Todos los derechos de Ranma pertenecen a Rumiko.
" FRENTE AL OCÉANO"
Cuando salí caminé como de costumbre hacia Shibuya, estaba agotado emocionalmente tanto que no sabía cómo llegaría a mi piso sin quedarme dormido; no podía sacarme a Akane ataviada en ese vestido rojo, definitivamente era una visión, pude imaginar cómo le arrancaba el sencillo vestido de punto, haberla visto de nuevo me había dejado una sensación de añoranza en los brazos, quería volver a verla, a olerla, a sentirla, sus largas piernas alrededor de mis caderas, mi boca bebiendo de sus pechos mientras la acomodaba suavemente sobre mí, su dulce rostro sonrojado, con las mejillas ardiendo y la mirada perdida, mientras la revolvía entre mis sábanas y ella se abandonaba a mí, de pronto la imagen se distorsionaba y cuando volteaba a besarla la mirada de Akane estaba vacía, sus ojos no tenían expresión alguna, solo miraban al vacío, comencé a llamarla —¡Akane, Akane!—Pero solo estaba el silencio y su cuerpo desnudo, la levanté y su cabeza gacha cayó en mi hombro, comencé a sacudirla con todas mis fuerzas y no había ninguna respuesta, estaba frenético, se había muerto ahí en mi cama, hace un momento estaba disfrutando con ella y de pronto se había ido, sin decir nada, en silencio, como la vez anterior, solo que esta vez, se había ido para siempre, no habría un lugar donde buscarla y nunca volvería a verla. Tomé su mano llorando y ahí estaba, una herida de corte profundo en su muñeca, ¿cuando Akane había hecho esto?, ¿cómo no me di cuenta? Comencé a sollozar en voz alta, llamándola, pidiéndole que no se marchara, pero no ocurrió nada más que el silencio... Me desperté en mi apartamento, miré el reloj, eran las 4 am, estaba sudando y sentía una tristeza y una desesperación que no podía sofocar con nada, definitivamente no volvería a la cama, decidí que lo mejor sería un entrenamiento matutino, quizás unas Katas a tan temprana hora despejarían mi mente.
A las 6 am estaba entrando a la oficina, en una aparente calma, de pronto mis instintos me alertaron, sabía que había alguien dentro pero no estaba seguro si era mi imaginación por no haber podido conciliar el sueño, pero mi estado de alerta estaba despierto. Un crujir al fondo hizo que me aproximara rápido, sin dar tiempo, no había nada excepto la oficina de Happosai en calma. De pronto la presencia se puso detrás de mí, volteé al instante y el viejo encendió el interruptor de luz.
—¿Quieres matarme Happosai? —le dije entre consternado y aliviado.
—No, solo acomodaba mis cosas, acabo de llegar igual que tu —respondió indiferente.
—¿Ah sí? ¿Y por qué no enciendes la luz como la gente normal?
—A esta hora nadie llega muchacho, y disfruto mucho la oscuridad —alegó sin mirarme mientras revolvía su chaqueta buscando algo.
—Pues más bien pareciera que querías hacerme una emboscada —dije mientras noté cómo el viejo torcía los ojos.
Iba a decir algo más cuando sonó el teléfono y Happosai levantó el auricular, mientras escuchaba a su interlocutor su semblante cambió a uno muy serio al instante.
—Claro, aquí está… De acuerdo… ―colgó.
—Alístate, Saotome —dijo ni bien había colgado.
—¿Qué pasa, otro reconocimiento? —pregunté con temor.
—No —dijo mientras ajustaba su desgastado cinturón, mostrando un arma y poniéndose de nuevo la chaqueta.
—Nunca pensé que tuvieras un arma —comenté.
—Todos los policías la tienen, ¿acaso tú no? —me preguntó mirándome de arriba abajo. A lo que respondí abriendo mi pullover mostrando un chaleco cruzado con dos armas de mediano calibre, una a cada lado.
