—La perra me eliminó también—dijo shisui, mirando a la computadora de la tienda, sentado frente al mostrador de ventas. Facebook se encontraba abierto en la pantalla en toda su brillantez azul.
—Perra —murmuré.
Karin tenía un nuevo nombre, y no era bueno. Bien merecido, pero no era bueno. Entre Reece y yo, llamamos a todos los que podrían saber a dónde se había ido. Por suerte, era una mañana de sábado tranquila hasta ahora. No tuvimos suerte con nuestra búsqueda. La gente o no sabía o no quería decir nada. Todos sonaban apenados. Pero nadie podía, o habría ayudado. A veces, la humanidad apestaba.
—Creo que deberíamos parar —dije.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Piénsalo. Siendo realistas, ¿qué haré si la encuentro? —Crucé los brazos y me recosté contra el mostrador. La pose era lo mejor para tratar de mantener mi mierda—. Abofetearla hasta el cansancio es ilegal. Tan bueno como sería vengarme de ella, eso no me devolverá mi dinero. No tiene sentido ir a la policía porque es su palabra contra la mía. Estoy jodida.
—Ahí está la actitud derrotada que he venido conociendo y amando.
—Cállate. —Sonreí.
Shisui me devolvió la sonrisa, pequeñas líneas apareciendo en las esquinas de sus ojos, detrás de sus anteojos de chico genial de gruesa montura negra. Un hoyuelo apareció en su mejilla. Tenía una sonrisa increíble. No importaba cuantas veces la viera, nunca me acostumbraba. Sin embargo, pensándolo bien, no me volvía estúpida como lo hacía la sonrisa engreída de Naruto.
Huh, interesante.
Sin embargo, había mucho que decir para no ser reducida a una papilla hormonal con muerte cerebral por un hombre. Shisui y yo éramos sólidos. Aunque, por alguna razón, la usual emoción que tenía por estar alrededor de él, no estaba.
Apenas conocía a Naruto. Shisui era real. Naruto era solo un sueño pegado en la pared de
mi cuarto de adolescente. Y, ¿desde cuándo comparaba la sonrisa de Shisui con la de alguien más?
—¿Cuál fue la fiesta a la que fuiste? —preguntó Shisui, rascándose la cabeza en su usual manera adorable. Su cabello oscuro cayó sobre su frente y sabía que haríamos lindos bebés juntos algún día. El matrimonio nunca estaría en las cartas, no para mí. La institución significaba tan poco. Pero había mucho que podía lograrse viviendo en pecado, siendo compañeros de vida.
Shisui sería un excelente compañero de vida.
Cuando Ino insinuó anoche que tenía una cosa por Shisui, puede que supiera de lo que hablaba.
Ah, Shisui.
Trabajaba en la librería de él desde que me mudé a Portland hace dos años. Nino me pidió que viniera un tiempo, para ayudarla a instalarse. Obviamente, aún seguía aquí. Me gustaba estar cerca de mi hermana y Portland era una ciudad genial. Me gustaba mi trabajo y los amigos que había hecho. Todo era mejor aquí.
—Ino me invitó a tomar unos tragos en el lugar de Izumi —dije.
La barbilla de Reece retrocedió con lo que parecía ser asombro. —¿Esa chica
que se casó con el tipo de Stage Dive?
—Sí, esa.
—¿Y no me invitaste? Demonios, S. Me gustan un par de sus canciones. Ese álbum San Pedro no era malo. Sin embargo, debo decir, que sus cosas nuevas son una porquería.
—Amo el nuevo album. "About Me" es una canción genial.
Rió disimuladamente, la esquina de su labio elevándose. —Es una canción acerca de alguien haciéndolo con tu amigo.
—Escogí ignorar ese aspecto.
Una mujer mayor con una blusa teñida tipo hippie entró, dirigiéndose directamente a la sección de autoayuda/filosofía. Dos adolescentes empezaron a besarse junto a la nueva exhibición de libros de cocina. Lindo, pero difícilmente era el lugar para eso. Cuando una mano se dirigió demasiado al sur, me aclaré la garganta, en voz alta. —Manténganlo por encima de la cintura, chicos.
La campana encima de la puerta sonó locamente cuando salieron a toda velocidad. Uno de ellos con el más increíble sonrojo. Casi me sentí mal por él. Supongo que realmente quería tantear.
