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Durante el almuerzo Karen no dejaba de hablar de los preparativos de su fiesta, le contaba sobre el vestido que usaría esa noche, todo estaba ya listo para el sábado. Candy sonreía mientras la escucha, y del otro lado de la cafetería, un joven castaño la miraba sin perder detalle de sus gestos.

-Terry, me escuchas?

-Eh?

-Debes estar emocionado que llegue el sábado, cierto?

-Por qué lo estaría? – cuestionó restándole importancia.

-No lo sé, tal vez porque esa noche podrías bailar con una rubia.

-Así? Y quien es esa rubia según tú?

-Me arriesgaría a decir, que es la rubia, amiga de mi novia.

-Candice?

-A menos que prefieras a Susana.

-Por favor Archie, déjate de tonterías.

-No creo que sean tonterías, desde que llegamos no apartaste la vista de ella.

-Claro que no! – se apresuró a negar. – sólo estaba pensando en las tutorías, es todo.

-Bueno para ti, cierto? – dijo codeándolo en el costado.

-Ya basta!

-Qué sucede? – se acercaron Stear y Anthony.

-Nada, sólo le preguntaba a Archie si ya tenía el regalo para la quisquillosa de su novia. – contestó Terry dándole una mirada de advertencia a su amigo.

-Y lo tienes? – cuestionó Anthony.

-Sí.

-Podemos saber qué le compraste? O lo dejarás como la gran sorpresa de la noche, como lo está diciendo Karen.

-Qué está diciendo Karen?

-Que esa noche, su novio le dará el mejor regalo de cumpleaños.

-Qué? – Archie palideció con lo afirmado. – yo… no creo que sea el mejor.

-Qué le compraste? -cuestionó Terry.

-Una blusa de seda que me dijo que le gustaba. – sus amigos se miraron entre ellos sin decir nada. - Ay no! me va a matar. – dijo preocupado.

-Creí que ya la conocías? – dijo Terry.

-Sí, ella dijo que le gustaría mucho tener esa blusa.

-Creo que lo dijo para que se lo compraras en ese momento. – dijo Anthony riendo de la cara de Archie.

-Acompáñenme a comprarle algo. –dijo poniéndose de pie.

-Tenemos clases.

-Yo tengo la tutoría.

-O me ayudan o se quedan sin amigo ni hermano, no conocen a Karen enojada.

-No creo que saltarnos unas clases sea malo. Además mi madre sufriría sin su hijo mimado.

-Cállate Stear! – dijo enojado. – vamos chicos, no pueden dejarme sólo; no sé qué comprarle y la fiesta es mañana.

-De acuerdo. – dijo Anthony poniéndose de pie. -Y tú, no vienes? – se dirigió al castaño.

-Ya les dije que tengo la tutoría. – dijo dándole un mordisco a la manzana mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro; mas esta no le duraría por mucho tiempo, una vez que sus amigos se alejaron alguien se acercó al castaño.

-Hola Terry!

-Susana…

Ya eran las tres de la tarde, en toda la escuela se escuchó el timbre que indicaba que las labores escolares de ese día habían llegado a su fin.

-Lista para las clases? – Terry se acercó a ella.

-Sí… Terrence… disculpa por obligarte a esto.

-No lo haces, en serio. – su voz se escuchó relajada, pero no más que su mirada. – ya te dije que es mejor ahora, que cuando estemos en exámenes.

–De acuerdo, gracias por ayudarme. - Se puso de pie y caminó junto al castaño. – podríamos iniciar con matemáticas?

-Claro, la profesora te dio los temas que estarán en tu prueba?

-Sí, aquí los tengo. - Dijo buscando en su mochila.

Terry le explicó los ejercicios mientras ella prestaba atención a cada explicación. Cuando Candy resolvía el ejercicio; él, sin darse cuenta, se quedaba mirándola atentamente; hubo una ocasión en la que la rubia lo descubrió y por primera vez el castaño no supo que decir, su mente se había quedado en blanco, sólo atinó a aclarase la garganta.