En ese momento entró a la oficina el jefe Yamamoto con Taro detrás de él —Señores, al parecer hay un ganador, tenemos ya ubicado el perfil del presunto asesino de la fiscal Kuno y del plagio del niño Ryugen, el sujeto se hace llamar "fetiches" pero su nombre es Hikaru Gosunkugi. Anoche quiso forzar la puerta del departamento de la fiscal y el departamento de homicidios y forense halló sus huellas, después de que el portero avisara a la policía. Tiene un largo historial de enfermedades mentales severas, sus padres le dieron una estricta educación religiosa, pero… en algún punto se quedaron cortos. "Fetiches" incursionó en el uso y venta de estupefacientes y robo a mano armada. Estuvo ya en prisión por intentar violar a una menor de edad, pero la fiscal que llevó su caso se encargó de que saliera por buen comportamiento y una fianza. Por cierto, la fiscal que llevó el caso es la hoy occisa fiscal Kodachi Kuno. Así que por favor, terminemos con esto. Hace tiempo que no se sabe nada de " fetiches" pero encontramos una dirección a nombre de Hikaru Gosunkugi.
Miré a Happosai que encendía un cigarrillo y observaba a Yamamoto con incredulidad.
—¿Tú no crees nada de esto, cierto? —le dije mientras nos dirigíamos a la entrada.
—No parece nuestro sujeto o ¿sí? —me respondió.
—No lo sé, dímelo tú.
—Me parece que nuestro asesino, es mucho más complejo que un loco religioso que ya estuvo recluido varias veces.
Cuando salimos había toda una unidad de la policía japonesa esperando por nosotros. Nos subimos al vehículo del jefe, un policía conducía mientras Happosai iba de copiloto acomodándose la gabardina y yo iba atrás con Yamamoto.
—Oye viejo, ¿alguna vez te han disparado?
—Nunca en mis 34 años de servicio y toco madera… —dijo encendiendo un cigarrillo, quitó sus labios de la boquilla y pensó un momento—. Solo he sacado mi arma tres veces pero sin intención de usarla, nunca he jalado el gatillo ni una vez, soy un artista marcial, solo uso mis reflejos y mis manos, ¿y tú?
—Sé que eres un artista marcial, a veces me pregunto cómo terminaste aquí —pregunté mirando por el parabrisas al camino lluvioso—. Nunca me han disparado y sí, una vez saqué mi arma y disparé, fue en mi primera redada, estaba en Kyoto, recién había entrado, me sentía inseguro, en fin... rompimos la puerta de la entrada buscando a un tipo que se dedicaba a la trata de personas y, cuando abrimos, encontré varias chicas menores de edad ahí, y el infeliz abrió fuego, hirió a uno de mis compañeros en el brazo, sentí una impotencia terrible de saber que cosas como estas ocurrían todos los días supiéramos o no... Después de que liberamos a las víctimas de trata, se trataba más de una secta política que otra cosa, el pobre idiota terminó en prisión y se cerró el caso.
Happosai emitió un sonido gutural en algo que sonó como un gruñido y se terminó el tema de conversación ahí mismo.
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Llegamos a un edificio viejo en el centro del Doja-gai en Tokyo llamado San'ya (un barrio para gente de la clase social más desfavorecida), una puerta desvencijada para entrar y una fachada despintada en la entrada, los interfonos descompuestos con algunos apellidos que ya no se alcanzaban a leer, por detrás del edificio había unas escaleras de emergencia por donde el Tokushu Kyūshū Butai, la policía especial de asalto japonesa, se dispuso a entrar. El viejo, Yamamoto y yo entramos por la fachada principal, era un basurero, en la entrada había un buzón desvencijado por cada departamento, subimos por las escaleras, algunas rotas en los peldaños o llenas de basura, paredes descarapeladas y muy oscuro por la falta de alumbrado en los corredores, era ciertamente un lugar lúgubre; para cuando llegamos el viejo y yo la policía ya estaba en la puerta dispuesta a derribarla, nosotros no podíamos hacer eso, Happosai llamó un par de veces sin obtener respuesta, los policías contaron hasta 3 y derribaron la puerta. El olor era nauseabundo, entró primero el escuadrón de asalto y escuchamos un llamado de Taro, que antes que del equipo federal de investigación, había pertenecido al escuadrón policial y después se había cambiado a nuestro departamento, debido a una lesión de arma punzocortante que casi acaba con su vida, pero no con su fuerza, era un poderoso guerrero, me imagino que como oponente en las artes marciales habría sido un digno rival, los muchachos aún lo veían como parte del equipo, así que siempre que íbamos con ellos en algún operativo Taro entraba con su antiguo equipo.
