tanto.

—Ni la mía, fue de papá.

Anakin hizo una mueca sin creerle del todo.

Mientras, Qui-Gong le indicó a Padmé que se sentaran en la sala familiar, al lado del comedor. Padmé miró de reojo a Satine, la esposa de Obi-Wan, a quien no conocía.

—Padmé, te presento a mi nuera Satine Kryze—dijo Qui-Gong—Satine, ella es la Lic. Amidala, de la que les he hablado.

—Oh, un gusto conocerte—dijo Satine con una enorme sonrisa.

—El gusto es mío, señora Kryze.

—¿Señora? Jamás me digas así—respondió con un tono extrañamente autoritario—Dime Satine.

—Está bien.

—Padmé, ya que mi esposa nos arrastrara al comedor en pocos minutos, déjame decirte rápido lo que quiero que hagas apenas me vaya de viaje…

Escuchó atentamente las instrucciones de su jefe, agradeciendo esa distracción laboral para olvidarse de todos esos sentimientos que daban vueltas por su cabeza. Pero no duró mucho, porque poco después se asomó Shmi para decirles que la cena estaba servida.

—Ven, Padmé—le dijo Satine, caminando a su lado—Qui-Gong me ha dicho varias cosas de tu carrera, pero quiero que me cuentes, ¿qué planeas hacer en unos años?

—Oh, bueno…

Fue extraño. Satine hizo la pregunta de manera genuina y la estaba escuchando. Más tarde, mientras comenzaba la cena, la conversación siguió con una fluidez exquisita. Padmé nunca antes se sintió tan bienvenida en una casa ajena, olvidando por momentos que esta era la familia de su jefe.

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Cuando la cena terminó, Anakin se ofreció a llevarla a su casa. Naturalmente, Anakin contó durante la cena cómo el auto de Padmé murió en el Centro de Investigación y que él se ofreció a llevarlo al taller de Kitster. Padmé rio por la forma divertida en que Anakin contaba la anécdota, en ningún momento burlándose de ella, al contrario, volviendo la historia entretenida para todos los presentes.

Hablaron de tantas cosas en esa cena, del proyecto de Shmi en una asociación para ayudar a madres solteras, del trabajo de Satine como Representante en el congreso estatal, incluso Anakin les comentó que su nuevo robot participaría en una competencia nacional. Padmé apenas los conocía, pero la forma en que la incluían en las conversaciones la hizo sentir que pertenecía ahí.

Sentada en el asiento de copiloto al lado de Anakin, Padmé se sintió de repente agotada por todos los eventos del día. Realmente, habían pasado tantas cosas en tan pocas horas, que su cerebro comenzaba a procesarlo.

—Tu familia es encantadora—dijo Padmé, para romper el silencio.

—Gracias, les agradaste mucho.

—Y ellos a mí.

—Padmé… antes de que llegaran, quería preguntarte algo—ahí estaba de nuevo, ese tono serio ante el cual Padmé ya se había puesto tensa—¿Puedo invitarte a cenar el fin de semana?

—¿A cenar?

—Sí.

—Anakin… soy tu abogada, recuerdas eso, ¿verdad?

—Sí. Pero no le veo nada malo… no después de lo que ya hicimos, ¿no crees?

Tenía un punto válido a su favor.

Padmé suspiró, recargándose en el respaldo del asiento. Mirando a Anakin de reojo, conduciendo el automóvil en lo que le daba tiempo de responder, se dio cuenta que esta también había sido una fantasía. No solo el increíble sexo, no… si no lo que podía venir después.

En el transcurso de una tarde, esas fantasías comenzaron a cobrar vida. Y se sentían muchísimo mejor de lo que nunca se sintieron en su mente.

—Cierto—admitió ella—Está bien, vamos a cenar el fin de semana.

Anakin sonrió, sin poder verla a los ojos porque seguía conduciendo, pero su humor definitivamente cambió. Padmé sabía que esto podía durar unos días solamente, pero por ahora, decidió apagar su cabeza, reclinarse en el asiento y disfrutar.

Cuando llegaron a su edificio, Anakin se estacionó en la esquina y la escoltó hasta la entrada. A pocos metros de la puerta, ella le sujetó la mano.

—¿Quieres subir un rato? —preguntó en tono coqueto.

Anakin asintió, y ambos subieron al departamento de Padmé por primera vez.


Canción: "Tucked" de Katy Perry.

Eso es todo... ya de aquí solo falta el epílogo jeje. Espero poder subirlo la próxima semana.

Para los que lean "El Caballero y la Senadora" subiré el nuevo capítulo este viernes. Ya solo le faltan detalles menores.

Espero les haya gustado, ¡mil gracias por leer! saludos a todos.