-Bien… aquí… debes multiplicar estos dos resultados…

-Es la sumatoria Terrence – dijo con una risita cautivándolo al escuchar su nombre con aquella melodiosa voz.

-Veo que estás atenta. – Terry se dio cuenta que Candy estaba cada vez más deshinibida con él y eso le agradó mucho.

-Te dije que no te haría perder el tiempo.

-Bien! Eso es todo, entendiste el último ejercicio?

-Sí, gracias por tu ayuda… - se quedó mirándolo. – Terrence… - él la miró – yo… de verdad, quiero disculparme por lo de ayer, no sé qué me pasó.

-No tienes por qué disculparte, fui yo, quien gritó primero. Y me disculpo por eso. - la joven observó a su compañero, sabía que era sincero. – Candy…

-Sí?. – al ver como Terry la miraba atentamente su corazón comenzó a latir con fuerza poniéndola nerviosa.

-Candy… si algún día quieres desahogarte, puedes confiar en mí… – Candy lo miró sorprendida – o bien puedes confiar en Karen, ella es fastidiosa y algo molesta; pero sin duda es muy confiable y buena amiga. – acotó enseguida.

-Terry…

-No quiero que pienses que soy un entrometido, es sólo que a veces es necesario sacar lo que nos agobia. – Candy sonrió con dulzura, vio que Terry lo decía en serio y en ese momento sintió que podía confiar en él, tal vez desahogarse le ayudaría a superar lo que estaba pasando en su vida.

-Yo… hace dos años… - dijo muy bajito, casi inaudible; pero Terry la escuchaba. – me…

-Terry! Ya estás listo? – una rubia lacia interrumpió a Candy. – dijiste que terminarías a las 4 y ya pasan de las 4:30.

-Susana, espera en mi auto estoy hablando con Candy. – dijo molesto por la interrupción.

-No te preocupes, ya te quité mucho tiempo. – miró a la rubia frentona que la miraba con recelo. – creo que no debes dejar esperar a tu amiga. – se puso de pie y antes de que su compañero dijera algo salió de la biblioteca conteniendo las lágrimas, y no sabía por qué las contenía o por qué estas querían salir.

-Susana, si tanta prisa tenías de irte, debiste hacerlo. – dijo molesto.

-Terry, por favor no me trates así, qué hice?

-Interrumpir cuando estoy hablando con alguien, te parece poco? Te dije que tenía asignado una tutoría, por eso no podía llevarte a tu casa.

-Terry, sabes que sólo confío en ti.

Durante el almuerzo Susana abordó a Terry para pedirle si podría llevarla a su casa, pues su madre no podría recogerla ese día, y como él tenía la misma ruta, podría hacerle el favor de llevarla. Cuando él le dijo que tardaría, pues tenía una tutoría, que lo mejor era que tomara un taxi; ella le contestó que no confiaba en los taxis, por una mala experiencia que tuvo hace algunos años, y al explicarle cual era; aunque de mala gana él accedió a ayudarla.

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-Hola…? papá…

-Ven a la casa en este momento. – y colgó la llamada, su padre había cambiado tanto con ella, ya no era el padre cariñoso y protector de su infancia.

-Buenas tardes señorita Candy. - saludó una de las empleadas.

-Buenas tardes Paula. Sabes dónde está mi padre?

-La espera en su estudio señorita.

-Gracias. – le sonrió antes de dirigirse a donde estaba su padre. Cuando estaba frente a la puerta se arregló el vestido y el cabello antes de tocar y tener el acceso.

-Llegas antes, estabas en camino?

-Acababa de salir del colegio. Las tutorías. - añadió al ver la duda en su padre.

-Ah cierto, Melina ya me había informado de eso. – Melina era la esposa de su padre. – iré al grano, tu abuelo quiere verte estas vacaciones, pide que vayas a visitarlo a Escocia en cuanto termine la escuela.

