—4—. DE MENTIRAS Y CONFESIONES.

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Ginny sabía que estaba empezando a ceder con el problema de Blaise. No era de verdad un problema, pero ella lo llamaba así debido a su situación con ese imbécil que siempre la había llamado traidora a la sangre. Algo en su interior le pedía dejarse llevar por la locura que era seguirle la corriente a Blaise Zabini, el conocido mujeriego del colegio. Ni siquiera en los entrenamientos de Quidditch podía concentrarse adecuadamente y con frecuencia, Dean Thomas, el nuevo capitán de Gryffindor, debía llamarle la atención. Lamentablemente, habían perdido el partido contra Slytherin a principios de noviembre y ahora debían prepararse muy bien si querían vencer a Hufflepuff en marzo. ¡Maldito Malfoy! Había atrapado la snitch a escasos cuarenta minutos de juego y el nuevo buscador de Gryffindor no le llegaba ni a los talones a Harry. Ella había logrado hacer varias anotaciones pero no había sido suficiente y ahora debían ganar sí o sí si querían hacerse con la copa ese año.

Esa mañana de mediados de diciembre, él se había acercado cuando salía del Gran Comedor después de desayunar para dirigirse a su clase. Quería invitarla en la próxima salida a Hogsmeade poco antes de las vacaciones de Navidad a tomar una cerveza de mantequilla en Cabeza de Puerco.

—No tengo por qué aceptar, Zabini. Apenas si nos hablamos, mucho menos somos amigos.

—Porque no quieres, pero no podrás seguir resistiéndote a mi encanto por siempre, Weasley. Soy atractivo, tengo estilo… no pierdes nada con darme una oportunidad. Prometo portarme como todo un caballero. No tendrás queja alguna de mi comportamiento, ni pasará nada que no quieras que pase —declaró sonriendo malévolo de lado, un gesto que a ella empezaba a gustarle.

—Lo pensaré —repuso para luego seguir su camino.

Ella sabía que sí podía perder mucho, sobretodo su cordura. Blaise no era de los que tenían una amistad con una mujer y mucho menos tomaban una relación en serio e intuía que él insistía con ella precisamente por "resistirse" a sus encantos.

Además, estaba el qué excusa le daría a Hermione, Padma y Parvati para no salir con ellas ese sábado pues habían planeado aprovechar la visita a Hogsmeade para ir de compras navideñas, así que prefirió olvidar la invitación del chico y disfrutar del día con sus amigas.

Ginny se quedó algo asombrada cuando esa mañana, notó que Hermione se había aplicado brillo labial y un poco de rubor.

—Te maquillaste.

—Hannah me lo regaló para mi cumpleaños, y como no había tenido ocasión de estrenarlo pensé que hoy era un buen día para hacerlo.

—Te ves muy bien. Debieras hacerlo con más frecuencia.

—Eso lo dices porque me quieres mucho, Ginny. Gracias por el cumplido —la abrazó con emoción.

Cuando iban a desayunar antes de bajar al pueblo, se toparon en un pasillo con Blaise, Theodore y Draco. Ginny percibió un brillo en aquellos ojos grises al ver a Hermione como si pensara "te ves hermosa" acompañado de una pequeña sonrisa; ciertamente, una mirada muy diferente a la de odio o desprecio de años anteriores. Hermione también le había dirigido una rápida mirada a Malfoy y un leve rubor había cubierto sus mejillas. Ginny sonrió. Por más loco que sonara, definitivamente entre esos dos había atracción.

Luego de pasar toda la mañana de compras, las cuatro amigas decidieron ir a Las Tres Escobas para comer algo. Cuando ya se habían sentado, Hermione alegó no sentirse bien y no querer arruinarle la tarde a las demás, por lo que se iría al colegio. Ginny insistió en acompañarla pero Hermione fue contundente en querer marcharse sola.

—Por favor Ginny, no me hagas sentir peor de lo que ya me siento. No me perdonaría que por mi culpa deban regresar temprano a Hogwarts. No es necesario que me acompañen. Sé que aún tienen compras por hacer y yo ya he terminado con las mías, así que no se preocupen por mí y disfruten el almuerzo. Nos vemos en la cena.