Así encontramos una vivienda en ruinas, un espantoso olor, muñecos de brujería, velas y collares de ajos, fotografías tiradas en el piso de Kodachi Kuno, un sujeto de lentes que me pareció ya había visto antes, y ahí estaba la foto de ella sosteniendo un bebé, Akane con sus enormes ojos marrones y una boca pequeña, sonriendo tímida con un bebé en sus brazos. Sentí dolor… auténtico, deseé que ese bebé fuera mío y no del tipo que me la había arrebatado sin saberlo y por dinero, supe que aquí había una pieza clave del caso, contrario a lo que el viejo pensaba.
Tomé la foto cuando un grito de Taro me tomó desprevenido —¡Saotomeeeeee! —guardé la foto en mi chaqueta y caminé hacia el otro cuarto de donde provenía la voz. El viejo Happosai me observaba detrás, podía sentir su mirada, avanzamos hasta el baño. Ahí con una ventana abierta, sentado en una silla de ruedas dando la espalda estaba "fetiches", con una jeringa tirada al lado de una liga y un mechero con una cuchara.
—¡Levántate, cabrón! —gritó Taro— ¡Levántate hijo de puta! —dijo apuntándole con un arma
—¿Está muerto? —pregunté.
—No —respondió Taro—, pero no falta mucho ―le puso la mano en su cuello―, su pulso es débil, ¡llamen una ambulancia! ―gritó.
Happosai se acercó, lo tomó del cabello y le miró mientras le dejaba colgar la cabeza de nuevo, observó al igual que yo el estado del sujeto, se veía caquéctico, demasiado, tenía el brazo lastimado por la droga y laceraciones en los brazos —Está hecho un fiambre, este no es nuestro sujeto. Hay evidencia de heroína y hay que requisar el piso, pero no me parece que este sea la persona que buscamos.
—¿A qué te refieres? —dijo Yamamoto—. Todo lo incrimina, aquí hay fotos de la fiscal Kuno, fue su abogado y hay fotos de niños y mujeres jóvenes, además es una adicto con un largo historial de delitos.
—No lo sé, solo no me parece que encaje con el perfil, es todo.
—Te estás haciendo viejo demasiado rápido Happosai —dijo Yamamoto.
—¡Cierren todo, no entra nadie! ―grité―. ¡Esto es una escena protegida!
Mientras el operativo era montado, el viejo y yo decidimos esperar afuera.
—Esto es un juego y no sé si somos gato o ratón, maldita sea.
—No es momento para sacar a relucir tus emociones, Saotome.
—No me digas cómo actuar, no eres mi maldito padre… —dije sacando un cigarrillo.
Una mujer de mascada y lentes oscuros que había salido de una puerta contigua, cruzó mirando la escena y deteniendo el paso, cuando la miré de fijo me sonrió con ternura y me hizo recordar a Akane ¡arggg! Justo en ese momento.
—¿Qué estás mirando, niña? Esto es un operativo policial, regresa a tu casa.
—Saotome… Saotome —dijo el viejo.
La mujer me miró y bajó por la escalera a la calle asustada.