-Pero… Alemania…

-Son órdenes de tu abuelo, explícale a él, es por eso que te lo digo ahora, a mí no quiso escucharme. – dijo molesto.

-De acuerdo. – aceptó resignada, sabía que su padre y su abuelo tenían diferencias; pero no sabía cuáles o si tenían que ver con ella, eso explicaría todo. – me retiro.

-Espera. – la detuvo cuando estaba por abrir la puerta. – te informo que Melina redecorará el jardín. – Candy se giró de inmediato hacia su padre. – los rosales desaparecerán. – anunció sin más.

-No puede hacer eso. – dijo casi sin aliento.

-Claro que puede. Candy, todos estos años, Melina tuvo que soportar vivir en una casa que tiene todo de mi primera esposa; no movió nada y lo hizo sólo por ti. Ahora tú tienes tu propio departamento, ya no vives aquí con nosotros; no es justo que ella tenga que vivir en un lugar que no tiene sus gustos.

-De acuerdo… algo más? – dijo resignada con un nudo en la garganta.

-No, eso es todo. – vio como su padre volvía a sus papeles sin dedicarle una última mirada.

Salía de la casa que guardaba tantos recuerdos de su infancia, aquellos donde estaba junto a su madre y su padre, donde era la niña más feliz del mundo, hasta que su madre murió a causa del cáncer. Ahora que lo pensaba, si su padre le informó sobre los cambios que tendría el jardín, era porque ya lo habían iniciado, y no se equivocó. Cuando llegó a la parte trasera de la residencia, vio como casi todos los rosales de su madre ya no estaban. No pudo evitar que sus lágrimas salieran.

-Señorita Candy.

-Bruno… cuando pasó esto?

-La señora inició con los arreglos hace una semana. – Candy miró su alrededor. – no pude hacer nada para…

-No se preocupe… entiendo que no podía contradecirla. – no podía apartar la mirada de donde alguna vez fue un hermoso jardín lleno de rosas.

-Pero… señorita, por favor venga. – la llevó al depósito y le enseñó una maceta con una de las rosas mini que su madre y ella habían plantado.

-"Esta rosa te representa cariño" "por qué?" "porque es pequeña como tú – dijo su madre tocando su nariz" "tú vas cuidarla y verás que en unos años será un hermoso rosal al igual que tú" -los recuerdos causaron que Candy dejara escapar más lágrimas de las que quería. – gracias… gracias Bruno.

-No me lo agradezca señorita, sé lo que esas rosas significaban para usted, lastimosamente sólo pude salvar esta.

-Y se lo agradezco mucho, podré tenerla en mi departamento, siempre junto a mí. – dijo alzando la maceta y abrazándola como si de su madre se tratara.

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El sábado al fin había llegado, Candy miraba asombrada la discoteca, era enorme con detalles modernos, las luces y la música ambientaban perfectamente el lugar. La seguridad era extrema, había guardias en la entrada quienes revisaban que no ingresen sustancias sospechosas, esa había sido una de las condiciones que puso el padre de Karen para no estar presente durante la fiesta, también controlarían las bebidas, pues entre los invitados habían menores de edad; así que, la seguridad no sólo sería fuera, sino también dentro de la discoteca. Una vez que Candy visualizó a su amiga, se acercó a ella que estaba en compañía de su novio y de Anthony.

-Hola Karen, feliz cumpleaños. – dijo mientras la abrazaba.

-Candy, que bien que llegaste! – correspondió con una sonrisa.

-Es para ti, espero que te guste. – dijo entregándole una bolsa que contenía una caja de regalo.

-Gracias, no debiste molestarte.

-Hola. – saludó a Anthony y Archie.

-Hola Candy. – Saludaron a la joven - Ahí viene Terry. – señaló Anthony.

-Hola. – saludó el castaño abrazando a su amiga. – feliz cumpleaños. – le entregó su regalo.