Shisui se rió entre dientes. Bueno, podría haberlo hecho. Él conquistaba con regularidad dentro de estas cuatro paredes. Un hábito que esperaba que desapareciera algún día cercano. —Cálmate. No lastimaban a nadie.
—Este no es el momento ni el lugar.
La campanita encima de la puerta sonó de nuevo y entró la última persona que esperaba. Izumi entró con una taza de café en una mano y una sonrisa vacilante en su cara. A pesar de que trabajaba a solo dos manzanas de aquí, no creo que hubiera entrado antes a la tienda. De seguro, nunca me había traído café. Si eso era lo que estaba a punto de pasar.
La miré, sorprendida.
Shisui se animó. Luego descubrió su gigantesco anillo de compromiso y se desanimó de nuevo. Viniendo desde el otro lado del río, nunca había pasado por el café de Ruby. Ev era desconocida para él.
—Te extrañamos esta mañana —dijo, deslizando la enorme taza de café sobre el mostrador delante de mí—. No te detuviste para buscar tu pedido regular.
Supuse que te lo traería.
—Eres maravillosa. Me levanté tarde por alguna razón.
—Lo supuse. —Sonrió.
Tomé un sorbo de la bebida súper caliente. Perfecto. Era malditamente perfecto. Izumi era básicamente la santa patrona de los granos de café. Qué haría en un par de semanas cuando se fuera de gira con la banda, no lo sabía.
Llorar, lo más probable.
El largo cabello café de Izumi estaba apretado en una trenza. Como yo, vestía de negro de la cabeza a los pies. Solo que utilizaba una falda de tubo mientras que yo tenía unos pantalones delgados. "Café de Ruby" estaba escrito sobre sus pechos generosos mientras que "Librería Independiente de Shisui" estaba escrito sobre mis montículos más pequeños. Aparte del pedazo de hielo que tenía en su dedo, podría haber sido cualquier chica local. ¿Por qué seguía trabajando como barista cuando estaba casada con un millonario? No tenía idea, y no me correspondía preguntar.
Me giré para presentarle a Shisui, pero tomó la oportunidad para desaparecer atrás, todo el interés en Izumi desapareció tan pronto como vio el anillo.
—También quería disculparme por la noche pasada —dijo, descansando sus brazos en el mostrador.
—¿Por qué?
—La parte en la que Naruto te tackleó contra el piso, mayormente. ¿A menos que haya algo más que desconozca por lo cual deba disculparme?
—No. —Alejé sus palabras, sonriendo. No necesitaba decirle sobre mi griterío hacia su invitado más temprano en la noche—. Está bien. Él solo jugaba.
—Sí. Es como un cachorro con esteroides. No conoce su propia fuerza. — Miró alrededor de la tienda, llena de curiosidad—. Este lugar es genial. ¿Por qué no había estado aquí antes?
—Tiempo, probablemente. Cuando no estabas trabajando, estabas estudiando. Y ahora estás casada.
—Cierto. —Sonrió con alegría—. Fue bueno verte anoche, Sakura. Me alegra saber que Naruto no causó ningún daño permanente.
—No, estoy bien. Y muchísimas gracias por el café. En serio lo necesitaba. No sé cómo manejas levantarte tan temprano después de noches tardías.
Levantó un hombro. —Las cosas se acabaron casi inmediatamente después de que te fuiste. Sasori y Naruto se fueron, llevándose a cualquiera con ellos. Itachi y yo caímos rendidos. No hacemos la cosa de la fiesta muy seguido. Si lo hiciéramos, estaría arruinada esta mañana.
—Ah.
—Entoooonces, Itachi dijo que estuviste hablando con Naruto en el balcón por un rato... —Con lo que la visita trayendo café comenzó a tener sentido.
—Sí, lo estuve —dije—. Y luego Itachi me preguntó si él dijo algo. Todavía no sé a qué se refería.
Izumi apretó los labios. —Mmm.
—Te envió a preguntarme acerca de eso. —Supuse. Correctamente, si el destello de culpa en sus ojos era un indicador.
—Te mereces el café, de todos modos. Pero sí, me preguntó si no me importaría hablar contigo.
—De acuerdo. —Lamí mis labios, comprando un poco de tiempo para ordenar mis pensamientos. Fuera de vista, mi pie no paraba de moverse, haciendo su mejor esfuerzo para hacer un agujero en la alfombra—. Honestamente, no hablamos mucho, nada particularmente personal o privado. Solo algo sin sentido acerca de mi antigua compañera de habitación.