—¿Qué demonios te ocurre muchacho?, ¿por qué estás tan enojado? Era solo una chica bonita que vive en este basurero, pudiste ser menos agresivo.
—Déjame en paz ―repliqué encendiendo mi cigarrillo—. ¿Qué querías que la invitara a pasar? Estaba fisgoneando una escena protegida, de verdad te estás poniendo viejo —dije con afán.
—Es asombroso ver a alguien tan joven estar tan solo… —caminó hacia la salida.
—Deja tus sentimientos de cuarta para otro momento viejo.
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Cuando terminamos decidí ir al distrito de Nerima, quería saber si aún vivía ahí mi amiga del instituto, Ukyo Kuonji. En aquel entonces, después de la fatídica fiesta de compromiso, me hice la promesa de no volver a poner un pie en Nerima. Cuando me bajé del tren, me di cuenta de que el barrio parecía el mismo, era como si el tiempo se hubiera detenido, caminé entre la estación de Ekoda, me perdí entre las calles para llegar al centro y busqué en las esquinas, por ningún lugar pude observar el puesto del padre de Ukyo. Caminé un poco más hacia el instituto Furinkan, observé las puertas con nostalgia, rememorando cada día ahí de mi juventud pasada. Fui hacia el parque y terminé caminando en el barrio donde estaba el "Dojo Tendo", que seguía con su viejo letrero envuelto en polvo y el portón entreabierto. Me quedé unos minutos mirando hasta que recordé el encuentro con Nodoka aquella vez y luego la mano de Nodoka entregando a Akane a ese tipo, Ryugen. Y decidí irme… Me atormentaba pensar que Nodoka estaría quién sabe dónde, y que no había ni rastro, no había una maldita pista en dónde empezar a buscar y el estúpido de fetiches había llegado al hospital en coma, estaba en una sobredosis de heroína y no sabían si sobreviviría. ¿A quién íbamos a interrogar sin un indicio, una huella o una evidencia?
Caminé rumbo al mirador y me acerqué al malecón, la brisa estaba fuerte y fría, me aproximé a mirar el océano desde el borde de la barda, que pujaba embravecido contra el muro, lanzando fuertes olas, esa sensación me hacía sentir una paz y tranquilidad que jamás imaginé sentir, era como un bálsamo para mí. Me quedé ahí parado con la mirada fija en la nada, quizás si me quedaba así, por un buen rato y me relajaba, podría conciliar el sueño esta noche... Algo más de una hora estuve allí sin pensar en nada más que las olas azotando contra el muro, y la temperatura de mis manos y cara descendiendo hasta entumecer mi cuerpo, que me hacía sentir un efecto analgésico. Me di la vuelta para partir rumbo a casa después de pasar la tarde buscando el puesto de Ukyo, que parecía haberse esfumado, cuando me baje de la barda unos pasos me hicieron levantar la mirada...
Ahí frente a mí, como una visión, estaba "ella"... ataviada en un vestido blanco de seda con capa en el hombro atado a la cintura y stilettos blancos delineando sus largas piernas, su cabello hasta la cintura atado en una coleta baja, con una cinta de la misma tela, que le daba una apariencia casi infantil.
—Ranma… —dijo mirándome mientras se sujetaba el cabello que la brisa le estaba levantando alrededor del rostro y sus ojos actuaban como imanes, atrayéndome.
—Ah… Sra Ryugen —pronuncié dolorosamente… y pasé de largo frente a ella, no quería que viera mi dolor, el rencor y la ira se apoderaban de mí por algunos momentos, esos en los que recordaba cuando Ryugen la aprisionaba a su cuerpo y ella se había dejado hacer, o todo lo que habíamos vivido en la casa del árbol y después esa absurda fiesta de compromiso, o simplemente la idea de saber que había concebido un hijo suyo...
—¿Vienes muy seguido por aquí?... —preguntó tímida.
—No, hoy he venido a buscar a una amiga del instituto
—Hasta luego… señora. —Hice una reverencia y caminé.