Y diciendo eso, rápidamente salió del lugar. Minutos más tarde, Ginny pensó en que no debía haberle hecho caso a su amiga por lo que se despidió de las gemelas y se dispuso a seguir a Hermione, pero saliendo del lugar chocó de frente con Blaise.

—Pequeña Weasley, ¡ya sabía yo que algún día caerías en mis brazos!

—¡Quítate, Zabini! Esto no tiene nada que ver contigo.

—Tranquila, ¿qué es lo que te tiene tan alterada?

Ginny pasó una rápida mirada por el camino hacia Hogwarts y no vio a Hermione por lo que supuso que no era necesario seguirla.

—Nada…

—Perfecto, porque eso significa que estás libre para tomarte algo conmigo, ¿cierto? Vamos a Cabeza de Puerco —el mago le tendió un brazo al estilo caballero de la realeza a lo que ella respondió con un manotazo y caminó lentamente hacia la dirección de la otra taberna. Se había percatado que esa tarde, Zabini no olía a tabaco sino que la fragancia de una colonia fresca, amaderada y muy masculina inundaba sus sentidos. Trató de no pensar en eso a tiempo que intentaba no mostrarse nerviosa por su presencia.

Cuál fue su sorpresa cuando al entrar al establecimiento, divisaron en un rincón a Draco y Hermione juntos en una mesa en lo que parecía una animada conversación mientras tomaban cerveza de mantequilla. Inmediatamente, Ginny tomó el brazo de su acompañante y salieron del lugar.

—¡Bruja mentirosa! —masculló con molestia. Así que por eso era que se había arreglado más de lo usual—. Me dijo que no se sentía bien y mira dónde y con quién está! Lo peor es que no puedo decirle nada pues tendría que explicar qué hacía contigo —Blaise la taladró con la mirada—. No me veas así. Mi reputación ya está en juego al dejar que nos vean juntos.

—Draco nos dejó a Theo y a mi en Honeydukes alegando estar enfermo también, y se negó rotundamente a que lo acompañáramos de regreso a Hogwarts.

—Igual Hermione. Vaya con la parejita de tórtolos. Claro que lo tenían más que planeado si los dos se inventaron la misma excusa para encontrarse… Se lo tenían bien guardado, aunque yo venía sospechando algo hace semanas.

—Yo también —Ginny lo vio con asombro—. Hace un tiempo le hice ver que no era buena idea hacerse amigo de Granger… y mira la importancia que le dio a mi consejo.

Ginny frunció el ceño. Entendía perfectamente lo que Zabini había querido decir. Una relación entre Draco y Hermione no podía significar nada bueno, pero escucharlo decirlo así, como si fuera lo más tétrico del mundo le dolía. Hermione era mil veces mejor bruja que cualquier estirada sangre pura y ya se lo iba a dejar bien claro a Zabini, cuando él comentó:

—En todo caso, son adultos, saben a lo que se enfrentan. No somos nosotros quienes debemos oponernos a su amistad, sino apoyarlos.

—Pues parece que no quieren nuestro apoyo si se esconden para verse —resopló Ginny indignada. Iba siguiendo al mago, quien al parecer caminaba en dirección a la Tienda de Té de Madame Puddifoot—. ¿A dónde vamos?

—Quiero un café, no he almorzado y supongo que tú tampoco.

Ginny no había vuelto a ese lugar desde que había tenido una cita con Dean tiempo atrás. Obviamente no era un lugar sólo para parejas pero recordar eso se le hizo irónico. Haber ido con Dean, ahora con Blaise. Con el único que no había ido era con Harry. Restándole importancia, accedió entrar al lugar.

—¿Le dirás a Malfoy que lo descubrimos? —inquirió con curiosidad.

—Ya me dejó claro un día que no me metiera en sus cosas, Weasley. Draco es muy reservado cuando se trata de su vida. Nos conocemos prácticamente desde que nacimos pero no es de los que cuentan todo lo que hacen. Cuando tenía esa condenada misión de matar a Dumbledore nunca supimos nada, ni siquiera a Pansy le quiso decir. Lo vimos consumirse y queríamos saber qué le pasaba, pero se alejó de nosotros sin dar explicaciones. Ni siquiera dormía en nuestro dormitorio. Aún ahora hay muchas cosas de él que desconozco, de las relacionadas con El Señor Tenebroso principalmente. Pero me asusta pensar que esta especie de amistad que está teniendo con Granger le traiga consecuencias serias. Sus padres incluso pueden desheredarlo si se enteran. La fortuna de los Malfoy y los Black está ligada a siglos de tradiciones. No me extrañaría que haya hechizos anti muggles involucrados. Con los Nott era así, por eso debían casarse entre ellos mismos.