—Ino lo mencionó. —Lástima llenó los ojos de Izumi. Me encogí de hombros. —Sí, no importa. Lo resolveré. Pero en serio, Naruto y yo no hablamos mucho sobre él. Mayormente estuvo bromeando conmigo.
—Él hace eso. —Por un largo momento, me miró. Tratando de calibrar la verdad, supongo. Claramente se encontraba bastante preocupada por Naruto, pero el hecho era que no nos conocíamos lo suficiente para esta charla corazón a corazón.
Me sentía incómoda, forzada.
—Gracias por dejármelo saber —dijo al final—. Naruto ha estado actuando extraño desde que volvió hace una semana. Maníaco... más de lo común. Entonces, otras veces, se queda mirando a la nada. Hemos tratado de hablar con él, pero dice que no sucede nada.
—Lo siento.
—No sabemos si está deprimido o en drogas o qué. Y después de que Sasuke pasara por rehabilitación tan recientemente... —Me dio una sonrisa pequeña y triste—. Apreciaría que no le mencionaras esto a nadie.
—Por supuesto.
—Como sea, ya terminé por hoy. Es mejor irme. Itachi se estará preguntando en dónde estoy. Fue bueno verte.
—A ti también.
—Vuelve pronto, ¿de acuerdo? —Caminó hacia la puerta, despidiéndose con la mano. La petición se veía genuina. Eso calmó mi corazón. Después del horror de Karin, podía tener verdaderos amigos.
—Lo haré. Gracias de nuevo por la cafeína. Me dio la elevación de la barbilla de estrella de rock y luego se fue.
Shisui volvió, su propia taza de café en la mano. —¿Se fue tu amiga?
Volví de nuevo a la realidad, alejando mi mente del acertijo de casi dos metros que era Naruto. A mi mente le gustaba mucho seguir pensando en él. Aparentemente se convirtió en mi nueva distracción, a pesar de todas las otras cosas que estaban sucediendo en mi vida. —Sí, tenía que volver al trabajo.
—Estás frunciendo el ceño. ¿Aún te preocupas por la perra?
Asentí, mintiendo. A pesar de que no era exactamente una mentira. Me preocupaba por todo. Naruto había estado equivocado. Estar tensa no era lo mío, las preocupaciones sí, y ahora mismo me preocupaba por él. Quité mi ceño fruncido y bebí más café. —¿Por qué no hacemos algo de trabajo hoy, jefe?
—Esto es por lo que deberías estar a cargo. —Shisui suspiró dramáticamente. Tenía una impresionante licenciatura en negocios detrás de él mientras que yo apenas terminé la secundaria, pero la mayoría de los días parecía que era la que tenía ética laboral. Cuando mamá pasó por sus días oscuros, después de que papá se fuera, no podía dejarla sola. El día que volví a casa para encontrarla alineando codeína y pastillas para dormir en su mesa de noche, me convencí de eso. Así que fui "educada en casa". Servicios de protección infantil vinieron una vez y montamos un espectáculo lo suficientemente bueno. Sin embargo, malditamente me asegura de que Nino asistiera a clases en la secundaria local de lunes a viernes.
Shisui deslizó una caja de nuevas provisiones en el mostrador para que pudiéramos comenzar a ponerle los precios. —Dime más sobre la noche pasada.
—Ah, conocí a un par de miembros de la banda. Eso fue genial.
—¿Hablaste con ellos? —La expresión de Shisui era extasiada.
Generalmente, la charla en la tienda involucraba sus insinuaciones y escapadas debido a que mi vida era aburrida. Sus palabras, no las mías. Estoy segura de que no necesitas follar con todas las mujeres en el centro de Portland para tener una conversación. Tal vez esa era la razón por la que nunca habíamos estado juntos. Nuestros pasatiempos eran extremadamente diferentes.
Mis pensamientos estaban bastante amargos y torcidos hoy.
¿Dónde dejé mi cara feliz? Lo más probable era que todavía estuviera en mi puerta, donde se cayó hace dieciséis horas. Naruto Uzumaki había resucitado brevemente mi alegría antes de iniciar con mis supuestas fallas. Aun así, solo el pensar en él, me hacía sentir más ligera.
Qué extraño.