-Qué pasó? Tú nunca llegas tarde. – señaló Archie.

-Tuve un inconveniente. – dijo con fastidio; pero cuando reconoció a la rubia se quedó mudo por unos segundos. – hola Candy. – la saludó con un beso en la mejilla, dejando a sus amigos anonadados, pues a la única que Candy saludaba de esa manera era a Karen.

-Hola. –dijo sonrojada, el día anterior a la fiesta Terry le había aclarado porque había llevado Susana a su casa.

-Dónde está Stear?

-Apenas llegó y se fue directo a la pista. –dijo Archie señalando a su hermano, quien estaba bailando con una chica de segundo año. – vamos a bailar Karen. – dijo tomando la mano de su novia.

-Vamos a bailar? – pidió Terry con amabilidad extendiendo su mano a la rubia.

-Claro. – aceptó la rubia, se había propuesto disfrutar de esa noche.

La noche transcurría con éxito, todos se estaban divirtiendo, la pista estaba repleta. Terry bailaba con Candy; pero después de un receso y una pequeña distracción del castaño, Anthony invitó a bailar a la rubia, desde una esquina Terry los veía sin parpadear y cuando ella le dedicó una sonrisa al rubio, algo dentro de él surgió, celos?

Candy estaba preciosa; llevaba un vestido corto azul marino con brillantes que resaltaba la blancura de su piel; el cabello suelto con sus rizos definidos, maquillaje de noche; estaba simplemente hermosa, le daba rabia ver como los chicos no apartaban la vista de ella, entonces se dio cuenta que su compañera le interesaba.

-Terry!

-Hola Elisa. – saludó por cortesía.

- Ven, vamos a bailar. Disfrutemos de la noche. – tiraba de su brazo.

-De acuerdo. – aceptó logrando que Elisa se alegrará, mas su alegría terminaría al ver que el castaño se posicionaba junto a Anthony y Candy. En un movimiento rápido, Terry cambió de parejas, dejando a la pelirroja y el rubio sin poder creérselo.

-Qué haces? – cuestionó la rubia desconcertada.

-Nada, sólo disfrutar de la noche. – dijo con una sonrisa, llevando a su compañera hacia el otro extremo de la pista.

-Terry… - empezaba a fruncir el ceño.

-Estás linda. – comentó acercándose a su oído, acción que causó un rubor en la joven olvidándose de todo.

A partir de ese momento Terry no dejó que Candy se alejará de él; seguían en la pista bailando, en ocasiones en grupo: con Karen y Archie; en otras, Stear se acerba a ellos y cuando Anthony se unió, lo miró molesto, acto que causó la risa del castaño.

-Hola Terry! –la chica tocó el hombro del castaño para llamar su atención.

-Susana? Qué haces aquí? – Terry había ido por algo de tomar para él y Candy.

-Vine con Jack. – mintió descaradamente, Elisa le había mandado una foto de Candy y Terry bailando, se puso furiosa; estaba en la calle esperando una oportunidad para ingresar y cuando uno de los guardias se distrajo lo aprovechó hábilmente.

-Bueno, entonces regresa con él, porque si Karen ve que estás en su fiesta sin haber sido invitada, te echará. Lo sabes, verdad?

-Oh Terry, acaso tú permitirías que me eche? – dijo acercándose más a él.

-Es su fiesta, no la mía. No la contradeciría, pues si a mi fiesta, se cuela alguien a quien no invité y no soporto, haría eso o algo peor. – dijo dejándola sola para ir donde estaban sus amigos.

Esquivaba a cada chica que se le ponía en frente para que la invitara a bailar; vio en la pista a Stear y Anthony bailando con unas chicas de su salón. Karen y Archie estaban muy acaramelados escondidos en uno de los pilares cerca de su mesa; sonreía al ver a uno que a otro chico en la pista inventando algún paso de baile; mas su sonrisa se desvaneció cuando vio que uno de sus compañeros de clase se acercaba a Candy y sin que ella se diera cuenta tomaba entre sus dedos uno de sus rizos, se puso furioso y sin pensarlo dos veces se acercó a ellos, tomó a Candy del brazo y la llevó a la pista.