—¡Ranma! No te vayas… —dijo en un suspiro. Me quedé de espaldas, pensando qué podría hacer ante esa pequeña súplica, es que era imposible el poder que aún ejercía sobre mí.
—Ukyo tiene un local fijo a unas calles de aquí, puedo llevarte si quieres… —. El viento sopló más fuerte y su perfume pasó junto a mí con la brisa marina, usé mi último recurso.
—No es necesario, puedo buscar el local, gracias, su marido la espera… —contesté con frialdad adelantándome a ella.
—Ranma… —suspiró tocándome el hombro, a lo que respondí deshaciéndome del agarre violentamente con un movimiento de hombro y avancé dos zancadas a toda velocidad, como huyendo de ella, de su tacto.
—...Nunca esperé encontrarte aquí pero ha sido una feliz coincidencia...—dijo sonriendo melancólica.
—¿De verdad, señora?, ¿cree que lo sea para su marido? — le contesté con malicia y, por su mirada, me di cuenta que había dado en el clavo.
—Ranma… —suspiró pesadamente, mientras el viento batía con más fuerza su cabello—. Solo estoy feliz de que estés a salvo, vivo, sano, yo… —Su mirada se cristalizó—. Yo... en ningún momento… dejé de pedir por tu felicidad...
—Mhhhhhp… No sabes nada… —respondí cerrándome el pullover, caminando hacia la acera y dándole las espalda.
Sentí su mirada detrás de mí y apresuré el paso, sentía una rabia terrible, hacia ella, "rogando por mi felicidad", mi felicidad era esa pequeña casa del árbol y su perfume entre mis brazos. Lo mejor era irme o si no, no sé de qué sería capaz con ella, ahí parada, vestida de lujo, con esa pinta nadie habría creído que sufría, porque eso había sido. Ella… Ella… ¡Arghhh! Ella solo se había ido con él por dinero, se había vendido como una... Es que aún la amaba tanto que me dolía el pecho de saberla de él.
—Te fuiste sin esperar oír la explicación… Te esperé por tanto tiempo… El día que...
Corrí de vuelta hacia donde estaba ella parada como alma en pena y la tomé por el brazo, sujetándola tan fuerte que la sacudí.
—¿Me esperaste?, ¿segura?, ¿me esperaste casada con Ryugen?, ¿me esperaste en su cama?, ¿me esperaste mientras su hijo crecía en tu vientre?, ¿me esperaste para ver si iba a tu boda? Deja de mentir por una vez en tu vida, niña. Ya no es necesario. Nunca lo fue, además ya no estás frente al ingenuo que cayó en tus embustes.
Sus ojos se abrieron como platos, solo atinaba a mirarme mientras la sujetaba, entonces ella hizo algo que me tomó por sorpresa, recargó su cabeza contra mi pecho y una lágrima mojó el dorso de mi mano y, como si encajara todo a la perfección, se hizo hueco en mí. Derribó mi barrera en un segundo.
En ese momento el claxon de un Jaguar aparcando en el malecón, nos sacó de la ensoñación del momento y ella salió de mis brazos dolorosamente, se subió al auto donde un sujeto enorme la esperaba para abrirle la puerta.
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Retomé mi caminata por el distrito de Nerima, estaba ansioso, sentía sus manos encima mío, cómo sus finos dedos tamborileaban nerviosos en la solapa de mi saco, mientras se pegaba a mí en ese abrazo que estaba necesitando tanto, su delgado cuerpo encima, su perfume, el tenerla de nuevo entre mis brazos, extrañaba ese contacto eléctrico que solo ella me provocaba.
Cuando llegué a la 2 norte junto al río pude observar un pequeño negocio de Okonomiyakis, era un local pequeño que tenía un letrero móvil que decía "Uchan's" cocina japonesa de barrio. Abrí la puerta de un local vacío, parecía no haber nadie, excepto el delicioso olor que salía del local, me asomé en busca del rastro de Ukyo.