Nino todavía no había respondido mi mensaje. No era sorpresa. Su estilo de vida universitario la mantenía bastante ocupada. También podía ser una mierda recordando cargar el celular. Sin embargo, no dudaba que mi hermana estaba ahí para mí. Ella y el piso de su dormitorio. Dejé un mensaje a mi propietario y tampoco obtuve respuesta de él. Lo más seguro es que me dará una extensión para la renta. Incluso si encontrara un compañero de cuarto en tiempo record, aun así no podría tener mi parte del dinero.
Era tiempo de admitir la derrota, le gustara a Reece o no. Tiempo de mudarme.
Dicho amigo movió su mano en mi rostro. —Sakura, ponme al corriente. ¿Conseguiste hablar con ellos o no?
—Lo lamento. Sí, hablé con Naruto, el baterista.
—¿Acerca de?
Esa era la pregunta en los labios de todos.
—No mucho, hablamos brevemente. Estaba ocupado. Había montones de personas ahí. —Por alguna razón, me sentía reacia a admitir más. En realidad, por varias razones. Hablar con Shisui acerca de otro hombre sería raro. Además arruiné la noche, fuera de proporción, tratándose de Naruto Uzumaki. No había conexión. Nadie miraba dentro del alma de nadie. Mi ferviente imaginación claramente trabajó tiempo extra anoche. Así que, continué—. Itachi parecía agradable. Sasori estaba ahí también, pero realmente no conseguí hablar con él.
—Estás totalmente presumiendo de conocer gente famosa. —Se rió entre dientes. Le di un amigable golpe en las costillas. —Tú preguntaste. No estoy presumiendo de conocer gente famosa si preguntaste.
—De acuerdo, de acuerdo. Te creo. No me golpees. Entonces, ¿puedes colarme en la próxima fiesta?
—Dudo que vaya a otra fiesta, Reece. Fue pura casualidad que estuviera allí anoche.
—¿Para qué sirves? —bromeó.
La mujer mayor con la camisa teñida arrastró los pies hacia el mostrador con una copia de El Alquimista en la mano.
—Ese es un gran libro. Creo que realmente le gustará. —Registré su compra y se la entregué para que lo colocara en su bolsa reusable. ¿Había algo más maravilloso que enviar a alguien a casa con un libro que amabas? No, no lo había.
Me giré hacia Shisui, quien estaba enderezando algunos recibos de tarjetas de crédito. —Entonces, ¿quieres pasar el rato esta noche? —pregunté—. Si no tienes nada que hacer. Tal vez trataré de perfeccionar mi Martini.
—Mmm. Voy a dejar mi calendario abierto esta noche. Hay una chica de la que quiero oír. Por supuesto que la había.
—Peeeero —alargó la palabra—, si no me llama, ¿qué tal si voy a tu casa por un Martini?
Mi corazón se hundió un poco. Estúpido corazón. Puse una falsa sonrisa. — Seguro, Shisui, no es como si tuviera algo mejor que hacer que esperar por ti toda la noche.
—Exactamente —dijo. Y no podía decir si bromeaba o no. En ese momento, me preguntaba qué estaba persiguiendo y por qué. Respuesta: un sueño, porque era una idiota. Tal vez Mal tenía razón sobre mi usabilidad. Cubrí a mamá por muchos años, tal vez el hábito se quedó.
Jugueteaba con su celular ahora, con una boba sonrisa en la cara. —Quiere que nos veamos —dijo—. Entonces, necesito un enorme favor. ¿Podrías cerrar esta noche? ¿Ya que no estás haciendo nada?
—Realmente debería decir que no. Mierda, Shisui. No soy una perdedora total. Tengo algunos límites. —No importaba lo que dijera Naruto Uzumaki.
—Por favor. Lo siento. No debería haberte preguntado eso. Y respeto tus limites, lo hago. Soy un idiota y tú eres una presumida que conoce gente famosa y parrandea en fiestas de celebridades. ¿Me perdonas? —No se veía arrepentido, solo vagamente desesperado. Pero como sea, este era Shisui. El hombre me ofreció su sofá anoche como hogar de emergencia. Y enfrentemos los hechos. Tenía razón, no tenía ningún plan para salir.
—Está bien —dije, el resentimiento quemando profundamente en mi alma. Pronto cambió a tristeza. Probablemente debería comprar chocolate o alcohol de camino a casa. Un uso verdaderamente sabio para el dinero extra hecho de las horas extra. Martini de chocolate, aquí voy.
—Gracias. Te lo debo.
—No te preocupes. No es como si estuviera haciendo algo.
No era como si fuera a ver a Naruto de nuevo alguna vez.