—Conozco las costumbres de los Sagrados Veintiocho, Zabini, y sé que tienes razón. Yo diría que Malfoy siente culpa por haber sido un arrogante cretino con ella todos estos años, y quizá necesita compensarlo de alguna forma, o darse la oportunidad de conocerla, ser su amigo. Eso no tiene que significar nada más… Aunque si me lo preguntas, me temo que al menos de parte de ella, existe un interés diferente.

—También percibo eso en Draco…

Ambos se quedaron callados hasta el final de su almuerzo y camino de regreso al castillo iban sumidos en sus propios pensamientos, dejando ocasionalmente algún comentario trivial sobre el clima, qué harían en Navidad o lo rico que estaban los bocadillos de la cafetería.

—Gracias por acompañarme hoy —le dijo con la mirada fija en ella cuando cruzaron las puertas del colegio—. Espero que disfrutes tus vacaciones —y tomando completamente desprevenida a la joven, le dio un beso suave en los labios para luego salir como si nada hubiera pasado en dirección a las mazmorras de Slytherin. Ginny se había quedado paralizada en el vestíbulo, siguiendo con la mirada al mago mientras en su cabeza, miles de imágenes y dudas la bombardeaban. Le había gustado que la besara, y casi se lamentaba que se hubiera detenido, pero lo último que quería era ser una conquista más.

No supo cuánto tiempo había pasado sentada en el alféizar de una ventana camino a la torre de Gryffindor, donde se había quedado viendo hacia los jardines del colegio, pues cuando llegó a su dormitorio Hermione se encontraba ahí con una carta en la mano. Por lo visto, hasta ese momento había leído el correo matutino.

—Ron ha estado viendo a Luna… en sus cartas no deja de mencionarla. Sé que no lo hace con el fin de herirme, sino de contarme lo que hace. Estoy segura de que ni se percata de lo que escribe con tanta emoción, pero ya sabes, siempre veo más allá. Y la verdad, me alegra mucho, pero me siento mal por eso, porque se supone que teníamos algo… pero… a la vez me siento... liberada…

—¿Malfoy tiene algo que ver con esto que sientes? —la bruja abrió los ojos con asombro, y luego se ruborizó.

—Lo siento, Ginny, hoy te mentí —confesó con vergüenza—. En nuestra ronda del jueves, Dra… Malfoy me pidió que nos viéramos hoy en Hogsmeade. No sé muy bien por qué te lo oculté cuando siempre has sido mi amiga. Supongo que es por el tema con Ronald, pero me siento terrible por engañarte.

—¿Tienes algo con él?

—¿Qué? ¡No! —casi gritó—. No… —repitió casi en un susurro—. No fue una cita ni nada que se le pareciera. Él quería compartir un rato fuera de Hogwarts, conocernos un poco más… ya sabes… sin prejuicios…

—Me cuesta creerlo…

—Es muy distinto del Malfoy que conocimos.

—Hermione, él te gusta —la interrumpió Ginny; no era una pregunta. Hermione apretaba sus manos con nerviosismo.

—No lo sé. Apenas estoy conociendo esta nueva faceta de él. Es difícil hacer borrón y cuenta nueva de la noche a la mañana. Pero no te voy a negar que me da curiosidad saber qué hay detrás de esa máscara de indiferencia que siempre lleva. Sigue siendo sarcástico y arrogante, pero hay algo distinto que no sé explicar… te confieso que no me molesta estar con él. Hablamos de tantas cosas… además, es muy protector, y un perfecto caballero. Si hasta me ayudó con la silla para que me sentara, y es tan perfeccionista con los modales en la mesa…

Ginny intentó no reírse a carcajadas al seguir escuchando enumerar las múltiples cualidades que Hermione veía ahora en aquel hombre que había sido su pesadilla hasta hacía un tiempo. No quiso decir nada en voz alta pero percibió que Hermione llevaba camino de enamorarse perdidamente de Draco Malfoy.