—Hola… ¿Hay alguien ahí?—pregunté mientras observaba que en la plancha crujía un Okonomiyaki de camarón.
—Hola … —respondió un chico moreno con cabellera larga recogida en una coleta y una yukata, tenía apariencia joven— ¿Desea ordenar algo? —preguntó amable.
—Ehhh... sí, quisiera un Okonomiyaki de camarón y un Matcha si tiene por favor —pedí mientras lo observaba de cerca; tenía como facciones muy femeninas, la nariz respingada, pómulos delineados, pero era un chico, lo supe por el tono de voz, la vestimenta y esa enorme manzana que adornaba su cuello.
Traté de observar el lugar; era sobrio y no muy grande pero ya no se parecía en nada al puesto del padre de Ukyo, había cinco mesas en total, el techo era alto, las paredes de color blanco, lo que le daba mucha luz y, aunque las mesas tenían sillas muy modestas, estaban curiosamente adornadas por floreros pequeños de donde sobresalían curiosas florecillas de hojas de color violeta y amarillo que mucha gente les decía pensamientos... "pensamientos", por un momento su recuerdo volvió a mi mente, la mujer frente al malecón, sus ojos suplicando...
—Aquí tiene —me dice el sujeto que me había atendido sacándome de mis cavilaciones. Observo que trae una charola con la orden.
Lo miro desorientado, como si no supiera que hago ahí...
—Su orden… señor...
—Ah...claro —dije mirando alrededor, observando la cocina, la caja, el mostrador, todo pulcramente ordenado, lo hacía ver como un lugar pintoresco para comer.
—¿Está usted bien? —pregunta el joven―. ¿Espera a alguien o busca algo más?
—Kuonji Ukyo.
—Kanzen… Ukyo —repite
—Kuonji… —insisto.
—Ukyo es mi esposa. — Observa—. ¿Usted es...?
—Saotome Ranma, un viejo amigo de la infancia.
—La llamaré… —añadió desconfiado.
Supongo que yo me hubiera puesto igual si alguien llegase a buscar a Akane alegando ser un viejo amigo de la infancia . ¿Por qué rayos había pensado en ella? Si era la esposa de otro.
—¿Ranchan? —dijo Ukyo cuando la vi aparecer caminando hacia la mesa donde estaba a punto de comer el Okonomiyaki que, humeante, había aparecido frente a mí. Su rostro se veía casi igual, se había embarnecido un poco, no es que en algún momento fuese delgada, siempre fue una chica fuerte, pero era más espigada en la adolescencia y seguía vistiendo como un chico; su traje lleno de harina y la espátula en el mandil seguía ahí. Supongo que yo tampoco parecía un chiquillo ya.
—Ukyo, ¿cómo has estado? Pasaba por aquí y pensé que podría comer algo, hace ya algunos años...
El chico de la coleta nos miraba expectante y visiblemente incómodo.
—El es mi esposo, Kanzen Konatsu —dijo Uchan.
—Lo siento, no me presenté como es debido, un placer, Saotome Ranma —. Hice una reverencia.
El joven se limitó a hacer lo mismo y me ofreció una sonrisa y una mirada desconfiada.
—¿Cuándo volviste? —preguntó Ukyo.
—Hace un mes más o menos, estoy de comisión aquí —dije mientras comía.
—Te fuiste por mucho tiempo, no supimos más de ti, solo por las noticias… Tu padre se fue del pueblo hace un año.
—¿Cómo está el Señor Kuonji? —pregunté, no quería hablar sobre mí, ni sobre el viejo, me había apartado de él de tajo, no tenía intenciones de buscarlo, ni quería que él me buscara a mí.
—Papá murió hace un año y medio… —dijo resignada.
—Lo siento mucho… —. Apenado me incliné e hice una reverencia.
—Está bien, no fue tu culpa.
