El guion de "Juego de Gemelas" (Remake de 1998), pertenece a David Swift.

04: Venganza y Cabaña de Aislamiento

Hallie contó a sus amigas de la cabaña 115, que fueron castigadas.

Annie contó a sus amigas de la cabaña 565, que fueron castigadas.

Dijeron que estaban cumpliendo con el reto impuesto, tras el juego de Póker.

―Entonces, ¿dejaremos de pelearnos, con los de la 565, Hallie? ―preguntó Katie, a Hallie.

―Sí. ―Sentenció Hallie.

― ¿Vamos a vengarnos de las coordinadoras? ―preguntó emocionada Samanta, quien se solía meter en problemas, muy seguido, en el colegio y siempre supo salir airosa de todas esas situaciones.

―Así es, Sam ―dijo Annie, sonriente.

La 115, consiguió diversos dulces, tales como mermeladas de varios sabores, azúcar pura, cremas, entre otros.

La cabaña 565, consiguió poleas y cuerdas, pero su broma, sería después de la que trazaría la 115.

La cabaña 115, ingresó a la cabaña de las coordinadoras, madre e hija, fueron cubiertas por las mermeladas, las cremas de nata, de chocolate, entre muchas otras, el azúcar, fue espolvoreado sobre sus cuerpos, con delicadeza y tratando de que no despertaran.

Todo aquello, bajo el mando de Annie.

Luego, la 565, bajo el mando de Hallie, usando linternas, crearon un camino de luz que guio a las hormigas, hasta la habitación de las coordinadoras, y el dulce las atraería, completando el trabajo.

Pero para Halie, eso no era suficiente, así que sacrificó su cómoda almohada, y la desgarró, colocando plumas en las aspas del ventilador del techo.

Lo mismo, hicieron algunas de sus amigas, como Katie o Ava, repitiendo el proceso de las plumas.

A la mañana siguiente, se encontraron llenas de hormigas, al ponerse de pie, las coordinadoras resbalaron con los hilos, que activaron una pequeña sujeción a unos globos de miel y otros dulces, que les cayeron encima.

Al tratar de caminar, se encontraron con el suelo lleno de miel, haciéndolas resbalar.

Al intentar balancearse, una de ellas sujetó una cuerda, que activó los ventiladores, y ya que estaban bañadas de miel y demás cosas pegajosas, acabaron cubiertas por las plumas, como si fueran pollos.

― ¡Hallie Parker y Annie James, empaquen sus cosas! ―Ordenó Marva (madre)

Por ser las pelirrojas, las líderes de ambos grupos, y por el hecho de que las niñas les obedecieron, todas hicieron el camino, hasta una cabaña, que parecía estar en medio de la nada, pero no era tan lejos como aparentaba.

―Niñas, vuelvan a sus actividades ―ordenó Marva (madre) ―Y ustedes dos: A la cabaña de aislamiento.

Había algo muy mal, con ese campamento. No tanto por la idea, de un castigo, en el cual estaban lejos de las demás niñas, sino que pronto, Annie se dio cuenta de lo obvio, pero únicamente, cuando eligió una cama. Solo entonces, cayó en la cuenta, de lo que ocurría, en realidad. ― ¡¿Nos dejan solas?!

― ¿Espera, que dijiste? ―preguntó Hallie, quien se aproximó a la ventana, junto a Annie, ambas quinceañeras, vieron como las coordinadoras, se fueron.

Se fueron, así sin más.

Ambas chicas, se miraron y lanzaron un grito de alegría. ¡Podrían hacer todo lo que quisieran, incluso si estaban solas, y sin sus nuevas amigas!

Pero, la convivencia tampoco es que fuera la mejor.

Hallie quería dormir.

Pero Annie estaba escribiendo una carta (o quizás fuera su diario), a su hogar y por eso mismo, tenía la luz encendida.

Hallie apagó la luz, usando el interruptor junto a su cama.

Annie la encendió de nuevo.

Estuvieron peleando, por un largo rato, hasta que Annie decidió dejarla apagada, y dormirse.

Dos días después, su convivencia, se quedó en una amistad, que al mismo tiempo les llevaba a ignorarse.

Annie comenzó a colgar algunas fotografías.

Hallie jugaba al Solitario.

Un viento fuerte, tiró las fotos de Annie al suelo, así que la pelirroja se aproximó a la ventaja, para cerrarla. Al ver aquello, Hallie se puso de pie y le auxilió a cerrarla.

―Gracias ―dijo finalmente Annie, tras unos segundos.

―De nada ―dijo Hallie, dándole una sonrisa, que hizo palpitar el corazón de Annie.

―Hay no ―dijo Annie, agachándose para recoger sus fotos y recortes de revistas, a lo cual Hallie le auxilió.

Hallie extendió su mano, con el conejo de peluche. ―Aquí está tu...