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~ oOo ~

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La Navidad no era precisamente su momento favorito del año. Blaise no tenía buenos recuerdos de esa época.

Si bien es cierto su madre siempre había tratado de llenarlo de regalos para compensar la falta de su padre, el verdadero, no los siguientes seis padrastros que durante sus dieciocho años de vida habían tratado de suplantarlo, la carencia de un amor real en su vida nunca había podido ser llenado con lo material.

Por otro lado, Draco aún tenía muy fresco en su memoria la presencia de El Señor Oscuro en Malfoy Manor el diciembre anterior y por más que Narcissa insistió en que había hecho mejoras en la casa y que había decidido cerrar definitivamente algunas de las habitaciones para evitar los malos recuerdos, no tenía ánimos para visitar su hogar.

Por estas razones, ese año, Blaise y Draco habían decidido pasar las vacaciones con Theo en la mansión Nott para que no estuviera solo en su primera Navidad sin su padre. Solo, pero por primera vez, feliz. Cuando vivía, para esas festividades el señor Nott siempre se encerraba en la biblioteca y tomaba hasta quedar casi inconsciente. La culpa por haber provocado la muerte de su esposa precisamente un veinticinco de diciembre lo carcomía y Theo era el blanco de los efectos de la resaca al día siguiente, por lo que odiaba aún más esa festividad. Sus amigos habían descubierto sus hematomas años atrás e insistían en que pasara las vacaciones con alguno de ellos, pero Theo sabía que eso habría empeorado las cosas para él. Su padre lo hubiera ido a buscar donde fuera que estuviera y las consecuencias hubieran sido funestas.

Ese año fueron unas vacaciones diferentes. Era curioso como tres personas tan distintas pero a la vez con tantas similitudes se llevaran tan bien. Eran hermanos más que amigos y habían descubierto que sólo se tenían a sí mismos para superar las dificultades de la vida y, aunque no hablaban de eso, sabían que siempre se apoyarían por ese amor fraterno que los unía.

Los días en la mansión Nott se habían pasado jugando Shuntbumps o Quidditch en los jardines de la gran propiedad en las mañanas; ajedrez o duelo mágico por las tardes y tomando whiskey de fuego hasta altas horas de la noche mientras se reían de todo y de nada, en aquella habitación que de niños habían nombrado como "misteriosa". El primer día de vacaciones se habían armado de valor y la habían revisado por cada rincón pero únicamente encontraron unas fotografías viejas de la familia, muchos documentos sin importancia y libros antiguos de pociones. Lo que sí llamaba la atención era un gran retrato al óleo de la señora Nott, único adorno de la estancia. Theo desconocía la existencia del retrato y supuso que eso era lo que escondía tan celosamente su padre, lo único que había quedado de su esposa, y lo había querido sólo para él. Theo había quedado huérfano de madre a los cinco años y prácticamente no la recordaba, pero había comprobado que era su viva imagen y no supo si era esa semejanza la razón por la que su padre lo odiaba. La causa de muerte era desconocida, pero Theo sabía que su padre había tenido algo de culpa. Ver sonreír a su madre con aquella ternura aunque fuera desde un cuadro y escucharla decirle que lo amaba y lo orgullosa que estaba de él, le dio a Theo una razón para ser feliz por primera vez en una Navidad.

Los tres jóvenes habían pasado esas festividades muy diferente de años anteriores, siendo ellos mismos, libres de etiquetas, de modales aristocráticos en una mesa llena de invitados no muy queridos, de trajes caros y de familiares hipócritas.

—Propongo que iniciemos el año confesando alguno de nuestros más oscuros secretos —propuso Blaise, algo pasado de copas, la noche del treinta y uno de diciembre mientras esperaban el Año Nuevo. Los tres se vieron entre sí. Draco alzó los hombros con indiferencia y Theo parecía ansioso por confesarse.

—Me he enamorado de Pansy y creo que no le soy indiferente. Le envié un regalo en Navidad y no me lo devolvió. Así que estoy pensando en declararme apenas la vuelva a ver —dijo Theo con la valentía que le daba el tener bastante alcohol dentro de su metabolismo. Draco y Blaise lo festejaron llenando sus copas.

—¡Por Theo y Pansy! —brindó Draco levantando muy alto su whiskey.

—¡Hasta el fondo! —secundó Blaise ansioso por seguir escuchando a los demás.