—¿Quieres que te prepare otro? Eso jamás va a llenarte, siempre fuiste un glotón. —Me sonrió amable
—Estoy bien Ukyo, muchas gracias —respondo tomando la servilleta y mirándola apenado.
—Cariño, el bebe está llorando… —dijo el chico de la coleta que a leguas se veía incómodo con mi presencia, y es que claro, eran los 80 's, aún éramos hombres muy tradicionales, y un amigo buscando a tu mujer no sonaba a un gran plan para terminar tu día.
—Ya regreso —dijo Ukyo.
—No es necesario, Ukyo, yo solo vine a saludarte y con suerte conocer al pequeñín, si los dos me lo permitís.. .—Konatsu esbozó una leve sonrisa cuando me vio levantarme y pagar el servicio, creo que después de lo de hoy, de esa tan avasalladora conversación en el malecón, lo entendía aunque fuera solo por un segundo y mataría por haber compartido ese destino con Akane, por ser el esposo celoso, por ser el padre, por decirle a Akane con celos "cariño, el bebe está llorando", me sentía exhausto por hoy y quería irme, venir a Nerima había sido un error, un error de cálculo, de confianza, de haber creído superados todos esos demonios de mi pasado que me atormentaban, pero jamás renunciaría al recuerdo de ella entre mis brazos.
Konatsu siguió limpiando la mesa mientras me levantaba para aproximarme a la salida.
—¿Eres amigo de Ukyo de la escuela o un exnovio? —preguntó Konatsu frontal, mientras me observaba de arriba abajo.
—Solo un amigo de la infancia. Su padre fue muy amable con el viejo y conmigo y ella también… — Sonreí melancólico de esa época de mi vida―. Pero disculpa si has entendido otra cosa… — dije haciendo una reverencia intentando mostrar mi respeto hacia su matrimonio y su familia.
Sonrió esta vez amable, y me hizo una reverencia. Mientras entraba la chica sosteniendo un bebé idéntico a ella, de ojos grandes y llorando desesperado.
—Ranchan él es nuestro hijo, Daichi. —Me mostró con orgullo alzándolo mientras el bebe gritaba de nuevo.
—Está enorme y muy varonil, creo que se parece mucho a ti Ukyo… —dije sonriendo—. Me dio mucho gusto conocer a tu esposo y a Daichi.
—¿No te quedas? —preguntó con cara de puchero—. Es que ha pasado tanto tiempo y han sucedido tantas cosas aquí...
—No puedo Ukyo, pero vendré alguna otra tarde y les prometo con más tiempo —respondí apresurado—. Hasta pronto —. Me despedí agitando la mano
Salí directo hacia el tren, quería volver a mi apartamento ya, este día había sido agotador, sentía un dolor terrible, simplemente sentía infelicidad, escarnio, decepción, dolor real y auténtico. Llegué a mi piso y me tendí en la cama.
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La mañana siguiente estaba lloviendo a raudales, cuando salí del edificio de apartamentos donde vivía, la portera me detuvo y me dio una nota.
— Señor Saotome, llegó esto para usted ayer en la tarde, dijeron que era urgente.
—Gracias. —Abrí el sobre "VEN DE INMEDIATO A LA JEFATURA" HAPPOSAI.
—¿Por qué me lo da hasta hoy? —dije en tono alto y de molestia.
— Lo siento señor, usted no llegó hasta tarde y...
—Arghhh… —exclamé fastidiado y presuroso por conseguir un taxi, pero al parecer iba a mojarme de nuevo.
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Cuando llegué a la oficina Happosai estaba ahí con la ropa de ayer y su vieja pipa en la mano. Me lanzó una mirada rápida y regresó a los documentos que rebuscaba con sus dedos en el escritorio.
—¿Qué pasó?, ¿se sabe ya algo del caso de la fiscal Kuno? —pregunté.
El viejo me miró de reojo y se volvió de nuevo hacia sus documentos, mientras balbuceaba algo que no podía entender.