-Vamos a bailar. – el chico se quedó mirando como el castaño se la llevaba.

-Q-qué te pasa!? – dijo enojada. – por qué me jalas de esa manera? – no quería causar alboroto y arruinar la noche de su amiga.

-Porque me prometiste que bailarías conmigo.

-Y ya lo hice. – quiso girarse, pero el castaño no se lo permitió.

-Espera! – la tomó del brazo una vez más – está bien, disculpa que lo haya hecho de esa manera, es sólo que me gusta esta canción.

-Y por qué no le pediste a otra chica, a Susana por ejemplo, estoy segura que aceptaría feliz bailar contigo. –dijo con tono molesto, algo que no pasó desapercibido para Terry quien sonrió con la idea de que Candy este celosa, seguramente vio cuando Susana se acercó a él.

-Bueno, tienes razón; pero es precisamente eso lo que no quiero. Por favor discúlpame, si?

-De-de acuerdo, pero no lo vuelvas a hacer.

Ver su sonrisa la perturbaba, no entendía porque se comportaba de esa manera con él, nunca había permitido que nadie se le acercara, y mucho menos que la tomaran de la mano, quería pensar que era amable con él porque le hacía un favor con las tutorías, pero algo dentro de ella decía que el motivo era otro.

-Ya tengo que irme. - Estaba en el baño acompañando a Karen mientras se arreglaba el maquillaje.

-En serio? Candy quédate un rato más.

-No puedo. Mi padre llamará a mi apartamento para saber si cumplí con la hora que me dio.

-Bueno, al menos te quedaste más de la cuenta, gracias por acompañarme. – dijo abrazando a la rubia. Una vez que llegaron con su grupo se despidió.

-Yo te acompaño. – se apresuró el castaño.

-No es necesario. Puedo tomar un taxi.

-Claro que no, prefiero ver que llegues a tu casa sana y salva.

-Pero…

-Yo también estaría más tranquila si Terry te lleva. – la interrumpió Karen.

-No quiero molestar, estás disfrutando de la fiesta y...

-Nada de eso, no me molesta llevarte. Vamos. – después de haberse despedido de sus amigos se dirigieron a la puerta bajo la mirada enojada y frustrada de una rubia.

Candy estaba cansada, la noche había sido diferente a lo que lo había planeado; ella pensaba quedarse hasta las 11 o 12 nada más; pero ahí estaba en el auto de su compañero; a las dos de la madrugada dirigiéndose a su casa. Estaba feliz, porque por primera vez se había olvidado de todo y había disfrutado de la noche, no se arrepentía de haber asistido a la fiesta de su amiga y menos de haber bailado con su compañero casi toda la noche.

-Fue una buena noche, cierto?

-Sí, estoy cansada. Sabes? es la primera vez que voy a una fiesta.

-En serio? – dijo incrédulo, pero luego recordó la actitud que tenía Candy cuando la conoció.

-Sí, incluso no pretendía quedarme hasta tan tarde.

-Supongo que te pasó por la cabeza no asistir.

-Creo que Karen también lo pensó, por eso me hizo prometer que asistiría.

-Es muy astuta, pero me alegra que lo haya hecho. – le dirigió una sonrisa, haciendo que se sonrojara.

Una vez que llegaron a su edificio, Candy bajó del auto, Terry la acompañó hasta la puerta donde el guardia la recibió, sintió tantas ganas de besarla; pero ahí estaba aquel hombre que no apartaba la vista de ellos, así que no tuvo más remedio que despedirse y verla ingresar, pararse frente a una puerta de cristal donde había un monitor para que ingresará un código y le diera acceso a los apartamentos, y finalmente desaparecer de su vista.

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Perdón por la demora. Espero les haya gustado. Se cuidan mucho.