—Yo…hace meses me disculpé con Granger por ser un imbécil todos estos años… y hace unos días por lo que le hizo la desquiciada de mi tía en la mansión —dijo Draco, dejando asombrados a sus amigos.

—¿Por qué por lo de Bellatrix? No tuviste culpa de eso… —inquirió Theo. Draco les había contado hacía pocos días lo que había pasado en su casa.

—Necesitaba hacerlo para mi propia tranquilidad. No hice nada mientras mi tía la torturaba, y sé que no podía hacer nada… nos hubieran matado de haberlo siquiera intentado… El caso es que ya no pienso de ella lo que solía pensar. No es una nacida de muggles, o la sabelotodo que ayudó a Potter en la guerra, es simplemente… Hermione…

Blaise y Theo se miraron con complicidad ante el arrebato de valentía de su amigo. Blaise sabía que la opinión de Draco hacia la bruja había cambiado completamente pero que lo aceptara en voz alta frente a ellos era aún más increíble.

—¿Te perdonó? —preguntó Theo. Por lo visto el alcohol le despertaba la curiosidad.

—Sí —respondió tan complacido que si hubieran estado sobrios no hubiera pasado desapercibido—. Y también le envié unos dulces en Navidad… —se sonrojó pasando una mano por el cabello evidenciando su nerviosismo—. Me contó que le gustaban los chocolates con almendras y pasas de una tienda muggle y fui hasta ese lugar y los compré, con dinero muggle que cambié en Gringotts…

Theo y Blaise se quedaron mudos. Draco parpadeó varias veces.

—Y hace semanas que no tomo el filtro para dormir sin sueños y ya casi no tengo pesadillas… creo que, gracias a su influencia, me siento más tranquilo…

—Vaya, esto sí que es una confesión… —señaló Blaise asombrado.

—¿Estás enamorado?

—No, Theo. Nada de eso —Blaise no quedó muy convencido.

—Bueno, en todo caso… ¡Salud por Hermione Granger! —esta vez había sido el turno de Theo de llenar sus vasos.

—¡Salud! —gritaron al unísono Blaise y Draco.

—Besé a Ginny Weasley hace unos días —declaró Blaise y a Draco se le cayó el vaso de la impresión. Theo inmediatamente sacó su varita y con un reparo volvió a unir los pedazos esparcidos por el salón.

—Lo veía venir. No se te escapa ninguna.

—Cállate, Draco. Con ella es diferente…

—Por supuesto que es diferente. Es como besar a los gemelos o el imbécil de Ron Weasley —se burló Draco. Theo soltó una risa que lo hizo expulsar el líquido que acababa de ingerir.

—Idiotas —bufó recordando el beso. Apenas había sido un roce, cierto, pero ese beso había tenido el efecto de un huracán en su cuerpo, y habiendo apenas probado el dulce de sus labios, ahora exigía más, aún sabiendo que era prohibida para él. Ella se le había metido en el corazón—. Ella no es para pasar sólo una noche, sino toda una vida… —murmuró, asombrándose él mismo ante esta confesión. Los tres se quedaron en silencio unos segundos.

—¡Por los gemelos Weasley! —Draco había servido más whisky para los tres y Theo brindó siguiendo la broma de su amigo.

Los tres empezaron a reír hasta las lágrimas. No estaban en su sano juicio en ese momento y no volvieron a hablar de sus confesiones tan abiertamente. Era mejor así, culpar al abuso del alcohol sumado a momentos de debilidad o nostalgia era lo más fácil.

De vuelta a la tranquilidad del colegio en enero, vio con sorpresa que, contrario a lo que había supuesto por lo del beso, Ginny le respondía a sus saludos, le sonreía y hasta le parecía que en un momento, se había sonrojado levemente. Ginny Weasley se había metido en lo más profundo de sus tejidos y, como le había dicho a sus amigos, era algo muy diferente a lo que había sentido antes con cualquier otra chica. Que ella no lo hubiera rechazado abiertamente le dio esperanzas, aunque estaba aquel pequeño inconveniente con el niño que vivió.