—¿Por qué debería rogarte por la información, viejo? Ahhh, no me importa, solo no molestes en mi piso por las tardes, no somos pareja, no puedo pasar la tarde contigo.
Happosai solo me dirigió una mirada desaprobatoria y siguió ordenando sus documentos.
Era un verdadero fastidio que el viejo me desaprobara, ¿quién creía que era, mi padre? Claro que no y ni a mi viejo le permitía esos aires de superioridad, menos a este viejo idiota, estaba cabreado, mojado, desvelado y pasaban de las 9 de la mañana, así que salí a ver si aún alcanzaba un Matcha o un café, pero con el temporal parecía difícil.
En ese momento hizo su aparición el jefe Yamamoto, seguido de Taro y una comitiva de policía detrás de él.
—Detective Saotome, es un placer verlo por aquí, avísenos si su trabajo no interrumpe sus vacaciones en Tokyo, su sueño o sus planes vespertinos. O mejor aún, me va a ahorrar la molestia, tome sus cosas y vuelva a Kyoto a seguir ayudando ancianas a cruzar la calle porque aquí no me sirve para absolutamente nada —dijo con ironía.
—¿Disculpe...?—exclamé confundido.
— Saotome, ¿estás o no estás en el caso? Es así de simple —masculló molesto.
—Claro que sí, jefe.
—Entonces explícame por qué Happosai llegó solo al reconocimiento de la escena ayer afuera del Gonpachi restaurant.
Empecé a atar cabos de por qué el viejo había ido a buscarme al piso. Maldición, si no hubiese ido a Nerima saliendo de aquí...
—Anoche hubo un tiroteo en el restaurante Gonpachi, donde murió el abogado Ryugen ―prosiguió―. Están atacando a una de las familias más respetables de todo el Japón, en mi opinión no es otra cosa que la Yakuza —dijo Yamamoto y me miró serio, por un momento me atragante.
—¿Ryugen dice? ¿Shinnosuke? —pregunté sorprendido y ella vino a mi mente, exclamé tan fuerte que el viejo me miró asombrado por mi reacción.
Continuará…
Hola a todos estimados lectores, pues ya llegamos al capítulo IV de esta historia, quiero agradecerles sus reviews y el tiempo que se toman para leer esta pequeña historia creada con el único fin de hacerles pasar un rato tan agradable como el que yo paso escribiéndole y leyéndolos a todos ustedes.
Quiero agradecer a mi beditora #SakuraSaotome que siempre tiene que leer esto para que pueda quedar presentable para ustedes. En este momento trabaja en su fic "Por un sueño" esta en fanfiction y está entrando en su momento cúspide no se lo pierdan. También tiene su página de fans de Instagram #SakuraSaotomefanart, donde nos deja los hermosos spoilers de sus creaciones, denle follow. Baby te quiero gracias por todo.
A mi breader #SusyChantilly que también le da orden a las ideas. Actualmente escribe "The Office" donde habrá demasiadas sorpresas, ya esta en fanfiction para que corran a leerlo. También tiene su blog en fb #SusyChantilly
A mis queridas "Locas por el Dios griego", Juany que es mi animallover favorita, Lu mi hada espiritual, Geral la queen absoluta de los viernes y Linda que es nuestra directora de medios y producciones. Las adoro chicas amo la hermosa familia que hemos formado.
A todos los apreciables lectores que me dejan un review o me leen, a los que ya tienen el fic armado en su mente, no tengo menos que decirles que Gracias realmente aprecio que se tomen un minuto de su tiempo en comentar. Por favor no dejen de hacerlo, siempre me emociona leerlos, es mi parte preferida.
A las páginas de fb Locas por el Dios Griego, a Ranma fanfics por siempre, a Ranma e Inuyasha fanfics y a Divi. Si no siguen alguna que esperan.
Finalmente quiero desearles bendiciones y buenos deseos donde estén, no se rindan sigan pedaleando.
SeeUsoon
#Sailordancer7