―Copito ―dijo Annie sonriente. ―Disculpa, ¿Quién es él? ―preguntó, al ver la foto de la casa de Hallie y a un hombre de espaldas.

―Mi papá, es como... mi mejor amigo, todo lo hacemos juntos. ―Dijo Hallie sonriente y nostálgica. Annie se puso de pie. Era imposible. No. Claramente, estaba imaginándolo. ― ¿Qué te pasa? ―preguntó Parker, ante la rara actitud de la inglesa.

―Nada es solo... que hace frio, es todo. ―Dijo Annie, volviendo a su cama.

Hallie sacó de su baúl, una bolsa de galletas de chocolate, marca Oreo. ― ¿Quieres una?

―Claro, ¡me encantan las galletas! En casa las como con... mantequilla de maní ―dijo Annie, sabiendo cuan raro era eso. Hallie abrió los ojos. ― ¿Y ahora, que te pasa a ti?

Hallie sacó un bote de mantequilla de maní. ― ¡También yo! ―Inmediatamente, Annie se acercó a la otra pelirroja.

―Mi madre, lo encuentra asqueroso, el abuelo dice que tengo gustos exquisitos ―bromeó Annie, agarrando un paquete y abriéndolo.

Hallie se rio, pero ya que tenía media galleta en la boca, no podía hacerlo muy fuerte, no sería una asquerosa, al abrir la boca y enseñarle a su amiga, las galletas en la boca. ―Por cierto, ¿Cómo es tu papá, Annie? Me refiero... ¿es la clase de papá con el que puedes hablar, un obsesionado del trabajo: "hablaremos más tarde cariño" ?, sabes que no lo hará.

―La verdad, es que no tengo papá. ¡Bueno! Es obvio que tuve uno, alguna vez, pero... a mamá no le gusta hablar sobre él, se divorciaron cuando yo nací... o cuando mamá aún estaba embarazada, y ella nunca lo menciona, es como... si se hubiera evaporado en el aire, o algo así. ―Dijo Annie, metiéndose una galleta a la boca.

―Lo lamento. ¿Qué edad tienes, Annie? ―preguntó Hallie.

―Cumpliré doce, el 11 de octubre. ―Dijo Annie, Hallie se atragantó.

―Igual que yo ―dijo Hallie, quien comenzó a pensar, a gran velocidad, algo estaba resultando muy raro aquí.

Annie la miró extrañada, creía que la cabeza comenzaría a dolerle, si seguía haciendo esas teorías. ― ¿Tu cumpleaños es el 11 de octubre?

―Sí ¡Oh mira, dejó de llover! ―dijo Hallie. ― ¿Quieres que vayamos, por un caramelo? Bueno, yo... necesito caramelos y definitivamente, algo de sal.

Annie veía cada vez más extraño todo, decidió hacer una pregunta, y siguió a la californiana. ―Hallie, ¿Cómo es tu madre?

―Jamás la he visto. Papá y ella, se divorciaron cuando yo era muy pequeña, quizás cuando era un bebé, o tal vez antes. No le gusta hablar de ella, pero sé que es muy, muy hermosa. ―Dijo Hallie.

― ¿Cómo lo sabes? ―preguntó Annie.

―Porque, papá tenía una foto de ella en su armario, me descubrió viéndola todo el tiempo, así... que me dejó conservarla ―dijo Hallie. ―Oye, ¿segura no vienes a comer algo?

Annie sonrió, frustrada, pero sonriente. ― ¿Quieres dejar de pensar en tu estomago en un momento como este? Jamás has visto a tu madre, pero tienes una fotografía de ella. ―Se dio la vuelta e ingresó a la cabaña, Hallie la siguió, Annie fue a su mesa de noche, buscó en una caja metálica. ―Apuesto, a que esa foto está rota por la mitad.

La sorpresa fue tanta, que Hallie dio un salto. ― ¿Cómo lo sabes? ―preguntó.

― ¿La tienes contigo? ―preguntó Annie, a lo cual Hallie corrió de vuelta a su baúl y comenzó a buscar. Ambas tenían una foto rota, apretada contra su pecho. ―A la cuenta de tres, descubrimos la foto, ¿te parece bien? ―Hallie asintió. ―Uno.

―Dos...

― ¡Tres! ―gritaron al mismo tiempo, descubriendo su foto, una foto de una boda, sus padres sentados en una mesa y tomándose de la mano, con un salvavidas de decoración detrás de ellos, que decía: SS Reina Elizabeth II

―Si tu papá, es mi papá... ―comenzó Annie, con lágrimas en los ojos.

―Y tu mamá, es mi mamá... eso nos hace...

―Hermanas... Somos Gemelas, Hallie. ―Ambas chicas se abrazaron.

Sus lazos de amistad, se vieron reemplazados, por lazos de Hermandad.

Había muchas cosas que querían saber, y solo su gemela, podría responder a sus preguntas.