Blaise también fue testigo del creciente interés de Draco por Hermione. Ya no lograba disimularlo. La seguía con la mirada en cualquier lugar que la encontrara, sabía que se veían en la biblioteca y con más frecuencia que antes, se quedaba con la vista perdida en el techo del dosel de su cama, pero ya no como en sexto año, preocupado y taciturno, sino con una sonrisa de idiota que lo estaba empezando a enfermar. Theo vivía en su mundo y no se percataba ello, además de que pasaba cada vez más tiempo con Pansy, por lo que él tenía aguantar en silencio el enamoramiento de sus dos amigos: uno que lo vivía plenamente, y otro que lo negaba, o más bien, que probablemente ni siquiera se había dado cuenta. La duda de Blaise era si la muchacha sentía lo mismo o este era uno de esos amores no correspondidos. Internamente deseaba que, por el bien de Draco y su descendencia, ese fuera el caso. No quería imaginar lo que Lucius Malfoy sería capaz de hacer si se enteraba que su hijo estaba interesado en una sangre sucia; no es que él estuviera en contra de Hermione Granger, pero por más que la guerra hubiera pasado, esas ideas no se erradicaban de la noche a la mañana, mucho menos en una familia purista como los Malfoy-Black.

Blaise se dispuso a observar a Hermione teniendo claro el panorama con su amigo. Descubrió que ella también veía mucho a Draco en clases y en el comedor, además de que se sonrojaba si cruzaban miradas. Pero eso, si bien pudiera considerarse algo, no confirmaba sus sentimientos. Pudiera ser que se sintiera halagada, pero ocupaba más señales.

Una noche decidió seguir a Draco, quien había salido de la sala común algo tarde, sólo para comprobar que tenía ronda de prefectos con Hannah Abbott. Decidió no volver a hacerlo; casi lo habían descubierto fuera de su sala común, lo que le hubiera restado puntos a su casa por andar haciendo de detective.

Así pasaron los días hasta que llegó el partido de Slytherin contra Ravenclaw a finales de febrero.

Todo el equipo estaba nervioso. Habían obtenido la victoria contra Gryffindor porque Draco había atrapado la snitch muy pronto, no porque tuvieran un buen equipo. Y sabían que quizá no correrían con la misma suerte esta vez. Theo tenía todo el entusiasmo para hacerse con la quaffle y anotar mientras que Blaise estaba atento con el bate para derribar con la bludger a quien se pusiera en su camino pero había poco trabajo en equipo.

—¡Vamos, Slytherin! —gritaba el capitán de su equipo cuando el cazador de Ravenclaw anotaba o estaba cerca de hacerlo—. ¡Zabini! ¿Acaso no desayunaste hoy? ¡Utiliza ese bate para algo productivo!

Y ese era precisamente el problema que tenía Blaise ese día. A inicios del encuentro, había divisado a Ginny en la gradería, más hermosa que nunca, pero para su sorpresa, acompañada de Hermione y supo que esa era la señal que necesitaba. Esta última nunca acudía a los partidos que no fueran los de su casa. Por supuesto que estarían ahí para apoyar a los contrarios, pero notó que Hermione no despegaba los ojos de Draco, quien con su usual arrogancia, volaba de un lado para otro para deleite de más de una fémina.

Cada que podía, Blaise se acercaba un poco a la gradería y le guiñaba un ojo a Ginny, quien intentaba esconder una sonrisa. No obstante, en una de las ocasiones, se percató que Hermione ocultaba su rostro en un hombro de su amiga y la pelirroja parecía contener la respiración con la mirada fija en un punto del campo de Quidditch. Blaise rápidamente siguió esa mirada y descubrió a Draco volando en picada a gran velocidad para atrapar la snitch. Parecía que se iba a estrellar contra el suelo, y tras él, el buscador del equipo rival lo imitaba. Sin embargo, Draco era más rápido y tenía más experiencia que su contrincante y con pericia, se hizo de la escurridiza bola dando con ese acto, la victoria a Slytherin. El júbilo de los ganadores no se hizo esperar. Blaise volvió a mirar a la gradería para ver que Hermione tenía la mano en el pecho, tratando de calmar sus nervios, que, estaba seguro, no eran precisamente porque deseaba que Ravenclaw hubiera ganado, sino porque Draco había salido bien librado de su maniobra. No hizo falta más pruebas. Draco era correspondido. Con esta situación resuelta, era su turno de mover las piezas para acercarse a Ginny de una vez por todas.


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