—¿L-Lance?

—Te he estado esperando, Lira.

La boca de la joven amenazó con abrirse hasta tocar el suelo y sus ojos estuvieron a punto de salirse de sus cuencas. El domadragón sonrió y ella sintió que sus rodillas comenzaron a temblar; ¿era verdad lo que estaba viendo? ¿No se trataba de una ilusión o algún sueño? No podía creérselo y, aun así, todo apuntaba a que era real.

Lance, el entrenador que pidió su ayuda para hacer frente a los rockets de Pueblo Caoba; aquel que la había impresionado con la fuerza de su Dragonite; ese hombre enigmático con el que esperaba volver a encontrarse para pedirle algunos consejos (y porque le había parecido mono, para qué engañarse) estaba a escasos metros de ella… y se trataba del Campeón de su región, ni más ni menos. Tenía que derrotarle si quería conseguir el título y por un momento sintió que se venía abajo; no eran pocas las veces que había pensado lo extremadamente difícil que tendría que ser vencer a su pokémon insignia. Si le había costado horrores ganar a Débora no quería imaginarse qué sucedería con Lance, ¿sería capaz de vencerle?

—¿Te encuentras bien? Estás un poco pálida.

—S-sí, estoy bien. E-es solo que… ¡No me habías dicho que eras el Campeón! —exclamó molesta mientras inflaba los cachetes para intentar desviar la intención de sus pensamientos negativos. Si al menos lo hubiera sabido con anterioridad ¡se podría haber preparado psicológicamente! Pero no, se lo había encontrado de sopetón y tenía que aprender a gestionarlo. Lira cerró los ojos y se frotó las mejillas: sí, ganarle no sería fácil, pero tampoco lo había sido reunir las ocho medallas y vencer al Alto Mando. Había logrado vencer a cualquier entrenador que se había cruzado en su camino y había mejorado un montón desde la última vez que le vio; si se encontraba ahí es porque estaban prácticamente en el mismo nivel, ¿cierto? No podía darse por perdida tan fácilmente, eso no era típico de ella.

—Sí, lo siento. Parecía que no sabías quien era y se sentía bien que por primera vez alguien me tratara como el entrenador Lance y no como el Campeón Lance —dijo medio arrepentido. Lira abrió los ojos e inspiró hondo—. Me encantaría seguir hablando pero, sinceramente, estoy impaciente por empezar. Llevo meses esperando este momento y las palabras no sirven de nada ahora, solo un combate determinará quién es el mejor de los dos. ¿Estás lista?

La joven asintió y tomó su puesto en el campo de combate. Acarició una de sus Poké Balls con cuidado y trató de controlar su temblor. Estaba cansada, sorprendida y algo abrumada pero no podía permitir que eso le afectara; no había llegado tan lejos para rendirse en el final. Dejó de lado los pensamientos negativos, logró calmarse y con energía lanzó la Poké Ball de Ampharos mientras Lance lanzaba la de Gyarados. La batalla por el título de Campeón estaba a punto de empezar.